No soy tu princesa.©

Por violetslay

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"― Yo de ti no jugaría a fútbol. ― dijo, acercándose más a mí, de modo que tuve que levantar un poco la cabez... Más

No soy tu princesa.
01. ¡Idiota!
02. Mala suerte.
04. Pizza y más pizza.
05. ¿Enemigos?
06. De nuevas y principiantes.
07. Polos opuestos.
08. Bajo el mismo techo.
09. Algo no va bien.
10. Rupturas y helado.
11. Primer partido.
12. Annielleta.
13. Corazones rotos y fiestas.
14. Pruebas.
15. Algo como amigos.
16. ¿Conocerme?
17. Preguntas.
18. Gracias, Parker.
19. Antes del desastre.
20. Acampada.
21. Reencuentros y problemas.
22. Recuerdos.
23. Enamorado.
24. Una nueva guerra.
25. Operación mortadela.
26. Chicos, soy gay.
27. Indirectas y cambios.
28. El ¿amor? está en el aire.
29. Hakuna Matata.
30. Y los problemas vuelven.
31. Recuerda eso, Parker.
32. Perdiendo el norte.
33. ¿Estás nerviosa?
34. Nick Carter.
35. Intento de Cupido.
36. Baile, zorras, y un idiota enamorado.
37. Te quiero, idiota.
38. Esto no se ha acabado.
39. Algo más que eso.
40. Alma de la fiesta.
41. Último partido.
42. Colores, miradas y una llama.
43. Alguien diferente. [Parte I]
44. Te lo prometo. [Parte II]
Especial uno: Princesa.
Especial dos: Brianna Smith.
45. Cuento de hadas. [Final]
Epílogo.
Agradecimientos y aclaraciones.
¡Gracias por los 1M! ♡

03. En el mismo equipo.

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Por violetslay

― ¡Que alguien acabe con esta tortura! ― dije, poniendo mi cara en la almohada.

Se abrió la puerta de mi cuarto y, a los pocos segundos, mi alarma dejó de sonar.

― ¿Qué pasa, te has olvidado de cómo se apaga o algo? ― levanté la cabeza y miré a mi hermano, el cual me miraba con un aire divertido.

Sólo conseguí murmurar un mhmm y volví a colocar mi cabeza en la almohada.

― Como vuelvas a dormirte, no te volveré a despertar. ― advirtió.

James se fue y me senté perezosamente en el borde de la cama.

Después de quedarme más de cinco minutos tratando de que mi cerebro despertara, me levanté y caminé arrastrando mis zapatillas de conejitos hacia el armario.

Cogí mis vaqueros negros rotos y una camisa blanca con botones, y entré al baño.

Después de vestirme, me subí las mangas de la camisa hasta los codos, me peiné el pelo y lo dejé suelto; no estaba de humor para alisarme el pelo.

Salí de mi cuarto y bajé las escaleras, al llegar a la cocina ví cómo mi padre le daba un beso en la frente a mi madre y cerraba la puerta detrás de él para irse al trabajo.

Fui a la cocina y me hice unas tostadas con mantequilla, me senté en la mesa al lado de mi hermano y, cuando terminé de desayunar, dejé el plato en el lavavajillas y cogí mi mochila negra de encima de la silla.

Cuando mi hermano terminó también, hizo lo mismo que yo, nos despedimos de nuestra madre, salimos y entramos al coche.

Mientras mi hermano conducía camino al instituto, miraba por la ventana. Tenía exámen de historia y no había estudiado, pero era algo a lo que estaba acostumbrada.

No me malinterpretéis, yo siempre aprobaba todo. Bueno, casi siempre. Vale, algunas veces.

Pero historia... en fin, es otra historia.

Llegamos y mi hermano aparcó, bajamos y al llegar a los pasillos me despedí de mi hermano para dejar que se reuniera con sus amigos.

Fui a mi taquilla para dejar mi mochila y me dirigí al gimnasio, porque antes de empezar las clases nos dirían quiénes habían entrado al equipo de fútbol.

Llegué y estaba aquello lleno de gente, así que me abrí paso y me paré lo más cerca que pude de la pizarra para buscar mi nombre.

Efectivamente, allí estaba.

Por curiosidad, seguí bajando para ver quién más había entrado. Probablemente uno de los mayores errores de mi vida.

Christian Parker había entrado al equipo de fútbol.

***

― No me puedo creer que vaya a tener que aguantar a ese idiota en todos los entrenamientos. ― suspiré, a la vez que abría mi taquilla y sacaba la merienda de mi mochila.

Rodé los ojos, Diana cerró su taquilla y se apoyó en ella.

― Vamos, no puede ser tan malo. ― repitió, en un intento fallido de animarme.

― No te creas. ― dije, y cerré la mía. ― ¿Has entrado al equipo de baloncesto?

― Por suerte, sí. ― dijo, y sonrió. Por un momento, no pude evitar preguntarme si era porque mi hermano era el capitán.

Ya sabéis, era el típico chico malo al que todas las chicas le van detrás. Conozco a Diana de sobra; ella no era exactamente como yo y sería capaz de caer en sus redes, tarde o temprano.

Fuimos al patio y nos sentamos en el único banco vacío. Diana empezó a hablarme sobre lo difíciles que eran las pruebas del equipo de baloncesto y lo difícil que era jugar contra personas de dos metros, y yo sólo asentía mientras terminaba mis galletas, una por una.

De repente, noté algo en mi cabeza.

Algo húmedo y pringoso.

No me jodas que me ha cagado un pájaro.

