Capítulo 04:
Lo Inesperado.
*.*.*
A la mañana siguiente me encontraba en la piscina, quería darme un baño y relajarme. Tal vez no era una campeona como Emma pero sabía defenderme en el agua. No estuve ni cinco segundos nadando cuando empecé a sentirme extraña. Fue un hormigueo que comenzó en mi rostro y continuó hasta recorrer todo mi cuerpo.
— ¡¿Pero qué rayos?! —Grité cuando algo se movió debajo de mí en el agua—. ¡No, no! ¡Aléjate! —traté de alejarme de eso pero aquello me seguía… como si estuviera pegado a mí, entonces miré con atención a donde suponía debían encontrarse mis piernas y descubrí que su lugar era ocupado por algo completamente diferente. En medio de la total confusión que me invadió, comprendí que no habría podido huir de esa cosa anaranjada por mucho que lo quisiera—… ¿Qué…? —musité, perdiendo el aliento.
No fui del todo consciente de cuánto tiempo permanecí dentro de la piscina, inmóvil, en estado de shock. Tal vez fueron minutos u horas. Simplemente no tomé cuenta de ello.
Lo único de lo que sí era consciente era de… eso, esa extremidad que quien sabe cómo rayos, ocupaba el lugar de lo que yo solía utilizar para caminar y… correr.
Me sentía MUY desorientada. ¿Acaso estaba teniendo una pesadilla de la que no podía despertar o algo parecido? Bueno, si era así, era el sueño más raro y vívido que jamás había experimentado. Me había pellizcado como veinte veces en todas partes y me había insistido en que todo esto no era más que un sueño, obligándome a despertar, pero esto no se terminaba.
De repente, una melodía tintineó cerca de dónde me encontraba. Era mi celular, el cuál se hallaba a un par de metros de distancia de mí sobre una silla.
Me acerqué a uno de los bordes de la piscina e intenté estirarme para alcanzarlo pero pronto me di cuenta que no podía hacerlo. ¡De la cintura para abajo no tenía piernas! Comenzaba a desesperarme pues no podía moverme y me di cuenta que estaba más pesada. ¡Genial!
No me quedó más remedio que hacer uso de toda la fuerza de mis brazos para poder salir de la piscina. No fue nada fácil pero lo conseguí, aunque mis antebrazos dolían.
Y ahora sin el agua cubriendo mi cuerpo, me volteé quedando recostada de espaldas al piso y entonces pude observar con claridad lo que ahora reemplazaba mis piernas... y volví a quedar en shock.
Cuando por fin salí de mi ensimismamiento, tomé el dispositivo y miré la pantalla, era una llamada de un número desconocido. No me molesté en contestar, al menos no al principio. Aún me sentía algo impresionada por lo que estaba experimentando y no quería terminar contestando a los gritos, tal cual histérica, así que dejé que dirigiera al buzón.
Luego hubo una segunda llamada.
No tenía ni idea si quien sea que estuviese llamando tenía la mala costumbre de ser así de insistente cuando llamaba a otras personas, a la vez no pude evitar inquietarme de modo que al tercer ring decidí contestar.
— ¿Hola?
— ¿Por qué no contestabas? —Oh, esa era… ¿Emma?, ¿cómo obtuvo mi número?—. No importa —agregó, sin darme tiempo a pensar en una respuesta—. Me… ocurrió algo muy extraño cuando fui a la playa.
—Ohm… no me digas. —si yo te contara.
—Sí, fue... no sé cómo explicarlo.
Bueno, yo no tenía piernas y era anaranjada. Era tan ridículo e irreal que quizás estoy soñando porque estoy muy segura que yo no le di mi número a Emma Gilbert y también estoy segura que yo no tengo una… cola de… pez. Sí, eso tiene que ser un sueño. Sin duda. Un sueño bastante realista, debo admitir.
— ¡Y acabo de hablar con Cleo! —Continuó— ¡A ella le ocurrió exactamente lo mismo!
