The Sway House - Griffin John...

By itsannxx

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-Les presentamos a Peyton Cantwell, nuestra nueva chica en Sway. Como todos sabemos, tienen re cancelado a Gr... More

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veintiocho
veintinueve
Agradecimientos
Me despido
Hasta siempre...
Feliz Año + Sorpresa

nueve

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By itsannxx

—¿Sola hasta el viernes?—le pregunté sorprendida a Nick.

—A no ser que tú también quieras visitar a tu familia...

—Mis padres se fueron de vacaciones. ¿Sola hasta el viernes?—lo interrumpí sin poder creerlo aún.

—Debes cuidar la casa. Puedes invitar a tus amigos, no lo sé. Pero nada de fiestas, Peyton.—me habló serio.

—Sola hasta el viernes...—asentí impresionada.

—Lo más probable es que Griffin vuelva el miércoles.—rodé mis ojos.

—Lo convenceré de que se quede más tiempo.—obviamente iba a hacerlo, era una semana sola en esta gran casa... el mismo paraíso.—¿Al menos puedo hacer noche de chicas con mis amigas?

—Pero...

—Nada de fiestas, lo entendí. ¡Estaré sola y tendré mi momento Peyton Cantwell! Llamaré a las chicas y ese spa a domicilio que dicen que es muy bueno. ¡Podré comer sushi! Los chicos odian el sushi. También llamaré para que me corten el cabello y hacerme algo nuevo. ¡Está será la mejor semana de toda mi vida! ¡Gracias Nick!—lo abracé y salí de su oficina. Los chicos estaban afuera.

—Ay Pey. Lamento arruinarte tus planes, pero no me iré al final, mi familia no puede recibirme.—me dijo Bryce al verme bailando. Me frené en seco y lo miré anonada.

—Sí... yo tampoco, estaré muy lejos de Avani.—miré a Anthony irritada. Debía ser una broma.

—Yo también, debo hacer unas cosas en mi... ¿trabajo?—dijo Kio y lo observé raro.

—¿A caso tú trabajas?—le pregunté alzando mi ceja.

—Sí... ya sabes... en...—se quedó callado y Josh negó rodando sus ojos.

—¡Kio! ¡Arruinaste la broma!—le dijo Bryce y todos exploraron de la risa al verme.

—¡Debiste ver tu cara!—me dice Josh sin parar de reír.

—¡Oh vamos! ¡Son unos idiotas!—golpeé a Bryce en su hombro.—Por un momento pensé que arruinaron mis planes de belleza.

—Técnicamente yo te los arruino.—me dijo Griffin.—Me voy la otra semana o para las fiestas.—suspiré.

—Bien, como no me queda otra, serás parte de mi spa.—Griffin me observó confundido.

—Suerte, hermano.—le dijo Bryce dando pequeños golpecitos en su hombro.

—La única condición es que no pueden ver la serie.—me dijo Kio serio.—O aquí se termina nuestra amistad.—no podía estar hablando en serio.

—¡No pueden dejarme sin mi serie durante una semana!—le recriminé molesta.

—Nosotros tampoco la veremos.—concluyó Bryce sacándome la lengua como un niño pequeño. Suspiré.

—Bien. ¿Cuándo se van?

—¿Ya nos echas?—me preguntó Jaden divertido.

—Debo llamar a las chicas para comenzar mi semana de belleza... con Griffin incluido.—me sonrió divertido.

—Sí... Avani viene conmigo.—me dijo Anthony. Mi cara volvió a ser seria.

—Basta de bromas. ¿Tú también te llevas a Addi?—miré a Bryce y él rascó su nuca.

—Y yo a Mads.—le siguió Jaden.

—Y a Nessa.—Josh sonrió, como si con eso solucionara los problemas.

—Es una broma.—los miré mal pero ninguno reía.

—Esta vez no, Pey.—dijo Kio intentando sonar divertido.

—Espero que Tayler no se vaya y se lleve a Dixie. Solo me queda ella y Charli.—llamé a Tayler.—¡Hey! ¿Vas a visitar a tu familia? ... ¡También te llevas a Dixie! ... ¿Charli también se va? Ohg, bien. Adiós, también te odio.—colgué y los miré de nuevo.—Solo me queda Charli... el miércoles. Bien. Haré ese spa con Griffin.—me miró sorprendido.—Serás el video de la semana.—reí al ver su cara.

—En serio, Griff, suerte.—le dijo Bryce. A las cinco los chicos se fueron. Grabé una historia mientras salían por la puerta y luego a Griffin. Escribí "mi esclava de la semana" y la subí.

