Gabriel tenía pegado el celular a su oreja, Nathan también, Travis por otra parte estaba atento a nuestro alrededor, sonriendo a todas aquellas que parecían deshacerse en sus atenciones, atenciones que no daba ni de chiste.
Estábamos en la plaza principal descansando luego de nuestra función improvisada en el bar karaoke con la garganta irritada y los pies hinchados.
— Esto es realmente hermoso —suspiro Terin —, amo tanto Oaxaca —dejé caer mi cabeza sobre su hombro. Estaba tan cansada que podría quedarme dormida en cualquier momento.
— Se está tan tranquilo aquí.
— En unas horas vamos a irnos y ya comienzo a extrañar todo esto.
A lo lejos escuchamos la charla de los pocos turistas que todavía deambulaban por la plaza, algunos niños intentaban vender artesanías a un grupo de personas que pasaban por ahí, otros niños se encontraban jugando con algunos perros que buscaban algo de comida.
— Lo sé, este lugar es mágico, su gente es hermosa, sus lugares, todo.
Entre nosotras se instaló un cómodo silencio, las voces distantes de Gabriel y Nathan eran más un murmullo reconfortante, pero el sonido de una guitarra y varias voces acompañándola llamó nuestra atención, estaban tocando Carnavalito, Terin y yo sonreímos cargando las pilas que habían estado a nada de agotarse; las dos pegamos un brinco y corrimos a donde un grupo de personas se habían reunido para disfrutar de la música, escuchamos a Gabriel llamarnos, pero no nos detuvimos hasta llegar a nuestro destino.
Algunos cantaban al son de la música, otros solamente dejaban salir monosílabos, Terin y yo no lo resistimos y comenzamos a bailar, nos encantaba hacerlo. Las personas a nuestro alrededor comenzaron a aplaudir, ella y yo hacíamos algunos pasos tontos, alzamos las manos sobre nuestras cabezas y sacudimos las caderas.
Continuamos hasta que la canción se detuvo, los aplausos nos acompañaron mientras hacíamos algunas reverencias en señal de agradecimiento, pude ver a Gabriel observándonos, su rostro mostraba algo entre curiosidad e incredulidad, pero la sonrisa en sus labios era enorme.
— Alguien no deja de verte —murmuró Terin cerca de mi oído.
— ¿Cómo podría no hacerlo?, yo, cariño, soy hermosa.
Le di un guiñó a Terin, ella negó blanqueando los ojos, cuando comenzó a sonar Sabor a mí, varias parejas se levantaron y comenzaron a bailar, yo me volví hacía Terin, le ofrecí mi mano, ella se llevó la mano al pecho y luego hizo una reverencia, colocó su mano sobre la mía, y comenzamos a bailar.
— Eres una ridícula —me burlé, ella suspiró.
— ¡Oh, cállate!, déjame disfrutarlo.
Bailamos unos segundos hasta que sentí un suave toque sobre mi hombro, me encontré con Gabriel ofreciéndome su mano, Nathan ofrecía la suya a Terin, ambas aceptamos y comenzamos a bailar.
— Es bonita —Gabriel mantenía la vista detrás de mí.
— Ella no es bonita, Terin es hermosa —se dibujó una sonrisa en su rostro.
— Sí, Terin es hermosa, pero me refería a la ciudad, es realmente bonita —se me escapó un suspiro apesadumbrado.
— La voy a extrañar tanto —ninguno de los dos hablamos por unos minutos.
— ¿Cuándo se van? —llevé mis ojos a los suyos.
— Dejamos la ciudad mañana por la mañana —él hizo una mueca.
— Eso es muy pronto.
Mantuvo la vista sobre la mía por unos segundos, tuve la idea de que quería decir algo, pero negó y sus ojos dejaron los míos.
— ¿Y ustedes?
— Dejamos Oaxaca el lunes por la noche —suspiró —. Una verdadera lástima dejar tal tesoro —lo último lo dijo manteniendo la mirada en la mía.
