Daylight; 2050

By EduardoD111

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Después de que un virus letal halla afectado a gran parte de la población mundial, en la ciudad de parís en e... More

Capitulo uno
Capitulo dos
Capitulo Cuatro
Capitulo 5
Capitulo seis
Spencer
Capitulo Ocho
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo Once
Capitulo doce
Capitulo trece

Capitulo 3

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By EduardoD111

Capítulo 3

Corre, era la palabra que escuchaba en ese instante y que se repetía con fuerza en  mi cabeza, pero no podía hacerlo, pareciese como si mis piernas se hundieran en el duro concreto. Pero igual no quería, era de día y estaba admirando la gran torre Eiffel como siempre hacia en aquel entonces, la música se escuchaba a cada esquina del lugar, niños corrían de un lado a otro, el aroma a pan recién horneado relajaba mis músculos, me sentía por primera vez desde hace seis meses en casa.

Pero todo cambio, en un parpadeo todo lo que veía se desvaneció en cambio frente  a mi estaba el desorden y desesperación de siempre, de nuevo escuche la voz en mi cabeza, preste atención a quien la decía, su voz me resultaba familiar…

-Bueno… mira quien tenemos acá –di media vuelta hacia donde se dirigía ahora esta nueva voz- ¿no te sorprende ver a tu superior?

Evana Morts la actual alcaldesa de parís y presidente de Francia, solo tuve la oportunidad de verla dos veces en mi vida –quitando el hecho que casi siempre aparecía en la televisión para dar un nuevo boletín desde algún lugar de parís,  no le había puesto mucho detalle hasta ahora, cabello hasta los hombros de color gris color ceniza, sus ojos eran de un azul intenso y sus cejas  pareciese siempre que andará con el ceño fruncido, era de un tono de piel morena como bronceada más bien, no llevaba mucho maquillaje así que estos y muchos otros atributos le resaltaba su rostro, no era más alta que yo tal vez unos veinte centímetros más pequeña y hablaba con suma suavidad y paciencia, claro que no me fiaba de eso, cada vez que la oía sentía un cosquilleo desde la parte baja de mi espalda hacia mi cuello.

-¿qué haces acá? Nunca sales de tu mansión –comencé a retroceder al darme cuenta como un par algo parecido a unos lobos iban con ella, eran un poco más grandes que lo normal y de un color rojo sangre, sentía el intenso olor a piel quemada que desprendía de su boca, sus ojos me atormentaban eran de un amarillo intenso, esto no podría ser otra cosa que mutaciones.

-decidí dar una vuelta a la ciudad, por lo visto todo ha cambiado –suspiro y comenzó a acariciar la cabeza de una de las mutaciones- me fascina este nuevo aire

Caí de espaldas al tropezarme con un piedra, la piel me helaba antes no había visto algo como esas cosas que la acompañaban.

-Oh… ¿quieres que te de una mano? –estiro su mano hacia a mí con una sonrisa de oreja a oreja- cierto ¿Por qué ayudaría al enemigo?

-¿porque eres ridícula? –logre incorporarme y agarre una barrilla que tenía cerca, preparado por si alguna de las bestias me alcanzaba.

-veo que no te lo he presentado –sonrió y se arrodillo a la derecha acariciando el hocico del animal mientras la manga de su chaqueta de piel se llenaba de baba- esta preciosidad con ojos de gato se llama Skaylar y esta otra –dio media vuelta acariciando el hocico del otro animal- se llama Squee. Te sorprenderá cual obedientes pueden llegar a ser, pero alimentarlos es todo una travesía –hablaba con un tono sarcástico- solo un ser humano basta para saciar su hambre en la semana, no aliméntalos y atacaran a matar, ahora que lo pienso –se levantó y siguió acariciando las cabezas de las bestias mientras se dirigía a ellas- ¿mami no las alimento hoy?

-¿Qué quieres probar? –seguía retrocediendo cada vez que ellos se acercaban más a mí.

