Segunda Vida Para Amelie [EDI...

By AntoinetteFerrata

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Segunda vida para Amelie, fue creada para un trabajo del colegio, pero con el pasar del tiempo se convirtió e... More

Antes de leer
BOOK TRAILER
Dedicatoria
El testament d' Amelia
Prólogo: Yo soy Amelie de Róman
[1] Él solo pidió algo de tiempo
[2] Él ha cometido un grave error
[3] Ella será un monstruo con sed de sangre
[4] Él ha sido temido
[5] Ambos crearon un problema
[6] La gran invitación
[7] Ella la busco por cada rincón
[8] Ella solo debía de seguir las reglas
[9] Él es y será el honorable Rey de Róman
[11] Y él ahora siente culpa
[12] Y ella dijo: No
[13] El día del festival
[14] Despedida con aroma a rosas
[15] No hay tiempo para ser cercanos
[16] Son solo bromas
"Visitando un mundo destruido"
Nota de Autora : Ave atque vale

[10] Ella intentó lastimarla

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By AntoinetteFerrata

"Todo es fácil para ti, solo eres un dulce, tu único propósito es que te coman"

El viaje hasta el castillo de mi padre se me hizo eterno y ello no ayudaba a mis nervios, incluso las bromas de Oliver no lo hicieron más agradable. Intente concentrarme en el paisaje que mostraba la ventana, pero mi vista no podía mantenerse quieta, paso de los verdes arboles a los arbustos que había escondidos, de ellos a las diversas flores que decoraban la pradera a lo lejos y al final, entraron hacia el carruaje, fijando su mirada en la portada del libro que traía Jane entre sus manos.

A simple vista, parecía concentrada en la historia, pero podía notar como jugaba con su pañuelo debajo de su libro, ella estaba nerviosa, todos lo estábamos y eso no me tranquilizaba. Ellos conocían a mejor a mi padre que yo, sabíamos de lo que era capaz y el hecho de que estuviésemos viajando directo a su castillo habría la posibilidad a que tu mente viajara por todos los escenarios ficticios posibles, en palabras más sencillas: voy directo a la boca del lobo.

Antes que pudiese darme cuenta me vi frente al gran castillo de mi padre, la puerta del carruaje estaba abierta y Oliver me estaba extendiendo su mano para ayudarme a bajar, pero por algún motivo solo me quede quieta, mi cuerpo actuaba por sí solo, como si me advirtiera que era mejor quedarnos en el carruaje.

—Amelie... Es hora de entrar. —Al ver su sonrisa pude sentir la confianza necesaria para tomar su mano, claro que antes mi mirada viajo hasta la de Jane, quién solo asintió con la cabeza confirmando lo que decía Oliver.

Ya era momento de bajarme del carruaje, ya era momento de enfrentarme a él.

Baje con cuidado y pude ver como un caballero real se acercaba a nosotros, ladee mi cabeza mientras le observaba con cuidado, la sonrisa en su rostro parecía genuina así que no esperaba que fuese mala persona. Cuando llegó a nosotros hizo una pequeña reverencia hacia mí, antes de saludar a Oliver con un apretón de manos.

Pude sentir como la presión en mi pecho disminuía lentamente y comencé a caminar con la cabeza en alto, puedo ser pequeña, pero no soy una cobarde, no voy a esconderme detrás del vestido de Jane o de la espada de Oliver. Si debía entrar, lo haría por cuenta propia. Así debía de ser.

No tuve necesidad de abrir empujar la puerta, pues esta se abrió mucho antes de que mi mano llegase a la manija dorada. Una corriente fría recorrió todo mi cuerpo al mismo instante en que puse un pie en su castillo, mi mirada viajo por todo el salón, cuando sucedió la fiesta de... bueno... tan solo la llamare "aquella vez", pues es muy doloroso recordarla.

