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【 A l i c e: 】
Salí corriendo del estacionamiento hasta el centro comercial, mi herida seguía sangrando y no sabía que hacer ya, toda la gente me miraba y algunos me preguntaban que qué me había sucedido, yo sólo decía que me había mordido.
Uno de los guardias me llevó hacía una sala que estaba llena de televisiones la cual se usaba para monitoriar todo lo que sucedía en el centro comercial, curó mis heridas y me dijo que tuviera más cuidado para la próxima vez. Yo sólo a sentí y me fui.
Estaba triste y molesta, más molesta que triste, sentía que si alguien me hablara lo mataría para descargar mi ira, y sí, suena extremo, pero en serio me encontraba molesta.
Y es que se supone que debía sentirme adolorida y quebrada emocionalmente, pero no, sorprendentemente estaba molesta conmigo misma, por siempre dejarme humillar por ese estúpido vampiro, por siempre arrastrarme y humillarme por él, pero ya no mas, se acabó, desde ahora eso no pasará. Porque sé que a sobrepasado la línea y no dejaré que me mate el primero.
Limpie las lágrimas que aún tenía esparcidas por las mejillas y caminé hacia una tienda de tatuajes y piercings. Era raro entrar a una tienda de este estilo, si Reiji me viera aquí seguro me mataría, pero la adrenalina que sentía era tal que no me nublaba la mente impidiendo que pensara en el regaño que seguro me pondrá ese sádico vampiro.
—¿Qué necesitas lindura? —el tipo del mostrador me miraba como si fuera un jugoso filete que está apunto de devorar.
—Quiero que me hagan un piercing justo aquí. —apunté la herida de mi labio que aún no terminaba de sanar.
Y quería ponerme ese arete para nunca olvidar este día, porque si por mi fuera sólo le pediría a alguno de los chicos que lamiera la herida para que se sanara, pero quería iniciar un nuevo capítulo de mi vida sin Subaru con esta "decoración" en mi labio inferior.
—Con gusto, sólo espera tu turno mientras que escoges el arete que quieras llevar ahí.
A sentí y camine hacia el lugar donde me había indicado, me senté y tomé el catalogo de los aretes para ver cual me llamaba más la atención.
—Perfecto... —susurré para mi misma mientras sonreía y pasaba mi dedo por la imagen del artefacto brillante.
Aproximadamente una hora después había salido de esa tienda con el brillante arete de plata al lado de mi labio mientras sonreía.
—Cuidado mundo, porque aquí va la nueva Alice Evangeline...
Así es el arete de Alice: