Mates (Camren G!P)

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El pueblo de Campbellville, Ontario, Canadá siempre ha sido el hogar de Lauren Jauregui, donde dio sus primer... Περισσότερα

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
N/A
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12 (Parte I)
Capítulo 12 (Parte II)
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
¡Mi nuevo libro ya está disponible!
Capítulo 17
Fallas/errores en Wattpad
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24

Capítulo 25

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Από turningpages97

N/A: Hey, hey! Vengo a regalarles esto por pascuas atrasadas, jajaja. ¡Disfruten!

Camila's POV

"¡C-Camila!" Oí en mi sueño. La voz en un principio distante, lejana. 

Despertar a causa de los llamados de mi madre era algo cotidiano, de todos los días, pero aquella voz, rasposa, jadeante y desesperada, ciertamente no sonaba como los regaños en español que mamá gritaba cuando me levantaba tarde un día de semana. No, esas desgarradas súplicas no podían provenir de la planta baja. El aliento caliente rozando mi rostro, el patrón respiratorio irregular, agitado, y los bruscos movimientos, todo venía de mucho más cerca. 

"¡Camz!" Al reconocer el cariñoso apodo, mis ojos se abrieron de par en par, y pude ver a una sudorosa Lauren, forcejeando con la nada misma, sus gritos ahogados, casi como susurros. Su cabello se pegaba a su frente, las venas en su cuello y sien remarcándose. No hubo otro instinto en mí más que el de poner mis manos en sus hombros y sacudirla. "¡No, d-déjala! ¡Camila!"

"¡Lauren! ¡Lauren es una pesadilla, despierta!" Sus párpados pasaron de presionarse fuertemente a sí mismos, a separarse, dejando a la vista dos orbes color dorado, que cuando se sentó en la cama, rebuscaron cada rincón en la oscuridad hasta dar con mi silueta. Entonces, suspirando de alivio, se dejó caer nuevamente en su lugar, y me estrechó protectoramente entre sus brazos. "Fue sólo un mal sueño." Murmuré, moldeándome a su cuerpo. 

"Alguien estaba... Estaban lastimándote. Quería matarlos, con mis propias manos, y luego-"

"No, cállate. No me importa." Me negaba rotundamente a siquiera concebir la imagen. La mala fama que se había construido a la vista de todos era una cosa, pero otra muy diferente, era la verdadera Lauren Jauregui, la que entraba en la ducha antes para comprobar la temperatura del agua y sólo después de estar conforme me invitaba dentro y lavaba mi cabello. "Lo, prométeme que nunca harás nada dejándote guiar sólo por tu ira. No quiero sangre en tus manos." 

"Camila-"

"Prométemelo." Le rogué no solamente con palabras, sino con el alma. 

Vencida, suspiró.

"Bien, lo prometo. ¿Te lastimé?" 

"No, no les di tiempo de aparecer a tus garras." Bromeé.

"No es gracioso, Camila. Yo..." Negando, se pasó dos dedos por el entrecejo, para luego fregarse la cara. "Lo siento, no sé qué fue eso." 

"Ya te dije, un mal sueño. Todos los tenemos." Encontré refugio en su cuello, donde su embriagante fragancia importada se entremezclaba con una pizca de naturaleza, como si llevase los más frescos bosques de Campbellville, impregnados en su piel. Lo cual, con todo el tiempo que pasaba en el taller de su tío, no me extrañaba. 

Sin esfuerzo aparente, me jaló sobre ella. El ceño fruncido había sido reemplazado por una determinada, feroz y centelleante mirada verde. ¿Qué no le daría cada que me veía de esa manera?

La respuesta, en otras circunstancias, habría sido un simple y llano: nada.

"¿Qué ha-" Jadeé, sus dedos ágilmente desabrochando mi sostén. "Laur, no, mis padres..." La prenda voló hacia el suelo y me tapé con el antebrazo, sosteniéndome temblorosamente en mi lugar con mi otra mano. "N-no seas tonta, no podemos." 

