MI SHUN |BlUE DREAM|...

By gowearel

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Diferentes historias, diferentes momentos, pero en todas ellas hay un recuerdo. Algunos se aman, otros se odi... More

ADVERTENCIA
SIPNOSIS
T1 CAPÍTULO II
TI CAPÍTULO lll:
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Especial
XV Feliz año nuevo.
XVI
XVll |Comeback|😻
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XVlll
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XlX :v
XX
XXI
XXII
XXIII
XXIV
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XXVI
XXVII
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XXXI
Temporada 2 Capítulo I: propósitos personales.
T2 capítulo I parte II
T2 CAPÍTULO ll
T2 CAPÍTULO III

T1 CAPÍTULO I

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By gowearel


  CAPÍTULO 1: EL COMIENZO

"Una guerra nunca termina para la diosa Atena, la batalla siempre estará cuando se tenga que proteger a la humanidad".

Eran aproximadamente las 15:00. p.m. el cielo estaba despejado que se podría apreciar de que era un día bastante soleado sin alguna posibilidad de que el clima cambiase a pesar de que en los noticieros tenían pronósticos de lluvia y solamente, no habían pronosticado ninguna otra tormenta que pudiera afectar a Japón.

Estaba tan soleado que el calor se sentía en las afueras de Tokio, precisamente en la mansión Kido donde la mayoría de los caballeros de Atenea se encontraban echados en sus habitaciones con sus respectivos abanicos intentando ventilarse un poco mientras pedían a nombre de su diosa griega que el clima fuese mucho más gentil con ellos, pero aparecer eso era obra de Apolo.

No todos estaban pensando en el calor que hacía, por ejemplo, aquel joven japonés de cabellos verdes tintados se encontraba en el suelo mientras contemplaba a su vez un cuadro que sostenía en sus manos.

"— Ikki, hermano. — Pronunció en un hilo de voz bajo que denotaba añoranza.

Aquel nombre que había pronunciado pertenecía al de su hermano, el caballero del Ave Fénix con quien había sido muy cercano durante su niñez, actualmente también lo era, pero su mayor parecía distanciarse o perderse cada vez que podía. A veces simplemente Shun intentaba buscar alguna respuesta, pero no hallaba a ninguna, solo sabía que siempre lo iba a estimar y a amar muchísimo porque Ikki siempre lo protegía de cualquier mal, le debía prácticamente la vida a su hermano porque sin él Shun creía que hubiese muerto en la Isla de la Reina Muerte.

El joven japonés soltó un suspiro entre tantos sollozos. No dejó de contemplar en ni un momento aquel retrato en donde él era un frágil, inocente y pequeño bebé cargado por su hermano mayor Ikki quien en ese entonces era un niño también.

Estaba seguro de si su madre estuviera aquí la vida de ambos sería demasiado diferente y posiblemente no serían caballeros de la diosa Atena, pero al parecer el destino los quería en la vida de la diosa.

A pesar de que ya se había tranquilizado por unos momentos, no tardó poco para que sus ojos se volvieran a humedecer y que las lagrimas salieran para empapar sus mejillas e incluso el mismo retrato.

Shun comenzó a llorar sin parar.

El joven tenía bastante miedo en ese momento, ese miedo era a causa de pensar que pudiese perder a su hermano de cualquier forma, pero no solamente era perder a su hermano sino que también a sus amigas, amigos a sus camaradas y a la diosa Atenea quien a parte de ser su diosa, Saori también era como su amiga.

A pesar de que era quien portaba la armadura de Andrómeda no se sentía capaz de seguir usándola cuando pensaba que ni si quiera sería capaz de proteger a cada persona que le rodeaba lo cual casi siempre le hacía sentir abatido y culpable. A veces lo único que Shun quería era morir como fuese, ser aplastado por una roca gigante del santuario o ser arrollado por un inmenso tren o lo que fuese.

Shun había estado presentando pensamientos autodestructivos últimamente, a veces estos desaparecían de la nada e incluso también tenía ideas para nada pacifistas cosa que también le había llegado asustar, mismas que reprimió y olvidó repentinamente.

