Muse (NoRen)

By JongDinny_troller

23.3K 3K 618

«Solo ver su rostro en aquella calle y los colores volvieron a mí, necesitaba retratarlo, pintarlo y sobre to... More

Introducción
×Gigolo×
Tobillera
×El extraño×
Su día de suerte
×Condiciones×
Improviso
×Prodigio×
Terrores que salen de noche
×Desentrañando la superficie×
Nada Personal
×Vacío×
No me lo digas, porque duele
×Mienteme×
Bajando por el muelle
×Asuntos familiares×
Los usados y los abusados
×Algo positivo×
Bittersweet
×Asuntos peligrosos×
Como atrapar un depredador
×El monstruo de mechas naranjas×
Donde hubo fuego... (1-2)
Donde hubo fuego... (2-2)
×Querido difunto×
×Ansiedad por la separación×
Eres a quien amo
×Dónde esta el corazón×
Sinceridad (1-2)
Sinceridad (2-2)
No volveré a casa sin ti
No volvere a casa sin ti 2-2
Final: Jeno
Epílogo: Vida nueva
Trabajo, trabajo, trabajo
[ESPECIAL] Escuela
[ESPECIAL] A beber...
[ESPECIAL] Nihilismo 1-2
Importante
[ESPECIAL] Mi amor y desesperación Parte 1
[ESPECIAL] Mi amor y desesperación PARTE 2
[ESPECIAL] Mi amor y desesperacion parte final
[ESPECIAL] Al final del amor
[ESPECIAL] Desde arriba

Los juegos que nos gustan

560 73 3
By JongDinny_troller

Jeno se quedó mirando su reflejo en el espejo empañado del cuarto de baño, con un círculo perfecto y condensado enmarcando su rostro. Sus labios se separaron de sus dientes y los humedeció con el dedo índice, asegurándose de que estuvieran tan impecables como lo parecían, antes de darle un trago al enjuague bucal y extenderlo por toda la boca. Sus cejas estaban perfectas y su piel se había recuperado de las pequeñas impurezas que había tenido. Su pelo estaba totalmente liso y se había apartado el flequillo de la frente, que llevaba cubierta mucho tiempo, considerando si era momento de cortarlo y cambiarle el color. El rubio se apartó ligeramente y escupió el enjuague en el lavabo, antes de abrir el grifo.

Se había preparado concienzudamente para el día que tenía por delante. ¿Por qué motivo? Oh, por ninguno en especial; sólo le apetecía arreglarse un poco… al menos, eso es lo que le diría a Renjun si preguntaba, cosa que haría. El pobre infeliz no tenía la más mínima idea de que, en cuanto pusiera sus ojos en él, caería en su trampa.

Jeno era la clase de persona a la que le gustaba jugar. Naturalmente, nunca antes había ido detrás de ningún hombre, pero no sería diferente a las actuaciones que llevaba a cabo para sus clientes. Ser coqueto, provocarlo sexualmente y dejarlo con la lengua fuera de sus bocas, mientras jadeaban por él. Era todo cuestión de poder. Incluso cuando adoptaba el papel sumiso, seguía manteniendo el control. A partir de sus quince años, ninguna persona había conseguido hacerle más de lo que él le había permitido.

El rubio pensó convencido que aquel experimento sería igual. No dejaría que Renjun lo pillase con la guardia bajada, como el día anterior, cuando se puso un conjunto que se había comprado en Winnie y el otro le había comentado lo "sorprendentemente bien que le quedaba".

- ¿Qué demonios quieres decir con eso?- le preguntó, mientras el otro terminaba un boceto con la libreta apoyaba sobre sus rodillas, mirándolo como si aquella pregunta le hubiera insultado.

- Significa que la mayoría de las personas que llevan atuendos de verano y botas de cowboy, sobre todo a mediados del otoño, dan pena, yo incluido. Pero tú, Jaeno-ah, no sé cómo, pero has conseguido darle clase a ese tipo de conjunto. Felicidades- su tono de voz condescendiente seguramente no buscase hacerlo sentir bien, pero él estaba tan cegado con el cumplido que apenas le importó. Le había dicho que estaba guapo… aunque de una manera un tanto rebuscada. Aún así, el rubio había vuelto a recordar su "situación" gracias a eso, decidiendo explorarla.

Y, así, el rubio llegó a la conclusión de que había llegado la hora de tantear el terreno. Su curiosidad no podía esperar más. Quería saber qué tipo de comportamiento tendría el malhumorado de su compañero de piso y qué podría provocarle. Quería satisfacer el ansia que dolorosamente había descubierto cuando lo besó no una, sino dos veces. Y, cuando hiciera todo eso, se acostaría y trataría de eliminar de su cabeza que el Huang fuese perfecto para él o pasaría lo impensable y se haría adicto a éste. Recién duchado e innegablemente seductor, el rubio sonrió mientras se inclinó hacia el lavabo y apoyaba un dedo sobre el cristal empañado. Entonces, escribió algo con una letra nítida y curvada, echándose hacia atrás para leer la frase. Objetivo: Huang Renjun.

El pobre no sabía lo que se le venía encima.