—Espera —hice un esfuerzo sobrehumano por dejar de mirar lo que tenía frente a mí. Suspiré, y tragué saliva. Esto era demasiado irreal. Debía despertar de una vez—. Ve al grano.
—Al tocar el agua —insistió—. No pudo ser coincidencia —wow, espera un momento—, y creo que Rikki y tú, también… ¿has tocado el agua?
— ¿Qué si la toqué?... bueno, sí… —esto no podía ser en serio—. Pero… ¡no puede ser!
Ante lo que dije miré la cola y me dio la impresión que esta parecía decirme: sí, si puede. ¿Acaso no me estás mirando?
—Sí, lo es —replicó Emma—. ¿A ti también te ocurrió, no es así?
—Si te refieres a que ahora tengo cola de pez —descansé la espalda contra el suelo y suspiré cansinamente, pasándome una mano por el cabello—… veo que no soy la única.
*.*.*
— ¡Era anaranjada! —vociferó Cleo, nada más poner un pie en su casa— ¡Y estaba repleta de escamas!
—Yo apenas toqué el agua. —comentó Emma mientras seguíamos a Cleo a través de la cocina.
— ¡Por un segundo yo fui agua! —soltó Rikki con los ojos abiertos de forma exagerada.
—Yo fui un pez. —farfullé, tomando asiento.
— ¿Qué está pasando? —Continuó— ¡Eso es lo que quiero saber!
No sé si fue la brisa de una ventana abierta, el cantar de algún pájaro o mi propia paranoia… pero me pareció escuchar un ruido cercano a nosotras.
— ¿Hay alguien más aquí?
—No —contestó Cleo—. Mi papá está trabajando y mi mamá y mi hermana salieron de compras.
—Mejor. —suspiré, relajándome contra el respaldo del sofá. Así nadie más tendría que saber nuestro particular “asunto” con el agua.
—Bien, entonces —me incliné hacia adelante, cuando Emma empezó a hablar—. ¿Qué nos pasó?
—Verás —comenzó Rikki—… diez segundos después de tocar el agua, nos salen esas…
—Y desaparecen cuando te secas —añadí, enarcando una ceja—. Al menos… así fue como conseguí ponerme en pie. —mencioné.
— ¿A ustedes les pasó lo mismo que a mí, verdad? —Cuestionó Cleo. Emma, Rikki y yo, asentimos unánimemente—. Y esas… colas, son como de…
—Sí —Esto era cada vez más insólito—. Iguales a…
—Sí, parecemos unas —una lenta sonrisa se dibujó en los labios de Rikki—… sirenas.
Cierto. Las colas, el hecho de que se activara al contacto con el agua. Sirenas, fue lo primero que se me ocurrió luego de pensarlo con más calma, de camino a casa de Cleo.
—No puede ser…—de hecho eso NO debería ser. A nadie podría pasarle eso porque… las sirenas no pueden… es imposible. Pero la prueba radica en que si agua entra en contacto conmigo acabaría convirtiéndome precisamente en algo en lo que no creo, algo que solo existe en los cuentos de hadas y la fantasía, demostrando la veracidad de lo que para mí no era real hace media hora. Menudo problema.
— ¡Ya les dije que esto no es gracioso! —Espetó Emma—. ¡No hay ninguna razón para reír! —alegó—. Las sirenas NO existen. —finalizó, dejando clara su postura.
Un par de golpes a la puerta me hicieron sobresaltar un poco.
— ¿Esperabas a alguien?
— ¡Oh, no! —Dijo Cleo, como si acabase de recordar algo— ¡Es Lewis! Lo había olvidado —se puso de pie—. Venía a ayudarme con Biología.
— ¿Su novio? —preguntó Rikki en un susurro, para que solo Emma y yo pudiéramos escucharla.
—No, Lewis es un amigo de Cleo. —respondió Emma.
No pude evitar arquear una ceja en señal de sorpresa, gesto que pasó desapercibido para las chicas quienes miraban la puerta.
