H2O, sirenas del mar; La Otra...

By AbbaLoveFics

165K 11.5K 1.9K

H2O, Sirenas Del Mar: La Otra Sirena... Kayla es una chica de 15 años que vive su día en las soleadas playas... More

Capítulo 01: Momento, personas y lugar adecuados.
En la jungla
El Cráter y el estanque.
Lo Inesperado
Capítulo 05: Disciplina y Control.
Capítulo 6: Quejosas.
Capítulo siete: Como Otro mundo.
De Tortugas y Negaciones.
El Asunto Tiburón.
Capítulo 10 Investigadores de Mako
Indecisión y un Medallón.
Capítulo doce: Jugo de Alfalfa, Intrusos y Drama.
Capítulo trece: Un Diario Peligroso.
Un concurso, problemas y descubrimientos.
Capítulo 15: Día de los Enamorados.
Capítulo 16: De provocaciones y consejos masculinos.
Capitulo 17: La NO cita
Capítulo 18: Aproximación
Capitulo 19: Preparativos para una Fiesta.
Capítulo 20: La Otra Emma.
Problemas de Confianza.
Capítulo 22: Discrepancia Denman.
Capítulo 23: Rikki, la idiota.
Capítulo 24: Fuego.
Capítulo 25: Invitación y Celos.
Capítulo 26: Aliados.
Capítulo 27: Hora del Hombre Lobo.
Capítulo 28: Un recuerdo perdido en la memoria.
Capítulo 29: Hagamos un corto.
Capítulo 30: Piedra, Papel o Tijeras
Capítulo 31: Zona de Amigos
Capítulo 32: La apuesta
Capítulo 33: La Kriptonita de Emma
Capítulo 34: Ganadores y Perdedores
Capítulo 35: El que avisa no es traidor
Capítulo 36: Hechizados
Capítulo 37: El Tesoro de Louise Chatham
Capítulo 38: Entrevista de trabajo
Capítulo 39: Sombreros de fiesta, payasos y ponis
Capítulo 40: Progresos y Oportunidad.
Capítulo 41: Malas relaciones laborales.
Capítulo 42: La chica congelada en la habitación.
Capítulo 43: La única esperanza.
Capítulo 44: Pequeñas Mentirosas.
Capítulo 45: La pareja que no es pareja.
Capítulo 46: La llamada.
Capítulo 47: Investigación y verdad
Capítulo 48: Cuarentena.
Capítulo 49: El día correcto para tener una pijamada.
Capítulo 50: Calor.
Capítulo 51: Y los problemas continúan.
Capítulo 52: Lugar seguro
Capítulo 53: Misterios por resolver
Capítulo 54: Bronceado intensificado.
Capítulo 55: Conocida desconocida.
Capítulo 56: Julia.
Capítulo 57: Diferentes.
Capítulo 58: Hacer posible lo imposible
Capítulo 59: Del odio al amor.
Capítulo 60: Una discusión predecible.
Capítulo 61: La pista.
Capítulo 62: Rojo
Capítulo 63: El llamado.
Capítulo 64: Tres.
Capítulo 65: Locura y valentía.
Capítulo 66: Quiebre.
Capítulo 67: Pareja.
Capítulo 68: El almuerzo.
Capítulo 69: Confesiones.
Capítulo 70: Idénticos.
Capítulo 71: Amiga especial.
Capítulo 72: Pelea.
Capítulo 73: Relato de una traición.
Capítulo 74: ¿Qué?
Capítulo 75: La otra sirena.
Capítulo 76: Una pareja.
Capítulo 77: No.
Capítulo 78: Pollitas.
Capítulo 79: 21st Century Girls.
Capítulo 80: El baile.
Capítulo 81: Rojo.
Capítulo 82: Tarde.
Capítulo 83: El regreso.
Capítulo 84: Evidencia.
Capítulo 85: Cerrada
Capítulo 86: Intrusos.
Capítulo 87: La cámara nunca miente.
Capítulo 88: Encierro.
Capítulo 89: Un trato con el diablo.
Capítulo 90: Ventana.
Capítulo 91: Captura.
Capítulo 93: El camino hacia la redención nunca es fácil.
Capítulo 94: Tiempo libre.
Capítulo 95: Necesitada.
Capítulo 96: Momento, sirenas y lugar muy especial.
Capítulo 97: Decisiones y Oportunidad.
Capítulo 98: El eclipse.
Capítulo 99: Nuevos comienzos
Capítulo 100: Vuelta de tuerca.
Capítulo Extra: Lo que ocurrió después

Capítulo 92: Confiar o no confiar.

