Siempre Juntos (Corrigiendo)

By Ladydarkness96

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Diario de una gótica (parte 2): Valery y Marcus ya no están juntos, ahora sus vidas han cambiado por completo... More

Capítulo 1 (Corregido)
Capítulo 2 (Corregido)
Capítulo 3 (Corregido)
Capítulo 4 (Corregido)
Capítulo 5 (Corregido)
Capítulo 6 (Corregido)
Capítulo 7 (Corregido)
Capítulo 8 (Corregido)
Capítulo 9 (Corregido)
Capítulo 10 (Corregido)
Capítulo 12 (Corregido)
Capítulo 13 (Corregido)
Capítulo 14 (Corregido)
Capítulo 15 (Corregido)
Capítulo 16 (Corregido)
Capítulo 17 (Corregido)
Capítulo 18 (Corregido)
Capítulo 19 (Corregido)
Capítulo 20 (Corregido)
Capítulo 21 (Corregido)
Capítulo 22 (Corregido)
Capítulo 23 (Corregido)
Capítulo 24 (Corregido)
Capítulo 25 (Corregido)
Capítulo 26 (Corregido)
Capítulo 27 (Corregido)
Capítulo 28 (Corregido)
Capítulo 29 (Corregido)
Capítulo 30 (Corregido)

Capítulo 11 (Corregido)

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By Ladydarkness96

(En multimedia, los Chiessa: Giando, Elda y Luca)

Dedicatoria a los lectores que comentaron en el capítulo anterior:

lilith_manson1598  (Primer comentario)

★★★★★★★★★★★★★★★★

Pov Valery:

Han pasado días, dos semanas más bien y tal y como se estipuló, hoy por fin se celebraría el juicio de los Mackenna contra los Chiessa. Y como era de esperar, la prensa había madrugado para pillar un buen sitio frente a los juzgados.

Buongiorno a tutti voi, è una splendida giornata oggi, ¿vero? (Buenos días a todos, hoy hace un día esplendido, ¿verdad?) —Exclamó Giando con una enorme sonrisa y un traje hecho a medida.

Signor Chiessa, buongiorno (Señor Chiessa, buenos días) —Le saludé yo con una sonrisa falsa y mis brazos cruzados.

— ¡Oh señorita Valery! ¿Qué tal se encuentra? ¿Está lista para enfrentarse a nosotros? —Me preguntó él fijando sus ojos azules en los míos.

—Muy bien, gracias por preguntar. Y respecto al juicio, créame, nunca he estado tan segura en mi vida... El juez dictará a nuestro favor —Le dije sonriendo con seguridad.

—Eso lo comprobaremos enseguida... —Dijo él mirándome con aires de grandeza.

Nos miramos con odio durante varios minutos, pero de repente las puertas de la sala se abrieron y el guardia nos informó de que el juicio comenzaría en pocos minutos.

Entramos de forma calmada y ordenada, luego ocupamos cada uno nuestros puestos y nuestros familiares ocuparon los suyos detrás de nosotros.

Davanti a lei, l'onorevole giudice Luciano Abruzzo (Ante ustedes, el honorable juez Luciano Abruzzo) —Dijo el alguacil dando un paso al frente y volviendo después a su asiento.

El juez salió de su oficina y también ocupó su puesto, acto seguido golpeó el mazo contra la madera y dio comienzo el juicio.

—Buenos días a todos, estamos aquí reunidos para resolver un problema entre dos grandes empresas y familias, también. La empresa Fiorella's beauty y Chiessa Company, la empresa del señor Chiessa... Sus abogados ya me han entregado todas las pruebas pertinentes y a continuación las exhibirán ante el jurado para la posterior toma de decisión. La parte demandante, puede proceder con las preguntas —Indicó el juez mirando al abogado de los Chiessa.