Jaeno-ah- llamó Renjun a la puerta- Normalmente no me quejo del tiempo que pasas en el baño, pero algunos tenemos que ir a trabajar hoy- dijo desde el pasillo. Los ojos de Jeno se abrieron de la excitación. ¡Genial! Podría verlo en todo su esplendor, antes de que su belleza se estropease por el correr del día. Tomó aire, puso cara de desinterés, se giró y abrió la puerta.

¡Primera ronda!

- Lo siento- le dijo, con una dulce sonrisa, permaneciendo a su lado- Por poco lo olvido.

Renjun lo miró por un instante. Para alguien que pensaba quedarse en casa todo el día, estaba muy bien vestido: llevaba loción, se había lavado el pelo, llevaba una chaqueta negra encima de su camiseta semi translucida, unos pantalones apretados y un cinturón. Sus ojos tardaron unos simples segundos en memorizar todo aquello y, nada más tomar nota de su extraña vestimenta, se acercó a él y le dio un golpecito en la frente.

- Qué desconsiderado- le dijo, antes de meterse en el baño y cerrar la puerta tras de sí.

Jeno se quedó mirando la barrera que se había formado entre los dos, llevándose una mano a la frente y frunciendo el ceño. ¿Qué demonios? ¿Había… fracasado? No. No, eso era imposible. En cualquier momento saldría del baño y se dejaría llevar por los salvajes pensamientos que, probablemente, le recorrieran la cabeza…

Entonces, se escuchó el agua de la ducha.

Primera ronda: Victoria – Renjun.

Al llegar a la cocina, Jeno echaba humo. No había hecho todo el esfuerzo de ponerse así de guapo, cuando ni siquiera tenía pensado salir de casa, para que lo ignorase. ¿Qué le pasaba? Lo deseaba, ¿no? Él había dado el primer paso en el segundo beso que habían compartido, así que eso tenía que significar algo. Era un chico. Los hombres no besaban a otros, a no ser que quisieran acostarse con él. Lo había visto muchísimas veces en la tele: el chico acompaña a la chica a su casa, después de un día de mierda, ella le pone la expresión más patética que pueda, el chico la besa, se calientan, la sube a su casa y lo hacen durante toda la noche. Por supuesto, a la mañana siguiente normalmente se lamentan, pero ella no lo sabe hasta que lo intenta.

Bueno. Tal vez, si cocinara algo, conseguiría pensar en otra cosa. Ya le había pedido permiso a Renjun para hacer huevos revueltos, así que los prepararía mientras él se duchaba. Aquello no suponía ninguna complicación, pensó, mientras echaba una ojeada al pasillo y lo veía salir del baño sin camisa, antes de que desapareciera en su habitación. Lo conseguiría.

Los huevos salieron bien, para su agrado. Tal vez los hubiera dejado en la sartén demasiado tiempo, pues los bordes estaban un poco marrones, pero, al probarlos, descubrió que la textura y el sabor eran excelentes. Una sonrisa se dibujó en su rostro, aunque, al sentir que Renjun salía de su habitación pocos minutos después, con el ordenador portátil bajo el brazo, la borró. La mejor manera de llegar al corazón de un hombre es a través de su estómago, recordó que su jefe le había dicho el otro día, en el trabajo. Ah, lo único que había peor a un Yuta lloron era un Yuta enamorado. Desde que hubo retomado el contacto con Taeyong- que a Jeno le pareció contacto físico, por mucho que su jefe se negara- estaba siempre eufórico de alegría. Aquello era hasta bonito, pero sólo cuando no lo sacaba de quicio.

- Renjun, el desayuno está listo- le dijo, pero él se había acomodado en el sofá, con el ordenador en las piernas y no contestó nada. Jeno frunció el ceño. Nada más dejar uno de los platos en el microondas, cogió el suyo y se lo llevó a la mesa, asegurándose de que la silla estuviera bien, antes de sentarse; después de lo que había hecho Renjun con la silla que estaba mínimamente bien, el rubio tenía especial cuidado con los sitios donde se sentaba- ¿Estás escuchándome?

- Mmmm- murmuró él como respuesta, sin apartar la vista de la pantalla.

¡Segunda ronda!

- Pensaba que hoy tendrías que trabajar- dijo Jeno, aventurándose en el salón y dejando con cuidado el plato con huevos en la mesa. Renjun siguió mirando el ordenador, incluso cuando el rubio se acomodó a su lado, logrando que ambos se zarandearan ligeramente.

- Sí, pero no hasta las diez y media- por una vez, sus ojos se clavaron en el chico- Hoy no podía ir a las ocho.

Jeno asintió en silencio, teniendo uno de esos momentos en los que se imaginaba un ángel y un pequeño demonio, ambos él mismo, sobre cada uno de sus hombros, discutiendo acerca de lo que debía de hacer a continuación. El Ángel Jeno le decía que no hiciera nada, mientras que el Diablo Jeno discutía acerca de cómo hacerlo. El lado oscuro estaba ganando.

Jeno se mordió el labio, pensativo y, casi al instante, llevó sus piernas al sofá y gateó hacia el pelinarnja, sin apartar la vista de la pantalla del ordenador.

