Fuerzas Opuestas.

Gathergerd द्वारा

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En las tierras de Arium, diferentes seres conviven en paz y armonía... ¡O eso quizás fue en el pasado! ... अधिक

Fuerzas Opuestas
Mapa.
🍃Capítulo 1.🍃
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
♛SEGUNDA PARTE♛
Capítulo 17.
Capítulo 18.

Capítulo 5.

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Gathergerd द्वारा

     La flecha sale disparada a toda velocidad hacia Rumshum. El mismo se hace a un lado justo antes de que le diera en la frente, golpeando de lo contrario la pierna del enano, el cual seguía atado e inconsciente sobre el suelo. Eleonora nota su fallo y rápidamente se echa a correr, escapando.

Rumshum: ¡VUELVE AQUÍ! —grita sacando su ballesta. Comienza a perseguirla.

Cian: ¡Rumshum! —lo sigue a toda prisa.

     El humano, pese a tener piernas más alargadas que la elfa, no llegaba a superar su agilidad frente a los bosques. La misma se escabulle entre plantas y salta algunas piedras que se interponen en su camino sin dificultad alguna. No obstante, unos pensamientos comienzan a atravesar su mente: Viendo a su padre, enseñándole a jugar a las escondidas en su hogar. Cuando él terminase de contar hasta 10, ella no debería ser atrapada. Muy pocas veces había perdido ese juego, se impresionaba a sí misma de la creatividad para no dejarse descubrir en los rincones mas recónditos de las salas. Pero en éste momento, no habían alfombras, muebles ni estantes. Solo plantas, troncos y... ¡Piedras!

     Eleonora se distrae y tropieza con una roca, cayendo por unos segundos al suelo. Tiempo suficiente como para que Rumshum se acercase un poco más y apunte con su ballesta hacia la ella. Al momento del disparo, Cian se abalanza sobre él e intenta quitarle el arma, fallando el tiro y alertando a la elfa, quien logra ponerse nuevamente de pie para seguir corriendo. 

Rumshum: ¡FALLÉ! —maldice en voz alta. Ve a Cian— ¡Suéltame Cian!

Cian: —alejándose apenas unos pasos mientras frunce el ceño— ¡Tienen que dejar de pelear de ésta forma!

Rumshum: ...

     El humano le entrega a Cian su ballesta. Es entonces que asiente, y sigue persiguiendo a la elfa. La diferencia es que ahora, saca de su saco un par de estacas. La ángel inconscientemente le dispara un virote al pie de Rumshum, dejándolo postrado en el césped. 

Rumshum: ¡MIERDA! —con algunos quejidos de dolor, se sienta y se quita el virote de un jalón— No creí que ibas a hacerlo...

Cian: —acercándose, le devuelve su ballesta. Se agacha frente a él y cura su herida posando sus manos, desprendiendo nuevamente el aura de luz blanca— Eso fue porque eres terco.

Rumshum: —ve a su alrededor— ¿Y ahora? —viendo como su herida termina de cerrar— Esa elfa nos traicionó.

Cian: Debemos ir a buscarla... —lo ve enojada, alejando sus manos— pero sin persecuciones ni virotes. 

Rumshum: Si la veo la mataré con mi ballesta.

Cian: Pero es nuestra amiga... —se queda en silencio unos segundos. Poniéndose de pie— ¿Lo ves?, ¡Eres terco! No, no y no. —desplegando sus alas, toma a Rumshum de un brazo— Los tres decidimos ser un equipo, y seguiremos así. Como un equipo.

     La ángel da un ligero salto y comienza a volar, llevándose a Rumshum y buscando a Eleonora. El humano grita ante la inmensa distancia de su cuerpo al suelo, hasta que nota que en realidad, se siente bastante agradable sentir la brisa desde esa altura. Levanta su mirada, viendo el rostro concentrado de la rubia.

Rumshum: Y...¿La podemos matar como equipo? No la necesitamos.

Cian: ... —vuela un poco más arriba. Baja su cabeza, sonriente— Dilo una vez más, y te suelto.

/  /  /

     Eleonora llega a una enorme cueva de piedra, donde apoya su espalda en el exterior y se sienta, en una respiración agitada. Comienza a pensar que tarde o temprano, de igual forma, él intentaría matarla, y por eso había tomado una excelente decisión alejándose por completo. Sin embargo, siente una enorme pena por Cian. Habían pasado no mucho tiempo juntas, pero el estrecho lazo que habían llegado a formar era el de una bonita amistad; era tan dulce y agradable con ella, a excepción de lo de las manzanas...pero termina por aceptar que estará mejor sola, que si de derrotar a Favio se trataba, ella podía lograrlo por su cuenta.

Eleonora: <<Mamá, papá...donde sea que estén...protéjanme...>> —piensa abrazando con fuerza sus piernas.

