𝑻𝒂𝒍𝒌 𝒕𝒐 𝑴𝒆 ꔫ [2Yeon]

Jeonniemoon द्वारा

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"Im Nayeon es una estudiante universitaria que pretende que odia las clases de filosofía, pero por supuesto q... अधिक

Sinopsis
Prólogo
1: "Fingiendo"
3: "Coincidir"
4: "Incomparable"
5: "Demostraciones"
6: "Pronto"

2: "Excepción"

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Jeonniemoon द्वारा

Advertencia de esta autora: Recuerda que este fanfict es estrictamente 2Yeon, la siguiente escena solo pretende ser una mera formalidad que ayudará al proceso de desarrollo de esta historia, así que por favor no me funes (siempre puedes abandonar la lectura) y/o pretendas que persista la pareja, porque nada de eso sucederá en esta historia.
Tu solo concéntrate en la trama y admira lo positivo: Yoo Jeongyeon siendo la diosa de todo el capítulo, de todo el libro, de la jodida vida, bye.


Las tres mujeres se miraron entre sí, con nerviosismo e incomodidad latente, después de que la tímida menor las unió en su cita sin explicación alguna, justo a la hora del almuerzo.

—Es Myoui Mina, profesora de literatura en esta universidad y mi esposa. —Musitó Son Chaeyoung, luchando con su habitual timidez y Jeongyeon abrió la boca, analizando sus palabras antes de decir cualquier estupidez que pudiera incomodar a las mujeres frente a ella.

¿Porqué diablos tenía que ser tan incómodo presentar a tu propia pareja? Por supuesto que no debía ser así, eso era culpa de los estúpidos estereotipos impuestos por la homofóbica, xenofóba y cruel sociedad en la que vivían.

—Es un placer, Yoo Jeongyeon. —Musitó la coreana mayor, alejándo los análisis inútiles y apresurándose a extender su mano a la colega presente, la cual ya tenía de vista desde hacía algunos años, y quien evidentemente se trataba de una mujer extranjera.

—Myoui Mina. Es un placer profesora Yoo, Chaeyoung habla mucho sobre su amistad. —Habló la joven mujer de corto cabello por los hombros y Jeongyeon se deslumbró con la suavidad y la dulzura de su voz y sonrisa. La mujer era dulce como un pan.

—Oh, espero que no se haya quejado demasiado de mis terribles cambios de humor repetinos. —Se burló la castaña mujer, haciendo reír a la tierna parejilla joven.

Era una verdad. Nunca existía la oportunidad para que una acentada pareja de personas de igual sexo pudieran presentarse cómodamente, y sabía que era la culpa de esa jodida sociedad y obstinada cultura en la que vivían. Pero en su neurosis y psicosis, Jeongyeon era la menos indicada para alentar ese inútil e irracional patrón que exhiliaba a los que pensaban y elegían ideas diferentes en su vida.

Además, en ese preciso instante era la menos indicada para juzgar a nadie absolutamente, no desde la aparición de Im Nayeon en su vida.

Ahg, ese nombre era un jodido pecado que la remontada a la oscuridad de esos cálidos ojos suyos y de esa sonrisa hermosa en su simpática particularidad de dientes sobresalientes.

—Espero que puedan conocerse y llevarse muy bien. —Habló Son, una vez las desconocidas se apartaron del saludo.

—Oh cielos, ya debo ir con mi clase. Será un placer recibirla en casa uno de estos días profesora Yoo. —Señaló la linda y agradable Myoui Mina, quien dejó un beso sobre la mejilla de Son como saludo. La joven coreana le correspondió con una sonrisa que Jeongyeon no pudo dejar de atender con completa admiración.

—Muchas gracias por confiar en mí. —Musitó Jeongyeon, cuando la japonesa abandonó la sala para presenciar su próxima clase y las dejó a solas como era una costumbre.

