Emails I can't send | Max Ver...

By walxleclerc

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Addeline es una joven inquieta y con un alma insaciable, pero tiene un pasado trágico que no la deja seguir a... More

-author's note.
-emails i can't send.
-love at first kiss.
-I kissed a fucking driver.
-inside the waves.
-deep conversation.
-serendipity.
-nightmares of the past.
-under the lights of Degrees.
-night adventures.
-the first email.
-facing fears.
-campfire and friends.
-memories in a photobooth.
-a great love.
-email II.
-come with me.
-uncertain paths.
-please, Addeline.
-race at home.

-under the stars.

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By walxleclerc

Una brisa fresca acariciaba mi rostro cuando me detuve frente a la casa de Addie, era muy temprano. Las hojas de los árboles bailaban al ritmo del viento, y el sol comenzaba a filtrarse entre las nubes, pintando el cielo de tonos cálidos.

Respiré profundamente, llenando mis pulmones con el aire fresco de la mañana, mientras esperaba con anticipación volver a ver a Addie.

Se había vuelto una necesidad verla.

Mis nudillos golpearon suavemente la puerta de madera, y segundos después, la puerta se abrió lentamente. Pero me encontré con la mirada penetrante de Oliver, el compañero de piso de Addie, quien me recibió con una expresión que no podía interpretar fácilmente.

¿Me estaba mirando con enojo?

—¿Puedo ayudarte? —preguntó, su tono de voz mezclando cortesía con una pizca de desconfianza.

—Hola, Oliver. —respondí, intentando mantener la calma a pesar de la tensión palpable en el aire. —Vengo a buscar a Addie.

Una sombra cruzó su rostro, y pude ver el destello de celos en sus ojos mientras me estudiaba detenidamente.

—¿Para qué quieres verla? —inquirió, su voz ahora teñida de desconfianza.

Fruncí las cejas con confusión.

—Eso no te importa. —murmure, manteniendo la calma.

Si hubiera sido por mí, hubiera reaccionado de una forma totalmente distinta. Mandarlo a la mierda hubiera sido una excelente opción.

Pero no podía, era su amigo.

—No creo que sea una buena idea que te acerques demasiado a Addie, Verstappen. —advirtió, su tono cargado de seriedad. —No sabes por todo lo que ella pasó, no tiene que volver a sufrir.

Me quedé momentáneamente en silencio.

Sabía que Addie había pasado por momentos difíciles en el pasado, pero no me había hablado mucho al respecto. Aun así, confiaba en su fuerza y su resiliencia, y estaba decidido a estar a su lado pase lo que pase.

—Entiendo tu frustración, Oliver. Se que ella te gusta. —respondí cortante. —Pero lamento informarte que a mí también me gusta, y estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para estar a su lado y apoyarla en todo.

Oliver frunció aún más el ceño, claramente disgustado.

—No sabes de lo que estás hablando. —advirtió, su tono lleno de seriedad.

Una sonrisa irónica se formó en mis labios mientras lo miraba directamente a los ojos.

—Y tú no sabes de lo que yo soy capaz cuando se trata de Addie. —respondí con determinación, dejando en claro que no iba a retroceder fácilmente. —No me interpondré en su amistad, pero tampoco permitiré que nadie se interponga en nuestra relación. Porque lo que Addie y yo tenemos es especial, y estoy dispuesto a luchar por ello. —le di dos palmadas en el hombro, que el intento esquivar. —¿Lo entiendes?

Oliver pareció sorprendido por mi firmeza, pero antes de que pudiera responder, la voz alegre de Addie resonó desde el interior de la casa, rompiendo la tensión en el aire.

—¡Max! —exclamó, apareciendo detrás de Oliver con una sonrisa radiante en el rostro. —¿Estás listo para nuestro día juntos?

Kai, el pequeño cachorro que habíamos encontrado juntos, llego justo atrás de ella, asomándose entre sus piernas.

Mi corazón dio un salto de alegría al verla, y todos mis temores y preocupaciones se desvanecieron al instante. Con una sonrisa, me acerqué a ella, ignorando la mirada intensa de Oliver que parecía seguirme cada paso del camino.