"No tuviste objeciones cuando lo hicimos en la ducha." Refutó en un gruñido hambriento, ojeando con intención mis ahora duros pezones, y arrimándose, tomó uno en su boca. 

"Eso f-fue hace semanas." Suspiré, con ambos ojos cerrados, mis sentidos se agudizaban a tope, las ondas de placer recorriendo mi sistema. Pero no, no podía caer. Si mis padres oían, estaríamos muertas. "Y estaba en mi ciclo t-todavía... Lo-" Hacer el amor era nuestra actividad favorita ahora, sin embargo, además de traernos una satisfacción increíble, también tenía sus contras, de las cuales las camas rotas y los rasguñones en su espalda eran sólo dos de los mil ejemplos. Habíamos hecho un acuerdo, uno que consistía en nada de hacer el amor por aunque fuese una semana. 

Se separó momentáneamente, en sus ojos, surgía una chispa de comprensión. 

Mi resolución era firme, no iba a cambiar de opinión y Lauren lo sabía. El celo podía transformarme en una criatura necesitada, volverme más predispuesta a aceptar sus avances subidos de tono, y hacer que no fuera capaz de negarme a sus propuestas indecentes, por lo que, cada que ella me tocaba, yo sólo me entregaba, gustosa. Se sentía rico, y más que eso, alucinante, sí, pero teníamos que aprender a ponerle un límite. Ya no estábamos bajo los efectos de las feromonas que nuestros cuerpos liberaban durante el estro.

"Shh, tranquila, no lo haremos. Sólo estoy tratando de calmarme." Y así, regresó para continuar, el ritmo lento, sus caricias delicadas. Los cortejaba con una dedicación impecable, venerándolos con cada suave lamida, haciéndome gimotear hasta que consiguió saciar, al menos temporalmente, su sed. Dejó dos últimos besos, y me abrazó. 

Permanecimos así por otro largo rato, en el que los débiles rayos de sol comenzaron a colarse por entre las cortinas de mi ventana, y las yemas de sus dedos relajaron los músculos de mi espalda hasta éstos tornarse laxos. En tanto no se propasara y perdiese el control de su propia libido, podía permitirle algo de manoseo, ¿no? 

"Creí que... Que eso sólo funcionaba con el celo." Dije, refiriéndome a aquella táctica que constaba de abrazarme hasta que las dos nos sintiéramos lo suficientemente... apaciguadas. Mi acotación, aún siendo tardía, no la desconcertó.

"Descubrí que siempre lo hace. Ya sabes, tenerte así." Gesticuló a nuestra posición, donde mis senos se presionaban estrechamente contra su abdomen y mis pezones reaccionaban endureciendo al roce de su cálida, áspera piel. 

"Eso es... tierno." Murmuré. Una incrédula Lauren me miró. 

"¿Lo es?" 

"Mhm." Alcé la cabeza de su pecho, asintiendo, y planté uno, después dos, y tres sonoros besos en sus labios. "Iré a ver si mis padres ya están despiertos, tú quédate aquí y no hagas ruido." Di gracias a la alfombra, que contribuyó a que mis pies no se congelaran en cuanto hicieron contacto con el suelo. 

"¿Saldrás así?" Divertida, señaló mi semi-desnudez, tan solo cubierta por un par de bragas grises. 

"¡C-claro que no!" Mi rostro enrojeció ante el recuerdo de su previa demostración de afecto, y me apresuré hacia el segundo cajón de mi armario para buscar un sostén cualquiera y unos pantalones de piyama. "Enseguida vuelvo, tú..." Guardé mi celular en los confines de mi bolsillo, abriendo la puerta. "Vístete, ¿sí?"

"Como usted ordene." Su sonrisa se ensanchó y cerré la puerta detrás de mí. Era consciente de que si no salía pronto de allí, el monstruo toquetón en el que se transformaba la ojiverde por las mañanas, me mantendría en cautiverio hasta que se nos hiciera tarde. 

