El alma perdida

By TaliMau

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Lord Voldemort acaba de resurgir y emprende una de las búsquedas más importantes de su vida, debe encontrar e... More

El huésped:
Georgina:
El ataque de los mortífagos:
Voldemort tiene un nuevo plan:
La casa invisible:
La Orden del Fénix:
Un visitante en la oscuridad:
Perseguidas:
La medalla de Tom:
Tutores:
La ira de Voldemort:
En casa de los Weasley:
Junto a Tonks:
Conociendo a Tom Ryddle:
En casa de Snape:
La visita de los mortífagos:
Pensamientos:
La marca tenebrosa:
Camino a Hogwarts:
Conociendo Hogwarts:
La verdad sale a la luz:
Una nueva amiga:
El amor de Severus:
Susurros en la oscuridad:
La medalla perdida:
Un baile erótico:
La nueva profesora:
El secreto de Voldemort:
Recuperada:
El beso:
La orden de Voldemort:
El destino de Charlie:
Una extraña entrevista:
Sospechas:
El secreto revelado:
La huida de Hogwarts:
Capturados:
Los prisioneros:
El alma de la medalla:
Lágrimas del corazón:
Enferma:
Una victoria y un fracaso:
Consecuencias:
Un deseo frustrado:
La huida:
La rebelión de los mortífagos:
Decisiones:
Momentos previos:
Conversación en el bosque:
Muerte en a colina:
Entre fuego y humo:

Un cambio de sentimientos:

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By TaliMau

El mismo Voldemort, causante de la depresión de la chica, fue el que terminó acabando con ella de una forma inesperada. Un día entró a su cuarto, en el cual todavía estaba cautiva, y le habló de manera muy diferente a las otras veces.

_ Quieres dejar de molestarme y comenzar a comer._ No era una pregunta, era una orden.

Ania que estaba sentada en una silla con la vista perdida en el techo. Ni siquiera se inmutó al escuchar el ruido de la puerta al abrirse y cuando le habló Lord Voldemort recién entonces bajó su mirada para observarlo. Pero no le dijo nada.

_ No me gustas así_ le dijo el hombre con un gesto de las manos. Dándole a entender que estaba o muy deprimida o muy delgada.

_ Me alegro_ le respondió ella con apatía. Luego volvió a enfocar su mirada en el techo. Tenía unos curiosos arabescos en las orillas y últimamente le resultaban interesantes.

A Voldemort le exasperaba su conducta y esta vez su rostro lo mostró a las claras. Consideraba a la mujer como de su propiedad y que se negara a hacer lo que él quería lo sacaba de quicio. ¿Por qué demonios no podía ser como Bella? Pensaba cada vez que la veía. Y peor aún, ¿por qué le resultaba tan difícil hablar con ella de manera coherente? Luego de mirarla unos momentos estalló.

_ ¿Qué intentas hacer?... ¿Piensas cometer suicidio?_ le dijo con burla Voldemort, y al ver que ella no se inmutaba agregó_: ¿Crees que lo permitiría?

Ania entonces lo miró sorprendida con la duda de si ese hombre era capaz de detener la muerte. Porque si era así sus esfuerzos serían en vano. ¡Era lo único que le faltaba! ¡Ni siquiera se podía morir en paz!

_ ¿Qué quiere decir?_ le preguntó asustada.

Al ver que tenía toda su atención Voldemort sonrió, mostrando todos sus feos dientes.

_ Te he dicho mil veces que te dirijas a mi como: "mi señor"_ le dijo poniéndose serio, a pesar de todo. Ese era otro asunto que le molestaba, el tono con que lo trataba la chica era demasiado irrespetuoso para lo que él estaba acostumbrado.

_ Agggg, no. Usted no es "mi señor" ni nada parecido... ¡Qué asco!_ exclamó Ania con evidente desprecio y con la intención de fastidiarlo.

Las cejas en el rostro de Lord Voldemort se juntaron aún más al advertir el doble sentido de la frase. Entonces Ania por primera vez se dio cuenta de que tenía cejas (de color muy claro, pero pelo en fin), y lo observó con atención como no lo hacía desde hacía mucho tiempo. Entonces se dio cuenta de que el hombre oscuro había cambiado. ¡Hasta parecía otra persona! O mejor dicho... ahora parecía una persona.