392 48 48
By AbbaLoveFics


Confiar o no confiar.

—¿Disculpa?

—¿Eres sordo o qué? —¡Oh, vamos, por favor! Reconocería este barco aunque estuviera a kilómetros de distancia (¿Cómo no hacerlo? Cuando el irónico «Research & Rescue Foundation» parecía estar riéndose de mí y de toda esta situación), porque era el medio de transporte por excelencia que Denman utilizó cuando estuvo de visita en la ciudad meses atrás y durante sus excursiones por la isla Mako y cuando, dicho sea de paso, casi se escapa con una muestra de nuestro ADN y con Lewis. ¡Esa bruja! —. Dije: quiero entregarme. Pésquenme o captúrenme o como sea que quieran llamarle. —repetí con firmeza, en caso de que la primera vez no hubiese sido lo bastante clara sobre mis intenciones.

Ante mi enérgica declaración, todo lo que atinó a hacer el secuaz número dos de Denman fue contemplarme de arriba abajo con ojos entrecerrados.

—No puedes estar aquí —dijo, con un tono un tanto severo y haciendo caso omiso de mis palabras anteriores—. Esta área está cerrada al público. Estamos… eh… trabajando. —agregó, dubitativo. Se percató de su error e intentó corregirlo: cruzar los brazos sobre su pecho, y sus músculos remarcados bajo la camisa que lo hacían asemejarse a un muro alto que no se dejaría traspasar con facilidad.

Tuvo el descaro de contemplarme de arriba abajo, rudo e insondable, como si yo fuese una especie de delincuente, una intrusa, que rompía las reglas del mar.

¿Trabajando? ¿Así es como le dice la doctora a la barbaridad que está cometiendo? Secuestrando, amenazando y engañando. No podía hablar por las chicas porque no sabía lo que podría estarles pasando en este momento (pero lo más seguro es que no era nada bueno) pero podía hablar por mí, por mi experiencia… personal y no había sido un paseo por el campo, sin duda. ¡Qué gran trabajo!

El sujeto no se inmutó en lo más mínimo cuando lo miré con una ceja en alto. No lo conocía en lo absoluto pero aparentaba estar tranquilo, en control de la situación, quizás un poco sorprendido y molesto por mí aparición, pero la expresión casi en blanco en su rostro no dejaba entrever demasiados detalles sobre su personalidad como para estar del todo segura.

—De todos modos, no puedes estar aquí. Este lugar está repleto de tiburones, te sugiero que regreses por donde viniste.

¿Acaso cree que no lo sé? Por favor.

Rodé los ojos y dejé escapar una bocanada de aire en un largo, largo suspiro de hastío y frustración, e ira. Exasperada e impaciente, sacudí una mano en el aire, en un gesto frívolo.

—Empecemos de nuevo, ¿Te parece? Genial —no esperé por una respuesta, negativa o positiva, solo seguí hablando sin detenerme. De alguna manera, me las ingenié para esbozar una amplia sonrisa que en realidad no sentía en lo más mínimo—. Acabo de recordar. Oh, mis modales. ¿Tú nombre es…? —me dirigí a él en un tono en extremo empalagoso y cursi, y lo hice con toda la intención del mundo... solo para provocar algo en él, de preferencia: molestar.

El "secuaz de Denman no identificado" me miró con recelo y tardó lo que me pareció una eternidad en responder una simple pregunta.

—Steve. —Soltó de mala gana, y al hacerlo pareció en extremo contrariado. Su rostro pareció agriarse. Era como si no quisiera proporcionarme aquel pedazo insignificante de información, o ninguna en lo absoluto.

—Steve, no hagas esto, por favor —le advertí, con un bufido saturado por una sensación de genuino hastío y cansancio, acumuladas durante horas y horas—. No finjas que no sabes de lo que estoy hablando —canturreé—. Ahórranos la molestia y el tiempo. —le dediqué una mirada significativa. Lenguaje no verbal, le dicen.