Era como sentirse incompleto, un día se sentía de lo más genial y al día siguiente solo necesitaba una cálida compañía como la que la señorita Saori le brindaba, otras veces necesitaba ver el rostro de su hermano, escuchar sus palabras por muy duras y frías que fueran, pero lo quería ahí inclusive hasta el mismísimo Albert Einstein por ser una inspiración para el más joven de los caballeros. Aunque, este día era diferente por que Shun quería estar solo ahogándose en su propio sufrimiento.

No solo estaba así por extrañar a su hermano, por sentirse insuficiente sino que también se encontraba así porque la persona que se dio cuenta de que amaba no le sería correspondido.

¡Toc, toc!

Alguien había tocado la puerta, el menor levantó la vista rápidamente limpiándose las lágrimas; no quería que lo vieran llorando de nuevo.

Quien estaba detrás de la puerta terminó abriendola tras no haber recibido respuesta, esta misma reveló de quién se trataba cuando unos cabellos lilas se visualizaron.

—¡Señorita Saori! — Shún exclamó sorprendido tras ver a la japonesa en el marco de la puerta.

El brillo en sus ojos aumentó más aunque está vez de felicidad, para ser sinceros cada persona que estuviera cerca de Saori podía sentir paz a excepción de los dioses quienes solo podían sentir envidia por tanta tranquilidad que la menor de Zeus emanaba.

Shun no hizo más que correr a sus brazos después de tanto tiempo sin verla, había pasado más de dos meses sin verla y tenerla aquí de nuevo en la mansión a Shun le hacía tener calma en ese momento.  Atena lo recibió gustosa, ella apreciaba mucho a sus caballeros con quienes había convivido un poco de pequeña.

Saori con su cálida voz decidió hacerle una pregunta que rondaba por su mente desde hace semanas cuando recibió cierta noticia que tenía que ver con el chico que tenía al frente:

—¿Shun, cómo te encuentras hoy?

Saori estaba preocupada ya que estaba informada de que el joven parecía presentar cuadros de depresión y la joven quería ayudarlo de cierta manera que incluso pensó en proponerle que se diera un tiempo y que dejara de ser uno de sus caballeros, pero luego recordó las palabras de su extrañado Mitsumasa Kido.

Shun se apartó por un instante para luego abrazarla aún más fuerte, quería evitar esa pregunta a como diera lugar pero se resignó porque sabía bien que no podía mentirle a su diosa, pero lo terminó haciendo:

—¡Muy bien, señorita Saori! Me encuentro demasiado bien y si tengo los ojos hinchados es porque estaba leyendo algo triste.— Justificó tratando de sonar coherente, pero sobre todo alegre.

Saori fue separando un poco a Shun de aquel abrazo solo para verle a los ojos.

Shun estaba mintiendo y la joven de cabellos lilas lo sabía perfecto además aunque fuese así no estaba convencida que decidió replicar su misma inquietud mientras inquiría con una de sus cejas:

—¿Seguro Shun?

El chico aseguró moviendo la cabeza de arriba abajo formando un "Sí" sonriendo de oreja a oreja. La chica ya rendida decidió no hacerle la misma pregunta al japonés.

La joven diosa soltó un suspiro mientras posaba su vista en toda la habitación ajena. Entre las cosas del chico notó una fotografía la cual se acercó para cargar en sus manos.

—Siempre tuve una duda, ¿quién les tomó esa foto a tu hermano y a ti?—preguntó más para sí misma.

Shun no lo sabía,  posiblemente su hermano Ikki sí.

—No lo sé. —Shun contestó de manera perdida sin quitar su vista ahora de aquella fotografía.

Saori colocó la palma de su mano en aquella fotografía, descansó sus párpados y luego concentró encubiertamente su cosmos en ella, pero para su sorpresa terminó abriéndolos al asustarse un poco con lo que había visto.

En su visualización había una niña de cabellos lacios y negros, pero también había un hombre con una cámara que  seguía a aquel par de hermanos cuando su madre intentó protegerlos en un accidente.