—Supongo que ya era hora de ser completamente honesta contigo, lo único que me importa es que no te sientas incómoda con mi modo de omitir ciertos temas de conversación. Ahora entenderás porqué no tengo demasiado que agregar sobre tu particular relación heterosexual, Jeongyeon-ssi. —Se sonrió Chaeyoung, haciendo reír a la mayor, quien no pudo evitar sentirse apenada.

—Cielos, lamento haberte incomodado con mis estúpidas preguntas Chaeyoung-ah. Cuando dijiste que estabas casada, supuse que eras demasiado tímida para decir tu opinión, no pensé en...

—En realidad, intento ser reservada con mi vida privada unnie. Si acaso alguien quisiera saber, no tendría ningún problema en decir la verdad. Adoro a mi esposa y soy completamente feliz con mi vida como es, pero comprenderás que prefiero mantenernos al resguardo de miradas prejuiciosas y de reprobación en general. —Determinó Son, con una seriedad que tomo a la mayor verdaderamente desprevenida. En pocas palabras, su joven amiga estaba cuidado del ser que amaba.

—Y es tan comprensible. Discúlpame una vez más por ser tan insistente y orillarte a-a... —Tartamudeó la mayor. Chaeyoung sonrió con pasividad.

—En realidad, Jeongyeon-ssi, mi esposa estaba encantada con la idea de conocerte. —Sonrió la menor —Tanto que hasta me provocó celos.

—¡Pero Son Chaeyoung! —Le regañó Jeongyeon un tanto escandalizada y otro tanto halagada por el interés en ese par.

—En realidad, ella me celaba de ti y necesitaba, ya sabes, aclarar esta situación para que ella se sintiera segura de que no estoy ocultándo nuestras amistad. —Admitió Chaeyoung y supo que hablaba muy en serio.

—Eso es muy responsable de tu parte. —Alentó Jeongyeon, sentándose a su lado.

—Ahora, respecto aquella vez que hablamos —Comentó tímidamente, Son deseando darle una respuesta definitiva a su compañera —Ya sabes que estás invitada cenar cuando lo desees. —Se alegró de poder decir, después de llevar más de un año de conocerse en su relación de amistad.

A lo largo de su carrera, Yoo había ganado muchos conocidos, pero amistades muy pocas. ¿Motivos? No lo sabía con claridad, un poco de desagrado, otro poco de envidia, pero no siempre había logrado una relación estable de verdadera amistad con otros profesores.

Casi siempre los hombres se acercaban a ella con las intenciones incorrectas, y las mujeres, siempre tendían a competir por un prestigio que ella había ganado limpiamente, aún cuando siquiera pretendía competir con nadie absolutamente.

Son Chaeyoung había llegado para ser la excepción a esa mala proporción en su vida, y estaba agradecida por su llegada.

Ah, y Park Jimin, quien esperaba de ella lo impensable, pero ese era otro asunto que no tenía ánimos de analizar en ese momento.

—Muchas gracias, por confiar en mí y compartir tu felicidad conmigo, Chaeyoung-ah —Sonrió Jeongyeon, viendo como la profesora Son se preparaba para dejar la sala con esa radiante sonrisa. Parecía estar más tranquila y segura después de que presentó a su esposa.

—No es nada. Ah, y unnie... —Habló al descubrir que eran las únicas en la habitación —Si de algo te sirve mi opinión, solo puedo agregar que si lo que realmente deseas es estar cerca del profesor Park, no deberías rendirte. "Quien persevera, triunfa" dijo mi esposa, cuando decidió que debía aceptar mi propuesta de matrimonio. —Musitó Son con una sonrisa conforme y Jeongyeon le devolvió una sonrisa más animada.

Quien persevera, triunfa Yoo Jeongyeon.

Las luces estaban bajas, el apartamento prácticamente se encontraba a oscuras, tan solo iluminado por el lumbre de unas cuantas velas que aclaraban su visión.