—No sé lo que tú...

Llegados a este punto fingir era ridículo. Aparte, estaba comenzando a enfadarme. Él lo sabía. Tenía esa mirada, tan característica, similar a Candy, similar a Nic:
«Oh, qué horror. ¿Qué es esa cosa que tengo frente a mí?».

Cuando vi la botella sobre la mesa, con un líquido incoloro en su interior, actué casi sin pensar: a través de mis manos, hice que la magia viajara y ocurriera.

Miré con satisfacción la reacción de Steve: sus ojos estaban fijos, casi hipnotizados, en el contenido glutinoso que brotaba desde la tapa de la botella en grandes cantidades y escurría hacia afuera de esta con toda la calma del mundo.

Mis poderes no impresionaban como lo hacían Emma, Cleo o Rikki con los suyos, pero contenían la cantidad suficiente de notoriedad como para no ser olvidados con facilidad (o, al menos, eso esperaba).

Al menos causó algo en Steve porque estaba tenso y estático y su boca se había cerrado como si le hubieran colocado cinta adhesiva, como si hubiese hecho estallar una bomba atómica, en lugar de tan solo alterar las moléculas del agua y, en términos simples, convertir el contenido en su interior en pegamento.

—¿Qué estás haciendo? —gruñó, después de unos segundos en silencio, con voz tensa y apretada.

—Presentándome. —le contesté, como si no fuese lo bastante obvio.

—No lo hagas más —dijo. Sus facciones se habían endurecido y su ceño estaba fruncido en profundidad. Hubo un momento de silencio durante el cual pareció lidiar con un gran conflicto. Dudaba y eso llamó mi atención—. Sé quién eres —soltó entonces, de mala gana. Miró la botella, el líquido desparramado sobre la madera y luego a mí, con ojos entrecerrados, luciendo poco impresionado pero no por ello menos perturbado—. Kayla Bennett.

—¡Bingo! —Aplaudí, satisfecha por haber obtenido una reacción. Bueno, bien, tal vez le estaba dando demasiado mérito, porque apuesto que solo me reconoció por aquella estúpida fotografía. Ladeé la cabeza a un lado y sonreí con astucia cuando el miró cualquier sitio menos a mí—. Estoy corta de paciencia así que si pudieras hacerlo fácil para mí y para ti y me dijeras dónde tienen a mis amigas, no te haré daño —la cabeza de Steve casi se torció cuando se giró con brusquedad para mirarme—. O, puedes tomar el camino difícil el cual es mantener la boca cerrada pero eso no me dejarás más opción que arrojarte por la borda y convertirte en comida de tiburones. Aparte, viste lo que acabo de hacerle al agua —le recordé—. Y puedo hacerte lo mismo a ti, si así lo deseara —bueno, estoy mintiendo allí, pero Steve no tiene que saberlo—. Tú elijes, pero hazlo sabiamente.

—¿Me estás... amenazando? —Parecía genuinamente ofendido e incrédulo por mi audacia.

—Sí —asentí y jamás había sido tan honesta como hasta ahora, sin inmutarme por el hecho de que era mucho más grande y fuerte que yo y hábil también. Lo cierto era que aunque no lo había planeado o no era mi intención sonar como lo hice, me di cuenta de que si llegaba a un punto dónde la ira y la desesperación se apoderarían de mí, no descartaría la idea de arrojarlo por la borda, o incluso usar mis poderes en su contra no me parecería tan descabellado. Si lo pensaba, arrojarlo a la mitad del océano no sería nada en comparación a alterar las moléculas de agua en su interior. El 70%, para ser más específica, pero sería un poco… extremo—. ¿Y bien, vas a hablar o no? Hazlo rápido no tengo todo el día. —Lo urgí.

Tic, tac.

— ¿Quién te crees que eres? —Oh, lo enfadé—. ¿Crees que puedes amenazarme? —Dio un paso hacia mí, amenazante, pero no sé acercó demasiado y me dio la impresión de que se estaba frenando, controlando, reprimiendo. Mi primer instinto fue repiquetear mis dedos a los costados de mi cuerpo.

