Lost City. Mi Nueva Vida.

By RachelBarker07

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Después de la derrota de Voldemort la tranquilidad vuelve poco a poco. Hogwarts a quedado destruida y todos h... More

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By RachelBarker07

Capítulo 7. Impulsos.

Draco se sintió confundido, se encontró diferente y se recordó malo.

¿Cuántas veces la había llamado sangre sucia? ¿Cuántas veces la había odiado por ser una sabelotodo insufrible? Si Voldemort se lo hubiera pedido, la habría matado por todo el odio que sentía contra su sangre impura.

Mierda, no, él no era así.

Apretó los puños y bajó corriendo del sexto piso.

—¿Que estupidez hice?— se reprochó, volviendo a encerrarse en su habitación.

Casi podía oír la voz de reproche de su padre.

"Los Malfoy hemos creado una fortuna gracias a nuestra astucia e inteligencia, pero sobre todo a nuestras relaciones con los más poderosos. Jamás, jamás olvides que tú estás arriba de todos y eso siempre será así, y si algún día te da por cambiarlo, todos te darán la espalda y escupirán en tu rostro."

Tenía que dejar de creer en esas palabras, tenía que hacerlo desde ya. Así que se impuso el castigo de no salir más de allí hasta que su cerebro dejara de girar.

Narcissa Malfoy perdió el interés en la televisión, ahora se dedicaba a hacer mil inventos culinarios fracasando en la mayoría.

—¿Como podré conseguir buenas recetas aquí?—le preguntó a su malhumorado hijo.

Draco llevaba varios días sin ver la luz del sol. Encerrado a piedra y lodo en su minúscula habitación. Presumiblemente durmiendo.

—¿Porque crees que me importa eso?

—¡Draco Lucius Malfoy!

—¡Basta! ¡Basta, deja de gritar! ¿Okey?

—Eres un grosero.

—pfff... está bien, te diré lo que se. Hay un aparato, le dicen laptop. Escuché de unos muggles en el supermercado que eso tiene algo que se llama internet, la máquina esa te puede resolver cualquier duda. Seguramente ahí puedes buscar toda clase de recetas.

—¿Lap-top? ¿Internet? ¿Y de dónde se saca eso?

—Ni idea. Es difícil preguntarle a alguien que me explique, porque generaría más dudas. — Malfoy se la pasaba alimentándose de cereal que era lo único que le gustaba del mundo normal. En cuanto terminaba, siempre volvía a su habitación hasta la hora de la cena. Parecía un recluso. —y por favor no vuelvas a llamarme Lucius.

—Ese es tu nombre y no puedes cambiarlo.— repeló molesta la rubia.

—Aqui si. Los muggles lo hacen, van a alguna oficina gubernamental y lo hacen.

—Es una pena que todos tus documentos sean manejados por el ministerio, querido.

Draco solo gruñó y desapareció de vuelta a su agujero de sombras.

Fue entonces que Narcissa decidió socializar y recurrir a los extraños muggles que conocían de magia. Subió con los Granger.

—Mi hijo me ha dicho algo sobre una lap-top... quisiera buscar algunas recetas, pero creo que ese aparato no está en la casa.

—No se preocupe, podemos prestarle una que tenemos guardada. Es un poco vieja pero le servirá para el propósito. — Los padres de Hermione estaban contentos de que al fin la señora Malfoy recurriera a ellos.

—Les agradezco.— sonrió Narcissa.  

Con el avance de los días, la bruja descubría que los muggles no eran tan malos como siempre se lo habían hecho ver. Los señores Granger resultaban armónicos y amables. Le gustaban.

—Hermione la ayudará a encenderla y seguramente puede darle una guía rápida de cómo usarla.— propusieron los dentistas con una gran sonrisa.

A Hermione no le incomodaba ayudar a una bruja que no tenía ni idea de tecnología. Aunque esa bruja fuera Narcissa Malfoy. Hasta ese momento no había recibido ninguna grosería de su parte.

