Y en mi huida
me di cuenta de que Bogotá
era más hermosa que ella.
Comprendí que una ciudad
tan musical no merecía ser abandonada,
pero ya era demasiado tarde,
las olas del mar me arrastraban
y las memorias del olvido
la olvidaban.
Y en mi huida
me di cuenta de que Bogotá
era más hermosa que ella.
Comprendí que una ciudad
tan musical no merecía ser abandonada,
pero ya era demasiado tarde,
las olas del mar me arrastraban
y las memorias del olvido
la olvidaban.