『 ɢ ᴀ ɴ ʙ ᴀ ʀ ᴜ || jungkook...

By ssoftnana

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Para Jungkook, todo debía siempre estar organizado y dirigido. La prudencia y en análisis de situación regían... More

『ρяợℓσɢσ』
Capítulo 1 + booktrailer
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
『 personajes *・゚✧
『 booktrailer ─ 2 ─ special jungkook's day』
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
『 + personajes (♡ゝ◡╹♡)ノ・゚✧
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
fαηαятѕ ∂єℓ fαηfic (っ◔◡◔)っ
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Epílogo
Escena extra + comentarios.
ʟᴏꜱ ᴘᴇʀꜱᴏᴀɴᴊᴇꜱ ᴅᴇꜰɪɴɪᴛɪᴠᴏꜱ... ¿? ┐ (¯ ヘ ¯) ┌

Capítulo 26

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By ssoftnana


[]

Capítulo 26: Día especial de dolor.

—Oh, vaya, siguen aquí. —los tres nos pusimos rápidamente de pie ante la tranquila mirada del Doctor, que salía de la sala luego de casi tres horas. La enfermería era una pequeña cabaña apartada a un lado de las montañas bañadas en nieve, las paredes eran de madera y el lugar era muy cálido, gracias al calefactor principal que se encontraba en la sala de espera.

Cuando no propusimos visitar a Jungkook por la tarde, inmediatamente después del accidente, se nos había dicho que estaba descansado y que era imposible, debido a que su cuerpo y mente requería el mayor descanso posible. Sin embargo, el doctor nos había afirmado que se encontraba bien, tenía raspaduras en todo el cuerpo a causa de las rocas que lo habían golpeado mientras caía por el pequeño despeñadero y un corte mayor en la mano izquierda, sin embargo, no estaba en peligro ni había sufrido heridas grave. Eran heridas que en unas semanas ya estarían curadas. Mientras hacíamos nuestras tareas en el día, habíamos acordado venir a las ocho de la noche, ya que era cuando todos estábamos libres.

Yo era la más espabilada de los tres en aquél momento, Niwa estaba en el sofá de cuero blanco frente a mí, con la pared de madera como fondo, con sus largas piernas plegadas a un costado, los brazos apoyados en el posa brazos y dejaba caer la cabeza allí, medio dormida. Terrón de chocolate literalmente estaba dormido, su cabello parecía un almohadón rojo eléctrico apoyado en el hombro de Niwa y ambos casi se caen al piso cuando la puerta de la sala sonó.

El Doctor nos sonrió amablemente, era muy joven, probablemente no pasaba los treinta años, pareció vernos con pena. —Lo siento chicos, pero él debe descansar.

Era una maldita broma.

—Pero nos dijo que en la tarde o noche...

—Lo sé, pero el primer día es cuando los calmantes recién están haciendo efecto, y él necesita reposo absoluto.

—Solo queremos saludarlo y desearle salud. —soltó Niwa, frotándose un ojo del sueño— No es como si vayamos a provocar un alboroto.

—Lo siento chicos, pero hoy no se puede. — literalmente casi nos saca de la cabaña a patadas, quizá fue porque terrón de chocolate estaba babeando su sofá, pero tampoco era para tanto. El gélido y rebosante frío nos golpeaba como cachetada, por lo que, antes de salir, nos pusimos entre tropezones y bostezos los gorros de lana, bufandas y guantes para la terrible noche helada. En este lugar por las noches aquellas tres cosas no eran un accesorio, realmente tenías que utilizarlas por necesidad, el frío parecía entrar por cualquier punto de la ropa y literalmente el fuerte viento hizo que mi flequillo se partiera a la mitad cuando abrí la puerta. Tuve un escalofrío.

—Vaya fiasco, espero y hyung esté bien. —Tae tenía un conjunto de bufanda, gorra y guantes que le había tejido su abuela, era de color rojo, conminando chistosamente con su cabello y sus mejillas rojas por el frío estaban ocultas por la gran bufanda, se guardó las manos en los bolsillos y comenzó a caminar en medio de Niwa y yo. Lo peor de todo es que la cabaña, por alguna estúpida razón, se encontraba en una bajada, por lo que subir por la nieve con el viento en contra a las ocho y algo de la noche no parecía realmente el sueño de mi vida.

Yo dejé caer mi cabeza en el hombro de terrón de chocolate y suspiré, sintiendo un puñado de angustia en el pecho al imaginarme a Jungkook encerrado, acostada en una camilla, además, me preocupaba enormemente su miedo o fobia a la oscuridad ¿Cómo la estará pasando allí? —Vaya mierda, tener que pasar por un momento así solo...

—Yah, —mencionó Niwa, intentando apaciguar el ambiente cais depresivo que se estaba gestando entre el pelirrojo y yo —Mañana venimos a primera hora, y si no nos deja entrar, pues quemamos la cabaña. —Tae miró algo confuso a Niwa y yo fruncí las cejas.