- ¿Qué demonios estás haciendo?- le preguntó. En el ordenador había un programa de arte o algo así, en el que Renjun estaba programando los colores en un dibujo que Jeno imaginó debí ser una de sus bocetos escaneados. Por supuesto Huang, llevaba tiempo usándolo. El rubio ondeó su cabello un poco, para asegurarse de que fuera capaz de aspirar su loción y aprovechándose de la cortina de pelo rubio para esconder la diabólica sonrisa que mostraba su rostro, en cuestión de segundos- Ah, ya veo. Eso es lo que usas para todas tus composiciones, ¿no?

Renjun guardó los cambios de su pieza, dispuesto a darle una charla sobre su cercanía y lo mucho que le molestaba que la gente no respetara las distancias físicas, sobre todo con él. Pero, nada más girar la cabeza, su nariz chocó con la del otro. ¡Por Dios! ¿Cuándo se había acercado tanto? Sus enormes ojos achocolatados se hundieron en los de él, con una expresión muy poco inocente como para ser honesto y el hecho de que no se hubiera alejado de él, de que no se sonrojara ni disculpara por la situación en la que estaban, sólo consiguió asentar su idea de que aquello era intencional.

Además, que sus clavículas estuvieran expuestas no ayudaba demasiado.

Las versiones angelical y diabólica de Jeno estaban pidiéndole a gritos que actuase. ¡No se está echando atrás! ¡A por él! ¡Está justo donde lo querías! Su mirada se clavó en sus labios. Ahí estaba su premio; todo lo que tenía que hacer era inclinarse y recogerlo…

El teléfono sonó. Pestañeando, Renjun se giró y se levantó del sofá, dejando el portátil en el hueco que había ocupado, antes de contestarlo. Jeno no pudo evitar caerse sobre el ordenador, dejando escapar un profundo gruñido, mientras se fijaba en la parte de atrás de la cabeza del chico, al tiempo que se llevaba el teléfono a la oreja.

- ¿Hola?- El rubio esperó, mirándolo. El pelinaranja se mantuvo quieto, con una mano en su bolsillo, mirando por la ventana. ¿En serio? ¿En serio? Jeno se aclaró la garganta.

- ¿Quién es?- susurró el rubio, entre dientes.

Renjun apoyó el teléfono en su pecho y lo miró por encima de su hombro.

- Un vendedor.

Segunda ronda: Victoria – Renjun.

Jeno se sentó sobre sus piernas. Las palabras no pudieron describir la ira que sentía. Por un lado, quería darle con el ordenador en la cabeza; ¡tal vez, así, llamaría su atención! ¡Se desnudaria frente al otro y le echaría en cara que no le hiciera caso! Al girarse hacia la televisión, el rubio cogió el ordenador y se metió en Internet. ¡Estúpido y desagradecido Renjun! Él conocía muchísimas personas que habrían matado por estar en su lugar. Tal vez, si se deshiciera de sus archivos… Oh, pero no era un experto informático precisamente, así que no sabría ni por dónde empezar. El hecho de que estuviera navegando en Internet él solo era algo incluso difícil de asimilar. Una barra de búsqueda que había en la página predeterminada, captó su atención. ¡Ven y aprende! ¡Cae en la tentación y aprende toda la información útil que puedas asimilar!

- Si quieres, puedes usarlo- le dijo Renjun, después de haber colgado el teléfono- pero apágalo cuando termines- entonces, vio el plato de huevos revueltos que el joven se había dejado en la mesa y suspiró, cogiéndolo y acercándoselo- Y será mejor que no dejes que la comida que te ha costado tanto trabajo hacer, se enfríe.

Jeno pestañeó, habiéndose olvidado totalmente del desayuno.

- Eh… Gracias- lo cogió y, recordando que estaba enfadado, vio la pantalla del ordenador de nuevo- Los tuyos están en el microondas- gruñó. Renjun asintió y desapareció de su vista, llevándose el calor y la esencia de su cuerpo, con él. ¡Joder, joder, joder! Jeno acuchilló los huevos con rabia, antes de tomar aire. Se estaba comportando como un idiota poniéndose así. Además, tendría muchísimo tiempo para atraerlo. Si el teléfono no hubiese sonado, él no se habría apartado, ¿verdad?

Entonces, se sintió avergonzado de nuevo. Al levantar la vista hacia la apagada pantalla del televisor, examinó su reflejo en él, mientras aplastaba los huevos. ¿A dónde había ido su confianza? ¿Es que no se había gustado tanto al verse en el espejo, hacía apenas una hora? ¡Agh! Entonces, recordó la razón por la que odiaba a Renjun: ¡lo hacía sentirse feo sin ni siquiera intentarlo!

Necesitaba más autoestima, más tiempo con sus amigos. Mark tenía solo una clase ese día, así que regresaría temprano a casa. Tal vez pudiera mandarle un mensaje y quedar con él para molestar un poco a Sicheng, que había prometido a Jaehyung que iría a ver al cirujano plástico que le había recomendado. Oh, pero no podía dejar que averiguasen que estaba intentando seducir a Renjun con fines experimentales. Tal vez se hicieran la idea equivocada y empezaran a decir que le gustaba o algo así… Jeno se fijó en su plato vacío, al acabarse los huevos. ¿Qué clase de masoquista se enamoraría de Renjun?