Aquella vez, no centre mi vista en nada, es por lo que me sorprendí por lo lujoso de los muebles, por las brillantes alfombras, por las grandes lámparas de cristal... era mucho más ostentoso, hasta los floreros eran de un dorado brillante, era un gran contraste con el Castillo de Invierno, pero... el hecho de que todo estuviese tan perfectamente en su lugar daba la impresión de que nadie vivía en este lugar. No importaba la gran cantidad de retratos que pudiese haber en uno de los pasillos con los rostros de lo que fue la familia real desde su inicio, todo estaba estático, como una fotografía.

Admiraba la capacidad de mi padre para crear lujosos escenarios, pero le faltaba la calidez, ese sentimiento que llena tu alma y cuerpo al entrar a una habitación viva, a una habitación de recuerdos y emociones, que transformaba simples objetos en un hogar.

Desvíe mi mirada por cada objeto mientras me centraba en mis pensamientos, pero uno de ellos llamo mi atención, se trataba de Rosemary, ella estaba a la mitad de las escaleras cruzada de brazos, podía notar como su ceño estaba fruncido y el rojo de sus labios haciendo una mueca.

Su vestido era un tono más oscuro que sus labios, habían bordados de color dorado que sin duda le otorgaban elegancia, pero era una mezcla común y simple, además, lo primero que se te viene a la cabeza al verla, son las alfombras del palacio, pues tienen exactamente la misma paleta de colores que ella.

Incluso ella estaba sobre una que decoraba la escalera, era imposible pasarlo por alto.

Rompí la competencia de miradas haciendo una pequeña reverencia solo por cortesía, pero ella actuó totalmente diferente a lo que hubiera imaginado, solo soltó un bufido en forma de burla mientras bajaba lentamente las escaleras. Enderezo su espalda y camino directamente hacía mí, aunque en el último minuto se giró hacia los caballeros que protegían la puerta.

—¿Qué hace ella en este lugar?

Oliver y el otro caballero no tardaron en entrar, ambos traían mis maletas y pude notar como estaban conversando antes de entrar, la última fue Jane, quién solo dio un suspiro al ver a Rosemary.

—El rey... —Continuó disgustada por la interrupción. —Mi esposo, está demasiado ocupado como para recibir esta clase de invitados sin anunciarse.

—Señorita Rosemary...

—Reina Rosemary. —Corrigió rápidamente al caballero que nos había ido a recibir, él hizo una reverencia en forma de disculpa.

—Reina Rosemary ha sido el mismo Rey Malcolm quién solicitó la presencia de la Princesa Amelie. —Ella intentó disimular su disgusto, por lo visto, mi padre no le había comunicado de mi visita.

—¿Ha sido directamente el Rey Malcolm quién lo ha solicitado? —Su tono más que pregunta daba a entender que no creía lo que estaba diciendo el caballero.

—Nuestra amada Amelie sería incapaz... personne ne voudrait venir dans ce château de son plein gré [nadie quisiera venir por voluntad propia a este castillo.] —Era la voz de Jane, pero solo fue un susurro.

—No me ha comentado nada sobre esto... ¿Acaso sería capaz de ocultar algo a su esposa? —Dijo entre dientes. —Ahora bien, si ha sido una decisión del rey como dices, no hay nada que pueda hacer... Sin embargo, me será imposible mantener mi mente tranquila sabiendo que ella está recorriendo el castillo... —No pude evitar fruncir el ceño.

—¿Es así? —Fue Oliver quien le interrumpió y ella solo le miró de pies a cabeza.

—¿Acaso puedo estar tranquila sabiendo que su hija está aquí? —Puso su mano en su pecho, como si le costase respirar. —No voy a permitir que te acerques a los aposentos reales, lo tendrás prohibido... —Desvió su mirada hacia la izquierda como si buscase algo en esa dirección, aunque daba la sensación de que estaba teniendo un pequeño debate consigo misma. —No sabes lo difícil que es esto para mi... —Exagero demasiado su voz, pero logró llamar la atención de varios sirvientes que intentaban fingir que no estaban escuchando mientras limpiaban los muebles. —Yo... Temo que exista alguna clase de sentimiento negativo por parte de nuestros invitados hacia mi amada e indefensa hija, no podría permitirme dejarles deambular solos... sobre todo a ella... confié y di mi espalda a alguien, pero me traiciono... Oh... —Su mano libre la subió hasta su frente. —Tan solo recordar aquella escena me produce angustia...

