Tras la cena con el Rey y la Reina de Esparta, Paris visitó a esta en sus aposentos y después de que la fiesta terminara, el menor de los principes de Troya bajaba las escaleras cuando fue interceptado por su hermano.
- Deberíamos acostarnos - aconsejó Héctor- Tardaremos en volver a dormir en tierra firme.
- Yo duermo muy bien en el mar, hermano - dijo- Atenea me canta dulces nanas.
- ¿Quién te ha cantado nanas esta noche?
- ¿Quién? - preguntó sonriendo- Hoy me ha cantado la esposa del pescador... Toda una hermosura.
- Espero que no te haya pescado el marido.
- El faena solo con peces - dijo intentando escabullirse, pero su heramno lo detuvo.
- ¿Sabes por qué estamos en Esparta?- preguntó Héctor.
- Por la paz.
- ¿Y eres consciente de que Menelao, Rey de Esparta, es poderoso? ¿Y que su hermano Agamenón, Rey de Mecenas, comanda todos los ejércitos?
- ¿Qué tiene que ver eso con la esposa del pescador? - preguntó el riendo.
- Paris, eres mi hermano y te quiero como a tal, pero como hagas algo que ponga en peligro a Troya, te arrancaré sin piedad tu hermosa cara de tu hermoso cráneo.
******
El barco troyano ya había zarpado hace varias horas, cuando Paris se acercó a su hermano, quien estaba en la cubierta tallando un pequeño león en un trozo de madera.
- Hermosa mañana - murmuró el pequeño príncipe- Los dioses bendicen nuestro viaje.
- A veces nos bendicen por la mañana y nos maldicen por la tarde.
- ¿Me quieres, hermano?- preguntó Paris, haciendo que su hermano lo mirase- ¿Me protegerías de cualquier enemigo?
- Eso fue lo mismo que me dijiste cuando tenías 10 años y robaste una yegua a nuestro padre - sonrió- ¿Qué has hecho ahora?
- Debo enseñarte algo - dijo para comenzar a andar, siendo seguido de su hermano.
Una vez que ambos bajaron las escaleras hasta la bodega, Héctor pudo distinguir la silueta de una mujer y una vez que esta estuvo frente a el, se quitó el pañuelo que cubría su rostro y Héctor, acto seguido puso una mueca de enfado al ver a Helena, Reina de Esparta, frente a el.
Furioso, subió las escaleras, seguido de su hermano.
- Pon de nuevo rumbo a Esparta- ordenó a uno de sus hombres, que obedeció al instante.
- ¡Cambio de rumbo!
- Hermano, espera - suplicó Paris.
- Insensato...
- Escúchame.
-¿¡Sabes que has hecho!? - dijo dándole un empujón- ¿Los años que lleva nuestro padre trabajando por la paz?
- La amo.
- Para ti todo es un juego, ¿no? - cuestionó- Pasas la vida de ciudad en ciudad, yaciendo con vírgenes de los templos y esposas de mercaderes y te crees un experto en el amor... ¿Qué pasa con el amor a tu padre? ¡Has mancillado su nombre subiéndola a este barco! ¿¡Dónde está el amor a tu patria!? ¿¡Dejarías que ardiera por esa mujer!? - soltó un suspiro- No dejaré que desates una guerra por ella.
- Lo que dices es verdad - afirmó Paris- Os he agrabiado, a tí y a nuestro padre. Si dispones que Helena vuelva a Esparta, lo acepto, pero yo iré con ella.
- ¿Ir a Esparta? - cuestionó Héctor soltando un suspiro- Te matarán.
- Moriré peleando...
- Oh, eso te parece heróico y grandioso...Morir peleando... - murmuró- Dime, hermano mío, ¿has matado alguna vez?
- No.
- ¿Has visto morir a un hombre en combate?
- No.
- Yo he matado hombres, les he oído morir, les he visto morir y te juro que no hay nada de glorioso en ello, nada poético - soltó furioso- Dices que quieres morir por amor, ¡pero no sabes nada de la muerte, ni sabes nada del amor!
- Da igual - negó- Iré con ella. No te pediré que hagas mi guerra.
- Ya me lo has pedido - murmuró- ¡A Troya!
- ¡Cambio de rumbo! ¡A Troya!
******
Después de que Agamenón recibiera la visita de su hermano Menelao, para pedirle que atacara con el a Troya, Agamenón se reunió con Nestor.
- La esposa de mi hermano siempre me ha parecido una loca , pero al final nos va a resultar muy útil - dijo riendo- Nada une tanto como un enemigo común...
- Troya nunca ha sido conquistada - dijo Nestor- Se dice que es imposible de conquistar.
- El viejo Rey Príamo cree que es intocable tras esos altos muros, cree que el Dios Sol le protegerá - dio un golpe sobre la mesa- ¡Pero los Dioses solo protegen al fuerte! - señaló el gran mapa que tenía sobre la mesa- Si Troya cae, yo controlaré el Egeo.
- Héctor manda la mejor tropa del este y Troya está concebida para aguantar un asedio de 10 años.
