Mía

By Mariacm_

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Mía. Sonará egoísta, pero eres mía. Eres tan tú que hace que seas mía, mía, mía. Mía una y otra vez. Bonito e... More

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Este capítulo está dedicado a:

@solchumonte 💗

@jeraaldn 🌸

@jazzfernandez99 💛

@SkylarGrey14 💜

@ambectrablack (para que no leas tu nombre solo en las hojas de la escuela jajaja)

@Rin_Dupain_Cheng 💖

@VCD_4275 💙

@shulater (gracias por estar desde el principio) 💓

Instagram personal: mariaxng
Instagram Mía: miawattpad

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Después de comer nos quedamos un rato descansando en la explanada de hierba verde del parque, uno al lado del otro. Nuestras rodillas chocando de vez en cuando. Nuestras carcajadas y su sonrisa tierna cada vez que le cuento algo que le hace gracia. Mis manos sobre mi abdomen y las suyas bajo su cabeza, las cuales en ocasiones parecen querer tocarme pero no lo hacen. La brisa del día y el Sol filtrándose por las ramas de los árboles.

Y ahora solo quiero estrangularlo, porque llevamos un buen rato metidos en el coche -una hora extra además de las horas de esta mañana- y sigue sin decirme a dónde vamos. Y esto parece que no lleva a ningún lado. Y aunque baje el volumen de la música, él vuelve a subirlo. Y tengo ganas de darme cabezazos contra el cristal porque no deja de cantar a pleno pulmón. Que si cantase bien estaría encantada de escucharle, pero no es el caso. Y Dios mío, me está exasperando.

Nos adentramos en una carretera que cruza un pequeño bosque y hago una mueca al darme cuenta de que somos los únicos que estamos aquí.

-Matt, ¿seguro que no te has equivocado? No veo ningún coche... -me inclino hacia delante para mirar por las ventanillas y después hacia detrás, pero nada. Estamos solos.

-Deja de estresarte, ¿no puedes simplemente disfrutar del camino y de la música? Te juro que te gustará -me mira por un segundo y vuelve la vista hacia el frente.

Bufo por lo bajo como una cría de tres años y me cruzo de brazos, pero aunque no se dé cuenta me quedo mirando sus facciones. La luz aquí es oscura porque los árboles no dejan que pase la luz del Sol, así que su cara está más bien ensombrecida. Eso hace que su mandíbula marcada destaque aún más y que su pelo castaño se oscurezca.

Paseo la mirada por su cuello y sus hombros redondos. Sus brazos no exageradamente musculosos y sus manos grandes agarradas al volante. Y así pasa no sé cuanto tiempo pero cuando me doy cuenta, ya hemos aparcado.

Al fondo se puede ver una playa enorme -no puedo ver dónde está el final-, pero repleta de gente. Y el aparcamiento, metido entre árboles y con el suelo de tierra, está lleno. Deben de haber más de cincuenta coches aquí.

No me gustan nada las playas abarrotadas, pero no se lo digo por respeto. ¿Esta era su idea? ¿Tan lejos teníamos que venir para darnos un baño? Ni siquiera es bonita, las de Hermosa Beach son mucho mejores y puedo ir incluso andando desde mi casa.

-¿Quieres quitar esa cara de amargada? -ríe y me posa la mano en mi muslo desnudo por un micro segundo, dejando la sensación de su piel caliente sobre la mía, fría, debido al aire acondicionado.

Se baja del coche y abre el maletero. Agarra una mochila de color granate y se pone unas gafas de sol -cosa que odio, porque nunca sé si alguien me está mirando- girándose hacia mí. Pasa su lengua suavemente por sus labios y baja la puerta flexionando el brazo.

-Vamos -se gira dándome la espalda y yo le sigo como un perrito faldero. Miro a mi alrededor para no fijarme más en él, porque al final me pillará y no tengo ganas de admitírselo.

Cuando llegamos a la arena, empiezo a andar con dificultad, hundiéndome en esta debido a mis chanclas. Me agacho y de un tirón me las quito, llevándolas en la mano. La otra la llevo a mi frente para aliviarme de los rayos de Sol y busco un sitio libre entre tantas personas, pero cuando creo que lo he encontrado, Matt cambia de dirección y pasa de largo.

