Seamos amigos (KawoShin)

بواسطة CharlotMAD

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Evangelion AU preescolar. Shinji Ikari de 5 años y Kaworu Nagisa de 6 años, son un par de niños con historias... المزيد

La vida de Shinji Ikari
La vida de Kaworu Nagisa
Una nueva etapa
Encuentro indeseable
La travesura
Llamadas
Galletas, cuentos y desconfianza
Cambio de planes
Ganando terreno
¿Aprobación?
¡Todos al zoológico!
Hoy es tu turno
La reunión más especial
¿Qué es lo que siento? Parte I
¿Qué es lo que siento? Parte II
Trabajo en equipo
El gran golpe
Sorpresas

Cuestiones paternales

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بواسطة CharlotMAD

Tal como le dijo su madre, al poco rato de beber su leche caliente y comer su emparedado, Shinji se fue preparando para ir a la cama luego de tan agotador y maravilloso día.

Sus padres entre tanto quedaron viendo televisión en la sala de estar, y hasta ese momento todo iba relativamente a un ritmo que Yui hubiera esperado. Aún no quería hablar del tema, y mucho menos con Shinji estando cerca de ahí. Sin embargo, ese día Gendo estaba inusualmente perceptivo.

—Shinji llegó muy feliz a casa el día de hoy, ¿No te parece? —interrumpió sus pensamientos.

Yui tosió disimuladamente. Aunque pensándolo bien, no debía ser muy difícil no delatar el hecho de que a su hijo se le habían declarado esa tarde.

—Sí, es que... ya sabes como son los niños... —dijo Yui— Aunque sean callados y tímidos en cualquier momento pueden llegar y deslumbrarnos con su energía... Y por suerte hoy nuestro pequeño retoño estaba muy alegre...

—Mh, tienes razón. Eso debe ser —Gendo Ikari no podía sacar de su cabeza una extraña preocupación. Nunca había sido un hombre de presentimientos. Siempre fue pragmático y enfrentaba los hechos como vinieran, pero ahora no tenía idea de qué era exactamente lo que ocurría, ni mucho menos como afrontarlo.

Mientras sus padres mantenían una guerra interna cada uno por diferentes motivos, el pequeño Shinji ya estaba en su cama, con sólo una lámpara encendida para observar por última vez en el día,  ese bonito anillo que le había regalado su... amigo. Su más querido, apreciado y adorado amigo.

Sonreía maravillado, mientras pensaba con ilusión que tal vez Kaworu en su casa estaría haciendo lo mismo.

—Te quiero mucho, Kaworu.. —susurró y besó con cariño su anillo para ponerlo en su mesita de noche. Luego se acurrucó con su osito de felpa y se durmió al poco rato.

---

Era cierto, Kaworu aunque no se había acostado aún, estaba en una situación similar, contándole a sus padres lo genial que había sido su día, y lo contento que estaba de haberle dado su anillo a Shinji. La gracia que expresaba al relatar la magnífica historia de cómo Rei y Asuka, esa niña que le caía tan mal, le habían ayudado, no hacía más que acrecentar la felicidad de sus padres, quienes se miraban entre sí, emocionados y satisfechos al ver que su hijo se había tomado de la mejor forma la situación y que encima de todo, había tenido mucha suerte al ser totalmente correspondido.

---

Algo con lo que nadie contaba, era que Gendo Ikari estaba dispuesto a averiguar de una vez por todas que ocurría detrás del inusual comportamiento de Shinji.

Y así lo hizo. Mientras el pequeño estaba durmiendo apaciblemente, entró cauteloso en la habitación y buscó con la mirada aquel objeto que había vislumbrado en la mano de su hijo cuando llegó a casa. El anillo.

---

A la mañana siguiente, Shinji se despertó un poco más tarde de lo usual, y luego de buscar unos momentos por la casa, se dio cuenta de que su madre ya no se encontraba en casa.

—Papi... ¿Mami ya se fue al trabajo? —le preguntó mientras estaban ambos sentados en la mesa, listos para desayunar.

—Sí, Shinji...

—¿Tú me llevarás al preescolar hoy, papá?

—Así es —tomó un sorbo de café— Por cierto. Ayer entré en tu habitación luego de que te durmieras, y encontré un anillo en tu mesa de noche. ¿Puedes explicarme cómo llegó eso ahí?