—Por supuesto, Addie. —respondí, extendiendo mi mano hacia ella con ternura.

—Espero que hayas traído zapatillas cómodas...

Ella tomó mi mano, y juntos nos alejamos de la puerta, dejando a su amigo atrás con sus pensamientos tensos.

Addie me condujo hasta un sendero serpenteante que se extendía a lo largo de la costa de Esperance.

A medida que avanzábamos, el aire salado del océano acariciaba nuestros rostros, y nuestros pasos se mezclaban con el suave murmullo de las olas rompiendo suavemente en la orilla.

El sol filtraba sus rayos a través del dosel de los árboles, creando un juego de luces y sombras en el camino cubierto de hojas secas.

El cachorro corría adelante y luego regresaba a nosotros, que caminábamos a un ritmo más lento que él, su cola se agitaba con entusiasmo ante cada nuevo descubrimiento.

Seguimos subiendo, el sendero estaba bordeado por una exuberante vegetación costera, con árboles y arbustos que se mecían suavemente con la brisa marina. A lo lejos, podíamos ver las playas de arena blanca y el agua cristalina del océano extendiéndose hasta donde alcanzaba la vista.

Era un lugar de una belleza impresionante, y me sentí agradecido de tenerla como guía.

—¿Sabías que Esperance está llena de leyendas urbanas? —Addie traía una mirada centelleante de emoción, mientras me tomaba de la mano.

Negue con la cabeza, ansioso por escuchar más.

—Se dice que hace muchos años, antes de que la ciudad de Esperance fuera colonizada por los europeos, este sendero era utilizado por los nativos aborígenes como un lugar sagrado de encuentro con los espíritus de la naturaleza. —murmuro con una melodiosa voz. —Los chamanes de la tribu realizaban rituales de agradecimiento y veneración.

Sus ojos brillaban con entusiasmo mientras me guiaba por el camino serpenteante.

—¿Aquí?

Asintió con la cabeza.

—Si, honraban a los dioses antiguos que habitaban en los rincones más profundos del bosque y en las aguas cristalinas del océano...

Se quedo callada de repente, y yo tire de su mano para poder verla a los ojos.

—¿Por qué paraste?

Ella sonrió con timidez y levanto los hombros.

—No quiero aburrirte.

Me mordí el labio inferior, evitando sonreír.

Colocando mis manos a los lados de su rostro, aparté su cabello delicadamente de su rostro y me acerqué a ella.

Mis labios encontraron los suyos en un suave beso, tomándola por sorpresa.

Cuando me aleje, tenía los ojos brillosos y las mejillas sonrojadas.

—Addeline podría pasar horas escuchándote y jamás aburrirme. —me aparte, volviéndola a tomar de la mano. —Ahora, por favor, sigue contándome.

Un débil suspiro se escapó de sus labios.

Seguimos caminando, deteniéndonos de vez en cuando para admirar la majestuosidad de un árbol centenario o para escuchar el canto de los pájaros que se escondían entre las ramas, mientras ella seguía hablando.

—Según la leyenda, en noches de luna llena, los chamanes de la tribu se aventuraban por el sendero hacia la costa, llevando consigo ofrendas de flores y hierbas aromáticas. —Kai comienza a perseguir a una mariposa frente a nosotros, ladrándole y dando mordiscos al aire. —Se dice que, en esas noches mágicas, los espíritus se manifestaban en formas luminosas y misteriosas, bailando entre los árboles y las olas, y otorgando bendiciones de abundancia y prosperidad a aquellos que los honraban con devoción y respeto.

Sonreí cuando termino.

—Es una bonita leyenda. —respondí sinceramente, sorprendido por la belleza natural que nos rodeaba.

A medida que avanzamos, el sendero se volvió más empinado, desafiándonos con cada paso que dábamos.

Tenía el aliento agitado, el sudor perlaba en mi frente y mis piernas temblaban ligeramente por el esfuerzo.

—Joder, esto ha sido complicado. —exhale, apoyando las manos en mis rodillas mientras trataba de recuperar el aliento.

La rubia se rio suavemente ante mi comentario, abriendo su mochila y pasándome una botella de agua.