Él se marchó de casa sobre las diez, prometiendo que no llegaría más tarde de las cinco, pues tenía que dar clases durante la tarde. Jeno murmuró un desganado "adiós", preguntándose a qué podría jugar en Internet, mientras esperaba a que Mark llegase. Fuera, el tiempo seguía algo nublado y la lluvia amenazaba con salir de las nubes en cualquier momento. ¿Sería así el resto de noviembre? La lluvia arrastraría todas las hojas caducas hasta las alcantarillas, mientras los pobres árboles se desnudaban. El rubio miró por la ventana y se preguntó si Kyungsoo vendería ya su tarta de calabaza; todo el mundo se había encargado ya de los preparativos para Acción de Gracias, para asegurarse de que probara el pavo más especial de su vida, así que lo menos que podía hacer era ocuparse del postre.

Además, Kyungsoo sería incapaz de resistirse a él.

Jeno minimizó la página de Internet y echó un vistazo a las fotos que había en el escritorio del ordenador, que mostraban a Allegro, Andante, Caprice y Fortissimo caminando en alguna playa de Jilin. El estoico pintor se había emocionado cuando su madre le hubo mandado esas fotos, hasta el punto de que le dijo a Jeno que las viera, unas cuantas veces. No, gracias. Ya había tenido bastante con ver a Fortissimo en persona.

Entre todos los iconos, Jeno encontró una carpeta cuyo título le llamó la atención. La Búsqueda. ¿Búsqueda de qué? Pasó el ratón por encima, dudoso. ¿De verdad debía abrirla? Bueno, tampoco esperaba encontrarse nada extraño. Además, si él de verdad quisiera esconderlo, seguramente lo tuviese protegido con la contraseña con la que guardaba los ficheros de su USB y que el rubio ya había tratado de adivinar. Cliqueó dos veces sobre la carpeta y ésta se abrió, mostrando una serie de documentos que contenía algún tipo de sucesión de fotos y que podía verse con el programa que había estado utilizando antes. Después de lanzar una paranoica mirada a la habitación, aunque estaba claro que estaba solo, Jeno cliqueó sobre el primer fichero. El programa de arte se abrió y, en un instante, se encontró mirando una composición llamada sencillamente Significado. Hmm… La tecla del play de la barra del programa suplicaba a gritos que se apretase. Jeno sonrió y así lo hizo. Entonces, apareció una línea que empezó a moverse en la pantalla trazando una dibujo.

Jeno pestañeó una, dos, tres veces. El boceto se formaba lentamente y era realmente hermoso además que los colores se iban añadiendo.

Al finalizar, Jeno quiso ver las demás. Al cliquear sobre la siguiente de la serie, la pieza se abrió en cuestión de segundos; se llamaba Verdad. Él volvió a darle al botón y observo cómo el boceto empezaba a tener forma, mientras la emoción se apoderaba de él. Esa la había visto antes. Era la que Renjun había hecho en su cumpleaños, la improvisación. Así que, la había copiado de memoria en el ordenador aunque agregándole color. Tan pronto como hubo terminado, Jeno puso la tercera pieza, desesperado por verla.

RazónAceptaciónPerdón… Oh, todas eran realmente hermosas. Las otras seguramente fuesen las composiciones en las que Renjun había estado trabajando, mientras él quedaba con sus amigos del instituto. Había una última, que seguramente sería aquélla que había estado componiendo cuando el rubio- y el vendedor- le habían interrumpido: Sustancia. Sin embargo, Jeno prefirió no verla y hacerlo cuando ya estuviera terminada.

Entonces, ¿ésa era la siguiente? Seguramente sería preciosa y, al estar cada cuadro una al lado del otro en una exposición seria increíble, cada composición parecía seguir la línea que había marcado la anterior. Jeno sonrió y cerró el programa. Tal vez, algún día pudiera pedirle que dibujara de nuevo para él, pero, por el momento, se conformaría con escribir a Mark y quedar para esa tarde. No había manera de hacer que se quedara en casa, sintiéndose tan bien.

Tenía que olvidar a Renjun. Su abanico de posibilidades aún estaba abierto.

•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°

Debería haberle resultado gracioso, pero no se estaba riendo. Renjun se quedó mirando la pared que había detrás del lienzo, corrigiendo mecánicamente a su patosa alumna de dieciséis años, cada vez que se equivocaba, a pesar de que estuviera marcado así. No; su técnica en el arte era tan poco sutil como el enamoramiento que tenía de él, desde que su novio la había dejado, en verano. Las tímidas miradas, las disculpas dichas entre dientes cada vez que se equivocaba en una obra, el perfume de jazmín que se echaba, con las esperanzas de atraerlo lo suficiente como para que la tumbara sobre el banco y la riñera por ser tan estúpida como para haberse enamorado de su profesor de arte… o cualquiera de las malditas cosas en las que pensaran las adolescentes de su edad. No lo sabía. No le importaba. Podría encontrar un polvo de compasión en cualquier otra parte.

Ah, qué irritado estaba. No podía concentrarse. Se había puesto de mal humor desde el preciso momento en el que Jeno había salido del baño y había flirteado con él. Pero aquello no le había puesto realmente de mal humor, ¿no? No; si tuviera que ser sincero, diría que estaba bastante mareado y eso le enervaba. Seguramente su alumna se hubiese dado cuenta de la espeluznante sonrisa que se formó en su rostro y por eso volvió concentrarse en dibujar.