—Gracias señoría... Señores del jurado, mi cliente ha sido falsamente acusado por la familia Mackenna quienes son los auténticos villanos en esta historia. Mi cliente únicamente desea que se haga justicia y para ello estamos presentes aquí hoy. Los señores Mackenna, padre e hijo, aseguran que son completamente inocentes respecto a cualquier acusación por parte de mi cliente pero tengo varios testigos que pueden acreditar las palabras del señor Chiessa aquí presente. Señoría, me gustaría llamar a mi primer testigo —Dijo el abogado de los Chiessa con una brillante sonrisa.

—Proceda —Le dijo el juez asintiendo.

A continuación, el alguacil se acercó a las puertas y entró un señor mayor de unos cincuenta o tal vez sesenta años, el cual llevaba un traje barato.

Se puede claramente que su situación económica no se compara con la nuestra o con la de los Chiessa, me arriesgo un poco y creo que debe ser un hombre con un sueldo bruto que no le debe llegar para mucho.

Y con eso en mente sospecho y no dudo que los Chiessa le hayan ofrecido dinero a cambio de testificar en contra de Marcus y su familia.

—Por favor, preséntese ante la sala —Le pidió el juez.

—Sí, señoría. Me llamo Felipe Carusso, trabajo en la empresa de la familia Mackenna —Dijo el anciano mirando con temor a Marcus y su padre.

El juez asintió y luego le indicó al alguacil que procediera con lo debido.

— ¿Jura solemnemente decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad? —Le preguntó uno de los alguaciles, mientras sostenía la biblia para el testigo.

—Lo juro —Dijo el anciano, pese a que se veía claramente lo nervioso que estaba.

El alguacil se retiró y el testigo ocupó su lugar en el atril, después el abogado del señor Chiessa procedió con su interrogatorio.

—Señor Carusso, ¿cuántos años lleva trabajando para la familia Mackenna? —Le preguntó el abogado.

—Prácticamente toda mi vida, empecé a trabajar en la empresa a los diecisiete años —Respondió el anciano con una sonrisa nostálgica.

— ¿Alguna vez vio cómo a la abogada de los Mackenna? ¿Tenía constancia de su relación? —Preguntó de nuevo, pero esta vez señalándome.

—La verdad, es que no. Por lo que tengo entendido, la familia Mackenna no creía que necesitasen a ningún abogado, salvo para tener asegurados los contratos con los socios —Le contestó el anciano mirándome confundido.

Cerdo, el abogado de los Chiessa pretende dejarme en evidencia y desacreditarme frente al juez. Pero que no cante victoria porque no es el primer capullo ególatra al que me enfrento.

— ¡Protesto, señoría! Mi relación con el señor Mackenna fuera de la empresa o mejor dicho, en el pasado... Carece de relevancia para el caso —Dije con tono firme y alzando la mano.

—Aceptada. Abogado, cíñase al caso que se ha presentado —Respondió el juez.

El abogado me lanzó una mirada llena de reproche pero después volvió a poner su atención en el testigo.

—Dígame una cosa señor Carusso, ¿conoce bien al señor Mackenna? Me refiero a Marcus Mackenna, porque doy por hecho que conoce perfectamente al señor Andrew Mackenna —Le preguntó el abogado mirando un segundo a Marcus y después a su padre.

—Eh... sí, sí le conozco —Asintió el testigo.

—Es mentira, nunca he visto a este hombre. Mi padre dice que es uno de los camioneros encargados de llevar la mercancía hasta el aeropuerto y yo jamás me he pasado por la zona de las cargas y descargas —Me susurró Marcus mientras tensaba las manos bajo la mesa.

Yo le pedí en voz baja que se calmara y me lo dejara todo a mí.

—El día veinticinco de febrero se manipuló la mercancía procedente de la empresa Fiorella's Beauty, para ser más exactos fue durante la carga de los camiones donde se sospecha que dichos productos fueron alterados. Señor Carusso usted es camionero, ¿verdad? —Preguntó el abogado paseando tranquilamente por la sala.