Uff.

Pispeé por la abertura en las cerraduras del cuarto de mis padres y el de Sofi para asegurarme de que no habría moros en la costa. Una vez en la sala, verifiqué la hora en el reloj de pared. Papá ya se había marchado a hacer su patrulla de las seis, y era miércoles, lo cual significaba que mamá no se levantaría hasta dentro de otra media hora. Coloqué el café molido en la máquina y saqué mi teléfono del bolsillo trasero de mis pantalones.

[6:21 a.m.]

Camila: Ya puedes bajar, pero haz silencio

En menos de lo que canta un gallo, el característico chirrido de la puerta se oyó y los sigilosos pasos de mi novia descendieron por las escaleras. Tuve que contener una risita al imaginarla con sus pesadas botas de combate, intentando no hacer crujir los escalones. 

"¿Qué hay de tu madre?" 

"Pues, si pregunta, acabas de llegar." 

-

Según las chicas, el invierno aquí en el pueblo raramente menguaba, no hasta que la primavera amenazaba con asomarse a la vuelta de la esquina. La nieve de vez en cuando seguía cayendo hasta el punto en que las escuelas debían cancelar días enteros de clases y los dueños de comercios gastar una fortuna en la calefacción. Por mi parte, no me quejaba. Llevaba varios días sin pisar una calle de asfalto congelada y resbalarme. Sí, era tan patética como para considerar eso una gran hazaña. 

Las puertas del centro comercial se abrieron y chequeé a los lados, enviando un rápido mensaje de texto a mis amigos. Inmediatamente recibí una respuesta. 

[4:23 p.m.]

Manibear: En el patio de comidas, conseguimos de tu favorito!

Camila: Yummy!!!

Agité mi mano hacia donde Mani, Troye, Dinah y Ally me esperaban con un latte descafeinado listo para que lo bebiera. Mi estómago hubiera rugido viendo aquel trozo de pastel de chocolate en el plato de mi mejor amigo, no obstante, comer habiendo saboreado hacía menos de una hora la tarta de manzana que Clara había horneado, no me apetecía. 

En serio tenía que ponerle un alto a mi glotonería. Lauren siempre me llenaba el plato de comida cuando íbamos a su casa, alegando que yo sola nunca comía lo suficiente, y cuando no, se encargaba de que su más que buena situación económica me atiborrara de invitaciones a restaurantes. No entendía por qué se empecinaba en llevarme a uno diferente para cada cita, su tío Tommy se enfadaría cuando supiera que frecuentábamos a la competencia.

Tener una madre chef tampoco ayudaría a mi dieta.

Pero no estaba gorda... ¿No? ¿Quizás a Lauren le gustaba tener más de dónde apretar? Si eso era, tendría que contentarse con mi trasero, porque mi delantera... Era un caso perdido.

"¡Ahí estás! Ugh, por fin te despegas de Jauregui." Saludó Troye depositando un beso en mi mejilla. Me senté en la única silla libre, sacando mi billetera para devolverles el dinero.

"Cierra la boca, tú babeas acosando a Zac Efron en sus redes sociales." Defendió la polinesia. Mani rió y le ofreció su puño para chocar, pero al ver mi bolso, sus globos oculares por poco se salieron de su sitio. 

"Oh mi dios, ¿es eso un Chloé autentico?" Lo tomó en sus manos e inspeccionó detalladamente el cuero, admirando todo con corazones dibujados en sus pupilas dilatadas. Dinah no se quedó atrás. 

"¿Un qué?" Ladeé la cabeza. 

"¡NO PUEDO CREERLO, SÍ ES! ¿¡De dónde lo sacaste!?" Por un instante, creí que se abalanzarían encima de mí y saldrían corriendo con el condenado bolso como dos locas desquiciadas. 