El hombre que estaba parado frente a ella no era ni sombra del esqueleto blancuzco que una vez conoció. Su túnica gris oscuro, aunque todavía le quedaba algo grande, dejaba entrever el cuerpo de un hombre adulto normal. Sus brazos cruzados sobre su pecho dejando sus mangas levantadas descubrían unos antebrazos normales. Pero al levantar su mirada descubrió que su rostro era el que presentaba más cambios. Ya no era de una palidez cadavérica y sus ojos no se veían inmensos en su cara sino que tenían el tamaño normal, al igual que sus mejillas que ya no estaban hundidas. En su barbilla podía jurar que tenía, si bien no era una barba, al menos eran unas cuantas pelusas de hacía unos días. Miró entonces su cabeza y también pudo ver allí una pelusa rubia que asomaba, aunque seamos sinceros, a eso no podía llamársele pelo. Pero lo que más le llamó la atención en ese momento fue su nariz, había comenzada a aparecer (o a crecer, no estaba segura) y su rostro comenzaba a verse más normal, y no como una cruza entre humano y serpiente. Ania pensaba desconcertada si se había lanzado un hechizo para que creciera, si se había tomado una poción crece narices (aunque no estaba segura si existía dicha poción) o si se había hecho algún tipo de cirugía plástica. Luego pensó absurdamente si de tanto mentir la nariz le crecía... como pinocho.

Lord Voldemort en ese momento abrió los ojos como platos y luego comenzó reírse con ganas mientras se dejaba caer en una silla cercana. Ania se quedó perpleja, estaba desconcertada por su conducta ya que el hombre jamás reía y menos a las carcajadas. Nunca lo había visto actuar así... Hasta que tuvo un pensamiento inquietante y comenzó a sospechar si Voldemort no podría leer el pensamiento. Y por cómo estaban pasando las cosas se dio cuenta de que eso explicaba muchas cosas. Por su parte, el hombre oscuro realmente había percibido sus pensamientos ya que tenía el don de leer la mente sin tener que pronunciar el hechizo, a pesar de que era más difícil con muggles. Y aunque internamente satisfecho de que ella se hubiera dado cuenta de su cambio y que lo considerara "normal", se había divertido con su último pensamiento estallando luego en carcajadas.

Cuando el hombre oscuro paró un poco de reír miró a la chica con una calidez en sus ojos celestes que dejó perpleja a Ania. Ella no lo sabía pero el hombre nunca a nadie había mirado de esa forma. El aspecto de Voldemort cambiaba a medida de que sus pensamientos y sentimientos eran más humanos. Comenzaba a verse como tal y ya no como un ser deforme y maldito. Porque su maldad iba retrocediendo en su alma y en su corazón, dejándose invadir por aquel extraño sentimiento que Dumbledore siempre valoraba y al que él nunca le había dado importancia porque... no lo había conocido hasta entonces. El amor.

Voldemort se levantó de la silla y se acercó a Ania, se inclinó sobre ella hasta que su rostro quedó a unos centímetros.

_ ¿Te gusta mi nariz?_ le dijo con una sonrisa mientras se la señalaba.

Ania abrió los ojos de la sorpresa y luego sin poder evitarlo comenzó a reírse. El hombre oscuro volvió a enderezarse y rió con ella.

_ Es un poco... chata_ dijo Ania sonriendo aún.

_ Llámame "mi señor"_ le dijo aun sonriendo el hombre pero con más seriedad.

_ Le dije que no... usted no es "mi señor"_ le respondió para molestarlo.

_ No todavía_ le largó Voldemort mientras la observaba de arriba abajo con descaro.

La sonrisa de Ania desapareció en su rostro y el miedo comenzó a invadirla. En ese momento Voldemort se dio cuenta de que había cometido un desliz y que el poco terreno que había ganado en su confianza comenzaba a desaparecer. Así que tomó la silla donde antes se había sentado y la colocó frente a ella, luego se sentó. Sus rodillas casi tocaban las de la chica.

_ He venido a verte porque quiero hacerte una propuesta_ le dijo muy serio. Ania lo observaba atenta.

_ Si te quedas conmigo y te unes a mi gente, te regalaré tu libertad_ concluyó el hombre oscuro.

La chica aunque perpleja al principio se lo pensó un poco. Hubo un breve silencio.

_ Lo único que tienes que hacer es ir a ver a tu amiga, esa Tonks. La convences de que te de la medalla y luego me la traes. Si todo sale bien podrás ser libre y hacer lo que quieras.

Ania lo miraba ceñuda. Había algo en el tono de la voz de Voldemort que no le gustaba. Ella no podía leer la mente como aquel mago pero se dio cuenta de que ese hombre mentía. No era tonta, había descubierto hacía tiempo que aquel hombre tenía fuertes sentimientos de posesión hacia ella. Si la amaba o no, no lo sabía. Pero de lo que estaba segura era de su personalidad. Voldemort era un hombre muy poderoso que siempre obtenía lo que quería y si la quería a ella nada le iba a impedir tenerla cautiva a su lado, como ahora. Jamás le daría su libertad, cuando consiguiera su medalla y si es que ella tenía suerte, la mantendría encerrada hasta que se aburriera de ella y desviara su obsesión a alguien más. Luego la mataría.

