•。❁ ゚✦ℛ𝓸𝓼𝒆𝓼 𝓐𝓻𝒆 ℛ𝓸𝓼...

بواسطة Alkkyonne

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┏━━━━━━━━━━•❃°•°✦°•°❃•━━━━━━━━━━┓ 𝓘'𝓵𝓵 𝓵𝓸𝓿𝒆 𝓾. 𝓔𝓿𝒆𝓷 𝓽𝓱𝓸𝓾𝓰𝓱 𝓘 ❝𝓬𝓪𝓷 ❞𝓷𝒆𝓿𝒆𝓻 𝓼𝓪... المزيد

𝓣𝓪𝓻𝓽𝓪𝓻𝓸.

𝓘: 𝓝𝓸𝓶𝒆𝓸𝓵𝓿𝓲𝓭𝒆𝓼

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بواسطة Alkkyonne

Narra Rosé.

Hay tantas cosas de las que arrepentirse, y tan poco tiempo para redimirse. ¿Cuantas cosas horribles he podido hacer en un corto periodo de tiempo? Muchas, seguro. Y tal vez solo quisiera corregirlas y ser una niña muy correcta. 

Tal vez no deje de preocuparme de cosas que no tienen importancia, cosas incorregibles que nunca tuvieron que haber ocurrido pero que, así fueron. Tal vez la tormenta nunca cese en mi interior. 

Pero, lo mejor que puedes hacer cuando empieza a llover, es sacar tu sombrilla, y seguir avanzando. Sin detenerte a ver que tan mojados están tus zapatos.

Sin embargo, hoy no es un día lluvioso, ni uno para arrepentirse. 

Hoy brilla el sol encima de mi, me quema la piel, me llena de energía. Hoy tiene que ser un gran día... Haré que sea un gran día. Y así, no deberé arrepentirme después. 

Cierro los ojos, asiento. 9:10. Y tengo el tiempo justo, mal momento para recibir un mensaje suyo.

✧Zeta✿〜(^∇^〜)
En línea

Rosé.    
09:10

Ezra, no es un buen momento. En veinte minutos debo llegar a la firma de libros.
09:10

Rosé...
09:10

Dime que es importante, por favor...
09:10

Creo que tengo un problema.
09:11

Por Dios. ¿En qué te metiste ahora, Ezra?
09:11 

Se que estás ocupada, así que intentaré ser breve.
09:11

Solo... No me mates, ¿Okay? 
09:11

Veremos¿?
09:11

Escribiendo...

Un escalofrío recorre mi columna vertebral, mientras siento una gota de sudor bajar por mi sien. 

No es un buen momento para malas noticias, no puedo esperar, ¡Esos malditos minutos parecían horas! 

[ ✧Zeta✿〜(^∇^〜) ]
4 nuevos mensajes.

No sé como decirlo, así que solo lo diré. La directora me llamó a su despacho, y...
09:14

Van a expulsarme.
09:14

Dijo que solicitará ver a mi acudiente, para decidirlo. Rosé, no quiero que venga papá. Soy muy joven para morir.

9:14

En resumen, necesito que vengas por mi, antes de que acaben las clases. Hoy, para evitar que me quede sin futuro.

9:15

Bien, confirmo que es el peor momento del mundo para que mi hermano menor se busque un lío en su colegio. 

Paso mis dedos sobre mi rostro y empiezo a respirar más rápido. Mi mente vuela intentando buscar una solución, pero nada parece factible.

No puedo ir a su colegio, no ahora. Ni siquiera se si llegaré después de la firma, esos eventos son extensos. Además, quiero disfrutarlo al máximo, no todos los días se tiene la oportunidad de algo como esto. Lo más prudente habría sido llamar a nuestro padre, de hecho, es lo que estoy a punto de hacer, pero... Aun le tengo algo de piedad. 

El sonido del claxon me saca de mis pensamientos,  y lo agradezco internamente, no puedo perder más tiempo, de lo contrario, no llegaré a tiempo. 

Bajo las escaleras lo más rápido que mis tacones me permiten, y casi al final me arriesgo a deslizarme por la baranda, para ser más efectiva. Corro un poco más hasta la salida de mi edificio, donde me encuentro al conserje, quien me abre la puerta de par en par articulando felizmente un "Buenos días, Rosé", saludo que respondo con un gesto amable de cabeza, y una amplia sonrisa. 

Termino mi maratón llegando al auto de color blanco que me llevará a la firma, al subir hago un ademán con la mano, a manera de saludo, saludo que responde con igual cortesía. 

Ya dentro del auto en marcha, le permito a mi cuerpo relajarse sobre el asiento, aunque se perfectamente que no es el momento adecuado. Aun tengo que solucionar lo de mi hermano, de alguna manera. 