Una de las sirvientas vino corriendo junto a una silla y otra de ellas fue a por un vaso con agua.

—Mi querida Reina Rosemary, beba un poco de agua... recuerde lo más que le hace agitarse.

Voltee mi mirada hacía Jane, con un simple gesto me confirmo que pensaba igual que yo: Rosemary estaba haciendo un espectáculo para llamar la atención.

—Oh, querida... muchas gracias... —Acepto el vaso de agua con las manos temblorosas, demasiado exagerado como para creerle, pero por lo visto, todos los sirvientes tenían una cinta invisible sobre sus ojos. —¿Pero eres capaz de imaginar por lo que estoy pasando? Ha traído a la hija de una asesina... ella tiene su misma mirada... no te confíes de su edad, su alma es igual de oscura que la de su madre.

Pude sentir como varias miradas se posaron en mí, pero Oliver y Jane no dudaron en esconderme detrás de ellos, no iban a permitir que sus ojos maliciosos me escaquearan con la mirada.

—Te pido que le prohíban las entradas al salón de los cuadros y..y al museo, incluso a cualquier habitación que posea alguna joya real...desde las habitaciones reales hasta el salón de los cuadros... No me sorprendería que sucediera lo mismo que en los reinos vecinos...

—Mi querida Reina Rosemary, no se preocupe por rumores... solo descanse, nosotras nos encargaremos de indicar cual será su habitación.

—¿Qué no me preocupe? ¡Eso es imposible!... ¿Los incendios? ¿Los robos? Todos son provocados por personas como ella, con ese horrible color... —Luego de su monólogo dio un suspiro demostrando que estaba cansada.

Pude ver como Oliver apretaba sus manos en forma de puños y Jane intentaba calmarle sujetando de su ropa, estaban molestos y no era capaz de juzgarlos, ella podía ser la "Reina" pero eso no significaba que no fuese capaz de decir una gran cantidad de estupideces, además, no había justificación para que me atacara de esta forma.

—Espero que acepte mis más sinceras disculpas. —Pude notar la sorpresa de todos cuando me dirigí hacia Rosemary.

—¿No piensas que es muy tarde para disculparte? Pero te escucharé... —Hizo un gesto con la mano, como si me diera permiso para hablar.

—¿Usted sabe que existen tres acciones que son capaces de hundirte como persona? —Ella sólo se quedó callada, si esperaba una disculpa, sería lo último en mi vida que le daría. —Me han dicho que el silencio otorga, así que le diré la respuesta: hablar mucho cuando conoces poco.

—¿Disculpa...? —Ella comenzó, pero le interrumpí.

—Disculpa aceptada, la segunda es gastar demasiado cuando no posees nada y por último...

—Amelie... —Jane había estado susurrando mi nombre, pero era muy tarde como para no terminar la frase.

—Presumir de tus riquezas cuando realmente no vales nada. —Había estado enumerando con mis dedos las tres acciones, si ella era inteligente sabrían que acabo de decirle que, aunque sea la "Reina" ella conoce poco, no posee nada y que no vale nada, o en palabras más sencillas, que no me importa quien sea ella. —¿Lo ha escuchado alguna vez, "su majestad"?

Hice un intento de remarcar mis últimas palabras y ella lo noto. Su silencio junto a sus sonrojadas mejillas demostraba lo molesta que estaba, podía decir tonterías, pero sabía leer entre líneas.

Por otro lado, se pudo escuchar las risas de las sirvientas que habían estado limpiando detrás de escena, ello solo produjo que un grupo de las mismas comenzaran a cotillear sobre lo que acababa de pasar, los sirvientes eran la personificación de que "las paredes pueden oír", Oliver estaba intentando aguantar la risa, debía de admitir que igual me ha dado gracia ver como Rosemary no sabía donde ocultarse o que decir para defenderse.