_ No_ dijo simplemente. Voldemort se enojó.

_ ¡¿NO?! ¡¿Y se puede saber por qué?!_ vociferó el hombre, tratando de intimidarla.

_ ¡Porque lo que me está diciendo es una mentira!_ le gritó a su vez la chica_. ¡Usted nunca me devolverá mi libertad!

Voldemort pensó absurdamente si los muggles percibían las mentiras...

_ ¡Claro que sí! Bajo ciertas condiciones... por supuesto_ dijo molesto.

_ Además jamás me uniría a sus asquerosos mortífagos_ agregó ella sin ponerse a pensar mejor en lo que decía_. ¡Me repugnan todos ustedes!

_ Así que prefieres estar con la gente que te abandonó aquí... ¿no?_ le respondió suavemente y con crueldad.

Ania abrió la boca y luego la cerró, aquellas palabras le dolieron mucho. Luego hubo un breve silencio.

_ Al menos con ellos era libre...

_ ¡¿Acaso te tratamos tan mal?! _ se exasperó Voldemort_. Tienes todo lo que necesitas.

_ ¡Estoy encerrada en esta habitación las 24 horas del día!_ le gritó furiosa pensando con toda la razón en que Voldemort deliraba.

_ Pero tiene razón... ahora me tratan mejor. ¡Porque antes estaba en un calabozo!_ continuó Ania con ironía.

Voldemort se levantó y comenzó a pasearse por la habitación.

_ Bien... bien... _ murmuró para sí mismo. ¿Bien qué? Iba a preguntar la chica de mal humor pero se contuvo.

_ Puedes salir cuando quieras... De la mansión a sus jardines y donde te plazca. Pero no más allá de la puerta de entrada_ concedió el hombre oscuro.

Ania aunque sorprendida suspiró de alivio, aquello podía considerarlo un triunfo.

_ Y mientras tanto piensa en la propuesta que te he hecho_ dijo Voldemort y añadió con aires de importancia_: toma esta muestra de confianza como prueba de mi honor.

Ania asintió con la cabeza, no podía negarse, pensar que podía al menos ver el sol era reconfortante. Además que le daba una excelente esperanza para que, cuando en un futuro se presentara una oportunidad, poder escapar finalmente de allí. Sabía que Voldemort nunca le daría su libertad pero, si ella lograba convencerlo y ganarse poco a poco su confianza, un día bajaría las defensas y ella podría al fin huir. Entonces sonrió porque aquello era también una esperanza para vivir.

_ ¿Sí o no?_ quiso confirmar el hombre.

_ Sí.

_ Sí, ¿qué?_ le dijo serio.

Ania lo miró desconcertada.

_ Llámame... "mi señor"_ aclaró Voldemort mientras fijaba sus ojos en ella.

_ Sí... mi señor_ cedió finalmente Ania.

El hombre oscuro sonrió, había sido también un triunfo para él aquella conversación. Creía que estaba logrando convencer a la chica y doblegarla a su voluntad pero... ¡qué equivocado estaba! Era la propia Ania la que se sometía voluntariamente a él para poder así manipularlo. La chica pensó en ese momento en un incidente doméstico que había ocurrido mucho tiempo atrás. Su tía quería que su esposo le comprara cierto artículo y él se había negado rotundamente, contando con toda la razón. Pero la mujer no se había dado por vencida y, día a día, le había hablado a su marido de las maravillas de cierto artículo. Y así con perseverancia había conseguido al fin lo que parecía imposible, poner a su esposo de su parte, comprando luego el famoso artículo. Y no sólo eso sino que su tío muy orgulloso de su propia inteligencia le había contado a todo el mundo su magnífica idea de comprar el famoso artículo. Olvidando por completo que su mujer había pensado en ello al principio. Ania observadora pasiva de esta actitud confrontó a su tía perpleja por su triunfo y sin poder creer los resultados, y su tía le había dicho una de las frases de su vida... ¿Qué quiere, hija? Ese es el arte de ser mujer. Ania le había respondido con una carcajada.

Lord Voldemort la observaba tratando de saber en qué pensaba pero esta vez no lo consiguió.

_ Bien, daré aviso a lo demás_ dijo como para zanjar el asunto. Luego se dio la vuelta para irse y sólo había dado tres pasos cuando la escuchó.

