Rose Eileen Snape y su tercer...

By Samira85106

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Esta es la tercera y última parte de la historia llamada ¡Lily estás viva! En resumen, Lily se casa con Sever... More

De compras en el callejón Diagon
El viaje a Hogwarts
El sombrero seleccionador
Un nuevo alumno, un viejo nombre
La selección en el equipo
La conversación con Dumbledore
En el pensadero de Dumbledore
Los padres de vuelta al castillo
Remembranza
La anhelada primera prueba
Una importante conversación
La preocupación del señor Ryddle
Un doloroso descubrimiento
Un corazón lastimado
Un buen amigo
Una sorpresa en la segunda prueba del torneo
Confrontación
El partido
¿De dónde salió esto?
¿Celos?
El baile de navidad
La Tercera Prueba del Torneo
Recuerdos y pesadillas
Un extraño hechizo
Sentimientos encontrados
Un vistazo al pasado
Desconfianza
Castigo
Una contienda en Las Tres Escobas
Un lugar necesario
El secuestro
El plan de Ryddle
La carta
La reunión
El origen
Solo es cuestión de amar
¿Culpa?
Golosina Milagrosa
Renacer
Redención
Confesion
¡Bienvenido!
Lo que Severus descubrió
Un nuevo comienzo

Sentimiento de culpa

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By Samira85106


Regulus permanecía aterrado en el piso de piedra de aquel frío pasillo de las mazmorras, Tom Ryddle junior, en cambio se retiró a la sala común, todavía temblaba de rabia cuando subía las escaleras que lo conducía a su habitación, sabía que sería cuestión de minutos lo que tardaría Snape en entrar por esa puerta para increparlo, tal vez expulsarlo ya que tenía el poder para hacerlo ¿Cómo pudo ser tan estúpido? Se dejó llevar por el momento de ira y arremetió contra Lestrange pese a que sabía que algo así pondría potencialmente en riesgo sus planes, ahora ¿Cómo podría Rose confiar en él de nuevo?

Cerró la puerta con un golpe y posteriormente se dejó caer sobre su cama corriendo los doseles, empuñó su varita y pese a sus sentimientos tuvo un arrebato de orgullo por el hechizo que acababa de realizar, antes sólo lo conocía por la teoría pues no había tenido oportunidades de probarlo.

Lily llegó rauda junto a Rose al lugar donde yacía Regulus, lánguido y sudoroso mientras se sujetaba las piernas, algunas lágrimas de impotencia y rabia emanaron de sus ojos pero se apresuró a secarlas con la rapidez de un rayo cuando las vio llegar.

- ¡Dios Mío hijo! – Exclamó Lily al ver al muchacho allí tendido, algunos estudiantes curiosos se agolparon en la entrada del pasillo pues los sollozos de Rose y su manera desesperada de tocar la puerta del despacho de su padre llamó la atención de todos.

- ¡Largo de aquí! – Gritó Rose para que todos se marcharan pero permanecieron allí, impávidos, algunos elevándose sobre los dedos de los pies para obtener una mejor visión.

En ese momento, Peter, Lotti, y Albus Severus iban pasando junto al pasillo, observaron el alboroto de gente y al escuchar la voz de Lily decidieron acercarse.

- Por favor déjenme trabajar – Suplicó Lily a los curiosos que se fueron alejando ya, posteriormente giró la cabeza y advirtió la presencia de su nieto, su sobrino nieto y su pequeña cuñada –Peter y Albus, ayúdenme, Lotti cielo, ve por tu hermano que está en la sala de profesores.

- ¿Pero qué sucedió? – Exclamó la niña al ver la escena.

- Si ¿Qué sucedió abuela? – Preguntó Albus Severus mirando con aprensión a Regulus.

- Fue él – Respondió Rose consternada – Tom, le arrojó un extraño encantamiento que lo dejó sin huesos en las piernas.

Todos exhalaron un hondo gemido de sorpresa, Lily se llevó ambas manos a la boca pero casi inmediatamente reaccionó, levantó la varita, apuntó al suelo con ella y al instante apareció una camilla por arte de magia.

- Por favor, ayúdenme a colocarlo sobre la camilla – Ordenó – Y tú Lotti, por favor busca a tu hermano.