—Serás mi cocinero estos días.—me senté en los sillones mirándolo feliz.—En serio será divertido, Griff. Pedicura... manicura...—hice un movimiento raro con mis manos.

—Trae la maldita cámara.—dijo riendo mientras se sentaba a mi lado. Corrí a mi habitación, busqué mi cámara, el soporte y la luz. Bajé y me senté junto a Griffin. Prendí la cámara y comencé a grabar.

—¡Hola chicos! Bienvenidos a un nuevo video. Esta vez estoy con Griffin Johnson.—dije abrazándolo.

—Mucho amor.—me separó de él empujando mi cara. Lo miré mal.

—Idiota, nos quedan cinco días juntos. Debes aprender a convivir conmigo.—rodó sus ojos.

—Continúa, Pey.—rio desordenado mi cabello.

—Bien, nos dejaron solos en la Sway House, ya que nuestras familias no nos quieren en casa.—hice un puchero. Miré a Griffin, el cual me miraba divertido.—Este es el momento en el que me copias muy haces un puchero.—me miró confundido pero me siguió y ambos hicimos puchero.

—Por lo que me quedan cinco días con una loca en casa.—lo miré incrédula.

—¿Disculpa? En realidad me quedaba sola. Por lo que tenía planeado hacer una tarde de spa con las chicas. Pero también me abandonaron, por lo que voy a tener que compartir mi tarde de spa con Griffin.

—Espero no arrepentirme de esto.—reí. En eso el timbre retumbó en la casa.

—¡Llegaron!—fui corriendo a abrir la puerta y Griffin tomó la cámara para grabarme. Saludé a las personas y las dejé pasar.—¡Comencemos!—le hablé a la cámara haciendo una cara divertida. Empezaron a acomodar todo sobre la mesita del living mientras nosotros nos acomodamos en los sillones. Comenzaron colocándonos una mascarilla en la cara.

—Esto no me está gustando.—dijo Griffin y yo reí. La mujer que nos hacía las mascarillas comenzó a explicar de qué se trataba. Luego puso nuestros pies en un balde y comenzó a explicarnos para qué servía eso. Las caras de Griffin eran súper divertidas. Luego nos hizo pedicura, manicura y así pasamos nuestra tarde, con las quejas de Griffin.

—Bien, Griffin, muestras tus uñas.—dije riendo luego de despedir a los del spa. Griffin llevó sus manos a su cara e hizo una mueca rara.

—Debo admitir que no fue tan malo.—reímos.

—Bueno, chicos, espero les haya gustado el video, aquí les dejo mis redes, las redes del idiota y nos vemos en el próximo video.—apagué la cámara.

—¿Qué quieres cenar?—me preguntó Griffin mirándome divertido.

—Mi plan era comer sushi esta semana. Si me quieres pedir sushi, seré feliz.—él rio y marcó el número del delivery. Cuando terminó de hablar se sentó junto a mí en el sofá.—La pasé bien hoy. En serio no tienes que seguir mis idioteces.

—¿Crees que tenía algo mejor para hacer?—negué y sonreí.

—La chica misteriosa que me mencionaste.—le contesté divertida.—¿Hablaste con ella? ¿La invitaste a salir?

—He hablado con ella. Aún no la invito.—lo examiné confundida.

—¿Algún día me dirás cómo se llama?

—Lo sabrás pronto.—asentí insegura. Estaba casi segura de que no me diría.—¿Mañana saldrás a correr conmigo o te quedarás durmiendo?—lo miré extrañada.

—¿Sales a correr?

—Normalmente lo hago con Josh y Bryce, pero no están aquí.—en mi cabeza se hizo presente el monito golpeando los platillos. Es imposible que salgan a correr... ¿no?

—Cuando me levante. ¿Puede ser?—me miró divertido y asintió. Hablamos un poco más hasta que llegó nuestra comida. Preparamos el living, pusimos una película y comenzamos a cenar.

—¿Cómo diablos puede gustarte el sushi?—me miró raro y le dio un mordisco a su hamburguesa.

—No sabes de comida, Johnson.—reí. Le saqué una papa y golpeó mi mano.—¡Oye!

—Estás comiendo sushi, no puedo sacarte nada, por lo que es injusto. No te comas mis papas.—le saqué otra. Dejó su bandeja en la mesa al igual que la mía para comenzar a hacerme cosquillas.

—¡Griffin!—reí. No podía sacarlo de encima.—¡Bien, no más papas!

—¿Segura?—me observó alzando su ceja.

