¡Va a ser mío!

By Mabib_

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Todo el alumnado femenino de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, está de acuerdo con que... More

Derechos de autor.
Sinopsis.
Uno.
Dos.
Tres.
Cuatro.
Cinco.
Seis.
Siete.
Ocho.
Nueve.
Diez.
Once.
Doce.
Trece.
Catorce.
Quince.
Dieciséis.
Diecisiete.
Dieciocho.
Diecinueve.
Veintiuno.
Veintidós.
Veintitrés.
Veinticuatro.
Veinticinco.
Veintiséis.
Veintisiete.
Veintiocho.
Veintinueve.
Treinta.
Treinta y uno.
Treinta y dos.
Treinta y tres.
Treinta y cuatro.
Treinta y cinco.
Treinta y seis.
Treinta y siete.
Treinta y ocho.
Treinta y nueve.
Cuarenta.
Cuarenta y uno.
Cuarenta y dos.
Cuarenta y tres.
Cuarenta y cuatro.
Cuarenta y cinco.
Cuarenta y seis.
Cuarenta y siete.
Cuarenta y ocho.
Cuarenta y nueve.
Cincuenta.
Epílogo.

Veinte.

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By Mabib_

Había extrañado sentir las sabanas de Ramiro debajo de mí, el poder de dominarlo en la cama, dejádolo que tomara el control cuando yo quería que lo hiciera, incursiendo en un juego de roles tan excitante como innovador, porque con él las cosas eran diferentes, teníamos historia y eso nos proporcionaba la couota justa al conocernos, saber lo que nos gustaba y lo que no, y prometernos algo fuera de la cama, no era para nosotros.

Dejé su casa el jueves por la tarde después de un encuentro de bienvenida y fui por Dylan, quien esperaba que su mamá se fuese para ser cuidado por mí y mientras él dormía su siesta yo podía contestar los mensajes de Dante, donde más o menos me suplicaba para vernos y me contaba lo desesperado que estaba por mí, lo que obviamente me gustaba pero prefería esperar al fin de semana porque ya había tenido sexo y en particular, del que más me gustaba.


—No dije que vayas a pedirle perdón, estoy diciendo que seas más considerada.

—Se supone que tengo que actuar como si no lo supiese.

—Y haces todo lo contrario, me vendes a mí incluso. —me dijo Lautaro al teléfono y yo bufé. Ahora era yo la mala de la historia por haberle roto el corazón a la española, cuando ni siquiera sabía que tenía sentimientos hacia mí.

— ¿Y cómo tengo que actuar? No puedo estar dejando de hablar con chicos o fingiendo que no me interesa que está cuando en realidad no debería hacerlo, básicamente porque... ella estableció una enemistad.

—Pero vos sabés cómo son las cosas, actuá normal.

—La normalidad es hablar con otros chicos y fingir que no está, porque eso hacía antes de saber que ella gustaba de mí. —le dije un poco enojada, me hacía responsable y después me decía que actuara normal, no lo entendía. —y se me declara no sé lo que haría, nunca antes me pasó.

— ¿Nunca antes un chico estuvo enamorado de vos pero no vos de él?

—No, al menos nunca lo supe, y no sabría qué decirle, ¿ella tiene claro que me gustan los chicos, no?

—Las personas cuando sienten cosas... simplemente sienten y no pueden evitar nada, ni siquiera ocultárselo a ellos mismos.

—Bueno no sé Lauti, si quiere que deje de ignorarla por lo menos que no me trate como si me odiara o me trate mal, eso no es precisamente sentir algo por alguien.

—Ya te dije que Edu es así, ella ve muchas novelas y cree que del odio al amor...

—Espero que en sus creencias no se olvide que no me gustan las chicas, haga lo que haga me gustan los chicos.

—Sí, ella va a tener que empezar a entenderlo. —suspiró del otro lado. — ¿qué onda con Dante, sigue rogando?

—Ajá.

—Así me gusta, que se desespere por olvidarse de todo lo que le gusta.

—Hey, estar conmigo también le gusta.

—Sí seguro, por eso está tan desesperado por verte, no se aguanta las ganas de estar entre tus piernas y sentirse el hombre heterosexual, el que lleva las riendas de todo mientras cree que te hace disfrutar con su pequeño pene.

—Está bien que acepte que vos lo haces disfrutar, pero yo también lo hago disfrutar, no me saques meritos. —me quejé y miré a Dylan dormir, el único ser capaz de trasmitir paz entre tanta vorágine. —aparte a vos te tiene miedo todavía.

—Pero se deja.

—Sí, se deja.

—Mañana van a hacer una fogata, vas a ir con él me imagino, ¿te invitó?

—Sí, ¿vos vas a ir?

—No sé, no quiero arruinar tu momento y si voy se va a poner nervioso.