—¿Tienes que ser tan radical?—se quejó el pelirrojo.

—No creo que incendiar todo a su alrededor sea una buena idea de saludar al bárbaro. —mencioné, entrelazando mi brazo con el de terrón de chocolate y guardando mi mano enguantada en el bolsillo de mi casaca, Niwa hizo lo mismo con Tae con su otro brazo del otro lado, y comenzamos a caminar con tranquilidad y casi extrema lentitud. La luna llena estaba junto a la punta de una montaña alumbrando su blancura, con un racimo de estrellas de telón de fondo a todas las montañas.

Niwa sonrió —Hace mucho que no lo llamas así. —yo sonreí también, viendo como mis botas pisaban la nieve y sonrojándome por alguna razón.

Era verdad, no sabía cómo ni en qué momento exactamente, pero mi relación con Jungkook había mejorado a pasos agigantados. Había pasado de odiarlo profundamente, a quedarme hasta estas horas de la noche solo para saber si estaba bien y asegurarlo con mis propios ojos. Incluso incluirlo en mi círculo de amigos. Y no era como que tenga un círculo de amistad muy gigantesco que digamos, digo, literalmente solo eran dos personas, y una acababa de llegar recientemente.

Pero no era mi culpa tampoco que nuestra relación comenzara tan jodidamente, Jungkook no me lo había dejado fácil cuando lo conocí. Recuerdo todas sus insinuaciones con frescura, sus comentarios molestos simplemente con el fin de avergonzarme, sus constantes críticas a mi poca feminidad, o incluso su mal humor cuando alguien del equipo masculino me hablaba y bromeaba aún más. Era jodidamente molesto, y me la pasaba insultándolo, no entendía cuál era su maldito problema. En algún momento Niwa llegó a convencerme de que estaba interesado en mi, obviamente, eso no significaba que dejara de ser un idiota descerebrado, pero que, en cierta forma, era su manera de llamar mi atención. Descarté la idea de inmediato, yo lo había visto ligar con bastoneras u otras chicas, él era amable, coqueto, e incluso caballeroso.

A mí lo más caballeroso que me había dicho en esos momentos era que mis manos estaban llenas de callos y que mis ojos eran grandes como los de un búho.

Ah si, yo me moría de amor, claro.

Fue por eso que eliminé toda posibilidad, si él sabía comportarse con cualquier chica porque obviamente, tenía experiencias ¿Por qué demonios iba a comportarse de esa forma conmigo? Era un imbécil, y le divertía molestarme porque yo no era precisamente el modelo de patinadora que el mundo esperaba. También porque sabía que su opinión y las de los demás me importaba una puta mierda, y obviamente, porque tenía un carácter explosivo y todo me hacía querer degollarlo con las cuchillas de mis patines.

Aunque, en realidad, mi gran secreto lo tenía muy bien escondido, porque la primera vez que tuve el infortunio de verlo a la cara, no había sido exactamente en el instituto, me había encargado de no abrir la boca cuando pasó lo que pasó en el local de tatuajes « Devil's Line »

Me estremezco de solo recordarlo.

hace dos añoS:

Dejé caer mi espalda en la mesa y me quedó viendo el techo azul, el cual tenía un gigantesco dragón negro dibujando en tribales. El día estaba literalmente decidido a hacerme dormir, la lluvia caía como esponjosos malvaviscos del nublado cielo y la humedad era terriblemente molesta, no hacía ni frío ni calor y llevaba unos pantalones negros holgados y una sudadera roja. No me había sacado la capucha, y los mechones de mi largo cabello sobresalían provocándome cosquillas en las mejillas, quise quitármelos por la humedad pero me dio demasiada pereza mover los brazos, los cuales tenía tendidos a los lados y estaban colgando de la mesa.

Corrí la cabeza y me acomode para ver cómo se gestaba el tatuaje en la piel de aquella mujer. En realidad la conocía, era una pelirroja, novia de un motero de alguna pandilla que residía por estos barrios, era más amable de lo que parecía su cara y siempre intercambiamos palabras y saludos.

Moví el paleta de frambuesa en mis labios y fijé la mirada aburrida en Tong, en sus ojos se marcaban líneas de tensión y concentración cuando miraba fijamente como la aguja dejaba marcas que nunca iban a desaparecer en el cuerpo de la pelirroja. La abuela una vez me había contado que Tong, en sus tiempos de moteros, era el tatuador oficial del grupo, afirmaba que hacía todos los tatuajes de todos allí he incluso tenía su propio local.

Ahora que los años le habían pasado por encima le había vendido el local a un tatuador joven para que se hiciera cargo de él, sin embargo, a veces venía y tatuaba a personas simplemente por el gusto de hacerlo, y obviamente, yo participaba de esos viajes. Siempre preguntaba amablemente si podía quedarme a ver cómo se hacían los tatuajes, y cómo las personas siempre acaban reconociéndome como la "nieta de Tong", no tenían problemas con mi presencia. Eso y que si los tuvieran, Tong se molestaría mucho, era el más sobreprotector después de mi abuelo. Y nadie quería faltarle el respeto a la nieta de un viejo marine ex pandillero.