—No.—logré salir de su agarre pero me tomó por la cintura dándome vueltas.—¡Suéltame!

—No hasta que dejes de comerte mis papas.—solté una gran carcajada.

—Bien. Solo porque quiero acabar mi sushi.—me soltó riendo. Volvimos a nuestras posiciones y terminamos de comer. Llevamos todo a la cocina para volver al living y poner otra película.—10 cosas que odio de ti. Por favor.—miré a Griffin con un puchero.

—De acuerdo.—dijo rodando sus ojos y poniendo la película. Se acostó en el sofá y puso su cabeza en mis piernas, creo que se volvería una costumbre.—Sabes que hacer.—me miró divertido.

—No vale que te duermas.—comencé a acariciar su suave cabello mientras ponía Play a la película. A menos de mitad mis ojos comenzaron a pesar.

—¿Quieres ir a dormir, Pey?—miré a Griffin y asentí. Por mí terminaba la película, pero en serio estaba cansada... de hacer nada.—Ve, yo acomodo todo.

—Puedo ayudarte.—negó. Mejor, tampoco tenía ganas. Dejé un beso en su mejilla y subí a mi habitación. Lavé mis dientes, conecté mi teléfono, pero no pude dormir. Debía ser una broma que mi cerebro se ponga a pensar cuando estoy por tener un gran sueño reparador. Me puse a pensar de quién podía gustar Griffin. Últimamente se volvió un gran amigo, creo que ambos ya tenemos la confianza suficiente para contarnos varias cosas. Lo que me sucede es que me siento... bien, cómoda, segura. No quiero que Griffin cause esto en mí, no quiero que me guste Griffin, porque eso sería ir en contra de lo que me propuse y no me gustaría desviarme de mi objetivo. Además sería volver a romper mi corazón, pero esta vez sola, ya que sé que le gusta alguien más. Suspiré, tomé una manta y salí al balcón. Allí estaba el Rey de Roma. Esto tenía que ser una broma.—¿Tampoco puedes dormir?—se giró hacia mí y sonrió.

—Últimamente mi cabeza piensa más... de lo normal.—reí y me senté en los pequeños sillones.—¿Qué haremos mañana? Además de salir a correr.

—Me tienes que considerar una muy buena amiga porque odio correr.—lo miré divertida.—Podemos ir al parque de diversiones luego.

—Al parque de diversiones será.—miré al cielo y había unas cuantas nubes de lluvia.—Espero que no se arruinen los planes.

—¿Y si no?—pensé un momento.

—Podemos ir al cine, salir a comer, o al centro comercial... si hacemos algo de esto, al final tenemos que ir a comprar comida.—lo miré divertida.

—¿Ya no hay más?—su cara de confusión me dio gracia.

—Llegué a esta casa y casi no había, ahora no hay absolutamente nada. Comen como si estuvieran desnutridos.

—¡Hey! Yo como lo justo y necesario.—se defendió.

—Sí, Griffin, sí.—rodé mis ojos negando.—Y podemos comprar para hacer tortitas, pasteles, muffins... ¡Brownie!

—No se me da la pastelería, Pey.—soltó un bufido.

—A mí sí. Te enseñaré, es fácil. También podemos comprar crema, chocolate y cosas para decorar. ¡Mañana podemos hacerlo! Dejaremos el parque para el miércoles. Podemos ir al centro comercial, puedo comprarme ropa, no sé si tú necesitas algo. Vamos y compramos lo necesario para la casa, para los pasteles y engordaremos felices.—Griffin rio y yo me sonrojé. Pey idiota.—Lo siento... hablé mucho y rápido.

—Está bien, Pey. El miércoles luego del parque podemos ir a comer y el jueves al cine. El viernes no podremos salir. Vienen los de limpieza para la fiesta de Anthony del sábado.

—El viernes podemos hacer el pastel para Anthony.—reímos.—Bien, no lo sé. Si tienes otra idea para nuestra semana... escucho ofertas.

—Desde un principio era tu semana, Pey. Yo la arruiné. Haremos lo que tú quieras.

—¡Ay, Johnson! No digas eso. Será nuestra mejor semana. Estaba sola de todas formas y seguro a la mitad me iba a morir del aburrimiento.—sonreí.—Además, no es tan malo estar contigo. Si hubiera sido Bryce, creo que la casa ya hubiera explotado.—él rio y nos quedamos un rato en silencio.

—¿Tienes sueño?—me preguntó. La verdad es que si, pero no quería irme aún.

—Estoy bien. Si quieres puedes ir a dormir.