—Andá. —le pedí sonriendo ante esa idea que cruzó mi mente en un segundo. —probémoslo, yo lo voy a besar y seducir frente a vos, quiero ver qué hace.

—Me gusta cuando sos perra. —dijo y ambos nos reímos, yo por lo bajo porque no quería que Dylan se despertara.


Tuve que pedirle a Dante que siguiera manejando hasta por lo menos salir del frente de mi casa, no quería que mis papás por casualidad abrieran la puerta y me vieran teniendo sexo con un chico en el auto, así que accedió y esperó a llegar al estacionamiento de la playa donde antes de recibirme en su regazo, se desabrochó el jean bajándoselo un poco. Su desesperación me hacía reír, pero él no estaba en condiciones de aguantar eso, así que cedí a lo que quería y después de torturarlo un poco más poniéndole el preservativo, me senté sobre él y empecé a moverme hasta hacerlo gritar por mí.

Comenzaba a crear la teoría que le gustaban ambas cosas, le gustaba que se la metieran pero no sería capaz de dejar de disfrutar meterla, y probablemente Lauti tuenía razón en que hacer un trío era buena idea, pero yo no podía imaginarlo más que volviéndose loco por no saber qué absorver de los ambos sexos.

Volver a verlos a todos los chicos me alegraba, y me di cuenta que también me gustaba verlo a Lauti ahí, no sólo por nuestro plan si no porque ya teníamos una confianza más establecida y me sentía más cómoda por tenerlo a él y a Thiago en el grupo. Dante por su parte no parecía sentir lo mismo, pero accedió a todo tipo de insinuación mía incluso cuando me senté en su regazo y después entre sus piernas.

—Dale te toca Tuti, la última vez que tuviste sexo. —preguntó Miguel. Por alguna razón empezaron a hacerse preguntas sexuales, o empezó Lautaro para ponerlo nervioso a Dante y complicármela a mí, porque cada vez parecía alejarme más.

—Hace un par de días, no sé si fue martes o miércoles.

— ¿Y vos Cali, cuándo fue la última vez que tuviste sexo? —me preguntó Lauti y yo quise reírme, pero lo aguanté incluso con él mirándome divertido.

—Hace... una hora.

Empezaron a aplaudirme y a festejar eso, felicitándolo a Dante porque sabían todos que habíamos llegado juntos, él sonrió pero no estaba a gusto y yo quería reírme de eso, era evidente que no aguantaba tenerme a mí y a Lautaro en el mismo espacio, diría incluso que se empezaba a sentir mal.

— ¿Y vos, cuándo? —le pregunté yo a Lauti, él hizo una mueca con superficialidad.

—Hace dos horas, por hoy me ganaste.

Yo me reí y los chicos también lo burlaron a pesar de nuestro código, pero al verlo a Dante su expresión había enseriado, para no reírme de él y de todo lo que la situación ameritaba le ofrecí irnos a caminar y aceptó hacerlo dándoles la espalda a todo su grupo de amigos.

—No sé si debiste decir que fue hace una hora, más que nada porque...

— ¿Es malo?

—No, pero tampoco soy muy participe de contar mi vida privada.

—Ah perdón, no pensé que te iba a molestar.

—Está bien, pero no lo hagas más, prefiero que preservemos nuestra intimidad. —me dijo y yo asentí intentando no burlarme de eso, me causaba gracia su postura tan insegura. —Hoy... bueno mi papá y Bety se fueron de viaje a visitar unos parientes y Aldana se queda con unas amigas, yo estoy solo así que... si querés podemos ir a mi casa.

—Debería avisarle a mi mamá para que no se preocupe, pero sí, quiero.

—Genial, ¿te parece si nos vamos ahora? Ya hace frío y preferiría estar en casa.

—Dale, vamos a saludar a los chicos y...

—No, vayámonos, después le mando un mensaje a Tuti diciéndole que nos fuimos.

—Como quieras. —sonreí y nos dirigimos al estacionamiento. Antes de que arrancara, saqué mi celular para avisarle a Lauti y recibí muchos emoticones de risa de su parte, me deseó suerte para hacer lo mío y acordamos que por la mañana lo hablaríamos.

— ¿Tenés algún fetiche sexual?

—Mmm no.

— ¿Y algo que quisieras hacer alguna vez en tu vida? —le pregunté subiendo mis besos por su estomago cuando logré desnudarlo y acostarlo en su cama, él estaba más marcado que Lautaro, le dedicaba más tiempo al gimnasio y se resistía a las gomita, así como a todo lo dulce que mi contrincante no podía controlar. —Por ejemplo, no sé...hacer un trío, estar con un hombre, participar de una orgía...

—Nada de eso, bueno quizá un trío ¿vos?