Más de una vez los vi juntos, a Cleo y a Lewis quiero decir; dejando a un lado la escuela llegué a verlos en las fiestas que organizaba Miriam, el Juice Net, el Parque Marino, incluso saliendo de ver una película en el cine; con todo eso, no fue difícil para mí asumir que estaban en una cita. No recuerdo ver a uno sin la compañía del otro. Eran inseparables. Es más, una vez vi a Lewis saliendo de casa de Cleo tarde en la noche. ¿Y no eran novios? ¿En serio?
— ¡Cleo! —Llamó y como si estuviera en su casa, el No-Novio de Cleo abrió la puerta, la cerró y atravesó el umbral—. Cleo, ah… —la sonrisa que hasta entonces había estado en sus labios quedó congelada y fue reemplazada por una extraña mueca que era una mezcla entre sorpresa y confusión—. ¿Me equivoqué de hora? —preguntó, introduciéndose del todo a la casa.
—No —respondió Cleo—. Era a las nueve.
—Ah. —murmuró pasando a nuestro lado.
Una vez Lewis estuvo dentro de la casa, nos observó a todas; primero miró a Emma y le hizo un breve gesto de saludo, de Emma pasó a mirar a Rikki con quien repitió el gesto y por último me miró a mí. Pensé que haría lo mismo, pero en su lugar Lewis me contempló fijamente y frunció el ceño en una mueca extraña mientras me miraba como si yo fuese de otro planeta... lo que comenzó a incomodarme porque pasados algunos segundos sin que dejara de mirarme de esa forma… y yo no tenía ni idea del porqué.
—Pero, lo siento, Lewis —agregó Cleo rápidamente—; hoy no puedo. Me ha surgido algo.
— ¿Qué cosa?
Para no ser su novio estaba demasiado interesado en lo que ella hacía o dejaba de hacer.
—Es algo muy importante —Cleo volteó a mirarnos como diciendo: “por favor, ¡es mi no-novio! Tengo que contarle.”—. Bueno, pero no tanto para que tengas que enterarte —repuso, dirigiéndolo a la puerta bajo nuestra atenta mirada—. Lo siento, Lewis, pero hoy no puedo.
—Está bien —y volvió a mirarme como si fuéramos de otro planeta—. Pues entonces, llámame cuando quieras.
—Lewis, espera. Tú eres muy listo —nos miró cortamente— ¿Acaso sabes algo de sirenas?
¿Esta chica es tonta?
—No —respondió, un poco extrañado—. La verdad es que no.
—De acuerdo. Disculpa —lo guió nuevamente al umbral—. Adiós.
Una vez la puerta se cerró tras un confundido Lewis, Cleo se volvió y con Emma y Rikki la enfrentamos—. ¿Qué pasa? —preguntó con ingenuidad.
— “Lewis, ¿sabes algo de sirenas?” —Rikki realizó una imitación de la voz de Cleo, mientras ponía los ojos en blanco—. ¡¿Estás loca?!
—Cleo, esto es muy serio —insistió Emma—. Si alguien nos descubre, estaremos en un buen lío.
—O quizás…
—Escucha, nos ha pasado algo muy raro. No sabemos cómo y mucho menos porqué.
—Además, ¿cómo crees que reaccionaría si se entera? ¿Crees que se lo tome bien?
—Hasta no saber lo que nos ha pasado, no podemos contárselo a nadie.
—Hay una manera de saber más. —comentó Rikki.
¿Ah, sí?
— ¿Cómo? —nos miró como si fuera demasiado obvio.
—Volviendo al agua. —manifestó.
Sí, no era mala idea.
—Ni hablar —negó Cleo—. Yo no voy.
—Cleo… —pedí, siguiéndola al sofá.
—Yo voy a ir —comentó Rikki—. Pero no es buena idea que vaya sola—Intercambiamos una mirada cómplice—. ¿Alguna voluntaria?
—Yo voy. —aseveró Emma.
