Mörder [ COMPLETA ]

By RipleyWylde

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《Cuando tu vida se reduce a matar o morir, ¿qué elegirías?》 FECHA ORIGINAL DE PUBLICACIÓN AÑO 2013 More

Sinopsis
Advertencia
Introducción
Primera parte: prisionera
Capítulo N° 1
Capítulo Nº 2
Capítulo Nº 3 (Parte 1)
Capítulo N° 3 (Parte 2)
Capítulo N° 4
Capítulo N° 5
Capítulo N° 6
Capítulo Nº 7 |Parte 1
Capítulo N° 7 | parte 2
Capítulo N° 8
Capítulo N° 9
Capítulo N° 10
Capítulo N° 11
Capítulo N° 12
Capítulo N° 13
Capítulo N° 14
Capítulo N° 15
Capítulo N° 15 | parte 2
Capítulo N° 16
Capítulo N° 17
Capítulo N° 18
Capítulo N° 18 | parte 2
Capítulo N° 18 | parte 3
Capítulo N° 19
Capítulo N° 20
Capítulo N° 21
Capítulo N° 22
Capítulo N° 22 | parte 2
Capítulo N° 23
Capítulo N° 24
Capítulo N° 25
Capítulo N° 27
Capítulo N° 28
Segunda parte: Libertad
Capítulo N° 29
Capítulo N° 30
Capítulo N° 30 | parte 2
Capítulo N° 31
Capítulo N° 32
Capítulo N° 33
Capítulo N° 34
Capítulo N° 34 | parte 2
Capítulo N° 35
Capítulo N° 36
Capítulo N° 37
Capítulo N° 38
Capítulo N° 39
Capítulo N° 40
Capítulo N° 41
Capítulo N° 42
Capítulo N° 43
Capítulo N° 44
Capítulo N° 45
Capítulo N° 46
Capítulo N° 47
Capítulo N° 48
Capítulo N° 49
Capítulo N° 50
Capítulo N° 51
Capítulo N° 52
Capítulo N° 53
Capítulo N° 54
Capítulo N° 55
Capítulo N° 56
Capítulo N° 56 | parte 2
Capítulo N° 57
Capítulo N° 58
Capítulo N° 58 | parte 2
Capítulo N° 59
Capítulo N° 59 | parte 2
Capítulo N° 60
Capítulo N° 61
Capítulo N° 62
Capítulo N° 63
Capítulo N° 64
Epílogo
Nota de autora
EXTRA: El trato | parte 1
EXTRA: El trato | parte 2
EXTRA: El trato | parte 3
EXTRA: El trato | parte 4
EXTRA: El trato | parte 5
EXTRA: El trato | parte 6
EXTRA: El trato | parte final
EXTRA: Rata | parte 1
EXTRA: Rata | parte 2
EXTRA: Rata | parte 3
EXTRA: Rata | parte 4
EXTRA: Rata | parte 5
EXTRA: Rata | parte 6
EXTRA: Rata | Final

Capítulo N° 26

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By RipleyWylde

Una semana con el Loco debería ser una tortura, pero por alguna extraña razón era mucho mejor que estar en Mörder y Naemniki. Erica podía ser realmente libre ahí, él respetaba su espacio y no le hablaba salvo que fuese estrictamente necesario.

Erica se encontraba sentada en uno de los sillones con un libro en sus manos, lo había tomado de una biblioteca, y leer le recordaba a Chris. Suspiró con pesar al preguntarse qué estaría haciendo, y si estaría bien.

Se escuchó la puerta del sótano, la que estaba en la cocina y a la que ella no podía acceder. Vio al Loco subir las escaleras para aparecer por la cocina, con el torso desnudo y un poco sudado. Erica dejó de mirarlo para poder observar por la ventana, estaba atardeciendo.

—Loco, ¿ya podemos salir?

—Sí, calculo que sí... ¿ya querés irte? —volteó para verla.

—Sí, en realidad sí.

—¿Tan horrible es la vida conmigo? —dijo con una mirada triste.

—No es eso, es... mejor que estar en Mörder, pero... tengo que irme...

—¡En ningún lugar vas a estar más segura que a mi lado!

—¡Loco! ¡Quiero irme! ¡No quiero estar con vos! ¡Quiero irme con mis amigos, mi familia, la gente que quiero! —chilló Erica con molestia—. ¡Solo quiero ver a mi familia!

