One Shots - Camren

By Cathe44

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El título lo dice todo. More

¡Hola!
Vendedora de Caricias
Ojos verdes
Control a Tierra
Lienzos
Last Night

Take My Heart

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By Cathe44


Lauren POV

Cuando tenía ocho años.... Conocí al amor de mi vida.

Desde la distancia donde yo me encontraba, ella no era nada más que una niña cualquiera. Estaba usando un bonito bikini blanco con lunares rojos, y su melenita castaña estaba peinada en dos lindas coletitas que se movían de un lado a otro mientras ella brincoteaba al construir un castillo de arena.

Aún así, cuando ella me miró desde la distancia y se percató de que yo la estaba observando, no pude más que apartar la vista y esconder la cara. A esa edad yo era realmente tímida y vergonzosa. Me daba muchísima pena que ella se hubiera dado cuenta de que la estaba viendo, y no pude evitar que mis mejillas se enrojecieran cuando la niña se acercó a mí para invitarme a jugar con ella.

¿Qué podía saber una niña como yo sobre el amor? A decir verdad no mucho, pero incluso antes de saber lo que el amor era, en ese instante yo ya estaba pre-destinada a sentirlo por ella.

Primero escondí mi cara entre mis rodillas, y escuché la risa de mis padres a quienes les parecía adorable mi actitud y la de la niña que me miraba con insistente curiosidad. Ella me rodeó observándome detenidamente y luego se arrodilló frente agachándose entre mis piernas para poder verme a la cara.

"¿Por qué te escondes?" Me preguntó. "Ven a jugar conmigo, te dejaré ser la princesa de mi castillo." Su voz era chilloncita y graciosa.

Me reí y dejé de esconder la cabeza, pero aún así no dije nada.

"No seas grosera Lo." Dijo mi papá. "Ve a jugar con ella y nosotros te cuidamos desde aquí. Sólo no te vayas muy lejos. ¿Está bien?"

Miré a mi mamá y ella sólo asentía con la cabeza apoyando a papá por lo que tímidamente me levanté del suelo, me sacudí la arena y seguí a la niña  hacia el lugar donde estaba su castillo a medio construir. Sus papás estaban ahí y se cubrían del sol con una bonita sombrilla de arcoíris.

Al principio fue difícil jugar con la niña que después supe que se llamaba Camila, ella era muy parlanchina y yo bastante reservada. Cuando intenté tomar la palita y ayudarla a construir ella me dijo que no podía, porque yo era la princesa y no podía hacer el trabajo de los súbditos. Entonces me quejé. Le dije que yo también quería jugar con la arena y construir el castillo y la única solución diplomática que Camila encontró para aquel lío, fue que ella se convertiría en mi princesa.

Al final fue divertido. Camila creaba más y más torres con sus cubetitas de distintos tamaños y yo con un diminuto palillo de madera las adornaba haciendo dibujitos sin sentido en los montículos de tierra. Con mis manos conseguí cavar un surco en la arena al rededor del castillo y entre las dos conseguimos llenarlo con agua de mar hasta formar lo que parecía un pequeño lago frente al castillo. Incluso construimos un diminuto puente que lo atravesaba.

Éramos un buen equipo.

Las horas pasaron y Camila y yo terminamos el castillo. Quisimos nadar pero nuestros padres no nos dejaron, y por eso nos quedamos sentadas en la orilla de la playa mientras observábamos el cielo cada vez más y más naranja.

"Lolo." Me llamó.

"Eh." Respondí distraída. Estaba divertida viendo como mis pies se llenaban de arena y luego eran limpiados completamente por las suaves olas que alcanzaban a tocarlos.

"Hazme caso." Pidió. Y entonces volteé a verla, tenía el ceño fruncido pero sus cejas se separaron y su sonrisa se mostró cuando se dio cuenta de que ya había captado mi atención. "Quiero regalarte algo." Me dijo y por primera vez la noté con una expresión de nervios en su redondito rostro.

Mis ojos se iluminaron. ¿Qué sería?

Se me hizo agua la boca al pensar que tal vez Camila tenía alguna golosina y entre más segundos pasaban, más deliciosos bocadillos pasaban por mi cabeza. Pero lo que Camila iba a regalarme sería mil veces mejor que un dulce o un pastelillo, y aunque en ese momento yo no lo entendería, años más tarde me sentiría afortunada de tenerlo.

Camila puso la palma de una de sus manos sobre el lado izquierdo de mi pecho, y con su mano libre llevó una de las mías al lado izquierdo del suyo.

