Una Caja Musical me Llevo a Ti

cameelacc द्वारा

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En una época donde el mundo era gobernado por reyes, nació en una familia noble una hermosa niña llamada Lau... अधिक

Capítulo N° 1
Capítulo N° 2
Capítulo N° 3
Capítulo N° 4
Capítulo N° 5
Capítulo N° 7
Capítulo N° 8
Capítulo N° 9
Capítulo Nº 10
Capítulo Nº 11
Capítulo Nº 12
Capítulo Nº 13
Capítulo Nº 14
Capítulo N° 15
Capítulo N° 16
Capítulo N° 17
Capítulo N° 18
Capítulo N° 19
Capítulo Nº 20
Capítulo N° 21
Capítulo N° 22
Capítulo Final
Capítulo N° 23
Capítulo N° 24
Capítulo N° 25
Capítulo N° 26
Capítulo N° 27
Capítulo Nº 28
Capítulo N° 29
Capítulo N° 30
Capítulo Nº 31
Capítulo N° 32
Capítulo N° 33
Capítulo N° 34
Capítulo Nº 35
Capítulo Nº 36
NOTA
Capítulo N° 37
Capítulo N° 38
Capítulo N° 39
Capítulo N° 40
Capítulo N° 41
Capítulo N° 42
NOTA
Capítulo Nº 43
Capítulo N° 44
Capítulo N° 45
Nota
NOTA II
Capítulo Nº 46
Capítulo Nº 47
Capítulo Nº 48
Capítulo N° 49
Capítulo Nº 50
Capítulo Nº 51
Capítulo Nº 52
Capítulo Nº 53
Capítulo Nº 54
Capítulo Final
Gratitude

Capítulo N° 6

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cameelacc द्वारा


Cuando Camila se despertó, se sintió mareada y le dolía todo el cuerpo. No estaba acostumbrada a dormir en una cama, casi toda su vida, estuvo durmiendo en el suelo junto a sus hermanos. Cuando recordaba dónde estaba y que no estaba cerca de su familia, ella se acurrucó como un ovillo y metió su manita bajo la almohada para agarrar la cinta que aquella noche le había regalado Lauren. Era una mañana nublada y fresca. El sol no había salido aún, pero el resplandor gris en el horizonte señalaron que era tiempo para los criados, que debían levantarse y así comenzar sus tareas matutinas.

Camila, fue la primera en despertar, observó que estaba en un lugar desconocido y se sentó en la cama. Era la primera mañana, la primera vez que se despertaba sola. Uno por uno, los sirvientes se iban levantando, algunos, salían debajo de sus cobijas con algo de pereza, otros; se estiraban completamente haciendo sonar sus huesos con aquel acto desperezador; otro se revolvían en su cama... En fin. Camila, juntó sus manitas con la cinta aun en sus puños y recorrió la habitación con sus chocolates pupilas, tratando de encontrar alguna cara conocida y amigable. Cuando su vista dio con Katia, saltó de la cama, aun vestida con la misma ropa que llevaba la noche anterior y fue al lado de la mujer.

Katia: Es tu primer día de trabajo - bostezó delicadamente al poner una mano sobre su boca.
Camila: Quiero a mi madre - susurró. Katia miró hacia abajo donde estaba la niña. Recordó la anterior noche, cómo el mensajero regresó de la ciudad con un rostro bastante sombrío. Le había susurrado algo al oído de Camila y antes de que ella pudiera reaccionar, Camila se había ido corriendo. Ella habría tenido tiempo para cogerla pero un invitado la llamó en ese momento.

Katia: Nos queda mucho por hacer.


Camila: Quiero volver a casa - comenzó a llorar tomando firmemente la mano de Katia.

Katia se agachó, tratando de consolarla. Trató de recordar lo que otra mujer había hecho cuando ella había estado en el mismo lugar de Camila hace tantos años. Se recordó a ella misma llorando, aunque con mucho mas control que Camila. La mujer se bajó de la cama y se arrodilló para quedar a la misma altura de la pequeña Castaña.

Katia: Escúchame!! - dijo severamente. La autoridad en su voz resonó en la pequeña habitación. Camila dejó de llorar - Ahora somos tu familia, entiendes?


Camila: Pero quiero a mi padre! Y a mi madre! - sollozó.

Katia: Entiendo. Pero debes escucharme, tus padres ya no están contigo, entiendes? Se han ido ahora y tienes que crecer y aceptar esa realidad - Le explicaba la mujer. Trató de recordar lo que a ella le habían dicho hace mucho tiempo para que también dejara de llorar. Al hacerlo, su voz se opacó un poco.