Me quité la paleta de frambuesa de la boca, soltando un suspiro lleno de desgano y miré nuevamente el techo.

—¿No tienes cita con tu loquero hoy?—puse los ojos en blanco y miré a Tong, quién dibujaba líneas negras por el hombro de aquella mujer. Ella sonrió viéndome, sentada en una silla de madera al revés, pues tenía las piernas abiertas a los lados, y apoyaba un antebrazo a lo largo del respaldar de la silla. Probablemente no pasaba los treinta años, era muy joven, tenía una camiseta de tirantes blanca y podía ver que claramente no llevaba sujetador, sus pezones casi se veían a través de la blanca tela y unos shorts negros que dejaban ver bastante.

—Creí que ibas educadamente al psicólogo sin faltar, niña sabionda. —yo fruncí el ceño de inmediato, sentándome de piernas cruzadas sobre la mesa negra que estaba frente a ellos y la miré.

—¿Cómo sabes que voy al piscólog...?—miré a Tong y luego hice una pausa. —Viejo chismoso. — Tong tenía una bandana negra con detalles de calaveras blancas atada en su frente, un chaleco de cuero negro y una camiseta blanca de tirantes, además de unos vaqueros viejos. Podían verse claramente sus brazos atestados de tatuajes.

Él nunca se sacaba el maldito chaleco con parches de la antigua pandilla donde había pertenecido junto a la abuela y Yuan, sólo cuando debía irme a buscar al instituto o yo patinaba era cuando se ponía prolijamente una camisa blanca y se alisaba los pantalones.

—Se educada con tus mayores, mira qué modales tienes. —se quejó, y en ningún momento dejó de apoyar la aguja en la piel blanca de aquella mujer.

—Los modales que tu me enseñaste. —solté con obviedad, la mujer se rió un poco por mi vocabulario y Tong me dijo que me callara de una vez porque lo desconcentraba.

Por cómo me protegía y cuidaba Tong, todo el mundo que lo conocía y era medio cercano a él acababa creyendo que era mi abuelo o algo así, en realidad me gustaba creer que era más como el tío molesto y mal educado de quién había adaptado todos los malos hábitos. En realidad no teníamos ningún parentesco consanguíneo, él y Yuan solo eran los mejores amigos de mi abuela cuando eran jóvenes y cuando mi abuela "sentó cabeza" y se casó, ellos simplemente me vieron crecer junto a ellos.

—No entiendo por qué vas a un psicólogo, —la mujer se acomodó en la silla, dejando caer su mejilla en la palma de la mano y me miró. Tong soltó una maldición y le dijo que se quedara quieta. — Eres la chica mas calmada y educada que conozco aquí. En serio, mi hija es un año menor que tú, y pasa de problema en problema y de chico a chico.

—Ja ¿Qué te hace pensar que mi cachorrita no se mete en problemas? ¿No te supiste que ahora es la versión femenina de Kung Fu Panda del vecindario?

—¡Ey!—chillé ante el comentario de Tong, la mujer se rió y Tong volvió a maldecir por el movimiento de ella y el tatuaje.

—Sí, escuché algo de que la nieta de Tong le dio una paliza a la hija de Ye-un ¿Qué fue eso?—yo me quejé, arrastrando el trasero por la mesa y apoyando mi espalda en la pared llena de marcos con tatuajes y fotos que Tong y su aprendiz habían hecho en la piel de las personas.

— En realidad fue solo estupidez, hace solo tres meses que estoy yendo a defensa personal civil en el salón comunitario, literalmente no sé casi nada. Pero esa imbécil hija de Ye-un quiso hacerse la graciosa conmigo y dijo algo de Yuan que me molestó como la mierda. —en realidad solo la había empujado cuando comenzó a decir estupideces como que Yuan era una viejo de mierda bueno para nada, y cuando quiso acercarse molesta a mí entré en crisis y le di la patada que el entrenador Min tanto me obligaba a entrenar. Sorpresivamente, terminó funcionando, y el hecho de que sangrara porque al empujarla se dio contra la esquina filosa de una puerta rota, hizo creer a la gente que yo era la causante de esa sangre, lo cual me había dado fama de listilla. Era una suerte que este fuera el vecindario donde estaba el local de tatuajes y no el de casa ,de otra forma el abuelo hubiera entrado en pánico. — Y no, no me meto en tantos problemas como para ir a un psicólogo—al menos no líos que obliguen a alguien a ir a un psicólogo—pero mi madre es imbécil y no encuentra otra forma de fastidiarme la vida.

