—¡Cierra la maldita boca!
Los guardias que estaban al otro lado de la puerta se tensaron por completo cuando la grave voz de YunHo resonó en aquel enorme salón blanco con baldosas negras en el piso, de hecho, incluso se podría decir que los vidrios de las ventanas parecieron temblar a causa de la poderosa voz.
El hombre tenía el ceño fruncido y sus manos se aferraban fuertemente sobre los reposa brazos del trono dorado en el que estaba sentado. Su pecho subía y bajaba con rapidez, dejando al descubierto lo exaltado que estaba.
TaeYeon, que estaba de pie frente a él, frunció el puente de la nariz. Al parecer era la única que no se vio afectada por el enfado del Ángel de rango mayor al de ella.
—¿Por qué? Sabes que es verdad. Heechul es un inepto que no es capaz de cuidar a los rehenes. Debería ir yo o Tiff, LuHan quizás, porque a pesar de ser nuevo también está lo suficientemente clasificado para eso.
La chica se puso las manos en las caderas, adoptando una posición de descanso. Sus ojos de un bonito color lila estaban fijos en el rostro de YunHo, quien frunció aún más el ceño.
—LuHan ni siquiera es un ángel puro. No le daré ese tipo de responsabilidades sólo porque tiene sed de sangre.
YunHo soltó un pesado suspiro. TaeYeon le provocaba dolores de cabeza.
La muchacha abrió la boca para volver a hablar, pero YunHo alzó una de sus manos para indicarle que guardara silencio.
—Y tú tampoco te vas a meter más en esto, deja que haga las cosas a mi manera porque, adivina... Yo soy la mano derecha de Dios, no tú.
Fue veneno lo que venía en las últimas palabras que pronunció YunHo. Un veneno que hizo a TaeYeon temblar en ira mientras su rostro perdía un poco de aquel toque angelical que podía tener.
—Veremos cuánto tiempo más te dura esto.
La muchacha habló con los dientes apretados, era más bien una advertencia para YunHo que ni siquiera se sintió pasado a llevar.
El ángel miró a la chica con una sonrisa burlesca en sus labios, en tanto se encogía de hombros y se recargaba con comodidad en el respaldo de su trono. Cruzó las piernas, moviendo los dedos de su mano para crear una melodía cada vez que estos daban con la dura superficie que antes había tenido que soportar su ira.
TaeYeon bufó, dándose media vuelta para salir de aquel salón. Sus pisadas resonaban con fuerza en contra de las negras baldosas; la ira saliendo por cada uno de sus poros.
No se despidió, tampoco hizo algún gesto de respeto, simplemente salió del salón cerrando con brusquedad las pesadas puertas que hicieron dar un respingo a los guardias que estaban frente a ellas, quienes se miraron con pánico.
—Juro que me las va a pagar, YunHo...
...
—¿Qué tan lejos estamos? Maldición. ¿Estamos avanzando siquiera?
ChangMin rodó los ojos cuando la impaciente voz de JongDae sonó más aguda, demostrando lo histérico que estaba. Johnny soltó un bufido.
—Tú sólo sigue avanzando, maldición, JongDae.
El vampiro alto y de cabello negro habló, sin siquiera mirar al de felinas facciones mientras seguían corriendo por las calles de aquel lugar. Era como una ciudad cualquiera, aunque algo más... ¿Futurista? Los edificios altos y con múltiples ventanas. ¿Dónde estaban los tejados? ¿dónde estaban las casas de madera? Era algo que los ponía nerviosos pero ninguno dijo nada al respecto, sólo siguieron avanzando, cruzando los dedos para que las calles siguieran igual de vacías.
ChangMin soltó una risa por la forma en que Johnny había tratado a JongDae.
—Tenemos que llegar hasta esa antorcha.
El demonio pelirrojo murmuró. Su respiración sonando algo errática, lo cual no pasó desapercibido para TaeYong que le dio una mirada rápida, sin apartarse de su lado.
—¿Y falta mucho?
—JongDae, por la mierda, te meteré mi ropa interior a la boca si no te callas de una vez por todas.
Y tanto Johnny como ChangMin soltaron una carcajada; Lucas había sonado realmente estresado.
¿Cómo era posible que rieran en un momento como ese? Seguramente porque los nervios se los estaban comiendo por dentro.
—Oh. Mierda. No.
El pánico inundó la voz de Lucas. El joven frunció un par de veces el puente de su nariz, bajando la velocidad de sus pasos. Todos le miraron con inquietud.
—¿Lucas?