El hombre arrugó la nariz ante esa extraña ambientación pues, eso no pretendía ser nada bueno. La sensual música abrazaba el espacio y se extrañó, e incluso, se incomodó con su explícita letra, cuando se recordó de cerrar la puerta completamente, una vez se había quedado allí, expectante.

—¿R & B? —Indentificó el matemático adentrándose en su apartamento compartido, extrañado con el inesperado recibimiento.

De acuerdo, era cinismo si admitía que era constantemente consciente de que ella estaba allí pues, la mayor parte del tiempo ella era tan tranquila y silenciosa, que la idea de que se hubiera puesto a oír música ya era raro para él. No porque le molestase, sino que, mayormente quien ponía alguna sinfónica para hacer fluir a la creatividad, era él.

Jeongyeon era quien habitualmente preparaba las comidas de la casa, y por propia decisión, ya que él solía ser un fiasco para cualquier actividad culinaria, pero luego ambos se ocupaban de mantener el orden en general, por lo que ser recibido por el aroma de comida recién hecha no era especialmente raro. Pero por más de que decidía poner el beneficio de la duda deseando no anticipar nada, podía percibir el cometido de tal ambientación, aunque solo quería engañarse y creer que se había cortado el suministro eléctrico y que su esposa intentaba sobrellevar el problema, incluso siendo consciente de que en el resto del edificio el servicio de electricidad estuviera en perfecto estado.

Dio algunos pasos lejos de sus zapatos en el umbral, donde también dejó el portapapeles y sus ropas de abrigo, y aún extrañado, se dirigió hacia la isla del comedor.

Ese aroma llegó a él y tragó con naturalidad. Se había acostumbrado a su perfume, era suave, floral, adaptable y tan amable, como ella lo fue desde la primera cita cuando, en medio de la agradable relación de amistad que habían creado, le pidió matrimonio y le presentó su acuerdo con lujo de detalles.

¿Acaso algo había cambiado entre los dos desde entonces, y que él había estado ignorando? Se preguntó Park, incredulamente.

—Profesor Park, buenas noches. —Le saludó ella con un asentimiento y reconoció su sonrisa tímida e inocente, al pasar junto a él para terminar de servir la mesa para la cena.

—¿Jeongyeon-ssi? —Musitó Jimin con la voz pastosa, cuando analizó su apariencia deslumbrante.

La boca se le secó cuando la recorrió con recelo. ¿En qué diablos estaba pensando cuando creyó que cualquier mujer tendría piedad de su débil voluntad? Por supuesto que su esposa no iba a ser la excepción, confirmó el hombre ante su aparición.

Park la recorrió completamente pasmado y con sus ojos indiscretos. Incontenible, no pudo dejar de analizar los detalles y las transparencias en sus prendas de color negro. Ella era preciosa y sin duda, mucho más de lo que él deseaba asumir.

—¿Vienes hambriento? ¿Deseas cenar, ya? —Preguntó con una sonrisa amable que pretendía seguir siendo inocente. Esos ojos tímidos y descontracturados lo desconcertaron un poco más, al verse tan segura en su promiscuidad campante.

Park asintió, incapaz de rechazar la oferta o siquiera omitir palabra alguna, quizás con temor de arruinar su genuina amabilidad, que era lo único que podía reconocer en la mujer con la que había estado conviviendo durante los últimos años en completa armonía.

Tenía dos años casado con esa mujer, dos años en los que la seguridad de su inicial acuerdo nupcial lo había liberado de la tentación de las lujurias del mundo, y el anillo lo apartó de las garras de las demás mujeres. Todo aquello le había asegurado que ya no volvería a sentirse una especie de fantasía y posesión de féminas hermosas que solo lo querían para tomarlo, utilizarlo y desecharlo como un objetos reciclable, y le garantizaba lo que él pretendía que era la mejor parte de una relación.

¿Acaso era realmente necesario romper con su maravilloso acuerdo, para cruzar un par de límites inútiles?