—Sí, señor —Respondió el testigo sin dudar ni un segundo.

— ¿Vio al señor Mackenna en su zona de trabajo aquel día? —Preguntó de nuevo el abogado.

El testigo miró a Marcus durante varios segundos, hasta que por fin respondió afirmativamente y asintiendo con la cabeza.

—No tengo más preguntas, su señoría —Dijo el abogado volviendo a su mesa.

—Defensa puede proceder a interrogar al testigo —Me indicó el juez señalándome.

Asentí hacia él y levantándome de la mesa, me abroché el botón central de la chaqueta y caminé hasta el estrado.

—Señor Carusso ha afirmado que vio a mi cliente en la zona de carga y descarga el día de los supuestos hechos. ¿Sobre qué hora vio exactamente al señor Marcus Mackenna? —Le pregunté mientras le observaba fijamente y analizando cada gesto que hacía. Ya fuese con su cara o con sus manos.

—No sabría decirle, era muy tarde —Dijo él rascándose un poco la barba.

— ¿Podrían ser las doce y cuarto de la noche, tal vez? La una de la mañana —Le sugerí para saber qué hora le habían dicho los Chiessa.

—Sí, a las doce de la mañana, puede que incluso la una —Dijo el testigo rascándose la barba de forma nerviosa.

—Interesante... Señoría como podrá comprobar en estas fotos, sacadas de las cámara de seguridad de la empresa de los Mackenna, hay un sujeto caminando por la zona de carga y descarga de mercancías —Le dije yo cogiendo la carpeta de las fotos y entregándoselas al juez.

Después, continué con mi alegato.

—Bien, según las fotos hay un sujeto que aparentemente se parece mucho a mi cliente pero, ¿cómo es posible que el señor Marcus Mackenna estuviese en la empresa y cenando con su familia al mismo tiempo? —Le pregunté yo frunciendo el ceño.

Tanto el jurado como el juez, empezaban a dudar de las palabras del señor Carusso. Pero yo todavía no había terminado con él.

—Tengo varios testigos aquí presentes que pueden afirmar haber estado con el señor Marcus hasta muy tarde, cenando en casa del señor Andrew Mackenna. Entre esas personas se encuentran algunos familiares y además algunos empleados de la empresa pueden asegurar la hora exacta a la que sale el señor Marcus de su despacho. Señoría me gustaría que el testigo viese las fotos de las cámaras —Le informé y tras recibir un asentimiento de su parte, procedí a mostrarle las fotos de las cámaras al testigo.

Le di varios segundos, mientras todos le observábamos expectantes.

—Señor Carusso, reconoce a mi cliente en estas fotos. ¡Podría decir que es el señor Marcus, a quién usted ve en dichas fotos o por el contario, es otra persona completamente distinta! Recuerde que dar un falso testimonio un juicio es delito —Le advertí mirándole muy seriamente.

El anciano miró las fotos y luego miró a Marcus, así sucesivamente hasta que por fin se armó de valor y dijo la verdad.

—No, no es él. Este hombre a simple vista, parece más alto y más corpulento, más... atlético —Explicó el señor asintiendo y sudando cada vez más.

—De modo que no es cierto que viese a mi cliente en esa zona y mucho menos le vio alterar los productos de su propia fábrica, ¿tengo razón, señor Carusso? —Indagué un poco más, colocando una de mis manos en mi cadera.

—Sí, señorita —Admitió el pobre hombre inclinando la cabeza con arrepentimiento.

¡Perfecto!

—Una pregunta más, señor Carusso. ¿El señor Chiessa o su abogado le sobornaron para que declarase falsamente en contra de mi cliente? —Le pregunté abiertamente, sabiendo que en cualquier segundo podría saltar el abogado contrario para protestar.

— ¡Protesto, señoría! La abogada de los Mackenna está ofendiendo a mi cliente y su pregunta no tiene sentido alguno —Exclamó el abogado con energía y fulminándome con la mirada.