—¿Acaso los pilotos de alto rendimiento no hacen cardio? —bromeó, mirándome con diversión.

Agarre la botella y bebi un largo trago antes de responder, una sonrisa juguetona en mi rostro.

—Podrías ayudarme en eso... —dije, tomando a Addie por la cintura y atrayéndola hacia mí con un gesto travieso.

Ella rio entre dientes mientras se dejaba llevar por el abrazo, podía sentir el latido acelerado de su corazón.

A pesar del cansancio, el calor de su cercanía era reconfortante, y me permití relajarme por un momento, el esfuerzo había valido la pena cuando alcanzamos la parte más alta del sendero.

—¿No es hermoso? —susurro, maravillada por la escena frente a nosotros.

Y el paisaje que se extendía ante nosotros era perfecto, pero mis ojos no podían dejar de mirarla a ella.

Estaba hipnotizado por su propia belleza.

—Nunca he visto nada tan hermoso, Addie. —le dije, con sinceridad, pero refiriéndome a ella y no al paisaje.

Su mirada se encontró con la mía, y por un momento, el mundo pareció detenerse a nuestro alrededor.

Sus ojos brillaban con una mezcla de sorpresa y ternura, y una sonrisa se dibujó en sus labios entreabiertos. El sol iluminaba su rostro bañándola en una luz dorada, resaltando cada rasgo delicado y cada matiz de su piel suave.

—Max... —murmuró, apenas audible sobre el murmullo del viento y el susurro de las olas que rompían en la costa cercana.

Me acerqué lentamente, dejando que nuestros alientos se mezclaran en el aire fresco de la mañana. Con delicadeza, mis labios encontraron los suyos en un beso suave pero cargado de significado. Sentí la suavidad de sus labios cálidos contra los míos, la calidez de su aliento mezclándose con el mío.

Cuando nos separamos, el brillo en sus ojos era inconfundible, y su sonrisa radiante iluminaba su rostro de una manera que me dejaba sin aliento.

Y ahí, en ese mismo momento, cuando sus ojos me atravesaron por completo, sentí que una tormenta de emociones se agitaba dentro de mí.

Todo esto que estaba viviendo junto a Addie era reconfortante pero también abrumador.

Nunca había sentido algo así por alguien, una mezcla de amor, ternura y miedo. Me sentía como si estuviera parado en el borde de un precipicio emocional, con cada palabra y cada gesto llevándome más cerca del abismo de la incertidumbre.

Y entonces, la voz en mi cabeza empezó a susurrar sus dudas habituales, sin dejarme en paz.

¿Qué derecho tenía yo de amarla así? ¿Acaso merecía la inocencia y la bondad que ella irradiaba con cada sonrisa? Sabiendo lo que soy, ¿Cómo podía permitirme amarla, sabiendo que podía lastimarla?

Mis pensamientos se volvieron turbios mientras luchaba con estas preguntas en mi mente.

Miré de reojo a Addie, viendo su silueta contra el resplandor del sol de la mañana. Ella irradiaba una luz que parecía purificar todo a su alrededor, y me sentí abrumado por la magnitud de mis sentimientos hacia ella.

Se giró hacia mí, y en ese momento supe que no podía esconder mis sentimientos por más tiempo. Tragué saliva, sintiendo un nudo en la garganta mientras luchaba por encontrar las palabras adecuadas. Quería decirle lo mucho que significaba para mí, lo profundo que era mi amor por ella. Pero al mismo tiempo, temía su rechazo, temía que, al mostrarle la intensidad de mis sentimientos, se alejara de mí para siempre.

Nos quedamos allí, en silencio, el sonido de las olas rompiendo suavemente en la orilla proporcionaba un fondo tranquilo para mis pensamientos tumultuosos.

Miré a Addie, buscando en sus ojos la respuesta a todas mis preguntas.

—Addie... —empecé, mi voz apenas un susurro cargado de emoción.

Pero las palabras se atascaron en mi garganta, y me quedé en silencio, incapaz de expresar lo que realmente sentía.

Ella puso una mano en mi brazo, su mirada llena de comprensión y ternura.

