Complacer al diablo. (serie E...

By lucylanda

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Maddox Gaskell es llamado en el bajo mundo como el diablo por la despiadada forma de operar su casino y por s... More

Prólogo.
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Epílogo

Capítulo 8

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By lucylanda

Los dos hombres se acercaron a ver el plato e incluso Hurs probó la comida.

-Está buena -dijo y Max observó a su amigo.

-¿Por qué no subieron eso de comer? -preguntó Max tomando un pedazo y dando uno a Maddox.

Brooke se preguntó qué diablos pasaba que todo mundo comía como si jamás lo hubieran probado pero como siempre guardó silencio y solo respondió la pregunta.

-No lo sé, la señora Amanda me dijo que podía preparar algo para comer y bueno no sabía que no tenía autorizado tomar las cosas -dijo de forma apresurada.

-Puedes comer lo que te venga en gana -respondió Hurs-. Aquí la pregunta es por qué no se nos llevó lo mismo.

-Esa comida la hice yo -respondió de nuevo-. Su comida la hizo la señora Amanda.

-Parker enloquecerá con esto -dijo Max.

-¿Sabes hacer pan? -inquirió Maddox y ella asintió.

-Se hacer algunos -respondió y él se quedó pensativo.

-Haz unos mañana -ordenó y ella asintió.

Se dió la vuelta y salió de la cocina llevándose la fruta y sus amigos le siguieron.

Brooke continuó ahí y terminó por comer lo poco que le quedaba antes de lavar los platos que le acaban de llevar y después fue a casa, donde sabía que de nuevo tendría que mentir en su casa.

Había dicho a su madre que en el nuevo trabajo como intendente ganaría mucho mejor cuando lo cierto es que no ganaría un peso, también que había negociado un pago módico por la deuda y que estarían bien.

Engañar a su familia le daba a su hermana y su madre un poco de tranquilidad ante lo que pasaba y al menos lograba que su madre no enfermara.

Para ella solo tenían una deuda que el acreedor había accedido a dar en pagos.

Maddox observaba por la ventana mientras veía al personal limpiar a medias el piso de abajo antes de que ella llegara.

Tampoco quería explotarla, se había dado cuenta el día anterior de que sin duda estaba bastante cansada y también le dió la impresión de que nadie le dijo que el piso del casino no necesitaba gran atención dado que el lugar se dejaba limpió por el personal.

Escuchó a Parker entrar sabiendo que su olor delataba su presencia.

-Buenos días Parker -dijo y sonrió al escuchar el bufido.

-Buenos días nena -respondió Parker-. Ya deberías ir a dormir, el casino cerró hace rato. Son casi las diez de la mañana.

Él asintió pero no pensaba irse, al menos no de momento. Nada tenía que ir a hacer a su casa, después de todo las cosas siempre eran así.

Cuando llegaba solo terminaba lamentando su pasado y recordando el origen de todo, así que prefería entretenerse dentro de las paredes del Hellville.

Habían días en que debían estar todo el día en el casino y días en que no. Él agradecía infinitamente que los días en que estaba apresado por el casino olvidaba todos sus problemas pero también lamentaba que esos días se fueran como agua en coladera.

Sus dos amigos restantes entraron a la oficina y se sentaron frente a él.

-Que tal si pedimos algo -sugirió Hurs que como siempre ya tenía un trago en la mano-. Es tarde y yo ya debería estar durmiendo pero sigo despierto y con hambre.

Escucharon los pequeños pasos y Max sonrió.

-Voy a salir a saludar a la chica de limpieza -dijo y Maddox lanzó un bufido.

Salió de la oficina mientras Parker observaba a su amigo con atención.

Se dió cuenta que le daba igual lo que sucediera, al final no tenía aspiraciones con la chica ni planes para ella.

Maddox por su parte seguía pensando en Pepper y en que tal vez hacía falta que hablara con ella y cerrará por fin ese ciclo.

