Entre Sábanas de Seda (AQS #1)

By BeastDramaQueen

6M 351K 61.2K

¡Primer libro de la serie Amores que Sanan! Versión 2021. Con un padre y hermano alcohólicos, Lia pasa su vid... More

ADVERTENCIA
Dedicatoria.
Prólogo
01|| Suggar Club.
02|| McMurray.
03|| Nunca Más.
04|| Opciones.
05|| Definitivamente.
06|| No.
07|| Aléjate.
08|| Prueba.
Nota de Autora.
09|| Complicación.
10|| Decisiones.
11|| A Salvo.
¿Maratón de ESDS?
12|| Reglas.
13|| Comunicación.
14|| Largo.
15|| Quítate.
16|| Distancia.
17|| Caos.
18|| Nosotros.
19|| Secretos.
20|| Fuerte.
22|| Mal Dia.
23|| Resiste.
24|| Respira.
25|| Citas primerizas.
Nota. Personajes.
26|| Demasiado.
27|| Vacío.
28|| Estaremos Bien.
¿Maratón?
29|| Karma.
30|| Revelaciones.
31|| Resiste.
32|| Ya no.
33|| Carajo.
34|| Navidad.
35|| Bienvenida.
Nota de Autora.
36|| Pánico.
Nota Actualizada 2021
37|| Ganador.
38|| Ya no.
39|| Tranquila.
40|| Homenaje.
41|| Yes.
42|| Libre.
43|| Loco.
44|| Único.
45|| ¿Afortunado?
46|| Caos.
47|| Descontrol.
48|| Monstruo.
49|| Tú.
50|| Eterno.
Epílogo.
Agradecimientos.
¡1 Millón!
Aclaraciones
¡Entre Tus Brazos!
¡Grupo de Facebook!

21|| Cambios.

95.7K 6.6K 1.3K
By BeastDramaQueen

La mañana comienza con una pelea por querer meter mis senos en mis antiguos brasieres, pues no caben en ninguno. Al intentar prenderlos, la tela hace ruidos extraños o simplemente no cierra.

Lo mismo con cada prenda. Desde los quince años no tuve que comprar ropa porque fui de la misma talla hasta hace cuatro meses que me embaracé. Ahora luzco como una maldita vaca y seré una vaca desnuda si nada me entra.

Pruebo con un vestido veraniego que utilizo para fiestas formales. Tengo solo este, nada me entra, nada me luce, estoy gorda y necesito más ropa, ropa de mi talla y que se estire pues esta barriga no dejará de crecer.

Todavía no saco de mi mente a Hudson y lo que pasa allá en Nueva York, pero tengo la tarjeta de crédito a mi nombre, así que me mentalizo para una mañana de compras y más compras.

Todavía no recibo el alta médica así que no puedo salir, por lo que llamo a recepción para tener otra habitación solo para mí. Si planeo traer aquí a los diseñadores y demás, no los meteré en casa de Hudson pues es seguro que luego terminaremos siendo noticia nacional.

Llamo a diseñadores, estilistas y vendedores de ropa para bebés. Si voy a hacer esto, lo haré bien al menos.

—Señorita Stevenson, su habitación está en el piso de abajo, segunda puerta a su derecha. —dice el recepcionista.

Agradezco la atención y me dirijo ahí. Puede que se lleven una sorpresa cuando saque mi tarjeta de crédito porque por mi ropa, nadie creería que tengo esa cantidad de dinero a mi cuenta.

Hudson dijo que era para mi uso personal, así que no escatimo en nada. Nunca tuve la oportunidad de ir de compras un dia completo, de que me consintieran y hoy lo necesito. Hoy gastaré lo que quiera gastar a ver si así se van las ganas que tengo de ahorcar a Hudson con sus millones de dólares.

Abro la puerta y me sorprende ver que son habitaciones mucho más pequeñas que las del piso de arriba. Además de los metros cuadrados restantes, la cocina y la decoración no son las mismas. Es una linda habitación, pero el hogar de Hudson es mucho mejor.

Enciendo la televisión y ordeno una hamburguesa con muchas papas fritas. Ahora mismo lo único que tengo en mente es en comer y gastar dinero, en hacer las cosas para mí y hacerlas bien, así que olvido por completo la dieta infringida por los doctores.