La voz de TaeYong sonó temblorosa. Poco a poco fueron bajando la velocidad de sus pasos, dejaron de correr hasta que finalmente se detuvieron. Jadeantes, temerosos.
—Hay un par de personas esperándonos un poco más adelante, puedo sentir su... Asqueroso olor.
El vampiro joven frunció aún más su nariz, agitando la cabeza como un pequeño cachorro. ChangMin frunció el ceño. Eso no era nada bueno, aunque ya le parecía extraño que las calles estuvieran tan tranquilas cuando ellos destacaban tanto.
—¿Cuántos son?
—No, JongDae. No podemos pelear antes de tiempo, no sabemos cómo está todo en la antorcha y no debemos gastar nuestra energía así.
ChangMin inmediatamente negó a la idea que sabía se estaba formulando en la cabeza de JongDae (y no había que ser un genio para saber qué mierda estaba pensando el vampiro) lo cual se comprobó por la forma en que el vampiro Kim le miró con el ceño fruncido y los labios formando un rictus.
—Quince, aproximadamente.
Lucas respondió de todos modos. El ambiente volviéndose tenso sobre ellos, sobretodo por aquella batalla de miradas que mantenían ChangMin y JongDae.
—Si lo piensas bien, es casi un suicidio que nosotros estemos acá, más de lo que es para ti, ChangMin. Y creo que es buena idea que si nosotros peleamos, sea con este tipo de distractores que podemos manejar bien porque...
Johnny repentinamente guardó silencio, humedeciéndose los labios. Estaba claro que estaba a favor de los pensamientos de JongDae.
—Porque si peleamos con los más fuertes, sí o sí moriremos.
Fue TaeYong el que terminó la idea de Johnny. El vampiro más delgado estaba de brazos cruzados, sin mirar a nadie en particular.
Y toda aquella tensión se disipó para dar paso a un manto de miedo que todos intentaron ignorar.
ChangMin soltó un pesado suspiro; la decisión brillando en los ojos de los cuatro vampiros.
—Key me cortará las pelotas si los dejo solos o si alguno de ustedes sale lastimado...
El pelirrojo susurró, masajeando sus sienes. ¿Qué debería hacer? Alzó la vista cuando unos pasos se acercaron hasta él. JongDae había dejado de tener el ceño fruncido para pasar a tener una sonrisa en los labios, sonrisa radiante y llena de confianza.
ChangMin arqueó una ceja cuando el vampiro Kim le puso las manos en los hombros.
—Muero de ganas por ir con mis hermanos, pero sé que no serviría de nada si estoy allá. Déjanos a estas mierdas a nosotros y tú ve con ellos. Con JongIn.
JongDae habló con tanta seguridad que ChangMin no pudo evitar sonreír. JongDae estaba loco, pero le caía bien. MinHo había hecho bien al dejarlo como su mano derecha.
—Los esperaremos en la puerta, no te preocupes.
TaeYong le guiñó un ojo para terminar de darle seguridad a sus palabras, y ChangMin rió.
No le quedaba de otra más que aceptarlo, sabía que los vampiros ya estaban decididos a hacerlo.
—Más les vale estar ahí, sino buscaré sus almas y las ataré al infierno... Para siempre.
...
—¡Ah! ¡Mierda!
La ira y la frustración fueron de lo más palpable en su voz, más aún cuando su grito rebotó en las blancas paredes de baldosa que parecían "proteger" aquella llamarada que se levantaba frente a ellos, aunque en realidad esas paredes no medían más de dos metros.
El sudor caía por su espalda del mismo modo en que saladas gotas remarcaba su rostro; no era capaz de controlar su respiración que hacía que sus hombros temblaran y su pecho subiera y bajara con movimientos erráticos.
Gritar le había ayudado un poco a liberar esa presión que estaba sintiendo, aunque no lo suficiente, así que de todos modos terminó inclinado hacia adelante con las manos apoyadas en sus rodillas y los ojos cerrados, buscando aliento.
Concéntrate, ChanYeol. Tú puedes.
Pero era difícil darse ánimos cuando ya debía llevar más de diez minutos poniendo toda su voluntad y fuerza en intentar controlar el poderoso fuego de aquella antorcha, y éste no se había movido ni un ápice. Las miradas sobre él no ayudaban demasiado, la verdad.
—¿Quién jodidos fue capaz de controlar tanto fuego? Maldición.
Fue una pregunta al aire, tampoco esperaba que alguien le contestara ni mucho menos.
Una mano en su espalda baja le hizo soltar pesadamente el aire por las fosas nasales.
—Tu padre. El muy hijo de puta era poderoso.
