MARFIL © (1)

By MercedesRonn

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Amar nunca fue tan peligroso como en «Enfrentados», la nueva saga de Mercedes Ron. Marfil tiene 20 años y viv... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7

Capítulo 2

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By MercedesRonn


MARFIL

Abrí los ojos en una habitación de hospital. No había nadie a mi alrededor solo los pitidos de las máquinas que me hacían compañía. Al bajar la vista a mi cuerpo, vi que llevaba una bata color verde, una vía intravenosa en la mano izquierda y una venda que cubría mi palma derecha.

Mis latidos se aceleraron, pero al no estar conectada a ningún aparato que los registrara solo yo fui consciente del martillar incesante de mi corazón.

¿Qué había ocurrido?

Entonces alguien abrió la puerta y una enfermera se acercó hasta mi cama.

—Señorita Cortés... ¿Cómo se encuentra?

Pestañeé varias veces, aturdida.

— ¿Dónde estoy? ¿Qué ha pasado?—Fui a bajarme de la cama, no sé a donde pretendía ir, pero mi instinto parecía querer obligarme a salir corriendo, huir, ponerme a salvo...

¿A salvo de quien?

—Tranquila, no va a pasarte nada...

Noté como mis ojos se humedecían y mi mente volvía a traerme las imágenes de mis últimos recuerdos. Yo corriendo, deteniéndome a beber agua, alguien cubriéndome la boca, oscuridad y luego...

Antes de que pudiera abrir la boca para preguntar qué había pasado, la puerta de mi habitación se abrió y para alivio mío mi padre se abrió paso hasta llegar a mi lado.

—Marfil...—dijo estrechándome contra sus brazos.

Enterré la cabeza en su pecho y aspiré el aroma que desprendía su piel y su perfume. El Eau Sauvage de Dior, se mezclaba con el humo del tabaco que seguramente había estado fumando sin descanso.

—Menos mal que has despertado—dijo mi padre acariciándome el cabello.

Mi relación con él nunca había sido muy estrecha, viviendo siempre tan lejos, pero nunca me alegré tanto de que me estrechara entre sus brazos como entonces.

Cuando me hube tranquilizado me explicaron lo que había ocurrido.

—Te secuestraron, Marfil. —dijo mi padre con los labios apretados.

Me habían encontrado inconsciente en una de las puertas exteriores de aquel hospital en Nueva Orleans, a una hora y media de mi casa en Baton Rouge; con mi bolso a mi lado, lo que permitió a los médicos comunicarse con mi padre.

—No dejaron nada, ni una nota, tampoco pidieron un rescate. Me enteré de que algo iba mal cuando llamé el lunes para hablar contigo y me saltó el buzón de voz unas cinco veces.

¡Lunes!

Dios mío, había estado secuestrada casi tres días.

—Cuando comprobé que no estabas en el apartamento y que nadie te había visto regresar desde que saliste a correr el viernes por la tarde, supe que algo terrible tenía que haber pasado.

Negué con la cabeza, sin entender absolutamente nada.

—La policía quiere hablar contigo, están fuera esperando a que despertaras.

Mi padre salió de la habitación y regresó acompañado de dos agentes. Me incorporé, nerviosa, cuando empezaron a hacerme preguntas.

Mi padre no me quitaba los ojos de encima, nunca lo había visto tan nervioso y serio en mi vida.

—No recuerdo nada...—dije notando que la boca empezaba a secárseme y que mis manos me sudaban. —Solo recuerdo el momento en donde me abordaron..

— ¿No recuerda haber estado consiente en ningún momento? —me preguntó uno de los agentes. Negué con la cabeza intentando exprimirme el cerebro, pero nada, no recordaba nada. — Cualquier cosa que pueda decirnos será de gran ayuda, señorita Cortés.

Miré a mi padre nerviosa y luego a la enfermera.

—Lo siento...—dije con voz temblorosa.

Mi padre dio un paso al frente, mirándome fijamente a los ojos.