Cerca del medio día, tocan a mi puerta. Apenas abro veo perchero tras perchero entrar en el apartamento. La cantidad de gente que ingresa es una locura.

—Señorita Stevenson, mi nombre es Sara y seré su asesora de imagen. ¿Qué le complacería ver primero? —la mujer que se presenta ante mí tiene una sonrisa brillante y luce carismática, y tan aseada, como si la hubieran pulido pues no tiene siquiera una hebra de cabello fuera de su lugar. —Traje ropa de todas las marcas posibles y algunos accesorios. ¿Le parece que comencemos con Louis Vuitton y Chanel?

Abro la boca presa de la sorpresa porque no pensé que toda la sala estaría cubierta de percheros con ropa, que los asistentes acomodarían los zapatos en segundos y que los bolsos ocuparían todo el sofá.

—Si, perfecto—digo pasando saliva. No tengo idea de lo que está hablando así que solo la dejo enseñarme la ropa que trajo.

Toman mis medidas, me enseñan cada prenda y debo decir que quedo alucinada porque jamás pensé que esto sería tan divertido. Cada prenda es hermosa, exclusiva, perfecta, algunas consideradas obras de arte y están todas en mi sala.

Sara me asesora acerca de lo que puedo comprar para cuando mi embarazo esté avanzado, para estar cómoda. Me enseña los distintos tipos de tacón y los que son más cómodos para las embarazadas, sin embargo me decido por los de tacón alto. Me he acostumbrado a ellos.

Paso más de tres horas con Sara y su gente, y termino por gastar una suma de dinero absurda en la cantidad de ropa que compré pues son tres percheros repletos. Para no desentonar, compro bolsos y zapatos.

Me siento como en Disneyland.

Mi tour todavía no termina, pues luego de que se marcha Sara, recepción me envía al estilista, Julio.

—¿Cómo lo quieres, preciosa?—pregunta, observando mi cabello.

Me lo corté hace poco tiempo, pero de igual manera siento la necesidad de hacerme algo.

—Un poco de color, tal vez—murmuro.

Julio me indica que por mi embarazo ha decidido poner tintura sin amoníaco, lo cual está bien. A comparación de Sara, él termina en una hora con mi cabello y mientras tanto decido hacerme manicura y pedicura.

Al mirarme al espejo una vez que terminan, me siento renovada porque necesitaba de esto, de algo para distraerme. Creo que incluso mi bebé lo agradece pues por primera vez tenemos algo de paz.

Por primera vez no pienso en Hudson, ni en lo que estará haciendo ni mucho menos con quien. Pienso en mí, en lo tranquila que estoy y en lo tranquila que estaría si esta en verdad fuera mi vida.

Hasta que el dinero se acabe, podré hacer esto de vez en cuando.

Y entonces llega lo más emocionante. Abro la puerta y lo primero qeu veo son percheros pero con ropa diminuta. Muero de amor apenas veo todo lo que me traen.

—Señorita Lia, ¿Qué le gustaría ver primero? —comenta Judith, la empleada de la tienda.

—Yo... no lo sé, tengo cuatro meses de embarazo y no sé el sexo todavía —digo, espeando que me asesore, y lo hace.

Es demasiado amable al mostrarme todo lo que tiene y al brindarme varios consejos para madre primeriza. Me enseña varios conjuntos en tonos neutros que pueden ser usados para niño o niña, y no me incomoda menciona que gasto demasiado dinero en mi bebé.

Compro de todo un poco. Conjuntos para recién nacido, frazadas y unos zapatitos de infarto los cuales adoraré hasta que nazca.

Anoto en una libreta del hotel sus consejos como el tocarme los senos para formar la punta y así mi bebé pueda mamar, no rascarme demasiado para evitar el nacimiento de estrías en mi piel y que no gastase demasiado en comprar pañales para recién nacido porque son los que menos utilizan.

Esto me emociona, me agrada y me pone de muy buen humor.

Siempre soñé que cuando tendría un hijo sería capaz de darle todo lo que yo no tuve, y al menos hoy lo cumplí gracias a Hudson, porque de haber continuado sola, apenas y sería capaz de costear un puto babero.

