Kendra
—Familia, hora de cenar—nos llamo mamá. Estos últimos tres años, la mesa de las fiestas era más grande que nunca, y eso que todavía faltaban los pequeños que venian en camino.
Tomamos cada uno su lugar correspondiente. La comida estaba servida y como de costumbre tomamos nuestras manos y hacemos la oración.
—¿Quién quiere hacer la oración de esta noche?—preguntó Kris.
—Yo—dijo la pequeña Danielle. Le sonreí y le di el pequeño animó para empezar—Gracias por la comida de esta noche, y gracias por mantener a nuestra familia junta, espero que sea siempre así.
—Amén—dijimos al mismo tiempo.
Empezamos a cenar, y luego de charlas, risas y el brindis a las doce. Nos dijimos a dormir, llevando a la fuerza a los niños, ya que su emoción de que sea mañana para abrir sus regalos.
En la mañana, nos despertamos antes que los niños para acomodar los regalos y luego de preparar el desayuno con mis hermanas, los despertamos. La nieve caía sin cesar. Y la casa se lleno de gritos de emoción de parte de los niños.
Observe la escena, la casa llena de niños, nuestra familia, Justin a mi lado sonriendo a las niñas, quienes abrían sus regalos y se encontraban con juguetes que nos habían pedido tantas veces el último mes.
Esto era lo único que necesitaba en mi vida, Mi familia, Justin y Mis niñas. Todo estaba bien.
Todo estaba bien, estábamos unidos, y eso era lo único que importaba.
Fin.