—¡Suficiente! —Su voz se volvió algo gruesa. —¡El próximo que diga algo tendrá graves problemas! —Automáticamente los murmullos se detuvieron. —Y tu... —Me señalo mientras caminaba hacia mí. —No te atrevas a volver a insultarme, ¡¿escuchaste bien?!

Me quede quieta aguantando la respiración, no por el hecho de que ella me hubiese gritado en mi cara, sino porque podía ver como una sombra bajaba por las escaleras.

—Respóndeme cuando te hablo. —Exigió, pero yo estaba callada. —¡TU NIÑA INSOLENTE! —Alzó su mano y por un segundo creí que sería capaz de golpearme, pero Oliver detuvo su mano en el acto... ¿Realmente creía que sería capaz de golpearme?

La sombra comenzó a tomar claridad y lo único que pude pensar era que estábamos en problemas, pues se trataba de mi padre, del rey.

—¿Quién te crees que eres? ¡Obedece a tu reina y suéltame! —Intentó zafarse del agarre de Oliver, pero le estaba siendo imposible. —¡Tu! ¿No harás nada? ¡Haré que te maten si no me sueltas! —Miré a Jane algo asustada, podía notar como su muñeca se había vuelto roja, por primera vez vi que Oliver era capaz de perder la cordura de esa forma, antes me costaba imaginarlo haciéndole daño a alguien...

Pero... ¿Amenazar de muerte a la mano derecha y mejor caballero del rey? Rosemary se había arriesgado mucho y me parecía extraño que no supiese quien estaba delante de ella y más aún, que no haya notado la presencia del Rey a sus espaldas.

—Rosemary. —Ella se quedó quieta e intento fingir una sonrisa. —Te pediré que no vuelvas a amenazar a uno de mis caballeros. —Oliver se alejó de ella soltándole del agarre bruscamente. —Puedes usar tu título de Reina frente a todos a excepción de Amelie... et si je vous trouve en train de lever la main dessus à nouveau... [y si te vuelvo a encontrar levantando tu mano sobre ella...] —No pude entender lo último que dijo, pues hablo en susurros.

Cuando mi padre se dirigió a nosotros, simultáneamente hicimos una reverencia, Jane aprovechó la situación y caminó hasta estar delante de mí.

—¿Qué pasó? —La seriedad de su voz me hizo recordar al a frase que decía, creo que se llamaba Kerchak en la primera película de Tarzán, cuando él provoca un caos y de alguna forma, mi imaginación trabajo mucho más rápido produciendo una imagen donde mi padre realmente era el simio, causaba gracia al darse cuenta de que ambos eran dominantes y serios.

Rosemary tomó del brazo a mi padre, intentando obligarle a mirarla.

—¡A penas a llegado a este castillo, lo primero que hizo fue insultarme! ¡Esta niña...! —Se detuvo a mitad de frase para cambiarla. —La princesa Amelie no debería de estar en este castillo... Ella...

Mi padre dio un suspiro mientras asentía con la cabeza.

—Oliver, dime qué fue lo que sucedió. —Al principio creí que lo decía en tono de mando, pero no fue así. Él parecía cansado, como si no fuese la primera vez que ve un espectáculo como este.

—Estimado Rey, lo que ha sucedido es...

—Oliver... —Parecía molesto. —Dilo de la forma más rápida que puedas, además, ¿Estimado Rey? No me hagas reír.

—Como desees. —Se encogió de hombros y pude notar como Jane le hacia una seña para que dejara de actuar. —Tu reina no hizo nada más que decir estupideces desde que la princesa Amelie puso un pie en este castillo, ¿es suficientemente claro?

—Oliver... —Jane y mi padre quienes hablaron a la par.

—Deberías de mostrar un poco más de respeto.

—No eres quién para hablar.

—¿Vamos a volver a tener esta discusión?

—Esta vez nadie me va a detener...

