- Dazai... ¿estas…estas bien? – susurro un niño desde la puerta de la habitación del castaño. Se había logrado escabullir de su habitación para ir a ver su amigo, ya que, ese día no había podido encontrarlo en todo el edificio. Su nee-san, o, mejor dicho, Kouyou-san le había servido un vaso de leche y galletas, con una suave sonrisa le había dicho que Dazai se encontraba indispuesto por algunos días y que no fuera por ningún motivo a verlo o podía ser castigado severamente. Ella siempre era muy amable con él, no parecía demostrarlo enfrente de otros, pero cuando estaban solos, siempre le contaba cuentos o le cepillaba el cabello, Dazai decía que era porque ella lo quería mucho, y el igual pensaba igual. Como en este caso, ella le estaba advirtiendo, ya era lo suficientemente grande para comprender una advertencia, pero el pequeño no entendía del todo a que se refería con que estaba indispuesto, ¿Estaría su amigo enfermo? Si ese era el caso, no podía dejarlo solo, cuando él se enfermaba, Dazai siempre iba a verlo.
El castaño, se encontraba sentado en la orilla de la cama, era cerca de la media noche, bastante tarde para que ambos niños estuvieran despiertos. Sin embargo, cada uno de ellos tenía muy buenas razones para no dormir aún.
Chuuya al notar que su amigo no le respondía, ingreso a la habitación y cerró la puerta con suavidad, para no hacer ruido y notaran que estaba ahí, podría meter en problemas a Dazai y con cuidado se puso frente a él, tuvo que subir un poco la mirada para encontrar sus ojos, aun cuando tenían la misma edad, Dazai ya lo superaba por algunos centímetros.
Cuando chocaron miradas, noto que su amigo tenía la mirada casi sin brillo, le dio una mirada muy fría y no había reconocimiento en ellos. Sintió como colocaba sus manos en su cuello, el solo lo siguió mirando, no iba a moverse. Dazai nunca le haría daño, no ha propósito por lo menos, a veces discutían, pero después ambos terminaban disculpándose. El pequeño pelirrojo sintió como Dazai solo sujetaba su cuello con ambas manos sin apretar y lo miraba fríamente.
- Dazai…soy yo, Chuuya – le susurro levantado ambas manos y sujetándolo por las mejillas para que no separara la vista de sus ojos. Poco a poco el reconocimiento fue ingresando a los ojos del castaño, el cual, a reconocerlo, lanzo una exclamación y alejo las manos del pequeño cuello. Los ojos azules no dejaban de mirarlo sin juzgarlo.
- Chuuya – Le susurro, se miraron por unos segundos y sin más el castaño lo abrazo con fuerza mientras temblaba, el miedo de hacerle daño a su amigo no lo iba a dejar fácilmente - ¿Qué haces aquí?
El pequeño le devolvió el abrazo y se apoyó en los brazos del otro. Dos niños abrazándose en una oscuridad que solo se veía interrumpida por la leve luz de la luna que ingresaba por la ventana de la habitación.
- Neesan me dijo que estabas indispuesto y que no debía venir a verte, pero si estas enfermo no puedo dejarte solo – con cuidado se separó de él y se subió a la cama para sentarse a su lado. El castaño con delicadeza los recostó a ambos en la cama, quedando uno enfrente del otro, Chuuya de inmediato tomo su mano y la apretó
- ¿Kouyou-san?
- Siii, hoy me fue a retirar temprano de la escuela y me mantuvo en su casa cuidándome, me sirvió galletas y vimos televisión juntos.