No puedo enojarme con él, realmente no se si hizo algo inadecuado (Aunque es lo más probable), pero es inevitable no sentirse algo molesta por el estrés que me hace pasar un cuarto de hora antes de un asunto profesional de tanta magnitud. Quiero decir, ¡Él lo sabía! Sabía la ilusión que me hace poder realizar este tipo de actividades, e inconscientemente está a punto de arruinarlo por simple egoísmo. Egoísmo basado en no querer que nuestro padre le propine unos buenos "tatequieto". 

Pero finalmente me decido a responder, de manera calmada y serena, como suelo ser siempre. Después de todo, el no haber gritado ni una sola vez en mi vida me ha ayudado a conservar los nervios dentro. El silencio forma parte de mi ser, me he acostumbrado a ello. Quiero decir, tampoco tuve otra opción.

✧Zeta✿〜(^∇^〜)

En línea

(6 mensajes sin leer)

¿Rosé? 

9:17

Por favor, no te molestes de más... Está bien si no puedes venir. Entiendo, solo que...

9:20

En fin, igualmente si no viene nadie antes de que acaben las clases, llamarán a papá.

9:20

Disculpame, por molestar. 

9:20

De todas maneras, y como te dije temprano, ¡Suerte con la firma!

9:20

Te quiero, Rosita

9:22

Ver sus mensajes me ablanda el corazón, y me odio un poco por ello. Bah, no puedo enojarme, ¡Ni queriendo podría! Es solo un chiquillo con diecisiete años más inmaduro que uno de nueve, que se alegra si le compras un dulce, y se enoja si le cambias el canal en la tele. Tampoco pudo haber hecho algo tan malo. Por último, le dio al clavo llamándome  por mi diminutivo. 

Maldita sea, siento que mi cuerpo se derrite de ternura. "Es solo un niñato...", me repito mentalmente.

Te sacaré de está, si consigues que la directora espere un poco más de las tres. ¿Trato?

9:25


Ser la hermana mayor tiene crueles desventajas, y la debilidad por el cariño de tus hermanos pequeños siempre será una de ellas. 

✿✿✿

"Testamento de Sangre" narra la gran tragedia de Simone Cohn, una chica que, al tener solo dieciséis años de edad, fue víctima de una brutal violación, de la cual salió embarazada. El propio crimen dejó su cuerpo hecho jirones, pero la pesadilla apenas había empezado. Salió embarazada de aquella noche de terror, fue echada de su casa y obligada a dejar la vida de una simple estudiante adolescente, por la de una madre stripper y prostituta muy necesitada. Con un pequeño a quien proteger y nadie en quien confiar, es incapaz de salir del infierno donde vive. Un día, un joven adulto asiste al club nocturno donde trabaja. Y al día siguiente. Y al siguiente. Por ella, ella y no su cuerpo. Este hecho pudo haber sido el último verso en su canción de sufrimiento, sin embargo, la vida de Simone ya estaba condenada a la tragedia, hasta su muerte. 

También es la historia que hizo este momento posible. 

Desde pequeña he amado escribir, redacté mi primera historia larga con once años. Una basura, claramente. Sin embargo, con el paso del tiempo, he pulido mi manera de redactar a una mucho más fina, compleja y pasional. No es el tipo de narración que a todos le gusta: Es difícil de interpretar, e incluso de leer (Para algunos), pero es la que más disfruto. Las palabras abstractas, engañosas, cuyo propósito y significado distan mucho uno del otro... Me pueden.

Testamento de Sangre es, realmente, una historia bastante oscura. Tragedia a la antigua, podría decirse. No es una historia con un evento trágico y un desenlace feliz. Es una historia de continuo sufrimiento, en donde el único momento de felicidad se da segundos antes de la muerte. 

Mi padre se asustó al leerla, me regañó un poco. "Rosé Victoria. Es una narración inaceptable", dijo la primera vez que lo leyó. "Asqueroso, pero brillante", a la cuarta vez. 

A Ezra le fascinó, quedó encantado con la maldad que impregné en aquellas páginas. "Es increíble que algo tan deplorable pueda ser narrado con tanta belleza. ¡Eres una genio, Rosita!". Sabía que exageraba, pero estaba conmovida de que le haya gustado. 

Y ese tipo de comentarios son los que sobran en este momento.  Chicos, chicas, adolescentes, adultos, algunos más mayores que otros; todos ellos hacían fila para recibir una de mis dedicatorias en sus libros. Al llegar a mi estación oía sus voces elogiar a mi obra, y no solo a ella: "Es un placer conocerte, ¡Eres mi escritora favorita!" "¡No puedo creer que te tenga justo enfrente de mi" "¡Te amo!", eran frases habituales entre las personas que se acercaban a mi.

Pase las horas entre abrazos, besos, y muchos halagos que agradezco. Nunca me hubiera imaginado que cientos —no, cientos son solo los que están aquí—, miles de personas, ¡Decenas de miles! disfrutarían de mis escritos. 