Jimin se tensó cuando la vio dirigírsele con toda su agradable naturalidad, como si no estuviera esperándole con la típica escena que casi siempre culminaba entre sábanas compartidas. El hombre suspiró, desanimado, indignado por la decisión de su esposa por romper con su acuerdo tan alevosamente. Ella estaba arruinando toda su increíble teoría con su cambio de actitud en lo que duraba una cena.

Sus ojos la recorrieron por centésima vez. La idea de no compartir la habitación había sido precisamente, para no tener que lidiar con la tentación que ella pudiera provocarle al tener que verla con poca ropa, al sentir sus aromas y su calor de mujer. Quien ignora, no codicia ¿o no? Pero para ella había sido sino tan sencillo quebrantar con todos los puntos de su acuerdo en una estúpida cena, una de las tantas que ya habían compartido durante los últimos dos años y que no se comparaba para nada con ese ambiente amigable y reconfortante de siempre, ahora su lujuria se podía percibir en el aire como la niebla invisibilizando la autopista por las frías noches de invierno.

Jeongyeon era una excelente cocinera, tenía manías hasta para preparar la mesa y para comer. Era completamente maravillosa e interesante en muchísimo aspectos, pero su interés iba mucho más allá del mero deseo sexual y sentimental que pudiera obtener de ella. Jimin quería una compañera para compartir la soledad, que no deseara irse cuando la euforia de la pasión se enfríe y los sentimientos se acaben provocando un dolor profundo y oscuro, pretendía hacer un vínculo con su esposa, que durase para toda la vida y no sólo lo que duraba un acostón, quería mucho más que eso, ¿Acaso era tan imposible?

El hombre parpadeó con incredulidad ante sus increíbles esfuerzos, por supuesto que podía verlos claramente, estaba seduciéndolo con ese conjunto de dormir que la cubría hasta los talones pero que descubría demasiado en sus transparencias y bordados, especialmente para sus ojos. Park tragó cuando huyó de esos rasgados ojos maquillados con elegancia, de su boca atractiva, de su cuello descubierto y de, más debajo de su cuello en donde parecía intensificarse su perfume.

Mentiría si dijera que no la encontraba atractiva, porque lo era a simple vista, pero había encontrado mucho más en ella que admirar y que valorar que todo su atractivo físico. Yoo Jeongyeon era una de sus compañeras más inteligentes y decentes. En ese agradable carisma que encantaba a quien le conociera, encontró cualidades en ella que no todos podían descubrir fácilmente debajo de su habitual rigurosidad a la hora de ejercer su trabajo. Ella encantaba con sus manías y costumbres, con su excelente gusto para la música, el arte y la decoración, vaya, había mucho para decir de ella y que había conocido con el lento y tranquilo paso del tiempo a su lado.

Estaba pasmado y la reacción no llegaba a su mente, ¿Cómo podía detenerla? ¿Deseaba detenerla realmente? El rubor se extendió por su rostro cuando ella rió ante una de sus trémulas respuestas y acarició uno de sus muslos con una de sus finas manos de mujer, como si lo que hacía fuera completamente normal entre ellos.

Park tomó su mano con la suya intentando detenerla y ella le miró con esos ojos vivaces. Diablos, ¿Cómo podía resistirse a esa mirada atractiva? Tragó la resequedad de su garganta ahora a causa de los pocos tragos de vino que había alcanzado a beber, y no pudo divisar el instante en el que ella se acercó demasiado, con ese rostro angelical, con ese cabello que olía siempre tan bien y esa apariencia sensual e irresistible, definitivamente esperaba cualquier cosa de parte de Yoo Jeongyeon, cualquier cosa excepto que lo sudujera como si no supiera los motivos de su acuerdo inicial.

—Cuéntame sobre tu clase de hoy... —Musitó ella con naturalidad, como si fuera una cena casual, trabajando en crear la ilusión de ese ambiente tan controversial.