— ¿Hay alguna posibilidad de que te hicieran algo...?

Mi labio empezó a temblar y me mordí intentando controlar el terror que embargaba mi cuerpo. No quería pensar en eso, era horrible saber que no había tenido control sobre lo que ocurría a mí alrededor, que había estado en manos de lo que podían haber sido asesinos, o violadores... Podría haber pasado cualquier cosa...

—Contesta.

Levanté la vista de la cama y miré a mi padre asustada.

—No recuerdo nada...—repetí odiando no saber lo que podían haberme hecho.

—Quiero que le hagan un estudio completo, ahora mismo.

Los policías miraron a mi padre y luego a mí. Parecían incómodos como si el hecho de que me hubiesen violado los espantara tanto como a mí.

—Le dejo la tarjeta aquí mismo, cualquier cosa que recuerde, por insignificante que sea, no dude en llamar y notificarlo a la comisaría.

Asentí sin hablar por miedo a que me temblase la voz.

Cuando se marcharon, la enfermera me pidió que la acompañara. Al parecer iba a tomarse muy enserio las peticiones de mi padre. Una parte de mí estaba tranquila porque si me hubiesen violado, yo sentiría algo, por nimio que fuese y no era el caso.

Cuando me pidieron que me sentara en una camilla de ginecología y colocase las piernas en los cabestrillos tuve que contenerme para no gritar deseando escapar de aquella pesadilla.

La doctora que me examinó fue muy amable y me trato con mucho tacto.

—Ya habíamos comprobado si había restos de semen o sangre cuando te encontraron inconsciente, pero no encontramos nada. En tu caso no existía ningún tipo de signo que pudiese indicar que hubiese habido agresión sexual, pero tu padre nos ha exigido que volviésemos a comprobarlo...—Me explicó mientras me examinaba.

Entendía que mi padre quisiese asegurarse, yo también necesitaba saber que no me había ocurrido nada de lo que pasaba por mi cabeza en aquellos instantes.

—Sigues siendo virgen—me aclaró y por cómo lo dijo me hizo sentir un poco extraña. —Aquí está el informe y los resultados de las pruebas de VIH.

¿Sida? Abrí los ojos espantada pero la médica me sonrió con dulzura.

—Tranquila, lo hemos hecho solo para quedarnos tranquilos. A pesar del susto y la mala experiencia, estás perfectamente, no tienes que seguir preocupándote.

Asentí y al rato me trajeron ropa para poder cambiarme y quitarme la bata del hospital. Quería salir de allí, quería irme a casa y olvidar todo lo que había pasado.

A la salida del hospital nos esperaba Peter, el chófer, para llevarnos a casa. Mi padre fue sentado en el asiento del copiloto sin dejar de hablar por teléfono. Yo, por el contrario apenas podía creerme que hacía cuatro días mi máxima preocupación había sido el parcial de microeconomía.

No pude evitar mirar hacia ambos lados cuando me bajé de la limusina y subí los escalones de la inmensa mansión blanca con grandes columnas que me había visto crecer. Lupita, la cocinera y la mujer que había velado por mí desde que era un bebé, salió a recibirme con las lágrimas saltadas. Me abrazó con fuerza contra su cuerpo y yo le devolví el abrazo procurando no volver a echarme a llorar.

— ¡Señorita Marfil! —Dijo limpiándose las lágrimas con el delantal— ¡no sabe usted lo preocupados que estábamos todos!

—Estoy bien, Lupita, ya estoy en casa—dije para tranquilizarla aunque contenta al ver que me hallaba a salvo dentro de aquellos altos muros.

—Te prepararé algo caliente para cenar ¿de acuerdo? Tú ve a darte una ducha, niña.

Mi padre había desaparecido pasillo abajo, con el teléfono pegado a la oreja y cara de tener mil cosas que hacer. Agradecí que fuese él quien tuviese que averiguar qué es lo que había ocurrido y por qué demonios me habían secuestrado sin pedir nada a cambio.

