𝕃𝕠𝕤 𝕤𝕚𝕘𝕟𝕠𝕤 𝕕𝕖 𝕝𝕠...

By Ceratiminv

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(SEGUNDA TEMPORADA YA DISPONIBLE EN MI PERFIL) "Bajo una luna hostil, signos..." "Somos cómplices los dos" A... More

Cap. 1 ¿Y él? ¿Quién es?
Cap. 2 - Pijamada
Cap. 3 - One Year Of Love
Cap. 4 - Adiós
Cap. 5 - ¿Black Sabbath?
Cap. 6 - Pelea.
Cap. 7 - La cena
Cap. 8 - Detención
Cap. 9 - La Familia Cerati
Cap. 10 - Jugo de Luna
Cap. 11 - Lago en el cielo
Cap. 12 - Luz.
Cap. 13 - La Jaula.
Cap. 14 - Oscuridad.
Cap. 15 - Uno en un millón
Cap. 16 - Día aburrido
Cap. 17 - Me quedo aquí.
Cap. 18 - Si no fuera por...
Cap. 19 - Cambios
Cap. 20 - Fuego y dolor.
Cap. 22 - Vivo.
Cap. 23 - Raíz
Cap. 24 - Puente
Cap. 25 - Bocanada
Cap. 26 - En el séptimo día.
Cap. 27 - Bohemian Rapsody.
Cap. 28 - Observandonos
Cap. 29 - Nuestra Fe
Cap. 30 - Poder decir adiós, es crecer.
Extra (única parte)
DATOS Y CURIOSIDADES

Cap. 21 - No Existes

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By Ceratiminv

Gustavo

Hace unos tres o cuatro días que vi a Adriana por última vez. ¿La quería ver? Sí. Pero no podía, sentía ¿vergüenza? Me enojé conmigo y me desquité con ella.

No me gustaría que se fuera, por el simple hecho de que no sé si ella va a volver. Y no sé, capaz que encuentre a alguien mejor que yo allá en Chile. O a lo mejor, el chico con quién la ví la vez pasada era alguien en su vida que estaba tomando mi lugar. Y eso me ponía muy inseguro, aunque claro, esa misma noche habíamos dado por "terminada" nuestra relación que aunque duro poco más de cuatro meses sentía que íbamos a durar mucho tiempo más. Aunque bueno, ¿Cuál era la probabilidad de que duramos más tiempo? Somos adolescentes y buscamos descubrir nuevas sensaciones y descubrir gente nueva, claro.

Después de mucho pensar, tuve que levantarme de mi cama para ir a la facultad, había faltado dos días seguidos de tanto pensar en Adriana, obviamente.

Me miré en el espejo de mi baño antes de darme una ducha, y mi cara se veía demacrada, cómo si fuera un zombi.

Ignoré eso, y me metí bajo el chorro de agua tibia, tal vez el agua me ayudará a aliviarme un poco.

Salí después de unos diez minutos y me vestí, mi familia no estaba, ya que no había nadie. Bajé las escaleras de mi casa y fui a la cocina para prepararme algo rápido que comer y llevarme algo a la facultad.

Salí de mi casa después de tomar mis cosas y emprendí camino hacia la facultad, caminé varios minutos hasta que finalmente llegué.

En la entrada estaba ella. Adriana estaba hablando con Valentín. Me quedé parado ahí unos segundos, porque no sabía si debía de pasar enfrente de ellos o simplemente pasar por otro lado. Aunque la primera opción se me hizo más factible.

Pude escuchar que Valentín y Adriana discutían, sobre si irse a Chile o no.

Pasé a un lado de ellos y al momento en el cual me vieron, se callaron completamente.

Pude notar como me seguían con la mirada.

Ni siquiera los miré a ninguno de los dos. Estaba más molesto con su hermano que con ella misma.

Entre a mis clases y para suerte mía, un compañero de clase me dijo que hubo una fuga de gas en los días que no fuí. Así que tuvimos que compartir clase con los de otros salones.

- Sentados por favor chicos. - Dijo una maestra que no había visto mucho y no me sabía su nombre. - Cómo ya sabrán, hay una fuga de gas en este edificio y sus clases van a ser movidas a los del otro edificio. Asi que por favor, traigan sus cosas y siganme. - Finalizó y nos espero unos minutos para que juntáramos nuestras cosas.

Yo tomé mi mochila y tuve que esperar a varios compañeros más.

- Antes de todo, evidentemente no todos de ustedes van a ir al mismo salón. - Dijo la profesora mientras caminábamos, con todos mis compañeros y yo tras de la ella. - Cuando lleguemos al otro edificio les voy a dar a cada uno un pequeño papel en el cual va a estar su clase en donde van a estar. Por favor, cuando lleguemos quiero que todos formen una hilera. No importa el orden. - Seguimos caminando ahora en silencio, aunque se oían unos cuantos murmullos de algunos compañeros.