-¡Eh! ¿Adónde vas? ¡Ese era un sitio bueno! -intento ir más rápida para alcanzarle. Se para para esperarme y entrelaza nuestros dedos cuando llego hasta él. El trozo de piel que hace contacto con la suya me cosquillea, desearía poder borrar esa sensación. Me ha puesto nerviosa con un toque. Por Dios, Sophia, ni que tuvieses tres años. ¿Qué te pasa? Reacciona.

-¿De verdad creías que iba a traerte aquí? -ríe negando con la cabeza y tira de mí para seguir caminando.

-¿Adónde sino? -le miro con curiosidad, porque de verdad la tengo. Yo no veo nada más que arena y agua.

-Espera un poco más -suspiro rodando los ojos y le sigo porque no me queda otra.

Seguimos andando durante unos cinco minutos y volvemos a adentrarnos en el bosque. Al llegar al pie de una montaña, miro la cima y jadeo como un perro. Me da una pereza increíble subir todo eso ahora con el calor que hace.

-Venga, no seas vaga -me mira sonriendo con diversión y hago un puchero. Él rueda los ojos-. ¿Tengo que cogerte en brazos?

-Bueno... -río ante la broma. Pero no es una broma, porque se agacha y pasa sus brazos por debajo de mis rodillas. Antes de darme cuenta, ya estoy en el aire agarrándome de su cuello sorprendida-. No pensaba que fueses a hacerlo.

-Te habría llevado así durante todo el camino solo para tenerte en mis brazos -me guiña un ojo juguetón y yo río dejando que me suba. Él no parece cansado en ningún momento, cosa que admiro. Ni siquiera podría yo subir mi propio cuerpo.

Cuando llegamos arriba me baja dejándome sentada en una roca enorme. Frunzo el ceño cuando me quita las chanclas de la mano y más cuando se arrodilla frente a mí.

-Tu zapatito de cristal, Cenicienta -me las pone sonriendo de forma coqueta, pero sin dejar nunca el aire juguetón. Yo río y le doy con la palma abierta en el pecho, haciendo que se tambalee. Me pongo de pie y doy unos cuantos pasos hacia lo que parece el borde de un barranco.

Lo que estoy viendo es increíble. Nunca había estado en un lugar así. Hay una pequeña cala de agua turquesa y piedras redondas de color beige en vez de arena. Lo mejor es que está metida entre dos montañas, y una de ellas forma un túnel dejando que el agua se cuele en este. Pero después de admirarlo todo, lo único que puedo decir es:

-¿Cómo piensas bajar allí? -ríe por lo bajo y me atrae hacia su cuerpo.

-No te va a gustar, ojitos, pero te prometo que valdrá la pena, ¿vale? -alzo las cejas con expresión seria. Él extiende el brazo y señala la pequeña playa metros abajo-. Mira, ¿no te parece bonito?

-Claro que sí, es precioso -asiento dándole la razón. Porque así es. Es espectacular e impresionante-. Pero no quiero romperme una pierna o peor, abrirme la cabeza, ¿entiendes?

-No te pasará nada, he estado muchas veces aquí -me mira y coge mis manos mirándome fijamente-. Confía en mí, ¿vale? No te traería a un sitio donde corrieses peligro de hacerte daño.

-Está bien... -al final me convence. Además, tengo muchas ganas de darme un baño, sin nadie molestando. Y más en una preciosidad como esa. Desde luego nunca me olvidaré de este lugar.

Matt sonríe de oreja a oreja y entrelazando nuestros dedos de nuevo, me arrastra unos metros hasta que llegamos a una especie de zona de donde cuelga una cuerda gruesa y blanca. Está agarrada a algunos barrotes de hierro que bajan hasta el pie de la montaña. Esto está demasiado empinado, y no tiene buena pinta.

De un segundo a otro me visualizo rompiéndome el cuello al caerme hasta el fondo del barranco. Señor, ten piedad.

Él va por delante de mí y baja un pequeño trozo. Se agarra con una mano y la otra me la tiende a mí. Se la cojo y bajo una pierna con desconfianza. No suelo ser muy ágil para estas cosas. Más bien, ni para esta ni para ninguna. Solo con decir que de pequeña me rompí una pierna saltando de un banco... Mejor no contarlo.