"U-uh, Lauren me lo obsequió por nuestro tercer mesiver... m-mesirve... mersive... ¡Agh! Nuestro tercer mes juntas." 

"Ya veo..." La morena recargó su barbilla en su mano. "¿Y no sabes de algún hermano guapo que pueda estar interesado en-" 

"Chris tiene apenas catorce, o quince, no estoy segura..." Dinah echó una carcajada.

"Retiro lo dicho." 

"Oye, ser su novia no te sienta para nada mal. Sí que estás más... Coqueta y brillante últimamente." Ally, sorbiendo de su caramel macchiato, me regaló una sonrisita. 

Y lo estaba. ¿Qué sería exactamente lo que me impulsó? Pensar que mi cambio había sido producto sólo de estar con Lauren no se me hacía lo correcto. Todo había sido no más que un golpe de suerte, aquel día en que Dinah me había obligado a probar ropa que a ella ya no le quedaba. Ese mismo día, aprendí la diferencia entre la sombra de ojos y el rubor. El conocimiento había sido adquirido, ¿por qué no hacer buen uso de él? 

Por otro lado, también me gustaba lucir bien para Lauren.

"G-gracias." Acepté el cumplido, ajustando la correa del, oh, sagrado bolso. 

¿Qué podía decir? Apostaba a que cada quien debía tener su ritual ganador de confianza. Con la práctica, incluso me sentía orgullosa de mis habilidades delineadoras. 

"No vaya a ser que Lauser acabe asesinando a algún tonto por andar haciéndote ojitos." Rodó los ojos la polinesia. 

"No veo que sea en extremo posesiva, ¿pero que la tienes a tus pies? La tienes." Añadió Normani. "Podrías chiflar y ella vendría." Todos en la mesa rieron. Tal vez eso sería posible, mas dudaba que su forma lobuna estuviese adiestrada de tal modo. Reí por lo bajo, recriminándomelo.

No creía que lo fuera, no en un extremo que pudiese herirme o a otros a mi alrededor... Está bien, sin contar aquel incidente en el que Troye sufrió el pelotazo de su vida por culpa de nuestras peleas pre-noviazgo. Había sido un error del que la ojiverde se arrepentía, y mi amigo la había perdonado, por lo tanto, no había rencores. Lauren era la justa cantidad de ingredientes para revolverme el estómago con mariposas, enfadarme ocasionalmente por alguna estupidez, y, ahora que habíamos comenzado a implementarlo en nuestra relación, ya reparado el daño, festejarlo con una buena dosis de sudoroso, dulce y delicioso 'amor entre sábanas'. 

En consecuencia a esos pensamientos, algo en mí me hizo recordar que si bien el novedoso hallazgo que era el sexo, Lauren y yo lo habíamos descubierto hacía relativamente poco, nadie en nuestros círculos sabía de ello.

"Uh, s-sí, hablando de eso, hay algo que debería contarles..." 

"¡Ajá, sabía que estábamos aquí por algo! Desembucha, trasero grande." Tragué saliva, ignorando el apodo y preparándome para soltar mi más reciente secreto, el cual ya no sería tan secreto. 

"Lauren y yo..." Sonreí involuntariamente, la huella que la ojiverde había impreso en mi cuerpo esa noche, perduraría todas las eternidades que mi alma soportase. "Lo hicimos. Fue en su casa vacacional, y no hubo pétalos de rosas en la cama, pero wow, me sentí... M-mejor de lo que jamás me había sentido." El shock le impidió a la más bajita pronunciar palabra. Troye movió la cabeza, asombrado. 

"¿Ustedes... Lo hicieron? Es decir, ¿dejaste que metiera el camión en tu cochera?" La estruendosa tos de Normani hizo acto de presencia, consiguiendo alarmarme. Ally le frotó la espalda. Dinah sonreía como una madre viendo a su hijo dar sus primeros pasos.

