Lights Down Low ↔ Chanbaek

By xEllieRay

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Baekhyun llegó con la lluvia, y Chanyeol puso las luces al mínimo para enamorarse por completo de él. →Fluff... More

Primera bombilla.
Segunda bombilla.
Tercera bombilla.
Cuarta bombilla.
Quinta bombilla.
Séptima bombilla.

Sexta bombilla.

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By xEllieRay


Para quienes no se acuerden (hace ya que no actualizaba, lo siento tanto), esta es esa historia Chanbaek que leíste sobre un Baekhyun muy extravagante que analiza flores bajo la lluvia y se pone una careta de Hamtaro para enamorar a su Chanyeol. 





—¡Baek! ¡Baekhyun! ¡Oppa! ¡Sal al balcón, Julieta!

—¿Uh?

La pequeña cabeza del mayor se asomó por la ventana, la luz tierna de la noche creando sombras en su rostro. La confusión bailaba en su rostro.

Parpadeó dos veces, arqueando la curva de las cejas con un "¿Qué haces?" gestual.

Debían ser las dos de la mañana, pero el desgarbado y largo cuerpo de Chanyeol estaba detenido debajo de su ventana con una gabardina oscura y una sudadera que rezaba "I'm so happy during summer time." Practicando la filosofía de siempre, suponía Baekhyun.

Dejarse llevar.

—Buenas noches, Julieta. ¿Te apetece una salida nocturna por Seúl? —La mano, que creía fría, de su menor se extendió hacia el ventanal. Declarándose como un verdadero Romeo, con una sonrisa encantadora en los labios. 

Baekhyun tensó la boca y dejó que la sonrisa se le trazase en los labios, rápida y descarada. 

Él y Chanyeol llevaban tres meses saliendo. 91,2501 días juntos, escapadas silenciosas y risas descuidadas. Las salidas que tenían eran un juego irrespetuoso, donde las reglas valían poco y sus emociones se convertían en la principal prioridad. Baekhyun descubrió que su novio era muy torpe en las huidas, encontrando la forma de dejar ropa enganchada en las rejas o caerse al correr. Chanyeol, por su parte, que Baek era adicto a la adrenalina.

Mientras que Chanyeol había vivido en el seno de su familia, acomodado entre la calidez del amor materno y paterno, Baekhyun era hijo de una soltera. Una mujer que lo había dado todo por su hijo, y que le había enseñado lo esencial; vivir por ti.

Vivir por tus sensaciones, por tu bienestar, y no buscar provocar mal a los demás. Ver muchas películas, leer muchos libros. Vivir mucho, y vivir hasta el final. 

Chanyeol se dio cuenta de que había sido siempre un ente impersonal. Mientras Baekhyun buscaba constantemente crecer, él había sido esclavo de las ideas confiadas de sus padres. Ellos amaban a su hijo, y querían que siguiera el buen camino. 

Pero el buen camino, para Chanyeol, dejó de ser estudiar Derecho y ser educado con los desconocidos. 

Quería hacer el amor muchas veces, ver muchas películas y leer muchos libros. Querer mucho, querer hasta el final.

Eso era la vida para él ahora, al lado de Baekhyun. 

—¿Qué tal si vamos a Las Vegas? —La pregunta inesperada del muchacho le sobresaltó, una respiración contra la nuca.

Baekhyun estaba subido y firmemente enganchado a su espalda, con los brazos rodeando el cuello de su pareja y la sien descansando contra la parte superior del omóplato. Inhalando húmedo contra la piel desnuda de su cuello, donde la chaqueta no cubría. Era capaz de sentir, prácticamente escuchar, su respiración serena. La respiración de un niño que está dormido gracias a una nana, esa era.

La calle por la que vagaban estaba vacía, el paseo estrecho de un pueblo pequeño. Demasiado tarde, alcanzando la noche, como para que alguien decidiese salir. 

—¿Las Vegas? 

—Hm. —Afirmó ambiguo Baek, palpando con los delgados dedos el cuello de la chaqueta de su contrario.

—¿Eso no es otro gran cliché? —Salió burlón de sus labios, torciendo la cabeza lo suficiente como para que su perfil coincidiese con la mirada de reproche del mayor. 

—Ya... supongo que sí... ¿no te apetece? En Cómo conocí a vuestra madre todos se lo pasan genial en las Vegas. Yo también quiero pasármelo genial. —Balbuceó débil. Chanyeol sonrió en contraste.

—Vale. Vayamos a Las Vegas.

Era la primera vez que cedía tan fácil a los deseos insensatos de su adorado y pequeño demente. 

—¡¿En serio?! —Lo notó removerse en su espalda, inquieto y excitado, así que soltó sus palpables muslos para que se pudiese bajar. No necesitó ni unos segundos para situarse delante de Chanyeol, envolviendo sus manos con fuerza y esbozando una sonrisa brillante.

Honesta, sincera. Rectangular. De esas por las que Chanyeol rezaba.

—Sí, bebé. En serio. —Le afirmó, la sonrisa hormigueando en su boca. 

Baekhyun rió fuerte y la carcajada jugó entre los muros, mientras se ponía de puntillas y plantaba un beso rápido en la boca de su amante. Tan inocente como su sonrisa.