—No te quedes hasta tarde sola aquí afuera.—dejó un beso en mi frente y entró en su habitación. ¡Qué diablos haces conmigo, maldito Griffin!

—¿Pey? Despierta.—sentí como Griffin movía lentamente.—Estás helada, te quedaste dormida.—abrí mis ojos y aún seguía en el balcón. Mierda.

—¡Diablos!—La manta estaba en el suelo y literalmente no sentía ni mis pies ni mis manos.

—Ven.—me guío a su habitación.—Acuéstate, enseguida vuelvo.—me metí en su cama y me cubrí con sus mantas. Estaba calentita, ya que él estaba durmiendo y no fue un idiota como Peyton que se queda dormida en pleno balcón a mitad de la noche. A los minutos volvió con una taza que supongo tenía té.

—No debes cuidarme cada vez que hago idioteces.—él rio y se sentó a mi lado. Bebí el té y cuando lo terminé dejé la taza sobre la mesa de noche.

—Si, claro, puedes dormir aquí, si quieres.—me dijo divertido al ver como volvía a cubrirme con sus mantas y me hacía una bolita. Reí y puse mis manos heladas en su cuello.—¡Oye! Yo estoy calentito.—rio y tomó mis manos para frotarlas entré las suyas.—Aún no entiendo como hiciste para dormirte.

—Ni yo lo sé.—reí y cerré mis ojos mientras él todavía acariciaba mis manos. Poco a poco me dormí.

—¿Hola?—contesté mi teléfono dormida. Era como la cuarta vez que sonaba.

—No puedo creerlo.—escuché el bufido de alguien—Hola, sí. ¿Está Griffin?—miré quién era y vi que no era mi teléfono. El nombre de Nick apareció en la pantalla.

—¿Acaso crees que soy una cualquiera en la cama de Griffin? Me ofendes, Bean. Creí que éramos amigos.—me giré a Griffin quien dormía con sus brazos rodeando mi cintura. Sonreí de lado.

—¿Pey? ¿Estás en la habitación de Griffin?—me preguntó divertido.

—Larga historia, Nick...

—¡Soy muy joven para ser tío, Peyton!—escuché la voz de Bryce a lo lejos.

—¿Estás con Bryce?—le pregunté confundida.

—Sí... ¡No te desvíes del tema! ¿Cómo va todo en la casa?

—Bastante bien, recién pasó una noche, Nick, no somos un desastre.—refregué mi ojo confundida.—¿Qué hora es?

—Son casi las dos de la tarde.—mierda. Volví a recostarme.

—Va todo genial, Nick. No hicimos una fiesta aún.—reí.—¿Puedo seguir durmiendo?

—No quiero ser tío, Peyton.—escuché de fondo a Bryce.

—Cierra tu boca, Hall. Adiós. Los extraño.—colgué y dejé el teléfono en la mesa de noche.

—¿Quién era?—me preguntó Griffin. Me giré y aún tenía sus ojos cerrados.

—Nick. Creo que no nos tiene fe.—sonreí al ver lo tierno que era Griffin durmiendo.

—Es idiota.—rio.—¿Qué hora es?

—Son casi las dos de la tarde.

—Ya es tarde para salir a correr.—dijo mientras me abrazaba más. Reí. Sinceramente, no estaba incómoda.

—¿Pretendes dormir todo el día?—le pregunté divertida mientras jugaba con su cabello desordenado.

—Afuera llueve, ¿no escuchas? Seguro está frío. Más tarde podemos ir de compras.—suspiró.

—Bien.—me acomodé nuevamente cerrando mis ojos. Hasta que el timbre de la casa suena.

—¿Qué diablos? ¿Ahora qué?—Griffin se paró y supongo que fue a abrir. A los minutos sube.—Es para ti... creo que no debí bajar sin remera.—golpeé mi frente. Si era mi padre, estaba muerta. Bajé y me llevé una gran sorpresa. Mi hermano junto a Jason.

—¡No puedo creerlo!—los abracé a ambos.—¿Qué hacen aquí?

—Tenemos como cinco horas de escala en Los Ángeles para volver a Alemania. Mamá me dijo que estarías aquí y decidimos visitarte.—abracé a mi hermano de nuevo.—¿Ese chico guapo es tu novio?—me susurró mientras lo guiaba a los sillones.

—¿Quién? ¿Griffin? No, es solo un amigo.—le sonreí divertida.

—¿Qué se supone que hacía sin camisa?—interrogó ahora Jason. Son peor que mi padre.