Mientras me daba una ducha no pude quitarme de la cabeza la sensación de que aquello no había acabado todavía. Algo me decía que ese secuestro era para poner a mi padre sobre aviso.

¿Pero sobre aviso de qué?

No era ningún misterio que mi padre tenía muchísimo dinero, y por eso no tenía sentido que no hubiesen pedido un rescate. ¿Por qué sino iban a secuestrar a la hija de Alejandro Cortés?

Después de ducharme, Lupita me trajo una sopa caliente y estofado de carne con patatas asadas. No me di cuenta de lo hambrienta que estaba hasta que el aroma a comida caliente no llegó hasta mis sentidos. Cené en la cama con la tele puesta de fondo y mil cosas en la cabeza. Liam me había mandado un millón de mensajes y lo llamé para que se quedara tranquilo.

— ¡Cuando tu padre me llamó casi me da un puto infarto, joder! —exclamó totalmente alterado. —Pensaba que yo había tenido algo que ver con tu desaparición, Dios santo, Marfil, casi me muero de la angustia.

—No se lo tengas en cuenta, aparte de Tami, eres uno de los pocos amigos que tengo en la facultad, si no habías sido tú las opciones a las que acudir eran bastante escasas.

Liam quiso saberlo todo, quería que le describiera lo ocurrido, lo que recordaba y lo que no, pero eso era lo último que quería hacer en aquel instante. Necesitaba descansar, los ojos me pesaban y odiaba notar que el miedo no desaparecía a pesar de estar segura en casa.

—No te preocupes, ya hablaremos cuando regreses a Nueva York.

¿Cómo demonios me habían trasladado de Nueva York a Nueva Orleans en tan poco tiempo?

No pude seguir dándole muchas vueltas, los ojos se me cerraron sin darme cuenta y me sumí en un sueño profundo e inquietante.

***

El día me recibió tormentoso, como si quisiera reflejar mi estado de ánimo particular. Me asomé por mi ventana para contemplar la extensión de reluciente campo verde que rodeaba la casa de mi padre. Siempre había disfrutado volviendo a casa, saber que había sido mi madre quien había hecho posible convertir un lugar tan grande en una estancia tan acogedora y hogareña me producía una sensación de intensa calidez.

Me vestí rápidamente con unos leggins y una sudadera y bajé a desayunar a la vez que buscaba en el móvil un vuelo para viajar lo antes posible a Nueva York. No podía seguir perdiendo clase y además iba a tener que hablar con el profesor de microeconomía y rezar para que me dejara hacer el parcial que me había perdido. Lo sé, debería estar más preocupada por lo que me había ocurrido horas atrás, pero era incapaz de recordar nada por lo que aparte del susto, no podía temer algo que no podía visualizar.

Cuando entré en la cocina, me encontré a Lupita pelando patatas. El aroma a café impregnaba la estancia lo que significaba que mi padre debía de estar en casa. Nunca había conocido a alguien tan adicto a la cafeína; yo por el contrario, no había heredado esa pasión por aquella bebida caliente y oscura y desayunaba siempre un vaso de leche caliente con miel. Lupita me sonrió al verme llegar y antes de que pudiera contar hasta diez ya tenía mi desayuno delante de mis narices.

—Tu padre ha pedido que en cuanto acabes vayas a verlo al despacho, cariño.

Asentí llevándome unos cereales a la boca. No tardé mucho en desayunar y tras darle las gracias a Lupita salí de la cocina, y crucé el salón, amueblado con sofás de color marrón chocolate, una gruesa alfombra persa, la televisión de sesenta pulgadas y la larga mesa donde cenábamos en ocasiones especiales: navidad, mi cumpleaños o el de Gabriella cuando no lo pasaba con su madre, Acción de Gracias...

Para llegar al despacho de mi padre tenía que cruzar un largo pasillo, un pasillo que detestaba con toda mi alma ya que de sus paredes colgaban todo tipo de cabezas de animales disecados. Mi padre era un experto cazador, se gastaba fortunas recorriendo los pasajes más remotos para buscar piezas únicas que colgar luego en la pared.