Chanyeol no lo dejó ir, sino que presionó las palmas contra sus costados y ciñó el cuerpo menudo del mayor muy cerca del suyo, donde pudiese disfrutar de su corazón acelerado, inclinándose hacia sus labios. Rozándolos, haciendo a Baekhyun suspirar. Todo era cálido y tierno, con una pizca de comedia del 2000. De esas que a Chanyeol le gustaban, porque eran algo clichés y cargadas de sinceridad. 

Los brazos delgados de Baekhyun se enlazaron en su cuello, y juntos empezaron a mecerse suavemente de un lado a otro, como si bailasen una canción muy antigua. 

—Casémonos. Hagámoslo, casémonos en Las Vegas. —Baekhyun respiró contra su boca, y Chanyeol se quedó sin aire al oír sus palabras. 

Sintió la ansiedad de la juventud trepar por su pecho y afianzarse en la garganta, la necesidad de ser responsable y sensato palpitando fuertemente en todas partes de su cerebro. Conocía a Baekhyun desde hacía relativamente poco, menos de un año, menos de medio. 

Era una maldita locura pensar en casarse cuando aún les quedaba tanto por conocer de ambos, pero entonces los ojos de su amado exploraron entre los suyos y supo que le había descubierto. De alguna forma, aún con tela cubriendo su desnudez, Chanyeol se sentía transparente ante su atenta mirada. 

Chanyeol tenía una mente cliché.

Y Baekhyun era un experto en descifrar los clichés, eso estaba claro.

—Prométeme que no te irás. —La súplica del menor debió sorprenderle, porque los rasgados ojos de Baekhyun se ampliaron al oírle. La desesperación de Chanyeol era muda, ahogada en una película de lágrimas, pero su pareja sabía verlo. Un don quizá, el don de ver las cicatrices más hondas en los corazones ajenos.— Sé que nunca te lo he contado. Yo estuve casado con un hombre, Baek.

Baekhyun parpadeó estupefacto, y Chanyeol tensó la boca antes de seguir.

—Le amé, igual que te amo a ti. Fue diferente, es verdad, pero nuestro amor nunca terminó del todo. Él... se fue, me abandonó, igual que tu padre hizo con tu madre. Se marchó, y aunque ahora ya no hay nada más que nostalgia... joder, Baek. Creí morir. Sé que a veces puedo ser un maldito sentimental, pero no pensé que fuese a recuperarme de aquella caída. Buscó hundirme, y me hundió. Estaba hundido hasta que tú llegaste y me sacaste a flote. —La mirada de Chanyeol era brillante, trémula.— Si el amor se acaba entre nosotros, entonces eres libre de buscar otro. Pero... no huyas. Es lo único que te pido, Baek. Déjame hacerte feliz hasta que todo se acabe de una forma limpia y justa. Déjame amarte mientras tú también lo hagas. 

Era el testamento de un corazón roto, Baekhyun supo verlo cuando las palabras temblaron en su boca. 

El testamento de un amante herido, uno que lo había entregado todo y ahora carecía de fuerzas para volver a curarse si otra fusta le laceraba. 

Se sintió halagado. Era dueño del amor más honesto que podía existir.

—No me iré, cariño. —Cuando algo les superaba, entonces susurraban. Eso hizo Baekhyun, jurando contra su boca en voz baja, con la punta de los dedos acariciando por debajo de sus ojos para retirar la humedad de las lágrimas. Trazando por encima de las mejillas y bajando hasta sus labios, delineando el arco de cupido con la yema. Sus ojos siguiendo cada dibujo realizado en la piel, antes de volver toda la atención a su mirada.— Tendremos discusiones y gritaremos mucho. Nos enfadaremos y volveremos, a veces con sexo y otras con palabras. Pero no me iré. Esta es mi película, y somos los protagonistas. No quiero ser un personaje cretino, y tú no estás roto en la trama. Solo somos... dos chicos que se quieren mucho y sueltan muchos clichés en sus diálogos. Nada más. 

Chanyeol siempre le creía cuando hablaba. A veces más, otras menos, pero solía hacerlo, porque había aprendido que jamás eran verdades al completo. Eran el testimonio de un chico que vivía de vivir.

—Vale. —Murmuró el menor, haciendo sonreír risueño a su hyung. Afirmó las manos alrededor de su estrecha cintura y presionó un beso contra su frente, escapando de su mirada y disfrutando de tenerlo abrazado contra el pecho. Baekhyun cuidaba de él, aunque hubiese ocasiones en las que pensase lo contrario. Seguía siendo un niño.— Casémonos en Las Vegas y hagamos que todo salga fatal. 

—Como siempre. —Rió Baekhyun, ahogado contra la tela de su camiseta en el íntimo abrazo.

—Sí. —Coincidió Chanyeol, separándole por los hombros y mirándole apasionado.— Como siempre. —Una sonrisa se dibujó afectuosa en sus labios, y Baekhyun no tuvo tiempo a escapar antes de ser cogido entre brazos y cargado al hombro.

La queja ruidosa de Baekhyun resonó entre los muros. Cálida como el farolillo, ese que tanto le gustaba a Yeol.

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