Saori terminó por dejar el cuadro en aquel mueble para después voltear a ver a Shun a quien fue y abrazó intentando hacerle sentir  cobijado.

Dos semanas antes; Santuario de Atenea, Pallas

—¡Hola, Seiya! ¡¿Qué te trae por acá?! — La diosa preguntó feliz pues extrañaba ver a su caballero de pegaso merodeando por sus aposentos fuera de guerra.

—Saori, sentí un cosmos extraño cerca de la mansión kido; comencé a seguirlo y dio justo acá pero lo perdí. Es un cosmos diferente, es como si se sintiese la venganza no lo entiendo, Saori. — Pegaso  explicó demasiado frustrado porque no sólo sentía la venganza sino que era un cosmos diferente como el de los santos y de los enemigos que habían enfrentado.

—Ya entiendo, Seiya. — La diosa cerró sus ojos y suspiró abriéndolos de nuevo para continuar hablando:

—Justamente Mu dijo lo mismo, pero no tienes de qué preocuparte, Seiya. Estoy bien. — Sonrió con calidez ante su caballero de bronce.

Saori estaba perdida de sus alrededores porque había estado intentar almacenar su cosmos que no se percató de alguno otro cosmo impropio a su santuario.

—Saori, me preocupas mucho. — El caballero de bronce negó en sus adentros, no confiaba en nada ni nadie y para que su diosa estuviera tranquila, era extraño, pero así era ella, le caracterizaba ser así.

—Oh Seiya, te lo agradezco mucho, créeme. — Le miró con un brillo especial en sus ojos, decía la verdad, no había por qué preocuparse o al menos eso pensaba la diosa en esos momentos.

Seiya no supo si seguir quedándose ahí o irse al no tener más que decir, pero cuando estuvo de dar la media vuelta Saori lo detuvo:

—Por cierto, ¿cómo están los chicos?— Preguntó  preocupada tras recordarlos. Hace como 1 mes que no los había visto y no estaba muy enterada últimamente de lo que pasaba en la mansión Kido.

—Pues Shiryu está muy bien, ayer dijo que iría con Shunrei y a con su maestro Dohko a los cinco picos mientras que Hyoga e Ikki, creo que están bien. —Informó con una sonrisa tras recordar a esos dos últimos y las vagancias que hicieron hace una semana.

—¿Y Shun?— La pelilila estaba un poco cohibida tras no haberlo escuchado en aquella mención de pegaso.

La diosa solo esperaba a que Shun estuviera sano y salvo.

—Ah... Saori, justamente te iba a decir algo, bien te contaré — Dijo nervioso poniendo una mano detrás de la cabeza.

—Adelante, Seiya. Cuéntame.

—Bien.—Seiya asintió.— Hace una semana encontramos a cadenitas en el jardín llorando muy horrible, lo de encontramos me refiero a Ikki, Hyoga, Shiryu y yo. Bien ahora sí, todos nos preguntamos el por qué lloraba, pero nadie le atinaba a la respuesta así que decidimos investigar más a fondo, pero no se pudo porque comenzó a encerrarse en su cuarto así que Ikki habló con él, pero no dio resultado, entonces Shiryu y yo hicimos un plan B; el cual trataba de sacarlo a pasear o de jugar con él para que se distrajera, pero no hemos logrado nada, a veces nos dice que no lo molestemos, pero bueno ya vendrán mejores días, ¿no es así, señorita Saori? —Seiya farfulló tratando de reponer el aire perdido entre sus palabras.

—Sí, eso espero Seiya, por cierto aun no iré a la mansión; estaré aquí por algunas semanas o quizás meses, no lo sé aún, pero iré pronto a ver a Shun y a visitar a todos en la mansión. — Informó pasando su vista al cielo.

Mientras miraba aquel lienzo hermoso en el que el cielo se había convertido pensó inmediatamente en Shun, lo asociaba por alguna extraña razón a ese pintoresco y radiante azul. Esperaba a que así fuese los días de Shun, bonitos.