Aun podía recordar la vez que decidió llevarme con él. No solo me obligó a matar un ciervo, sino que luego me "bautizó" impregnándome con su sangre de la cabeza a los pies. Sus amigos rieron al verme llorar; yo aún tenía pesadillas.

Mi hermana y yo éramos fieles amantes de los animales y que nuestro padre se dedicase a darles caza por simple diversión era algo que nos repugnaba.

Llamé a la puerta antes de entrar. Mi padre estaba sentado ante su inmenso escritorio y frente a él se encontraba Logan Price. Logan se había encargado de la seguridad de mi padre desde que tenía uso de razón. Siempre que mi padre iba alguna parte Logan lo acompañaba. Era algo tan normal que nunca me detuve a preguntarle de qué peligros debía protegerlo. Mi padre, colombiano de nacimiento, era un multimillonario que había emigrado a EEUU con tan solo veinte años. Era un hombre brillante, había hecho una fortuna prácticamente de la nada. Compró terrenos en la época en donde los precios estaban regalados y cultivó viñedos que a día de hoy abastecían gran parte del sur del país. Criaba caballos también, y tenía muy buena relación con el presidente Colombiano, con el que mantenías largas charlas mientras se fumaba un puro delante de su inmensa chimenea.

Sí, Alejando Cortés era un hombre de éxito, muy reservado, apenas hablaba con mi hermana y conmigo sobre su trabajo o sus interminables viajes. Había conquistado a mi madre durante su estancia en Rusia. Se casaron al mes de conocerse y al año y medio me tuvieron a mí. Justo sobre la chimenea que había a mi derecha, en su despacho, había una fotografía enmarcada de ella: Paulina Kozlova había sido una belleza deslumbrante, una mujer hermosa de pómulos altos, labios llenos y seductores, rubia como el oro y de grandes ojos color esmeralda. Yo era muy parecida a ella, solo que había heredado el pelo negro de mi padre. Siempre que miraba aquella foto sentía un pinchazo en el corazón. Odiaba tener de ella solo un recuerdo: sus ojos sin vida devolviéndome la mirada y la sangre impregnando el suelo a su alrededor...

Logan se giró hacia a mí cuando cerré la puerta tras mi espalda. Incorporándose me saludó con un seco: «buenos días, señorita Cortés» mientras me retiraba la silla para que tomara asiento.

Mi padre apoyó los codos en la mesa y me miró de forma decidida.

—Hemos estado hablando sobre lo que ha ocurrido, Marfil y la única conclusión a la que hemos llegado es que el motivo de que te hayan secuestrado y te hayan traído hasta aquí sin pedir nada a cambio ha sido simplemente para mandar un mensaje. Un mensaje en donde me recuerdan lo fácil que ha sido llegar hasta a ti y que podrían volver a hacerlo.

No hubo ningún «¿Cómo te encuentras, hija?». Mi padre fue directamente al grano, como siempre. Me apreté las manos con fuerza, intentando no mostrar lo asustada que me tenía la posibilidad de que algo así volviese a ocurrir.

— ¿Pero por qué? ¿Qué quieren conseguir con eso?

Mi padre se echó hacia atrás impasible.

—Hay mucha gente que me odia, Marfil, y podrían querer hacerme daño a través de ti.

Logan seguía de pie junto a la ventana, y se giró hacia nosotros con seriedad.

—Hasta que averigüemos quien ha sido y qué buscaban secuestrándola, debería tener a alguien que pueda protegerla, cuidar de que esto no vuelva a repetirse.

No...

Mi padre me vio venir antes incluso de que abriera la boca.

—Me rogaste que no te pusiera protección, Marfil, y fui un necio al consentirte. No hice caso de las advertencias de mi equipo de seguridad y ahora mira lo que ha pasado. ¡Podrían haberte matado o violado!

Tragué saliva sintiendo la sangre correrme velozmente por el cuerpo.

—Pero...