- No habrá asedio de 10 años - negó Agamenón- Reuniré al ejército más grande jamás visto - dijo mientras caminaba hacia la salida- ¡Quiero a todos los Reyes de Grecia con sus tropas! Envíales emisarios.
- Y otra cosa... - murmuró Nestor, haciendo que su Rey se detuviera- Necesitamos a Aquiles y sus Mirmidones, incluida Atenea.
- Aquiles y Atenea... -repitió- Esos dos son incontrolables, les da igual luchar con nosotros que con Troya.
- No tenemos que controlarlos, hay que darles rienda suelta - dijo Nestor- Ese hombre ha nacido para aniquilar la vida, y por suerte para nosotros, entrenó a su hija, a su imagen y semejanza.
- Sí, son hábiles asesinos y una amenaza para todo lo que he construido - soltó furioso- ¡Antes de mí, Grecia no era nada! ¡Yo he unido sus reinos! ¡He hecho una nación a partir de adoradores del fuego y comedores de serpientes! ¡Yo edifico el futuro, Nestor! ¡Yo! - soltó un fuerte suspiro- Aquiles y Atenea son el pasado, no comaten bajo ninguna bandera, ni guardan lealtad a ninguna patria.
- ¿Cuántas guerras hemos ganado gracias a ellos?- cuestionó Nestor- Esta será la mayor guerra que el mundo haya presenciado, necesitamos a los mejores de los guerreros.
- No dejará a su hija participar en esto - murmuro- A parte, solo hay un hombre al que escucharía.
- Enviaré una nave mañana.
******
Mi padre y Patroclo peleaban alrededor de las viejas ruinas, cuando este desarmó a su primo por enésima vez.
Justo en ese momento, escuchamos el relinchar de unos caballos y mi padre cogió su lanza, para lanzarla contra aquellos jinetes que se acercaban, estrellándola contra un árbol.
Desde mi posición, pude ver como uno de los hombres bajaba de su caballo, y tras coger la lanza, se acercó a las ruinas, donde nos encontrábamos.
- Veo que tu fama de hospitalario ya es solo mera leyenda - escuché la voz de un hombre, mientras se acercaba a nosotros, con la lanza que mi padre había lanzado entre sus manos.
Mi padre se acercó a él, seguido de Patroclo y cuando estuvieron a su altura, Aquiles apuntó al chico con su espada.
- Patroclo - lo presentó- Mi primo - bajó la espada y miró al hombre- Ulises, Rey de Ítaca.
- Patroclo... - murmuró Ulises- Yo conocí a tus padres - puso su mano sobre el hombro del chico - Lamento su ausencia - miró a mi padre - Con que ahora lo tienes a tu cargo... Aprender del mismísimo Aquiles... Hay Reyes que matarían por tal honor.
- ¿Es Agamenón quien te envía? - pregunté, acercándome a ellos y captando al fin la mirada de Ulises.
Su mirada se clavó en mi al instante y rápidamente miró a mi padre, como si hubiera visto un fantasma.
Ví a mi padre asentir levemente, haciendo que Ulises sonriera.
- Eres la viva imagen de tu madre... - murmuró sin apartar su mirada de tí- He oído hablar de tí. La joven guerrera, hija del poderoso Aquiles... Es un honor.
- Atenea - me presenté y me crucé de brazos, para volver a preguntar- ¿Es Agamenón quien te envía?
- Y por lo que veo ha sacado su misma curiosidad - murmuró, haciendo sonreír a mi padre - Hablemos.
- No lucharé por él - soltó mi padre y me miró- Y por supuesto, ella tampoco.
- No te estoy pidiendo que luches por él - negó su amigo - Te pido que luches por los griegos.
- ¿Por qué? - cuestionó- ¿Se han cansado de luchar entre ellos?
- Por ahora...
- Troya no nos ha hecho nada - dije.
- Ha insultado a Grecia.
- Ha insultado a un griego que no ha sabido controlar a su esposa - soltó mi padre- Eso no nos concierne.
- Tu ocupación es la guerra, amigo mío- dijo, para después mirarme- Y tu pequeña...
- A ella no la metas en esto.
- Agamenón no tiene honor - hablé- No haremos que se nos recuerde por ser los mercenarios de un tirano.
- Vosotros luchar por honor y que Agamenón luche por el poder y luego que los dioses decidan a que hombre otorgan su gloria - dijo Ulises, sin obtener respuesta de mi padre- Olvida a Agamenón, luchar para mí.
- He dicho que a ella no la metas en esto.
- Pero Padre...
- Sin réplicas, Atenea.
- Mi esposa se sentirá mucho mejor si sabe que muchas a mi lado - continuó Ulises - Y yo me sentiré mucho mejor.
- ¿Ayax también combatirá en Troya? - preguntó Patroclo - Dicen que puede tirar un roble de un solo hachazo.
- Un roble no devuelve el golpe.
- La mayor flota nunca vista ya está preparada. Enviaremos 1000 naves.