Ahora, por más que esto termine, cuando mi bebé nazca tendrá ropa que usar.

Sostengo por lo alto una prenda en particular, un vestido floreado, diminuto, perfecto y demasiado dulce. ¿Debería comprarlo? No sé su sexo, ¿Y si es niño? Bueno, al menos quedará como un recuerdo.

Pago todo con la tarjeta de crédito y me quedo sola cuando todos se marchan. Llamo a recepción para que muevan mis cosas hasta mi apartamento y pido que me envíen comida más saludable por la tarde.

Según mi dieta, debo comer dos veces más que una persona sola pues mi bebé necesita permanecer fuerte. No es como si eso fuera un gran sacrificio porque si bien antes no tenía barriga ahora comenzó a notarse. Es como si de un momento a otro hubiera decidido que lo mejor era salirse.

Creció varios centímetros, ahora al mirarme al espejo se nota que no estoy inflamada sino que espero un bebé, y la verdad amo esto aunque me asusta un poco.

No he dejado de pensar en mi padre y hermano, en si realmente están aquí en Miami esperando a que me encuentre sola para atacar porque de ser así, debieron haber notado hace mucho que Hudson está en Nueva York y no aquí, conmigo.

De inmediato el miedo de salir me acorrala por unos instantes. Tengo una cita con el doctor para que me examine en lo que estoy aquí, pero con todo lo que sucedió la verdad no tengo idea de lo que podría sucederme si salgo sola a la calle.

Podría salir pero tal vez jamás regresar.

Mi padre me odia, sé que si en algún momento tiene la oportunidad de llegar a mí va a asesinarme directamente, no tendrá compasión por mí, no se sentirá mal, él simplemente saciará las ganas sádicas de asesinarme que tiene desde que tengo uso de razón.

Tragando mi orgullo llamo a recepción para pedir un carro que esperé por mí en lo que tengo la cita.

—Señorita, el señor McMurray dejó todo preparado para su cita antes de marcharse. El coche la espera en la entrada para cuando esté lista.—informa el recepcionista, dejándome de piedra.

¿Cómo se supone que debo aceptar el que deje todo listo para mí? ¿Es algo bueno o malo el que demuestre que le importo un poco siquiera?

—Gracias—cuelgo la llamada y con la cabeza hecha un lío comienzo a prepararme para mi cita.

Me coloco un vestido al cuerpo y tacones medio bajos, tomo un bolso y me miro al espejo como por diez minutos tratando de adivinar si la combinación de rojo, blanco y negro son adecuadas.

Tengo mucho que aprender con respecto a la ropa.

Termino por aceptar lo que me puse y cargando la carpeta donde guardo toda la información del bebé, salgo del apartamento. Los demás huéspedes ni siquiera me conocen por lo que no me indigna su mirada confundida. Supongo que entre ricachones se conocen y yo soy una completa desconocida ahora.

—Su coche la espera en la entrada, señorita Stevenson—veo en su gafete que su nombre es Mitch, un hombre mayor que a su edad ya debería estar jubilado, sin embargo continúa trabajando aquí, supongo que gracias a Hudson pues es su personal.

—Gracias Mitch—saludo con la mano y me subo al coche negro que me espera con la puerta abierta con el chofér a un lado. —Muchas gracias.

Me mira extrañado, como si las personas jamás le dieran las gracias por sus gestos, así que le sonrío.

—¿Dónde vamos?—pregunta por el espejo retrovisor, encendiendo el coche.

—Vamos al Hospital Mercy—con un asentimiento se pone en marcha. Disfruto el viaje porque puedo ver un poco de Miami, detrás de una ventanilla pero es más de lo que visto en semanas que llevo encerrada en ese Pent House.

Estoy segura de que en otra situación, me habría encantado recorrer las calles de Miami pues amo la playa, el calor y el sol. Tres cosas de las que ahora estoy privada.

El coche se detiene en el hospital e ingreso presentando el turno que saqué. Como a las demás, me hacen esperar a un costado, en la sala de espera hasta el momento de ser atendida.

Ninguna mujer me mira cuando lo hago, nadie me hace de menos o me da miradas extrañas como si les fuera a robar las pertenencias lo cual me ha pasado demasiadas veces, y entonces comprendo que es cierto aquello de como te ven, te tratan, y si te ven mal, te maltratan.