Katia: El Duque... - Se sintió mal al decir aquellas palabras, sabía que iba a darle falsas esperanzas a la pequeña, pero debía hacerlo - Alguna veces, el Duque, selecciona a algunos sirvientes y les da el día libre. Muchos de nosotros vamos al pueblo para comprar artículos, para caminar y entretenernos. Es un merecido descanso. El Duque siempre dice que si los criados estamos felices, significa que habrá un hogar feliz. Si trabajas duro, y si dejas de estar triste, te elegirá a ti. Podemos ir a la ciudad y luego puedes buscar a tus padres.

Camila se limpió los ojos.


Camila: ¿Te refieres a que sí puedo ir a buscar a mis padres? - Preguntó.
Katia: Sí. Pero primero debemos completar nuestras tareas. El Duque no deja ir al pueblo a aquellos criados que no hagan su trabajo.

Los ojos de Camila se iluminaron alegremente poniéndose derecha sobre sus pies. Su carita había cambiado rotundamente con aquella noticia.

Camila: Está bien, vamos - dijo la niña totalmente emocionada.

Katia sonrió, pero a su vez se sentía mal por las palabras que le dijo. Le había dicho lo mismo que a ella que le dijeron cuando era joven. También había trabajado duro. Pero sabía que todo era una mentira. Una mentira piadosa que ella misma le había dicho a aquella pequeña para que fuera feliz. Una vez, Katia se enteró de que sus padres habían muerto no mucho después de que la habían mandado a trabajar. Miró hacia la niña que comenzaba a saltar de alegría. Sería lo mismo con ella. Camila trabajaría duramente cada día, colocando una sonrisa en su cara sin importar lo que pasara. Era por su propio bien, para que no se dejara invadir por la tristeza.

Merecía la pena, valía la pena darle un poco de esperanza a la niña.

Katia: Sí - dijo tranquilamente - Vamos a comenzar.


Ambas tomaron sus implementos de limpieza, paños, plumero, un cepillo y comenzaron a trabajar en la biblioteca. Todas las mañanas limpiaban las superficies visibles para que aquellas visitas no anunciadas, notaran la pulcritud en la casa. Cuando terminaron con las superficies visibles, fueron pasando hacia las lámparas, limpiándolas y llenándolas de aceite nuevo, entre otras cosas. Camila, cuyas manos estaban llenas de callos por ayudar a su madre a hacer las tareas cuando tenía tiempo, se sentó un rato en el piso. Era bastante rápida y enérgica y había superado a Katia en las labores de limpieza. Katia veía con una sonrisa en su rostro a la niña que ya había quitado el polvo y pulido las superficies de los muebles y otros enseres.

Camila comenzó a tararear para sí misma una melodía que Katia había reconocido. Era una canción que todos los niños cantaban a esa edad. Camila escuchó como Katia se unió a tararear la misma canción y se dirigió hacer la limpieza a otra habitación. Era mucho más fácil hacer el oficio con alegría en sus semblantes.

El Duque Jauregui, fue el primero de la familia en despertar. Caminaba hacia las escaleras para dirigirse a la parte baja de la mansión. Veía como sus sirvientes se ocupaban con las tareas de limpieza aquella mañana. A medida que bajaba los escalones, estos con una pequeña inclinación en sus cuerpos, saludaban al Duque.

Sirviente: Buenos días Duque Jauregui.

El Duque asentía con su cabeza en señal de saludo.
Pero había algo diferente de lo habitual. Escuchó música procedente de la biblioteca y se dirigió tranquilamente hacia el lugar. Camila y Katia estaban tomadas de las manos, bailando y cantando alrededor de la habitación descuidando un poco sus deberes. Pero se veían felices y el Duque no pudo evitar sonreír al ver aquellas tonterías. Ellas seguían tomadas de las manos, mientras bailaban haciendo círculos; hasta que Katia fijó su vista y se percató que el Duque las estaba mirando.
Inmediatamente él cambió la expresión a una más pesada, aunque cualquiera que mirase con más atención al momento, podría decir que él estaba forzando por mantener el ceño fruncido.

Katia: Duque - se inclinó lo más que pudo. Ya las habían sorprendido torpemente dos veces en menos de un día.
Camila, se inclinó demasiado y su plumero se cayó al piso, doblándose para poder alcanzarlo. El Duque estaba conteniendo la risa al ver aquella escena. Katia estaba aterrorizada. Éste esperó a que la chica tomara el utensilio mirándolas con los ojos entre cerrados y conteniendo aún su risa.