—¡Fue suficiente! —Jane caminó hasta estar entre ambos. —Me disculpo de antemano, "su alteza", pero me niego rotundamente a que nuestra princesa Amelie siga escuchando este espectáculo. —Ambos bajaron la mirada hacia mí y pude notar como desviaban la mirada con algo de vergüenza.

—¿Y quién es ésta? —Se escuchó murmurar a Rosemary.

—Alteza, si realmente quiere saber lo que sucedió, puede preguntarle a su... a la Reina Rosemary. —Le había costado terminar la frase. —La princesa Amelie lo único que hizo fue defenderse de los prejuicios maliciosos.

—¡Qué gran mentira! ¡Solo mira como la han criado estos sirvientes! —Rosemary intentó defenderse. —Le enseñaron a insultar mediante frases elegantes.

—¿Estuviste por golpear a mi hija? ¿Por un par de palabras que de seguro ni ella entiende?

—¿Tu hija? —Ella murmuró.

—Diré esto solo una vez, Amelie fue reconocida como la princesa de este Reino y como princesa, es una extensión mía. No voy a permitir en ninguna circunstancia que alguien se atreva a dañar mi reputación actuando de una forma tan vulgar como lo es golpear a otra persona, Rosemary, por mucho que te haga enfadar, no tienes permitido tocar una de mis cosas. —Todo iba tan bien hasta que escuche la última palabra, de "hija" había pasado a "cosa" en tan solo unos segundos. —Amelie seguirá siendo una princesa de este reino y deberá ser tratada con el mismo respeto que demuestran conmigo, su rey.

Rosemary se acercó él y le susurro algo en su oído. —Malcolm, nous avons un accord [Malcolm, tenemos un acuerdo].

Ella parecía disgustada, pero mi padre solo le ignoro, lo más probable es que haya pensado que solo sería la "otra" hija del rey, pero no esperaba que se exigiera que se me tratase con respeto. Al menos no tendría que vivir la vida de Cenicienta, pues en este caso, mi "madrastra" realmente no tiene poder.

Por otro lado, aunque mi padre me haya defendido a su manera, no me sentía segura.

C'est pas croyable [Esto es increíble]... ¡Prefiere creerle a una sirvienta salida de la nada! ¿Además, no le dirás nada a ese caballero? ¡Ha intentado romper mi muñeca!

—Oliver no sería capaz de romper tu muñeca, Rosemary.

—¿Eres capaz de seguir defendiéndole?

—Oliver Cass no es tan solo "un caballero", es mi mano derecha cuando se trata de planeación territorial y combate, no debería de estar recordándotelo, no a ti. —Sus mejillas se tornaron rojas, estaba muy avergonzada, pero mantenía su ceño fruncido, estaba más molesta que nunca.

Pude notar como una mujer vestida de verde miraba todo desde la cornisa de una de las puertas, cuando Rosemary noto su presencia hizo una reverencia hacia mi padre antes de despedirse y caminar lo más rápido que pudo hacia aquella mujer.

El rey dio un gran suspiro, parecía cansado.

—Los demás vuelvan a su trabajo, el espectáculo terminó. —Lo sirvientes que habían estado escondidos escuchando no tardaron en salir del salón, mientras que otros comenzaban a limpiar de verdad, pues la mayoría solo se habían quedado quietos fingiendo que seguían haciendo sus tareas. —James, Oliver, pueden retirarse... el campo de entrenamiento te ha echado de menos. —Dijo lo último a la par que miraba a su viejo amigo.

Me era difícil comprender la relación de amistad entre Oliver y mi padre, pues... por momentos parecía que iban a pelear en ese mismo instante, pero luego actuaban como si nada hubiese pasado. Ellos se fueron, sin antes despedirse de nosotros y en el momento en que cruzaron la puerta pude sentir como la tensión crecía.

—Me gustaría agradecerle por defender...—Él me interrumpió.

—Espero que no vuelvas a cometer un espectáculo frente a los sirvientes, sé que Rosemary tiene una personalidad complicada, pero deberías de mostrar algo de respeto.