_ Gracias, mi señor_ le dijo la chica con perfecta educación.

Voldemort se dio vuelta perplejo y vio que Ania tenía una sonrisa en su rostro que le pareció... ¿seductora? Ya muy confundido se dio vuelta y salió de la habitación.

La chica se quedó sola y comenzó a tejer sus propios planes... su objetivo era huir de allí, mandar al demonio a todo el mundo, y comenzar a vivir una nueva vida en un lugar alejado del país. Estaba muy dolida y molesta con sus amigos de la Orden del Fénix, realmente creía que la habían abandonado allí tal cual le había dicho mil veces el hombre oscuro. También estaba devastada por el desengaño que había sufrido por parte de Severus. Así que en ese momento lo único que deseaba era irse lejos y que los demás se las arreglaran solos, la medalla ya no era suya y su custodia había pasado a otras manos. No había nada importante que la atara a aquel mundo, un mundo mágico en dónde sólo había conocido el dolor.

Claro que nada sabía de la desesperación de Severus por hablarle, por verla, por volver a abrazarla aunque fuera un instante. El profesor Snape encerrado en el colegio se desesperaba por no poder hacer nada. Las clases habían vuelto a comenzar y él cumplía con su trabajo como un autómata, pero parecía que nada le importaba y que había perdido su sonrisa para siempre. De mal humor todo el tiempo atormentaba a los alumnos más que de costumbre y sólo recuperaba algo de humor cuando tenía que ver a Voldemort porque eso significaba una mínima esperanza de ver a Ania. Y se desesperaba en las casi diarias reuniones de la Orden del Fénix en donde no lograba comprender por qué no se adelantaba algo en pos de la liberación de Ania.

Dumbledore se debatía entre el deber de destruir la medalla y el de preservar la vida de la chica. Tonks se había negado a cederla y no iba a destruirla hasta que su amiga saliera de su cautiverio. Y todos se desesperaban al comprobar que al pasar los días Voldemort no daba señales de aceptar el trato e intercambiar su medalla por la chica.

_ No podemos seguir esperando. Tenemos que sacarla de allí urgente_ decía Snape con testarudez.

_ Es demasiado arriesgado, Severus, han colocado nuevos encantamientos de protección_ le respondió Lupin.

Toda la Orden del Fénix estaba reunida en uno de sus famosos encuentros.

_ Pero si la trasladan..._ comenzó diciendo el profesor Snape.

_ No lo hará_ intervino Dumbledore, todos se quedaron callados y lo miraron_. Voldemort sabe que fuera de ese lugar es vulnerable.

Al escuchar el nombre del hombre oscuro todos tuvieron un escalofrío. Como si su presencia se materializara en el aire. Luego hubo un breve momento de silencio.

_ Sé que puedo averiguar de qué se tratan los nuevos encantamientos de protección_ continuó a la carga Snape_. Si vamos y los vulneramos de nuevo...

_ ¡Es muy riesgoso! La última vez casi la matan... _dijo Sirius desde un rincón de la habitación.

_ ¡Morirá de todos modos si la dejamos allí!_ le gritó molesto Snape.

_ No, nosotros tenemos la medalla y mientras haya la posibilidad de intercambiarla por Ania..._ comenzó diciendo Tonks pero el hombre la interrumpió.

_ ¡El Señor Tenebroso no está interesado en intercambiarla!_ gritó ya fuera de sí Snape. ¿Acaso nadie lo escuchaba? ¿Nadie le prestaba atención? Pensaba el hombre. Venía diciéndoselos hace mucho tiempo.

_ De eso no estás seguro_ dijo Sirius.

_ Es obvio_ susurró apretando los dientes Snape.

_ ¡Pero quiere la medalla!_ dijo Tonks exasperada.

_ ¿Y qué propones que hagamos? ¡Esperar hasta que se le ocurra responder!_ le gritó Snape_. Y mientras tanto la vida de Ania está en peligro...

_ No, estás equivocado. Él no la tocará, Severus_ intervino serio Dumbledore.

_ Él no pero..._ balbuceó frustrado el hombre pero se quedó callado de repente.

Entonces todos miraron a Snape dándose cuenta de que el profesor ocultaba algo.

_ ¿Qué quieres decir?_ le dijo Dumbledore mientras lo observaba con atención.

_ Ella ha estado muy enferma y... aunque sé de buena fuente que ya está mejor, también me he enterado que ha dejado de comer_ dijo Severus sintiéndose impotente.

Todos recibieron esta nueva información con una exclamación de horror. Era evidente que Ania estaba tan deprimida hasta el punto de querer morir. Y ellos nada podían hacer si continuaba así.