"¿Huh?" Alcé una ceja, intercalando entre poner mi enfoque en las chicas y lo que el ojiazul había dicho. ¿De qué demonios estaba hablando? ¿Qué clase de lenguaje manejaban los jóvenes hoy en día?

Uno que tú aún no, Karla.

Evidentemente, mi confusión se le hizo obvia al castaño. Se aclaró la garganta, y procedió a explicarse.

"O sea, follaron, se echaron un polvo, tuvieron sexo, se revolcaron, hundió su ganso en tus aguas, hay muchas formas de llamarle, Mil-"

Claro que, no esperaba menos de Troye.

Avergonzada a más no poder, me estiré hacia el otro lado de la mesa y le tapé la boca. "¡Ya entendí, e-en serio lo hice!" A su lado, Normani le propinó un certero codazo en las costillas mientras trataba de recuperarse de su ataque.

"¡Auch! Hey, eso dolió." Sobándose en el sitio golpeado, hizo un mohín.

"Lo merecías. Estás pasando demasiado tiempo con alguien cuyo nombre empieza con D." Le dedicó una mirada de reojo a la rubia más alta, que se encogió de hombros, lavándose las manos.

"Ella no es tuya." Contraatacó Troye, acompañándolo con una postura rebosante de superioridad. 

"Sí lo es, ella me quiere más y lo sabes."

Ay mi dios.

Por eso, es que Ally era mi favorita. Ella nunca hacía estos líos, siempre al margen, no fastidiaba a nadie.

"Oigan, oigan, hay Dinah Jane para todos-"

"¡Shh! Ya, ustedes dos, nos están viendo." Les chisté a ambos. Si la gente en las mesas contiguas no se había girado cuando Mani casi muere ahogada, entonces ahora sí, los ojos se hallaban en su mayoría sobre nosotros cinco. Algo cohibida, bajé el volumen. "Y no fue sólo... 'Meter el camión en la cochera'." Hice comillas.

"Bromeaba, boba. Anda, cuenta cómo estuvo."

"B-bueno..."

No di una explicación detallada y ninguno insistió en conseguirla tampoco, habían quedado contentos con mi vaga descripción. No quise ser más explícita de la cuenta estando en un lugar público en el que cualquiera pudiera oírnos, pero mi cuarto era un espacio demasiado reducido como para que todos estuviésemos cómodos, y por supuesto que no abriría la boca acerca de un tópico tan personal como lo era éste en otra habitación de mi casa. Habérselos contado en el instituto hubiera sido igual o tal vez peor. Aquí en el centro comercial nadie me conocía, en cambio en el instituto, llevaba una etiqueta fluorescente en la frente con la inscripción: La muchacha que domó a Lauren Jauregui, a donde sea que fuese.

Me preguntaba si realmente habría domado a la bestia, o sólo una porción de ella.

"A mí tampoco me molestaría darle mi virginidad a una Lauren. Podría intentar eso de la heterosexualidad por ella." Rodé los ojos, resoplando una risa. Al cabo del tiempo, los comentarios de Troye habían terminado por volverse un clásico. Hasta me hacían gracia.

"¿Admites que sólo bateas para ese equipo por los penes?" Dinah silbó, pestañeando exageradamente.

"De acuerdo, puede que no sea posible eso de la heterosexualidad en mí." 

"No te desanimes, ya vendrá alguien." En comparación con pueblos vecinos, Campbellville era diminuto, pero vamos, Troye no podía ser el único chico abiertamente gay de la zona. Alguien un día lo encontraría, y compartiría su felicidad con él.

"Supongo que seguiré aquí esperando." La amargura goteaba de su tono cual cascada mientras se ponía de pie para botar el vaso descartable de su bebida. "Como sea, la soledad y yo somos buenos amig-" 

"¡Cuidado!" Advirtió Ally, pero ya era tarde. En eso, las piernas del castaño se toparon con la silla de atrás y un chillido propio de niñita escapó de su garganta al caer sentado. Mi mandíbula alcanzó a tocar aquel lugar en el que Troye debía haber caído, excepto que no, él jamás llegó al suelo.