¿Acaso ese estúpido rubio se había dado cuenta de lo que había hecho? ¿Es que no podía imaginarse que había dictado su sentencia, al desafiarle en su propio terreno? Renjun se supuso que eso era lo que ocurría cuando dos personas tan diferentes habitaban un espacio tan pequeño. Oh, pero, ¿cómo podría hacerle frente a eso?

- La sombra ahí no se ve natural. Ten cuidado. Date cuenta del cambio de luz- le dijo a la chica, que asintió y volvió a intentarlo, tímidamente.

Bueno, tal vez aquella adolescente y sus fantasías de dominación- que esperaba sólo estuvieran ahí- le sirvieran para saber lo que tenía que hacer con su particular misión. Oh, sí. Por fin podía verlo.

A Jaeno le encantaba jugar, de eso estaba seguro. También había quedado bastante claro que a un gigolo con una personalidad como la suya, le encantaba estar al mando. ¿Cómo demonios había llegado a pensar que, sólo porque él fuera un chico tan generoso, podría hacer lo que quisiera en su casa? ¿Cómo podía jugar con sus sentimientos, sin ningún tipo de compasión? Renjun no iba a permitirlo. Aquello era tan inaceptable como que no hubiera celebrado Acción de Gracias antes. Si ya había arreglado esto último, ¿por qué no hacerlo con lo primero? La chica termino su dibujo y Renjun miró a su alumna, sustituyendo su expresión de antes por la misma sonrisa que ofrecía a las señoras mayores que vivían en NCT.

- Muy bien- le dijo.

Iba a castigar a Lee Jaeno.

•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°

- ¿Qué? ¡No puede ser!

Es verdad- indicó WinWin a Mark, que se lo tradujo a Jeno. Los tres estaban en su salón del tercer piso, escuchándolo- o, mejor dicho, observándolo- mientras les hablaba de sus días escolares. Por lo visto, había conocido a Jaehyung entonces; ambos hacían baloncesto y, normalmente, se quedaban juntos después de los entrenamientos. Pero, por aquel entonces, eran más mejores amigos que otra cosa. A él le pareció gracioso que Sicheng quisiera ser bailarin de danza china y a Sicheng que él quisiera ser compositor.

- Dios y yo que pensaba que Taeyong y Yuta eran raros- dijo Jeno, con una extraña mueca- Es muy raro imaginarse a cualquiera de ustedes dos hablando con alguien.

WinWin apartó la vista.

Ésa no es la cuestión. Después de la graduación, perdimos el contacto… así que, imaginanse mi sorpresa cuando me mudé aquí, hace algunos años, y me lo encontré.

Mark sonrió.

- Aún le gustas, Hyung.

Sicheng asintió, clavando la vista en el suelo. Jeno lo miró con curiosidad. Así que había conocido a Jaehyung en el instituto, se habían separado durante la época universitaria y lo había vuelto a ver después del accidente que le había dejado mudo.

- ¿Se sorprendió? Me refiero a cuando supo que ya no le hablabas a nadie…

Claro- se detuvo un momento y prosiguió- Cuando Jisung era pequeño, hablaba siempre con él. Sus padres siempre habían tenido muchos problemas, así que Yoon Oh era como su niñera; no quería que todo aquello le afectara… Al menos, eso fue lo que me dijo. Jisung y yo nos llevábamos muy bien; bueno, todo lo bien que puede llevarse un niño de cuatro años con alguien. Era como tener otro hermano pequeño…- el mayor se llevó las manos a los lados, mientras sus ojos reflejaban un intenso dolor.

Oh, Dios. Jeno sintió una punzada de dolor por haberle preguntado algo tan personal… No quiso hacerle recordar algo tan doloroso. Pero, ahora que estaba ahí, sintió que Sicheng había dejado de navegar por su subconsciente, para ignorar los problemas que solía acarrearle. Por desgracia, su boca estaba abierta antes de que pudiera contenerse.

- Estoy seguro de que… tus hermanos no te culpan- Oh, qué demonios. Se le había dado muy bien morderse la lengua, pero con eso había conseguido captar la atención del mayor- Si yo fuera pequeño… y nos hubiera ocurrido a Taeil Hyung y a mí, no le culparía. No es culpa tuya que el accidente ocurriera… Por eso se llaman "accidentes", ¿no?- Sicheng lo miró con tal devastación en sus ojos, que Jeno no pudo evitar temblar y apartar la vista- Lo siento… Ha sido una estupidez decir algo así.

Jeno se sintió muy incómodo. Mark no supo qué hacer con sus manos y sus ojos pasaban de uno al otro, todo el tiempo.

- Eh…- sonrió con nerviosismo- ¿Qué les parece si vamos a comer algo?

Winwin resopló, logrando que los otros dos lo miraran con culpa, mientras se limpiaba las lágrimas de la cara. Intentó decirles algo, pero sus manos se movían con demasiada velocidad para que Mark pudiera traducirlo. Gimoteando de la frustración, el mayor dejó escapar una mezcla de llanto y gemido, logrando que Jeno se sintiera incluso peor. Pero, entonces, para su sorpresa, Sicheng se puso en pie y se dirigió a él, levantándolo y abrazándolo fuertemente.