La voz de DongHae llegó cargada de melancolía, o quizás emoción, no supo bien cómo describirlo, pero cuando enderezó su postura y abrió los ojos, vio al ángel sonriendo con amplitud, sin apartar los ojos del fuego frente a ellos.
ChanYeol guardó silencio por unos segundos, también mirando el fuego que ondeaba suavemente.
¿Sería capaz de hacerlo? Mierda, ¿en qué momento había dejado de sentirse confiado de su poder?
Miró de reojo hacia donde estaba JongIn; el príncipe estaba sentado en el piso con la espalda apoyada en aquellas frías baldosas. Sus ojos estaban cerrados y sus labios ligeramente entreabiertos para respirar. Si no se apresuraba...
Y lo peor de todo es que no sólo JongIn estaba mal, BaekHyun también estaba presentando ciertos problemas para mantenerse en pie, el rey JunMyeon y MinSeok sudaban por el estar aguantándose el malestar. Key y Sulli eran los que parecían estar mejor, sin contar a los ángeles, claro.
—Tienes que ir hasta su corazón, ChanYeol, sino no será capaz de obedecerte.
Un escalofrío atacó el vello de su nuca cuando la voz de ChangMin hizo eco en el lugar.
Joder. No sabía que había estado esperando el apoyo de su abuelo.
Divisar al hombre no fue para nada difícil, su cabello rojo parecía brillar bajo la intensa luz del sol gracias a que se encontraba de pie en el final de aquella pared cubierta de baldosas. Tenía el ceño fruncido y los labios apretados en un rictus, un gesto que ChanYeol identificó como "familiar".
Lo primero que hizo el hombre fue buscar a JongIn con la mirada, ChanYeol lo supo por la forma en que la postura de sus hombros se relajó cuando su vista cayó sobre el moreno. Aunque aquella satisfacción no duró demasiado al percatarse de que el príncipe no abría los ojos.
Jae y JongIn. Claro.
Y apenas ChanYeol pensó aquello, los ojos de ChangMin se posaron sobre él. La ira podía verse a través de los negros ojos del demonio, la decisión de hacer algo era clara por lo tensa que estaba su mandíbula. ChanYeol sintió alivio, se sintió tranquilo y confiado; y sin saber por qué, asintió.
Debían actuar.
ChangMin, sin uso de sus sombras, bajó de aquella pared de un salto, avanzando con grandes zancadas hacia ChanYeol. Eliminando la distancia que tenían en cuestión de segundos.
—ChangMin...
ChanYeol no supo quién había susurrado aquello, si fue DongHae o RyeoWook, pero tampoco le prestó demasiada atención porque se centró en mantener la intensidad de aquella mirada con el demonio que se detuvo a sólo un par de centímetros de distancia, quien también ignoró a la persona que le nombró.
Con tanta cercanía se podía notar la pequeña diferencia de estatura que había entre ambos; ChangMin le ganaba por unos cuatro o cinco centímetros.
—¿Y cómo llego hasta el corazón?
Nada de rodeos, directo al grano. Por la sonrisa que esbozó ChangMin, supo que el hombre le estaba agradecido por ello.
—Tienes que entrar, ChanYeol. Entra ahí y baja hasta el núcleo. Hasta la zona oscura.
ChanYeol frunció el ceño. ¿Zona oscura?
ChangMin no necesitó escuchar palabras para saber que no le había entendido. El hombre hizo un triángulo con sus manos, juntando ambos pulgares y ambos índices, dejando las palmas hacia adelante.
—Combustible. Oxígeno y Calor. Son las tres partes del fuego. En éste caso el combustible es la magia, el poder que corre por tu sangre, el oxígeno puede ser externo o de tu sangre, y el calor es lo que está justo en el centro, lo que se podría nombrar como el cuerpo de le la llama.
ChangMin dejó de hablar y le miró con las cejas en alto. El mundo alrededor de ellos había desaparecido según la mente de ChanYeol. Debía concentrarse para hacer que esta vez sí saliera bien la responsabilidad que tenía sobre los hombros.
ChanYeol asintió, haciéndole saber que estaba entendiendo.
—Bien. El cuerpo de la llama es lo que irradia la luz, la parte que quema, pero también está la zona oscura del fuego, aquello que está más abajo y que no irradia luz pero que quema más que cualquier otra cosa. Ese es el corazón.
Oh.
ChangMin movió suavemente sus pulgares para darle a entender hasta dónde debía ir. Así que debía bajar por aquella llama hasta llegar al fondo y...