—Cachorrita. —el leve y suave tono de advertencia de Tong me dijo que me tranquilizara, pero era imposible separar la palabra madre junto a la palabra desagrado para mi. Ella había sido quién decidió irse, no yo, así que tampoco estaba mal que la odiara por todo lo que me había hecho pasar antes de irse. —Has algo productivo y ve a tirar la basura.

—Uuugh.

—Deja de quejarte.

—¡No me prives de mi forma de vivir!—grité con dramatismo cuando cruzaba la puerta y caminaba hacia el pequeño tarro de plástico.

Me gustaba quejarme más que vivir.

—Malditos borrachos. —chillé cuando quité la bolsa de residuos negra del tarro y todas las latas de cerveza se golpearon entre sí e hicieron ruido. —¿Tomaron cerveza y no me dejaron?—salí casi corriendo entre risas ante la mirada de Tong, sus ojos clavados en mí parecían irradiar fuego de molestia.

Tong no tomaba ni una gota de alcohol nunca, jamás. El abuelo me había contado una vez que el padre de Tong había sido un alcohólico en su juventud, y debido a las malas experiencias con su padre Tong nunca quiso tener nada que ver con la bebida. Por lo que, siempre que bromeaba con emborracharme o tomar me daba una mirada que me hacía querer esconderme debajo de una mesa.

Solté una maldición cuando caminé media cuadra y la llovizna se hizo presente, me puse rápidamente la capucha de mi sudadera roja y me obligue a correr unos cuantos metros hasta la esquina frente al callejón sin salida, el agua leve no dejaba de caer, y mientras sentía como se me humedecían las rodillas por el viento en frente me fue imposible no pisar charcos de agua a propósito.

Escuché una risa de golpe—¡Mira, maldito perro asqueroso, ni siquiera intenta defenderse!—escuché sonidos como de forcejeo y luego golpes. Me estremecí. No debía, de hecho, sabía que me iba a meter en líos si miraba, pero era tan estúpida y mi curiosidad llegaba a tal grado que no pude evitar dar dos pasos hasta llegar a donde terminaba la esquina y mirar el callejón. La paleta se me cayó de la boca al mirar. La noche comenzaba a cernirse sobre nosotros y con la lluvia me fue un poco difícil enfocar, pero mi corazón se retorció de angustia a ver un chico, era flacucho y por su uniforme, de alguna institución privada muy costosa. Una chica alta y de cabello castaño corto estaba pisándole el estómago consecutivamente mientras que otro chico más alto hurgaba en aparentemente su mochila. — Joder, que asco hombre, ni siquiera tienes los huevos para defenderte. —ella pateó su cara tan fuertemente que di un pequeño sobresalto, la cabeza del chico estalló golpeándose en la pared de ladrillos detrás de él y pude ver la sangre colapsando de su boca y nariz. Tragué saliva y me di media vuelta.

Vete de aquí.

Apreté los puños casi inconscientemente, sintiendo como la ropa se me pegaba cada vez más a la piel y los nervios y adrenalina comenzaban a adueñarse de la sangre en mis venas.

« El inteligente de verdad, es quien sabe distinguir el momento en el cual puede ser valiente, y el momento en el cual debe ser prudente. »

Las palabras de la abuela entraron como un arrollador rayo en mi cabeza. Si, lo más prudente sería largarme de aquí ya mismo, digo, este no era mi problema y no era mi culpa si ese niño rico se metió en donde no debía. Si intentaba la menos hacer algo, el tipo era alto y la chica parecía saber golpear ¿Qué podría hacer yo con mis estúpidos tres meses de defensa personal? Me matarían. Además, si intentaba llamar a Tong sería muy tarde, porque la parecer solo querían quitarle su dinero, si, lo más prudente sería largarme...

Di dos pasos. Paré en seco. Sin embargo... yo había decidido hace mucho que no era inteligente en lo más mínimo...

Miré por encima de mi hombro con los nervios a flor de piel, provocando que el estómago y las manos me cosquiellearan, y, apoyado en el metal azul del contenedor de basura, fui capaz de apreciar un bate de béisbol viejo y medio roído por la humedad, sin embargo, estaba entero. Antes de poder ser consciente, o al menos poder pensar, ya había actuado como la estúpida niña con principios que era. No podía ser inteligente y prudente, claro que no, tenía que hacer lo que el corazón mandaba y hacer que me hagan mierda.

Por un segundo, lo único que se pudo escuchar en el silencio de la noche y la lluvia, que tamborileaba en el piso, fueron mis pies corriendo a toda velocidad, pisando charcos de agua.

—Mierda, estás forrado, pequeña mierda, tú... —antes de que el tipo alto pudiera hablar, corrí a toda velocidad hacia él, mis brazos alzados hacia atrás, con el bate en mis manos. En un movimiento de arco, golpee fuertemente en su estómago, el bate viró en mis manos cuando golpee con todo lo que tenía de fuerza en sus costillas. Él soltó un quejido ahogado y cayó casi de inmediato, golpeando la mitad de su cuerpo en la pared de ladrillos. Me sentí orgullosa de derribar a alguien tan alto, pero no me detuve.