—Después de todo lo que hice por vos, salvé tu vida, ¿no podrías ser agradecida?

—¡Soy agradecida! ¡Limpio tu casa y te cocino! ¡Sano tus heridas! ¡¿Qué más querés?! —gritó al ponerse de pie.

—¿Qué más quiero? ¡¿Qué más quiero?! ¡A vos te quiero! —dijo y se acercó a ella para poder tomarla de un brazo y acercarla a sí—. ¡Quiero tenerte conmigo! ¡Eso quiero! ¡¿Tan difícil de entender es?! ¡¿En qué idioma debo decirlo para que lo entiendas?!

Erica lo empujó con fastidio, justo cuando se oyó el timbre de la casa, ninguno quería ir a ver, solo se miraron con odio con sus dientes trabados que podían verse allí, amenazantes en ambos. Sin embargo el Loco gruñó por lo bajo y se asomó por la ventana para asegurarse de quién tocaba, y con una sonrisa salió a paso apurado para atender a las visitas.

—Creí que ya había superado lo de querer acostarse conmigo...

Se acomodó la ropa y dejó el libro nuevamente en la biblioteca, para después ir hacia la cocina a prender la cafetera. No giró sino hasta oír la voz del Loco y Moira, la vio entrar con su Jack en los brazos, se lo veía un poco más grande, y hasta Hund entró corriendo, saltaba alrededor del Loco, que lo acariciaba con una enorme sonrisa.

—¡Ay, hola, linda! —dijo Moira con una sonrisa al verla, y se acercó para poder saludarla con un beso en la mejilla—. ¿Cómo estás? No creí que estabas acá.

—Ah, hola, sí, estoy raptada —sonrió falsamente mirando con odio al Loco.

—La secuestré, ¿tenés alguna objeción con eso? —dijo el Loco al ver a Moira, que negó con la cabeza riéndose, para luego bajar a Jack.

—Ninguna, ¡andá a jugar, Jackie! ¡Jugá con Hund!

—¿Querés café? —ofreció el Loco con una sonrisa.

—Está bien, ¿tomás conmigo?

—Por supuesto —Apoyó su mano con cariño en el rostro de Moira, dándole una suave caricia sin dejar de mirar sus bonitos ojos azules—. Engel, hacé algo útil por tu vida y prepará café.

—Lo hago por ella, no por vos, ¡que conste! —dijo entre dientes, sin dejar de mirarlo con desprecio.

Diciendo eso Erica comenzó a servir café en dos tazas más, a la vez que colocaba galletas que había preparado en la tarde en un plato de porcelana.

—Wolff, ¿qué pasó? Creí que ella... —comenzó a decir Moira, sentada junto a él en uno de los sillones.

—Me odia, me teme.

—¡Pero salvaste su vida! —frunció el ceño, como si le molestara la actitud de Erica.

—Creo que eso no importa, no fui del todo bueno con ella y... es entendible que me odie, no la juzgo por eso, pero... hago mi mejor esfuerzo, vos sabés lo mucho que me cuesta ser... normal —dijo en voz baja, no quería que Erica los escuchara hablar—. En verdad hago mi mejor esfuerzo y ella parece no verlo. Solo deseo tenerla conmigo, pero nada parece ser suficiente...

—Wolff, mein freund, va a llegar un día en el que conozcas a otra mujer.

—¡Nein, nein, nein! Mi padre me dijo una vez que...

Erica se acercó con las cosas en una bandeja, por lo que él se quedó en silencio, concentrado en ver a Jack jugar en el suelo con Hund. Tomó con cuidado la taza, mientras que Erica le extendía otra a Moira, con una sonrisa dulce.

Erica volvió a alejarse, debía comenzar a preparar la cena, así que dejó de prestarles atención a ellos, porque sí los había escuchado hablar y se sentía realmente culpable. Pensó que debía agradecerle por cuidarla y por todo lo que hizo por ella, y solo había una forma de hacerlo.

Mientras picaba cebolla los miró reír ahí en el living, se sorprendió al ver que el Loco no tenía problema en alzar en sus brazos a Jack, y que incluso era muy cariñoso con él. Lo sentó en sus piernas y jugaba con un autito con él, a la vez que conversaba con su madre.

Ich hab dich lieb, Freundin —dijo el Loco y apoyó con cariño su mano sobre la de Moira.

Ella apoyó su cabeza en el hombro de él, quien le dio un beso en la frente.