-su valentía, puede que el planeta este en caos pero aún sigo siendo vuestra alcaldesa y presidenta, solo valoro a mis aliados ¿tú eres uno de ellos, verdad? –estiro de nuevo su mano mientras hablaba con un tono juvenil y amistoso.

Mire con incredulidad su actitud, sabía que esto era un sueño pero se veía tan real que me atormentaba.

-eso pensé… -se colocó un par de guantes y dio media vuelta- no puedo dejar que alguien como tú y tu grupito de supervivientes se revele frente su reina, créeme no lo hago por mí, lo hago por todos… a por el chicas –comenzó a reírse a carcajadas mientras se apartaba lentamente.

Hasta entonces la voz que sonaba lejana,  la escuche como si estuviera al lado mío, trate de ubicarla solo había un gran espejo roto al lado de una banca a mi derecha, donde estaba lo que parecía el reflejo mío.

-¡CORRE!  -grite, bueno el espejo grito.

Di media vuelta hacia la gran torre y comencé a correr sin detenerme. El aire me faltaba y ya las bestias tocaban mis talones, una de ellas aprovecho y lanzo a uno de mis pies, deje salir un grito que rápidamente se ahogó al sentir como mi pecho golpeaba con el frio concreto y me dejaba sin aire. Me apoye sobre mis codos y comencé a dar patadas esperando que tuviera la suerte de haberle dado en la mandíbula de alguno de esos animales.

Seguí corriendo a pie descalzo, logre liberarme al deshacer el nudo de mis agujetas. El pie derecho comenzaba a tornarse de un color rojo que venía del tobillo, dolía al presionar pero no podía dejar de correr. Mire sobre mi hombro aun las bestias seguían persiguiéndome pero redujeron la velocidad

Subí la torre hasta donde pude, los ojos se me aguaban por el dolor que sentía en mi pie, mire a través de una abertura hacia el resto de la ciudad, estaba en llamas y se esparcían hacia la lejanía.

-Que ha pasado…

Me senté sobre la cama, tenía el cuerpo como aceitoso y mis piel se encontraba rojísima, mi respiración iba y venía a gran velocidad,  acerque una mano a mi pie con miedo que eso de verde halla pasado.

-¿Stewart? –Alex entro del balcón- ¿te encuentras bien?

-solo fue una pesadilla no te preocupes… -quite mi camiseta, estaba muy acalorado por la tensión que eso era lo que menos necesitaba- necesito una ducha.

-¿pesadilla? No la llamaría así si cada cuatro días te levantas gritando y casi siempre es lo mismo, deberías descansar, ahora no te encuentras en circunstancias para acompañarnos

-estoy bien, enserio –Bufe y camine hacia el lavado- ¿acompañarlos? ¿A dónde van?

- algo no está bien desde que vinieron esos cuatro camiones con personas adentro, tenemos que buscar el por qué  a esto, pero acá no podemos hacer nada

Agarre una toalla quitándome el agua de la cara

-te acompaño

-te quedas, no haz descansado casi nada, además deberías ver como esta verónica –camino hacia mí y coloco una mano en mi hombro- si cuando partamos te encuentras mejor puedes venir, desde entonces estaremos en el Marcilette esperando  -dio media vuelta y dejo algo sobre la cama- te dejo unos emparedados y algo de jugo en caja, no es un desayuno digno pe…

-está bien, igual no tengo tanta hambre –tenia demasiadas cosas en la cabeza como para pensar en comida ahora.

-solo quiero que te cuides no quiero que tengas algún accidente.

-ya suenas como si fueses mi madre

-no lo soy, pero ahora solo nos tenemos del uno al otro –tenía el ceño fruncido, en ese estado me daba gracia su intento de mantenerse serio mientras cruzaba sus brazos y se paraba recto con la cabeza alzada dándose aires de superior, pero tenía razón de lo que me decía- deja de ser tan terco, que me preocupo por tu salud y bienestar más de lo que yo me preocupo por la mía –salió de la habitación cerrando tras de el la puerta

Esperaba sentado en una hilera de sillas en la sala de espera del improvisado hospital que teníamos en el hotel “Le Flour”, personas con batas entraban y salían de habitaciones con prisa, era chistoso como no hacían para estrellarse entre ellos.

