Ya era tarde, el ojiazul aún no llegaba a casa, lo que hizo preocupar mucho a su hermano. Pero para su suerte, recibió una bonita visita que lo haría sentir acompañado.
La chica rubia tocó la puerta desesperada. Papyrus, corriendo abrió la puerta, sin siquiera saber quien se encontraba del otro lado. Con una sonrisa de oreja a oreja, jaló del picaporte a punto de abrazar a su querido hermano, pero su felicidad se desvaneció al observar a una muchacha sollozando bajo la lluvia. La reconoció al instante, pero su gran corazón le impedía dejarla ahí afuera, sola y con frío.
La hizo ingresar a su casa, recostándola en el sillón. De inmediato cerró la puerta, impidiendo que la nieve se acumule por dentro y apresurado corrió a la cocina a preparar un café para la invitada.
- Saludos Papyrus... - dijo tiernamente, mientras se cubría entre sus pesadas ropas. Este correspondió al saludo y subió las escaleras hacia la habitación de su hermano mayor. Como siempre, todas las sábanas estaban en el suelo, al igual que sus medias y algunas playeras lisas de colores fríos. Tomó una de las mantas y bajó nuevamente hasta lograr envolver a la niña con ella.
- ¿¡Wowie humana, que hacías afuera a estas horas!? ¡¡¡Sabes que es muy peligroso con tanta nieve, ya estamos en pleno invierno!!! - Papyrus volvió a la cocina un poco preocupado,llenando una taza de café, para luego entregársela a Jennifer con una sonrisa misericordiosa.
- ¿Qué no puedo visitar a mi novio y su hermano? - preguntó sarcásticamente con una sonrisa de agradecimiento hacia el peliblanco. Este comentario intrigó al muchacho, observando como su invitada daba pequeños sorbos a la taza.
- Sans no está aquí, se la pasa en el Hospital por las noches con Frisk. Pero le diré que venga si lo necesitas, ¡¡no creo que sea ningún problema, humana!! Además, está llegando un poco tarde...- ella, a pesar de saberlo, cambió el rostro notablemente.
- No hace falta, mal por él, y yo que venía a ayudarlo a salvar a Frisk, de ese modo él ya no tendría que molestarse en visitarla ni dejar a su hermano menor solo tanto tiempo en casa - el albino la observó intrigado, deseaba que todo terminara y ansiaba poder salvar a su mejor amiga. Apoyó su mano en el hombro de la muchacha, con una sincera sonrisa.
- No te preocupes, lo llamaré... - se levantó ansioso del sillón y tomó su teléfono para marcarle a su hermano. Éste, como de costumbre atendió de inmediato. Una vez que cortó la llamada, su sonrisa se ensanchó, por fin podrían volver a estar juntos y todo se arreglaría. Aquella chica parecía tener todas las respuestas que necesitaban. Pareció devolverle la sonrisa, mientras daba pequeños sorbos de su café.
- ¡PAPYRUS! ¿¡Que tanto haces ahí dentro que no vienes a abrirme!?- una eufórica y decidida voz lo llamó desde afuera. Este corrió hacia la puerta de entrada y con mucho gusto la abrió, dejando ver a su gran entrenadora con una sonrisa igual de amplia. Entró sin rodeos, chorreando agua por toda la casa, dispuesta a charlar con su amigo, pero su rostro se desfiguró al observar a su alumna sentada en el sillón. - ¡¿Se puede saber qué demonios haces tú aquí?! - tomó su lanza con ambas manos, preparada para cualquier ataque.
A pesar de los esfuerzos de Papyrus por dejar a la niña en su casa, Undyne no toleró su presencia y por poco no la saca a patadas. Una vez que Jennifer ya se encontraba afuera, decidió permanecer cerca de su casa, después de todo su novio estaba en camino y había algo importante que discutir.
- Saludos... La gran amiga de tu hermano me dejó afuera en plena tormenta, ¿te parece bonito? - se aferró a su brazo izquierdo, abrazándolo como una niña pequeña abraza a su osito de peluche.
- Así que tú estuviste en mi casa... Con mi hermano. - aquella amigable sonrisa se desvaneció de su rostro. Sans se sentía estafado, sin embargo la inesperada visita de Jennifer podría hacer que ésta entrara en razón y entregara el medallón de una vez por todas. Ambos tocaron la puerta, congelados y esperaron alguna respuesta de Papyrus.
Se escucharon murmullos del otro lado de la puerta. Sans dio un profundo suspiro, recostándose a un lado de ésta.
- ¡Hey bro, ya estoy en casa!
- ¡Lo vez Undyne, te dije que era él! - abrió la puerta y ambos entraron de golpe. - Me alegra que estés bien, ¡humana!
- Sí si, como sea. Muchas gracias por dejarme afuera. - el ojiazul la fulminó con la mirada. -Digo, muchas gracias por el café. Fue de gran ayuda.
- ¡No te preocupes, humana! Yo, el gran Papyrus te haré todo el café que necesites.
- Muchas gracias, Paps - contestó ella con una gran sonrisa. Lo que hizo que la pelirroja se enfadara y observó a su pareja de una forma amenazadora.
- ¿Qué demonios significa todo esto Sans? ¿No tienes nada para decir? ¿¡Que excusa vas a poner ahora, flojo!?- se notaba el enojo en su rostro, cuando esto pasaba era muy importante revisar cuidadosamente cada acción por tomar. De lo contrario, Undyne podría matarte "accidentalmente".
