Amiga de James Potter

By EGante

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UNA AMISTAD ENTRAÑABLE, UNA TENSIÓN SEXUAL INSOPORTABLE || Ajusten sus audífonos y preparen cerveza de mante... More

BOOKTRAILER
¿Conocí a James Potter?
Notas de la Autora
Hogwarts 1974
El chico de la enfermería, Remus Lupin
Herbología con James y Snape
El capitán de Quidditch
El ciervo
Regulus Black, el Arma Slytherin
El misterioso Pergamino
Nuevo curso, nuevos cambios
Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta
En el Bosque Prohibido
El Regalo de James
La Elección de Snape
Locatis lunático Lupin
Sucumbiendo a James
Héroes del Quidditch
EL PEOR RECUERDO DE SNAPE (1)
EL PEOR RECUERDO DE SNAPE (2)
La Familia Potter
La Teoría del Giratiempo
Travesura Realizada
James vs Snape
Una Cita con Potter
Detención
Lupin, Chocolates y Filtros de Amor
SIRIUS BLACK
¡Black-tumsempra!
Marlene McKinnon
Novia de su mejor amigo
Tres Clausulas para salir con Sirius
James vs Mary
REMUS LUPIN
El Dormitorio de los Merodeadores
POCIÓN MULTIJUGOS
Sirius y Snape
El secreto de mi novio
EL MAPA DEL MERODEADOR
JAMES POTTER (I)
JAMES POTTER (2)
EL MORTÍFAGO
VOLDEMORT
Un espía inesperado
SEVERUS SNAPE
James Potter y el Príncipe Mestizo
REGULUS BLACK
EL ANIMAGO
FINAL
EPILOGO 1 (Marlene McKinnon)
EPÍLOGO 2 MARY MACDONALD
Preguntas y Respuestas + Explicaciones

La Génesis

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By EGante

"... Caradoc Dearborn, desaparecido seis meses después de tomar la fotografía, no encontraron su cuerpo ..."

—Alastor Moody y Harry Potter hablan sobre Caradoc Dearborn.

Durante la Primera Guerra Mágica, Caradoc se convirtió en un miembro de la Orden del Fénix, una organización dirigida y creada por Albus Dumbledore, con el fin de oponerse a Lord Voldemort y sus mortífagos.

Wiki Harry Potter.


CARADOC DEARBORN

Crecer es una parte inevitable de la vida, para la que nadie puede prepararnos porque se trata de descubrir por nosotros mismos, todo lo que podemos llegar a lograr o afrontar. Es duro, pero también es necesario.

Diario de Marlene Anne McKinnon

Domingo, 19 de diciembre de 1976.

...Mi padre me ha enviado una lechuza con un aviso inusual, estas navidades la pasaremos mi pequeño hermano y yo en Hogwarts, dice que es una medida que no le gusta en absoluto, pero las circunstancias no nos dejan alternativa. ¿Un imprevisto en el trabajo?, no es muy específico, pero nos envía sus abrazos y una disculpa por tan repentino cambio de planes.

¡A un día de tomar el Expreso de salida rumbo a Londres! tenía listo mi baúl de viaje. Menudo desatino...

Domingo, 25 de diciembre de 1976.

...Pocos alumnos, apenas contados con la palma de una mano, se han quedado para las navidades. Salvo por mi hermano, que prefiere pasar tiempo adiestrando a su sapo para el coro del profesor Flitwick, estoy muy sola en el castillo.

Hoy pasé a la enfermería (No hay mucho que hacer en Hogwarts sin amigos), Caradoc Dearborn dormía, pero me he dado cuenta que ha tirado al cesto de la basura la rana de chocolate que le había dejado como regalo, ha sido un gesto descortés. 

 Madame Pomffrey dice que está muy huraño, no habla mucho y sus amigos no se han tomado la molestia de enviarle una lechuza. Su único familiar aún está desaparecido, así que tampoco tiene a nadie a quién escribirle. Dumbledore ha intentado sacarle algunas palabras, pero se rehúsa a decir nada respecto a quién le ha provocado tales cortes. Reconozco que siento mucha lástima por el muchacho, ha de ser muy triste sentirse desamparado en un día como este. Decidí dejarle un segundo obsequio (Es navidad), una caja de pasteles de calabaza que tenía planeado compartir con mi hermano. Aunque sé que es poca cosa y no servirá mucho de consuelo, supongo que eso es mejor a no recibir nada ...