Michael: Adelante - dijo el Ojiverde hombre viendo cómo se trasladaban a la habitación de al lado.

Los ojos de la mujer se abrieron como plato sintiendo su vergüenza acumularse en sus mejillas. Camila, con su plumero; siguió limpiando delicadamente las esquinas de cada estante en la habitación contigua.
El Duque finalmente sonrió en cuanto las dos mujeres estuvieron fuera de su vista. Sin duda, aquella chiquilla hacía más animada la mansión.

Cuando realizaron las tareas de la mañana, Katia y Camila decidieron pasear por los jardines. Era una mañana cálida y las flores estaban floreciendo. Camila miraba con asombro el magnífico jardín, perfectamente trabajado con una brillante variedad de flores. Ella sólo había estado allí durante la noche, pero durante el día, cuando todo estaba literalmente libre de alguna actividad, parecía que se encontraba en uno de los cuentos de hadas de su madre.
Ella miraba a su alrededor, esperando ver a un príncipe al galope por aquel jardín yendo hacia ella. En cambio, se dio cuenta de un muchacho pequeño que llevaba un pony blanco alrededor de la cerca. El chico llevaba el ceño fruncido y una mejilla cortada. Dirigía el caballo por todo el alrededor mientras su otra mano estaba en su bolsillo del pantalón. Katia se agachó y le susurró a la Castaña.

Katia: Harías bien si no te acercas a aquél chico.
Camila: ¿Por qué? - interrogó aun con la mirada fija sobre el chico. Parecía algo amargado, pero a Camila le recordó muchísimo a sus hermanos y era el único niño que había visto que parecía de su edad por esos alrededores, además de Lauren.

Katia: Escuché que la semana pasada, recibió tres latigazos por robar comida de la despensa del Duque. El Duque es un santo, Dios bendiga su alma, es la única razón por la que creo que Austin no ha sido tirado a las calles.

Camila seguía viéndolo. El pony parecía tan amargado como el niño, tal vez era porque el chico lo llevaba de las riendas muy fuerte. Pero en un abrir y cerrar de ojos, se escuchó un pequeño relinche y el animal arremetió contra el chico, pateándolo en el brazo. Austin cayó al suelo, gritando de dolor. El pony, asustado y enojado, comenzó a huir. Austin agarró su brazo y gemía en voz alta. Su brazo se había roto por la patada.

Katia jadeó y llevó una mano sobre su boca. Ella volteó a ver hacia abajo a Camila, pero se sorprendió al ver que la chiquilla corría hacia la cerca. El hombre que cuidaba el establo, también había corrido al escuchar los gritos del chico. Camila se detuvo al ver al animal a los ojos mientras caminaba lentamente hacia el pony, pero cuando éste se percató de la presencia de la niña, intentó escapar de nuevo. Camila, tomó sus riendas y saltó encima del caballo. No era muy diestra en montar a caballo así que una vez que el animal sintió el peso de Camila, salió corriendo.

Camila: Por favor detente! - le suplicó al caballo muy cerca de su oreja.

Austin y Boris, se quedaron de pie viendo con fascinación como la chica había permanecido sobre el caballo, más tiempo del que nadie hubiera pensado posible. No era un animal grande, pero era tan fuerte como uno de un tamaño normal.

Boris: La señorita puede montar... -Dijo con su boca abierta.

Finalmente, el animal se había cansado y Camila lo condujo hacia ellos. Boris lo condujo hacia el establo, sosteniendo firmemente las riendas en una mano y llevando Austin en la otra. Camila limpió el sudor de su rostro y Katia rápidamente llegó a su lado.

Katia: ¿Tú siempre en busca de problemas, no? - suspiró - Cielos, mi corazón... - Se llevó una mano al pecho y agarró a Camila del delantal para que no escapara de nuevo. La niña no le prestó atención.

Camila: Eso fue divertido. Crees que puedo hacerlo de nuevo? - preguntó.
Katia: En mi cara? No creo - Ha sido mucha diversión por un día. Por dios niña, ese animal te pudo haber pisoteado. Esto ha sido demasiado entusiasmo por un día - Camila reía muy alegre viendo entusiasmadamente a la mujer - Ven pequeña, vamos adentro - cariñosamente pasó una mano sobre el Cabello castaño de Camila y se dirigieron hacia la casa.


Sin ambas haberse percatado, la Duquesa Jauregui las estaba observando con el ceño fruncido. Ella y su esposo daban un paseo por el jardín cuando vieron la escena. Pero cuando los ojos del Duque se encontraron con los de su esposa, ésta reía simplemente por lo sucedido. Caminó delante de su esposo para retirarse de allí. El duque podría decir, incluso que el hielo que envolvía a veces a la Duquesa estaba siendo derretido con la presencia de la chica nueva.