La niña asintió, Peter tomó la capa de invisibilidad que estaba tirada en el piso, mientras Lily, Albus Severus y Rose colocaban trabajosamente sobre la camilla a Regulus que aunque no sentía dolor en lo absoluto, permanecía aterrado ante la expectativa de lo que le ocurría a sus piernas.

- ¿Qué... voy a hacer ahora? – Preguntó.

- Tú no te preocupes mi niño – Le dijo Lily acariciándole el cabello – Te llevaremos a la enfermería

Y al decir esto apuntó la camilla con la varita para hacerla levitar y así trasladarlo, Rose y los chicos le abrieron el paso.

Lotti por su parte avanzaba a grandes zancadas por las escaleras, aun a riesgo de caerse, sorteó un par de escalones evanescentes y al fin llegó al piso donde se encontraba la sala de profesores.

- ¡Sev... Severus! –Llamó a su hermano jadeando por el esfuerzo mientras lo veía salir de la sala de profesores en compañía de Eileen, la madre de ambos - ¡Severus!

- ¡Charlotte! – Exclamó Eileen aterrada al ver a su pequeña hija tan alterada - ¿Por qué vienes corriendo? Podrías haberte caído ¿Qué ocurrió?

- Re... Regulus, mami, es Regulus – Respondió aún jadeando por la carrera.

- ¿Qué sucedió con Regulus? – Inquirió Severus colocándole una mano a su hermanita en el hombro.

- Está herido – Respondió la niña mientras su madre ahogaba un grito – Sus piernas quedaron sin huesos o algo así.

- ¿Pero cómo pudo pasar eso? – Inquirió Eileen sorprendida - ¿Dónde está?

- Rose dice que fue Ryddle, Lily está llevando a Reg a la enfermería en estos momentos.

- ¿Y Rose dónde está? – Preguntó Severus con el corazón el vilo.

- Está con Lily – Respondió la chiquilla – Con ella, Peter y Albus

- Lo sabía – Respondió Severus con rabia haciendo un gesto de impotencia con el puño - Sabía que ese chico podría atacar en cualquier momento.

Al llegar a la enfermería, Regulus fue acostado sobre una de las camas mientras la señora Pomfrey lo examinaba.

- Severus – Dijo Lily al verlo entrar a la enfermería – La señora Pomfrey dice que Reg se pondrá bien pero...

- Fue un encantamiento de magia oscura, eso es obvio – La interrumpió la señora Pomfrey.

- Tendremos que usar crece huesos, supongo – Añadió Eileen mientras se colocaba un delantal sobre su túnica vinotinto– Y ya sabemos lo incómodo que es, tranquilo mi cielo, vas a estar bien – Le dijo después a Regulus en tono tranquilizador y maternal.

- Si, yo confío en ustedes – Le respondió el muchacho.

- ¡Válgame el cielo! – Expresó la señora Pomfrey al tocarle las piernas – Me temo que tendrás que pasar un tiempo aquí muchacho.

- ¿Dónde está ese...? ¿Dónde está? – Indagó Severus.

- Supongo que ha de estar en la sala común – Respondió Rose con voz trémula.

- Lotti cariño, será mejor que salgas de aquí, ve a tus clases, ustedes también chicos – Les dijo la señora Pomfrey a Peter, Albus Severus y Charlotte que abandonaron la enfermería enseguida, pero antes de salir, Peter dejó la capa de invisibilidad doblada sobre la mesita de noche junto a la cama de Regulus.

- Nosotros también saldremos – Anunció Lily con presteza pero antes le envió una mirada a Regulus – No te preocupes Reg, vas a sanar.

Los tres salieron también de la enfermería, Rose estaba callada, tratando de evadir la mirada de su padre, pero él se dirigió hacia donde estaba ella y la tomó por los hombros zarandeándola ligeramente.

- Supongo que ahora estás consciente de lo peligroso que es Ryddle ¿no es así?

- Papi él...

- ¡No! No intentes justificarlo Rose ¿Hasta cuándo vas a ser tan ciega?

- Rose, mi amor – Añadió Lily – Prométenos a tu padre y a mí que te vas a mantener lo más alejada posible de él.