El castaño suspiro aliviado, hoy no había sido un buen día para el niño, Mori lo había llevado a una bodega abandonada donde había 3 hombres gritando por ayuda, luego puso una pistola en su mano y le dijo que debía matar al traidor, y que si se equivocaba no importaba, podía usarlo como una práctica para cuando tuviera que señalar al verdadero traidor en situaciones vitales. Pero el pequeño castaño se había negado a hacerlo, no quería tomar una vida. Mori enfadado le había quitado el arma y dado una golpiza, esta vez no le había roto nada, pero sus golpizas ya no le importaban, estaba bastante acostumbrado. El no gritar fue su error, ya que, Mori al ver que no funcionaba lo que hacía le había sonreído y dicho que si no lo mataba al traidor la golpiza la recibiría Chuuya. El de inmediato había reaccionado lanzándose sobre él, pero no había logrado nada, y, Mori, para hacerle saber que hablaba enserio, ordeno a Kouyou que hiciera sufrir a Chuuya, la mujer se había retirado de inmediato. Dazai controlo perfectamente sus emociones después de eso, sabía que la mujer no heriría a Chuuya, pero también sabía que la próxima vez podían mandar a otra persona donde Chuuya. Así que levanto el arma y le disparo 3 veces, matando a cada uno de los hombres sin piedad.
Con cuidado se acercó a Chuuya y lo abrazo, tenía heridas en cada parte de su cuerpo, pero habían valido la pena, él valía la pena, aun no entendía el sentimiento que iba naciendo en su pecho, pero sabía que era lo único bueno que había sentido desde que su existencia había comenzado.
- Dazai… ¡hoy paso algo realmente raro! – le exclamo de la nada rompiendo el abrazo y sonriéndole feliz.
- ¿Creciste un centímetro?
- No, eso no, mañana creceré un centímetro hoy no – le dijo sin perder la sonrisa
- ¿Entonces qué?
El castaño observó aterrado e impactado como Chuuya comenzaba a flotar un centímetro sobre la cama y luego tocando las almohadas hacía que estas flotaran por la habitación. No aterrado por lo que hacía el pelirrojo, sino por lo que significaba, si Mori descubría que Chuuya tenía un poder…no…no podía ser.
Apresurado lo tomo de los brazos provocando que Chuuya cayera de golpe a la cama junto con las almohadas, este abrió los ojos sorprendido.
- ¡Chuuya, escúchame, no le muestres ese poder a nadie más que yo! ¡¡¿Me entiendes!!? – le dijo alterado mientras lo sacudía con fuerza.
- Me haces daño – Le exclamo intentando separarse, pero Dazai se subió encima de él mirando serio
-Por favor, prométemelo, por favor – le dijo apoyando su frente en la del pelirrojo
- Esta bien, lo prometo – Le dijo frunciendo el ceño y empujándolo se encima de él. Dazai se quejó al sentir como le golpeaba una de sus heridas, pero Chuuya no se giró a mirarlo, le dio la espalda enojado
- Lo siento por sacudirte así – el pelirrojo no le respondió, con un suspiro Dazai le toco la espalda para que se girara a verlo, este solo lo miro de reojo- ¿Quieres que te cuente un secreto? Como tú me contaste el tuyo yo igual lo hare
- ¿Un secreto?
- Sí, yo también tengo un poder, pero no es tan genial como el tuyo
El pelirrojo se giró a mirarlo emocionado recostándose nuevamente a su lado, esperando a que le contara.
- Puedo bloquear los poderes de los demás – le susurro como si fuera un secreto, los ojos azules del pequeño brillaron alegres.
Esa noche, Chuuya se durmió primero, Dazai solo lo observo dormir mientras le acariciaba el cabello, cuando la puerta se abrió lentamente. El castaño se puso en guardia para defender a su amigo, pero suspiro al ver que solo era Kouyou. Esta los miro fijamente y luego con un suspiro, tomo a Chuuya en brazos para poder llevárselo.
- Gracias por cuidarlo – le susurro Dazai, observando fríamente a la mujer
- No lo hago por ti mocoso – le contesto irritada, ella observo algo paralizada al ver como el castaño le respondía con una sonrisa, una que hacía sentir que miles de cuchillos atrasaban su espalda, era un mocoso, y aun así ya tenía esa presencia, era sorprendente que Chuuya no se asustara de él, aunque, Dazai era otro con Chuuya. La pelirroja sin decir nada más se alejó de la habitación del castaño para poder llevar al pequeño de ojos azules a su respectiva cama a descansar.
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