Lauren, lejos de saber todo lo que pasaba fuera, irrumpió la mansión entera buscando a su sirvienta. Ella rechazaba la ayuda de todos los demás sirvientes, pero éstos sabían que se meterían en problemas con el Duque por dejar a la niña sola.

Lauren: Dónde está? - gritaba. Su cabello era un desastre, estaba todavía en su ropa de dormir aún cansada y de mal humor.

-No lo sé, señorita - Los dos criados respondieron.


Lauren: Encuéntrenla! Y no me sigan como perros! La compré por una razón!

Al mismo tiempo que Lauren gritó esto, Camila y Katia caminaron a través de las puertas de cristal, riendo entre ellas mismas. Lauren puso sus manos sobre sus caderas y les dirigió una mirada levantando su ceja derecha.

Katia: Buenos días señorita - se inclinó y Camila siguió la acción.
Lauren: Dónde estabas esta mañana? - le reclamó a la castaña. Camila miró a la mujer para que le indicara que decir en ese momento.
Katia: Señorita, estábamos limpiando...
Lauren: Entonces? te hice una pregunta! - dijo totalmente exasperada - Se supone que te compré para que seas mi sirvienta personal, no estabas allí cuando desperté y cuando soné la campana no viniste.
Camila: Yo...estaba limpiando.
Lauren: Limpiando? Se supone que me ayudarías. Mira, no estoy vestida, ni mi pelo peinado adecuadamente.
Camila: Yo....lo siento - decía tartamudeando. Lauren agitó su mano.
Lauren: Vamos entonces - Camila y Katia la siguieron por las escaleras hacia su habitación.

Cuando llegaron allí, Lauren ya tenía sus cosas alineadas en la cama. Ella extendió sus brazos. Camila se volteó a ver a Katia, confundida.
Lauren: Desnúdame ya - dijo impacientemente. Camila desató las cintas del vestido de noche que se usaba en aquella época para dormir y le bajó las mangas.

Lauren: Quiero... algo blanco - Dijo, señalando a su vestido de encaje blanco. Camila obedientemente lo tomó y comenzó a ponérselo. Lauren caminó con el vestido puesto mientras Camila le ataba las cintas mientras Katia le enseñaba como atarlas para que quedaran bien ajustadas.
Tomaba mucho tiempo vestir a Lauren pero ésta hacia todo con mucha paciencia.
Por otro lado, la duquesa, se cansó de esperar. Entró en la habitación de Lauren.

Clara: Cariño, en el nombre del cielo, por qué estás tardando tanto tiempo? El desayuno se está enfriando - dirigiéndole una mirada a Camila y a Katia.


Katia: Oh! Señora lo siento. Camila aun está aprendiendo...
Clara: No me importan las excusas - dijo agitando su mano - si ella no sirve para hacer un simple trabajo, entonces no puede permanecer más en esta casa. No podemos estar esperando a Lauren por mucho tiempo, simplemente porque su criada no sabe hacer su trabajo - Camila se escondió detrás de Katia. El comportamiento de aquella mujer era totalmente distinto al del Duque, cuyo corazón era bastante bondadoso.

Lauren: Creo que debe mudarse a la habitación de mi niñera - dijo la pequeña Damita. La Duquesa miró a su hija con cara de asombro y a la vez enojo por tal apelación.

Clara: Lauren.....

Lauren: Yo me hago responsable - dijo la pequeña con firmeza. Clara parpadeo. Acaso había escuchado bien? Nunca había escuchado a su hija antes, hacerse responsable de algo. Ni se podía vestir sola y ya quería asumir la responsabilidad de una persona? Todo esto desconcertaba a la Duquesa. Ella reconocía que algo estaba diferente en Lauren al momento en que ella misma trajo a la chica a casa.

Clara: Haz lo que quieras - dijo, agitando su mano y salir del cuarto, pero antes... - Vamos abajo pronto, no me gusta que nos estropeen el desayuno.