En el acuerdo de comunidad en el vecindario, venían claramente estipulados los días de lavado y tendido, así como el horario en que el camión recolector pasaba por la basura. Algunos días Hermione había encontrado a la rubia, batallando en la lavandería o tirando su basura en dos minúsculas bolsas. En ningún encuentro habían cruzado palabra. Ambas estaban bien ignorandose.

—Seguro. Le ayudaré, hay una red de internet para todo el edificio, pero tendremos que ir a su apartamento para corroborar la contraseña que les corresponde. Está junto al puerto eternet.

—Ah, si, si claro.— Narcissa no había entendido nada.

Que dicha la de Hermione tener el conocimiento muggle en su poder. Aunque la victoria se escapaba al pensar en quién más vivía en ese departamento.

No estaba segura de querer encontrarse con Draco. Seria raro. El chico que siempre la había tratado como si fuera un pedazo de algo asqueroso, que la discriminaba por sus raíces, que se burlaba de ella y sus mejores amigos a la menor oportunidad, que había dejado entrar a los mortífagos a Hogwarts y bueno, la lista podía seguir un par de minutos más; Malfoy era su némesis y cómo su némesis no podía simplemente ir a su casa, creerse con derechos sobre su vida y decirle trozos de su canción favorita.

Era una situación extraña y desenmarañarla sería admitir que estaba interesada en sus motivos. Cosa que no quería aceptar. Aunque todo eso le había ayudado a salir de su depresión por Ronald.

En una dimensión desconocida, era mejor pensar en Malfoy y su forma rara de ser, a pensar en Ron y su "Te amo" en tinta y pergamino.

—¿Me ha entendido?— la castaña había hecho lo que podía para enseñar a la señora Malfoy cómo utilizar el internet. —Si no quedan las cosas muy claras puede decírmelo con toda confianza, incluso si me voy, puede llamarme.

—Esta bien, lo he entendido superficialmente, pero creo que eso es suficiente. Te agradezco.

—No se preocupe. No fue nada.

—Bueno, dejando de lado tú enorme modestia... Desde hacía varios días he querido hablar contigo a solas. Creo que luego de demostrarme que soy una inepta con este artilugio muggle, es el momento adecuado para decírtelo.

—No diga eso.— cortó —estoy segura de que pronto será tan hábil como cualquiera.

—No te desvies niña, escúchame. Quiero pedirte una disculpa.— el rostro de la señora se tornó casi apenado.

—¿Una disculpa?

—Bellatrix era mi hermana y yo debí... Aquella vez no hice nada aún cuando sabía que lo que te hacía no era lo correcto. No tengo forma de justificarme, pero estaba muy asustada.— confesó Narcissa.

—Justo es por eso que no quería hablar de esto, señora Malfoy. No tiene que disculparse, al menos no de eso. La situación fue tensa para todos, no justifico a nadie, pero nosotros también estábamos paralizados de terror, lo único que nos hacía movernos era saber que alguien estaba dependiendo de nosotros. Todos en Hogwarts esperaban que Harry volviera con buenas noticias. Que los salvara de...— la voz de Hermione se apagó. No le gustaba recordar toda esa presión, podía sentirla aún extragulandole la garganta.

—Draco— comenzó la señora —él no quería ser parte de eso. Le suplique a Lucius que no lo hiciera, pero... traté todo el tiempo de protegerlo de todo lo que nos rodeaba. Tal vez ahora no lo entiendas, pero cuando tengas hijos entonces...

—Lo entiendo.— La castaña estiró su mano y la colocó sobre la de Narcissa. En otro tiempo ni siquiera lo habría pensado, sabiendo el desplante que seguramente recibiría si intentaba si quiera acercarse a la esposa de Lucius Malfoy. Ahora, se sentía mas preparada para cualquier resultado.

—Gracias.— Narcissa aceptó el gesto con una sonrisa. La gran señora Malfoy se veía más fresca que en otras ocasiones. Se veía mil veces más guapa sin la expresión rígida característica de su familia, con esa bella nariz respingada de la que tanto hablaba Harry.