—También te quiero, mi buen amigo —le respondió.

Erica cocinaba y de a ratos los miraba, parecía que Jack se había quedado dormido sobre el pecho del Loco, quien estaba reclinado hacia atrás para que el pequeño estuviera cómodo. Sin embargo él y Moira hablaban tan bajo que no llegó a escuchar nada de su conversación.

Luego de cenar Moira se fue llevándose a Hund, aunque prometió regresar el fin de semana. El Loco había tardado en despedirse de su mejor amigo, y cuando Hund se fue el Loco se sintió vacío, solitario, y solo se dejó caer en el sillón con un cigarrillo en su boca.

—Loco... —dijo Erica al acercarse a él.

—Hacé lo que quieras, andate si querés irte —dijo él y sopló el humo de su cigarrillo, luego dirigió su mirada triste hacia ella—. Te traje contra tu voluntad, te mantuve retenida una semana por tu seguridad, pero no quiero... No quiero darte más motivos para odiarme. Podés irte cuando quieras, Erica. No quiero... ser el monstruo en tu vida al que le tenés miedo.

—No sos el monstruo en mi vida —susurró Erica.

—Ya no importa, podés tomar tus cosas e irte cuando quieras —suspiró—, aunque no sé si vas a estar segura allá afuera. Solo te pido que no le hables a nadie de este lugar, por el bien de Moira y Jack.

Con un suspiro se puso de pie y la esquivó para poder dirigirse a su habitación, su caminata era pesada y lenta, como si estuviese realmente agotado, como si no le quedara energía alguna.

El Loco se recostó en su cuarto a pensar, pensaba en los pasillos de Mörder donde se había criado, pensaba en Gretchen, a quien tanto había amado durante toda su adolescencia. Aún la quería, Gretchen seguía siendo importante para él, pero no más que todo lo que representaba Erica en su corazón. Pensó en sus padres fallecidos, que murieron por su amor, por intentar darle una vida decente. Pensó en Moira, Jack y Hund, a quienes amaba más que a nada en el mundo, y pensó, también, en Erica, a quien ya no vería más. No volvería a verla si ella se iba, porque él no tenía pensado regresar a Mörder, no quería volver junto a Gretchen. Por más que deseara quedarse con Erica, sabía que ella sí tenía una familia y una vida a la cual regresar.

Él no tenía nada, y tampoco la tenía a ella.

Para poder borrar esos pensamientos melancólicos tomó un libro y comenzó a leer, con una mano bajo la almohada sosteniendo un cuchillo. Necesitaba dejar de pensar un poco, y leer le servía para distraer a su mente y corazón.

Erica también se fue a dormir, pensaba irse en la mañana con la luz del sol, pero en ese momento el sueño no llegaba a ella, no podía dejar de pensar en el Loco. La salvó de morir a manos de Gretchen y del fuego, la alimentó durante una semana, la cuidó y se aseguró de que no le faltase nada. Incluso le había comprado tampones para su periodo sin una sola mueca de asco o sorpresa.

—Debería agradecérselo de alguna forma, hizo demasiado por mí, me cuida y me mantiene —dijo en un susurro mientras sostenía en sus dedos el dije de ángel.

No necesitó pensar mucho la forma de agradecerle, él siempre repetía su deseo. Por ello suspiró y se puso de pie para poder colocarse una bata encima. Decidió bajar las escaleras para ir a verlo, golpeó con suavidad la puerta de la habitación y solo la abrió cuando él le dio la orden de entrada.

—¿Qué sucede? —dijo él sin mirarla, cambiaba la página de su libro.

Ella no respondió, cerró la puerta tras de sí y se acercó hacia él, quien levantó la mirada para verla, serio, inexpresivo, como si estuviera dudando de sus intenciones allí.

Erica se quitó su bata y la dejó caer al suelo, lo miraba fijo a los ojos que la escrutaban con curiosidad, pero también con desconfianza. Erica se mostró con su lencería de encaje rosado y él corrió la mirada enseguida para poder concentrarse en su libro.

—No estoy de humor para bromas, Erica.

—No es una broma.

Levantó la vista para verla, Erica seguía allí con una mano en su cadera y lo miraba fijo, con confianza. No se veía para nada intimidada de que la viera así como en otras ocaciones. El Loco levantó una ceja con interés, pero intentó verse disimulado mientras dejaba su libro sobre la mesa de noche.