Me emociona saber que la única forma de expresión que tengo, escribir, es amada por tanta gente. Me hace sentir esperanzada: A través de la escritura, sí puedo hacer algo. ¡Es mi sueño hecho realidad! Podría llorar de lo feliz que todo esto me hace. 

Poco a poco, el recinto iba vaciándose, hasta que el publico se reduce a los miembros de mi staff, y a una melena platinada. Melanie. 

Por Dios, ¿Estuvo ahí estás seis horas? ¿Sin saludarme si quiera? No se que tanto me agradan los complejos de espía que tiene mi mejor amiga. Pero su presencia lejos de incomodarme, me reconforta, así que cuando nuestras miradas se encuentran, le hago un gesto para que se acerque. 

—¿Para qué soy buena? 

Su voz, sorpresivamente grave para su aspecto inocente, retumba en mis oídos. Esbozo una media sonrisa, a modo de carcajada silenciosa, pues sé que Melanie no espera respuesta alguna. 

—Felicidades, de corazón. 

El inicio de su frase me desconcierta, pues yo más que nadie se lo poco seria que es la rubita de aquí, sin embargo, el final de sus palabras me lo aclara todo. No es una frase en broma o burla, no, es una felicitación sincera por el innegable éxito de mi firma, el cual no estaba asegurado. 

Ante eso, no puedo hacer nada más que suspirar profundamente y dibujar una sonrisa amplia y sincera en mi rostro. Se que comparte mi felicidad. "De corazón", tal y como ella misma dijo. Le asiento cuando miro en su dirección, a manera de gracias. Finalmente, no puedo evitar el impulso de levantarme de mi silla y abrazarla, con movimientos algo raros a causa del entumecimiento que conlleva pasar seis horas sentada apenas sin moverte, no obstante, lo acepta gustosa, palmeándome la espalda. 

Nos separamos, no por voluntad propia, si no por la voz de uno de mis jefes, Patrick. 

—Rosé, las copias que me pediste, de tu libro, están en mi auto. Pronto debemos desalojar, y estoy algo ocupado organizando unas últimas cosas, así que pensé que estaría bien que las buscarás tú misma. Oh, hola Melanie. 

Le dedico una mirada efímera a la ojiceleste, y asiento en dirección a Patrick, antes de ponerme a caminar en su dirección. 

—Hola, Patrick. —Responde amiga, con cierto tonito. 

Cuando bajo de mi estación y me paro enfrente suyo, vuelve la atención de Melanie a mi, y me dice: 

—Y... ¿Podrías, por favor, llevar estos papeles y dejarlos en el asiento del copiloto? Es que estoy algo... Ya sabes, ocupado, como había dicho —Me produce gracia el hecho de que quiera ocultar la monotonía en sus palabras, así que decido ponerle fin a su nerviosismo colocando mi mano sobre su hombro, y volviendo a asentir.

Con mi mano libre, todo las llaves del auto, y luego la carpeta con diversos papeles. No es muy gruesa, más bien, es delgada y flácida. 

Me pongo en marcha hacia el auto de mi jefe (Y compañero de trabajo), el sr. Colter, Patrick Colter. Que, ahora que recuerdo, nunca me dijo en donde se encontraba su auto. Tampoco creo que haga mucha falta, pues hay estacionamientos rotulados para los superiores del lugar, los encargados. Inicialmente, buscaré ahí. 

Al salir, siento el aire fresco golpear mi rostro y revolver mi pelo. Oh, por Dios, que bien se siente. No había caído en cuenta que tanta gente, en un lugar cerrado, por más amplio que fuera, había calentado bastante el ambiente. Respirar afuera es casi rejuvenecedor. 

A un costado, detrás de los estacionamientos y del otro lado de la calle, veo como varias personas salen de la Universidad Nacional, la misma a la que asisten Melanie y Jesse, mis mejores amigos. No tengo idea porque la rubia no asistió hoy, aunque conociéndola, no es de sorprenderse que tuviera mucha pereza para ir. Como estuvo ahí (Aunque yo no fuera consciente de ello) para apoyarme, no me siento con el derecho de recriminarle nada. 

Me distraigo por el vago pensamiento, y choco con un barandal antes de tener tiempo a reaccionar. A causa del impacto, caigo hacia atrás, sentada, soltando los objetos que tenía en mi mano. Mientras me sacudo, maldigo internamente por distraerme, y lo vuelvo a hacer en el  preciso instante en el que el dichoso portafolio de Patrick se abre y deja salir varias hojas, que furiosas, corren sobre la marcha del viento, haciendo carrera unas con otras, dirigiéndose a la nada.