—¿Qué vas a hacer, lastimarme? —lo miré con una ceja en alto. Tenía que jugar todas mis cartas, incluso si estas eran artificiales—. Inténtalo —lo alenté, moviendo los dedos a mis costados como si me preparara para sacar un arma (lo hacía).

¿Debería apuntar a su pierna, manos? ¿Qué… qué le harán con exactitud mis poderes?, ¿será doloroso? Tuve dudas y me di cuenta quizá demasiado tarde que ese había sido un grave error de mi parte, porque Steve tomó la oportunidad y se acercó peligrosamente hasta que estuve al alcance de su mano. Si hubiera querido me habría hecho una llave, si hubiera querido me habría sujetado, si hubiera querido pudo haberme golpeado.

La realidad era que pudo haber hecho cualquier cosa conmigo y yo no habría podido hacer nada para impedirlo. Era pequeña, era débil y ni siquiera sabía cuál era el alcance de mis poderes o si podrían serme útiles en una situación en la que mi vida correría peligro. Cuando miré sus manos y noté que eran enormes y se acercaban a mí y él era fuerte y yo era lo opuesto, me congelé.

De haberlo querido, él pudo haberse deshecho de mí con un solo movimiento de su mano. Lanzarme de un manotazo hasta Fidji.

—Tienes suerte —abrí los ojos de golpe y vi a Steve esbozar una sonrisa sardónica, casi divertida—… que hayamos recibido instrucciones de no tocarte.

—¿Qué? —lo miré, y pestañeé un par de veces con genuino desconcierto. Steve volvió a poner distancia entre nosotros. No hacía falta preguntar el ¿Quién? Sino el ¿Por qué?

Y Steve debió haber leído mi mente, o mi expresión me delató, o era más inteligente de lo que aparentaba. Sea como sea, no respondió, y en su lugar me miró con el desafío escrito en su rostro rígido y sudoroso. No iba a decirme nada, fue lo que interpreté.

—Ah, claro. No queremos dañar el producto, ¿no es así?

Una ira, antigua, contenida durante dos días y solo apaciguada tras largas caminatas, por idas y vueltas alrededor de la ciudad de oro, en una busca incansable y agotadora. Era como si estuviese emocionalmente entumecida, pero ahora la ira amenazaba con brotar, con derramarse y salpicar todo cuanto se encontrara a su alrededor.
Obstáculos.

Steve era uno de ellos.

—Si lo entiendes, vete a casa. No puedes hacer nada por tus amigas.

—Ohm… verás, Steve, no —le espeté. A pesar del miedo que experimenté hace unos segundos, algo más fuerte se abría paso—. Ninguno de ustedes me dirá qué demonios hacer —indignación—. Ya no. —furia.

Acto seguido, pasé por su lado con rapidez y Steve hizo amago de detenerme, pero su intento fue demasiado blando como para que pudiese tomarlo en serio.

—¡Oye, detente!

Por supuesto, lo ignoré.

Pasé de él y caminé por ese barco con rapidez, sin importarme que él fuese detrás de mí. Lo más probable era que estuviese recibiendo órdenes de Denman, o de mi padre, o de ambos; como sea, no importaba: aprovecharía esta oportunidad al máximo.

—No me obligues a lastimarte, niña. —tomó mi antebrazo y me giró, con una advertencia controlada escrita en su rostro. Miré con asco su mano encima de mí y me sacudí.

—¡Oh, por favor, Steve! —Chillé, hecha una furia—. ¿No se enojará Denman si descubriera que uno de sus lacayos desobedeció sus órdenes? Tú mismo lo dijiste: no pueden tocarme. Ahora, saca tus manos de encima de mí.

Por la forma en la que su boca se torció, formando una línea fina; impenetrable, insondable, lo supe…

—Ya tuve suficiente de esto —lo había hecho enojar—. ¿Querías reunirte con tus amigos? ¡Bien! Nadie dijo que no podía encerrarte con uno de ellos. —antes de que pudiera hacer algo para impedirlo, una mano se enroscó alrededor de mi antebrazo con fuerza.

—Ah.

Mi reacción fue instantánea.

Tal vez se debió al uso excesivo y cotidiano que le daba a mis poderes, a la cada vez más perfeccionada coordinación mano-concentración-poder, o… tal vez, fue una respuesta natural que desarrollé debido al ataque que recibí días atrás por el secuaz calvo y que me dejó alerta a cada toque.