— ¿Cleo? —Parecía más interesada en mirar sus manos—. Será solo un momento.
—No —reiteró—. Vayan ustedes si quieren —se cruzó de brazos, enfurruñándose—. Yo me quedo.
*.*.*.*
Las olas golpeaban con fuerza sobre los enormes peñascos que sobresalían desde la orilla de la playa en la cual me mantenía en pie. Me saqué la blusa quedando solo en sujetador, la dejé sobre una roca y me coloqué junto a Rikki, mientras Emma se acercaba a nosotras. Habíamos llegado hace poco menos de media hora. Luego de marcharnos de casa de Cleo tras fracasar en nuestros intentos por convencerla; la chica simplemente no iba a poner un pie en el agua ni porque su mundo se había vuelto patas para arriba.
—No lo tengo muy en claro. —mencionó Emma a mi costado, mirando a Rikki.
—Ni yo.
—Descuiden —dijo Rikki, admirando el mar—. Yo sí.
— ¿Sabes una cosa? —Inquirió Emma, sarcásticamente—. Ahora estoy mucho más tranquila.
Reí mientras Rikki rodaba los ojos.
— ¿Estás segura que por aquí no pasa nadie? —pregunté, mirando furtivamente a mi alrededor.
—Estoy segura —respondió Emma—. Vengo a nadar aquí a menudo porque no viene mucha gente. Es un lugar muy tranquilo.
—Escalofriante —se mofó Rikki—. Pero conveniente.
Bajamos de la roca y nos acercamos a la playa. Había llegado el momento.
Emma unió su mano con la mía y yo hice lo mismo con Rikki mientras las tres nos miramos cortamente y asentimos. Sentí un escalofrío cuando la humedad de la arena tocó mis pies desnudos.
— ¿Unos diez segundos, verdad? —musitó Rikki.
—Sí. —la respuesta la acompañé con un asentimiento.
—Uno, dos —contábamos—, Tres, cuatro —volvía aquel cosquilleo—, cinco…
Solté un gritito cuando mis piernas fueron reemplazadas y al segundo siguiente, terminé precipitándome contra el suelo. Una ola me golpeó de lleno y el olor a agua salada invadió mis fosas nasales. Creo que incluso me entro agua a la boca. Tosí un par de veces y abrí los ojos.
Miré a las chicas y ellas también se encontraban en la misma situación que yo… y sus colas, eran exactamente iguales a la mía. No pude evitar reír… esto era muy extraño, sin embargo, ahora que estaba en el agua, no sé cómo explicarlo, pero no estaba tan mal.
*.*.*.*
Hice un giro con ayuda de mi cola y nadé detrás de Rikki a través del banco de agua.
Jamás había estado tan cerca del arrecife y ver todo ese tipo de hermosas corales y peces de todas las clases y colores fue muy genial.
Le sonreí a Rikki mientras ambas mirábamos a Emma hacer una pirueta. Alguien estaba presumiendo.
Distinguí a un delfín que se acercaba y me pareció que hacía un gesto. Sonreí y coloqué mis manos al frente avanzando hacia él. Me ubiqué a su lado y esperé, como pareció no molestarle hice un impulso con mi cola y me deslicé junto a él.
Como tenía cola de pez, no se me dificultaba movilizarme en el mar, de hecho, era mucho más fácil; como si estuviera hecha para recorrer todo este universo submarino. Creo que podría pasar todo un día aquí y no me aburriría nunca.
Mientras más avanzaba y me acercaba a lo profundo del mar, más interesante se volvía todo. No sabía que podía hundirme tan a fondo. Y la presión no me afectaba en lo más mínimo. Y eso era, evidentemente, por mi cola. Y es que si ahora tuviera mis piernas no podría estar nadando con los peces de esa forma tan... especial.
El lugar era realmente maravilloso, jamás había esperado apreciar algo así. La luz del sol brillaba sobre el mar jugando con los colores de algunos peces, confiriéndole un brillo especial al arrecife.