—Hay que dejar el pasado atras.— Hermione se acomodo el cabello hacía un lado, le había crecido demasiado y en ocasiones sentía que le estorbaba. —Ahora es diferente, debe ser diferente para todos.

—Es cierto.

Narcissa no era mala, solo había vivido a la sombra de personas que pensaban erróneamente. Criada como una bruja sangre pura, Hermione no dudaba que le fuera muy difícil tomar decisiones que no involucraran la aprobación de su marido. Era su tradición y aunque no lo compartía, trataba de entenderla.

—Recuerde que si tiene más dudas, puede llamarme y...

—Quisiera pedirte otro favor— la detuvo antes de que se fuera.

—Claro. ¿Que pasa?

—¿Podrias intentar hablar con Draco? Se que posiblemente no se lleven muy bien, pero se la ha pasado encerrado y estoy muy preocupada.

—Amm... seguro, hablaré con él.

No había más remedio, se dijo. Tendría que armarse de valor e intentar hablar con él sin tocar el tema de la canción.

—Duerme ahí. —señalo Narcissa la segunda puerta.

Cuando Hermione entró a la habitación, se sorprendió bastante. Estaba tan oscura que nadie podría distinguir si afuera era de día o de noche. En el centro y al fondo estaba la cama que claramente se veía reducida, y sobre ella un bulto negro que se movía lento y rítmicamente, con suspiros incluidos y que seguramente se trataba del rubio.

—¿Malfoy?

Draco abrió los ojos de par en par. No podia creer que Hermione Granger estuviera ahí. La bruja había elegido un mal momento para invadir su encierro. Él seguía debatiéndose internamente entre lo que quería ser, lo que era antes y todo lo que le había dicho que podía ser.

—¿Estás despierto?— Hermione acortó distancia, pero antes de que se acercara más, Draco se movió haciéndola dar un paso atrás.

—¿Que quieres?— bufó molesto.

—Solo quería ver cómo estabas.

—¿enserio? No me digas que te importa como esté, porqué no me lo voy a creer.— lo último lo hizo sonar con ironía aunque en el fondo esperaba que ella dijera que sí.

—Tu madre me ha pedido que pase a verte.

No era la respuesta que necesitaba.

—Y la obedeciste sin ninguna queja. Solo lárgate, Granger.

—Hey, ¿sabes que? Estoy harta de esto.

—¿a si?— por fin, Draco se levantó para mirarla. Lo único que podía distinguir eran sus ojos brillando como los de un ratoncillo en la oscuridad. —¿De que puede estar harta Santa Granger?

—Estoy cansada de recibir tus groserías cada que estás molesto.

—Vaya, lo dice la persona que me corrió de su casa.

—Ok— suspiró— Lo siento ¿De acuerdo? Tienes razón. Estaba en un mal momento y no medí la forma en la que te hablaba, pero también tienes que aceptar que te la pasas siendo un idiota la mayor parte del tiempo.

—Es una característica de mi famosa personalidad, Granger.

—Pues estando aquí es mejor que trates de minimizar esa horrible característica. — con toda la disposición del mundo, Hermione se acercó a la ventana intentando correr las cortinas, pero Draco la detuvo corriendo hacia ella, tomándola por el brazo.

—¡No! No quiero que me veas, mejor vete Granger.— en el movimiento de su cuerpo, el rubio despedía una loción cítrica que la bruja captó inmediatamente.

—Tenemos que aclarar las cosas y a oscuras es como hablarle a la nada.

—¿Porqué no aclaras primero las cosas con tu "amiguito" Weasley?— dijo con burla.

—No sabes sobre eso y no tienes derecho a darme recomendaciones de ningún tipo.

—Pero tú si puedes opinar sobre mí, porqué crees que me conoces, que conoces a Draco Malfoy, el alumno de Slytherin, la persona que siempre busca joder a tu grupito de amigos inadaptados, crees que conoces al chico estúpido que aceptó ser mortífago en vez de luchar contra lo que le imponían, el responsable de la muerte de Dumbledore y de que Voldemort estuviera a nada de ganar.

