||Maeve||
Limpiaba los vasos de donde los clientes tomaban sus tragos, era de noche y apenas se llenaba.
Acomodaba los vasos recién limpios y mi vista se encontró al porterito del Chelsea. Pero algo en él no estaba bien, se veía triste.
-Mira, alguien ha venido a ahogar sus penas- se burla una de mis compañeras.
-Se una linda emplea y ve a ofrecerle un trago- digo para que yo no vaya.
-Lo siento, Maeve, estoy atendiendo una mesa completa. Serás tú la afortunada de atender a ese chico. Se ve guapo- niega y se va cargando varios tragos.
-Qué le puedo ofrecer?- pregunto como a un cliente cualquiera.
-Solo deme....- se interrumpe él mismo al verme -Trabajas aquí?- pregunta asombrado.
-Tengo dos trabajos para poder mantenerme. No todos contamos con sueldos como tú que lo arreglan todo- me burlo y le busco un buen trago.
-Créeme, esto nadie lo arregla- dice una vez que le entregó el trago para tomárselo de un jalón.
-Vaya! Alguien si necesita desahogarse- me burlo.
-No necesito que otra chica se burle en mi cara, si es mucho que pedir- dice con cansancio.
-O sea que tu si te puedes burlar cuando se te de la gana y yo no? Que conveniente. Si vas a ser así todos los días, tienes que acostumbrarte- me enojo.
-Como sea, vine aquí para librarme de mis problemas, no recordarlos- desvía la vista y me señala el vaso pidiendo otro shot.
Le entrego toda la botella. No me interesa que se emborrache y cometa una tontería. Creo que hasta cierto punto se lo merece.
Me alejo para que siga sufriendo, pero cuando lo volteo a ver, se veía aún más triste, como que esperando que el alcohol Lo libérese de sus problemas, cosa que nunca funciona, solo te hacen olvidarlas, pero vuelven a pegarte.
No se qué entró en mi, pero de nuevo mi instinto de ayudar se originó en mi.
-Bien, Arrizabalaga, cuéntame. Desahógate- ordeno.