Como él seguía ahí exactamente en su lugar y en esa posición, Erica se acercó más hacia él y se sentó a su lado, para luego apoyar una de sus manos en el pecho duro y tonificado del Loco. Él continuó mirándola con curiosidad, con desconfianza, pensó que quizá era alguna clase de prueba y por ello no se movió, pero cuando Erica lo tomó del rostro y lo besó, él entonces la tomó de la cintura y la giró para que estuviera recostada, quedando él sobre ella.

En esa posición, la miró fijo a los ojos grises que le sostenían la mirada, parecía buscar dudas en ella, quería descifrar el misterio que era Erica. Ella, por su parte, colocó sus manos en los hombros de él y con suavidad recorrió sus brazos y también su torso, pero cuando llevó su mano hacia el pantalón de él, el Loco pareció bastante convencido de que era real.

Aún así él parecía indeciso, dudoso, pero solo un instante. Enseguida comenzó a besar el cuello de Erica de forma suave, y ella se aferró a los hombros de él, quien acariciaba sus pechos con esmero. De a ratos la miraba al rostro para asegurarse de que en verdad quería, y cada vez ella le besaba el cuello justo sobre la nuez de Adán, porque eso parecía excitarlo bastante.

Erica se quitó el sostén con cuidado, no quería acostarse con él en realidad, ni siquiera le gustaba, pero era la única forma de agradecerle en verdad por todo: darle lo que siempre quiso.

Él miró sus pechos libres de sostén y volvió a acariciarlos con cuidado, para luego besar uno de ellos. Lamió con dedicación uno de sus pezones y eso le produjo un escalofrío satisfactorio a Erica, que no esperaba esa reacción de su cuerpo. Él besó todo su vientre marcado suavemente por el ejercicio y volvió a mirarla como si buscara una objeción. Las había, pero Erica no se lo diría, por eso sonrió para darle confianza y él resbaló la ropa interior por sus piernas para luego besar cada tramo de piel.

Cuando comenzó a lamer sus labios y absorber suavemente su clítoris, Erica no pudo evitar gemir. Eso pareció gustarle a él, quien se enfocó en darle placer con sus labios y lengua. Trató de darle las mayores atenciones, y cada suave gemido y suspiro placentero era como música para sus oídos. Volvió a atender su clítoris con suavidad, lo lamía en pequeños círculos que la hacían retorcerse de placer, lo absorbía con sus labios hasta volverla loca  y no tardó tampoco en introducir uno de sus dedos entre sus pliegues, los curvó para estimular otros puntos de placer en ella.

Lo hacía todo con tanto cuidado y anhelo, que Erica sintió que se volvería loca. Terminó por aferrarse a su cabeza mientras le practicaba sexo oral de una forma increíble, con la experiencia y la sabiduría que se notaba en cada una de sus atenciones.

Solo luego de que ella se retorció y sus piernas temblaron en su último orgasmo, fue que él se irguió para tomar un condón de su mesa de noche, lo colocó rápidamente pero con mucho cuidado en su erección, para después acomodarse entre sus piernas. Erica lo miraba por primera vez de una forma distinta, deseosa por sentirlo, y él no tardó en obedecer a su llamado. Trató de hacerlo suave y de a poco para no lastimarla, luego comenzó a moverse y ante cada onda vibrante, Erica lanzaba un suspiro placentero.

Ella se aferró a su cuello y con sus manos recorrió toda la ancha espalda de él, bajó hasta llegar a sus glúteos tonificados que apretó para invitarlo a ser más fuerte, a no contenerse.

Él, completamente sumiso ante ella, obedeció a su pedido y aumentó el ritmo mientras besaba y lamía el cuello de Erica, pero se sorprendió cuando ella se impulsó para sentarse, aferrada a la nuca de él, y comenzó a moverse hábilmente. Lo montaba de una forma que lo volvía loco, y él se aferró a los fuertes y amplios glúteos de Erica.

Ninguno de los dos reprimió sus gemidos y sus suspiros, ambos expresaron sin vergüenza su placer, concentrados en besar el cuello del otro y en aumentar el placer que estaban sintiendo.

Él volvió a recostarla para poder embestirla con fuerza mientras, a su vez, estimulaba su clítoris para que sintiera más placer. Erica sintió que ya no aguantaría más, sus piernas comenzaron a temblar ante la intensidad de todas las sensaciones que estaba sintiendo.
Él la embistió nuevamente con más velocidad, y en un par de embistes más dejó ir un gemido antes de recostarse sobre ella con su peso sostenido en los brazos, para no aplastarla.