Ninguna de estas mujeres estiradas creería que en verdad la ropa solo fue un toque de locura y que en realidad no soy así, que en realidad luzco igual o peor que las mujeres en la sala de espera común pues nosotras estamos alejadas.

Espero paciente a que sea mi turno, leo revistas o miro mi móvil esperando ilusamente recibir una llamada, pero nadie lo hace.

—Lia Stevenson—llaman mi nombre, así que me pongo de pie y camino junto a la enfermera por el pasillo hasta una puerta.—El doctor la espera.

Apenas abro la puerta, un hombre maduro pero bien conservado, se pone de pie estirando la mano para que se la estreche.

—Señorita Lia, que bueno verla y embarazada aún—comenta mientras nos saludamos. —La atendí cuando vino por urgencias. ¿Cómo está todo?

—Bastante bien, supongo. No tuve ningún sangrado y estoy comiendo saludable—ignoro el hecho de que comí una hamburguesa con papas fritas extra y queso cheddar porque no quiero me regañen. Mentiras blancas. —Me he cuidado, no he salido a ningún lado ni hecho ningún tipo de esfuerzo.

—¡Perfecto! Veamos entonces como está progresando ese bebé—el doctor me hace los chequeos de rutina y terminamos por realizar el ultrasonido donde espero poder saber el sexo del bebé.

Como llevo vestido debo ponerme una bata médica dejando al descubierto mi barriga donde colocan el gel. Está frío, pero la emoción que tengo encima no me deja pensar en nada más que veré a mi bebé.

Esto es por lejos, lo mejor de estar embarazada porque si bien no puedes verle el rostro con claridad, ves cada partecita de su cuerpo en desarrollo y es hermoso.

—Bien, veamos—pasa la máquina por mi piel, buscando al bebé. —Tiene buen peso, está saludable. Su cabeza tiene el tamaño normal y no encuentro problemas con el líquido amniótico. No hay rastro de lesiones, de infección o algún problema, Lia. Se ve que te has cuidado muy bien—comenta el doctor emocionado. —Y... aquí está, ¿Lo ves?

—En realidad no—digo sincera observando la pantalla. Puedo diferenciar sus piernitas, su cuerpo, incluso su cabeza pero no sé qué es lo que quiere que vea.

—Es una niña—dice sonriendo.

—¿De verdad? —la emoción en mi voz es evidente, y todo empeora cuando me hacen sentir los latidos de su corazón.

No me contengo para llorar porque es un momento único en mi vida. Ahora es más real el que esté embarazada porque puedo pensar en nombres, buscar cosas para su habitación, comprar toda la ropa rosa y accesorios para niña que se me cruce en el camino.

Tendré una bebé, una hermosa niña que protegeré con mi vida. Me juro en ese instante no dejar que pase lo mismo que yo, darle una vida digna de una reina, ser la mejor madre posible y tener el valor de defenderla siempre.

—Tranquila, es normal emocionarse—comenta el doctor Johnson guardado sus aparatos.

Para mí es más que una simple emoción pues lloro porque estoy cargada de sentimientos encontrados. Ahora es mucho más real, ahora que ha pasado el miedo de perder a mi bebé tengo la posibilidad de decir que lo logramos, que mi niña nacerá y crecerá fuerte, rodeada de amor, de mi amor.

Me permiten un tiempo a solas donde dejo salir las últimas lágrimas mientras me cambio de ropa y me limpio. Trago grueso cuando siento la emoción de contarle a alguien lo que sé, sin embargo no tengo a nadie, así que me preparo mentalmente para saber que el resto de nuestra vida, tendré que hacerlo todo por mi cuenta, al parecer.

Salgo al consultorio de nuevo, donde me entregan mis nuevos informes médicos.

—Lia, oficialmente sales del reposo—comenta, logrando que sonría. —Tu embarazo va muy bien, puedes salir y hacer cosas pero por las dudas, no te expongas demasiado ¿De acuerdo? Toma las cosas con calma por unos días pero puedes hacer una vida normal a partir de hoy.