Cuando la chica se giró y sus ojos se abrieron, recordé las palabras del entrenador Min "Nunca dejes huecos y ni tiempo de reaccionar después de un golpe porque podría costarte la vida" Así que, antes de que ella pudiera reaccionar, le di fuertemente con el bate en la rodilla, fue el punto más importante, los dos puntos que dí iban a darnos tiempo de correr.

—¡Corre!— El chico pareció confundido, muy desorientado. Era incluso más flaco y paliducho que yo, y tuve retorcijones en el estómago al ver una de sus cejas hinchadas por los golpes de tal forma que ni siquiera se veía su ojo ni pestaña. Reaccionó lentamente, no teníamos el suficiente maldito tiempo. Me obligó a correr rápidamente hasta su mochila, metí su dinero dentro de esta y se la lancé al estómago —¡Corre!—esta vez sí reaccionó y se puso lentamente de pie, estaba cojeando. —Hay un lugar de tatuajes doblando la esquina, ¡ve ahí! ¡Ya, ya!—bueno, ahora si debíamos correr los dos, o iban a jodernos a ambos sino.

Todo estaba bien en mi plan mental, hasta que comenzamos a correr hacia la calle y noté como el tipo alto que golpee en las costillas se alzaba como una terrible sombra sobre mí del piso.

Joder.

Alcé mi mano con desesperación y empujé al chico desde la espalda, llegó más lejos pero se cayó. Y, antes de ver cómo se recomponía y continuaba corriendo, el miedo me asaltó de forma más fuerte y cruda, haciendo vibrar mi cuerpo entero cuando una mano me sujetó del hombro y me empujó atrás, provocando que me diera la espalda contra la pared del costado. Me faltó el aire por el golpe, sentí un terrible dolor en mi cuello, que bajó como venas de electricidad y se desplazó por toda mi espalda.

Comencé a toser debido a que, al no poder respirar bien, abrí la boca y acabé atragantándome con la lluvia. El trémulo miedo me asaltó como otro golpetazo al estómago, porque cuando quise recomponerme, una cachetada a mano abierta hizo que diera vuelta la cabeza tan rápidamente que me mareé, me ardió la cara, y pude sentir mis desenfrenados latidos en los oídos.

—¡Pequeña puta!

—Cariño... —doblada por el dolor, miré a la chica a la misma vez que el tipo, aún estaba en el piso y se sujetaba fuertemente con las dos manos la rodilla. Un ligero alivio me recorrió al saber que uno de ellos al menos no podía ponerse de pie por el momento. —Duele como la mierda, —sus ojos se clavaron en mí, pude verlo débilmente a pesar de la lluvia—¡Puta bastarda, jódela cariño!

Mierda.

—Oh vaya, —mi voz se oyó ahogada por el dolor y el agua, me costaba respirar, pero por suerte la capucha era grande y no se había caído— Son tan para cual ¿Están casados?

Al menos si moría mi humor no iba a hacerlo.

En realidad, estaba cagada de miedo, sabía que los héroes no existían en la vida real y estaba muy jodida en aquél momento. Cabía la posibilidad de que llegara Tong y los matara, pero era casi nula, porque no tenía idea de nada, estaba concentrado tatuando y ni siquiera sabía si el chico realmente fue a parar allí.

Una mano en mi cabello me hizo dejar de pensar, literalmente. La frente me ardió cuando el tipo metió la mano en mi capucha y me sujetó el cabello de la frente. —¿Te crees una heroína, loca demente?—cerró la mano en un puño, jalando todos los cabellos de mi frente con tal fuerza que cerré los ojos del dolor, no por mucho tiempo, porque me jaló duramente, lanzándome a un lado y tuve que poner los brazos frente a mí antes de darme la cara contra la pared. Caí al suelo, tosiendo con fuerza.

—¿¡Tienes alguna idea de lo que has hecho!?—yo seguí tosiendo, viendo al piso, sentí mi cuerpo empapado, además de lo fuerte que era la lluvia ahora había caído sobre un charco de agua en el gris hormigón, las manos me ardieron, solo en ese momento me di cuenta de que me las había raspado contra la pared.

Me reí, mirando mis manos y luego alcé la cabeza al tipo. Tenía el cabello azul, con peinado que se parecía más al de un gallo, noté que, en realidad era alto, pero flaco. Me agarré la frente y me sobé el cabello fuertemente, el ardor y dolor obviamente no despareció.

—Dicen que las putas se pelean agarrándose del cabello. —pareció entender mi indirecta mucho antes de lo que tenía planeado, porque mis pulmones parecieron cerrarse cuando soltó una maldición y me dio una patada que pude bloquear colocando mis brazos como escudo. Aunque escudo mi trasero, me iban a doler mucho los brazos si salía viva de esta.