     Habían acciones que Eleonora no podía controlar, y entre ellas, estaba su ira. Era de aquellas pequeñas cosas que le demostraban a los demás que no se trataba de una elfa común y corriente, sino de una que ocultaba algo más. Muy dentro de sí, sentía su alma como una pequeña criatura oscura, que intentaba apoderarse de toda su naturaleza, de todo su ser. Brotando lágrimas de sus ojos, esconde su cabeza entre sus brazos, sollozando en silencio.

     Solo debía contar hasta 10, y nadie la encontraría otra vez. 1...2...3...4... 

     Cian, sobrevolando el bosque, nota la gran cueva de roca, con una pequeña figura desde afuera. Reconoce el cabello y las prendas de cuero de Eleonora, descendiendo hasta allí. Tocando la tierra con sus pies, suelta a Rumshum y corre a abrazarla, sentándose a su lado y rodeando sus brazos alrededor de sus hombros.

Eleonora: <<Tengo que alejarme. Tengo que irme, pero..>> Cian... —correspondiendo a su abrazo, levanta su cabeza, sonriendo entre lágrimas— Perdí. Me encontraste.

Cian: ¿Eh? —se la queda viendo— Nose de qué hablas, pero me alegra que estés bien.. —limpiando sus lágrimas— Ahora...solo déjenme hacer...

     Cian junta ambas manos y desprende unos pequeños brillos de luz sobre sus palmas, que recorren todo su cuerpo hasta salir disparados hacia Rumshum y Eleonora. Rodeándolos en el aura, la luz gira sobre sus torsos hasta caer en sus muñecas, formando un pequeño aro y uniéndose en la forma de una pequeña pulsera para cada uno, incluso para ella.

Cian: —levantándo en alto su pulsera, sonriendo— ¡Siiiii! —da un pequeño salto, poniéndose de pie— Con ésto estaremos mejor.

Eleonora: ¿Qué es esto? —dice viendo asustada su brazalete— ¿Qué hiciste? 

Rumshum: ¿Cian? —la ve frunciendo el ceño, señalando la suya— Ésto no es para nada gracioso.

Cian: ¡Cálmense! Son solo pulseras de la amistad. Por más que intenten quitárselas, solo yo puedo eliminarlas. Nos las dejaré hasta que terminemos de vencer a Favio, así que solo son temporales. —extendiendo sus alas en una expresión de alegría— ¡Pero lo genial de ellas, es que si uno muere o se aleja lo suficiente de su equipo, moriremos los tres! Por eso les llamo: ¡Pulseras de la super gran a-mis-tad!

Eleonora: ... ¡Sácame esto! —intentando romper en vano el brazalete, mordiéndolo— ¡Ayuda, ayuda! —exclama buscando a alguien que la salve a su alrededor, también sin respuesta alguna.

Rumshum: ... Eleonora, si te intentas alejar, te voy a dejar parapléjica. 

Eleonora: No me alcanzarías, bastardo  —lo ve, furiosa.

Rumshum: ¿Quieres apostar? —le pregunta apuntando nuevamente con su ballesta.

Eleonora: ¡Ya, basta! —lo detiene, viendo ahora a Cian— Si uno muere en un combate, moriremos todos. ¿Cómo se supone que derrotaríamos a Favio? ¡Vamos a estar todos muertos!

Cian: ¡No!, no se los quitaré. —endurece sus facciones, seria— Ustedes dos fueron personas muy amables conmigo, sin embargo siempre se desvían de la misión con sus peleas absurdas. —comenzando a lagrimear— Y no querría que se alejaran de mí ninguno de los dos por esas tonterías...

Rumshum: Eso suena posesivo, Cian. Libéranos.

Eleonora: Yo solo me alejo del idiota de Rumshum, no de ti. 

Rumshum: Ni lo intentes.

Eleonora: Intenta evitarlo.

     La elfa se echa a correr nuevamente hacia algún lado del bosque, pero un virote sale disparado hacia su pierna, tal y como Cian le hizo a Rumshum, dejándola por igual en el suelo. La ángel se apresura en quitarle el virote y curar su herida, viéndola con el ceño fruncido.

Rumshum: Te dije que te detendría.

Eleonora: Ugh... idiota... —levantándose, acercándose a él— Ya aguanté más que suficiente con éste patán. —termina de decir, escupiéndole en la cara.

Rumshum: ¡Hija de...

     Desde el interior de la cueva, los tres llegan a oír un par de estruendosas pisadas. Entre la oscuridad de el lugar, sobresalen unos enormes ojos brillantes, junto con colmillos gigantescos. La bestia que reside dentro comienza a rugir, dispuesta a salir en cualquier momento. Es entonces que Cian aprovecha para tomar a ambos de las manos y salir volando, escapando lo antes posible.

     Minutos después, descienden hasta una colina cercana al pueblo Rhampsia. Desde allí, podía verse todo el pueblo entero, con sus edificaciones rústicas y las pequeñas aves revoloteando por encima de los tejados. Cian suelta a ambos.

Rumshum: Eso estuvo cerca... —ve a Cian— Sácanos los brazaletes por favor.