¿Cuándo había acercado tanto su silla, que podía sentir el calor de su cuerpo? ¿Cuánto le tomó estar así de cerca del suyo? Jimin apartó la mirada de ese pecado hecho mujer y sonrió tremulamente para no perder su cordialidad.

—Mi clase fue... fue-e... —Titubeó cuando ella comenzó a deslizar el abrigo que aún lo cubría y autoanalizó cuál debería de ser su reacción. Diablos estaba tan confundido, no estaba enfrentando la apasionada actitud de cualquier mujer que pudiera rechazar, ella era su esposa y su mejor amiga también.

—¿Cómo fue? Dime... —Consultó con ese sensual tono de voz, cuando comenzó a desprender los botones de su camisa a cuadros. Jimin comenzó a perder el aliento con una rapidez incontenible.

—Oh cielos, Jeongyeon-ssi... —Respondió cuando la atractiva mujer deslizaba sus cálidos labios contra su pecho muy marcado, aún no siendo del todo consciente de lo cerca que estaba de su esposo por primera vez, después de dos años de relación.

Jimin perdió la lucidez por un mínimo instante, sumergido en el aroma de su perfume floral, percibiendo cuanto agradaba con la idea de volver a sentir ese contacto con una hermosa mujer.

—Bésame. —Ordenó con esa voz tan grave y Park no pudo resistirse ante ese pedido. ¿Cómo podría?

La hermosa mujer extendió el apoyo de sus manos sobre sus muslos para acabar con la distancia, invadiéndolo con su boca deseosa de un poco de contacto, suplicante de caricias, deseosa de corromper su resistencia, de volverse parte de sus sentidos, de romper con la distancia que los apartaba cada vez más y más.

Park se tomó del sedoso largo de su cabello suelto, cuando correspondió con ardor al exigente llamado de su boca y ella aprobó su respuesta, haciéndose un lugar entre sus piernas para recibir la recompensa de su perseverancia. El hombre no tardó en gemir contra esos labios y en decidir recorrerla desde sus muslos con sus grandes manos, hasta encontrarse con su cintura desde donde ciñó el acercamiento, para poder sentirla contra su cuerpo desbordante de deseo por él.

Un deseo que podía ser muy fugaz.

Eso fue suficiente para penetrar en su conciencia. Ella lo dejaría después de descubrir lo poco que valía su relación si la basaban en sexo. Aturdido, Park meció la cabeza como muestra de negación y resistencia a la tentación que le representaba su esposa, antes de que pudieran arruinarlo todo por completo.

—Lo-lo siento... —Jadeó falto de aire y recuperando la lucidez, una vez se ponía en pie, para apartarse de su caliente agarre, de su atractivo cuerpo, de su deliciosa fricción —Lo siento Jeongyeon-ssi, pero no-no-no puedo hacerlo. —Musitó el hombre negándose a verla a los ojos ante la humillación que estaba seguro, significaría para ella su inminente rechazo.

Jeongyeon se volteó ante el sencillo modo en el que se apartó de su agarre, como si todo en ella le provocara repelo, como si no fuera suficiente que estuviera ofreciéndose como una cualquiera para que la tomara como mejor le pareciera ¿Acaso ella no era suficiente? Se apoyó contra el respaldo de una silla, cubriéndose como si hubiera caído en cuenta de lo expuesta que estaba absurdamente, una vez oyó cerrarse la puerta de la habitación de Park y recordó porqué no siempre deseaba regresar a casa.

A partir de esa noche, estaba segura de que no desearía regresar más.

Sus labios temblaron, su garganta se contrajo, su pecho se oprimió y sintió náuseas, de pánico, de amargura, de desaliento. ¿Acaso esa sería siempre su vida? ¿Una en la que, lo que no podría tener en realidad, solo lo obtendría en sus sueños? ¿En la que debería alimentarse de halagos ajenos y fantasías de madrugada? ¿Una en donde la soledad fuera su única compañía por las noches frías?