Apoyó su frente en la de Erica, para luego separarse unos centímetros y mirarla a los ojos en medio de ese éxtasis, y le sonrió con una felicidad inmensa.

Erica se aferró a su cuello para no verlo a los ojos, pues él la estaba mirando de una forma distinta. Luego él se hizo a un costado para no aplastarla con su cuerpo y desechó el condón rápidamente. Suspiró con satisfacción y la miró de costado, con una enorme sonrisa en su rostro.

—Mein engel, ich liebe dich...—dijo y le besó la frente con una sonrisa—. Ich liebe dich...

Erica cerró los ojos, se sentía realmente bien, pero también deseaba salir corriendo de allí.

El Loco continuaba hablándole en alemán, ella no entendía una sola palabra de lo que estaba diciendo, pero observó el brazo tatuado en él, intentaba ver bien esa obra de arte para descubrir su forma. Era un bello ángel con una balanza en una mano y una espada en la otra, y luchaba contra un demonio en el suelo.

—San Miguel —dijo el Loco con su grave y ronca voz.

—¿Qué?

—El tatuaje es el arcángel Miguel, el juez del cielo, de las almas mortales, que con su balanza juzga al impío y al justo, con su justicia divina —explicó—. Y con su espada destierra a las almas impuras hacia lo más profundo del abismo infernal.

Erica no respondió, jamás hubiese imaginado que él era cristiano o creía en los ángeles. Cerró los ojos tratando de pensar que no se encontraba ahí, que no estaba desnuda en la cama del Loco. Luego de un rato donde él le hacía caricias y besaba su cabello, se quedó dormido aferrado a Erica.

Con cuidado, ella le corrió lentamente el brazo para poder alejarse de allí. Tomó sus pocas ropas y se dirigió rápidamente al baño para poder orinar e higienizarse luego del coito. Solo luego de estar limpia fue que se vistió con las pocas ropas que llevaba y se fue a su habitación a descansar.

A la mañana Erica se vistió con las sencillas ropas que allí tenía, guardó algo de dinero en un bolsillo y decidió bajar las escaleras, y al hacerlo pudo ver al Loco apoyado en el marco de la puerta de entrada, miraba hacia afuera con un cigarrillo en la boca, dándole la espalda. Sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal al recordar la forma en la que se le entregó, se despreciaba a sí misma por haber hecho eso, pero fue lo único que se le ocurrió para agradecerle por todo.

No deseaba hablarle, así que fue al baño a higienizarse, se miró al espejo. Se sentía sucia y despreciable, aún podía sentir las manos de ese hombre recorriendo su cuerpo. Luego salió de ahí y estaba a punto de entrar en el comedor, pero la voz del Loco la retuvo.

—No soy estúpido aunque creas que lo soy, soy más inteligente y astuto de lo que pensás...

—No entiendo de qué me hablás.

—A veces olvido que sos buena en espionaje, y que por lo tanto sos buena seduciendo. Supongo que algo estúpido soy por haber creído que me deseabas como yo a vos, cuando la realidad es más dura —dijo con un suspiro triste—. No fue hasta esta mañana que me di cuenta, al ver que no estabas a mi lado...

Erica no dijo nada, se sirvió agua en un vaso y bebió un largo trago.

—Me había parecido extraño que habiendo discutido y diciendo que no querías estar acá, te entregaras... pero aún así, creí que... —Se quedó en silencio un instante—. ¿Cuál era el plan, seducirme y huir? No era necesario hacerlo, podías irte cuando quisieras.

—Tenía que agradecértelo, hiciste demasiado por mí, te di lo que querías.

—¡Eso no era lo que yo quería! —volteó para verla con tristeza y cerró la puerta con fuerza—. ¡Yo no quería eso!

—¡Siempre me tiraste contra algún lado diciendo que querías tenerme! ¡¿Qué es lo que querés de mí entonces?! ¡Ya está! ¡Ya te di lo que querías!

—¡No quería eso, Erica! ¡No quería tu cuerpo! —se acercó a ella, la miraba con tristeza—. Es a vos a quien quiero, quiero tu corazón... —La tomó del rostro y habló de forma suave y llena de tristeza—. ¡Te amo, Erica! ¿Es que no lo ves? ¿Es que no podés entenderlo? Te amo... por el amor de Dios, ¡te amo, Erica! ¡Nada más ni nada menos! ¡Te amo, carajo! Solo quiero que me ames de la misma forma, es lo único que quiero de vos.