—A sido ella quien comenzó a insultarme y a prohibirme cosas. —Camine hacia él, quedando frente a Jane.

—Princesa... —Susurro ella.

—No me interesa saber quién inició primero. —Sentenció.

—Pero...

—Amelie, solo te he ayudado porque tu ruidosa llegada me sacó de una agotadora charla con el consejo, pero no habrá una segunda vez, ¿entendido? —Hice una mueca, pero terminé asintiendo con la cabeza. —Ahora, sígueme, tenemos un asunto del cual hablar.

—Su majestad, si me permite acompañarlos... —Inicio Jane, pero mi padre negó con su cabeza, ella bajo su mirada hacía mí y me hizo una seña para que me acercara. —Mi querida Amelie, recuerda todo lo que hemos practicado. —Me susurro y yo le regale una sonrisa.

—Una de las sirvientas te guiará a la habitación de Amelie y te dará un recorrido por las nuevas instalaciones.

—Muchas gracias, alteza. —Hizo una reverencia antes de irse junto a una de las sirvientas del castillo.

—Sígueme.

Camine a tan solo unos pasos detrás de mi padre, pues no me parecía correcto caminar a su lado. Mis ojos viajaban de un lado a otro mientras avanzábamos por el largo pasillo que llevaba al jardín, aquel que solo pude observar desde un ventanal cuando era un bebé, en cambio, ahora estaba aquí, afuera, cumpliendo ese deseo.

El brillo que emitía cada rosa en el jardín contrastaba con el campo de flores quietas que había en el Castillo de Invierno, aquí todo se movía, todo resplandecía, pero en mi hogar, la vista era melancólica y solo la acompañaba un columpio atado a la gruesa rama de un árbol.

Estuve comparando ambos castillos mientras caminábamos que no me di cuenta de que estábamos frente a la entrada de un laberinto, era la primera vez que veía uno realmente, es decir, recordaba haberlos visto en películas, pero nunca cara a cara... sus paredes estaban hechas de arbustos demasiado altos como para ver lo que había al otro lado, o al menos, para mi altura, que el rey si podía ver por sobre ellos.

Instintivamente sujete parte de su chaqueta la cual parecía más una capa, debo admitir que fue más un reflejo que una decisión propia, algo de este lugar me daba escalofríos. Intente caminar a su ritmo, pero mientras él daba un paso yo debía de dar tres, además, estaba tan preocupada de perderme que con mayor razón no iba a soltar su capa, dimos una vuelta tras otra hasta que llegamos hasta una especie de pérgola, su techo era blanco y bajo de ella había una pequeña mesa con dos sillas.

Él tomó asiento primero, por lo que tuve que soltar su capa; a los segundos me senté en la silla sobrante, admito que fue algo incómodo al inicio, pues no sabía si debía de decirle algo... así que me quedé en silencio esperando a que me hablase, pero en vez de ello, se dirigió a una de las sirvientas que estaba limpiando las rosas del jardín.

—Su majestad. —Hizo una reverencia. —¿Desea algo?

—Dulces. —Murmuró mientras rascaba su nuca. —Trae los dulces que he pedido antes, por favor. —Arregló su cabello antes de voltear a verme, eso me había confundido, de alguna forma me recordó a mi madre que siempre pedía con un "por favor" las cosas a los sirvientes y jamás se me paso por la cabeza que mi padre pudiese hacer lo mismo, además, aquellos pequeños gestos informales no me parecían que fuesen propios del "rey".

En menos de tres minutos la misma sirvienta se acerco a nosotros sosteniendo una bandeja llena de postres y dos pequeñas tazas de té, no pude evitar sonreír cuando vi la gran variedad, desde rosas de manzana hasta chocolates y caramelos, me daba la sensación de que fue MaryAnn quien había preparado todo.

Me quede en silencio mientras escaneaba como la sirvienta dejaba todo ordenado en nuestra mesa, casi separaba los dulces por color y forma, lo cual me parecía divertido. Como si estuviera acostumbrada a cumplir con ello, incluso pude ver como temblaban un poco sus manos, mi padre parecía no darle importancia al orden de los dulces, pero de seguro otra persona si lo hacía.