Llegamos todos al otro edificio y justo un poco después de la puerta formamos la fila y la profesora fue entregando a cada uno de nosotros un pequeño papel en el cual estaba escrita la clase y el respectivo maestro que se encontraba ahí.

- Tenga, Señor Cerati. - Me entregó la nota, di las gracias y me retiré de ahí.

- Aula 4, segundo piso, profesor David. - Repetía en vos baja mientras buscaba las escaleras al segundo piso.
Cuando las encontré me enfoque en buscar el aula y entrar.

Toqué la puerta que estaba semiabierta y el profesor me miró.

- ¿Es usted alumno del otro edificio? - Me preguntó y sentí. - Pase, entonces. - Me dijo y entre, el aula era más grande que el aula del edificio en donde estaba. Y tampoco reconocí a alguien que sea de mi mismo edificio.

- Él es alumno del otro edificio, cómo ya sabrán hubo una fuga de gas y la institución acordó de enviar a los alumnos a este edificio. Para que no perdieran clases. Ahora bien, ¿Cuál es su nombre? - Me preguntó.

- Gustavo Cerati. - Dije, y el asintió.

- Ahora bien, el alumno Gustavo Cerati nos va a estar acompañando estos días, mientras reparan la fuga. - Se giró conmigo y me dijo. - Le asignare un asiento. - Asentí y el observó la sala atentamente.

- ¿Esta la señorita Adriana presente? - Giré bruscamente, ¿Este es el salón de Adriana? No puede ser posible. Que suerte la mía.

El profesor repitió la pregunta, y al fondo Adriana levantó la mirada, al parecer se había quedado dormida en la clase. Cuando chocamos miradas, ella se sorprendió.

- ¿Estaba dormida en mi clase, señorita? - Preguntó el profesor. Ella asintió.

- Sí, lo siento, no volverá a pasar. - El maestro bufó ante la respuesta y lo dejó pasar.

- Sentate, ahí, al lado de ella. - Me dijo y yo sentí de mala gana.

Los pupitres eran unas pequeñas mesas con espacio para dos asientos juntos, así que teníamos que estar uno al lado del otro.

Puse mi mochila en el piso y me senté, Adriana miró para otro lado y no me saludó, yo tampoco lo hice porque imagino que ella estaba molesta conmigo o no sé.

- Saquen su libro en la página 359. - El profesor habló. - Van a formar parejas con su compañero del al lado, y voy a seleccionar un tema, de esa misma página, del cual tendrán que investigar y anotar la información en hojas de máquina enumeradas, serán 8 hojas. Les doy dos días para el trabajo. - Algunos en la clase dieron un suspiro, unos cuantos otros maldijeron por lo bajo y otros no dijeron nada.

- ¿Tenés el libro? - Pregunto Adriana, la miré y asentí.

Abrí el libro, fui a la página y empecé a leer los temas que habían ahí.

El profesor después se acercó a nosotros y nos entregó un papelito con el tema que nos correspondía. Y con una pequeña frase "alentadora" «suerte».

- Entonces... ¿Ese es el tema? - Preguntó Adriana.

- Sí, es este. - Asentí y ella me miró aún fijo.

- Eh, bueno, la información tendremos que sacarla de otros libros, obviamente. - Continúo Adriana y yo solo la miraba con atención.

- Sí, sí.- Respondí - ¿Tenés libros que incluyan ese tema? - Dije, después de unos segundos que estábamos en silencio.

Ella se levantó de hombros.

- No sé, pero de todos modos tenemos que ir a la biblioteca de acá de la facultad. - Informó Adriana.

[...]

Cuando las clases concluyeron, nos fuimos directamente a la Biblioteca. Ese lugar siempre estaba vacío, pero hoy no lo parecía.

Fuimos buscando algunos libros entre los pasillos con los nombres de sus respectivos géneros.

- ¿Vos venís acá seguido? - Le pregunté a ella y al principio no me respondió, si no, fue como si me ignorará.

- No realmente, me gusta más leer libros que puedo comprar y que así se garantice que sean completamente míos. - Respondió tomando un libro de un estante. - Mira, este podría tener información.

- ¿Vos tenés libros en tu casa, supongo? - Volví a preguntar, no me gustaban tanto los silencios incómodos y de alguna manera tenía que romper el hielo.

- Sí, tengo algunos, pero son de Valen. - Respondió y yo asentí. Ya no se me ocurría alguna otra pregunta, y la que tenía en mente no iban al caso.

- Sé en qué pensás. - Me dijo después de unos minutos en los que estaba pensativo.

- ¿Ahora sos psíquica? - Respondí divertido, tratando de sonreír. Pero ella estaba sería.

- No, pero lo sé porque yo también lo pienso. - Se expresó.

- ¿Y qué pensás? - Interrogué.

- En que no me quiero ir a Chile. - Susurró, y yo le dirigí una mirada.


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