— A los tesoros solamente se les admira de lejos, —él sonrió de lado.
— Menos mal que a los tesoros en mi vida también tengo el placer de apreciarlos en un sinfín de maneras; cada una de ellas más interesante que la otra —ahogué una sonrisa.
— Así que, solo por ser curiosa... —arqueó una ceja. – ¿Estás aquí por placer o negocios?
Pensé en lo guapo que era cuando sonreía, y como los hoyuelos en sus mejillas le hacían ver tierno, también me di cuenta de Gabriel no despertaba otra cosa que curiosidad en mi interior.
— Al principio por negocios —habló con voz gruesa —, pero ahora... —su mano rodeo mi cintura y sin una pizca dificultad hizo que mis pies dejaran el piso, alzándome como si fuera un peluche —, ahora es meramente placer, Samanta.
En esta posición su rostro quedaba a la altura del mío, la luz de las farolas me permitía ver con perfecta claridad sus bonitos ojos, y la sonrisa ladina que parecía no dejar su boca ni un instante.
Gabriel Kendrik está coqueteando conmigo.
De sopetón se me cruzó esa idea por la mente, terminé achicando los ojos y negando animadamente con la cabeza mientras me reía.
— ¡Oh por Dios! Eres bueno, realmente bueno. ¿Esa línea siempre te funciona o es nueva y la estás probando conmigo? —Fue su turno de reír. Me llevó de vuelta a la tierra mientras continuamos bailando.
— Samanta, eres una mujer muy interesante —suspiró dramático —. Esa línea siempre funciona, eres la primera en no caer —pestañeé exageradamente.
— Pobrecillo —le di un guiño —, pero debo aceptar que fue bastante buena. No dejes de probar, aunque podría enseñarte unas cuantas novedades.
— ¿En serio?
— Sin duda alguna.
— ¿Me darás más armas de seducción?
— Mejoraré las tuyas, serás imparable.
— Me agrada la idea.
Cuando la música terminó todos aplaudimos, dejamos algo de dinero y agradecimos por el buen momento, luego comenzamos a caminar por la plaza charlando de tantos temas que perdimos la cuenta.
— Lamento interrumpir su buen momento —habló Terin —. ¿Podemos ir al hotel?
Terin y yo desarrollamos un lenguaje no hablado, señas para toda clase de situaciones, ella hizo la seña del período sorpresa tocando su barbilla con su dedo meñique, ahogué un suspiro y asentí rápidamente; sabía que en cuestión de horas llegaría el mío, estábamos sincronizadas en eso, una era el calendario de la otra y las dos la pasábamos mal los primeros días.
— Caballeros, ha sido un placer, pero Terin y yo debemos irnos.
— Nosotros también, es algo tarde ya. Mañana Nate, Travis y yo tenemos una reunión muy temprano. Hermosas damas, fue un verdadero placer pasar esta noche con ustedes —Terin pestañeo coqueta, yo le sonreí.
— Que tengan bonita noche —nos despedimos de los tres.
— Samanta —me volví hacía Gabriel.
— ¿Sí?
— Una última cosa —se acercó a mí mientras Terin achuchaba a Travis, el pobre hombre se había puesto tan rojo como el pelo de mi amiga —. ¿Tu flor favorita?
— Tulipanes.
Él tomó mi mano y colocó un beso en ella, yo reí bajito por su gesto, me dio un guiñó y pasó a despedirse de Terin; ya en el hotel y con las maletas hechas las dos no sentamos en el balcón a contemplar el ir y venir de algunas personas, la música lograba filtrarse hasta donde nos encontrábamos, y la Luna resplandecía en el cielo.
— Me agradan, los tres son hombres muy lindos —asentí —. ¿Quién iba a decir que el tipo que te arrollaría tiene encanto? —Se me escapó una sonrisa.
— Es un ligón, pero algo me dice que podremos ser buenos amigos.
— ¿Amigos? —Su tono me hizo blanquear los ojos.
