ᴛʀᴏᴜʙʟᴇ ʙᴏʏ| ʀᴏɢᴇʀ ᴛᴀʏʟᴏʀ

By jjumpsvt

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____ Foster es una chica de buenas notas tranquila y obediente, hasta que Roger Taylor llega a su vida para d... More

Sinópsis
01 |el inicio de mis problemas|
02 |¿por qué a mí?|
03|expectativas peligrosas|
04 |imán de idiotas|
05 |la idiota americana|
06|un microbio|
07 | el big dave y yo|
07 |el big dave y yo 2|
08 |en llamas|
09 |la chica del 69|
10|querida ___|
11|Jessie|
12 |castigos|
13 |estado de gracia|
14 |fantasmas|
15|aquí vamos otra vez|
16 |perdedora|
17 |la pobre víctima de roger|
18 |el hada madrina Taylor|
19 |cisne negro|
20 |la caída de ambos|
21 |¿quién eres y qué quieres de mí?
22|lo juro|
23 |un ángel|
24|no eres como las otras chicas|
25|si vas a empezar a insultarme, mejor lárgate|
26 |te prometo que nos vamos a divertir|
27| ¿que quieres decir con eso?
28 |me temo que no|
30 |fin|
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sinopsis
Cap 1 |¿Qué fue eso?
2 |Megan lo sabía|
3 |nunca sería capaz de mentirte|
4 |bola de silicona andante|
05|¿estoy en problemas?

29|¿eso es todo?

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By jjumpsvt


Di un respingo cuando volví a colocarme la bolita de algodón sobre la ceja izquierda. Por suerte, la sangre de la herida ya estaba coagulada y había dejado de chorrearme por la cara. No tenía ni la más mínina idea de cómo iba a ocultar de la gente, en especial de Roger, todos estos golpes y moretones. Ya intenté maquillarme pero no dio resultado, además dolía mucho cuando me aplicaba polvo sobre las áreas afectadas; de ninguna manera volvería a someterme a ese tipo de tortura en mi vida.

Me corrí el cabello hacia un lado y pasé mis dedos por el cuello, las marcas de los dientes y dedos de Uriah eran tan visibles como un letrero de neón en medio de una carretera oscura, y sabía que no se irían de ahí durante un largo tiempo. Toqué una herida y retiré la mano lo más rápido que pude, haciendo una mueca de dolor ante al contacto.

Una patada en la entrepierna, era todo lo que bastaba para hacer caer a un hombre. Había salido corriendo calle arriba sin mirar atrás cuando una bala caliente me rozó la oreja. El corazón por un instante había dejado de latir y llegué a pensar que Uriah me había disparado, pero no fue así. Le exigía a mis piernas más de lo que podían rendir e hice caso omiso al dolor que sentía en los talones. En menos de un minuto ya estaba casa, sana y salva, a pesar de que cojeaba de una pierna porque Uriah no era de los que "dejaban ir" tan fácilmente. Me golpeó más de lo que golpearía un saco de bóxeo en toda su vida, y si le costaba golpear a una chica, no lo demostró. No recordaba haberlo visto hesitar cuando alzaba el puño y lo bajaba, repitiendo la acción una y otra vez.

Nadie me había puesto la mano encima desde que tenía uso de razón, ni siquiera mamá se atrevía a golpearme. ¿Quién era Uriah para sentirse digno de tocar mi cuerpo en la forma que lo hizo? Los ojos me ardían y en mí creció una bruma intensa de deseo de venganza. Todavía podía sentir sus manos tocarme los pechos y sus dientes clavarse en mi cuello, mientras yo permanecía inmóvil, incapaz de poder hacer algo por mí misma, hasta que pude reaccionar e intenté defenderme como mejor sabía. Y ahí fue cuando me golpeó. No una ni dos veces. Varias. Tantas que la situación se transformó en un enfrentamiento cuerpo a cuerpo. O era él, o era yo. Nunca conseguiré entender cómo diablos había escapado viva de sus manos.