—¿Te gustaría que acampemos aquí? —preguntó, interrumpiendo mis pensamientos con su suave voz.

La mire una vez más, encontrando consuelo en sus ojos.

Por un momento, todas mis dudas y temores se desvanecieron, y supe que no importaba lo que el futuro nos deparara, mientras estuviéramos juntos podríamos superar cualquier desafío

Asentí con una sonrisa, dejando que la paz del momento llenara mi corazón.

—Sí, me encantaría.

Después de decidir acampar allí, Addie extendió una manta sobre el suelo cubierto de hojas secas, mientras Kai correteaba alegremente alrededor nuestro, emocionado por el nuevo rincón que habíamos encontrado.

La suave brisa de la tarde llevaba consigo el sonido distante de las olas rompiendo en la costa, creando una atmósfera tranquila y serena.

Mientras la veía jugar con el cachorro, lanzándole una pequeña rama para que luego este se la regresara, mis pensamientos seguían dando vueltas en mi cabeza.

Era agobiante no poder tener la mente tranquila ni por un segundo.

Al verla así, tan alegre y radiante, no podía imaginarla de otra forma, me costaba entender las palabras de Oliver diciendo que ella había sufrido mucho.

Se que lo había hecho por su reacción en el auto y porque ella misma me había comentado algo, pero me preguntaba qué había ocurrido exactamente, qué trauma había dejado cicatrices tan profundas en su corazón.

Finalmente, me recosté sobre la manta, y Addie se acurrucó contra mí, apoyando su cabeza en mi pecho, Kai no tardó en unirse a nosotros. Suspiré con satisfacción, sintiendo el cálido peso de su cuerpo contra el mío mientras mis dedos se deslizaban suavemente por su cabello dorado.

Por un momento, nos quedamos en silencio, disfrutando de la tranquilidad del atardecer y la compañía mutua.

Pero la pregunta que había estado dando vueltas en mi mente finalmente encontró su camino hacia mis labios.

—Addie... —murmuré, mi voz apenas un susurro en todo ese silencio. —Hoy Oliver ha hecho un comentario sobre tu pasado que no me he podido sacar de la cabeza.

Sentí cómo se tensaba ligeramente a mi lado, y por un instante temí haberla presionado demasiado. Pero luego, lentamente, se relajó de nuevo, suspirando suavemente mientras se acomodaba contra mí y yo continuaba acariciándola.

—Entiendo que puede ser difícil, pero quiero que sepas que estoy aquí para ti. —continúe. —Quiero ayudarte.

—Lo sé, Max —respondió, su voz tranquila pero cargada de emoción. —Es solo que... es difícil hablar de ello.

La miré con ternura, deseando poder aliviar cualquier dolor que pudiera sentir.

—Lo entiendo. —dije suavemente, acariciando su mejilla con el pulgar.

Una sombra de tristeza cruzó su rostro antes de que pudiera ocultarla, y me di cuenta de lo mucho que había sufrido en silencio.

Respiró profundamente, reuniendo el coraje necesario para enfrentar sus demonios internos.

—Ya te mencioné que mi padre murió. —murmuró, su voz temblorosa por la emoción contenida. —Hubo un accidente... un accidente que cambió mi vida para siempre.

Le aprete suavemente la mano, instándola a continuar cuando ella se detuvo, luchando por encontrar las palabras adecuadas.

—Papá solía proponer salidas espontaneas, y ese día había decidido reservar una mesa en un restaurante que tenía la mejor pasta del país según él. —sonrió con nostalgia. —Recuerdo que mi hermana y yo habíamos estado peleando todo el día por quien manejaría hasta el lugar, nos encantaba conducir el auto de papá...

Volvió a frenar en seco, como si bajar todos esos recuerdos le estuviera absorbiendo toda su energía.

—Cuando vio que seguíamos peleando, se acerco a Vilu y le dijo "tu conduces todos los días un auto cuatro veces más rápido que este, déjala que hoy se divierta ella". —se sorbio la nariz. —Así que, yo... yo estaba manejando... y mi padre estaba conmigo como copiloto, mi hermana se había sentado detrás. —susurró, las lágrimas asomando en sus ojos mientras revivía el doloroso recuerdo. —Papá me estaba felicitando por lo bien que manejaba, hasta que un camión... un camión nos chocó.