Las mejillas me dieron cosquillas y ladeé la cabeza sin entender.

"¿Cuál es mi regalo?" Pregunté curiosa.

"Mi corazón." Dijo Camila.

Me sentí decepcionada. ¿Yo para qué quería su corazón? Además lo tenía adentro del cuerpo, y lo necesitaba para vivir... ¿Cómo se lo iba a quitar?

"No quiero tu corazón." Le respondí. "No puedo hacer nada con él, y si me lo quedo yo te puedes morir."

"Tú eres una niña muuuuy tonta." Se burló ella y yo me molesté. Quise apartar mi mano, pero ella no me dejó. "Pero aún así, te lo voy a dar a ti."

"¿Por qué?" Pregunté.

"Porque con esos ojotes tan bonitos seguro que no lo pierdes de vista." Me respondió. Y al quedarme callada se rió de nuevo.

"No te burles de mí."

"Es que eres muy chistosa." Se excusó. "Y muy aburrida. Puedes hacer muchas cosas con mi corazón."

"¿Cómo qué?" Pregunté. Pues la verdad no se me ocurría gran cosa.

"Puedes traerlo de paseo a la playa." Dijo ella. "O puedes llevártelo de viaje." Agregó con su vocecita dulce. "O puedes dejarlo aquí, muy cerca del tuyo." Continuó presionando mi pecho con la punta de su índice. "Y puedes quedártelo para siempre si quieres."

Para mí, nada de lo que ella decía tenía sentido, pero parecía estar muy alegre y yo me lo había pasado bien jugando con ella así que... ¿Quién era yo para rechazar su corazón?

"Bueno... Me lo quedo." Dije encongiéndome de hombros. "¿Gracias?" Murmuré al final con un poco de duda. Eso se dice cuando alguien te regala algo... Aunque sea invisible y al parecer no sirva para nada.

De nuevo quise apartar mi mano. Pero ella otra vez no me dejó.

"Ahora yo quiero el tuyo." Me dijo.

"¿Mi qué?" Pregunté perdida. No era precisamente una niña con el don de la concentración.

"Tu corazón Lolo. ¿Por qué eres tan torpe?" Se rió de mí de nuevo.

"¿Para qué lo quieres?" Le pregunté. ¿Qué haría esa niña con mi corazón? Incluso cuando era imposible que se lo diera físicamente, me daba miedo los planes que Camila pudiera tener para él.

"Si yo tuviera tu corazón, lo cuidaría todos los días. Y si estuviera lastimado le curaría todas las heridas. Si tuviera tu corazón sería para hacerlo feliz... Y si tuviera tu corazón, sería para que estuviera siempre cerca del mío."

De nuevo sonreí. No la entendía para nada, ella no era una niña normal como pensé al principio y aunque no tenía ni idea de lo que su intercambio de corazones significaba. Lo acepté.

"Entonces puedes tener mi corazón." Le dije y me asusté cuando de pronto, ella dio un salto de alegría.

"¡¡MAMÁ, LOLO ME DIO SU CORAZÓN!!" Gritó a todo pulmón.

Pero la señora de lentes no la escuchó, en cambio le gritó de vuelta.

"¡¡KAKIIII VEN AQUÍ QUE YA NOS VAMOOOS!!"

Camila resopló.

"Me tengo que ir." Me dijo y yo volteé a ver a mis padres que también estaban guardando nuestras cosas ya. "Eh, mírame." La escuché decir, entonces giré mi cara hacia ella y lo siguiente que sentí fue su boca contra la mía.

Fue tan rápido y torpe que ni siquiera me dio tiempo para reaccionar. En un parpadeo la niña ya se estaba yendo y agitaba su mano de un lado a otro despidiéndose de mí con una sonrisa en el rostro. Llevándose mi corazón con ella y dejando el suyo conmigo.


"¿Por qué me besaste?" Le pregunté a Camila.

"Porque puedo." Respondió ella encogiéndose de hombros mientras caminábamos por el pasillo.

"Me refiero a la primera vez." Le aclaré.

Camila se rió por lo bajo. Aún seguía burlándose de mí.

"¿No te parece que preguntar eso veinte años después es un poco ridículo? Eres lenta, Lolo." Bromeó. Yo le sonreí.

"Me ha dado curiosidad, de repente." Me excusé. "Tenías siete años Camila. ¡Siete! Y me robaste mi primer beso." Enfaticé.