Musicalización de Capítulo: The Who - Behind Blue Eyes(1971)

Domingo, 2 de Enero de 1977.

...Durante el banquete de año nuevo un milagro ocurrió, Caradoc Dearborn se unió a la celebración. Parece estar bien, aunque marcado con cicatrices que le quedarán de por vida, huellas que le recordarán cuán cerca estuvo de la muerte. No bebió ni comió nada, pero acudió al comedor y eso, por lo menos para mí, fue alentador. Si los presentes supieran lo que aquello significaba. Creo que será el eterno y pequeño secreto que sólo podré compartir con Dumbledore.  Ver a Caradoc Dearborn de pie y respirando es una reverberación de esperanza para todos.

Después de los abrazos a la media noche, se acercó a mí con dos copas llenas de vino de cerezo. Intuí que se trataba de alguna especie de agradecimiento por el regalo que le había hecho, no tenía el corazón de rechazarle. Lo tomé, le deseé el feliz 1977 y empiné. Enseguida me pidió un momento a solas lejos de la mesa de banquete en la que se encontraban reunidos todos los miembros del castillo.

Me cedió, como todo caballero, el paso de salida al vestíbulo y, antes de darme cuenta, me había petrificado por la espalda.

Caí de nuca haciéndome un familiar chichón en la cabeza. Debí haberlo advertido. Caradoc era miembro de la pandilla de Mulciber, Avery y Snape. Cruel y sin piedad por cualquiera fuera de su círculo de Sangre Pura.

Sentí pánico y horror. Y pensar que alguna vez dudé de lo que me había dicho Mary Macdonald cuando afirmaba en cuarto grado que, por mera diversión, aquéllos nos habían petrificado (a ella marcado) y luego nos habían desmemorizado.

Me arrastró lejos del barullo. Me había dado cuenta que había sido cauteloso, todos los profesores estaban atendiendo la mesa y, en esa ocasión, no le daría oportunidad al celador, Filch, de interrumpir como la última vez.

Hizo aparecer unas cuerdas que me amordazaron, bajo la docilidad de la inmovilidad no le supuso mucho esfuerzo. Y una vez bien atada y siendo incapaz de salir corriendo, deshizo el encantamiento inmovilizador.

—¿Eres una aliada del Señor obscuro? —Interrogó apenas me devolvió la capacidad de moverme. Me apuntaba fieramente con su varita mientras que con muy poca delicadeza me sujetaba del cuello.

—No—respondí enseguida, entre la indignación y el terror.

—¿Acaso tu padre te pidió que me vigilaras? —volvió a preguntar, ahora con un sentido acusativo.

—¿Mi padre? —exclamé contrariada. —No, ¡En absoluto!

—¿Entonces quién te ha ordenado que me vigiles?

—¡Nadie! Lo he hecho todo por lástima—respondí. Y me di cuenta que "lástima" era una palabra que había salido gratuitamente de mi boca.

—¿Tienes alguna relación con los sagrados veintiocho? —preguntó.

—Estoy saliendo con la hija de la familia Abbott—volví a vomitar las palabras con una involuntaria franqueza. Me sentí abiertamente expuesta y aquello me espantaba aún más que la varita de Caradoc apuntándome directo a los ojos.

—¿Ha sido ella? ¿Ella te ha contado algo sobre mí? —. Su gesto desbordaba paranoia.

—No, ¡Ella no sabe nada de ti!

Atisbé cómo bajó levemente la varita.

—Bien—Suspiró. —¿Qué sabes sobre mí? ¿Por qué me dejaste esos obsequios? ¿Qué pretendes?

—¡No se nada de ti!, solo sé que tu padre está desaparecido y que tu deberías de estar muerto—Contesté. Y apenas dije eso último, intuí que el vino que me había proporcionado estaba alterado con algunas gotas de Veritaserum. —No pretendo nada malo, lo juro—Confesé.

Cerró prolongadamente los ojos y echó una humarada de vaho de su aliento—....Es una pena—Manifestó con desilusión—Esperaba que fueras una convocada por los mortífagos. Pero supongo, tu afinidad con los sangresucia ha desencantado al señor obscuro.

—¿Qué?...

—Mi padre no está desaparecido, lo han secuestrado —aclaró con resentimiento. Soltó mi cuello y bajó su varita —. Lamento estropearte la noche de año nuevo—Me dijo con un aire mucho más sereno,—Pero descuida, no vas a recordar nada.

