Han pasado un par de minutos desde que estoy consciente, el aire era frió, al igual que las sábanas, tal vez sea un hospital.
Las lágrimas que salían de mis ojos me delataban, por lo cual, Raguel no paraba de llamarme y hablarme.
—Tienes que hablarlo tarde o temprano, la verdad comprendo lo que se siente, he estado en tu lugar. —Pedía sin recibir respuesta de mi parte.
Giré el rostro al abrir los ojos, al lado mío había una enfermera sentada dándome la espalda, hablando con alguien en la otra camilla.
Miré mi abdomen, estaba vendado. Sobre mí una mesilla de cama con un plato con puré de papás e hígado, acompañados de un vaso con líquido verde y espumoso.
Volteé de nuevo a Raguel, guardaba silencio y una expresión abrumadoramente seria, esperando mi reacción.
Desaté con rabia las vendas, el plato cayó al suelo y el alboroto alertó a la enfermera.
—Vuelva a su cama. En seguida estaré con usted. —Pidió gentilmente.
—No comeré ésta mierda, no estaré en este maldito lugar y tú Raguel sabes mejor que nadie que un puto disparo no me hará nada.
—¡Oye alto! ¿A dónde demonios vas? —Preguntó Raguel. Se levantó de la silla y me siguió a la puerta
—No griten en la sala. —Exigió la enfermera.
No hice caso al llamado, las personas de la sala me observaban asustadas por mis acciones, pero si querían estar en paz hubieran pagado uno privado.
—A ver a mi madre obviamente, si yo soy un ángel ella también ¿O me dirás que me trajo un avestruz?
—De hecho se dice que es una cigüeña...
—¡Lo que rábanos sea! Lo entendiste, no te hagas el idiota.
Tomé la chaqueta de un chico, que colgaba a lado de su cama, levantó un poco su mano de la cual salía una venoclisis.
Sentía odio, dolor, frustración, ira, una mezcla explosiva de todo, no escuchaba nada más que mis pensamientos.
—¡¿A dónde irás?! —Me tomó del hombro hasta girarme.
—A casa. Voy a buscarla.
—Ella no está ahí, los forenses se la llevaron. —Sentí la esperanza en sus ojos de que no iría.
Pero si yo le puedo leer los pensamientos y sentimientos, él también puede lo que le ayudará a darse cuenta que nada me va detener.
—Iré a buscar sus cosas ¡No deben tocarlas!
Llegué a casa en el primer taxi que encontré. Había cinta policíaca y patrulleros que recorrían desde los jardines, hasta las afueras de la mansión; Adentro se podían ver las siluetas de personas gracias a que la luz estaba encendida.
—Tengo que pasar, es mi casa. —Le ordené a uno que aguardaba en la puerta.
Se negó a dejarme pasar y cuando lo intenté, me agarraron entre él y su compañero por los brazos interponiendo sus cuerpos para bloquearme el paso.
Logré librarme de sus agarres gracias al sudor que me produjo correr en el hospital y aprovechando esto, me colé por el puesto del vigilante para correr como un desgraciado hasta la casa.
Los policías que merodeaban los jardines y fuentes, apenas me vieron iniciaron la carrera para atraparme.
Con gritos, se comunicaron entre ellos la orden de atraparme y ponerme en custodia, pero entraré a mi maldita casa, así se ponga Dwayne Johnson em frente mío.
Cuando alcancé la puerta, se las aventé en la cara y le coloqué seguro para que no pudieran entrar.
Pero en la cocina habían mas policías, lo que me obligó a seguir corriendo ignorando mi corazón a punto de explotar de tanto esfuerzo.
Hice un gran estruendo subiendo las escaleras al igual que los que venían detrás mío, alertando así a los que se encontraban dentro de la habitación de mamá.
Formaron una barrera en la puerta, que vencí lanzando mi cuerpo contra los dos uniformados sin importar golpearme.
Todos caímos al suelo, me arrastré hasta la cama de mamá por todo el suelo topandome con sangre y cubierta rosa del pastel.