—Umh... Me lo dieron ayer... —bajó la mirada.

—¿Quién te lo dio, Shinji? —inquirió alzando la voz.

—Un... amigo...

—¿¡Qué amigo?!

—Ehh... ehhmm... —balbuceó, completamente nervioso.

—¡¡Contéstame de una vez, Shinji!! —dio un golpe con el puño en la mesa.

—Kaworu —dijo finalmente— Kaworu me lo dio...

—¿Y por qué demonios tu amigo te está dando este tipo de cosas afeminadas? —se paró de su silla y se fue acercando de a poco, lo que asustó cada vez más a Shinji.

—Es que es mi mejor amigo... —pronunció en un volumen muy bajo.

—¿Qué otras cosas te ha dado ese niño? Más vale que no me ocultes nada...

—Mm... sólo algunos dibujos... y galletas —Shinji desvió la mirada y juntó sus dedos, nervioso— Pero nada más, papá... te lo prometo...

—Voy a revisar tu habitación antes de salir, para asegurarme de que no me estés mintiendo. Tú por mientras termina de desayunar. Y apresúrate.

En cuanto Gendo se alejó Shinji recobró el aliento, pero enseguida se sintió tan aterrado de nuevo a pesar de que no creía tener nada más que ocultar, que apenas pudo terminar de comer su desayuno. 

La ida con su padre a la escuela fue increíblemente tormentosa. Luego de revisarle la habitación, Gendo exigió revisar también su mochila e incluso dentro de su estuche de lápices. Shinji se sintió sumamente temeroso durante todo el transcurso al recinto, y sólo quería que su madre llegara rápido a protegerlo de ese hombre enojado.

---

Lo único bueno de esa mañana fue que, como habían pronosticado lluvias y hasta una posible tormenta por la tarde, habían muy pocos niños en el aula. Incluso Asuka, Kensuke y Toji habían faltado, por lo que pudieron sentarse algo más desordenados de lo normal.

Por supuesto, Kaworu esperaba ansioso a que Shinji se sentara a su lado, pero en cuanto lo hizo, captó inmediatamente que algo iba mal.

—¿Shinji...? —le tocó el hombro— ¿Estás bien?

El castaño lo miró con miedo y algo de tristeza. Luego con mucha seguridad tomó y apretó su mano por debajo de la mesa.

—¿Te pasó algo? —en ese momento pudo fijarse mejor— Oh, no tienes tu anillo, Shinji...

Él asintió con la cabeza pero no dijo nada más.

—¿Me lo dirás en el recreo? —Kaworu acarició su mano tratando de calmarlo.

Contra todo pronóstico, la única respuesta de Shinji fue cargarse amorosamente en el brazo y el hombro de su amigo, buscando su máxima protección y afecto al cerrar sus ojos con confianza.

Kaworu se impresionó. Si bien había poca gente en el salón, aún así no estaban solos. Aunque obviamente no le desagradaba en lo más mínimo recibir ese tipo de gestos por parte de Shinji. De hecho todo lo contrario.

---

Luego de un rato, en el recreo, ambos se fueron discreta pero rápidamente al baño. Aquel era el único lugar totalmente seguro para contarle lo ocurrido.

—Bien, Shinji. Primero que nada,  cálmate... —dijo al verlo tan exaltado— Ya puedes contarme lo que ocurre...

—Kaworu, mi papá descubrió el anillo que me diste.

—¿Se lo estabas escondiendo...? —preguntó curioso.

—No, pero sí se lo mostré a mi mamá. Ella se alegró mucho por mí. Bueno, por los dos... Pero creo que él lo vio cuando se metió a mi habitación anoche.

—¿Y qué pasó...? —preguntó Kaworu expectante.

—No le gustó nada... Creo que no quiere que lo use... —dijo mirando al suelo.

—¿En serio? —cambió su expresión a una más desdichada.

—Sí. Hoy en la mañana me gritó mucho sólo por esta tontería... ¡No sé que tiene contra ti!

—Cielos... lamento mucho haberte causado problemas, Shinji... —se rascó la nuca.

—No es tu culpa... —lo abrazó con fuerza, procurando esconder el rostro en su hombro.

—Tampoco es tuya, Shinji... —le dio unas cuantas palmaditas en la espalda, conteniéndolo.

