Estrellas caídas
en tu mirada.
Cielo perdido,
perdido en la nada.
Teniendo aún miedo
de saber qué pasaba,
mi mente continuaba
pensando en el por qué no te abrazaba.
Nervios,
seguramente no.
¿Temor?
¿Eso no estaría acompañado por lo anterior?
Amor.
Ese
no sobrevivió.
¿Y entonces cuál será mi escusa?
¿Por qué mi cuerpo al impulso no usa?
¿Seré de verdad de mi misma la reclusa?
¿Por qué no lo hice cuando pude?
¿Por qué no pude, cuando podía?
¿Por qué sí quería, no lo hacía?
¿Y qué te voy a decir ahora, mi vida,
que me miraste, esperándome, en tu gran día?
No tengo escusas.
Te podría decir miles
Pero,
¿querrías escucharlas?
O, yo,
¿querría relatarlas?
No tengo escusas