No comprendí con exactitud lo que había hecho incluso cuando noté que Steve se había quedado muy quieto en su lugar y me miraba con los ojos abiertos como platos. Tartamudeó algo que no pude comprender y se alejó de mí, acunando su brazo.
—¡¿Qué… demonios me hiciste?! —bramó y las venas en los lados de su cara, enmarcaron su mirada de dolor.

No entendí lo que le había hecho porque desde mi posición, con Steve de costado protegiendo su extremidad era un tanto difícil ver porqué tanto drama; pero algo pasó porque el parecía estar sufriendo.
Sin embargo, al cabo de unos segundos dejó de gritar y soltó su brazo con lentitud, revelando… un brazo perfectamente normal y, en apariencia, funcional.

—Estaba… yo… —Steve respiró profundo, luciendo atónito.

¿Qué rayos?

Antes de que pudiese decir algo, alguien habló, provocando que volteáramos ante el sonido de pasos apresurados contra la madera.

—Pierdes tú tiempo. No están aquí. —ambos volteamos la cabeza para ver a la pareja de recién llegados. Estaba tan inmersa en la discusión, que ni siquiera escuché el motor de una lancha que se acercaba.

—¡Ayúdenme a retenerla, es peligrosa! —Steve ni siquiera intentaba ocultar su cólera y, para mi sorpresa, tampoco su terror. Miré mi mano, confundida. ¿Qué demonios le hice?

—¿Qué demonios le estabas haciendo? —todo pasó muy rápido: en un segundo, Zane estaba acercándose a nosotros, seguido de Nic y al siguiente le había dado un puñetazo a Steve que lo envió de cara al suelo. Solo pude ver su espalda, mientras se posicionaba de forma protectora frente a mí y enfrentaba a Steve, ocultándome tras su espalda—. Aléjate.

Aquella amenaza entró en un oído y salió por el otro, al menos para los oídos de Steve, porque no dio señales de haber comprendido, no con su rostro de cara al piso.

—Te excediste, Zane. —acusó Nic, mientras se agachaba ante el inconsciente Steve y comenzaba a examinarlo.

¿Eh?

—Bien, así estamos a mano. —soltó mi hermano, tajante y orgulloso como el solo.

—Parece estar bien, pero está inconsciente. —declaró Nic.

Justo entonces, Zane se volvió hacia mí.

—¿Estás bien? ¿Te hizo algo? —solo cuando apareció en mi campo visual y movió una mano frente a mi rostro, lo miré.

Era la pregunta más estúpida que me ha hecho, pensé. ¿Acaso luzco bien para ti, Zane? ¡¿Te parece que estoy bien?! ¡Nada está bien!

—¿Estás bien? —Zane me miró con cautela y sus manos se movieron a sus costados, dudoso.

Quería gritarle y reclamarle por… todo, incluso aunque no sabía de qué tanto del «todo» había formado parte. ¡¿Dónde rayos estuviste cuando Denman, mi padre y Greg me rodeaban como lobos acechando a una presa?! ¿Dónde estuviste cuando me encerraron, o cuando me interrogaron durante horas, cuando papá decidió mi futuro?

Era consciente de que no era el momento ni el lugar, pero al ver y registrar su rostro frente a mí con ¿preocupación, alivio, ambos? quería dejarlo salir todo (toda la ira, toda la frustración, todo el desengaño) porque era lo que estaba sintiendo, pero no lo hice. Porque Zane estaba aquí, e incluso golpeó a Steve como si de verdad le importara lo que pudiera haberme pasado. Desapareció pero se deshizo de él en cuestión de segundos, para ayudarme. Era extraño y confuso.

Sentí que había pasado una eternidad desde la última vez que vi al tonto de mi hermano mayor. No desde que mi padre descubrió mi secreto. No sabía cómo sentirme al respecto. Porque…

—¿Dónde están? —Zane lo sabía. No había manera de que no lo supiera.

—Están en la isla Mako.

—¿Desde cuándo?

—No estoy seguro… quizás…

—Más o menos media hora —intervino Nic—. No pueden escapar porque la gente de Denman cerró todas las salidas.