—¿Acaso vas a pedir permiso para comer? —Frunció el ceño. —No soy un monstruo, Amelie.

—Solo esperaba que usted tomara el primer trozo, su alteza. —Tome una de las rosas de manzana y sin pensarlo dos veces le di un mordisco, estaba acostumbrada a no seguir las etiquetas al pie de la letra, así que al ver como mi padre observaba los cubiertos sin usar, bajé la mirada.

—No me agradan las cosas dulces. —Su mirada seguía fija en mí. —Asumiré que tienes el conocimiento de que lo reinos no se mantienen por si solos, sí, son capaces de producir y gestionar su propia economía independientemente de los reinos vecinos, sin embargo, hacen falta conexiones para surgir más allá de lo que... —Se detuvo al notar que no estaba comprendiendo nada de lo que decía. —¿Entiendes lo que intento explicar?

—No. —Admití mientras quitaba el rastro de migas de mi vestido, él solo dio un suspiro mientras acomodaba sus manos debajo de su barbilla.

—¿Conoces al ajedrez?

—¿Aquel juego donde hay piezas blancas y negras? —Ladee mi cabeza.

—Si, exacto. —Pude notar como una pequeña sonrisa se formaba en su rostro, al fin de cuentas, soy una niña pequeña y debería fingir algo de ignorancia. —En el ajedrez, para poder ganar debes dejar en jaque al rey, pero no lo haces usando solo una pieza, sino que debes utilizar todas las del tablero... de la misma forma funcionan los reinos.

—Eso quiere decir que nuestro... su reino—me corregí rápidamente. —debe de utilizar todas sus oportunidades para surgir, tal como usamos todas las piezas al jugar, ¿no?

—Exactamente, es por lo que siempre se deben tomar todas las oportunidades que puedan mejorar algo, independientemente de lo que diga u opine el resto, es así cómo se sobrevive en el mundo de la política y de la economía, Amelie.

—¿Y qué papel voy a tomar yo? —Era una pregunta arriesgada, lo sabía. —En el ajedrez me gustaba mucho usar el caballo.

—Tu deberás tomar el mando de una alianza con el Reino Lavanda... Votre mère était très douée pour faire des alliances avec la famille Russell, il n'y a aucune raison pour que vous ne fassiez pas de même [Tu madre era muy buena concretando alianzas con la familia Russell, no hay motivos por los que tu no seas igual]. —Lo último lo dijo entre dientes, así que no fui capaz de entender realmente lo que intento decirme.

—¿Qué clase de alianza?

—El Reino Lavanda tiene dos príncipes, el más joven tiene tu misma edad... —Me atragante con el postre al escucharle, intente disimular tomando un sorbo de té para recobrar mi postura.

Soy solo una niña y ya quiere deshacerse de mí a través de un matrimonio arreglado, esta historia tiene más giros que las series que me gustaba ver en mi otra vida. Mi yo de ese mundo se hubiera levantado indignada al verse en esta situación, pero la mirada fría del rey hizo que no pudiese moverme de mi lugar, me estaba poniendo a prueba, estaba segura de ello.

Solo había dos opciones: quejarme haciendo un espectáculo, pero demostrando que no era un juguete o aceptar tu orden en silencio, para de alguna forma ganarme su confianza. Sobra decir que ninguna de ellas era mi favorita.

—¡Mon Dieu! No pongas esa expresión, no estoy comprometiendo a mi hija en matrimonio a tan corta edad. —Me sorprendí, sentía que no debía de suceder así. —Pero... es algo que se dará con el tiempo, tarde o temprano.

—Su majestad, ¿Cómo espera que yo...?

—Tu trabajo es simple, Amelie. —Se acomodó en su asiento. —Cada verano vas a visitar el Reino Lavanda por tres semanas, lo mismo hará el segundo príncipe durante las primeras tres semanas del invierno, con la diferencia que, en ese caso, él será nuestro invitado.