Rose estaba inmensamente confundida desde el mismo momento en que Ryddle la había conducido hacia aquel estrecho pasillo en las mazmorras, antes había sido tan amable, educado y solícito, sus modales eran incluso un tanto exagerados para alguien de su edad y parecían de principios del siglo pasado, lucía preocupado incluso ante las posibilidades de representar un problema para ella con sus padres, pero desde hacía había cambiando paulatinamente de actitud, le proponía encontrarse a solas en lugares apartados y en cuanto ella llegaba a su encuentro, él parecía perder todo recato e insistía en besarla de manera apasionada o le proponía dar un paso más en la relación, en esos momentos la enseñanza de sus padres le llegaba como un rayo y eso le permitía apartarlo negándose rotundamente, no era tonta y pese a la aparente comprensión por parte de él, ella notaba cierta frustración, al final había terminado desconociéndolo por completo cuando alzó su varita contra Regulus Lestrange, ella se había fijado en sus ojos, centelleaban de furia, parecía otra persona y justo en ese momento las palabras de advertencia de su padre así como las de su hermano Harry se agolparon en su cabeza.

- Creo que tienes razón – Contestó ella sintiendo un dolor punzante al pronunciar aquellas palabras.

- ¡Ven aquí! – Le dijo Severus abrazándola fuertemente mientras Lily se secaba un par de lágrimas – Sólo queremos protegerte.

- No sabes lo que nos aterra que algo malo pueda sucederte – Añadió Lily.

Después de tranquilizar a su hija, los Snape volvieron a sus labores.

- Supongo que debemos avisarle a Bella y a Rodolphus.

- Si, por favor Lily encárgate tú, yo... tengo otros asuntos que atender.

- ¿A dónde vas querido?- Inquirió su esposa.

- A ver a Albus – Mintió él – Lo que sucedió es algo grave.

Severus buscó el camino de las escaleras y se perdió de vista, Lily se dirigió hacia el aula de Encantamientos para escribir una carta la cual enviaría a su amiga Bellatrix, Rose permaneció allí parada frente a la puerta de la enfermería, no quería apartarse ni por un segundo por si se ofrecía algo.

Severus entró en la sala común de Slytherin con los puños apretados, su único propósito era encontrar a ese mocoso y encararlo ¿Cómo se había atrevido a atacar a Regulus? Severus quería a Regulus, a Ted y a los demás chicos como si fueran sus hijos, no en vano los había visto crecer. Los pocos alumnos que estaban en la sala común se sobresaltaron al ver entrar a su jefe de casa.

- ¿Dónde está Ryddle? – Inquirió con voz vehemente.

- Arriba – Respondió un tembloroso alumno de primero señalando hacia los dormitorios – Lo vi entrar hace mucho tiempo.

Severus subió por las escaleras entonces, alzó la mirada y leyó los rótulos que designaban las habitaciones correspondientes por curso, hasta que entró en una de ellas como un bólido. Encontró casi todas las camas con los doseles descorridos a excepción de una, se acercó a ella y descorrió las cortinas con violencia, Ryddle estaba plácidamente dormido como si nada, incluso como si no tuviera que asistir al resto de sus clases.

- ¡Levántate! – Le ordenó Snape con voz estruendosa.

-¿Qué... qué rayos sucede con usted? – Inquirió el otro visiblemente desorientado.

- He dicho que te levantes pedazo escoria – Volvió a ordenar Severus tomando al muchacho por el cuello de la túnica – Siempre pensé que eras una amenaza y no me equivoqué.

La mirada de Ryddle se volvió amenazante, su rostro estaba colorado pero no era más que la ira que había estado conteniendo.

- Sabía que vendría por mí – Espetó el chico con vehemencia – Usted siempre me ha tenido inquina y desde mi llegada no ha hecho más que increparme y acusarme de todo lo malo que ocurre.

Severus sonrió como hacía muchos años no lo hacía, con ironía, por un momento recordó sus encontronazos con Harry durante la época en que ambos se odiaban, o al menos creían odiarse. Soltó al chico dándole un empujón certero que lo envió de vuelta hacia el colchón de su cama.

- ¿Todavía te atreves a negarlo Ryddle? ¿Aun y cuando te vieron realizar el encantamiento? He sido... francamente paciente contigo, e incluso traté de convencerme a mí mismo que tú nada tenías que ver con el comportamiento de tu antepasado – Mintió el pocionista – Pero tú... me has demostrado que me he equivocado.