Cian: No lo haré hasta que asesinemos a Favio. Es nuestro deber como el equipo ''Patas de conejo'' que somos.

Rumshum: ¿Tenemos qué? —dice rodando los ojos— ¿y desde cuándo somos equipo?

Cian: Pues... —algo herida por sus palabras— Tú tienes que hacerlo como cazavampiros, Eleonora como venganza...y yo así quizás, y solo quizás pueda regresar al cielo. Pero no es una oportunidad que quisiera descartar tan fácilmente. —ve las pulseras de reojo— Como equipo, los tres salimos ganando y luego, ¡Adiós!, nunca más nos volveremos a ver... —levantando un poco la mirada— ¿No suena bien para ustedes dos?

Rumshum: ... —desganado— Yo quiero irme ya. —viendo de reojo el pueblo— Pero así me siento simplemente con ésto puesto. No tenerlo es para...¿Más comodidad? —dice mintiendo.

Eleonora: ¡Exacto! —creyéndole a Rumshum— Por las patas de conejo.

Rumshum: Quítalos por favor.

Cian: Si lo hago...¿Prometen no huir? 

     Ambos asienten. Entonces, la ángel suspira y nuevamente une sus manos, absorbiendo la luz de los brazaletes y devolviéndola para sí misma, deshaciendo el hechizo. Apenas todos sienten que ya nada los retiene en sus muñecas, Rumshum corre tan rápido como puede en dirección contraria a Eleonora.

Rumshum: ¡ADIÓOO...

     Sin embargo, toma de manera errónea el camino que lleva al final de la colina, cayendo por un barranco. Eleonora se ríe, Cian se golpea la frente con su palma.

Cian: ¡¿Quieres que te sane así te tiras de otro barranco?! —le grita al humano desde la colina. No recibe respuesta alguna.

Eleonora: ¿Él ya no está muerto? —pregunta enarcando una ceja.

Cian: No, no es una colina tan alta. —se cruza de brazos— debe estar agonizando, pero haciéndose el difícil, hm.

Eleonora: Oh...solo vamos a buscarlo.

     Las chicas bajan de la colina y regresan al pueblo Rhampsia, buscándolo. Rumshum, el cual sufrió heridas graves por la caída, se arrastra lo más que puede a un bar, llamando la atención de las personas para que le ayuden. A pesar de ello, ni siquiera los magos le hacen caso alguno, y otros solo lo ven como un vagabundo, pasando de su rostro por completo. Recostándose en un costado externo del bar, intenta moverse un poco más, pero el dolor le impide hacerlo. Viendo sus heridas, una de sus piernas está quebrada junto con serios cortes en su rostro y manos. 

     La respiración de Rumshum comienza a disminuir levemente, a medida que cierra los ojos. Un pequeño recuerdo se pasa por su memoria: Siendo solo un pequeño niño, derribado en el suelo, desangrándose. Un vampiro, viéndolo en una cínica sonrisa. A punto de ser devorado por aquel monstruo salido del mismísimo infierno, alguien lo salva...

Cian: ¡Rumshum!

     Y sus heridas comienzan a ser cerradas. Abriendo nuevamente los párpados, se encuentra con los iris de tonalidades celestes viéndolo entre lágrimas.

Rumshum: ... —tose un poco— ¿Por qué...?

Cian: ¿Ves lo que te he dicho...? Nos necesitamos el uno al otro para lograrlo. 

     Él, a punto de esbozar una sonrisa, recibe una bofetada de ella.

Cian: ¡Pero ya deja de hacerte el difícil!

Eleonora: Tiene razón. —cruzándose de brazos— Te patearía en la entrepierna, pero ya te heriste demasiado por tu propia cuenta como para hacerlo. 

Cian: ¡Eleonora! —responde volteando a verla.

Eleonora: ¡Oye! Él casi me mata múltiples veces.

Rumshum: Tú también a mí. —viéndola agotado. Sus heridas se cierran completamente.

Eleonora: Yo...no recuerdo eso.

Rumshum: ¿Acaso ya te olvidaste del enano?

Cian: Oh, y hablando del enano...

     Eleonora siente que su mundo lleno de posibilidades hacia convertirse en la honorable y respetable heroína de Elanfhaim, se derrumban al recordar ese pequeño detalle: La lista de captura y el enano. Notando que están frente al bar del anciano, se miran entre sí, para luego reírse incómodamente entre los tres. La ángel aprovecha en estrujar a ambos en un cálido abrazo, rodeándolos con sus alas. Eleonora, sintiendo el extraño aroma a fresas que desprende aquella chica emplumada, llega a pensar que a pesar de los inconvenientes y problemas que surgieron desde el comienzo de su aventura, el equipo patas de conejo llegaba a reconfortarle, en cierta forma.

     Todos salen huyendo del pueblo Rhampsia, ahora listos para partir hacia su nuevo destino: Las lagunas sagradas de Níchian.

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