- Nope, tan solo traigo a mi novia a casa, no creo que sea ningún problema para ti... - al decir esto, acompañó a Jennifer a su habitación. Undyne los observaba muy enfadada.
- Hey, Undyne, ¿pasa algo malo? - preguntó Paps, intentando hacer que se siente. Ésta prefirió no decir nada, él era demasiado inocente como para meterse en esos asuntos. - Por favor, respóndeme. Necesito saber que tiene mi hermano, últimamente está algo, deprimido. Y no es solo por Frisk... Necesito saber... - se observaron de reojo, los dos se querían demasiado como para esconderse secretos. Luego de un gran suspiro la pelirroja decidió romper el silencio.
- Es imposible entender lo qué pasa en la mente de tu hermano, Papyrus. Agh, esa humana no es lo que aparenta y él lo sabe, es por eso que de verdad no entiendo por qué sigue con ella. Todos creemos que es la culpable de lo que le pasó a Frisk, tanto ella como él.
- Yo... creo que ella sabe como mejorar a Frisk. Es por eso que llamé a Sans a que venga. Lo único que come últimamente es ketchup y se la pasa fumando. Le dije que no lo haga ya muchas veces pero~...
Ella dio un suspiro de decepción
- Hey, espera, ¿por qué demonios tenía una cicatriz en el rostro?
- Bueno, no quizo hablarme mucho de eso, pero, dijo que tuvo una pelea con ese tal Kai, también dijo que ya estaba todo arreglado. De verdad tengo miedo de que algún día ni siquiera vuelva a casa, lo único que hace es buscar pelea. No tienes idea de las paredes que rompió a puñetazos solo para descargarse de la "culpa". Además, no es la única herida con la que vino el otro día, estaba lleno de sangre, me asusté demasiado en ese momento, parecía un zombie cojeando hasta mi casa, casi le aplasto la cabeza con la escoba.
- Ese chico sin dudas no la está pasando nada bien.
Mientras tanto, en la habitación de Sans:
- Sí que te engañé la otra vez, ¿verdad? -dijo ella, entre risas burlonas.
- Muy graciosa, pudiste haberme dejado un buen golpe en la cabeza.
-Oh vamos, Sansy lindo, no exageres. Solo jugaba contigo.
Jennifer ladeó la cabeza y observó detenidamente a su pareja.
- ¿Qué es eso que tienes en el cuello, amor? ¿Te lastimaste? - palpó suavemente la zona de las marcas.
- No preguntes, sabes perfectamente de mi vida con todo detalle.
- Si siempre piensas en ella lo sabré... ¡¡ohh soy Sans y pienso que mi vida es un asco!! - dijo irónicamente tratando de imitar la voz de su pareja.
- Heh, debería..~
- "Ríndete, yo lo hice" "es difícil darlo todo de mi" "no puedo permitirme que ya no me importe".
- Bien, ya es suficiente, no estoy aquí para jugar a tu juego y mucho menos en mi cuarto. Así que, vayamos directo al grano... ¿a qué vienes?
- Bueno Sansy, verás, yo tengo la vida de tu amiga en mis manos y se podría decir que realmente no la necesito.
- ¿Entonces a que estás esperando? ¿Vas a devolver el medallón o qué?
- El medallón no es lo importante, Sans. Lo que a ti te importa, es el alma que contiene dentro.
- ¿El alma de Frisk está dentro del medallón?
- Sí, podría decirse que sí. Sin embrago, Sansy, todo tiene un precio, ¿no es así?
- ¿Qué quieres por Frisk? Haré lo que sea necesario hacer para que se recupere.
- No la necesito a ella Sans, lo único que necesito es tu alma. ¿No te parece justo? Alma por alma.
- Mi alma... bien, lo haré, me da igual. Pero, ¿se puede saber cual es el propósito de todo esto?
- ¡Veo en tus ojos que han estado intentando averiguar información sobre mi! Bueno, hoy es tu día de suerte, Sans. Como verás, tengo un poder distinto al de los demás, por lo tanto no es muy difícil darse cuenta que no soy de este planeta. Yo vivo en Keglor, mi raza me envió a buscar un alma de monstruo para poder continuar con nuestro experimento. Mi misión era venir y tomar un alma de monstruo sin ocasionar líos ni alertar a los humanos, qué mejor manera que tomando forma de uno de ellos. Ahora, si la quieres a la niña de vuelta... ayúdame a completar mi objetivo Sansy y dame tu alma. Harás mi trabajo más fácil.
- Ya veo... Lo tenías todo planeado desde el principio.- la observó de reojo y estiró su mano hacia la muchacha, que ladeaba una sonrisa, triunfante. Ambos se estrecharon la mano, cerrando el pacto por fin. - En cuanto te vayas de la Tierra, te conviene no volver. Hay gente muy fuerte aquí y no dejarán que te salgas con la tuya de nuevo. - ella asintió victoriosa.
En ese momento, el albino sintió cómo si todo estuviese a punto de cambiar, una realidad distinta que probablemente la traería a ella de vuelta... Era todo lo que esperaba. Por fin la depresión se iría, por fin todos volverían a ser felices...
- Mañana será el gran día...
- Es una lástima que ya no puedas estar con ellos...