Sin duda el cielo de Grecia estaba espectacular por que estaba despejado, no hacía aire, el ambiente era cálido, pero no caluroso que incluso ese mismo ambiente le hizo traer varios recuerdos de su niñez a la japonesa.

Suspiró de manera sonora, salió de sus recuerdos para voltear a ver a su caballero de bronce aunque se dio cuenta que había estado mirándolo.

Seiya se sintió inquieto porque la señorita Saori no le había quitado la vista.

—Seiya, cuida de Shun. Yo estaré bien. —La diosa pidió con una sonrisa parsimoniosa.

—¡Entendido, Saori! —El caballero frunció sus cejas y se puso una mano en el pecho acatando las órdenes. Se dio la media vuelta y se fue algo sonrojado del sitio.

—Esa será tu misión, Seiya. — Murmuró para ella sola viendo como Seiya se retiraba.

La diosa cerró sus ojos tratando de descansar y de pensar a cerca de su destino, estaba tratando de seguir concentrando su cosmo hasta que después sintió aquel cosmos que tanto le habían comentado.

No era un cosmos vengativo, en ese cosmos se podía percibir cierta desilusión.

Actualidad, Mansión Kido; habitación de Shun:

—Por cierto, Shun. Pensé que no estarías aquí en la mansión, según el hijo de Tatsumi, Key me dijo que estaban todos los caballeros en sus habitaciones y que algunos estaban en la sala, pero llamé a la mayoría y nadie estaba. ¿Sabes dónde están todos, Shun?—Saori preguntó confundida.

—No lo sé... No he salido en días —Shun contestó, pero se había arrepentido de haber dicho eso, la chica le miró con preocupación.

El caballero se dio golpes mentales.

—¿No has comida nada cierto? — Saori preguntó, Shun sólo negó agachando su cabeza.

—Shun, ¿qué tal si vamos por unas hamburguesas, tamales, perros calientes o unos helados de yogurt natural? — La pelilila tenía una mano en su mejilla, estaba bastante emocionada, parecía una niñita chiquilla, pero tenía un plan y su plan era animar al menor y hacer que comiera algo.

—¡Ándale! — insistió haciendo reír a Shun. La diosa con su caballero de bronce no pretendía ser una, de hecho sentía ser ella misma con el peliverde, era su amigo.

—Está bien, Saori.— Shun contestó con una gran sonrisa ocultando toda tristeza.

—De paso, Shun, iremos a un centro comercial para comprar cosas para los chicos. — Agregó feliz, la diosa siempre había sido una persona vivaracha. Agarró la muñeca del menor sacándolo de la habitación para guiarlo a fuera de la mansión; estaba tan emocionada pues tenía tiempo que no salía a divertirse con sus amigos y aparte estaba tan emocionada de llevar a Shun alguna parte para que se olvidara de todo problema.

—¡Tatsumi! — Saori llamó con un grito fuerte a su mayordomo.

—¡Aquí estoy, señorita Saori!... —Contestó algo nervioso como si estuviera ocultando algo grave, pero no, él era siempre así. Tatsumi observó la expresión de felicidad de Saori que después cambió a una seria.

—¿Tatsumi, ocurre algo? —Preguntó bastante preocupada.

—¡Oh, no, no!— Negó con nerviosismo, la pelilila sonrió y se alzó de hombros. Los tres caminaron hacia fuera.

Tatsumi cerró la puerta y corrió rápido para traer la camioneta azul platino hasta donde estaba su ama, una vez estando ahí, abrió la puerta del asiento trasero y estiró su mano para que subiera.

—Bien, Tatsumi. Por cierto,  tengo una pregunta, ¿has visto a Seiya y a los demás chicos? — Preguntó antes de subirse a la pequeña camioneta.

—No, señorita Saori. — Contestó para luego ayudarla a subir. Después de que Shun subiera.