Mi padre se puso de pie y fue hasta el bar que había junto a su escritorio.

—No hay peros que valgan, Mar—dijo abriendo la botella de whisky y sirviéndose una copa—No voy a correr riesgos contigo, nunca debí correrlos.

Miré a Logan y luego a mi padre. Ambos estaban serios, decididos.

—No puedo llevar una vida normal y corriente si tengo un guardaespaldas pegado a mis talones, papá.

— ¿Prefieres que lo que ha ocurrido se repita?

No tuve un argumento de peso para contradecirlo y odié tener que quedarme simplemente en silencio.

—Hasta que aclaremos lo ocurrido, tendrás custodia las 24 horas del día, yo también he reforzado la mía y tu hermana Gabriella la tendrá cuando regrese a casa por vacaciones. De momento en el internado está segura pero no pienso permitir que vuelvan a arrebatarme a una de mis hijas.

— ¡¿Pretendes que esté vigilada durante todo el día?!

Logan se adelantó a mi padre y contestó por él.

—Solo hasta que aclaremos lo ocurrido, señorita Marfil—repitió dando un paso hacia adelante—Ya tenemos a los mejores detectives investigando quien ha podido secuestrarla.

¿Detectives?

— ¿No es mejor que lo lleve la policía?

—La policía es lenta, hija, y tiene mucho trabajo. Prefiero pagar por unos servicios que esperar a que se hagan por amor al arte.

Cerré la boca sin ningún tipo de argumento que rebatiera lo que ellos decían. No podía arriesgarme a que volviese a ocurrir algo semejante, pero había luchado mucho por convencer a mi padre de que no hacía falta que me pusiese protección y toda esa lucha acababa de quedar en nada.

—Ya hemos contratado a uno de los mejores agentes. Sirvió en las fuerzas aéreas durante cinco años y se condecoró con honores. Es una suerte que haya querido aceptar este trabajo.

Suspiré sabiendo que la batalla estaba perdida.

—No quiero que en la facultad se sepa que es un guardaespaldas, papá.

—Ya hemos pensado en eso, estará de incógnito, nadie sabrá cual es su trabajo a no ser que tú lo digas. Carla ya ha informado a la facultad, podrá acompañarte asiéndose pasar por estudiante, no tendrás que preocuparte de nada, será como si no estuviese allí, te lo prometo.

Eso me animó un poco más aunque dudaba que un tipo que había servido en la armada pasase desapercibido en un ambiente lleno de jóvenes estudiantes.

—Tu apartamento tiene un anexo para el servicio con dos habitaciones y un salón, también he mandado a que alguien lo haga habitable para el señor Moore.

Mierda, mi espacio para bailar.

No podía evitar sentirme frustrada y cabreada. No es que no valorara lo que mi padre estaba haciendo por mí, pero me jodía tener que tener a alguien pegado a mis espaldas. No quería vivir con miedo, no quería tener un recordatorio constante de que podían volver a hacerme daño o al menos intentarlo, pero sabía que ante tales circunstancias, no había nada que yo pudiese hacer.

— ¿Cuánto crees que tardarás en averiguar quién está detrás de esto?

Mi padre volvió a tomar asiento.

—No lo sé, pero te aseguro que es mi prioridad.

Asentí deseosa de irme de allí.

— ¿Puedo irme?

Mi padre asintió y volvió a fijar la mirada en su ordenador.

Señor Moore, seas quien seas...ya me caes mal. 

**¡Hola a todos! Espero que hayáis disfrutado del capítulo. Como habéis podido ver, he cambiado el nombre de la hermana de Marfil. En un principio iba a llamarse Tatiana, pero con la editorial nos dimos cuenta que se parecía mucho al nombre de Tami (la mejor amiga de Marfil) y entonces lo cambiamos por Gabriella, que a mí me gustaba también mucho. Perdón por el error, debería haberlo cambiado pero no me di cuenta.

Nos vemos en el siguiente capítulo! No os olvidéis de comentar y decirme qué os parece! :) **

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