Volteé la cabeza hasta Emma. Ella hacía gestos hacia arriba. Asentí y miré a Rikki; ella no dejaba de sonreír y de mirar para todos lados, como si quisiera grabar este momento para la eternidad, pero era momento de irnos.
*.*.*.*
—Eso fue asombroso. —comenté, distinguiendo la casa de Emma.
—Después salimos del agua y al secarnos todo vuelve a la normalidad. —explicó Emma.
Al menos teníamos una certeza. Cada vez que tocáramos el agua, siempre, siempre, nos aparecería la cola naranja. Y al secarnos, todo regresaría a ser como era antes de mojarnos…
—Como si no hubiera pasado nada. —completé.
—Pero sí que pasó —repuso Rikki— ¡Ah! —bufó—. Ha sido una experiencia increíble. ¿Creen que hay palabras para describirlo?
—Creo que no. —sonrió Emma.
—Creo que ha sido fantástico. —aseveré pensando en ello un momento. Aunque de hecho no creía que hubiera palabras para definir esta experiencia. Al principio había tenido miedo, para qué negarlo, luego curiosidad y ansiedad pero ahora… no tenía idea de cómo sentirme… pero en particular, me sentía bien, tal vez era por haber estado en el agua—. Aunque la verdad, no creo que haya alguna única palabra que pueda explicar cómo es… todo esto. —contesté francamente.
—Estoy de acuerdo con eso.
— ¡Chicas, esperen! —al volverme vislumbré a Cleo, corriendo hacia nosotras—. Ustedes nunca van a creer lo que me acaba de pasar. —con la respiración agitada, se detuvo frente a nosotras y nos llevó a entrar a casa de Emma.
— ¿Estás bien? —inquirí—. ¿Es que corriste todo ese tiempo a casa de Emma?
—Algo, sí —respondió, aun agitada. Miró a Emma—. Necesito un vaso de agua. Y mejor subimos a tu habitación.
*.*.*.*
— ¿Y bien? —Inquirió Rikki en tono aburrido, tras algunos segundos de haber ingresado a la habitación de Emma, y de contemplarla con curiosidad—. Dijiste que nos mostrarías algo, ¿qué es?
—Verán, Zane apareció para molestarme por su Zodiac y… —colocó el vaso de agua frente a ella—. Hice algo, con el agua. No sé cómo explicarlo —levantó su brazo—. Se los mostraré.
No entendía del todo. Pero algo me decía que sería interesante.
Cleo ladeó su mano hacia la derecha y abrí los ojos como platos. ¡El agua, en el interior del vaso se estaba elevando! ¡Y parecía responder al gesto que hacía su mano! ¡Y se elevaba más y más! ¿Cómo era eso posible?
— ¿Cómo?… ¿Cómo lo haces? —cuestioné, sin poder creérmelo. Pestañeé varias veces pero en cuanto abría los ojos, la imagen era la misma.
—No lo sé, simplemente muevo mi mano —eso era increíble—. Y crece mucho más.
— ¿De dónde sale tanta agua? —quiso saber Rikki.
—No lo sé. —cuando Cleo bajó el brazo fue como si toda la vitalidad que había en el agua hubiese muerto. Me eché hacia atrás esperando el impacto, pero nada sucedió.
—Lo siento.
Me volví y observé como el agua había quedado inmovilizada, suspendida a mitad del suelo ¿cómo había pasado?
Rikki hizo un gesto en dirección a Emma.
— ¿Yo hice esto? —permanecí muda admirando el agua solidificada. Más sorpresas.
—No fui yo. —dijo Cleo.
—De acuerdo, esto es genial —soltó Rikki sin dejar de sonreír—. Estoy muy emocionada.
—Lo único que hice fue...
Emma situó su mano abierta frente a un frasco con agua y este, y el contenido en su interior, se endureció inmediatamente.