—Tengo miedo, Kaworu —susurró  contra el suéter ajeno.

—Creo que sé que quieres decir... Pero por favor... tan sólo... debes estar tranquilo —lo separó un poco de sí, lo suficiente para tomarlo de ambas rechonchas mejillas— Sólo recuerda que yo... te quiero muchísimo... —besó su nariz con suavidad, seguido de su cabello y su frente, y luego Shinji volvió a acomodarse para abrazarlo todavía más fuerte. Y así seguir abrazados hasta terminar el recreo.

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En el debido momento, tuvieron que volver juntos a retomar las actividades anteriores. Por suerte, luego de que la pequeña Rei se les uniera pasaron una tarde muy amena y agradable en lo que quedaba del día. Los tres niños más tranquilos de todo el preescolar estuvieron juntos dibujando, pintando y comiendo su almuerzo en paz.

Todo lo cual, causó que Shinji se sintiera aún más inseguro mientras más se acercaba la hora de salida.

—Creo que ahí está mi mamá... —Kaworu agitó el brazo para que lo miraran pronto.

Shinji se sintió un poco mal sólo por el hecho de que Kaworu se iría antes que él.

—¡Mamá...! —dijo Kaworu efusivo— ¿Podemos esperar a que llegue la mamá de Shinji para irnos?

—¿Por qué? ¿Pasó algo y quieres que hable con ella? —miró a al amiguito de su hijo.

—No... es que Shinji no quiere quedarse solo... ¿Puedo acompañarlo?

—Claro, cariño. Te espero en el auto. Cuando ella llegue, vienes y nos vamos a casa —dijo tranquilamente.

—¿Ves? No hay de qué preocuparse... —lo tomó nuevamente de la mano con cariño— Luego le cuentas a tu madre lo que pasó en la mañana...

—Sí... muchas gracias, Kaworu... —se aferró completamente a su brazo. Le hubiera besado la mejilla pero se encontraba demasiado nervioso.

—Oye, y no te preocupes si tu padre tira el anillo... Yo puedo darte otro... ¡Uno mejor!

—Ninguno sería mejor que el que me hiciste... —cerró los ojos intentando relajarse a su lado.

Al poco rato llegó Yui, y ambos se separaron por fin para ir a cada quien a su hogar.

---

Shinji y su madre llegaron a casa luego de lo que pareció un infinito trayecto, y el pequeño luego de asegurarse de que estaban ambos solos, decidió contarle todo lo ocurrido en la mañana a Yui.

—...Y me gritó mucho, y me asusté, mami... —alzó los brazos y su madre lo cargó automáticamente— Tuve mucho miedo... —comenzó a dar hipitos y a sollozar.

—No te preocupes, cariño... Todo está bien. Papá sólo tuvo un mal día...

—Pero está enojado conmigo...

—No, no lo está, hijo —le acarició el pelo con cuidado y comenzó a meserlo, tal y como cuando era un bebé.

—¿Por qué tienes que ser tan suave con él? ¿No sabes que así sólo lo harás débil?... Lo único que quiero es un hijo fuerte, valiente, tal como lo fui yo de joven... Él tiene que aprender a defenderse, Yui. A defenderse sólo... ¿Sabes...? Por más que he tratado de inculcarle ciertas cosas a Shinji, he llegado a pensar que nuestro hijo no es normal. No me preguntes porqué...

Yui abrió los ojos de repente, luego de recordar crueles palabras dichas por su esposo. Ella sin duda lo amaba, pero con todo eso estaba segura de que era capaz de seguir gritándole a Shinji y mucho más. Ella no se arrepentía en lo más mínimo de haber criado a un pequeño tan lindo y maravilloso. Y si él no sabía o no quería apreciarlo era su maldito problema.

Unos momentos después ambos se percataron de que Gendo estaba entrando por la pequeña reja de la casa.

—Tu padre no volverá a gritarte, Shinji. Yo me encargaré de esto —pensó para sí misma.

Shinji se aferró ligeramente al vestido de su madre luego de que esta lo dejara en el suelo, pero ella tenía otros planes.

—Vamos, Shinji, acompáñame... —lo tomó de la mano en un moviemiento rápido y seguro, para llevarlo a su habitación— Quiero que te quedes aquí un rato, ¿Está bien?

—Sí, mami... —asintió obediente.