- N-Nadie… me había dicho eso antes…- susurró.

Mark se quedó de piedra, llevándose una mano a su boca. Jeno abrió los ojos de par en par. ¿Sicheng acababa de hablar? Seguramente, ninguno de los dos se hubiese imaginado que algo así fuese a ocurrir. Jeno le devolvió el abrazo, haciendo su mayor esfuerzo para sonreírle, cuando se separó, poco después, dando unos pasos hacia atrás y secándose las lágrimas que le quedaban.

- Soy como un niño pequeño…- su voz sonaba suave y más audible que antes- Pero, gracias, Jeno-ah. Necesitaba escuchar eso- por un segundo dudó, hasta que, lentamente, alzó la mano y se desabrochó el jersey de cuello alto que le cubría la boca.

No era justo. Eso fue lo primero que Jeno pensó, al ver la cara del mayor. Era precioso, absolutamente impresionante, pero el lado derecho de su rostro estaba marcado por una profunda cicatriz, que iba desde su boca hasta su oreja. Los dos chicos trataron de no asustarse; no podían ni imaginarse el dolor que aquello había podido causarle, tanto físico como emocional.

- ¿Q-Quieres que te traiga un pañuelo. Hyung?- preguntó Mark, levantándose de la silla.

- Ah… Claro- las pestañas de WinWin se movieron y dos lágrimas más consiguieron escaparse. Apretó los labios, frunció las cejas y cerró los ojos- Lo siento…

Jeno se acercó a él y le acarició el brazo, reconfortándolo.

- ¡No pasa nada! Estás esforzándote mucho y eso es mejor que no hacer nada- sonrió y Sicheng lo miró, también sonriéndole. ¡Argh! ¿Cómo podía existir uno chico tan guapo y adorable como él? ¡Debería haber sido modelo, no diseñador!

Presos de la emoción, ninguno de las tres se dio cuenta de que la puerta se había abierto, hasta que fue demasiado tarde.

- ¿WinWin?

La belleza exótica tragó saliva con dificultad, girando la espalda hacia la entrada donde estaba Jaehyung, sin moverse, con la mano aún en el picaporte. Mark llegó en ese mismo instante, deteniéndose al verlo. Hubo un tenso silencio que Sicheng aprovechó para buscar la cremallera de su chaqueta, pero se había enganchado y no parecía querer moverse, así que finalmente la dejó, tapándose la cara con las manos. Jaehyung miró a Jeno. Él señaló con la cabeza hacia su amigo, murmurando un apenas audible ésta es tu oportunidad, antes de colocarse detrás de él y empujarlo duramente hacia Sicheng. Yoon Oh dio un traspié, pero recuperó la compostura de inmediato.

- ¿Winwin…?- Él se sorprendió al notar lo cerca que estaba. Entonces, giró sobre sus talones y se dirigió al pasillo, con la mano aún tapándole la cara- ¡Sicheng, espera!

Mark se apartó del camino antes de que los dos se le acercaran, uniéndose a Jeno en la puerta. Ambos observaron cómo Jaehyung tomaba a Sicehng del brazo y le obligaba a darse la vuelta, ignorando sus protestas. Éste negó la cabeza con furia, mientras se quejaba.

- Por favor…- suplicó Jae, tratando de mirarle a los ojos. WinWin hizo lo que pudo para taparse, pero el otro alzó ambas manos y las colocó sobre las suyas, tratando de calmarlo, sin ni siquiera querer moverlas- Sicheng, mírame…- murmuró Jaehyung, sin apartar las manos a pesar de que el rubio hubiese empezado a llorar, temblando por los gimoteos- Está bien…- dijo él, con calma- No pasa nada… Por favor, no estés triste.

Poco a poco, Sicheng se fue apartando las manos de la cara, que estaba enrojecida y húmeda, con mechones de pelo rubio pegados a sus mejillas. Pero a Jaehyung no pareció importarle; de hecho, una amplia sonrisa se dibujó en su rostro, mientras sus pulgares le acariciaban la piel, tratando de secar las lágrimas saladas que se deslizaban por sus mejillas.

- Tenía razón- dijo, mientras tocaba la frente del chico con la suya propia y le atrapaba la cintura entre sus brazos- Estás tan lindo como recordaba, WinWin.

Jeno suspiró ante aquella imagen. ¿Sería posible que estuviera siendo testigo, que estuviera viendo con sus propios ojos… la muestra del amor? Rápidamente captó el mensaje y llamó a Mark.

- Vamos- susurró, abriendo la puerta. Pero, según salían, no pudo evitar mirar por encima del hombro, viéndolos felizmente abrazados, con un grado de emoción que ningún programa de televisión pudiera jamás imitar…

•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°

Como hombre de palabra que era, Renjun volvió a las cinco. Para entonces, Jeno llevaba ya tiempo en casa; incluso se había echado la siesta para recargar las energías. Por desgracia, seguía haciendo mal tiempo. El joven suponía que Renjun estaría cansado, después de haber pasado todo un día con gente que jamás tendría el don para pintar que él tenía; pero, en su lugar, parecía bastante molesto al caminar, lo que le recordó que estaba enfadado con él.