Mi corazón se apretó con compasión al escuchar la angustia en su voz, sonaba más débil que nunca.

—De repente, deje de escuchar la voz de mi padre y todo se volvió negro después de eso.

Me quede sin aliento, cada palabra que salía de sus labios resonaba en mi corazón con una fuerza abrumadora. La vi luchar contra las lágrimas mientras revivía el doloroso recuerdo, y un nudo se formó en mi garganta al imaginar el sufrimiento que había experimentado, y que aún seguía viviendo.

—Lo siento mucho, Addie. —murmuré, sintiendo la impotencia de no poder borrar el dolor que ella sentía. —Debe haber sido terrible.

Ella asintió con la cabeza, sus ojos llenos de tristeza y dolor.

—Lo fue. —susurró, su voz apenas un susurro en la brisa de la tarde. —Lo peor de todo es que... siempre he sentido que fue mi culpa. Si no hubiera insistido en conducir, si hubiera sido más responsable y dejado que Victoria lo hiciera, ella seguro hubiera reaccionado mas rápido y hubiera esquivado ese camión... y asi, tal vez mi padre todavía estaría aquí.

Su confesión me partió el corazón en mil pedazos, y deseé poder borrar esos pensamientos de su mente para siempre.

—Addeline, mírame. —dije con firmeza, tomando su rostro entre mis manos y obligándola a mirarme a los ojos. —No puedes culparte por lo que pasó. Fue un accidente, nadie podría haberlo evitado.

Ella bajó la mirada, una lágrima solitaria rodando por su mejilla.

—Todos dicen eso. —susurró, su voz apenas un susurro en el aire tranquilo de la tarde. —Pero es difícil dejar de sentirse así, lo extraño tanto.

La abracé con fuerza, sintiendo el suave temblor de su cuerpo contra el mío mientras me aferraba a ella con desesperación.

Ella sollozó, dejando que las lágrimas corrieran libremente por sus mejillas mientras se aferraba con todas sus fuerzas a mí.

—Estoy aquí, Addie. Nunca estarás sola. —susurré, sintiendo un nudo en la garganta al verla así de vulnerable. —Y prometo que voy a hacer lo mejor para ayudarte.

Nos quedamos abrazados en silencio, la brisa de la tarde jugueteaba con nuestros cabellos, y el sol comenzaba a descender lentamente hacia el horizonte, pintando el cielo de tonos cálidos y dorados, dejando ver las primeras estrellas

Después de un rato, Addie se calmó lo suficiente como para separarse de mí, secando sus lágrimas con la manga de su campera.

Me miró con gratitud en sus ojos, una mezcla de tristeza y aprecio.

—Gracias, Maxie. —dijo con voz temblorosa, su sonrisa apenas un destello en medio de la oscuridad que la envolvía.

Le devolví la sonrisa con ternura, sintiendo un profundo afecto por ella que parecía crecer con cada momento que pasábamos juntos.

Finalmente, nos levantamos de la manta y comenzamos a preparar nuestro campamento para la noche que se avecinaba. Encendimos una pequeña fogata, y nos sentamos juntos alrededor de ella, disfrutando del calor reconfortante y la luz parpadeante que iluminaba nuestros rostros.

Kai se acurrucó a nuestros pies, cansado después de un día lleno de aventuras, y nos miró con ojos soñolientos mientras disfrutaba del calor del fuego.

Mientras observaba las llamas danzar en la oscuridad, me di cuenta de lo afortunado que era de tener a Addie a mi lado. A pesar de todo lo que había pasado, ella seguía siendo una luz en la oscuridad y tenía un don para encontrar lo bueno a cada mínima cosa.

Y en ese momento, supe que haría todo lo posible por protegerla y cuidarla, por estar allí para ella en los buenos y en los malos momentos, por ser su roca en medio de la tormenta.

Porque lo que teníamos era especial, era único, y no dejaría que nada ni nadie se interpusiera en nuestro camino.

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