Me entregan las vitaminas que debo tomar, acordamos una nueva cita y me da su número de teléfono para cualquier emergencia. Se convertirá en mi médico de cabecera aquí en Miami hasta que regrese a casa con Kiran.

Salgo del hospital con una sonrisa en el rostro tan grande como el edificio donde vivo. Estoy tan feliz porque por primera vez, algo me salió bien.

Para celebrar la llegada de mi bebé, de camino a casa compro lo necesario para preparar una lasagna. Hoy comeré a lo grande, celebraré con soda dietética y terminaré la jornada con unas cuantas cucharadas de helado.

Siento que estoy en las nubes, que en cualquier momento podría salir volante de donde estoy y eso me asusta en cierta forma porque jamás fui tan feliz.

Para cuando llego a casa dejo todo en la cocina y enciendo la televisión al menos para que haya un poco de ruido en esta solitaria casa. Me quito los zapatos, ato mi cabello en una coleta y me cambio de ropa para estar más cómoda colocándome un vestido de seda fina de Victoria Secret.

Pelo las cebollas, hiervo la pasta y estoy en la espera de la carne cuando el nombre de Hudson resuena por la casa, obteniendo mi atención.

Me vuelvo hacia la pantalla encontrándome con él siendo noticia otra vez.

Luego de un excelente partido ganado, Hudson McMurray fue visto por las calles de Nueva York con su prometida Camille Boston. La pareja lucía demasiado cariñosa pero aún así, se detuvieron a saludar a algunos fanáticos del futbolista, demostrando una vez más, que los rumores que rodearon su relación las últimas semanas, no son más que eso, rumores.

Esperamos con ansias saber que han puesto fecha para su boda, pero por el momento les deseamos...

No puedo oír nada más, solo puedo ver a Hudson siendo fotografiado tomando de la mano a Camille, sonriendo como un idiota mientras ella reluce en el dedo un flamante anillo de compromiso que de seguro cuesta más de lo que yo gasté hoy.

Y no puedo evitar sentirme mal, porque me dijo en el rostro que todo se había terminado entre ellos. ¿Cómo se supone que lo nuestro funcionará si él continúa con ella?

Como si estuviera leyendo mi mente, mi móvil una mensaje de Hudson.

Prostituto: ¿Cómo estás? ¿Todo bien en casa?

Me repugna el que me crea estúpida, ¿Se supone que lo que dicen los noticieros no debía llegar a mí? ¿Se cree que no iba a enterarme?

Mis manos tiemblan pues quiero escribirle todo lo que se cruza por mi mente, pero eso sería perder la poca dignidad que me queda. No quiero discutir, no quiero que me recuerde de dónde vengo y hacia donde iré si no me comporto, así que dejo el móvil a un lado ignorando los siguientes mensajes.

Me concentro en cocinar, en tener una buena noche como lo había planeado así que preparo mi cena y como sola mientras veo una película de terror. Estoy tan enfadada que me vale mierda la película y las escenas que deberían de darme miedo.

Termino tan llena que dejo el helado para mañana. Apago las luces y subo a mi habitación cerrando la puerta para lanzarme a la cama.

Quisiera decir que lo ignoré, sin embargo no puedo. Tomo el móvil y leo los mensajes que envió Hudson, todos preguntando porqué no respondo, sin embargo el último me quita el aliento.

Prostituto: Lo que sea que hayas visto, tiene una explicación, nena. No te mentí, no sigo con ella pero es complicado. Espero que lo entiendas. Regreso a casa en pocos días.

Algo se mueve dentro de mí, sin embargo no lo pienso demasiado. Apago el móvil y me volteo, tratando de ignorar las punzadas de celos que tengo en medio del pecho. 

Continue Reading

You'll Also Like

290K 10K 42
La lujuria y atrevimiento recorren una relación pasada, que se vuelve a reencontrar en un momento no muy adecuado... HISTORIA 100% DE MI CABEZA, SI Q...
179K 19.1K 38
Joy Finlay es descuidada, desprolija, despistada y una pésima cocinera. Vive su vida un día a la vez, odia las agendas, la contaminación y el machism...
4.2M 229K 61
Ella solo quería divertirse una noche. Y así conoció, al que sería el amor más real y maravilloso que la vida pudo haberle puesto en el camino. Porta...