Meció la cabeza, negándose con todo su cuerpo y mente a aceptar esa ridícula condición, mientras se disponía a levantar la mesa, cuando uno de los platos de porcelana cayó de entre sus manos y el estruendo al estrellarse contra el suelo estremeció todo su cuerpo, simulando lo que sucedía en su profundo interior mientras su corazón se quebrantaba en miles de trozos inservibles.

Cruzó las manos contra su estómago y lloró, ya despreocupada por cubrirse o por ocultarse.

Diablos, debía dejar de intentarlo y de llorar en su miserable soledad, en la oscuridad del apartamento en donde vivía con un hombre que no la deseaba del modo que ella esperaba, que no la amaba y que al parecer no tenía pensado hacerlo jamás.

Debía buscar una respuesta definitiva, priorizarse un poco, o terminar con toda esa estúpida fantasía que acabaría por destrozarle su marchitado corazón que aún tenía tantas ganas de sentir.

La observó por sobre sus pestañas un tanto preocupada y otro tanto extrañada.

La agresión de sus movimientos, del exceso de maquillaje que tenía como cometido camuflar un mal semblante, de un decaído estado de ánimo. Esa noche estaba más rigurosa y estricta que de costumbre y no podía dejar de preguntarse porque o a causa de quien, ¿Quién demonios se había atrevido a quebrantar el estado de ánimo de su hermosa profesora Yoo?

Esperaba que el imbécil de su esposo no fuera el contribuyente principal, aunque no le sorprendería si ese fuera el caso pues, muy a su parecer los hombres eran sinónimo de problemas.

La joven esperó pacientemente que todos sus compañeros fueran abandonando el aula, guardando sus pertenencias lentamente para no levantar sospechas, después de dirigir un saludo amigable a Jihyo y Sana, quienes ya no perdían su tiempo con esperarla.

—¿Qué haces ahí viendo? Vete, la clase ya terminó. —Determinó la grave voz de aquella mujer, quien no se molestó en dirigirle su preciosa mirada, desde la última vez que hablaron más de dos palabras.

—¿Está enferma? —Consultó Nayeon al fin, su inquietud.

—¿Discúlpame? —Replicó la profesora con su habitual prepotencia.

—Claro que sí la disculpo. —Intentó bromear la menor. Jeongyeon correspondió a su pésimo sentido del humor con un gruñido. —Se ve muy mal...

—Eso no es de tu incumbencia. ¿Cuándo rayos vas a aprender a no meterte en asuntos que no te incumben, Im? —Replicó la mujer, negándose rotundamente a darle demasiada atención.

—Oh, estoy siendo el foco de su descargue, ya lo veo... —Lamentó Nayeon, no pudiendo evitar que se notase su desánimo al respecto.

—Largo. —Ladró la mayor en su respuesta, terminando de analizar los informes que había pedido para poder regresar a casa.

—Si no está enferma, tiene que ser sobre algo más, ¿Necesita hablar? —Insistió la joven, quien parecía evitar la palabra "limite" en su vocabulario.

—Basta. —Se crespó la profesora, intentando contener su creciente enojo.

—¿Es sobre su esposo? —Agregó Nayeon a su insistente búsqueda de información.

—¡Lárgate! —Exclamó con esa alta voz, que no pretendía ser tan agresiva, pero que la abandonó sin que siquiera pudiera asimilarlo y que propagó un estruendo en toda la habitación.

—De acuerdo. Entiendo. —Nayeon se atrevió a murmurar ante la amenazante mirada agresiva de aquella atractiva mujer que, mayormente se veía inquebrantable, hasta ese día.

—Perfecto. —Respondió entre sus labios firmes, antes de regresar su atención en la revisión de los informes grupales que había recibido durante la clase, si sentir remordimiento alguno por su estallido de impaciencia.

—¿Puedo, hacerle una última consulta antes de irme? —Asomó Nayeon.

—¿Tengo opción? —Ironizó, evidenciando su inconformidad.