_ ¿Ella cree que la abandonamos?_ preguntó con un hilo de voz, Tonks.

_ Sí..._ susurró Snape y a Tonks se le llenaron los ojos de lágrimas.

Dumbledore se sentó en una silla, callado y pensativo, y los demás siguieron su ejemplo. Luego de varios minutos se levantó y palmeó a Snape en la espalda.

_ Voldemort no lo permitirá_ le dijo casi en un susurró. El profesor Snape lo miró sorprendido.

_ No dejará que ella se interne por ese camino. Y creo que ambos sabemos por qué_ se explicó el sabio anciano.

_ ¿Qué quiere decir, Dumbledore?_ intervino Sirius.

_ Hay una razón muy importante por la cual Voldemort no quiere intercambiar a Ania por la medalla. Ella le interesa de otra manera y quizás más que la medalla_ dijo Dumbledore haciendo que muchas caras allí se sorprendieran.

Sirius pareció comprender y miró a Snape.

_ Sí, la desea_ dijo Severus con un rictus de malestar en su rostro. Confirmando así las sospechas del otro mago que desvió horrorizado su mirada hacia el profesor Dumbledore.

_ No como piensas, Severus _ lo contradijo Dumbledore_, Voldemort ha comenzado a sentir algo más por ella que un simple deseo.

_ ¿Y cómo lo sabe?_ dijo Snape asombrado por la seguridad del anciano_. Siempre vi deseo en él más que otra cosa y, si bien antes creí que sentía algo más, la verdad que tratándose del señor tenebroso no estoy seguro. Después del ataque... ¡La tenía encerrada en un calabozo!

_ ¿Qué le impide entonces tomarla y hacerla suya? A esta altura ya se hubiera aburrido de ella y estaría complacido en intercambiarla_ dijo Dumbledore_. Pero no lo ha hecho y ni siquiera le ha puesto las manos encima, como bien sabes Severus.

Snape estaba muy bien informado, sabía tan bien como la mayoría de los mortífagos, que su maestro no sólo se comportaba extraño con esa mujer sino que para sorpresa de todos nunca le había puesto las manos encima ni le había hecho daño alguno. Más bien todo lo contrario, le daba más importancia que a cualquiera de ellos. Lo que a muchos les molestaba.

_ ¿Quiere decir que... se ha enamorado de ella?_ dijo Lupin sin poder creerlo.

_ Sí, y eso juega a nuestro favor. La ama y jamás le hará daño_ dijo Dumbledore como una sentencia, mientras se apoyaba en la chimenea_. Es indudable que Voldemort ha comenzado a cambiar... quizás esto le haga algún bien. Al fin y por primera vez en su vida sabe lo que es el amor.

Después de semejantes palabras se hizo el silencio en todo el lugar y duró varios minutos.

_ ¿Qué propone entonces? ¿Que la dejemos a merced de él?_ dijo de pronto Snape con mucha molestia. No le hacía ninguna gracia las palabras del anciano, más bien las tomaba como una desgracia propia.

_ No, Severus. Ania ahora tiene el poder de salir de allí sola y a nosotros nos da la oportunidad y el tiempo que necesitamos para que comprenda que sus amigos jamás la han abandonado. Ese es nuestro próximo objetivo_ dijo Dumbledore.

_ Pero la medalla..._ intervino Tonks.

_ La medalla ha pasado a un segundo plano en sus pensamientos_ dijo el anciano interrumpiéndola_. Voldemort concentra toda su atención en Ania. Lo cual juega a nuestro favor, como dije antes.

_ Disculpe, Dumbledore, pero aún no le comprendo bien_ dijo Snape con el ceño fruncido.

_ No debemos concentrarnos en un rescate por el simple hecho de que ahora Ania puede salir de allí sola. Tenemos que concentrarnos en que ella cepa que no la hemos abandonado y vuelva a confiar en sus amigos. Eso evitará que caiga en las redes de Voldemort.

_ ¿Y cómo va a salir de allí sola?_ dijo sorprendido Snape.

_ Con sólo pedírselo. _ Fue la simple explicación de Dumbledore.

Los demás pensaron que deliraba y el profesor Snape se enfureció aún más porque creyó que era una locura. Pero Dumbledore no se equivocaba... y pronto lo sabrían. 

Nota de la Autora: ¡Hola! Espero que este capítulo les guste. Con la imagen de Voldemort quise mostrar los cambios que en esta historia se producen en su apariencia. Espero que se entienda, me costó mucho conseguir una imagen de Voldemort en donde tuviera nariz, sin puntos de colores en su rostro, y dónde no se estuviera riendo( raro, ¿no?).    

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