—Malfoy...

—No, no, espera— la interrumpió, parándose más cerca de ella— no lo niegues ahora. Crees que me conoces solo porqué he solicitado tu ayuda para mandar una carta a personas a las cuáles no les importo, ni me importan.

—Son tus amigos.

—No tengo amigos, Granger. No tengo a nadie a quien mandarle una puñetera carta, fue solo un jodido pretexto para no morirme de aburrimiento.

Hermione se sintió engañada. —Ya veo, y ahora lo combates viviendo como un vampiro.

—No. No estoy luchando contra nada. ¿No te das cuenta? Vivir dos pisos bajo de ti es lo que está afectandome al grado que he tenido que ocultarme en estás cuatro malditas paredes de cartón.

—Por Dios, Malfoy, madura. No puedo creer que tus ideales sangre pura sigan haciéndote tanto daño.

—¿Quien dijo que era por eso? ¿Piensas que estoy asqueado de tenerte de vecinita? Vamos, bruja, no me hagas creer que fuera de Hogwarts pierdes agudeza.

—Si Malfoy, estar aquí contigo, me aturde.

—De acuerdo, lo explicaré. Estoy encerrado porque estoy jodidamente aterrado. Muerto de miedo como el cobarde que todos piensan que soy. ¿Ese Draco miedoso también es el que crees conocer, no?

—No te conozco lo suficiente y no puedo encasillarte en una sola cosa. Eres demasiado, Malfoy.— respondió tranquilamente. —Aunque de una cosa estoy segura, no eres tan malo como aparentas ser, solo has estado siempre en un mal momento, en un mal lugar y con las personas equivocadas y eso ha influido en tu vida.

—Bueno, al menos tú lo sabes. —dijo con veneno en la voz. — Yo no tengo ni puta idea de quién soy, si soy bueno o malo, o que quiero. Solo se que desde que llegué aquí estoy perdido y todo es tu maldita culpa.

—¿mi culpa?

—¡Si!— Draco alzó el rostro al techo, líneas de luz se filtraba del exterior pintando el blanco de un tono anaranjado. Pronto anochecería. —Me haces sentir tan confundido. — susurró aparentando los dientes. —no tienes idea de cuánto he luchado por odiarte.

—Lo haces. Me odias.

—¿Crees que te odio?— bajo la cabeza y busco sus ojos en la oscuridad, entre la penumbra, brillando.

—Siempre lo dejaste muy claro sin embargo, han pasado tantas cosas desde que nos conocemos hasta ahora que la verdad... estoy igual de confundida, pero en cierto modo lo agradezco.

—¿Que? ¿Cómo dices eso?

—Es la verdad. Te doy las gracias por todo. Todas esas veces que me molestabas por mi sangre, todos esos insultos a mi persona solo me hicieron tener más fuerza para ser mejor, y lo que dijiste de Ron, me ayudó mucho, me aclaró. Asi que si quieres, puedes insultarme, ya he decidido tratarte de forma diferente. Todos merecemos una oportunidad de demostrar quienes somos, todo eso que has dicho eres tú y lo trataré de entender y aceptarlo.

—¿Estas hablando en serio?

—Si, lo hago. Estás un poco confundido, pero es normal. Verás que pronto volverás a sentirte tú, armado con todas tus piezas, el príncipe de Slytherin.— dijo animada.

—No lo entiendes. Solo tratas de salir de esto diciéndome eso. No tienes idea de lo que estoy pasando.

—Tal vez no, pero también me he sentido en partes y se que volverlas a juntar suele ser difícil.

—¿a si? ¿Que tan difícil? ¿Eh? ¿Cómo puedes tratar siquiera de comparar tus problemas con los míos?

—No hice eso, solo dije que...

—Ven Granger, te voy a mostrar que tan hecho pedazos estoy.