—Wow —murmuré, con fascinación. Ahora la sorpresa daba paso a la curiosidad—. Esto es…. —hice el amago de tocarlo pero…—… ¿eh?...
Con un seco ¡Plaf! Se desparramó en el piso. Ahora no parecía estar congelada… pero tampoco era líquido.
— ¿Y esa fui yo? —escruté mi mano con desconfianza. Una parte de mí sabía que yo había provocado eso, pero, ¿cómo?
Rikki fijó sus ojos azules en el piso y estiró la mano con el propósito de tocarlo. Se giró hacia nosotras con una sonrisita incrédula.
— ¿Qué es? —quiso saber Cleo, pronunciando lo que yo no era capaz, pues estaba sorprendidísima.
—No lo sé —respondió, mostrando un poco que había quedado pegado a su dedo—. Sea lo que sea no es agua.
—Chicas, yo —murmuré y todas me miraron—… no tengo idea como lo hice. —admití, mientras inspeccionaba la palma de mi mano.
—Parece pegajoso. —observó Cleo.
—Sí. —murmuró Emma, frunciendo el ceño.
Ladeé la cabeza sin dejar de contemplarlo; estaba todo esparcido por el piso y se expandía muy lentamente sobre la superficie de la alfombra.
Al levantar la mirada noté que Rikki mostraba cierta incertidumbre a lo que Cleo le hizo una seña. Fue entonces cuando lo comprendí: si Cleo, Emma, e incluso yo habíamos mostrado ciertas “habilidades” entonces Rikki, por lógica, también podía ser capaz y pretendía manifestar cuál era su poder.
Rikki sonrió confiada e hizo el gesto de manos a lo Hombre Araña, pero nada sucedió, realizó otro movimiento con las manos abiertas.
El agua ni siquiera tembló ni hizo nada fuera de lo normal.
Por más irónico que pareciera, fue extraño.
Hizo un mohín y frunció el ceño.
—No es justo —protestó— ¿Por qué yo no hago nada cool?
—No creo que cool sea la palabra —replicó Emma—. Es muy extraño.
—Pero hubieran visto la cara de Zane. —dijo Cleo y no pude evitar contagiarme su risa.
—Debe estar muy confundido ahora. —aseguré. Las tres volvimos a estallar en carcajadas.
—Esto no tiene gracia —cuando miré a Emma la sonrisa se me borró lentamente—. Tenemos que mantenerlo en secreto. No decírselo a nadie —reiteró—, o acabaremos diseccionadas o… en un circo, o algo así.
Me entró un escalofrío cuando mencionó la palabra “disección”.
—Sí —afirmé—. Sea lo que sea que nos haya pasado, no podemos contárselo a otros.
Eso incluía…
—Y este secreto —empezó a decir Cleo—, ¿sólo debemos saberlo nosotras cuatro?
—Es nuestro secreto. Nuestra responsabilidad —sentenció Emma—. Pase lo que pase, estaremos juntas.
— ¿Pase lo que pase? —repetí. Emma asintió con firmeza.
—Es una promesa.
Ahora estábamos juntas, las cuatro éramos parte de esta reciente locura que teníamos con él agua.
Rikki hizo una mueca y ladeó la cabeza.
—No es como si estuviéramos casadas, ¿verdad? —se burló.
Emma fijó sus ojos azules en ella durante algunos segundos y, para nuestra sorpresa, rió.
—Eso sí tiene gracia.
Creo que era la primera vez, desde que se conocieron, que esbozaba una sonrisa sincera para Rikki.
*.*.*
Ropa del día de Kayla:
¡Hola, lindas lectoras! Lamento muchísimo la tardanza... Pero aquí está el capitulo. Un poco tarde, pero totalmente asegurado.
¡Adoro los comentarios, eh! y sobre todo si tienen alguna crítica o sugerencia pues bienvenidos sean. Estoy dispuesta a mejorar y darles algo que merezcan.
El siguiente capítulo estará listo próximamente.
PD: Gracias por sus votos.
¡Nos leemos!