Y entonces, Nic compartió los detalles de la captura que él conocía. Denman y su gente esperaron hasta que las chicas entraran al estanque para cerrar la entrada submarina y las dejaron sin ninguna forma de escape cuando convirtieron la cueva y el estanque en su centro de operaciones. Me sentí enferma cuando Nic mencionó que tanto mi padre como Karl, eran los patrocinadores de la doctora. Su intención, como siempre habíamos temido desde que nos convertimos en sirenas, era experimentar, hacer pruebas y arruinar nuestras vidas.

Según Nic, él y Zane se escaparon con el fin de idear un plan para liberar a las chicas. Sonaba heroico y noble pero no podía creerles. Sí, Zane me salvó hace unos segundos y mentiría si no dijera que me aliviaba tenerlo cerca, pero no pude evitar pensar que esta era otra trampa de Denman. Quiero decir, tengo mis razones para pensarlo. Zane, mi padre, Karl, Denman y Nic se conocen. Y trabajaron juntos para lograr capturarnos. Estaba conversando con las personas involucradas con el secuestro y desaparición de mis mejores amigas. Uno de ellos era mi hermano y el otro mi ex. Este era un día de locos.

Ok, Kayla, piensa. ¿Qué vas a hacer, como las ayudarás? No puedo entrar por arriba porque me capturarían y sé que papá me obligará a subirme a ese avión, incluso atada a una silla. No, de verás, ¿qué voy a hacer? Tengo que idear un plan. Algo, alguien.

Es una lástima que no haya nadie en este momento en quien pueda confiar.

—Esto pasó por mi culpa. — miré a Zane con el ceño fruncido cuando comenzó a hablar con un tono que indicaba que se estaba lamentando.

—Cállate. —gruñí. Escuchar la palabra con D solo hacía que me doliera la cabeza.

—Kayla…

—¡No quiero escucharte! —insistí, pues no quería oír sus excusas. Para eso, escuchaba las mías. En este punto de mi vida, no tenía deseos de regodearme en la autocompasión. No gracias, porque sabía que el hoyo sería hondo y me costaría salir. Eso lo dejaría para después, cuando la tormenta amainara—. También es mi culpa. Y estoy tratando de arreglarlo así que no hagas eso… necesito… pensar.

—Quiero ayudar. —insistió y no pude evitar mirarlo con genuina irritación y recelo.

—¿Qué pasó con ser el gran cazador de sirenas o lo que sea?

—¡Eso ya no me importa! Lo digo en serio, Kayla, sé que metí la pata y quiero arreglarlo.

Miré a Zane durante unos breves y tensos segundos. Supongo que me pasé del tiempo considerado normal para lanzar miradas de comunicación gestual, porque

Nic, quien había permanecido en silencio, intervino, y parecía impaciente.

—Si vamos a hacerlo tiene que ser ahora. Antes de que él despierte.

—¿Tienes un plan? —le pregunté a Zane y era consciente de la mirada de Nic sobre mí, pero no tenía ganas de lidiar con Nic en este momento. O preguntarme por qué estaba aquí. No quería reunir todas las piezas del rompecabezas porque sabía que la pintura completa no me gustaría en lo más mínimo.

—Mi idea original era liberar a Lewis y rogar por su ayuda —vaya, me gustaría ver eso. Espera… ¿qué?—. Pero… Nic y yo podemos manejarlo.  ¿Y quién lo necesita, de todos modos?

—¿Lewis está aquí? —Inquirí, desconcertada y un poco molesta.

Creo que… me olvidé de él durante un segundo al estar tan concentrada en hallar a las chicas, ¡pero pudieron haber mencionado que estaba aquí!

—La doctora Denman ordenó que lo encerraran. —dijo Nic, con bastante seguridad en sus palabras, y lo miré con desconfianza.

¡¿Cómo?!

—¡Debiste decírmelo! —Le reclamé a Zane.

—Oye, oye, ni siquiera sabía que Lewis estaba encerrado aquí hasta que Nic me lo mencionó.

—Era más fácil de esa manera porque ellas no confiarían en nosotros. —dijo Nic, y cuando lo miré con un poco de atención, noté lo reflexivo y afligido que lucía, como si estuviera pensando en algo muy importante. Entonces los ojos de Nic se encontraron con los míos y hubo algo allí que hizo que apartara la mía con rapidez.