Ryddle no sentía miedo de Severus en lo absoluto, ni siquiera ante la idea de que descubriera que él había intentado deshonrar a su hija, al fin y al cabo eso era parte de su venganza hasta que se puso estúpidamente en evidencia, pero ni por un segundo se había planteado abortar la misión, su sangre Gaunt le reclamaba a gritos que debía ser vengada, que no podía dejar que fueran tratados como escoria, de modo que sintió que debía excusarse en un intento por restablecer la confianza aunque sabía que su voz no sería escuchada.

- Está bien... aceptó lo que hice – Respondió levantándose de su cama – Pero es que Lestrange me estaba atacando primero y yo sólo me defendí.

- ¿Con magia oscura?

- Verá... en mi colegio en Albania... nuestras clases defensivas incluyen algunos encantamientos de magia oscura. Según nuestros profesores debemos ser severos en nuestro ataque para no darle chance al enemigo de contra atacar fatalmente.

Y no mentía, pues en la academia de Albania, al igual que en la de Bulgaria, los chicos se formaban en artes oscuras, algo que durante muchos años se intentó derogar sin éxito alguno, por lo tanto su argumento podría pesar en su defensa y no podría expulsarlo como habría querido, sin embargo Severus sabía perfectamente que ese chico debía haberse estado documentando en hechizos mucho más poderosos desde antes de llegar a Hogwarts y una vez estando allí... bueno, el tema del famoso libro de la sección prohibida lo hacía sospechar que él sabía mucho más con respecto al tema.

El profesor de pociones no dijo nada, sólo posó sus ojos negros sobre el baúl del muchacho con mucha insistencia hasta que decidió romper el silencio.

- ¿Qué hay allí? – Dijo señalándolo con su varita.

- Cosas – Respondió el muchacho con desdén.

- Pues veamos – Respondió Snape con otra sonrisa irónica mientras, con un solo movimiento de su varita, abría el baúl.

- Pero ¿Qué demonios está haciendo?... ¡deje eso!

- Tú cállate – Espetó Snape mientras revolvía entre calcetines, ropa, algunas plumas y libros – Bien, me parece que encontré algo.

- Esos son sólo pergaminos – Explicó el muchacho tratando de alcanzarlos inútilmente.

Los ojos negros de Severus recorrieron los pergaminos con algo de decepción, no había nada que lo incriminara, sólo eran anotaciones del colegio, volvió a apuntar el baúl y el mismo volvió a quedar como antes.

- Ni pienses por un segundo que tu fechoría va a quedar impune.

- ¿A qué se refiere profesor?

- A que evidentemente debes recibir un castigo por lo que has hecho – Respondió mirándolo fijamente, pero Ryddle lo desafiaba con sus ojos, sin decirle una sola palabra – Sigue así y terminarás en Azkaban.

Severus salió de aquella habitación dando un portazo.

- ¡Maldito Snape! – Musitó Ryddle tocando los pergaminos con sus preciadas anotaciones que yacía en el bolsillo de su túnica.

En la enfermería, Regulus ya había ingerido la famosa crece huesos y según la señora Pomfrey y Eileen, sería cuestión de minutos para que empezara a surtir efecto, por lo tanto le permitieron visitas siempre y cuando no se prolongaran. Cuando Rose iba a entrar, observó que Ted se acercaba a grandes zancadas con el rostro pálido y un desequilibrio cromático capilar en su cabello debido al nerviosismo.

- ¿Cómo está él? Acabo de enterarme

- La señora Pomfrey y la abuela dicen que se pondrá bien pero que le han dado una poción que lo hará sufrir mucho mientras le regenera los huesos que perdió – Le explicó Rose ya en el marco de la puerta.

Después de pedir permiso, ambos se acercaron a la cama de Regulus que parecía estar percibiendo ligeras molestias en sus extremidades inferiores.

- ¡Cielos Reg! – Exclamó Ted al verlo.

Al muchacho ya lo habían cambiado de ropa, llevaba puesta una pijama verde esmeralda pero, pese a que sus piernas estaban cubiertas por una sabana, era evidente que carecían de huesos pues no aparentaban la firmeza que proporciona el esqueleto, sus pies parecían débiles bultos flácidos.

- Todo esto es mi culpa – Se lamentó Rose yendo a su lado.

- No... te culpes Rose – Respondió Regulus con una débil sonrisa – Todo es por causa de ese... es que te juro que si llegaba a hacerte daño yo... no soporté que...