—¿Sabes si Kaworu estará en casa ahora?

—No sé si habrá llegado, pero puedo llamarlo...

—Genial. Pueden hablar todo lo que quieran, ¿Sí? Cuéntale sobre la piscina inflable que tendrás para el verano, y... Bueno, todo lo que quieras, cariño.

—Bueno —la quedó mirando algo extrañado, pero tampoco era mala opción llamar a Kaworu para hablar con él.

Por último, antes de irse, Yui encendió una pequeña radio interactiva que Shinji tenía en su escritorio para que hiciera algo de ruido, y lo dejó solo cerrando la puerte tras de sí.

Estando afuera, se econtró con la figura de su esposo en la sala de estar, que estaba dejando sus cosas una por una en el sofá.

—Tenemos que hablar... —dijo él estando de espaldas aún.

—Y que lo digas —respondió con convicción.

—¿Sabías que Shinji se hace regalos afeminados con su amiguito Kaworu?

—Sí. Lo sé.

—¡Por Dios, Yui! ¿Y estás tan tranquila? Desde el principio te expresé que no era buena idea que Shinji se juntara con un niño tan extraño... —fue a la cocina rápidamente y trajo un vaso de vino— No es más que un recién llegado, y ha contaminado la mente de nuestro hijo con ese tipo de porquerías —dio un ligero sorbo a su trago.

—Pues ese niño extraño es su mejor amigo. El único que ha tenido en realidad durante todo este tiempo en el preescolar. Si tu definición de afeminado son las muestras sinceras y puras de cariño entonces eres tú quien no comprende que no se pueden inculcar las amistades en tu hijo. No puedes fozar lo que quieres que sea, o no sea... Así de simple, Gendo.

—¿Qué me estás queriendo decir?

—Que a Shinji jamás le va a gustar Asuka o Rei, por más que así lo quieras. Así que te conviene ir dejando atrás esa idea de llevarlo a esas reuniones con sus padres. Si él quiere llevarse bien con esas niñas lo hará en un entorno sano y seguro.

—¿Tú que sabes? ¿Y eso qué tiene que ver en todo caso?

—Gendo, escúchame. A Shinji le gusta Kaworu.

—¿Qué...? —dijo con la mirada perdida.

—Lo que oyes. A tu hijo le gusta otro niño. Él mismo ya me lo dijo —se cruzó de brazos en una actitud desafiante y segura.

El hombre se quedó en su lugar, totalemente petrificado, sin saber que decir. Tal vez aquella noticia no era exactamente como un balde agua fría, pero sí se sentía como tal. Jamás pensó tener tanta, pero tanta razón alguna vez en su vida. Y la sensación era por demás horrible.

A pesar de estar algo mareado, se incorporó luego de unos segundos y fue en dirección al pasillo lentamente.

—¿A dónde vas?

—Tengo que ver a Shinji... —dijo en una voz sombría, casi de ultratumba.

—No, no lo verás. Cerré su puerta con llave mientras que hablo contigo.

Gendo comenzó a deseperarse y lo hizo notar a través de extrañas muecas y reacciones erráticas. Parecía que iba a romper a llorar o a destruir la casa de un momento a otro. No estaba siendo violento, pero ya ni siquiera sabía muy bien que esperar de él.

—Mi hijo es un marica... —susurró sin poder creerse nada aún. Seguidamente recibió una fuerte cachetada de Yui.

—Quiero que te vayas de mi casa, en este mismo instante. No quiero que mi hijo te vea así.

Gendo pasó de largo frente a ella, en dirección a la habitación de ambos. en poco rato empacó unas pocas cosas básicas, tomó algo de dinero, y se dispuso a marcharse por donde había llegado.

—Sí, pensándolo bien, creo que será lo mejor —dijo Gendo luego de un largo rato sin hablar. En ese momento, volvió a sus cabales dentro que lo que era posible, y en un resquicio de responsabilidad partenal pudo comprender que no iba a comportarse adecuadamente. Desde ese momento comenzó a sentirse un poco mal por haber tratado a Shinji como lo hizo en la mañana, y sin duda alguna volvería a hacerlo con mayor razón teniendo en cuenta esta nueva noticia.

Tal vez su hijo era un marica ante sus ojos. Pero no quería lastimarlo.

¿En qué se había equivocado?

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