—Estás loco, sos un cara rota —Frunció el ceño y le corrió las manos con desprecio—.  ¿Me pedís que te ame? ¡¿Cómo podés pedirme que te ame con todo lo que me hiciste?! ¡Me hiciste un daño inmenso! Me das pánico, terror. Soy sincera, es una parte de mí que no puedo cambiar, y como soy sincera debo decirte la verdad: El único motivo por el que estoy acá con vos es porque me capturaste a la fuerza, pero incluso eso fue útil para mí, sé que si estuviera afuera sola, me encontrarían y me matarían. Pero acá, a tu lado, donde me da miedo estar al igual que al resto del mundo que te teme, acá estoy a salvo —suspiró, tratando de tranquilizarse, y lo vio cerrar los ojos—. Me azotaste, me lastimaste, intentaste aprovecharte de mí en un terraza de Mörder, te metías en las duchas a acosarme, buscaste de mil y un formas hacerme daño, ¿cómo podés pedirme que te ame? ¿Pensás que por una ayuda vas a tapar mil pecados?

—Lo sabía, siempre lo supe... pero no conocés la verdad de mi persona y mucho menos de mis actos —dijo con una sonrisa llena de tristeza.

—Además no soy la única persona a la que le hiciste daño, está Aaron, Gretchen y Moira, ¡y quién sabe cuántos más!

—¿El pollito? —gruñó y frunció el ceño con odio al oír el nombre de Aaron en el grupo de los «mártires».

—¡Sé lo que le hiciste a sus padres! Él era un niño que rogaba por su vida, y vos pensabas matarlo.

—Ja, ¿eso te dijo el pollito, que rogaba? —se rió con ironía y comenzó a refregarse el rostro—. ¿Y vos le creíste?

—¿Por qué no habría de creerle? Era mi novio, ¡un chico bueno y dulce con una vida trágica que vos terminaste por arruinar!

—No tenés la más puta idea de nada, no sabés nada, engel.

—Decime algo, ¿es cierto que lamías la sangre de su madre mientras reías y la violabas?

—Eso... en parte es cierto, pero no del todo, y eso no quita que...

—¡Con eso me basta!

—¡¿Te dijo también que al verme hacerlo se reía, que se sentó a disfrutar de sus muertes riéndose y aplaudiendo?! ¡¿No te contó esa parte de la historia?! ¡Se reía a carcajadas! ¡Pateó y escupió el cuerpo de su padre! ¿Y sabés qué más?

—¡Eso no es cierto! —lo empujó, llena de odio.

—¡Le pidió a Gretchen que lo lleváramos! ¡¿Sabés por qué estaba en Mörder?! ¡Porque Gretchen vio futuro en él, vio a un perfecto asesino y por eso lo entrenó personalmente! ¡Esa es la maldita verdad que tu adorado chico perfecto te escondió!

—¡Eso no es cierto! ¡Estás enfermo! —le gritó con lágrimas acumulándose en sus ojos.

—¡Sí lo es! ¡Y sí, estoy loco! ¿Pero sabés qué? Jamás maté a una mujer embarazada ni a niños, jamás violé a nadie, ¡jamás hice muchas de las cosas que tu adorado príncipe azul sí hizo! —gritó y la tomó con fuerza de un brazo—. ¿No te contó acaso el porqué Christopher lo odiaba? ¿No te dijo que fue él quien mató a su hermano?

—No, ¡el hermano de Chris fue asesinado por un Profesional!

—El pollito era ese Profesional. ¿Querés saber cómo lo hizo? Le disparó en una pierna, luego en otra, luego un brazo, un hombro, luego el otro. Lo llenó de agujeros y lo vio agonizar, riéndose... ¿no lo sabías acaso? ¿No te contó que mata a todos sus objetivos lentamente?

Erica retrocedió, zafándose de su agarre, con su rostro consternado. Las lágrimas comenzaron a recorrer su rostro como cataratas, sus ojos abiertos de par en par.

—Eso... no es cierto...

—¿Por qué te pensás que Christopher lo odiaba tanto? —dijo el Loco con dureza—. ¿No te dijo tampoco que fue él quien traicionó a Nahuel? ¿No te contó tampoco esa parte de su historia?