-Tal vez debería buscar a Pepper -dijo y Parker se puso de pie mientras Hurs negó rotundamente.

-¿Eres estúpido o lo finges? -preguntó Hurs-. Deja ir a esa arpía ya. No trae nada bueno a tu vida y va a terminar de destruirte.

-Si lo haces te vas a hundir -secundó Parker-. Hay millones de mujeres en el mundo, solo busca parecida e incluso págale para que se haga igual en el físico pero menos maldita y todo estará bien.

-No lo entienden -dijo suspirando-. Hay cosas que son necesarias para dejar ir a las personas.

-Con la edad uno se vuelve más imbécil no cabe duda -dijo Parker-. No la busques.

Maddox suspiró antes de que Max entrara mostrando un pan y levantando una charola con vasos a sus amigos.

-Tienen que probar esto -dijo mientras dejaba un vaso frente a cada uno de sus amigos.

Maddox miró el pan e inmediatamente se sintió transportado a la época en que en casa su cocinera le consentía haciendo panes siempre.

Hurs mordió el pan e hizo un sonido de deleite antes de animar a sus amigos a comer.

Maddox mordió un cuerno y no pudo evitar sentir placer, a él le encantaban los panes pero desde hacía años no comía nada que no supiera a pan fabricado en plástico.

Los restaurantes vendían panes que no tenían el sabor a hogar, aunque de buen sabor no se comparaban en absoluto y él tan exigente como era tenía que admitir que los panes estaban deliciosos.

-¿Dónde los has conseguido? -preguntó Parker-. Están deliciosos.

-Prueba el chocolate -dijo Hurs con la boca llena.

-Deja de ser tan cerdo -respondió al verlo hablar con la boca llena.

-Los panes los ha traído Brooke. El olor a chocolate me hizo caminar hacia la cocina donde estaba terminando de prepararlo.

-¿Le has robado lo que probablemente sea su desayuno? -inquirió un escandalizado Hurs.

-Claro que no. -Se defendió-. Ella hacía el chocolate para nosotros, dijo que los panes los había hecho anoche.

Parker sonrió y siguió comiendo mientras Maddox comía pensativo.

Los panes por supuesto se terminaron y el chocolate tuvo el mismo fin, así que cuando fue Hurs quien bajó con la charola Maddox se quedó mirando de nuevo a la pared y poco después se quedó solo.

Ella había hecho panes como le había pedido y no es que lo hiciera sentir especial pero sí le alegraba que tuviera algún talento y al menos así podía renegociar.

Escuchó el sonido de la puerta y se dió cuenta de que sus amigos no eran, de lo contrario ya habrían entrado a la oficina.

Autorizó el paso y miró a uno de los hombres a su cargo asomar con el gesto impertérrito.

-Buen día -dijo temeroso de la reacción de su jefe.

Era bien sabido que Maddox solía tener un carácter voluble.

-¿Qué quieres?

-Hay un hombre afuera que asegura tiene un asunto importante que atender con usted -respondió-. Dice que es urgente.

Maddox frunció el ceño recibiendo la tarjeta que en ese momento el empleado extendía.

Leyó la tarjeta antes de decirle al hombre que lo dejara pasar.

Se acomodó en el sillón al mismo tiempo que un hombre mayor entraba cargando un portafolios.

-Buenos días -dijo el hombre torciendo el gesto al ver que Maddox no se puso de pie-. Mi nombre es William Meyers, el notario de Raoul Haskell.

Maddox se envaró al escuchar el nombre de su abuelo pero se recompuso de inmediato.

-¿Y en qué puedo ayudarle? -inquirió con aire soberbio-. No hay nada de esa familia que me interese ni nada que ellos quieran de mí.

-Se equivoca -dijo el hombre-. Mi cliente murió hace más de veinte días y he estado buscándole desde entonces.

Sacó un sobre de su portafolios y se lo entregó.