Sin pensarlo dos veces, Draco tomó de ambos brazos a Hermione. La chica solo dió un pequeño brinco, pero era tarde para retroceder, Draco se aferró a ella como si estuvieran en peligro y con todas sus fuerzas la atrajo hacia él. No iba a pensar en nada, solo lo haría. Con demasiada agilidad encontró su rostro tanteando con la nariz y antes de que pudiera respirar, la besó.

Hermione no movía un solo músculo, sentía los labios de Draco apretando los suyos con fuerza, pero la oscuridad la abrumaba incluso de la mente. No sabía cómo reaccionar. ¿En verdad Draco Malfoy la estaba besando?

No podía estar pasando.

Ella había besado a Krum en el baile de invierno, pero fue algo simple y sin importancia, y a Ron en aquella ocasión, bañados en el agua sucia de las cloacas de Hogwarts. Pero ahora, estaba ahí, con el rostro de Malfoy pegado al suyo.

—¡Draco!— pronunció cómo pudo, pues el rostro del chico le aplastaba la cara.

—¡Bésame!— ordenó sin retroceder ni un poco, pero Hermione le dió un aventón con ambas manos, haciéndolo dar un paso atrás.

Los ojos de la chica se habían adaptado a la oscuridad, dando paso a una imagen que jamás pensó ver, el rubio lloraba.

—¡Vamos Granger bésame!, Demuéstrame que valgo algo, demuéstrame que todo eso que dices  es cierto, que tengo una oportunidad de cambiar todas las estupideces que hice.—suplicó entre sollozos ahogados. —Muestrame el camino.

Hermione no podía creerlo, parecía una alucinación escuchar a su enemigo suplicando una muestra de cariño, un ruego para poder dejar atrás sus errores.

¿yo puedo cambiarte?, Se preguntó aturdida, ¿un simple beso podría ayudar a alguien?

Dejó de estar tensa, dejó de alejarse del Slytherin. Inhaló profundamente y cerró los ojos. Con un temblor interno se acercó a él y con mucho miedo lo besó.

Era la cosa más dulce que Draco había probado en toda su vida, lo más delicioso que sus labios podían sentír. No había explicación a lo que experimentaba. Tanteando unos segundos, no pudo esperar más para profundizar el tímido beso. Y se alegró de hacerlo. La boca de Hermione era un manjar.

Hermione permitió todo, comenzó a mover su lengua, abrazando la de Malfoy cómo si su vida dependiera de ello. No sabía que le ocurría, pero no quería separarse de él. No quería que terminara el contacto. Con sus manos tomo el rostro húmedo de Draco y con toda la ternura, le retiró las lágrimas de sus mejillas, igual que él había hecho con ella. Draco la agarró de la cintura, acercándola lo más que podía, cómo si quisiera fundirse en ella.

¿Qué diablos me pasa?,  se preguntó Malfoy, sentía que había perdido el control de su cuerpo y su lógica buscaba recuperar rápidamente el control, pero su instinto despertaba a cada segundo que pasaba. Pronto sus manos acariciaban la espalda de Hermione en círculos ondulantes. Al primer gemido, el rubio perdió todo contacto con su sensatez. Sus manos más audaces viajaron un poco más abajo.

Hermione ardía. Sentía una desesperación incrementarse en un tiempo récord que la escandalizaría si estuviera en su mejor juicio. De momento solo quería seguir besándo a Malfoy, al grado de enterrarle los dedos en la espalda para que por ningún motivo se alejara de ella. Él no lo haría, todo lo contrario, tiró de ella para que ambos cayeran en la cama.

El rebote los separó momentáneamente, macro segundos fue lo que permanecieron lejos, inmediatamente siguieron besándose, las manos de ambos dejaron de lado los límites permitidos por las buenas costumbres, Draco apretó su trasero y Hermione como respuesta clavó sus dedos en los huesos de su cintura.

De ambos salió un gemido, en ellos nació una necesidad asfixiante. Ninguno de los dos quería parar, no hasta llegar al final.

Pero todo terminó abruptamente cuando Narcissa Malfoy tocó la puerta.

Ahí, la realidad volvió.

—¿Puedo pasar?

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