«Es mentira, sé que es mentira. Aaron lo dijo, el Loco miente y hará cualquier cosa para tenerme...»

—No es cierto —dijo, con su rostro impactado por la información.

—¡Quería poder y Nahuel era competencia! ¡Tu pollito cobarde no se animó a enfrentarlo y lo atacó por la espalda para luego prender fuego el lugar! Porque ese inútil sabía que no podía contra él...

Erica retrocedió un paso hasta chocar con una pared cubriéndose la boca, su respiración era ahogada por el llanto. No quería creer en las palabras del Loco, pero por alguna razón no podía dejar de llorar. Su llanto se volvió desesperado y comenzó a refregarse los ojos, estaba hiperventilando.

El Loco la miró con tristeza, la veía realmente mal y eso comenzaba a preocuparle. Se acercó a ella y la tomó del mentón suavemente, la instaba a mirarlo, y suavizó su voz para hablarle.

—Mein engel...

—¡Soltame! ¡No soy tu nada! ¡Te odio! ¡Te desprecio! ¡Me repugna tu asquerosa existencia! —chilló al empujarlo—. ¡Haberte cruzado en mi vida fue definitivamente lo peor que pudo pasarme!

—¿Realmente pensás eso? —la miró serio, luego sonrío al menear la cabeza con ironía—. Hipócrita, eso es lo que sos, una hipócrita.

—¡No lo soy! ¡Te detesto!

—Anoche no lo parecía —dijo y la tomó del rostro para poder susurrarle al oído—: Entregarte fue una mentira, pero tus gemidos fueron muy sinceros y reales, ¿no, engel?

—¡No vuelvas a tocarme, monstruo! —lo empujó nuevamente—. ¡Pienso buscar a mi hermana y alejarme de vos!

—¡Entonces hacelo, andate! —gritó al señalar la puerta y habló entre dientes—. Quiero ver cuánto tiempo sobrevivís sin mí...

—¡Andate a la mierda!

—¡Cuando te des cuenta de la verdad vas a venir corriendo a mi puerta pidiéndome ayuda! ¡Vas a venir corriendo a mí! ¡¿Sabés qué voy a hacer?! ¡Te voy a cerrar la puerta en la cara riéndome a carcajadas!

—¡En tus sueños, enfermo!

Erica salió de la casa sin mirar atrás, caminaba llena de odio, insultándolo. Estaba decidida a encontrar un taxi e ir hasta lo de sus padres para asegurarse de que todo estaba bien. Fue todo el camino con su rostro lleno de ira, mascullando insultos entremezclados entre español y francés.

Cuando llegó a su casa tocó el timbre pero nadie salió a atenderle, tocó un par de veces más hasta decidirse a girar el picaporte. Descubrió que la puerta estaba abierta, y al entrar se encontró con una escena de terror, todo estaba hecho un caos y sus padres no estaban por ninguna parte. Corrió por toda la casa, cada lugar se veía incluso peor, había sido un ataque y eso era notorio, y no lo comprendió sino hasta ver una nota en la mesa.

«Vení a Mörder, tenés 24 hs para llegar».

Se desesperó al ver esa nota, y no dudó en correr hacia el garage en busca de algún vehículo. Descubrió que su moto se encontraba allí, y no tardó en subirse y viajar hasta Mörder.

Pedirle ayuda al Loco no era una opción, no cuando habían peleado y él prometió no ayudarla. No pensaba pedirle ayuda, no a él, su orgullo no se lo permitía.

El Loco caminaba de un lado a otro por la casa, pensativo, trataba de comprender a Erica, y comenzó a sentirse muy culpable por la forma en que la trató y las cosas crueles que le dijo.

Con un resoplido tomó las llaves de su camioneta para poder visitar a Moira, la única persona que en verdad lo entendía, la única que lo escuchaba, la única que lo veía como realmente era. Y mientras trataba de no pensar en nada que pudiera lastimarlo, cantaba una canción al manejar.