-Esa carta fue llevada a usted con la totalidad de su fortuna. -Maddox se puso de pie-. En pocas palabras puede reclamar su fortuna bajo una pequeña condición.

Maddox sonrió al verse acorralado de nuevo. Era de esperarse que su familia no daría paso sin haber antes dejado condicionado todo.

-¿Y cuál es esa pequeña condición? -dijo apretando los dientes-. Me imagino lo insignificante que es.

-Pide que se case -dijo y Maddox soltó una carcajada.

-Bueno, el viejo además de un desgraciado estaba senil -dijo burlándose-. ¿Ha dicho con quién debo casarme? Me voy a alegrar de que me haya ahorrado todo el cortejo.

El hombre se removió ante la forma cínica en que Maddox hablaba por lo que solo se limitó a sacar los papeles.

-De no casarse o no querer hacerlo puede renunciar al legado y será otorgado a los demás miembros

-continuó el hombre-. Su familia pide de forma expresa la renuncia. Están convencidos de que a usted no le interesa ningún vínculo con ellos.

Sacó de una carpeta una hoja que dejó frente a él para ejecutar la renuncia.

Maddox sonrió ante el descaro de su familia. No podía esperar menos de ellos, por supuesto que buscaban que él renunciara para poder gozar de todo lo que le habían dejado y de paso deshacerse para siempre de su presencia.

Sonrió divertido al ver que rompería las ilusiones y esperanzas de su familia.

-Es una pena que no quiera renunciar -dijo rompiendo el papel-. Tengo una novia y me voy a casar.

El hombre lo observó con atención antes de hablar.

-En ese caso debe leer la carta que supongo es una aclaración a lo que yo ya tengo -dijo con una sonrisa que Maddox no supo descifrar.

Su amigo Hurs entró y se quedó parado al verlo acompañado pero Maddox le hizo una seña para que no se fuera.

Ambos miraron al hombre que se puso de pie y dejó una copia de la misma hoja que había roto, era como si quisiera que Maddox firmara a toda costa la renuncia de la fortuna.

Se fue del lugar no sin antes aclararle que podía visitarlo en su despacho para cualquier duda.

Maddox le sonrió con malicia antes de dejar que se fuera.

Una vez la puerta se cerró miró a su amigo que leía la hoja frente así.

-Te ha nombrado heredero universal -dijo impresionado-. Pero, ¿tu familia quiere que renuncies?

-Debo casarme para poder obtenerla -dijo y su amigo suspiró-. Voy a firmar esta porquería.

-¿Vas a cederles el dinero? -inquirió-. Es una locura, eso es lo que ellos quieren. No te das cuenta de que son las personas que tanto mal te han hecho.

-Sí, pero entonces qué propones -dijo mirando a Hurs con atención.

-Quítales lo que desean -añadió el aludido-. ¿Por qué dejarlos ganar? Ellos te persiguieron y dieron caza como si fueras un delincuente, por qué darles a ellos un regalo por lo que hicieron. Te equivocaste pero eso no justifica la manera en que fuiste tratado y perseguido. Llegó tu momento, arrebátales lo que tanto desean y te aseguro que al menos habrás de sacar un poco la rabia que te consume.

Maddox sopesó las palabras de su amigo y cada vez le pareció mucho más y más tentativa la posibilidad de hacerlo.

-Necesito pensar lo que voy a hacer -dijo llevando sus manos a la cabeza-. Hurs, no me gustaría tener que verlos de nuevo, volver a soportarlos y seguir llenándome de odio.

-No tiene que ser así -agregó su amigo-. Piénsalo, yo en tu lugar me casaría, más infeliz no puedo ser, así que al menos tendría la satisfacción de quitarles todo.

Se puso de pie y dejó a su amigo con la posibilidad dándole la vuelta.

En algo tenía razón pensó en cuanto se quedó solo.

-Más infeliz no puedo ser -musitó para sí mismo antes de abrir la carta que tenía en sus manos para saber lo que su abuelo tanto insistía en remarcar...

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