—Señoría mi pregunta tiene todo el sentido del mundo ya que de ser ciertas mis sospechas, el señor Chiessa o su abogado han manipulado pruebas cruciales para esclarecer el caso —Argumenté yo sin perder la calma en ningún momento.

— ¡Protesta denegada! El testigo responderá a la pregunta realizada y como bien ha dicho la abogada Prescott, dar un falso testimonio es un delito. El cual tiene como pena de uno a tres años además de seis a doce meses de multa... Piénselo muy bien porque lo que saldrá de su boca quedará escrito y no habrá marcha atrás —Dijo el juez agitando su mazo y dirigiendo su mirada hacia el testigo.

—Lo sé, su señoría —Dijo el testigo asintiendo temeroso.

—Bien, entonces proceda a responder a la pregunta —Dijo el juez.

El testigo asintió de nuevo y tras carraspear un poco, respondió a mi pregunta. Pero antes desvió la mirada hacia el señor Chiessa y luego la puso en el juez y en mí, quienes le mirábamos seriamente.

—Sí, me ofrecieron dinero para sustentar a mi familia, a cambio de declarar falsamente contra la familia Mackenna. Les pido perdón de todo corazón —Dijo el señor Carusso agachando la cabeza y luego clavando su mirada arrepentida en Marcus.

Los murmullos y protestas del público no se hicieron esperar, así como los insultos de la familia Mackenna hacia Giando Chiessa.

— ¡Silencio, silencio! ¡Silencio o hago desalojar la sala! —Gritó el juez golpeando su mazo de nuevo.

—Señor Carusso, si no fue mi cliente a quién vio en la zona de los camiones... ¿A quién vio exactamente? ¿Está presente en la sala la persona a la que vió ese día? —Le pregunté frunciendo el ceño de nuevo.

El señor Carusso desvió la mirada un segundo hacia Marcus, luego al seño Chiessa y después cerró los ojos y suspiró.

—Sí, señora. Está aquí —Dijo finalmente.

— ¿Podría señalarlo, por favor? —Le pedí amablemente.

De nuevo el señor Carusso levantó su mano temblorosa y señaló al abogado del señor Chiessa, mientras que este le lanzaba una mirada llena de odio y repulsión.

— ¡Protesto, señoría! No se puede dar validez a lo que este hombre diga, claramente es un ciudadano de clase baja que estaría dispuesto a hacer lo que sea con tal de ganarse unos billetes de más —Protestó el abogado levantándose de golpe de su silla.

— ¡Denegada! Letrado, siéntese o le echaré de la sala y su cliente se verá obligado a representarse él mismo —Le advirtió el juez azotando su mazo de nuevo contra el soporte.

El abogado de los Chiessa recapacitó y se mantuvo callado mientras yo continuaba con mi alegato.

—Señoría, he terminado con el testigo actual, sin embargo... Me gustaría llamar a la secretaria del señor Marcus Mackenna —Le pedí al juez, quién asintió en silencio.

El señor Carusso bajó del estrado y a continuación, el alguacil abrió las y llamó al estrado a la secretaria de Marcus.

—Señorita Jensen, por lo que tengo entendido usted tiene constancia de absolutamente todos los movimientos del señor Marcus. Con quién va a comer, las reuniones a las que va... ¿Estoy en lo cierto? —Dije yo caminando relajadamente y mirándole directamente a los ojos.

—Sí —Contestó ella sin dudar.

—Verá, aquí tengo la agenda del señor Mackenna. Esta letra es la suya, ¿verdad? —Le pregunté de nuevo tomando el cuaderno sobre mi mesa.

—Sí, es mi letra —Me confirmó la rubia mirando con atención el cuaderno.

— ¿Podría leer en voz alta lo que escribió el día del supuesto delito? Por favor —Le dije mientras dejaba el cuaderno sobre el atril.