- ¿Qué fue lo que realmente sucedió?– Quiso saber Ted.

Muy a pesar de Rose, Regulus le relató todo lo que había visto a través de la capa invisible.

- Es un... crápula, un canalla ¿Cómo rayos?... ¿Acaso pretendía forzarte Rose? ¡Maldito! ¿Se lo dijiste al tío Severus? – preguntó Ted mientras su cabello iba adquiriendo un tono rojo sangre bastante atemorizante.

- ¡No!... no – Musitó Rose con voz aterrada tratando de taparle la boca a Ted con su mano – Papá se volvería loco, lo mataría y ni que decir Harry ¡Por Merlín! No quiero ni pensarlo, además él no intentó abusar de mí...

- Vi cómo prácticamente te arrastraba a ese pasillo Rose – Rebatió Regulus mirándola mientras negaba con la cabeza.

- Sí, bueno lo hizo, pero no creo que hubiese querido llegar a ese extremo.

- ¿Ah no? – Inquirió Ted molesto – Mira lo que le hizo a Regulus – Dijo levantando las sabanas mientras sendas lágrimas volvían a rodar por las mejillas de ella - Lo lastimó severamente ¿Quién dice que no sería capaz de realizar una bajeza en tu contra? Ahora nada me impide creer que sería capaz hasta de matar.

- Me quedé sorprendida – Respondió Rose entre espasmos de llanto – Jamás lo habría creído capaz de... atacar de esa forma.

- No llores– Suplicó Regulus quien odiaba verla así – Ted ya basta, ya estoy aquí y estoy bien.

- No... no estás bien Reg, no lo estás y es por mi culpa.

- No Rose, no es tu culpa – Dijo Ted bajando la guardia mientras su cabello volvía a ser turquesa – Es sólo que... bueno, te cegaste demasiado con respecto a él.

- Nada más queremos protegerte – Terció Regulus tratando de contener una punzada de dolor en su región pélvica – No era un capricho nuestro, te... tenemos pruebas de que él... ha estado indagando con magia oscura – Añadió después mirando a Ted.

Su amigo metamorfomago le relató al fin a Rose lo que él y Regulus habían descubierto aquella vez, como Ryddle leía con expresión placida aquel libro que había sustraído hábilmente de la biblioteca.

- Los secretos de las artes más oscuras es como se llama ese ejemplar – Terminó de decir Ted.

El corazón de Rose latió con violencia dentro de su pecho, sintió un calor incómodo extendiéndose desde sus piernas hasta su cabeza al tiempo que empalidecía y parecía perder la fuerza. El recuerdo del libro que había encontrado en los invernaderos detrás de Ryddle invadió su mente, aquel libro llevaba el mismo nombre del que acababa de mencionar Ted.

- No... - Susurró.

- ¿Qué... que sucede? – Preguntaron los dos al mismo tiempo.

Y entonces ella les relató lo que había recordado.

- No cabe ninguna duda – Reflexionó Regulus ahora con el rostro verdoso mientras su frente se perlaba por el sudor.

- ¿Cómo pude ser tan estúpida? Se preguntó Rose pero justo en el momento en que alzó la mirada para ver a sus amigos, se percató del cambio de semblante de Regulus - ¡Ay Dios mío! ¿Te duele?

El muchacho afirmó con la cabeza pero se apresuró a añadir:

- Pero es muy leve, sólo una molestia.

Tanto Ted como Rose sabían que él mentía, en ese momento la puerta de la enfermería se abrió levente y la última persona a la que Rose quería ver hizo su aparición.

- ¡Madi! – Exclamó Ted al ver a Madeline Wilson acercarse con el rostro pálido y un semblante de preocupación.

- ¡Ah! hola Ted ¿Cómo estás Reg? – Le preguntó al tiempo que le acariciaba el cabello con dulzura, tomando el lugar que antes había ocupado el metamorfomago (al lado de la cama del herido) – Estoy contigo, no te dejaré solo.

La muchacha ni siquiera había advertido la presencia de Rose, sólo quería saber de Regulus ya que había escuchado los rumores que se iban regando por todo el castillo, pero la hija de los Snape, con un nudo en la garganta, no pudo soportarlo más y abandonó la enfermería sin dejar de correr.

- ¡Rose! – La llamó Ted inútilmente - ¡Rose!

  

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