EXTRA #2: ̶F̶e̶l̶i̶z̶ Sant Jordi
GAVI
Desde el instante en que mi corazón eligió amarla, estaba consciente de los desafíos que enfrentaría, sobre todo cuando ella decidió cerrar la puerta a mis sentimientos. Pero eso nunca me detuvo.
Para mí, esos riesgos no disminuían mi determinación. Incluso en una multitud, mis ojos siempre la buscaban a ella. Querer a Ainhoa Luján se había convertido en la experiencia más sublime de mi vida, desde aquellos inocentes once años hasta el umbral de mis dieciséis, y mi corazón seguía eligiéndola, día tras día.
Con el paso de los años, nunca encontré el valor para confesarle que aquel incidente que nos distanció de niños fue solo un malentendido, uno alimentado por el desafortunado consejo amoroso de mi amigo Fermín. En su momento, parecía una estrategia infalible, pero solo sirvió para crear una brecha entre nosotros.
Decidí entonces que, si no podía tener su cariño, al menos tendría su atención. Así que seguí buscándola, provocándola, asegurándome de que mi presencia fuera algo imposible de ignorar en los pasillos de la Masía. Prefería su desdén a su indiferencia, porque incluso en su mirada de desaprobación, había un reconocimiento, una chispa que me decía que aún significaba algo para ella, aunque fuese en forma de rivalidad.
Esa diminuta esperanza que guardaba celosamente en mi pecho fue la que me impulsó a levantarme esa mañana con una determinación renovada. Era el día de Sant Jordi, una fecha donde las calles de Barcelona se llenan de libros y rosas, y los corazones se abren al amor. Hoy, decidí, sería el día en que le confesaría a Ainhoa lo que había estado anidando en mi alma durante todos estos años.
Con una rosa roja en la mano, el símbolo de pasión y valentía, caminaba por los pasillos de la Masía, cada paso resonando con la mezcla de nerviosismo y esperanza. La fragancia dulce y terrosa de la rosa parecía calmar mi inquietud, recordándome que este gesto era más que una tradición; era un emblema de mis sentimientos más profundos.
Al acercarme al terreno de entrenamiento, podía sentir cómo mi corazón latía al ritmo de un tambor de guerra, listo para enfrentar el destino. Ainhoa estaría allí, entre risas y charlas, ajena a la tormenta de emociones que yo estaba a punto de desatar. Pero había algo en el aire, quizás la magia de Sant Jordi, que me hacía albergar la esperanza de que, tal vez, una pequeña parte de ella anhelara lo mismo que yo.
Hoy no habría provocaciones ni conflictos; hoy, con la rosa en mano, le ofrecería no solo un regalo, sino la llave a mi corazón, esperando que ella estuviera dispuesta a aceptarla.
Cuando finalmente llegué al terreno, el escenario que se desplegó ante mis ojos no era el que había imaginado. No estaba Noa, riendo y entrenando con sus compañeras, sino que estaba allí, recibiendo una rosa de otro. Era Pol Lemar, el hijo del médico del club, dos años mayor que yo y compañero de equipo. Su presencia en la Masía no se debía a su habilidad con el balón, sino a las conexiones de su padre.
Mi corazón se detuvo por un instante, la rosa en mi mano de repente pesada como plomo. Vi cómo Pol le extendía la flor, cómo ella la aceptaba con una sonrisa que nunca había sido mía. Y entonces, como si el destino se burlara de mis planes cuidadosamente trazados, se besaron.
Sentí como si el suelo se abriera bajo mis pies, el mundo entero desmoronándose en un silencio ensordecedor. La esperanza que había alimentado durante años parecía evaporarse en ese único y devastador momento. La rosa, una vez símbolo de amor y valentía, ahora parecía marchitarse con mi espíritu.
La ira y el dolor se entrelazaban en mi pecho, una tormenta que amenazaba con estallar. Con cada paso que daba hacia ellos, la rabia crecía, alimentada por la imagen de Pol y Ainhoa juntos. Quería gritarle a ella, advertirle del error que estaba cometiendo, de cómo Pol solo jugaba con los sentimientos de las chicas, cómo no era más que un depredador disfrazado de príncipe.
Pero antes de que pudiera dar un paso más, Fermín apareció a mi lado, su mano en mi hombro un recordatorio de la realidad que me negaba a aceptar. A mi alrededor, el mundo seguía girando, los jugadores entrenando, las risas y conversaciones fluyendo como si nada hubiera cambiado. Pero para mí, todo se había detenido en ese instante en que vi a Noa recibir la rosa de Pol.
—Pablo, tranquilo, hermano—insistió Fermín, su voz un susurro cargado de preocupación—. No puedes ir allí y armar un escándalo. No es justo para Ainhoa, y no te hará ningún bien.
Quería rebelarme contra sus palabras, quería gritar que ella estaba cometiendo un error, que Pol no era quien ella creía. Quería decirle que yo era el que realmente la conocía, el que había estado a su lado en silencio, amándola desde la distancia.
—Pero Fermín, él... él solo va a lastimarla. No puedo quedarme aquí sin hacer nada mientras eso pasa —mis palabras eran un torbellino de frustración y desesperación.
Fermín me miró con una expresión que mezclaba simpatía y resignación.
—Tío, lo sé. Y sé que duele. Pero a veces, la mejor manera de cuidar a alguien es desde lejos. Ainhoa tiene que aprender por sí misma. Y tú... tú tienes que dejarla ir, al menos por ahora.
Sus palabras eran como un golpe, pero también una llamada a la razón. Con un suspiro profundo, dejé que la tensión se escurriera de mis hombros. Sabía que tenía razón. Noa había hecho su elección, y yo no podía interferir, por mucho que quisiera.
Con un último vistazo hacia donde ella y Pol estaban, sentí cómo la rosa en mi mano perdía su significado. Ya no era un símbolo de amor y esperanza, sino un recordatorio de lo que no podía ser. Con un gesto casi ceremonial, coloqué la rosa en el banco más cercano, un adiós silencioso a los sueños que había albergado.
Me alejé con Fermín a mi lado, cada paso alejándome de ella y acercándome a la aceptación. Quizás el amor no era como lo pintaban en los cuentos, quizás era más sobre dejar ir que aferrarse.
Y quizás, solo quizás, el futuro me reservaba una sorpresa que aún no podía imaginar.
Alguien que le de un abrazo al Pablito de 16 años 😔 Bueno, ya sabemos cómo se enteró de lo de Noa y Pol.
¿Qué les pareció este extra?
¿Les está ayudando más estas mini escenas a empatizar más con el personaje de Gavi?
¿Algo que quieran añadir?
Nos leemos pronto 🌹