—Claro. A las nueve de la mañana, reunión con el señor Wong, de diez a once, reunión de personal para informar de nuevos cambios en la empresa, de doce a una comida de negocios con unos posibles socios alemanes y por último, cena familiar. Eso es todo lo que hizo el señor Marcus ese día, además dejó instrucciones muy claras sobre no molestarle en ningún momento a no ser que fuese una emergencia —Recitó Claudia mientras terminaba de leer y luego alzaba la vista, esperando la siguiente pregunta.


—De modo que es imposible que el señor Marcus acudiese a la empresa, ni mucho menos a la zona de carga y descarga de la misma —Le dije mirándola extrañada y con una mano en la cadera, otra vez.

—Por supuesto, el señor Marcus jamás se pierde una cena familiar. Sobre todo si es el cumpleaños de su abuela, que fue precisamente ese día —Nos explicó Claudia asintiendo con una pequeña sonrisa.

—Gracias por su testimonio, señorita Jensen. Señoría no tengo más preguntas —Le dije yo al tiempo que asentía con la cabeza y volvía a mi sitio.

El abogado del señor Chiessa se levantó y se abrochó la chaqueta, preparándose para hacer sus preguntas. Yo me senté de nuevo y Marcus me preguntó en voz baja cómo veía la cosa.

—De momento todo está yendo a nuestro favor, aun nos quedan varios testigos a los que podemos interrogar y con los que hundir por completo a los Chiessa —Dije yo encogiéndome de hombros y sonriéndole de forma tranquilizadora.

Marcus suspiró aliviado y después se concentró por completo en Claudia el abogado de los Chiessa.

—Señorita Jensen, ¿desde cuándo conoce al señor Marcus Mackenna? —Le preguntó el abogado con expresión seria.

—Prácticamente desde que llegó a la empresa, yo empecé a trabajar como su asistente una semana después —Le contestó Claudia sin inmutarse y retando al abogado con la mirada.

Esto me dejó mucho más claro que Claudia realmente estaba interesada en Marcus y no iba a dejar que nadie le jodiese el plan para conquistarlo y meterse en su cama.

Por un lado me alegraba saber que estaría de nuestro lado, pero por otro me molestaba su insistente interés en Marcus.

—Señorita Jensen, ¿ha tenido relaciones íntimas con algún miembro directivo de la empresa? —Le preguntó el abogado sorprendiéndonos a todos.

¿Pero qué coño?

— ¡Protesto señoría! Esa pregunta está totalmente fuera de lugar, no estamos aquí para investigar la vida privada de los empleados de la empresa —Protesté levantando la mano y mirando mal al abogado.

—Aceptada. Le repito letrado que se ciña únicamente a las preguntas relacionadas al caso —Le ordenó el juez mirándole también con el ceño fruncido.

—Su señoría, mi pregunta podría esclarecer un poco la razón por la que la testigo defiende con tanta fiereza al señor Marcus Mackenna —Se defendió el abogado encogiendo los hombros con una expresión de falsa inocencia.

—No importa señoría, puedo contestar a la pregunta del abogado. No, no he tenido ningún tipo de relación sexual con el señor Marcus ni con ninguno de mis compañeros de la empresa por si estaba a punto de preguntar. Pero si quiere estar más seguro, puede venir a mi casa y ver como mi compañero de piso y yo nos satisfacemos mutuamente —Dijo Claudia sonriéndole con astucia y cruzando una pierna sobre la otra.

¡Está claro que la chavala tiene ovarios!

—Señoría no tengo más preguntas —Dijo el abogado sorprendido por la respuesta de Claudia y después volviendo a su asiento.

—Muy bien, tomaremos un breve receso para revisar las nuevas pruebas y testimonios expuestos, luego volveremos y continuaremos con el resto de interrogatorios —Sentenció el juez golpeando el mazo.

Marcus, su padre y yo nos levantamos y salimos de la sala junto con el resto de su familia. Una vez fuera respiré aire fresco y nos fuimos a una cafetería cercana para comer algo.

