-Me encantas -susurra mientras esparce pequeños besos por mi vientre.
El calor aumenta y siento mis mejillas enrojecer.
Aún no me creo que esté haciendo esto con él.
Con Kentin.
La persona a la que amo.
No es un sueño; lo sé por la intensidad con la que brillan sus preciosos ojos al mirarme.
Por un momento parece que me falta el aire, porque soy incapaz de respirar.
Suspiro y me doy cuenta de que lo quiero.
Lo quiero de verdad.
Moriría por él.
Es deseo.
Es exasperante.
Se coloca entre mis piernas y me mira.
Está feliz.
Estoy feliz.
Queremos esto.
Me besa y entonces mi mente se pierde.
En este momento no puedo pensar en nada.
Se me nubla la vista y me dejo llevar.
La sensación de tenerlo encima, piel rozando contra piel, es impresionante.
¿Cómo he podido vivir sin él?
¿Sin su calor?
Ahora me parece imposible y sólo de imaginar que se despegará de mi me provoca necesidad.
Enrollo mis piernas al rededor de su cintura y la sensación de notar nuestros sexos húmedos y palpitantes me resulta tremendamente exquisita.
Acaricia mi pecho con su mano y disfruto del contacto.
Es amor.
Es él, que me inunda.
Es precioso.