—Veamos que tan graciosa que crees ahora.— Tenía el bate de béisbol en las manos cuando volví a verlo entre la molesta lluvia.

Quizá hubiera sido mejor callarme.

En el momento que lo alzó al viento, me encogí en mi misma por inercia, metiendo la cabeza y haciendo que mis hombros casi tocaran mis orejas, puse los brazos frente a mí y esperé.

Pero, en lugar de recibir mucho dolor explotando en mi cuerpo, solo escuché pasos rápidos y un fuerte golpe que hizo retumbar el piso donde estaba.

—¿Eh...?—a pesar de la lluvia y que aún tenía milagrosamente la capucha —repito, era muy grande—pude verlo a través de la noche, casi alumbrado por el pálido foco de la esquina. Solté un jadeo cuando aquél chico alto le encestó un golpe en la mandíbula al tipo que creí que lo había matado porque no volvió a pararse. Se removió inútilmente en el piso pero no pudo continuar. El chico nuevo vino a mi de golpe, provocando que me asustara, me tomo fuertemente del ante brazo y me arrastró hasta la esquina, donde llegaba la luz.

Entonces lo vi, el agua cayendo sobre nosotros, estaba empapado igual que yo. Mi vista lo atrapó como si el momento fuera en cámara lenta, capté cada movimiento suyo a pesar del dolor corporal, el momento en el que alcé la cabeza y miré como se giraba sobre sí mismo, echando una mirada atrás. Pude verlo todo, la forma en la que su camiseta se le pagaba al cuerpo como segunda piel, la forma en la que las gotas se posaban en la punta de sus cabellos, sus hombros anchos y el tatuaje que ocupaba todo su cuello. Pude verlo todo, pero él no a mí, porque la capucha dejaba en oscuridad mi rostro, supe que no pudo verme porque enfocó la vista en mi frente, no en mis ojos.

—Mierda caperucita, métete en tus asuntos de ahora en adelante, ¿bueno?

Quise agradecerle, pero antes de que sea consciente, ya se había ido. Simplemente quedé allí, confundida y sorprendida. No podía creer mi maldita suerte.

—¡Joder cachorrita! ¿¡Te dejo tres minutos y ya te hacen mierda!?

Aquél momento nunca iba a desaparecer de los tejidos de mi memoria. Nunca iba a olvidar aquello, digo ¿cómo olvidarlo? No sabía lo que podía haberme pasado, pero probablemente Jungkook me había salvado la vida y ni siquiera lo recordaba. Sabía que no lo recordaba, lo había notado la primera vez que lo vi en el instituto. En realidad, la primera vez que yo lo vi y me vio al a cara fue cuando estaba entrenando y yo había llegado a la pista para hablar con el entrenador, y de golpe, mis ojos se fueron directo al chico que estaba tumbando a todos en la pista. Fue brutal ver como jugaba, y como estaba con la abuela porque me había llevado, nos quedamos viendo las prácticas de lo que parecía un chico prodigio.

Me llevé el síncope de la vida cuando se quitó el casco y vi su rostro. Supe que era él, y cuando nuestros ojos conectaron y él simplemente siguió de largo, me corrobore a mí misma que él nunca había podido ver mi cara en aquél momento.

Sin embargo, además de la sorpresa que me llevé al ver que estaba en mi instituto, me llevé un gran asombro al ver como los tatuajes de su cuello habían desaparecido. Literalmente, todas las líneas negras que arraigaban su cuello hace dos años, no estaban, solo una lisa piel pálida. Probablemente se las había quitado con láser, era lo más obvio teniendo en cuenta que no había otra opción para que desapareciera un tatuaje de esa magnitud, pero aquello abrió un montón de preguntas en mi cabeza ¿qué hacía en ese barrio? ¿por qué el tatuaje? ¿por qué ya no lo tenía?

Casi entro en pánico, pero pronto dejé de pensar en eso. Estaba muy agradecida con él, pero no tenía sentido seguir con todas aquellas preguntas si literalmente él no me reconocía. Fuerte había sido el momento en donde realmente lo conocí, donde crucé palabras con él, creo que yo estaba discutiendo con el imbécil del ex de Niwa, y cuando me aparté, enfadada y mirando al piso, golpearme contra su cuerpo fue como un golpe al estómago. Entré inmediatamente en crisis y me lo quedé viendo, pero pude actuar como si nada, y él era coqueto y muy renombrado en ese entonces, un año después, por lo que simplemente dejé que pensara que era por él y no por otras razones. Luego, cuando comenzaron sus ofensas y comentarios de mierda lo olvidé, digo, ¿para que carajos salvas a alguien que vas a molestar? Vale, en realidad él no lo sabía, pero de todas formas fue raro, y con el tiempo se hizo odiar.