¿Estaba molesto conmigo porque le mentí, de nuevo?, Eso no parece tener mucho sentido. ¿Me odia pero aun así quiere ayudar? Eso suena a algo que haría Nic pero, ahora mismo, no quiero pensar en nada que no sea liberar a mis amigos.

—Tenemos que sacarlo —dije de inmediato, y fruncí el ceño cuando, por alguna razón que no pude comprender, mi hermano hizo una mueca de disgusto—. ¿Quieres que ponga toda mi confianza en ti, o no? —Inquirí, cruzándome de brazos—. Entonces demuéstramelo, Zane.

—Vamos.

~.~.~

No pueden imaginar el enorme alivio que experimenté, como si un peso hubiese sido quitado de mis hombros, cuando vi a mi amigo sano y salvo, una vez que Zane destrabó el seguro y él estuvo libre de la cárcel en la que se había convertido ese pequeño camarote. Zane dijo que entraría y lo sacaría el mismo, pero di un paso al frente y se lo impedí. Algo me decía que Lewis no estaría muy contento si lo primero que veía al ser liberado, era el rostro de mi hermano.

La razón era más o menos de suponer.

—¡Lewis!

—¡Kayla! —mi amigo chilló frenético, con su voz teñida en angustia. Lewis había estado sentado en la cama, cabizbajo y hombros caídos. Pero en cuanto me vio, se levantó de la cama de golpe y se precipitó hacia la puerta, con los ojos abiertos como platos. Estaba pálido—. Oh, cielos, ¿estás bien?, ¿y las chicas?, ¿ellas están bien? ¡Denman lo descubrió todo, lo siento, lo siento tanto! ¡Tiene cámaras submarinas! ¡No me di cuenta! ¡Debí saberlo! ¡Lo siento, lo siento! ¡Por ningún motivo deben ir a la Isla Mako, es una trampa!

Y culpable.

—Shh, shh, oye tranquilo —coloqué una mano sobre su hombro y ejercí una suave presión. Pero Lewis estaba absorto en decir tantas cosas al mismo tiempo que era incapaz de detenerse un segundo, cerrar la boca y escucharme—. ¡Lewis! —Insistí, sacudiendo su hombro—. Lewis —repetí—. ¡LEWIS, HEY! —sin pensarlo dos veces, tomé su rostro entre mis manos y palmeé sus mejillas con toda la fuerza que pude reunir, tanto para hacerlo entrar en cordura como para reprimir el impulso de darle una bofetada. Y funcionó, porque se calló de inmediato con sus ojos abiertos como platos en una expresión de muda sorpresa y su boca formó una línea—. Vamos a arreglar esto, ¿bien? —le dije, más tranquila, soltándolo—. Todo va a estar bien —le aseguré aunque… no estaba cerca de estar segura de aquello… ni un poco—. Nada de esto es tú culpa, en todo caso, sería mía. —Reflexioné.

—Está bien —Lewis asintió un par de veces lleno de motivación pero luego hizo una pausa, ladeó la cabeza y me miró confundido—. Espera, ¿qué, que quieres decir? —antes de poder ofrecerle alguna clase de explicación, mi amigo encontró mucho más interesante mirar algo (o a alguien) por encima de mi cabeza y al hacerlo, su mirada se endureció—. Sabía que estabas involucrado. —en su tono de voz no había más que desprecio, una acusación y genuina indignación dirigida en contra de mi hermano.

Zane alzó las manos al frente, como si estuviera defendiéndose de un golpe que aún no había llegado.

—Yo…

—Queremos ayudar. —interrumpió Nic, como si eso bastara para detener la naciente inclinación al lado oscuro que adquirió mi amigo.

—Ya hiciste suficiente —espetó Lewis y me dio la impresión que había pasado algo entre Lewis y Nic, porque la mirada que le dedicó mi amigo era de… rencor—. Ambos.