Parpadeo y me paro de golpe, tomando las llaves con una mano y el portafolio (Ya cerrado) con la otra. Troto tras las hojas, y logro a tomar algunas en el aire, pero desespero al ver como algunas otras desaparecen de mi rango de alcance, cuando el viento cambia su dirección en una esquina dirigida al este. 

Ya no troto, si no que corro, lo más rápido que puedo, intentando no tropezar. Siento una especie de dejá vú, pero me digo a mí misma que debo concentrarme en las hojas perdidas. 

Sin embargo, mis pies dejan de moverse al doblar la esquina, donde me encuentro con una agradable sorpresa. Creo que podría llamarle así. 

Una chica, cuyo rasgo más resaltable es su particular cabello color azul claro, dirige su mirada hacia mi cuando me ve aparecer de golpe en aquella esquina. Respiro de alivio.

Ha recogido los papeles que buscaba, y los tiene amontonados en sus manos. 

Narra Rosie. 

Acabar las clases un día martes es uno de los pequeños placeres que mi nueva vida de "Adulta responsable" me permite disfrutar. 

Tomo mis cosas y salgo entre el mar de gente que alberga la universidad, un poco sofocada por el calor que emanan tantos cuerpos juntos. Por tanto, llegar a la calle es un respiro: Aire fresco, al fin. 

Cruzo la calle y me cambio de acera, mientras me acomodo la mochila en la espalda. Miro mi reloj. 15:17. Sonrío, tengo unos minutos de descanso antes de mis clases de piano. 

Clases, por llamarlas de alguna manera. 

Se tocar un piano a la perfección, es como si aquel instrumento fuera parte de mi, y las melodías que logro tocar en él son solo algunos más de los latidos que emite mi corazón. La música es mi vida, sin duda. 

Estar con mi instructora es liberador. La conozco desde que era una niña, es como una hermana mayor, o una segunda madre. Puedo hablar de miles de temas con ella, no necesariamente de música, divertirme, reír, relajarme después de un día muy duro. Es una bocanada de aire en el ahogo que representa mi actual vida para mi. 

—¡Ah!

Mis pensamientos e ilusiones son interrumpida de manera abrupta por un papel de carta que se estrella en mi cara. Me asustó, así que me sacudo un poco, y me lo quito rápidamente por simple reflejo. 

Y así como ese mismo, vemos más volar por el aire. Mucha coincidencia, tienen que ser de alguien. 

Maniobro como puedo mi cuerpo para recuperar aquellos papeles, ya no tan pulcros como tuvieron que haber estado en un inicio. Pero al menos están. 

Les echo un ojo muy por encima, noto enseguida que la cartografía es de la Inmobiliaria Colter, la tengo memorizada, y así como esa, muchas otras. Es una de las tantas empresas que están asociadas con mis padres. Pero los datos no corresponden al sello de la hoja. Hablan de una prueba de embarazo. Una página es un e-mail bastamente impreso. Creo que puedo deducir por donde van los tiros del asunto desconocido. 

—Jaj. —Me sale solo, sin ninguna intención específica. 

Mis ojos captan una imagen que rompe con la tranquilidad del ambiente, de un momento a otro. Una mujer, poco mayor que yo, castaña y de ojos color miel, aparece por la curva de la derecha, luciendo agitada. Tal vez los papeles sean de ella. 

Giro mi cuerpo por simple reflejo, y ella se incorpora, acercándose a mi poco a poco. 

—¿Son tuyos? —Alzó los papeles en mi mano derecha, al ver que ella no dice ni una sola palabra.

Ante mi pregunta, tampoco responde. Solo asiente, sonriendo, sí, pero sin respuesta aún. 

—Entonces ten. —Digo, y extiendo mi mano para que tome las hojas. 

Y así lo hace, toma las hojas y vuelve a sonreír, inclinándose levemente hacia adelante a manera de agradecimiento. 

Mi madre siempre me decía que no hablara con extraños, pero cuando ese extraño te hace un favor y además no te está encañonando, no hace falta ser tan fría.

—Bien, como sea. —Me rindo, no creo que me agradezca nada ya. 

Mi tono fue algo amargo, cosa que también percibió la castaña, porque tras la leve capa de maquillaje que lleva noto que se sonroja, desviando la mirada por un momento. Toma aire y cuando pienso que al fin escucharé las "Palabras mágicas", no escucho nada. 

En cambio, articula un "Muchas gracias" con sus labios, pero no emite sonido alguno. 

En ese momento, soy yo la que se siente que la sangre se le sube a la cara, de la pura vergüenza, al darme cuenta de la realidad.

La chica es muda, y yo la he obligado a hablar.

~❀~✿ ❀~✿ ❀~✿ ❀~✿ ❀~✿ ❀~✿~

❥𝓥𝓸𝓽𝓪, 𝓼𝓲 𝓽𝓮 𝓰𝓾𝓼𝓽ó.

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