Pero nunca dije nada, y con el tiempo eso solo fue algo que quedó en mi memoria, parecía ser un pasado que él no quería recordar, sobre todo por lo amable y popular que era ahora, por lo que ¿Quién era yo para impedir eso? No conocía sus razones ¡Y por Dios! Mi abuela había estado en una pandilla y había sido motera cuando era joven ¿Quién carajos era yo para juzgarlo?

—Jihee, ¿vienes?—me desconecté de mis pensamientos y miré al frente, donde Niwa y Tae me esperaban para ir a nuestra cabaña. Miré atrás nuevamente, donde estaba la cabaña de emergencias. Donde estaba él. —Vendremos mañana, no te preocupes.

Solté un suspiro, no podía dejar de pensar en su miedo a la oscuridad, lo solo que estuvo todo el día y la preocupación que tenía por él.

by; j u n g k o o k

—¿Mamá..?—abrí un poco la puerta de la sala, noté casi de inmediato que estaba durmiendo. Tenía muchos cables conectados en su mano y en su brazo, pero yo no pasaba de los siete años, por lo que no llegaba a ver el rostro de mamá. Ella era hermosa, de aquí podía ver su pálida piel en los brazos, su largo cabello castaño y su preciosos perfil. Hace mucho que estaba encerrada en este hospital, y solo he venido a verla dos veces.

Quería verla, la extrañaba. Y como hoy era mi cumpleaños, tío Erik me trajo.

—¿Mami...?—ella se removió, y entonces me emocioné. —¡Mami!—corrí al borde de la cama, era muy alta para mi por lo que tuve que hacer puntillas. Ella se congeló, y por la ranura de luz que entraba por la puerta abierta del pasillo, pude ver como se giraba. Mi corazón comenzó a latir muy fuerte y sentí como me recorrió un escalofrío en la espalda. Me asusté, era no era la mirada de mami. Sus ojos estaban abiertos de forma desmesurada y me miraba como si me odiara a través de su cabello lacio y llovido. —¿Mam...?

—¿¡Quién te dejó entrar aquí!?—su mano se movió rápido y por el susto no pude moverme, fue ella quién me movió. Apoyó su mano en mi pequeño pecho y empujó tan fuerte que me hizo caminar atrás, no vi la puerta, por lo que cuando caí, se cerró de un portazo con la caída de mi espalda. Comencé a llorar, llorar tan fuertemente que mi pecho se cerró.

—¿Mami que te...?

—¡Deja de llamarme madre!—no la veía, solo podía ver oscuridad. La puerta se había cerrado y solo pude ver su gran sombra frente a mi. —¿¡Qué haces aquí!?

—Ma... —sentí un fuerte ardor en mi mejilla y me la sostuve rápidamente, comencé a llorar ¿Por qué mami me golpeaba en mi cumpleaños?

—¡Yo no soy tu madre! ¡Escúchame bien! ¡Te maldigo a estar el resto de tus días solo! ¡Tu no mereces más que el odio! ¡fuiste quien me enfermó! ¡Por tu culpa me han encerrado aquí!—ella me agarró de la ropa y me dio otro golpe en la mejilla—¿Por qué querría ser madre de una mierda como tu? Escucha, escucha bien Jungkook, nadie va a dar ni tres carajos por ti, niño. Nunca, solo arruinas, lo arruinas todo. Arruinaste mi vida. —ella volvió a golpearme, pero esta vez, más fuerte. —Te daré tu merecido, maldito niño de mierda ¡no debiste haber nacido!

—¿Mami...? —la luz lunar entraba por la ventana, y pude ver cómo sacó algo de su mesa de luz.

Era un cinturón.

—¡Es tu cumpleaños, es tu cumpleaños! ¡Cumpleaños feliz!—el aire me faltó cuando me desperté de aquel sueño. O más bien recuerdo. Los pulmones me apretaban, llenándome de lágrimas los ojos y el estómago se me encogió al notar que el doctor había apagado la luz antes de irse.

La veía. Podía verla a ella, en la oscuridad. Siempre veía ese momento. Miré atropellada y desordenadamente la mesa de luz donde estaba la lámpara y la encendí casi de inmediato, el móvil se tambaleó en mis manos cuando lo sostuve.

—¡Es tu cumpleaños, cumpleaños feliz!—solté una maldición cuando la estúpida alarma no dejaba de sonar, la angustia y dolor me apretaba la garganta y no podía contener las lágrimas. Cuando la apague, respire hondo.

Solo era esta fecha, esta estúpida fecha de mirda. Cuando pasara, ya no iba a soñar eso. Tres, tres veces iba teniendo ya esa maldita pesadilla. No había dormido una mierda y me dolía todo el cuerpo. Respiré hondo nuevamente, sentándome en la camilla y apoyando las manos en mis muslos. Mi corazón parecía estar atascado en mi garganta y cerré los ojos, luego de un momento sentí como me tranquilizaba, me puse de pie y caminé a un lado para servirme agua.

Encendí la luz de la habitación por completo.