Elevó la varita al nivel de mi entrecejo y comenzó a modular lo que me pareció el "obliviate" pero me le adelanté.

—Espera... ¡espera! —. Alcé las palmas con urgencia —¿Por qué mencionaste a mi padre?... ¿Él está involucrado? —Ahora yo le cuestioné con preocupación y consternación. Si algo pasaba con mi padre debía saberlo, así lo olvidara al segundo.

Bajó su varita

—No lo sé—respondió, para mi sorpresa, con algo de suavidad y empatía—. Sé que el señor obscuro tenía puesto el ojo en él, o mejor dicho, en su colección privada de libros.

—¿Está en peligro?...

Bufó una risa desvaída

—Todos lo estamos, rubia—aseguró cómo si le costara creer que no me hubiese percatado de ello.

—Dearborn, tu eres uno de ellos—Manifesté —Convives con los Slytherins como nadie, ¿Por qué esperabas que fuera una ... "convocada"? —. Me arriesgué a inquirir. No podía encontrar una explicación a nada.

Echó una risa apagada —¿Quién crees que me ha hecho esto?—. Apunto a las rajaduras de su cuerpo —¡Me vigilan!, me utilizan para extorsionar a mi padre. ¿No te das cuenta? ¡Él es Concejal del Ministerio! Ellos... —abrió la boca apunto de decir más pero no vio mucho caso en explicármelo todo. No completó la frase, se limitó a guardar silencio y se llevó los dedos al puente de la nariz...—Necesito acceder al cuartel del Señor obscuro para sacarlo de ahí.

—¿Necesitas a alguien que se pueda infiltrar para rescatar a tu padre? —deduje.

—Sólo su cabello—aclaró escueto.

No se requería ser un egresado de Ravenclaw para pillar su plan.

—Dearnborn, ¿Por qué no acudes a Dumbledore? —pregunté, lo que me parecía, una solución más lógica y sencilla.

—¿Y qué va hacer ese anciano? —cuestionó con sorna —¡Él no tiene medios para acceder al cuartel del Señor Obscuro!, sólo le interesa lo que ocurra dentro de las murallas de Hogwarts... y ni aún aquí estamos a salvo—. Sacudió su rostro en dirección negativa—Hay mortífagos colados hasta en las cañerías del ministerio... así como en las de éste castillo. Apenas se lo contara a Dumbledore y éste se ponga en marcha con un plan de acción, matarían a mi padre ¿Qué no lo ves? ¡Él sabe demasiado! ¡Muere gente inocente a cada minuto y el vejestorio ese no ha sido capaz de hacer nada para impedirlo!... Sólo hay dos maneras de acceder a su cuartel: Ser un mortífago o ser invitado para convertirse en uno...

Guardé un momento de silencio mientras reflexioné con cuidado sus palabras "¡Él sabe demasiado!"

—¿Qué tanto sabe tu padre?

—¿Qué más te da? —bufó— Es tarde... y será mejor que te desmemorice antes de que Dumbledore mande a todos a dormir. Supongo que tu hermano estará preguntando por ti...

Alzó la varita.

—Dearnborn... espera...—Le detuve, una vez mas, antes de que conjurara el hechizo desmemorizante. No bajó la varita pero me concedió la oportunidad de hablar. Probablemente no hacía falta un veritaserum para revelar lo que estaba apunto de decir —...¿Y si te dijera que se que James Potter será el próximo invitado a ser un Mortífago? 

...Madurar es tener el valor de encarar al destino, es dejar de ser un agente pasivo. Sabíamos que saliendo de Hogwarts habría una cruzada aguardando por cada uno de nosotros, a un año de que eso ocurriera, podía olerse como algo lejano, teníamos claro en que lado estábamos pero seguíamos siendo unos niños. Había llegado la hora de dejar atrás las trivialidades de adolescentes, los partidos de Quidditch y las segmentaciones entre casas.

Marlene había descubierto que podía contar con el inusitado apoyo de un ex-enemigo, uno que podía volcar las cosas a favor nuestro y cambiar el trayecto del destino. Su papel en la primera guerra no esperaría a que termináramos nuestros inocentes años de escuela, mi amiga había decidido que era hora de entrar de cara en ella.

1977 fue el año del Génesis, entonces conoceríamos a la Orden del Fénix. 

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