El regazo de un sonriente muchacho había sido su destino.

"Whoa, qué buena idea fue sentarme aquí." Fue lo primero que oímos del simpático extraño. Aunque dudaba que con cómo el par de ojos azules se había perdido en dos orbes color café, nuestro amigo hubiese escuchado algo. "Me llamo Shawn, ¿y tú?" 

"T-Troye, como Troy, p-pero con una 'e' al final." La sonrisa de Shawn se agrandó y pude ver una boda, una hogareña casita en el bosque, y niños correteando en el futuro de la feliz pareja. La intensidad de aquel intercambio hizo que nosotras cuatro nos miráramos. A continuación, todas largamos una risita al unísono.

"Es un placer, Troye.Esa fue una original forma de conocernos, ¿no lo crees?"

Tal parecía, que cierta personita no estaría tan sola como lo había creído.

***

Lauren's POV

Mis ojos recorrieron por donde el hedor dejaba su estela. Aquí en medio del bosque, el traqueteo de las ramas al ser mecidas por las fuertes ráfagas de viento era uno de los pocos factores que dificultaban la tarea de localizar cualquier cosa. La nieve acumulada en las copas de los árboles en el proceso de derretirse, creaba estalactitas que si se derrumbaban encima de alguien, podrían sin problemas causar un accidente. Con cada paso, el hundimiento de la delgada capa blanca se sentía perfectamente. 

Este era su fin, lo teníamos arrinconado, y no iba a fugarse tan fácilmente. 

"¿No crees que deberíamos cambiar forma? Podría tenerlo en un segundo." Dijo Zayn en voz baja. 

"No. Haríamos mucho ruido y aprovecharía la distracción para huir." 

Ceder territorios a los Assalkar no había ido mal. Con menos extensiones de tierra a nuestro cuidado, como sospeché, ya no acarreábamos con tanta responsabilidad. Hacía meses, no hubiese considerado hacerme parte de los guardianes de la región, pero hacía meses, no estaba enamorada de una humana. Y hacía meses, no había ningún individuo de esa raza que me importara siquiera un mínimo. Me daban igual la comunidad o los vigilantes, sólo quería vivir mi vida. Ahora, no sólo velaba por la vida de la morena, sino que por la de todos sus seres cercanos y queridos. Ahora, no había separación entre mis intereses y los suyos.

Ahora, mi alma no era sólo mía, sino también suya. 

Di un paso hacia el arbusto más próximo, olisqueando. 

Combustible, qué raro. 

Una de los trucos más viejos que usaban los salvajes para llevar a cabo sus emboscadas era el de robar combustible o pinchar neumáticos para que sus presas se vieran obligadas a detenerse a mitad de camino, y así asaltarlas. Este sujeto no podía ser el más inteligente si no sabía cómo enmascarar aquel rastro.

"¿Oyes eso-"

Crack.

La madera partiéndose nos hizo girar a los tres simultáneamente. Todo ocurrió en un corto lapso.

"¡A la izquierda, ahora!" Grité. El salvaje, dispuesto a arriesgar su vida, se lanzó a espaldas de mis compañeros. Jeremy paró el puño del tipo justo a tiempo, y con su otro brazo, le plantó un codazo en las costillas, la sangre saltándole a borbotones de la boca junto con un adolorido lamento. Zayn clavó sus garras en los anchos hombros del iracundo lobo, inmovilizándolo. 

"Fue un buen festín." El murmullo colmado de un prominente, sarcástico desdén. Su voz era gruesa, pero su aspecto físico delataba unos dieciocho, diecinueve años. Vestía una camiseta deshilachada y unos jeans desgastados, el conjunto húmedo y maltratado, supuse que por las condiciones climáticas actuales. Su cabello estaba enmarañado y sus pies descalzos, pero no había marcas en su piel. Era nuevo en esto.