Intentaron tomarme por los brazos, luego de un rato Raguel llegó y habló con ellos, los manipuló para que pudiera sacar mi ropa.
Tomé mis cosas, las guardé en una maleta incluyendo un los viejos brazaletes que mamá guardaba con tanta dedicación y las subí al cámaro estacionado en el garage.
Raguel fue quien condució a su casa, la verdad no me importa a donde me lleva porque vaya a donde vaya, ya no será mi casa, ya no estará mi madre.
El vidrio se empañó y en sucio gracias a mis lágrimas y mocos que no podía evitar soltar junto a sollozos y quejidos de dolor con mi voz tota como nunca antes.
Parecía una carcajada, pero eran mis quejidos de dolor, que no cuidaba en estética y no le había mostrado a nadie nunca antes.
Pero que bueno que sea Raguel quien me vea así, no puedo pensar en una mejor persona para el momento.
Se ha ido. —Era el pensamiento que oscilaba en un rincón de mi mente ao otro.
¿Pueden creerlo? Esto es una broma, debe serlo.
—Raguel vuelve, por favor, ella sigue ahí sólo la han escondido de mí. —Supliqué, oprimiendo el llanto para que mis palabras se entendieran.
Raguel solo arrguó su expresión, escondió sus labios mordiendolos pero mantuvo su mirada fija en la calle dejando escapar lágrimas.
—Te lo ruego por Dios, vuelve, ella sigue con vida. —Susurré volviendo a acomodar mi cabeza al lado del cristal de mi ventana.
Ella sigue con vida... Todavía no se ha ido, porque todavía tenemos cosas por hacer, todavía debemos arreglar problemas... Al menos debo decirle que sí la quería.
Pero no está, ni estaría, así que no me quedó mas opción que dejar de suplicar y guardarme todas las palabras.
Tuve que quedarme en casa de Raguel. Esa noche que llegué ni si quiera bajé la maleta, sólo me dirijí al segundo cuarto de su casa y me dejé caer mi cuerpo.
Caí quedando con el rostro hacia abajo, lo que dificultaba mi respiración pero no importa, si me muero podré ir con ella y ojalá asi fuese.
No salí, no hablé, no dormí. Realmente no me importan los días ni las noches, el tiempo o los números de la cuenta bancaria.
En este momento solo quiero abrazar la almohada, imaginar que es Alice y empaparla de mi llanto mientras le susurro todo lo que no he podido decirle.
—Yo sé que estás aquí, dime algo, por favor dime algo que me estoy desesperando y no sé qué hacer sin ti. No sé a donde ir, a quien llamar o como actuar, sólo sé que te necesito aquí, no me importa si es un segundo, pero tienes que voler. Tengo que decirte que nos perdonemos y que hagamos el viaje a Suecia para el cual ahorrabas... Dime que estás aquí... ¿Mami?
—Susurraba desesperado, esperando que mamá hablara a través de la almohada o haciéndose presente en la habitación, pero eso no ocurrió.
No puedo para de pensar en ella, en ese pastel y en mi último error.
Raguel continuó
Después de días , cuando me decidí a dormir, ella me visitó en sueños, donde predije que la iba a perder.
Estábamos en su habitación, sólo nos iluminaba la luz de la luna, ella estaba sentada en la cama con la bata de dormir de ese día.
No hubieron palabras, ella sabía lo que sentía.—No tenía que decírselo. —Abrió sus brazos y sonrió.
Me acerqué a ella, la abracé y mordí mis labios para no sollozar, pero mis lágrimas caían sobre ella.
Se levantó aún sonriendo, secó mis mejillas mojadas y las secó.
—No estoy listo. —Mi voz temblaba.
—¿Qué crees que te hace falta?
Demoré un poco en contestar, la voz se me rompería. Tomé aire.
—Tú, me haces falta tú.
Cerró sus ojos y negó con la cabeza.
—Estar listo para la vida es una actitud, no te hace falta nada, más que decidirlo; Vuelve y dale batalla, el mundo no se ha acabado, ve y aprovecha tu vida.