A los pocos segundos, unos espaguetis fueron a parar a la cabeza de Diana y miramos las dos hacia donde había venido.

Vimos a Christian, James y Luke partiéndose de risa.

¿Querían guerra? Guerra iban a tener.

Cogí un bocadillo de jamón que estaba encima de una de las mesas y, gracias a mi pésima puntería, lo lancé hacia no sé dónde, lo que provocó que le diese al que tenían delante y éste pensara que había sido la que tenía detrás y le lanzara su puré de patatas en la cara.

Y, de un momento a otro, todos se estaban lanzando comida entre ellos.

Vamos, que acabábamos de iniciar una guerra de comida.

Quesos, panes, pizzas y todo otro tipo de comidas volaban por los aires, provocando que algunos profesores se detuvieran y trataran de detenernos, obviamente, sin resultados.

Después de unos minutos viendo comida ir y volver sobre mi cabeza, el director salió al patio, y os juro que su cara era para pintarla en un cuadro.

― ¡Paren todo esto! ― gritó, todos pararon y una hamburguesa fue a parar a la cara del director. ― ¡Parker y Smith, a mi despacho!

Resoplé y me levanté de mi sitio, quitando una loncha de jamón de mis vaqueros.

Fuimos al despacho del director y me senté en una silla. Y la charla me la voy a saltar.

― Tenéis un parte, y la próxima vez será una expulsión. ― finalizó el director. ― Podéis volver a clase, y os quedaréis limpiando el desastre que habéis montado al terminar las clases.

Me levanté y fulminé con la mirada a Chris antes de salir del despacho. Oh no, claro que esto no se iba a quedar así.

Seré todo lo rubia que él quiera, pero no tonta.

Entré en mi clase en medio del exámen de historia y le expliqué a mi profesora que estaba en el despacho del director para ahorrarme la regañina de hora y media y me senté en mi sitio, donde me esperaba mi queridísimo exámen.

Concéntrate Annie, es tu último exámen.

Respondí las preguntas con rapidez y, cuando acabé el exámen, lo entregué y a los cinco minutos sonó el timbre.

Salí de mi clase, me dirigí a mi taquilla y la abrí, dejé mis libros en ella y la cerré para después dirigirme al patio.

Nada más llegar, ví a Chris barriendo todos los restos de comida que habían quedado en el suelo y no pude evitar reírme.

― ¿Piensas ayudarme o vas a quedarte ahí riéndote? ― preguntó, y asentí a la vez que agarraba otra escoba.

No estaba dispuesta a dirigirle la palabra a Chris, así que comencé a limpiar en silencio, arrepintiéndome de no haber traído siquiera unos auriculares.

Agarré un trapo y empecé a limpiar una de las mesas, frunciendo el ceño cuando toqué accidentalmente un trozo de comida.

― Todo esto no habría pasado si no hubieras sido tan idiota. ― susurré, más para mí misma que para él.

Él se giró, sorprendido, y luego miró en mi dirección.

― Siento que realmente te gusta la palabra idiota. ― sonríe de lado. ― O, en el sentido contrario, te has quedado sin insultos tratando de ocultar que quizás no te caigo tan mal como dices.

― No te hagas ilusiones. ― me giré para mirarle, y retrocedí un poco al ver que estaba justo en frente de mí. ― La única razón por la que te llamo así es porque lo eres.

― ¿Por qué me odias tanto, de todas formas? ― preguntó, acercándose a mí, y su pregunta me tomó por sorpresa.

Abrí la boca, pero inmediatamente la cerré, sin saber qué decir. 

Mentalmente, repasé las razones por las que odiaba a Chris. Él era arrogante, creído, un imbécil con las chicas y era un egoísta. Pero, todo eso no quitaba que a mí no me había hecho nada, así que me tomé mi tiempo para pensar.

No me dí cuenta de que llevaba un buen tiempo observando a Chris hasta que éste sonrió pícaramente, y se dió la vuelta, volviendo a limpiar. Suspiré, por lo menos no había tratado de hacer algún movimiento inadecuado.

Terminé de limpiar la última mancha sobre la mesa y agarré mi mochila, para después dirigirme a la salida.

***

Ahora que había terminado la temporada de exámenes, ya volvía a estar tranquila.

Abrí la caja que me habían traído hacía apenas diez minutos y observé mi equipación del equipo de fútbol.

Se trataba de una camiseta azul con detalles blancos que detrás tenía escrito mi apellido y el número nueve, unos pantalones del mismo color y una chaqueta igual que nos pondríamos en invierno.

Me vestí y me puse mis deportivas, me paré frente al espejo para recogerme el pelo en una coleta y cogí mi bolsa de deporte.

Bajé y me despedí de mis padres, salí de mi casa y entré al coche de mi hermano, ya que él tenía entreno de básquet.

Al llegar, cogí mi bolsa y bajé del coche, me dirigí al campo de fútbol y dejé mi bolsa en un banco para ir a calentar con las de mi equipo.

Empecé a entrenar, cuando noté que una pelota de fútbol me dió en la cabeza y me giré para ver a un intento de chico malo sonriéndome, fulminarle con la mirada y volver al entreno.

Tras dos horas, acabó el entreno y me acerqué a mi bolsa, la cogí y al darme la vuelta ví a Chris de brazos cruzados.

― Veo que has entrado al equipo, Brianna. ― dijo, y sonrió de lado.

― Sí, he entrado. Y no me llames así. ― dí un paso hacia delante. ― Fuera de mi territorio, Parker.

Lo rodeé y fui hacia la salida.

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