Me levante de la silla cuando Jessica se acercó a mí- ¿ya está bien?

-está estable, puedes entrar pero procura no armar un  alboroto y no preocuparla tanto, aun esta algo confundida

Ella sonrió y desapareció de mi vista al entrar en una habitación donde encima tenía el letrero  “MEDICAMENTOS Y MUESTRAS DE SANGRE” Agarre  una caja que traía con migo y me dirigi hacia la habitación del fondo donde estaba Verónica. Abri la puerta y la vi ahí, acostada sobre una cama, la habitación era sencilla, cama, mesita, un librero, un armario y una tv, el tapiz era de un color amarillo oscuro y la luz iluminaba con mucha intensidad. Más bien parecía una habitación cualquiera que una habitación de hospital, me sorprendía que no hubiese al menos flores en el lugar o algo como una tarjeta de “Espero te mejores” o algo similar, teníamos la costumbre de dejar al menos una tarjeta a la persona que no conocemos para que no se sienta tan sola.

-Hola… -cerré la puerta sin realizar sonido alguno, camine hacia la mesita al lado de la cama y deje la caja encima- bonita habitación

-Gracias –estiro la mano y agarro la caja.

Adentro no llevaba mucho, tenía uno de los emparedados que Alex me dejo y una barra de chocolate, además de un Walkitoki y una muda de ropa.

-no es mucho ya se –hice algo como una sonrisa esperando que le gustara- supuse que era de tu talla

-gracias, eres la primera persona que me deja algo –dijo sin mirarme, como si hablara al aire, su voz no sonaba igual como solía sonaba ahora apagada- Jessica me conto lo de tu cintura, debes cuidarte

Puse los ojos en blanco al oír la cuestión de la cintura ya me tenían realmente harto con ese tema.

-eres el mismo Stewart que conocí hace tres años –comenzó a reír- supongo que además de tu visita, debes  estar aquí por lo de mi huida.

-no estoy precisamente para eso, parece siglos desde la última vez que nos vimos y pues me hacías falta, tú y los otros –acerque un butaco y me senté frente a ella aun con mi sonrisa en mi rostro- ¿sabes algo de los otros?

-si mi hicieron caso… Miranda, André, Kristen, Gabriel y Esperanza estarían en alguno de esos camiones de camino hacia acá

Al menos esa era una buena noticia, no quería quedarme solo en el apocalipsis.

-y que me cuentas de Alex –dio una mordida al emparedado dejando salir unos pequeños trozos de su boca- ¿conoces a sus padres?

Nunca los conocí, había escuchado hablar de ellos pero trataba siempre el de evadir el tema, no le gustaba hablar de su familia y hacia como si no la conociese, cuando comenzó todo este desastre nunca se le paso por la mente ayudar a algún familiar.

-solo he hablado unas cuantas veces. Su padre faltaba casi siempre en el hogar, era como el tío que trae la comida y se va a trabajar –hice comillas imaginarias, eso me conto en la primera vez que le pregunte sobre su familia- pasaba abecés días sin tocar bocado alguno, solo manteniéndose con agua al menos llenaba su estómago –forcé una sonrisa, me entristecía hablar del tema nunca conocí a alguien que los padres lo olvidasen- luego escapo de su hogar y termino en un orfanato, hasta la edad de dieciséis donde claramente se volvió a escapar y a vivir por su cuenta. Escuche que comenzó a recibir ayuda de vecinos, amigos y algún familiar lejano para sus estudios y algunas necesidades –agarre el pedazo de emparedado que Verónica me ofreció, mi estómago lo agradeció. Esta mañana no toque bocado alguno solo no tenía hambre- por otro lado, su madre nunca la conoció el, ella literalmente abandono a su hijo, como si la hubiese tragado la tierra. Tal vez la ausencia de padres provoca el hecho de que me trate como un crio

Reímos como si hubiera dicho algo cómico, hacía tiempo no la pasaba tan bien con alguien, cuando vives como yo una risa y un abrazo pueden compensar cualquier cosa

-son tal para cual… teniendo en cuenta que tú tampoco tenías una buena infancia

Comencé a toser, algo se había atorado en mi garganta con lo que dijo, hasta ahora caía en cuenta, mi padre era algo similar, no me mostraba aprecio alguno, al contrario me trataba como a un empleado, no recibía afecto alguno y me humillaba demasiada veces, solía escaparme de la realidad entre libros, música y otros detalles. Un año antes de venir a Francia decidí vivir con mi madre y mi tía Aphril, fue la  mejor decisión que abre tomado alguna vez.