- ¿El príncipe Héctor es tan buen Guerrero como dicen? - preguntó intrigado Patroclo.
- El mejor de todos los troyanos - respondió Ulises y sonrió- Hay quien dice que es mejor que el mejor de los griegos. Aunque no vinieran tu hija y tu primo- miró a Patroclo- Espero que te unas a nosotros. Necesitamos brazos fuertes como el tuyo.
- Usa tus tretas conmigo, no con él.
- Tu posees tu espada, y yo tengo mis tretas. Usamos el talento que nos dan los dioses. Zarpamos en 3 días - dijo para después marcharse, pero se detuvo - Esta guerra no caerá en el olvido, ni los héroes que luchen en ella.
******
- Padre...
- ¡No, Atenea! - exclamó furioso, acercándose a mí- ¿Tanto te cuesta obedecerme? ¿¡Tanto!? - cuestionó- Lo único que te pido es que te mantengas alejada de las guerras, alejada de Agamenón.
- ¿Por qué? - recriminé- ¿¡Por qué, padre!? No puedes arrebartarme algo con lo que he vivido toda mi vida.
- Sí que puedo.
Una mueca furiosa apareció en mi rostro al instante y lo encaré.
- Eres un egoísta - solté - No pienso vivir siempre bajo tus órdenes, solo porque a tí - puse mi dedo sobre su pecho - Te de miedo que tu hijita libre una guerra que a tí te da miedo luchar.
- Yo no tengo miedo a nada - dijo mirándome enfurecido.
- Mentira - solté- Siempre dices que mis sentimientos me hacen ser débil, pero tu eres débil por esconderte de ellos - dije bajo su atenta mirada - Todavía te atormenta pensar en Atalanta - solté, haciendo que se enfureciera más aún- Puedes intentar hacer creer a todos que esto no va contigo, pero a mí no me engañas.
- Sal de mí vista.
- No - negué - No puedes pedirme que me quede aquí, sin saber si volverás o no de esta guerra, ¡no puedes!
- Atenea...
- Por favor... - supliqué- Se que tienes miedo, padre, yo también lo tengo, pero debo hacer esto y tienes que dejarme...
- Le prometí a tu madre que te protegería, que no permitiría que nada te pasara... - dijo acariciando mi rostro con delicadeza - No puedo incumplir esa promesa.
- Y no lo harás - negué - Estaré bajo tu mando, no haré nada que no pidas que haga, lo juro.
- No es así de fácil, hija - murmuró y volvió a ponerse serio - Y no me sirven tus juramentos, la última vez volviste a desobedecerme.
Solté un suspiro y saqué uno de mis cuchillos, para después cortar la palma de mi mano, bajo su atenta mirada sorprendida, y la extendí hacia él.
- Por y para siempre - dije, haciendo que su mirada se clavase en mi al instante.
Yo sabía lo que aquellas palabras significaban para él.
El me miró sorprendido, al escucharme decir aquellas palabras y con su mano temblorosa, me arrebató el cuchillo y corto su mano, para después unirla con la mía.
- Por y para siempre...
******
- Dicen que el Rey de Ítaca tiene la lengua de plata - dijo la mujer dándole la espalda a su hijo, mientras este avanzaba hasta ella - Sabía que acudirían a tí, mucho antes de que nacieras, sabía que vendrían - se giró para mirarlo- Quieren que luches contra Troya.
- Madre - la llamó- Hoy lo decidiré.
- Si te quedas, tendrás paz - habló su madre- Y una esposa, y más hijos e hijas, que a su vez, tendrán descendencia. Te amaran y cuando ya no estés, te recordarán - hizo una pausa- Cuando tus hijos hayan muerto y los hijos de tus hijos, tu nombre se perderá- se acercó a él- Si acudes a Troya... Tuya será la gloria. Escribirán epopeyas de tus victorias durante miles de años... El mundo jamás olvidará tu nombre - murmuró- Pero si acudes a Troya, no volverás a casa - dijo con lágrimas en los ojos - Pues tu gloria y tu maldición caminan juntas de la mano... Y yo no volveré a verte.
- ¿Cómo sabes que eso es cierto? - preguntó Aquiles.
- Lo sé, hijo - murmuró la mujer, sin apartar la mirada de su primogénito- Pero eso no es lo que te preocupa...
- Ella tiene razón - dijo mientras observaba el horizonte - No puedo retenerla aquí.
- Se que intentas protegerla, hijo - dijo, captando la atención del muchacho- Te vendrá bien tenerla a tu lado en esta guerra.
- ¿Volverá a casa? - preguntó Aquiles con miedo.
- Sobrevivirá - reveló la mujer- Pero ella deberá decidir cuál será su hogar tras esto.
- ¿A qué te refieres, madre?
- Amor, Aquiles - dijo la mujer - El hogar está donde está el corazón.
#########
NUEVO CAPÍTULO!!
DISFRUTENLO
Se q hay mucha gente ansiosa, en q siga con la novela d Bellamy, y prometo q será pronto, pero tengo varios capítulos d esta historia, y m gustaría ir subiendolos