Me preguntaba si habría alguna clase de reencuentro, y cuando consideré esa posibilidad, se me helaron los músculos y me temblaron las piernas. Los hombros cayeron como si me hubiesen puesto un saco de plomo sobre ellos.

Me tomó un segundo darme cuenta que estaba asustada.

"No te sientes tan viva ahora, ¿verdad?"

Sacudí la cabeza energéticamente, empujando lejos de mí el pensamiento e intentando concentrarme en otros asuntos. Con mis manos tembroloras levanté la blusa y miré las horrendas heridas en mis costados: grandes contusiones de rojo violáceo sobre mi piel. La puerta del baño se abrió bruscamente y los ojos alarmados de Roger se encontraron con los míos en es espejo.

Mi labios se separaron cuando él entro a la habitación y cerró la puerta tras su espalda. Sus ojos no dejaban de estudiar los daños en mi cintura, entonces yo me bajé la blusa rápidamente para esconder las marcas. Cuando me colocó una mano en el hombro y me giró delicadamente para que lo mirara a la cara, su pulgar me acarició el pómulo en una forma conciliadora que logró que me olvidara de todo por un segundo. Ni siquiera me molesté en preguntarme cómo lo hacía.

Pero su ceño fruncido y la delicada y fina línea en la que estaba apretado su labio inferior me dejaron saber que estaba a punto de explotar y destrozar lo primero que tuviera a su alcance.

¿Si sabía que Uriah era el culpable de esto...lo mataría?

"No, porque él no es un asesino"

—¿Quién fue el hijo de puta, ________?—Me cuestionó entre dientes, ahuecando su palma contra mi mejilla.

—Roger, estoy bien—me aclaré la garganta y aparté la mirada, sintiendo un nudo en la garganta.

—¿Crees que soy estúpido?—Preguntó, haciendo un esfuerzo por controlar su furia. No pudo contenerse—. ¡_______, maldita sea, sólo... Mírate!—Me agarró por los hombros y me volvió hacia el espejo. Con una mano me subió parte de la blusa y dejó al descubierto los asquerosos moretones de los laterales—. ¿Vas a decirme que estás bien?

Agobiada, negué con la cabeza y parpadeé varias veces. No quería preocuparlo por cosas que podía resolver sola ni darle más motivos para volver a verse con Uriah. De ninguna manera.

Me quité sus manos de encima y volví a bajarme la blusa, alisando los bordes y mirándome la punta de los pies. Me apoyé detrás del lavabo y suspiré profundamente, reuniéndo las palabras necesarias y todo el valor posible para poder mentirle. Él seguía esperando una respuesta, impaciente.

—Fui a caminar un rato y...y unos tipos me asaltaron, ¿de acuerdo? Me fui corriendo cuando antes de que la cosa se pusiera peor. Eso es todo.

—¿Eso es todo?—se rascó una ceja con el pulgar y se rió, pero no porque mi comentario le hubiese causado gracia, si no para evitar gritarme en la cara y armar la Tercera Guerra Mundial en el baño de la casa—. Hablas como si me estuvieses contando un puto día en la playa, _______. Te recuerdo que casi te sacan la mierda de una patada.

—Ay, muchas gracias...—alcé las manos bruscamente y ladeé la cabeza exasperada.

—¿Al menos...tienes alguna idea de quiénes eran?

—¡Oh, por supuesto! Se llamaban Ricky y Martin. Me preguntaron si podrían asaltarme, también hacen servicios a domicilio. ¿Quieres su tarjeta?

—No me estás facilitando las cosas, preciosa—bufó mientras se recargaba en la pared, mirando suplicante hacia el techo, como si esperara que un milagro cayera del cielo—. Si no cooperas, me obligarás a hacer las cosas a mi manera, y sabes que tú y yo tenemos puntos de vista totalmente diferentes.