Tras hacer nuestro pedido, el camarero trajo nuestras bebidas y después volvió a marcharse. Nadie dijo nada, excepto Anabella quien me miraba alucinada.

—Vale tengo que decirlo porque sino exploto. ¡Valery tu actuación en el juicio ha sido brutal! —Me felicitó Anabella con una sonrisa enorme.

—Muchas gracias, pero solo estaba haciendo mi trabajo —Dije yo encogiéndome de hombros y dándole un trago a mi refresco.

(...)

Después de tomar el descanso, volvimos a los tribunales pero nos cruzamos con Giando Chiessa y su abogado en el pasillo. Frente a las puertas de nuestras sala.

—Felicitaciones por la primera parte del juicio, señorita Prescott. Está claro que usted lucha hasta el final, pero no se haga falsas ilusiones, cuando termine el juicio, será mi cliente quien salga victorioso de los tribunales —Me aseguraba el abogado mientras Giando conversaba con su familia.

La cual parecía bastante escéptica con las palabras de su abogado.

—Como usted bien ha dicho, yo lucho hasta el final y créame cuando le digo que haré hasta lo imposible por limpiar el nombre de mi cliente y su familia. Y en cuanto al suyo...le recomendaría que se buscase un abogado mejor, el actual está cometiendo muchos fallos —Le dije yo sonriéndole y pasando por su lado para entrar en la sala.

Mientras colocaba mis cosas de nuevo sobre mi mesa, Marcus se me acercó por detrás y me susurró al oído:

—Cuando volvamos a casa, quiero que te pongas tu traje de abogada —Dijo con tono sugerente y una mirada traviesa.

— ¿Otra fantasía no cumplida? —Le pregunté sonriendo también.

—Bueno, verte en acción me ha puesto a tono —Me confesó sin vergüenza alguna.

El juez salió de su despacho también y el jurado ocupó de nuevo su puesto. Tras dar un nuevo golpe con su mazo, el juez dio por comenzada la segunda parte del juicio.

—Señorita Anabella, usted es la prima del señor Marcus. Por lo que supongo que asistió a la cena familia que se celebró el día del cumpleaños de su abuelo —Dije yo caminando de lado a lado tranquilamente.

—Exactamente. Toda la familia nos reunimos siempre ese día. No hay ningún miembro de la familia que no acuda al evento —Contestó ella con un tono y una mirada llena de seguridad.

—Muy bien. Entonces, ¿podría decirnos cuánto tiempo duró la fiesta? —Le pregunté enarcando una ceja y colocando una mano en mi cadera derecha.

—La fiesta comenzó sobre las siete u ocho de la noche y terminó a eso de las doce de la noche. La abuela se fue a la cama a esa hora pero los chicos se fueron a un club a eso de la una de la mañana —Me explicó Anabella mientras fruncía el ceño, haciendo memoria sobre todo lo ocurrido aquel día.

— ¿Los chicos? —Pregunté para que explicase con más detalle. Yo ya sabía a quienes se referían, pero el juez y el jurado, no.

—Mi hermano Angelo y mis primos: Marcus y Domenico —Respondió ella de nuevo.

— ¿Por casualidad recuerda el nombre del club al que fueron? —Le pregunté.


—Sí, era algo así como luna o algo relacionado con la luna... ¡Moonlight, ese era el nombre! —Dijo Anabella abriendo los ojos y señalándome al acordarse.

—Muchas gracias. Señoría, he terminado con la testigo actual, pero me gustaría interrogar a mi siguiente y último testigo: el dueño del local y camarero del Moonlight —Le informé girando mi rostro hacia él.

El nombrado entró en la sala y ocupo su lugar en el estrado, mientras que el alguacil traía una televisión y la colocaba de tal forma que todos pudiésemos ver la pantalla.