Cuando Lauren trajo a Camila a la sala junto a ella, se encontraron con mucho escepticismo. La niñera veía a la nueva chica con tanta curiosidad como todos los demás la veían en la finca. Miró detrás de la joven Lauren a la castaña que se escondía y Lauren con una mirada un tanto orgullosa.
Anciana: Y esta es tu nueva criada? - La niñera dijo con escepticismo. La anciana sabía que no estaba para perseguir a Lauren por toda la casa, no desde que resbaló en una oportunidad por las escaleras. Después de eso, tenía que caminar con un bastón casi todos los días y su papel era patrullar los pasillos, asegurándose de que los sirvientes no vagaran cuando necesitaban estar ocupados en sus labores. Pero, concluyó, que al menos ella sabía lo que hacía. Esa pequeña niña parecía apenas lo suficientemente mayor para cuidar de sí misma, mucho menos lo haría con la hija del gran Duque.

Camila: Voy a trabajar duro – la niña prometió.

La mujer mayor se puso de pie lentamente y examinando con sus ojos azules y ya cubiertos por arrugas a la chica.

Anciana: Eres demasiado jovencita niña para estar limpiando, fregando pisos y atender a una pequeña de tu edad - concluyó la niñera.
Lauren: Pero es mi sirvienta, yo la elegí – insistió la ojiverde.
Anciana: Señorita, en todos mis años, nunca he visto a una sirvienta personal tan jovencita. Necesitas a alguien que sepa como tejer las más intrincadas cintas en el pelo, necesitas a alguien que pueda llevar una bandeja de comida a tu habitación sin derramar una gota de agua. Esta niña no tiene ninguna de esas cualidades.
Lauren: Entonces enséñele - Se quedará en tu habitación de ahora en adelante, espero que le enseñe cómo ser una mejor sirvienta personal.
Anciana: Señorita...
Lauren: Es todo! – concluyó firmemente.

La niñera se acercó. Era vieja, sí y ella había sido la niñera de Lauren, pero también exigía un poco de respeto.

Anciana: Señorita, no le hables así a tus mayores - La niñera expresó airadamente. Lauren mordió su labio. Simplemente ella hubiese llamado a su madre o padre y generalmente abordarían la situación. Pero ella sabía que hacer enojar a su niñera sólo sería perjudicial para conseguir la instrucción que necesitaba para con Camila. Lauren luchó contra su orgullo, algo que nunca habría hecho en el pasado y respondió cortésmente.

Lauren: Mis disculpas - La anciana y Katia se miraron con incredulidad.
Anciana: Perdón? - Dijo la niñera.
Lauren: Disculpas - volvió a decir - Yo sólo...es que me gustaría si usted podría enseñar a Camila. No me importa que ella sea demasiado joven, estoy dispuesta a hacer pequeños sacrificios, incluso si eso significa que me lleve el agua por la mitad en mi taza por las mañanas para que no la derrame - La niñera miró a Katia, sus ojos exigían una explicación. Lauren sonrió dulcemente - Si con su permiso, debo ir a tomar el desayuno - dijo para salir de allí dejando a Camila con su niñera sin que ésta tuviera alguna oportunidad para decir que no. La niñera miró a Camila.

Katia: Ella ha estado así desde que ésta niña llegó.

La niñera miro nuevamente a Camila y soltó una carcajada moviendo de lado a lado su cabeza.

Anciana: Se nota. En todos mis años...Yo nunca pensé que vería a la señorita pedirles disculpas a nadie.

Camila en verdad no sabía a lo que se referían con ella y porque tal admiración. Ni siquiera sabía por qué la joven Jauregui había cambiado tan repentinamente como si estuviera poseída.


Camila aprendía rápidamente. Aunque los métodos de enseñanza fueron poco ortodoxos, es decir; cada vez que Camila se equivocaba en algo, la anciana mujer le daba un pequeño golpe en la parte posterior de sus piernas. En la noche, cuando todos los demás estaban dormidos, Camila sacaba la cinta que Lauren le había dado y practicaba atar las diferentes formas hasta acertar con la correcta.

Camila había sido bienvenida al personal. Aquella niña era muy amigable, optimista e ingenua, contrastaba un soplo de aire fresco al hastiado personal que servía actualmente la mansión Jauregui. Ella amenizaba el lugar.
El Duque cada vez que veía a la niña, hacia un esfuerzo por contener su risa. Era bastante graciosa al hacer los oficios y siempre tenía alguna que otra ocurrencia. La Duquesa, aunque ella nunca había tolerado a Camila ya que decía que era una mala influencia para la futura reina, ya no se quejaba tanto mientras avanzaban los días.

La niña aprendió bastante rápido y hacía un esfuerzo bastante grande por aprender. Incluso ponía más empeño que cualquier chico de su edad, incluyendo a la propia Lauren.
Finalmente, la Duquesa reconoció su presencia y una vez lanzó un cumplido sincero, diciendo que: "si hubiera sido cualquier otro, habría sido echado hace mucho tiempo de la mansión".

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