"También fue mi primer beso." Me recordó. "Y lo hice porque eras muy bonita y me dieron ganas de hacerlo. Cuando yo quiero hacer algo lo hago y ya está." Se encogió de hombros con una coquetería que la caracterizaba.

"¿Ya no soy bonita?" Le pregunté mientras seguíamos caminando.

"Eres la más hermosa mujer que existe. Y la novia más bella de todas." Me dijo.

Quise decirle que estaba equivocada, que era ella la mujer más hermosa del planeta, pero no me dio tiempo. Finalmente estábamos frente al altar.

El juez fue celebrando la ceremonia y yo me perdí su discurso completamente, mi concentración por fin estaba puesta en el punto correcto, en Camila. Ella ya no necesitaba llamar mi atención, mis ojos siempre estaban fijos en mi preciosa castaña, que a pesar de haber dejado las coletitas en el pasado, se seguía viendo tan dulce y encantadora como cuando la conocí. Y continuaba igual de parlanchina.

Recobré la compostura cuando el juez nos cedió la palabra, el momento del intercambio de votos había llegado. Los anillos estaban justo frente al juez, esperando a que los tomáramos para ofrecérnoslos la una a la otra, pero decidí ignorarlos. Había otra cosa que debía darle a Camila.

Por eso, alejándome un poco de la tradición, puse mi mano sobre el pecho de mi novia, de lado izquierdo, y con mi mano libre llevé una de las suyas al mío, por encima de mi corazón.

"Camz." La nombré con gusto en mi boca. "Quiero regalarte algo."

"¿Cuál es mi regalo?" Me preguntó con complicidad.

Seguramente nuestros invitados no entendían nada. Pero no me importaba en lo absoluto.

"Mi corazón." Le respondí. Ella no me dijo nada, pero vi sus ojos comenzar a cristalizarse. Le di un beso en la frente y me separé luego de unos segundos para poder decir lo que tenía que decir. "Puedes hacer muchas cosas con este regalo... Puedes tomar mi corazón para dar un paseo en la playa. O puedes irte de viaje con el. Puedes dejarlo aquí muy cerca del tuyo. Y puedes quedarte con él para siempre si quieres."

Le sonreí solo con los labios, de forma suave y sincera. Y ella se olvidó de las tradiciones también y me dio un corto beso en la boca incluso cuando el juez no le había indicado que podía hacerlo todavía.

"Si tomo tu corazón es para cuidarlo cada día. Si tomo tu corazón curaré todas sus heridas. Si tomo tu corazón es para hacerlo feliz. Si tomo tu corazón es para tenerlo siempre cerca del mío." Dijo Camila con seguridad y yo sabía que era pura verdad. Pues precisamente eso llevaba haciéndolo por veinte años ya.

Eso fue suficiente. No le pedí el suyo porque sabía que ella ya me lo había entregado, aunque en aquel entonces sólo éramos unas niñas.

La besé mientras le colocaba el anillo y ella hizo lo mismo conmigo un minuto después. Bajo la confusa mirada del juez y de nuestros invitados, el hombre nos declaró unidas en matrimonio.

Y mientras recorríamos el pasillo de vuelta, esta vez como esposas, pensé en todos esos años vividos con ella.

Aquel día de playa, nuestros padres se hicieron amigos, y sin siquiera buscarlo tuve a Camila cerca de mí. Se convirtió en mi mejor amiga, mi consejera, mi mayor apoyo, incluso cuando yo era mayor.

Me dio mi primer beso cuando yo tenía ocho y ella siete. El segundo en una fiesta cuando yo tenía dieciséis y ella quince. También todos los demás después de eso.

Porque crecí con ella y ella conmigo. Y con nosotras el amor que de un juego inocente se convirtió en lo más importante y especial en mi vida.

Pues no hay nada más hermoso que entregarle el corazón a alguien que sabes que lo protegerá y valorará como tú valorarías el suyo.


"¡¡MAMÁ, LOLO ME DIO SU CORAZÓN!!" Gritó Camila a todo pulmón cuando caminábamos entre los invitados que nos lanzaban granos de arroz y pétalos de rosas.

Esta vez "la señora de lentes" si la escuchó, de hecho todos lo hicieron.

Pero más importante que eso, esta vez fui yo quien la besó.



A/N: Empezamos con algo súper cortito, muy relajado y cursi. Espero que les haya gustado. 

Espero que nos leamos pronto.

Adri. 


PD: El próximo si tendrá smut pecadoras. 

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