Tatsumi arrancó a toda velocidad patinando las llantas  causando  que levantase bastente, humo, tierra y polvo

Tatsumi sonrió por aquel logro ya que se había visto rápidos y furiosos reto tokyo y pronto iría hacerles una reta a los chicos del centro de la ciudad con su fabulosa técnica que nombró:

"Arranque a todo Tatsumi Sumi".

Salieron de la mansión kido rumbo a la carretera para poder llegar a la ciudad. El viaje hacia la ciudad solo duraría media hora y durante el camino venían escuchando algunas cuantas canciones del momento que pasaban por la estación de radio. Como producto de aquellas canciones del momento, la señorita Saori estaba medio bailando y Shun riéndose de los raros movimientos que hacía la diosa, era claro, pues estaba sentada y era aún más claro que no podía pararse a bailar por más que ella quisiera.

La canción que sonaba en la radio de la camioneta era la de la "Chona".

—Señorita Saori, la voz del cantante se me hace demasiado conocida... me recuerda a... —El peliverde no pudo continuar pues Saori comenzó a reírse desenfrenadamente parecía maniática.

—¿Señorita Saori, se encuentra bien? —Tatsumi preguntó muy preocupado mientras miraba por el retrovisor.

—Sí, Tatsumi. — Saori respondió mientras seguía riendo, parecía una especie de demonio con una risa de infarto.

—Shun pensarás que estoy loca, pero la voz se parece a la de Saga. —
Saori casi lloraba de la risa al igual que Shun.

—Creo que sí, justo te iba a decir, creí que era mi imaginación. — Shun le seguía la corriente, al parecer la señorita Saori no tenía buen oído ni mucho menos Shun.

Tatsumi se quedó cohibido ya que realmente él había escuchado alguna vez hablar a Saga y no, no era similar a la del cantante.

—Aunque hay que admitirlo, Shun, esta voz es un poco más calmada.—Saori agregó solta do un soplido.

—¡Sí, ja, ja, ja! — Shun soltó una carcajada enorme al igual que Saori, riendo de nuevo.

Finalmente ambos pudieron tranquilizarse cuando la canción terminó y cuando Tatsumi le cambió de estación.

—Señorita Saori, ¿a cuál centro comercial quiere ir? — Tatsumi preguntó mientras miraba por el retrovisor algo extrañado por algunos vehículos que venían muy pegados a la camioneta.

—¡Al más grande, Tatsumi! ¡Por favor¡ — Saori solicitó amablemente.

Tatsumi le echó una mirada para luego asentir y así seguir conduciendo.  En aquel lapso, Shun estaba mirando algunas revistas que Saori tenía en la camioneta mientras que la Diosa se había puesto a leer el correo que Tatsumi le tendió y del que apenas se había acordado.

Algunos sobres era para la fundación Graad, otros de productos, encuestas y uno especial del joven Julian.

Saori terminó soltando un suspiro al leer aquel nombre, luego dejó la carta de lado evitando leerla.

El joven Julian no le caía en lo absoluto mal, le agradaba, pero sabía lo insistente que siempre estaba siendo a pesar de que ya lo había rechazado y de lo que eso ocasionó.

Incluso le prometía ser diferente ya que el chico Julian a veces le enviaba postales de dónde andaba ayudando a todas esas familias de las inundaciones.

Saori simplemente continuó haciendo lo suyo, leyendo la demás correspondencia hasta llegar al centro comercial.

Tatsumi bajó de la camioneta poniéndose sus lentes oscuros para después abrirle a la señorita Saori y al otro joven.

Ambos chicos soltaron un suspiro al ver el enorme centro que tenían frente a ellos.

Sería un largo día pues Saori con ayuda de Shun comprarían cosas especiales para los chicos y para ellos también, claro.

Shun sólo quería encontrar algo que a Hyoga le gustará bastante, mientras que la señorita Saori "Atena" quería regalarle algo a sus caballeros y a sus Santias especialmente quería regalarle algo a su caballero de pegaso, Seiya.

Saori pretendía obsequiar algo que Seiya pudiese gustarle, pero no tenía nada en mente por lo cual lo averiguaría estando en los locales.

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