Intentaba tranquilizarse, pero el volante sufrió varios apretones fuertes de su parte. Y pese a que logró tranquilizarse durante el viaje, al llegar a lo de Moira encontró la puerta abierta, algo demasiado extraño. No tardó en tomar su cuchillo y entrar con cuidado, viendo todo el living destrozado. Los vidrios en el suelo se rompían y crujían con cada paso que daba, se desesperó al ver sangre por todos lados, los cuadros rotos, muebles, todo estaba destrozado. Corrió por la casa gritando, llamaba a Moira con un nudo en su garganta y su voz llena de angustia, hasta que la encontró en el cuarto, tirada en el suelo al costado de la cama, en un charco de su propia sangre. El lugar entero estaba destrozado, y ella ahí temblaba, agonizando, con su ropa desgarrada.

—¡Moira! —gritó y se acerca a ella, la tomó rápidamente en sus brazos.

—Jack... Hund se... llevó a Jackie...

—¡Necesitás ir a un hospital! —dijo y la alzó en sus brazos, para luego correr y sacarla de ahí. La recostó en el asiento de atrás en su camioneta, y comenzó a conducir a toda velocidad—. ¡¿Quién mierda hizo esto?! ¡¿Quién mierda fue?!

—Hice... lo que pude, peleé como me enseñaste... maté a dos y... le corté la cara a él, Hund mató a tres y... Jack... le pedí que se lo llevara...

—Por Dios, por Dios... Moira, ¡¿quién mierda fue?!

—Un... chico...

Erica llegó a Mörder, dejó la moto en el estacionamiento y entró con cuidado, no estaba armada así que observó todo con atención, concentrada en escuchar cada sonido. Se arrepentía de haber salido así de la casa, porque pudo hacer tomado su cuchillo.

El lugar estaba vacío pero en perfectas condiciones, no arruinado como la última vez que lo vio en año nuevo. Parecía reparado, pero aún así vacío. Recorrió los pasillos, sin conseguir oír nada ni a nadie, pensó que quizás era una trampa, pero tenía que arriesgarse.

Abrió la puerta de la gran oficina de Gretchen y se quedó helada, sus ojos se llenaron de lágrimas, su cuerpo temblaba de forma incontrolable, y comenzó a llorar con desesperación al ver el cuerpo de su hermana Celeste colgado del techo con unas cadenas, desnuda y bañada en sangre, impregnada en dolor y sufrimiento, demacrada, casi irreconocible. Y tras ella los cuerpos de sus padres colgados de cabeza, en condiciones horrendas e inhumanas, cubiertos en ese carmesí sufrido. Erica lanzó un grito lleno de odio y dolor, se dejó caer al suelo de rodillas, donde abrazó los pies de su hermana muerta, con un grito gutural de dolor. Ahí se encontraba su familia, su única familia ahora muerta.

Gritó, insultó y comenzó a amenazar al causante, llamó a Gretchen para desafiarla a un encuentro, la insultó para que diera la cara, pero una voz masculina no tardó en irrumpir:

—No se trata de Gretchen esta vez...

Erica volteó con su rostro lleno de ira y se quedó helada al ver allí a un fantasma. Parpadeó, confundida, y comenzó a refregarse los ojos, jadeante del miedo, de los nervios, del llanto, al ver esa sonrisa.

—Hola princesa, ¿me extrañaste...?

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Él es trece. Primeros 9 capítulos en mi otra cuenta de Wattpad BellaLilH. Actualización cada semana Instagram: @bellalilh Safe Creative: 1512105987241
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La vida de Carla es relativamente normal para alguien de campo. Vive en una granja apartada en Texas, su madre le brinda estudios desde casa y su pad...
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-Prometelo. Promete que pase lo que pase, no te iras - le rogó, aferrándose a su cabello Alex cerró los ojos un momento, una expresión de dolor cruza...
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ᴇɴ ᴜɴᴏ ᴅᴇ ʟᴏs ᴘᴜᴇʙʟᴏs ᴀʟɢᴏ ᴅᴇsᴀʙɪᴛᴀᴅᴏs, ᴠɪᴠɪᴀ ᴜɴ ᴄᴏᴜɴᴛʀʏ ǫᴜᴇ sᴇ ʟʟᴀᴍᴀʙᴀ ᴘᴀʀᴀɢᴜᴀʏ ᴇʟ ᴄᴜᴀʟ ᴠᴇɴᴅɪᴀ ʙᴏʟʟᴏs, sᴇ ʟᴇ ᴄᴏɴᴏᴄɪᴀ ᴍᴜᴄʜᴏ, ᴘᴏʀ ʟᴏ ᴄᴀʀɪsᴍᴀᴛɪᴄᴏ ǫᴜᴇ ᴇ...