—Qué tiempos aquellos, ¿no, ChangMin? Cuando tuviste que bajar para reemplazar la llama de tu traidor padre que fue desterrado del cielo. ¿Cuántos años tenías? Aún eras pequeño e inocente, lo recuerdo a la perfección. ¿Quién diría que serías aún peor que la escoria del maldito hombre que te dio la vida?
¿Qué mierda?
Esa voz... ¿TaeYeon?
La suave expresión de ChangMin se transformó a una de completa cólera. Un gruñido casi animal resonó en lo más profundo de la garganta del demonio, quien inmediatamente desvió su mirada hacia donde provenía aquella voz.
ChanYeol se tuvo que dar media vuelta para ver a la mujer. Los ángeles que se encontraban junto a ellos le estaban haciendo frente a la rubia mujer de ojos color lila, aunque eso no parecía asustarla en lo más mínimo. De hecho, la retorcida sonrisa de la mujer se amplió cuando unos pasos se dejaron escuchar detrás de ella, unos pasos que parecían ser acompañados de un sonido tosco, pesado, como si algo grande estuviese siendo arrastrado...
Un cuerpo.
Y de pronto ChanYeol escuchó como su propio corazón parecía latir contra sus oídos, tan fuerte que ni siquiera el soplar del viento podía sacarle aquella sensación. No supo si las ganas de vomitar fueron más grandes que las ganas de golpear a la mujer.
Pero esto tiene que ser una maldita broma, ¿verdad?
Las rodillas le temblaron. Su estómago que había estado revuelto hasta ese momento pareció caer en picada hasta sus pies; su sangre se congeló y dejó de escuchar, incluso los latidos de su corazón desparecieron para él.
Podría identificar esa silueta en cualquier lugar, después de todo, crecieron juntos.
Los oscuros ojos de su antiguo amigo habían adoptado el mismo color lila que los de la mujer que quedó a su lado una vez dejó de avanzar. Una ladina sonrisa adornaba el aniñado rostro que, además, contrastaba en demasía con el hecho de que traía arrastrando el cuerpo de Heechul que parecía estar inconsciente.
ChanYeol rogaba porque estuviera inconsciente y no muerto.
Sí. Esto era una broma. Una puta broma. ¿Por qué?
ChanYeol no supo si estaba temblando de ira o de pánico.
—Tanto tiempo sin vernos, ChanYeol.
—LuHan...
Su voz sonó un par de notas más baja. LuHan le sonrió, guiñando uno de sus ojos.
Joder.
No...
...
—¿Quieren más? ¡Vengan por más, hijos de puta!
JongDae gritó mientras señalaba a los ángeles que le apuntaban con sus flechas. El vampiro de facciones felinas sonreía con obvia superioridad mientras se movía suavemente de un lado a otro, listo para atacar.
TaeYong le miró de reojo, soltando un bufido de exasperación.
—Éste imbécil que no sabe pelear en silencio.
Tanto Lucas como Johnny soltaron una risa con las palabras de TaeYong, aunque sus risas se perdieron cuando saltaron al unísono para ir a golpear a unos ángeles que se acercaban a ellos con toda la intención de matarlos.
TaeYong suspiró. La batalla cuerpo a cuerpo no era su fuerte, y morder ángeles era muerte segura. Frunció el ceño cuando un par de hombres vestidos de blanco lo apuntaron con sus flechas.
Malditos hijos de puta.
—Ya me aburrí de éste juego.
Apenas habló JongDae, el vampiro apareció casi como por arte de magia frente a TaeYong, quien parpadeó rápido por la velocidad que había ganado su compañero éste último tiempo.
—JongDae-
—Por favor cuéntale a Sulli que nos salvé el trasero.
El vampiro Kim miró de reojo a TaeYong, guiñándole mientras se agachaba y apoyaba una de sus manos en la tierra bajo sus pies.
Una fracción de segundos bastó para que un rayo cayera, quiénsabededóndemierda, directamente sobre las cabezas de aquellos ángeles.
TaeYong, Lucas y Johnny quedaron pasmados en su lugar. JongDae tenía una sonrisa de oreja a oreja.
—¿Continuamos?
Y como si no hubiesen peleado, JongDae habló con total tranquilidad, siendo el primero en volver a correr. Los otros tres vampiros se miraron entre sí, confundidos, pero de todos modos siguieron al vampiro Kim.
Al menos hasta que la llama de la antorcha a la que se dirigían, ondeó, provocando un temblor que les hizo detenerse.
Lucas tenía los ojos abiertos de par en par.
—Pero... ¡¿Qué mierda?!