—Yo tengo la eternidad en mi sangre.¿Qué más daría si no abro los ojos y me quedo aquí contigo?
—Pero... —Tomó mi mano entre las suyas. —Estarías privando al mundo de tener un héroe como tú; Yo estaré bien aquí, puedes hacer grandes cosas, y grandes cosas se acercan para tí.
—¡Espera! —Soltó mi mano. —¿A qué te refieres? —Se alejó. —¿Mamá?... ¿Por qué hasta ahora? ¿Por qué tanto tiempo para quererme?
Era hora de ir al entrenamiento y lo necesito más que nunca. Raguel entró en mi habitación, traía café.
—¿Ya vas a hablar?
—Hablé con ella anoche, encárgate del entierro y de lo demás. —Bebí un poco del café, dándole cuenta que no tenía la cantidad de azúcar que me gusta.
—Ya lo hice y... ¿Tú que harás?
—Justicia.
—No vayas a hacer nada estúpido, te estaré vigilando.
Raguel, como acordamos, se encargó del papeleo; Al entierro asistieron familiares y amigos, incluyendo a mi tía Abril y su familia.
Abril era de la poca familia que apreciamos, a pesar de saber que no hay lazos sanguíneos. Los demás son sólo un montón de ejecutivos que asisten sólo por deber.
Ella y su familia estuvieron pendientes de mí, por desgracia se retiraron cuando la lluvia comenzó, para evitar que los niños se resfriaran.
Creé una ilusión para mí, donde el día era soleado y fresco, así como los invitados estaban felices y todos estaban porque si tenían un sentimiento verdadero.
Poco a poco se retiraron todos al siguiente acto, yo por mi parte permanecí frente a la lápida, de verdad no creía que estuviera pasando, era un mal sueño.
Me aterraba estar realmente solo ¿Quién me ayudaría? ¿Con quién hablaría? ¿Quién me aconsejaría?
Nadie, éste es el mundo real Kerry, no seas marica y afrontalo.
Se dio la última despedida, el padre me llamó para dar algunas palabras, al ver mi semblante aterradoramente frío, prosiguió con los siguientes puntos.
Nadie en esa sala se atrevía a verme a los ojos, todos son unos falsos, malditos falsos en busca de las sobras de nuestra fortuna.
Me quedé de brazos cruzados todo el acto, realmente ¿Esto querría mamá? Que su velorio estuviera lleno de hipócritas.
Supongo que no, pero eso cultivó en estos años.
Me retiré a casa sintiéndome como la mierda, fue lo peor a lo que he asistido, a pesar de que toda la estética estaba bien cuidada.
Raguel hizo un buen trabajo.
Algunas cartas fueron llegando con el pasar de los días, cartas donde se empatizaban conmigo. Mandaban algunos regalos.
La gente piensa que realmente me ayuda recibir sus palabras y sus regalos... Pues no, las malditas palabras en esas cartas no me dicen que va a pasar y los putos regalos los puedo comprar con solo vender uno de mos tennis.
Tenía un objetivo en la mente, hacer justicia y para ello necesitaría más que mis puños.
En la universidad, habían libros para avanzados, no estaban a mi alcance, pero, manipular personas e incluso ángeles se me daba bien.
Era vital aprender a hacer algo más con el aura, algo más que sentir, algo más que curar.
¿Podría usarse para luchar? Claro, dudo mucho que Dios le dé un revolver a un ángel, seguro saben hacer otras cosas, tal vez, tirar láseres.
Ya había terminado mi curso y no había tomado ningún otro curso, lo que hacía que no pudiera estar en la academia sin ningún motivo.
Aún así, me adentré para llegar a las bibliotecas y mostrando el tatuaje del ascenso, pude acceder a algunos libros mas avanzados.
Estaba leyendo tranquilo. — Aprendiendo. —Cuando entró Miguel y la directiva del colegio, encontrándome donde no debía estar.
Estoy en problemas.