"Pues no volverás a disfrutar uno de esos, querido amigo." Devolvió Jeremy. Ver el gigantesco contraste que había entre el Jeremy payaso de circo y el que se tomaba las cosas en serio impactaba.

"Si no soy yo, será otro." Se zarandeó inútilmente. La delegada se llevaría una grata sorpresa cuando viera lo rápido que lo habíamos atrapado. Con una sola boca, ese bastardo había convertido a un grupo de turistas inocentes en su almuerzo.

"Sostenlo, hay que encadenarlo y llevarlo a..." Estaba de rodillas, forcejeando contra el agarre de mis compañeros de manada, cuando alzó la cabeza y vi su sonrisa sádica, manchada de un oscuro rojo que goteaba desde su barbilla hasta bajar por su cuello. 

Él... No puede ser...

¿Es que había ocultado su olor rociándose con esencia de ébano o alguna fragancia especialmente invasiva? ¿Cómo pude no haberme dado cuenta teniéndolo justo en frente? Era un infiltrado, un salvaje haciéndose pasar por humano.

"Hasta que al fin me atrapas. ¿Estabas buscándome o es coincidencia verte aquí?" El líquido corriendo por mis venas hirvió, reconociendo aquella voz y esa figura, que sabía, era la que había visto la noche de la fiesta. Esa que casi pone sus sucias manos en Camila. Mi Camila.

"¿Lo conoces?" Cuestionó el moreno, perplejo. 

"Hmff, tuve el honor de tener a su noviecita muy, muy cerca. Por cierto, olía para chuparse los de-" 

La escena regresó a mi cabeza, los gritos de auxilio retumbando por el bosque, sin que nadie los oyera. 

Encajé el primer puñetazo en su mandíbula.

Si yo no hubiese aparecido...

La oscuridad me consumía, mi lobo interior luchaba por salir, por destrozarlo y abandonar las piezas de su cuerpo inerte en el lago. Sólo una cosa me hizo parar en seco y no dar un segundo golpe. 

Prométeme que nunca harás nada dejándote guiar sólo por tu ira.

Camila... Estar con ella, además me había brindado un sentido de empatía y compasión, que no solía demostrar en el pasado. No debía caer.

"Mira a lo que te has rebajado, te estás debilitando, apestas a esa humana. ¿Ahora eres su perra guardaespaldas?" Rió tirando su cabeza hacia atrás, las manchas de sangre aún presentes en sus afilados dientes. "Los humanos son nuestro alimento, ¿cuándo entenderán eso ustedes los pacifistas?"

No quiero sangre en tus manos.

"Cállate." Gruñí arrugando la nariz, mis irises ardiendo de un fulgente dorado. Esto no se trataba de mi ego alfa, ni miembro de uno de los clanes más poderosos. Se trataba del bienestar de Camila.

Al borde de estallar, no supe disimular los motivos de mi cólera. Vio a través de mí, y lo utilizó a su favor. 

"¿Tienes miedo de que lastimemos a tu chica, eh?" 

Prométemelo...

Reprimí mis instintos, los cuales pedían a gritos que lo despellejara en el acto. A pesar de querer hacer lo correcto, mis caninos se extendieron a voluntad propia.

"Esto te volverá, Jauregui." Siseó. Con un ínfimo resquicio de autocontrol, traté de no pensar en lo que eso significaría, y quise concentrarme en cómo es que sabría mi apellido. Ya no confiaba en que lo sucedido esa noche hubiera sido una mera casualidad. "Irán por ti, serás hombre muerto. ¿Y sabes qué pasará cuando tú no puedas interferir?"

"¡BASTA, BASTA YA! ¡ZAYN, LLÉVALO EL AUTO!" Me quebré ante la desesperación, que me asfixiaba, me enloquecía. Mi buen juicio se nublaba, mi loba enseñaba su dentadura en signo de ataque.