-Ay Dios... -me mordisqueo el labio inferior y le sigo cuando va descendiendo poco a poco.

Uno de mis pies resbala haciendo que me tambalee y me agarro con rapidez a la camiseta de Matt asustada. Nuestros cuerpos chocan y con suerte consigue que los dos nos mantengamos en pie. Su cara está unos centímetros por encima de la mía y me mira sonriendo juguetón.

-Ten más cuidado, ojitos. Y si querías meterme mano mejor habérmelo dicho -sonríe y bajo la mirada a mi mano, con la que estoy agarrando con fuerza su bícep y con la otra tocando su abdomen. Me sonrojo y le suelto rápidamente.

-No te sueltes si no quieres caerte -vuelve a poner mi mano en su abdomen y me da la espalda, momento que aprovecho para morderme el labio inferior de manera inconsciente y tratar de calmar mis nervios.

Bajamos así hasta que mis pies tocan el suelo. Rápidamente le suelto y me acerco a la orilla asombrada. Las pequeñas olas chocan contra las rocas y el agua es tan transparente que puedo ver el fondo.

Sin perder el tiempo, me quito la ropa y me meto en el agua sin pensarlo. Matt hace lo mismo.

-Bueno, entonces, ¿te gusta el sitio? -asiento sonriendo como una niña pequeña-. ¿Más que yo?

Ruedo los ojos riendo y dejo de reír cuando se acerca peligrosamente a mí.

-¿Qué haces? -le miro mal cuando mi espalda choca con una roca y no puedo retroceder más. Pero él sigue acercándose a mí sin dejar de sonreír.

Su cuerpo se pega al mío y acerca su cara a la mía. Le miro a los ojos sin saber qué hacer. No me muevo porque estoy paralizada y nerviosa. Puedo sentir su aliento en mi mejilla cuando de repente y sin poder evitarlo, me salpica con muchísima agua en toda la cara.

Abro mucho la boca sorprendida, ofendida e indignada y me froto los ojos por el picor causado por la sal de la playa.

Él se aleja y riendo muchísimo y muy alto, lleva una mano a su abdomen.

-¿Querías que te besara, ojitos? -me guiña un ojo-. Tal vez a la próxima.

-¡Te voy a matar! -me acerco lo más rápido que puedo y le salpico de vuelta.

Y así es como nos pasamos el resto de la tarde jugando y haciéndonos de rabiar. Más de una vez me enfado y él tiene que conseguir que le perdone. Tomamos el sol, nos hacemos unas fotos, merendamos, y finalmente me lleva a casa.

Me tiro en la cama cansada y miro el fondo de pantalla de mi teléfono. Sonrío como una boba al ver una foto de hoy de los dos, yo sonriendo y él haciendo el idiota. Miro al techo cuando escucho a alguien reírse en mi puerta. Miro hacia ésta para encontrarme con mi madre sonriendo.

-¿Te cae bien ese chico, no? -se seca las manos en el delantal que lleva por haber estado cocinando.

-Sí, somos amigos -ella ríe y asiente no muy convencida.

-Ya... Tu amigo -ríe de nuevo y yo le fulmino con la mirada.

-Vete -le tiro un cojín de manera juguetona y ella se va cerrando la puerta.

Suspiro y dejo caer mi móvil sobre mi abdomen. Pensando y creando historias en mi cabeza, me quedo dormida.

N/A:

¡ESTOY DE VUELTA!

Al fin he acabado tooooodos y cada uno de los exámenes del instituto y tengo tiempo que dedicarle a wattpad. En fin, ¿cómo estáis? ¿Cómo ha ido el colegio? ¿Habéis tenido tiempo para leer? Porque yo NADA.

Mis preguntitas curiosas son:

¿Qué vais a pedir para navidad? ¡Necesito ideas!

Si tuvieseis que puntuar mi novela del 0 al 10, ¿cuánto le daríais y por qué?

¿Sois hijos únicos o tenéis hermanos? ¿Qué creéis que es mejor?

Un beso, ¡os quiero!

Comenta AQUÍ si quieres que te dedique el siguiente capítulo.

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