¿Qué mier...? Puse los ojos en blanco y decidí ignorarlo, dando la vuelta y buscando el algodón, que ahora era de un rosa pálido, para colocarlo una vez más sobre mi ceja. Odiaba cuando Roger quería tomar posesión de mí, su forma de querer controlarme era tan irritante que me sacaba de mis casillas y me ponía de mal humor. Él no tenía ningún derecho de entrometerse en mis asuntos, Roger era mi hermanastro, no mi novio, y ya estaba harto de decirme que no quería tener nada conmigo debido a una larga lista de malditas consecuencias que no sabía en qué consistían. Si me dijera las razones y dejara de darle tantas vueltas al condenado asunto, quizás aceptaría el hecho de que no estuviésemos juntos.

Aunque me sentía tonta, porque en parte, no había una diferencia entre "estar juntos" y no estarlo; él me besaba, él me tocaba...él me protegía. ¿Por qué estaba tan inconforme, entonces?

Dejé caer el algodón de mis manos y largué una serie de malas palabras que provocaron que Roger se riera. Al parecer hice mucha presión sobre la herida y la lastimé lo suficiente como para que me volviera a chorrear sangre descontroladamente. Busqué con desesperación sobre el tocador la cajita de pañuelos húmedos, pero Roger me había tomado la cara con una mano mientras apretaba contra la herida una toalla hecha bola.

—Quiero que me dejes protegerte—susurró con la voz rota, presionándo con suavidad mientras yo lo miraba suplicante a los ojos—. Pero primero debes confiar en mí y contarme la verdad. Sé que fuiste al Sgt's Pepper's tú sola buscando a Sean, también sé que de camino a casa te encontraste a Uriah y casi te mataba—dejó caer la mano con pesadumbre, y no pude interpretar si estaba dolido o enojado. Mi sentimiento de culpabilidad se vio reflejado en la forma que mordía el labio—. Podría morirme cien veces intentándo cuidarte de ese tipo, _______. Confía en mí y juro que estarás a salvo.

Roger se acercó a mí y acarició mi brazo con sus dedos, al final del trayecto entrelazó nuestros manos y me atrajo hacia su cuerpo. Sus ojos contemplando profundamente mis ojos color cafe. Su mirada me nubló el pensamiento y un ácido extraño me ardió en el centro de la garganta. Estábamos cara a cara, aliento contra aliento. El rostro del uno reflejado en la penetrante mirada del otro. Después de haber oído el sonido de alguna puerta de la casa cerrarse, escuché las voces de mamá y Reagan en la planta baja preguntar por nosotros.

Sin embargo, ninguno apartó la mirada.

—Debes estar de broma—dije después de unos segundos.

Él se rió, pero yo lo corté alzando una mano antes de que pudiera agregar otra cosa.

—No—continué, cerrando los ojos y meneando la cabeza, incapaz de ententer la maldita situación en la que este chico me había metido—. No seas estúpido, Roger. Dijiste que mantenerme lejos de ti era la mejor forma de estar protegida, y creo que lo intenté...alejarme, o tú lo hiciste por mí. En fin, no me importa. La cuestión no es esa, sino tu puta inestabilidad y egoísmo. Un día...un día me dices que quieres estar conmigo y al otro terminas alejándote de mí por completo, y cuando por fin...logro olvidarte un poco...tú...tú simplemente vuelves. Así, como si nada. Porque sí, porque te dio tu maldita gana, pero...¿qué hay de mí? ¿De las cosas que siento?—Lágrimas se asomaron por mis ojos, pero ninguno mencionó nada al respecto. Contemplé a Roger mientras expresaba mis sentimientos, sorpresivamente con facilidad—. ¿Qué es lo que en realidad pretendes con el gran "déjame protegerte"? ¿Piensas que cederé tan fácil y estaré contigo solo porque eres tú? Si es así, eres un maldito...—La voz me salió temblorosa, a punto de romperse mientras me acercaba a él, pero cuando intenté deslizar mi pie izquierdo hacia delante, me fallaron las piernas y casi caigo de bruces al suelo si no fuera por los fuertes brazos de Roger impidiendo el impacto.