"Voy a arrancarle el cuello y a probar su carne por ti. ¿Te gusta cómo suena eso, lobita-" Había un fino hilo de tolerancia en mí, y él lo había cortado, descuajado en mil pedazos. El profundo bramido que despedí no hizo nada por tapar su desgarrado alarido cuando empuñé su cuello, y sin piedad, cegada por la furia, mi mano se enterró en su garganta hasta la altura de mi palma. Su torso se sacudió en un shock convulsivo. No hubo más sonido que el de los incomprensibles, estrangulados quejidos, y en breve, todo acalló. 

Lo había matado. Su expresión de horror en aquel exacto momento en que su piel había dado paso a mis uñas, quedó intacta, aún estando ya muerto. Mi pecho trabajaba, inflándose y desinflándose con cada exhalación. 

"No vas a tocarla." Declaré, observando su cadáver, tan quieto, que parecía estar petrificado. El viento soplaba, su silbido rellenando el silencio. Ambos alfas, ahí parados, miraban todo sin comentar.

Viendo el cuerpo carente de vida, la conversación que había tenido con Camila comenzó a atormentar mi mente. Se lo había prometido, y no había cumplido. Había roto la jodida promesa por la que ella había implorado.

"¡Con un demonio! ¡Desgraciado hijo de-" 

"¡Hey, calma, calma!" Jeremy me sujetó por los hombros. El salvaje yacía olvidado en el suelo, desangrándose, pintando la nieve de color bordó. "Nadie va a culparte por esto, él se la buscó."

"Sí, relájate, los del consejo entenderán. No era muy inofensivo que digamos." Agregó Zayn.

"No. No lo entienden. Le juré a Camila que no me dejaría llevar, pero ese maldito..." Si lo que se necesitaba para que una relación fuese exitosa era amor, entonces por eso no me preocupaba, pero estaba aquel dicho sobre la falta de confianza, que me carcomía por dentro. Si Camila dejaba de confiar en mí, ¿qué haría? 

"Es diferente, hermana. Lo que hiciste fue por ella, por su bien. Por el de todos." 

Y diablos, volvería a hacerlo si eso me garantizara su seguridad absoluta. Así que, no lamentaba haber acabado con tan despreciable ser para mantener a salvo a los míos. Lamentaba haber traicionado la confianza de Camila.

¿Cómo haría para decírselo? ¿Cómo le diría que había hecho lo que expresamente me había pedido que no hiciera?

"Va a odiarme." Jer dio dos reconfortantes palmadas en mi brazo. 

"No seas tan dura contigo. Tómate tu tiempo, piensa en cómo hablarlo. Te aseguro que agradecerá la honestidad."

Tal vez, ellos tenían razón. Tal vez, no era necesario que Camila se enterara por ahora. Protegerla era mi prioridad, y saber todo esto, sólo la asustaría. Lo último que quería era eso.

Corrección: lo último que quería era que estuviese en peligro.

Habiendo llegado a una conclusión definitiva, mi semblante endureció nuevamente. 

"¿Cómo nos deshacemos de este desastre?" Sinceramente, no me era relevante. La sangre en mi mano se estaba secando, una costra formándose. Caminé unos metros hacia la orilla del lago y rompí el hielo de un golpe, sumergiendo hasta mi antebrazo, donde había unos salpicones.

"Algún animal se hará cargo en cuanto nos vayamos." 

-

Nota: ¿Me extrañaron? Seguro que no, pero yo sí los extrañé mucho, muchito *cries in the club*

PD: Vi por segunda vez el culo de Camila en vivo y directo. Esta vez a apenas un metro y algo de distancia. No lloren por mí, yo ya estoy muerta.

Si les gustó, por favor voten, comenten, compartan, síganme, pásense por mis otras historias (que pronto voy a actualizar), y tengan un hermosísimo día/noche *heart emoji*

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