-¿harás algo más tarde? Me darán de alta a la una, estaré libre y me encantaría que me mostraras el “Condominio” –deletreo esta última palabra muy animada y contenta.

-sobre eso, estaré fuera por unas horas, hasta las cuatro estaré por acá ¿me esperas en la entrada del Bar “Le Miserable”?

-hmmmm ¿hay algo interesante ahí?

-pues podrías conocer a Spencer, tendrías más amigos y creo que los chicos estarían contentos de beber una cerveza y comer algo en su instancia  -Me acerque a su frente dendole un suave y largo beso- nos vemos cuando llegue

-¿estás listo? –pregunto aquella persona que escucho mis pasos y se encontraba sobre el capo del camión- ¿Stewart? –Alexander giro el rostro hacia mi ubicación.

-claro, ya lo estoy

- Toma –Lanzo una pistola aun sobre el capo hacia mi dirección, la agarre antes que chocara con el asfalto- nos vamos en unos minutos, tenemos que esperar que todos los camiones estén listos para partir al sur –sonrió y volvió a mirar hacia más allá del rio, hacia algún punto desconocido

El Marcilette era un enorme teatro que se ubicaba hacia una calle a dirección al rio Sena, la estructura era enorme, con una gran estatua de un alce a la entrada imagino, por los carteles de espectáculos que aun colgaban en las paredes exteriores me imagino que en sus tiempos dorados debió albergar gran cantidad de espectáculos. Su interior era como cualquier otro teatro a excepción del techo que era como una enorme cúpula, algunos asientos estaban sucios, otros estaban con e relleno saliéndose a trozos, actualmente lo usamos como si fuera una base de tácticos.

-¿listos? –decía una voz firme y grave que provenían de la entrada principal del teatro. Alexander al oír esto dio un brinco y miro sobre mi hombro- ¡Stewart! –se acercó estirando sus brazos abrazándome con suficiente fuerza que sentía como si en cualquier momento mis brazos se fracturasen- Ah pasado mucho tiempo sin vernos –cuando por fin me soltó del abrazo aún tenía su sonrisa mostrando sus dientes- ¿También vendrás? Pensé que te quedarías con esta amiga… ¿Verónica?

Doug  (como le gustaba que le llamáramos) es el capitán de tácticas y operaciones de este lado de la ciudad, nunca se le conoció que fuese estrictos con la gente, solía estar siempre de muy buen humor, con la nariz ganchuda, cabello canoso que cubría su cráneo, tez blanca. Siempre tenía esa sonrisa mostrando dientes.

-señor le dije que se quedara, esto se supone que pone en peligros nuestra vidas –Alexandre hablo antes que pudiera responder a su pregunta. Hablaba con un fuerte tono de voz, más bien pareciese que gritase y se quedaba observando hacia los ojos de él.

-tonterías, el ya es todo un hombrecito para venir, además solo iremos en son de paz –hizo una leve pausa- a menos que ellos decidan sacar sus armas y dispararnos en cualquier caso, estén preparados quien sabe que nos topemos en ese lado de París, incluso en este. Tal vez nuestros enemigos no son los humanos tal vez es algo mucho peor y solo sea una fantasía ¿preguntas? –Cruzamos miradas y estaba tentado a preguntar cuanto duraríamos fuera de la zona norte- entonces suban a los camiones tenemos que estar volver antes que se ponga el sol.

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Lo siento chicos por mi ausencia no volverá a pasar, lean, comenten disfruten! :D

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