—También, aunque a veces pienso en lo que se debe sentir estar con una persona de tu mismo sexo. —le dije llegando a sus labios para ir suavemente a su oído y susurrarle. —en mi caso, una mujer es diferente a la brutalidad de un hombre...su sensualidad... su suavidad... su consideración... nunca lo sentí, sin embargo vos sí, pero en tu caso ¿te imaginas ser besado por unos labios gruesos... mientras una barba te pincha y unas duras manos te acaricien... una erección causada por vos... y que precisamente no es la tuya? La brusquedad... la dureza... todo lo que deseas hacerle una mujer pero... que te lo hagan a vos.

Sonreí al sentir su corazón latir bajo mi mano y lo densidad de su respiración, al mirarlo sus ojos estaban perdidos en aquella excitación, sus pupilas dilatadas lo delataban más de lo que él creía y su erección latente a punto de explotar junto a todo su cuerpo que no lo soportaba más, la tortura era terrible pero desenmascararlo parecía ser mucho mejor.

Lo besé para traerlo de nuevo a la realidad y al mismo tiempo me acomodé sobre su regazo para que entrara en mí, gimió cuando lo hizo y me presionó fuerte del trasero para sentirme, pronto empecé a moverme y él se mantuvo cabizbajo cuando dejó de besarme, hasta que su propia cordura se lo permitió y yo no me sentí mal de dejarme tirar hacia atrás para que me tomara de la misma manera y se sintiera Lautaro, lo que él le hacía sentir y que nunca iba a lograr si debajo suyo precisamente estaba una mujer.


—No tenés idea de lo que se sintió. —le dije y él se rió subiéndose a la cama. No me había aguantado las ganas de contarle por teléfono los detalles, así que enseguida dijo que sus papás se habían ido de su casa, yo me fui de la mía a la suya.

—Así que estuvo bien eh.

—Espectacular. —me mordí el labio y apoyé mi mentón sobre mis manos en su pecho. —Sentí que se liberaba, que se dejaba ser, que se convencía que le gustaba.

—Sin embargo lo hechizaste para que piense lo que es sentir un hombre, no a una mujer.

—Puede que sí, quizá logré que en su mente piense que sos vos.

—No sé, él sabe que eso no lo va a lograr conmigo, pensándolo bien quizá lo convenciste que le gusta hacérselo a las mujeres, no que se lo hagan.

—Es cierto, porque se descargó mucho, pensé que me iba a lastimar pero lo disfruté un montón, es un poco estúpido pero esta vez me dio un poco de lo que me gusta a mí.

—Me gusta que sepas disfrutar del sexo, es a lo que quería llegar cuando te decía que no debías sentirte una puta por haberlo tenido con tres chicos diferentes.

—Y lo entendí, me encanta tener sexo de esa manera, pero no con personas que sé que voy a volver a ver, prefiero lo casual.

—Dijiste que uno se va a volver a ir, y al del boliche no es necesario que lo veas de nuevo, quedate sólo con Dante, yo no voy a buscarlo por ahora. —dijo y quise contarle que en realidad sí tenía que ver al del boliche porque ese era Sebastián, su amigo, aunque todavía no me convencía que fuera sólo por la amistad lo que él ocultaba.

— ¿Por qué?

—Voy a hacer lo que me dijiste, que me busque él si quiere, no mentí cuando dije que tuve sexo dos horas antes cuando me lo preguntaste.

— ¡¿No?! —me senté rápido en la cama, él negó pasando sus brazos detrás de su cabeza. — ¿Y quién fue?

—No lo conoces, es amigo de un amigo y está asumido así que prefiero lidiar poco con Dante, más ahora que parece haber encontrado lo que prefiere.

—Pero nuestro plan no termina todavía, ¿no te estás rindiendo, no?

—No para nada, seguimos en guerra pero te doy un descanso, disfrutalo a Dante ahora porque sé que no va a hacer nada para buscarme.

—Tampoco quiero ser donde el chico se desahoga por no tenerte.

— ¿Por qué lo serías? Si lo hiciste ver la luna y las estrellas, no debería desahogarse, por cierto ¿qué le dijiste? —preguntó sentándose también y yo sonreí.

— ¿Querés saber?

—Te estoy preguntando.

—Prometeme que no te vas a calentar. —le dije subiéndome a horcajadas de su regazo, él se rió y negó entrelazando sus manos con las mías cuando las busqué.

—No, no lo prometo.

—Bueno ahí tenés el baño, sería demasiado triunfo pero tampoco quiero ver cómo te masturbas pensando en una mujer, o en mí.

— ¿Qué te hace creer que no me masturbo pensando en alguna mujer?

—Nada, pero en mí lo vas a hacer si logro calentarte.

—Tenelo por seguro. —dijo y yo levanté ambas cejas, sorprendida.

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