Si lo pensaba fríamente, ser quien establezca una alianza con un reino vecino ayudaría a limpiar mi nombre y el de mi madre, desde que ella falleció muchos rumores han surgido, así que si cabía la posibilidad de que este absurdo futuro compromiso pudiese ayudarme de alguna forma, lo aceptaría.

—Está bien, padre.

Él me mostro una sonrisa, pero yo solo quería que desapareciera de su rostro, esto no era algo gracioso y mucho menos cómodo para mí... ¿Qué clase de persona era capaz de sonreír cuando ha tratado tan mal a otra? Mi padre me ha obligado a vivir en su castillo, luego de años atrás habernos exiliado del mismo, ahora exige que cumpla con el deber de forjar una alianza que de seguro no necesita, el Reino de Róman es conocido por su pasado sangriento en las guerras, las alianzas se formaban ya sea por miedo o por respeto, pero ¿por un casamiento? No tenía sentido.

—Eso es todo lo que tenía para decirte, espero que disfrutes el resto de los dulces. —Se levantó en el mismo momento en que termino su frase, no había comido nada, antes había dicho que los dulces no eran sus favoritos, ¿así que porque pidió tantos?

Me levanté rápidamente para hacer una reverencia, pero casi tropecé con mi silla, por un segundo pude notar como extendió sus manos, tal como si quisiera ayudarme si me caía, pero al instante las devolvió a su lugar, ese fue un gesto extraño.

—Yo... muchas gracias por otorgarme algo de su tiempo, su majestad. —Él solo asintió con la cabeza, aunque parecía divertido con mi pequeña escena.

Luego de que se fuera di un suspiro de alivio, me senté en mi silla acomodando mi vestido, sin pensármelo tome otra rosa de manzana.

—No solo los veranos, sino que parte del invierno se me hará eterna. —Murmure mientras miraba la dorada rosa de manzana. —Todo es fácil para ti, solo eres un dulce, tu único propósito es que te coman. —Hice una mueca antes de comerla.

Mi padre había pedido una gran variedad de dulces y no fue capaz de comer ninguno, así que... ¿si no le gustan los dulces, para que ordena preparar tantos? ¿Acaso la riqueza se veía reflejada en la gran cantidad de comida que podías derrochar? Negué con la cabeza mientras seguía pensando en todo lo que acababa de suceder.

Un amigo no me haría mal, intente imaginarme lo útil que sería conocer a más niños de mi edad, poco a poco el plato de las galletas comenzó a quedarse sin ellas.

—¿Cómo será el príncipe Russell? —Le pregunté a la última galleta, pero por obvias razones no hubo respuesta.

Me quedé un buen rato disfrutando el resto de los postres, aunque no fui capaz de comerlos todos, aún así, las rosas de manzana habían casi desaparecido, me recordaba a cómo las preparaba MaryAnn, me hubiera gustado que ella viniese al castillo junto a Jane y Oliver. 

¡Holaaa! ¿Cómo estás? 

Quiero darte las gracias por leer este capítulo, sé que siempre les hago preguntas, pero realmente esta vez quería comenzar agradeciéndoles. Me he tomado mucho tiempo lejos de wattpad y la edición de esta historia se ha hecho cada vez más lenta, así que agradezco de todo corazón su paciencia y apoyo. 

Ahora dime... 

¿Cómo crees que va a resultar este futuro matrimonio arreglado?

Si eres de los antiguos lectores notaras que han cambiado algunas cosillas, ¿eres capaz de comentar cuales? ¡Claro esta! Si lo haces no olvides dejar un mensajito de "Spoiler Alert". 

¡Escribe tu respuesta en los comentarios! y... No olvides darle CLICK a la estrellita si te ha gustado, pues de o contrario... Peter Pan no podrá encontrar la segunda estrella a la derecha para regresar a nunca jamás.

¡Espero leerte en los comentarios!

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[Editado por última vez: 24-02-2022]

[Editado por última vez: 27-12-2023]

Pd. Solo es una edición de rutina, para mejorar la ortografía.

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