Jeno no tuvo ganas de esperarle para cenar, así que se comió una pizza congelada que había comprado cuando fueron al supermercado. Por eso, el rubio estaba en la cocina fregando los platos, cuando Renjun llegó a casa, con una bolsa de la compra bajo el brazo.

- ¿Qué es eso?- le preguntó.

- La sidra, para el Día de Acción de Gracias- le contestó, entrando en la cocina y abriendo la puerta del frigorífico- Te sorprendería la velocidad con la que esto se acaba, según se va acercando la fecha.

- Ah- Jeno se apartó ligeramente cuando pasó por su lado, para guardar la bolsa de plástico en la despensa, junto a las demás. Apagó el grifo y se secó las manos en el trapo que colgaba de la puerta del horno, ignorando completamente que Renjun lo miraba con ojos de depredador- ¿Qué tal te han ido las clases hoy?- terminó de secarse las gotas que quedaban en el delantal. Al ver que no le respondía, se giró hacia él…

… y se lo encontró justo en frente suyo.

¡Tercera ronda!

- Qué…- Jeno no pudo pronunciar ni una palabra más. La intensidad del color de los ojos de Renjun lo dejó de piedra y selló su garganta con una impenetrable pared de acero, pero no antes de que un pequeño grito mostrara lo secas que estaban sus cuerdas vocales. El pelinaranja se mantuvo quieto, con las manos en los bolsillos… sólo mirándolo. La manera en la que su estrecha mirada se clavaba en la suya, llena de rabia, resultaba hasta aterradora. El silencio que reinaba entre ellos se veía sólo interrumpido por el sonido de la televisión que llegaba desde el salón, donde un juez gritaba a los padres de unos adolescentes, que se sentían estafados por una venta. Un millón de pensamientos empezaron a cruzar su mente, pero se detuvieron cuando Renjun dio un cuidadoso paso hacia él y luego, otro.

Y, por algún motivo, Jeno empezó a apartarse de él. ¿No había vivido algo similar cuando se había mudado? Cierto; aquél era el momento en el que le confesaba que era un asesino en serie o un vampiro y que necesitaba sangre. Lo único malo que tenía esa fantasía era que, uno, era real, dos, no tenía armas cerca con las que defenderse

… y tres, la peor conclusión de todas, no quería huir de él. Su deseo se cumplió cuando llegó a la puerta de la nevera, que había cerrado inconscientemente, apoyando las manos sobre la fría puerta, como si fuera a salvarlo de cualquier cosa que estuviera a punto de suceder. Por suerte, para tener tanto miedo, su respiración seguía profunda e inalterada. Tal vez su cuerpo estuviera guardando energías para el cara a cara que estaba a punto de tener lugar. La sombra de Renjun se cernió sobre él al acercarse más, mientras que sus ojos se abrieron de golpe y sus pupilas se dilataron, al bloquear la pequeña luz que llegaba desde la ventana.

Despacio, el pintor sacó una de las manos del bolsillo, alzándola como si fuera a pintar mientras que el lienzo era el cuerpo de Jeno, totalmente embelesado. Había llegado el momento de crear el boceto de su vida. Inspirar, expirar. Todo el mundo estaba mirando. El rubio no pudo apartar la vista de la suya, ni siquiera cuando sus fríos dedos tocaron sus mejillas. El Huang como maestro, había ordenado a sus pulmones que se debilitaran y su respiración le obedeció, haciendo que Jeno dejara escapar un profundo suspiro. Nada estaba ocurriendo, se dijo a sí mismo. Todo lo que había hecho había sido tocarlo… Oh, su mano estaba moviéndose y aquellos talentosos dedos estaban bajando… ¿a dónde iban? Otra orden no pronunciada logró que su aire se constriñera, mientras su mano bajaba tortuosamente por todo su cuello y su pulgar apretaba dulcemente su clavícula.

Aquello era absurdo. No podía creerse que su cuerpo tuviera unas reacciones tan vergonzantes con sólo tocarlo. Y, a pesar de no apartar la vista de él, sus ojos no decían nada. Es como si estuviera mirando a una roca… No, había algo más. Por lo menos, Jeno creyó que así era. Tal vez estuviera volviéndose loco. Y él también. No había otra manera de explicar que, de todo el mundo, fuera Renjun el que estuviera haciéndole eso.

El pintor se acercó aún más. ¿Cuánta distancia quedaba entre ambos? No parecía querer dejar ninguna. La espalda de Jeno se apoyó aún más contra el frigorífico, mientras Renjun subia su cabeza a la altura de la suya- tampoco tuvo que esforzarse pues la diferencia no era mucha- y, estrechando ligeramente las pestañas, sus ojos se apartaron de los de él. Sin embargo, la presión se mantuvo; lo había paralizado, su diestra mano había conseguido que los pies del rubio no se movieran de donde se encontraban, así que no tuvieron más opción que hacerlo. El pelo naranja se mezcló con sus rubios mechones y su suave mejilla se apoyó sobre suya. Entonces, Jeno pensó que la cosa no podría empeorar, hasta que el chico giró su cabeza y rozó su piel con sus labios.