—Señoría, a continuación se mostrará un video de las cámaras de seguridad del club Moonlight. Para ser exactos es la grabación de la noche en la cual el señor Marcus Mackenna y sus primos se tomaron unas copas —Le expliqué mirando al jurado y a todos los presentes.

En el vídeo se podía ver cómo Marcus y Domenico permanecían en la barra, el primero tomando copa tras copa como si no hubiese un mañana, mientras que el otro le contaba algo.

Angelo sin embargo no paraba de coquetear con cada chica con la que cruzaba la mirada. Como siempre, según Marcus. El alguacil adelantó el video según mis indicaciones y todos comprobamos las palabras de Anabella, los tres hombres estuvieron en el club hasta casi las cinco de la mañana.

—Bien, ya hemos visto las grabaciones pero me gustaría confirmarlo con usted, señor Michael. ¿Podría describirnos con más exactitud lo que pasó esa noche desde el momento en el que los tres hombres del vídeo pusieron un pie en su local? —Le pregunté mientras el alguacil apagaba la televisión.

—Claro. Los tres hombres pidieron sus respectivas bebidas, el más joven empezó a ligar con algunas chicas que ya habían entrado en el bar, mientras que los otros dos permanecieron en la barra conversando sobre una chica que al parecer estaba ocupando la mente del castaño. Es decir, del señor Mackenna aquí presente, el rubio, ese tal Domenico le preguntaba si ya había encontrado a esa chica de la que estaba enamorado y el castaño le respondió que sí. Pero continuó bebiendo y bebiendo hasta que se hicieron las cuatro de la mañana, sus primos habían ligado pero uno de ellos, el que estaba con el señor Mackenna en la barra, dejó a su chica para llevarse a su primo a casa —Empezó a explicar el camarero mientras se cruzaba de brazos.

— ¿Y eso por qué? ¿Acaso el señor Marcus Mackenna no podía irse él solito a casa? —Le pregunté yo frunciendo el ceño.

—No a menos que quisiera tener un accidente de coche, además estaba tan bebido que no podía mantenerse en pie. En total se había tomado catorce copas y cuando llegó a la decimoquinta, su primo Domenico decidió que ya era hora de volver a casa, pero conduciría él y no el señor Mackenna —Terminó de explicar el camarero.

—Entiendo, muchas gracias por su testimonio. Su señoría ya he terminado con el testigo —Señalé después de sonreírle agradecida al testigo.

— ¿La parte demandante quiere interrogar al testigo? —Preguntó el juez mirando al abogado de los Chiessa.

—No, su señoría —Contestó el abogado, ganándose así una reprimenda de su cliente.

—Bien, ya he visto y oído suficiente. Ahora el jurado será quién tome la decisión —Sentenció el juez azotando de nuevo su mazo.

Salimos de la sala y esperamos en el pasillo. En el rostro de los Mackenna había preocupación, en todos excepto en el de Marcus quien me contemplaba confiado y seguro de mí.

— ¿Qué pasará ahora, Valery? —Me preguntó Angelo rascándose la barba.

—El jurado debatirá en base a las pruebas y los testimonios que se han expuestos. No puedo asegurarlo al cien por cien, pero puedo deciros que todo parece inclinarse a nuestro favor —Les comenté con una sonrisa.


— ¡Bien! —Celebró Angelo mientras agitaba su puño.

—No cantemos victoria tan rápido, como ha dicho Valery... Todo depende del jurado —Le dijo su hermana rodando los ojos y cruzándose de brazos.

Y tenía razón, ahora todo estaba en manos del jurado.


Hola chicos, aquí os traigo la primera parte del juicio. Sé que no es tan emocionante como las escenas de Marcus y Valery, pero es parte de la trama y tendrá consecuencias que veremos en otras historias independientes de esta saga.

Espero que os haya gustado mucho, si ha sido así haced clic en la estrella y dejadme en los comentarios qué os ha parecido.

Hasta el próximo capítulo, mis hermosas almas oscuras 🖤

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