— Amigos, Roja —la miré de soslayo —. ¿Y tú y Nate?
— Igual, es un encanto, pero es más material de amigos, solo eso.
— Me parece bien.
Pasamos la noche charlando sobre lo que nos faltaba por hacer, había un lugar que habíamos reservado para el final y estábamos ansiosas por visitarlo.
A la mañana siguiente cuando nuestro transporte llegó estábamos más que listas para partir.
— Disculpe, señorita Orozco, tiene un paquete —arrugué la frente cuando Rosita, la recepcionista me dijo eso.
— ¿Un paquete? —Ella me sonrió.
— Así es, señorita. Un hombre muy atractivo se presentó hoy muy temprano y le dejó esto —me acerqué curiosa a la pequeña caja de madera tallada que ella tenía en sus manos.
— Gracias —la caja era hermosa, había un tulipán tallado sobre la tapa y toda ella era bastante detallada.
— ¿Qué es eso? —Terin observaba ansiosa sobre mi hombro.
— Una caja de madera —ella blanqueó los ojos.
— ¡Duh! Ya sé que es una caja de madera, pero qué contiene.
— No lo sé —al abrirla me quedé sin aliento.
— ¡Órales! —gritó mi amiga casi ensordeciéndome, saqué el contenido con mucho cuidado.
— Es preciosa.
Había una motocicleta de madera tallada a mano, y era perfecta. Estaba tan detallada que se me aguaron los ojos; era la réplica en miniatura de mi difunta bebé.
— ¿Eso lo envió Gabriel? —La voz de Terin sonaba igual de estupefacta que como yo me sentía.
— Creo que sí —se me encogió el corazón.
— Vaya, que detalle —yo no podía dejar de verla —. Mira hay una nota —entregué el paquete a Terin.
Como reemplazo temporal por la que destruí.
Lo lamento.
GK
Las dos nos quedamos sin articular una sola palabra, llevando la vista de la nota a la motocicleta, luego de un rato suspiramos.
— Samy Sam —su voz tenía un deje de advertencia.
— Dime Roja —ella mordisqueó su labio.
— Un consejo —dijo haciendo un mohín.
— Te escucho.
— Mantenlo a un brazo de distancia, puede que no sea nada, puede que sea mucho, pero por lo que nos ha mostrado, y por lo que hemos escuchado sobre el joven soltero de oro Kendrick, lo más sensato que puedes hacer es marcar límites.
— Solo es una figura tallada en madera —ella bizqueó.
— Una réplica exacta en miniatura de la que él ayudó a destruir, lo siguiente que sabrás es que estás vuelta loca por él —ahora yo bizqueé.
— No lo creo.
— Amiga, por un hombre así, hasta la más sensata se derrite en un charco de baba.
Arrugué la nariz pero no dije nada.
Gabriel era inteligente, encantador, atento, sabía bailar bien, cantaba de pena pero era muy alegré, era guapo, divertido, cordial, detallista y un sinfín de cualidades más; estaba segura de que era el sueño ideal de muchas mujeres, pero yo no buscaba una relación, ni soñaba con el hombre perfecto, porque realmente no tenía un tipo especifico de hombre, pero de algo sí que estaba segura, Gabriel no era ni por asomo el prospecto de hombre con el que me gustaría hacer mi camino.
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¿Creen que esos pequeños gestos que ambos tienen el uno con el otro sean bonitos? >>>>
Gracias totales a todos los que le han dado una oportunidad a mi imaginación.
Agradecimiento especial a SaoriNegros y a EsdaRamirezRodriguez por comentar en la historia.
Les dejo la canción que Sam y Gabriel bailan, es la que comienza en el minuto 3:08, pero las otras son igual de bonitas; les recomiendo escucharlas con mucha atención, en lo personal son tan bonitas que te hace suspirar y lanzar corazones por los ojos.
¡Oila nomás!, dicen en mi pueblo.
¡Nos leemos pronto!