Entonces, Jeno empezó a sentirse más débil y de repente excitado. Sus párpados flaquearon, sintiéndose sin fuerza y los miles de pensamientos que habían irrumpido en su cabeza, con tanto frenetismo, desaparecieron en la oscuridad, antes de que su mente se colapsara. Sus brazos flojearon y dejaron de aferrarse a la puerta del frigorífico, relajándose a los lados de su cuerpo, inútiles. Joder, también había podido con ellos. ¿Qué clase de obra pecaminosa había compuesto ese día, para su cuerpo?

El crujido de la ropa informó al cerebro de Jeno de que algo estaba cambiando, pero, al sentir la delicada presión de sus labios en el lado de su boca, otro aliento descontrolado se escapó de él. Entonces, sintió su segunda mano salir del bolsillo y uniéndose a la otra en su cuello. Podría haberle estrangulado hasta morirse y no se habría dado cuenta, hasta que Taeil le golpeara en el hombro y le preguntara cómo había sido tan bobo de dejarse asesinar por un psicópata. Pero esas manos no iban a hacerle daño; lo presionaban, claro, pero sólo para manejar el ángulo en el que debiera inclinarse su cabeza. Su pelo, perfectamente liso desde aquella mañana, se apartó de su cara sin problemas. Pero, sólo para asegurarse… sus dedos le apartaron los sedosos mechones, manteniendo su cabeza hacia atrás, exponiendo la carne de su cuello al completo. Oh, Dios, no iría a…

Claro que sí. En cuanto sus manos se hubieron mezclado con su pelo, la boca del chico dibujó su mandíbula y Jeno cerró los ojos de golpe, hundiéndose en la oscuridad, mientras Renjun le besaba allí donde podía sentirse su pulso. Sus mustios brazos llegaron hasta el escaso hueco que había entre ellos y sus manos sostuvieron la cintura del pelinaranja, como si fuera lo único tangible que lo mantuviera en el mundo de los vivos. Y a ese beso lo siguió otro y otro más. Sus besos la sacudían como truenos, mientras trazaban un camino desde su boca hasta su oreja. Tenía las piernas como fideos y su miembro como roca. Sabía que no podría soportar eso mucho más. Sus dientes apretaron con fuerza el labio inferior, tratando de contener los gemidos que amenazaban con escaparse, cada vez que los dedos que manejaba aquel pintor experto, hacía un movimiento. Y, entonces, sin preaviso, sin el menor atisbo de piedad, sus labios se apartaron y uno de sus colmillos encontró su carne.

Ahí estaba. Su boca se abrió, su espalda se apartó del frigorífico y las manos de Renjun se plantaron rápidamente en su pecho, para evitar que se acercara. Pero era demasiado tarde… ya lo había oído… el gemido de deseo que se había envuelto en su lengua, para formar una sola palabra.

Renjun

Era el sonido de un hombre que nunca en su vida había querido sexo tan desesperadamente y estaba a punto del clímax.

Renjun sacó las manos de su pecho y se apartó de él. Sin su apoyo, los dedos que se habían aferrado a la cintura ajena con tanta rabia se soltaron y sus piernas cedieron a la gravedad, cayéndose sobre sus rodillas por el mareo. Renjun alzó una ceja y volvió a meter las manos en los bolsillos.

- Genial- murmuró, alejándose de él, sintiéndose mucho mejor por haber alcanzado su venganza.

Si había alguien en ese apartamento que fuera a tener el control, sería él.

Tercera ronda: Victoria- Renjun.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Salseooooooooooo!!!!

Si señores y señoritas.
A. Habido. Salseo.

¿Cuantas siguen con el corazón en la boca con el final y deseando más?

Jijijiji

Sin embargo quiere destacar de este capítulo el hermoso momento de WinWin y Jaehyung. Al fin la segunda pareja de este fanfic se ha concretado por decir así.

Solo nos falta la historia del Markhyuck y OBVIAMENTE el Noren.

Me gustaría decir que el siguiente capitulo trae más salseo de nuestra parejita principal pero en realidad los protagonistas de los siguientes capítulos son de nuestro (o al menos mi) amadisimo Markhyuck. Al fin nos centraremos en su historia que seguro algunas deben querer saber porque Gchan engaña Markos y como empezó su historia.

¡Amaran los siguientes capítulos, LO PROMETO! y no se asusten, no porque habrá Markhyuck significa que nuestro Noren quedara de lado. No, no, people. Estos capítulos también ayudaran mucho a nuestra pareja a crecer ¡Asi que esperenlos con ansias!

Nos vemos muy pronto.

Jongdinny fuera, paz✌

Continue Reading

You'll Also Like

418K 39.9K 63
La noticia de que Red Bull se arriesgo al contratar a una mujer para que reemplace a Sergio Pérez luego de su repentina salida del equipo, ronda por...
6.2K 525 30
En los clanes metkayina existe un na'vi que ha experimentado cosas que ningun otro na'vi en su larga vida Para la edad de este na'vi tiene una sabid...
171K 7.9K 30
》Tócame, bebé《 Él paso de ser su simple ídolo... Ella paso de ser una simple fan... ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ ~ Completa / terminada ~ ? Inic...
20.5K 2.7K 44
(CharliexAlastor) Serie de drabbles de 300 palabras, con temáticas de las estaciones del año. El Infierno cambia, así como las relaciones y las esta...