—Lo digo en serio —detecté la desesperación en los ojos oscuros de mi hermano. Remordimiento, culpa… temor—. Es mi culpa, lo sé —admitió, los ojos negros enfrentándose a los azules y no apartándolos ni por un segundo—. Lo siento —dijo y hubo un silencio general, escéptico e incrédulo que bañó todo el ambiente. Esto era algo… Esta podría ser la primera vez que mi hermano se disculpaba por algo… y parecía genuino. Porque no estaba usando su encanto habitual para engatusar chicas y tampoco sacaba un beneficio de todo esto, al contrario—. Sé que ahora no tienen ninguna razón para confiar en mí, pero...

Lewis soltó una carcajada que distaba mucho de contener humor.

—Si hubiera un premio por recalcar lo obvio, tú lo ganarías, Zane —la mirada que le dedicó mi amigo fue de odio puro y genuino. Jamás había visto a Lewis tan enfadado. Sus manos estaban apretadas formando puños y sus ojos eran afilados—. Eres una basura y siempre lo fuiste. —y su lengua contenía veneno.

Zane tragó saliva y durante unos segundos permitió que la frase de Lewis flotara en el aire como música indeseada pero necesaria, permitió que cayera sobre él y calara hondo.

En cualquier otra situación Zane la habría devuelto el golpe de las palabras de Lewis con palabras más fuertes, con manos más agresivas y con acciones más infantiles. No lo hizo y eso hablaba de lo mucho que no quería volver a arruinarlo.

Pero seguía siendo Zane y no se iba a doblegar con tanta facilidad.

—Mira, hice algo muy estúpido, lo sé —dijo, con un tono severo y casi de mala gana. Como si no quisiera tener que darle más explicaciones a Lewis, de todas las personas—. Pero ahora mismo las chicas están en grave peligro y quiero ayudarlos. ¿Está bien?

—Zane —comencé a decir, mientras me incorporaba. Había tomado mi decisión pero no podía deshacerme de la sensación extraña que experimenté al estar colaborando con las personas que estaban de parte de los malos—. Si nos traicionas…

—No lo haré. —soltó de inmediato.

—Si lo haces —continúe, como si él nunca hubiese abierto la boca—. Yo misma me encargaré de hacerte pagar. Soy capaz de hacerlo. —y aproveché para dedicarle una mirada breve pero significativa a Nic.
Si traicionas a las sirenas, la pagarás.

—¿Estás segura de esto? —me preguntó Lewis en un murmullo, para que solo yo fuese capaz de oírlo.

Ahora mismo no estaba segura de nada. Solo estaba… escogiendo la opción menos mala. Bueno, en realidad no tenía ninguna opción.

—Vamos.

Con Lewis, intercambiamos una mirada de complicidad. Zane parecía genuino y culpable. Y si queríamos salvar a las chicas, más nos valía darnos prisa.

Más tarde, una vez que este día terrible terminara, pensaría en las consecuencias de mis decisiones y esta, de todas las que tomaría, sería la última cosa de la que me arrepentiría.

~.~.~

Este episodio no tiene tanta acción, es más de transición y no es mi favorito ya que lo hice un poco apurada porque eh... Borré por accidente el capítulo y tuve que rehacerlo eeeh pero quería publicar entonces salió esto.
Zane ayudó a su hermana y mucha falta que le hacía a la niña. Nic también está ayudando pero está actuando un poco raro, no creen?
Qué opinan del capítulo? Quiero sus opiniones por favor!! 🙏
En fin!
Espero que al menos haya sido entretenido!
Nos leemos pronto!
Xoxoxo
Voy a dormir.

Continue Reading

You'll Also Like

791K 53.6K 36
Cuando Juliet Weasley le comenta a la gente quiénes son sus padres, ellos no pueden creer lo que sus oídos oyen. Todos los Weasley son pelirrojos, pe...
767 25 3
Emily Salvatore, se marcha de Mystic Falls, junto con sus hermanos a Beacon Hills en busca del nuevo Alfa Derek Hale, para pedirle ayuda al ser una...
4.3K 233 6
𝑒𝑠𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑒𝑠 𝑔𝑢𝑠𝑡𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑎 ℎ𝑖𝑠𝑡𝑜𝑟𝑖𝑎
106K 8.7K 30
Mérope y Deneb Black son los hijos de Regulus Black. En su sexto año en Hogwarts deberán enfrentarse al retorno del Señor Oscuro, a su familia y a sí...