Intenté alzar la mirada y observarlo fijamente a la cara, pero su reflejo se dividió en dos y comenzó a bailar en zig-zag alrededor de la habitación. Un nudo pesado nació en mi estómago y me subió hasta la tráquea, entonces comencé a sufrir un infernal ataque de tos antes de vomitar la comida del día sobre la ropa deportiva de mi hermanastro.

(...)

—¿Puedes quedarte quieta un segundo? Me estás poniendo nervioso, mierda.

—¡Sólo ponme una maldita curita y listo! Y sólo para que lo sepas... apestas.

—¡Tienes la puta herida abierta, _______! ¡Quédate quieta o enfrenta tú sola a Kate y papá!

Volví a cerrar los ojos y enterré las uñas en el colchón de mi cama mientras Roger acercaba la aguja para cerrar la herida que Uriah me había hecho sobre la ceja. Antes de iniciar con el proceso, Roger me metió el brazo de mi osito teddy en la boca. Abrí los ojos y lo miré confundida.

—Es para que puedas luchar contra el dolor—se encogió de hombros—. Además evita que grites. ¿Lista?

Vacilante y con los nervios a flor de piel, asentí con la cabeza y cerré mis ojos con fuerza. Como si sirviera de algo, mentalmente me transferí a mi lugar feliz: Carolina del Norte. Tenía once años y recién conocía a Laura y Johnny en la boda de su hermano mayor Greg. Me imaginé una puesta de sol en la playa Wilmington, magdalenas de fresas y un vestido de bodas. Casi pude oler el mar y el perfume de niña que usaba Johnny la vez que me entregó el prendedor dorado del trébol de cuatro hojas, como patrimonio de nuestra amistad. Sonreí.

No me di cuenta cuando Roger había terminado de cerrar la herida.

—Ya está—me tomó por la barbilla y examinó cauteloso su trabajo—. Se ve bien, pero creo que hice algo mal. ¿Te dolió?

—No...no sentí nada. Creo.

Roger apretó los labios y asintió para sí.

—Entonces...definitivamente hice algo mal.

—Hijo de puta. La crema y el maldito oso debieron funcionar para algo, ¿no?

—Nunca dije que no te dolería. Pero en fin...súbete la blusa.

De repente, mis cejas se elevaron, me levanté y retrocedí tres pasos, mirandolo extrañada. Mis movimientos fueron tan bruscos que sentí un pinchazo agudo en donde se suponía que tenía la herida. Roger se acercó, tomando unas cremas anti-inflamatorias y permaneció con una expresión neutral.

—¿Que me suba la blusa?—Pregunté sin poder creérmelo—. ¿Es en serio?

—Necesito colocar esta cosa en tus moretones para evitar la hinchazón...y hazme el favor de no mirarme así, _______—agregó con una sonrisa aburrida—. Ya he visto lo mejor de ti, preciosa.

—Ugh, eres un cerdo.

—Eh, sí, lo sé. Y si no te subes la estúpida blusa terminaré desnudándote a mi gusto. Tú decides.

Pero su voz ronca me pareció sexy, seductora y estaba llena de promesas, tanto que se me encendieron las mejillas, y recordé que no debía dejarme llevar por sus enigmáticos y devastadores encantos. De mala gana y sin despegarme de su mirada, me subí la blusa y dejé al descubierto las oscuras coagulaciones de sangre en mi cuerpo. Roger terminó de acercarse a mí, aplicó crema en sus manos y luego, lentamente, me acarició la cadera y comenzó a extender la sustancia por mi piel. Tuve que morderme el labio para reprimir un jadeo. Sus manos se movían alrededor de mi cintura, con movimientos suaves, circulares y cuidadosos.