—Recién despertamos, Jas. Eres peor que mi hermano...

—¿Entonces durmieron juntos?—mis ojos se abrieron grandes y mi cara enrojeció.

—¡Jason!—comenzaron a reír fuerte hasta que escuché los pasos de Griff por las escaleras.—Se quedan callados y no hacen ningún comentario.—les advertí. Podían ser peor que mi madre.—¡Hey! Supongo que no se presentaron.—golpeé a mi lado para que Griffin se siente.—Él es Mark, mi hermano y él es Jason, su novio.

—Es un gusto, supongo.—habló nervioso.—Siento lo de recién...

—No es problema... ¿Griffin?—él asintió.—¿Y qué se supone que hacen aquí?—preguntó Mark mirando la gran casa.

—En realidad somos unos ocho, pero se fueron a visitar a sus familias. Por lo que nos quedamos cuidando la casa. Compartimos la casa por una idea de uno de nuestros amigos, luego haremos un tour y algo de eso, mientras tanto, convivimos aquí y hacemos literalmente todo aquí.—ambos asintieron y mi hermano me observaba feliz.—¿Quieren algo? Nosotros debemos almorzar.—ellos negaron y me llevé a Griffin a la cocina para hacer de comer.

—Si quieres puedo irme a mi cuarto para que puedas hablar con ellos.—dijo mientras encendía la cocina y colocaba una sartén.

—No seas idiota, Griffin. No veo nunca a mi hermano, pero tampoco significa que te aísles de la sociedad. A ellos tampoco les molesta. Son las mejores personas del mundo.—asintió.—Cuando se vayan, los podemos alcanzar al aeropuerto y de ahí ir al centro comercial. Y mañana saldremos a correr, prometo poner una alarma.

—Está bien, Pey. De todas formas no tenía ganas.—colocó unos trozos de carne en la sartén mientras yo picaba tomate.

—Lo dices para no hacerme sentir mal.—reí.

—¿Acaso me viste salir a correr sin ti?

—Buen punto.—terminamos de cocinar y llevamos nuestros platos al living en donde estaba mi hermano. Me senté en el suelo para estar más cerca de la mesa y hablamos un buen tiempo.

—¿Y bien? ¿Cazaste algún lindo chico con tu carismática personalidad de influencer?—negué riendo ante la pregunta de Jason.

—Sinceramente, no lo sé. Pero ya lo sabes, no hasta que esté lista.

—Dios, Pey. Pasaron como dos años de eso.—suspiré.—Si no lo dejas atrás, perderás al chico que puede hacerte más feliz que ese idiota.

—Tú llevas años con Jason, Mark. Se aman en serio... yo aún no lo encuentro. Algún día llegará.—ambos asintieron rodando sus ojos.—En cambio, dentro de un tiempo no podré molestar a Griffin por estar soltero.—él solo rio.

—¿A quién conquistó? Si se puede saber.

—Es una chica... aún no logro conquistarla completamente... pero estoy en eso.

—Suerte, muchacho. No te rindas.—miré extrañada a Mark y él me sonrió. Cuando se hicieron las cinco, llevamos a Jason y Mark al aeropuerto.

—te voy a extrañar. A ambos. Gracias por venir a visitarme.—los abracé.

—Te esperamos algún día en Alemania, Pey. En serio es hermosa.—me dijo Jason.—A ti también, Griffin. Dile que te lleve. Suerte con tu chica.—se saludaron y ambos se fueron a hacer el papeleo de sus vuelos.

—¿No son tiernos? No puedo creer que mi padre no acepte esto.—le dije a Griffin mientras miraba cómo se alejaban.—Juro que daría mi vida para tenerlos a 45 minutos de Los Ángeles y poder visitarlos.

—¿Tú padre no acepta que a tu hermano le gusten los hombres?—me observó confundido.

—Y que su hija sea una famosa influencer. Con el tiempo te acostumbras.—suspiré.—De todas formas él no lo sabe. Solo yo y mi madre. Se fue con él a Alemania, ya que ambos estudian allí. Son libres de mi padre, felices.

—Y tú también Pey.—me dijo mientras comenzamos a caminar hacia la salida del aeropuerto.—Vives lejos de él, haciendo lo que te apasiona. ¿Eres feliz?—asentí.—Entonces que nadie te quite eso.—sonreí y pasé un brazo por su cintura a la vez que él pasaba uno por mis hombros.

—Gracias, por todo Griff.

—De nada, me debes tu vida.—reí y lo empujé. Subimos al auto y comenzamos nuestro rumbo al centro comercial.

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