Me dolía todo el cuerpo, cada brazo y cada pierna , la espalda y el estómago, pero aún así prefería concentrarme en respirar mejor. Apoyé la cadera en la encimera y respire nuevamente hondo. No podía creer que había caído en el estúpido juego de Hyo-in, ese bastardo de mierda, jamás, en todos los años que me conocía, había podido hacerme salir de mis casillas. Y solo bastó que me jodiera con Jihee para que...

Solté un suspiro. Jihee. Jihee. Jihee ¿En que estaba pensando? Exacto, en nada, y así había acabado. Pensaba que había cambiado, que había cambiado mi manera de ser, o al menos lo intentaba, pero hoy me di cuenta que en realidad, había sido porque nada nunca me molestaba o importaba antes. Nada nunca me importó lo suficiente como para reaccionar de esa forma, y Jihee...

Sonreí y me froté la frente caminando a la camilla. Era un imbécil, ¿por qué demonios continuaba con esto? Debería dejara en paz, para que estuviera con alguien más o menos sano que se mereciera su inmenso corazón. No con un demente agresivo como lo era yo. Yo siempre estuve solo, siempre me sentí así, yo estaba... estaba acostumbrado ya... ¿Entonces por qué demonios dolía tanto ahora? ¿Era porque de alguna forma me había acostumbrado a la soledad, y ahora me había acostumbrado Jihee? Jesús, era patético, pero era verdad.

Me había acostumbrado la calma y al terrible silencio de la soledad por tantos años, a no dejar entrar a nadie nunca en mis barreras, que aquello era normal ¿Pero como hacía para no acostumbrarme a ella cuando se había metido tan hondamente en mí y había irrumpido de esa forma mi calma? Yo ahora... Jesús, solo yo sabía lo que quería estar con ella en este momento y no en este lugar de mierda. Solo yo sabía lo que quería que estuviera mis manos en las suyas mucho más suaves y pequeñas y me dijera que todo iba a estar bien...

No sabía si era porque la oscura soledad a la que siempre me había impuesto ahora mismo estaba ardiendo mas que nunca en este maldito día, pero el el impulso de una fuerte necesidad de estar con ella gorgojaba en mis venas de una forma casi perturbadora. Su alegría y ácido humor, además de la cantidad invariada de actitudes poco usuales quemaban como el fuerte sol de verano agrietando la tierra seca, ella era, era... ella... ¡Dios! ¿Qué era ella? ¿Qué había hecho para tenerme de esta forma tan trastornada?

No, ¿qué me pasaba con tantas mierdas sensibleras? Yo pasaba siempre mi cumpleaños así. Cada maldito año. Solo me encerraba para esperar el próximo día.. eso estaba bien, yo solo...

Solté una maldición cuando el móvil comenzó a sonar nuevamente, creí que había apagado la alarma. Caminé pesadamente y lo sostuve. Espera.. eso no era una alarma... era un mensaje.

Pecas

BRO

NOS VAMOS A MORIR, LA VENTNA

VENTANA*

ÁBRELA

YA

Sacudí la cabeza al ver los mensajes, mirando el móvil, ¿se había emborrachado de nuevo? Sonreí, sintiéndome cálido al pensar que ella me hablaba a mi y no a otra persona en ese estado. Probablemente había tenido otro día de mierda y había tomado tres tragos para emborracharse. Mi pobre preciosa.

Pecas

JUNGKOOK

LA PUTA VENTANA

QUIERES QUE ME MUERA? TAE ESTÁ POR LLORAR DEL FRÍO

No entendía exactamente que decía con la ventan... salté en mi lugar cuando escuché, como un golpe seco. Me sobresalte y caminé lentamente. Espera, era la ventana ¿qué...? Caminé confundido, sintiendo como me llegaban otros cinco mensajes por segundo. Había sido una piedra, porque cuando me acerqué nuevamente, puede ver claramente cómo golpeaban el vidrio.

¿Ellos..? Oh Dios.

Corrí la cortina de un golpe sintiendo como la sangre en mis venas corría más rápido. Y mi corazón se contrajo al verlos a los tres, o bueno, eso aprecian, porque solo podía ver sus ojos por toda la ropa y abrigos que llevaban. ¿Esto era otro maldito sueño? Me quedé viéndolos por unos instantes silenciosos, prensando si todavía estaba atrapado en alguna pesadilla o en serio estaba pasando aquello.

—¿¡Quieres abrir la puta ventana imbécil!? ¡Trajimos videojuegos y comida!

Oh mierda, no. Esa definitivamente era Jihee. Y era real, y estaba del otro lado. Yo ladeé un poco la cabeza, confundido. Bueno... quizá no iba a ser un cumpleaños como todos los años...



mejor tarde que nunca es mi lema de vida chjau, literalmente estoy escribiendo hace cinco horas así que si ven que alguna falta ortográfica se me pasó me avisan bai<3

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