Detecté intenciones ocultas.

Incliné la cabeza hacia un lado y puse los ojos en blanco, su tacto hacía que me sudaran todas las partes del cuerpo. Cuando volví en mí y decidí enfrentar su mirada, ésta ya estaba esperando la mía. Y reconocí un "sé que te gusta" enterrado debajo del azul de sus ojos.

No pude soportarlo más, agarré sus manos y las guié un poco más abajo de la cintura.

—También me duele acá—susurré casi sin aliento.

—¿Dónde? ¿Aquí?—Descendió descaradamente hasta mi trasero y apretó mis glúteos. El sudor me caía como lágrimas de la frente y solté un gemido.

—Sí...ahí. Mucho.

Me atrajó bruscamente hacia su cuerpo y frotó sus manos en mi parte baja, sentí su erección golpear mis muslos mientras jugaba con mi trasero. Una calentura infernal me consumió entera, como hubiese descendido al centro de la tierra al cabo de un segundo. Su nariz olisqueó ávidamente mi cuello, y cuando paró en seco supe que había visto las marcas de Uriah tatuadas en mi piel. Pero no se apartó de mí ni me reclamó nada.

—No recuerdo haberle dicho a ese bastardo que terminara el trabajo por mí—dijo Roger, retorciéndo sus labios contra mi nuca y siguiéndo un camino húmedo hasta mi clávicula. Sus manos dejaron mi trasero en paz para subir y tomar nuevamente mi cintura, apartándome unos escasos centímetros de él. Mi fuero interno se desgarró la garganta gritando por más—. Esto podría ser más divertido, ¿sabes? Pero tanto tú como yo estamos fuera de combate. Debemos conformarnos con esto...por ahora—a continuación se puso serio y volvió por las malditas cremas anti-inflamatorias que había dejado sobre el tocador. Y entonces se me ocurrió una estupenda idea—. Vuelve a levantarte la blusa, no he terminado.

—Oye, siento una horrible opresión en el pecho. ¿Crees que tenga algo por el estilo aquí?—Tomé su mano y la llevé hacia mi corazón. Miré el techo y aguanté una risita traviesa—. No...espera, creo que es aquí—la coloqué un poco por debajo de mis pechos y la froté suavemente contra dicha área. Mis músculos inferiores apretándose violentamente—. Supongo que debería...quitárme la blusa. No lo sé...para verificar si no he sufrido daños.

Roger negó con la cabeza, risueño como un chico de primer año de secundaria. Sus mejillas rojas me provocaron unas ganas incontrolables de arrojarlo sobre mi cama. ¿Roger Taylor ruborizado? Esto era nuevo.

—Lo estás haciendo mal, preciosa. Muy, muy mal. Eres toda una novata.

Ahora solté su mano, dejándola caer sobre su muslo, y lo miré enarcando una ceja. No supe cómo tomarmelo así que fingí no sentirme ofendida.

—¿A qué te refieres?

—_______...eres...horrenda haciendo el papel de chica mala—se rió sacudiendo la cabeza—. No te queda. Además, me gustas así...buena. Inocente.

—No soy una inocente—repliqué colocando mis brazos en jarras.

—Sí, sí que lo eres.

—Que no.

Roger se acercó un paso. Y a pesar de que apestaba a vómito por culpa mía, tenerlo tan cerca me generaron unas ganas de saltarle arriba y capturar su perfecta boca entre la caprichosa jaula de mis labios.

—¿Puedes probarlo?—Vacilé un momento, pero después asentí decidida con la cabeza. Él sonrío y mordió su labio inferior, jodidamente ardiente—. ¿Aguantarías fugarte conmigo un día entero de clases?

__________________________________
Falta poco para el final¡!

¿No están un poquito emocionados? Yo sí jeje

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