—Déjeme... —Dudó Nayeon ante esos inconvenientes deseos de jugar con los límites de su profesora. Pero aunque lo analizó durante un pequeño instante, no se pudo contener a hacer el comentario. —De-dejeme decirle que, aunque haya sido la peor clase en lo que va del semestre, no deja de verse tan espectacular como siempre, profesora Yoo. —Musitó la castaña con aquel desbordante deseo de jugar a ese peligroso juego de tira y afloje que deslocolcaba tanto a la mayor.

¿Cómo lo lograba? Quiso saber Jeongyeon quién se contuvo de no lanzar un suspiro al oír su comentario. ¿Cómo podía desenfocar sus sentidos con tanta facilidad?

Pero en cambio, Nayeon solo obtuvo un vergonzoso silencio que pretendía hacerla sentir avergonzada o quizás, decepcionada.

—Ojalá que tenga buenas noches, profesora Yoo. —Deseó Nayeon con evidente desánimo, antes de dar una breve reverencia y encaminarse hacia la puerta de salida.

—Im. —Irrumpió aquella peligrosa voz en el silencio, la única voz que podría detener los insoportables deseos que siempre tenía, de dejar el inmenso recinto de la universidad.

Nayeon se mantuvo inerte casi llegando a la puerta, cuando la oyó en su llamado y su corazón se aceleró ante la expectativa de lo que sea que fuera a decirle su adorada profesora Yoo.

—¿Si profesora? —Se obligó a responder ante la ansiedad que le provocó el que no hubiera dicho nada, aún después de detenerla.

—Lamento haberte gritado. También deseo que tengas buenas noches y que disfrutes de tu fin de semana. —Musitó la mujer con ese inigualable grave en su voz, que no hacía más que provocar que todas las células de su cuerpo enloquezcan en unánime acuerdo.

—Deseo mucho más que buenas noches para usted, profesora Yoo. —Musitó Nayeon, sin siquiera preocuparse por como pudiera llegar a ser recibido aquel comentario.

—De verdad no representa un problema para ti toda esa osadía, ¿verdad Im? —Desestimó Yoo, con impotencia oculta en su desagrado.

—Está más intolerante que de costumbre, y hasta me arriesgo a mencionar que un poco agresiva...

—¿Agresiva? —Gruñó Jeongyeon con incredulidad.

—Jamás había alzado la voz antes. Es atracativa hasta cuando está molesta como el demonio. —En su inconsciencia, Jeongyeon deseaba saber si realmente lo decía porque era lo que pensaba o si había un cometido detrás de sus palabras.

—Ya basta Im, ¿Porqué tienes que ser tan exasperante? —Se quejó entonces la mayor, luego de azotar el bolígrafo contra los papeles en su mano, como muestra de su impaciencia.

—¿La exaspero con la verdad? —Preguntó Nayeon, pretendiendo presumir lo que sentía genuinamente.

—Lo que me exaspera es tu constante atrevimiento, alumna. —Insistió, al señalar la puerta con su bolígrafo —Por favor, ya retírate.

—En realidad, ahora que lo pienso mejor, me gustaría hacerle compañía. —Musitó adentrándose unos pasos.

—No creo que estés tan ciega como para no poder ver que no pretendo ser la afortunada en obtener de tu compañía Im, pero te agradezco. —Le detuvo Jeongyeon, comenzando a acomodar sus pertenencias.

Nayeon comenzó exasperarse pues, estaba perdiendo una valiosa oportunidad para acercarse a ella un poco más.

—¿Porqué está tan molesta? —Comentó Nayeon, al ignorar sus ironías y atender a sus acciones muy bruscas.

—¿Porqué eres tan insistente?  —Masculló de inmediato, sin poder contener su intolerancia.

—Porque puedo, porque quiero, porque me interesa y sé que lo sabe muy bien. —Presumió la joven, con una sonrisa pacífica.

—¿Qué rayos podría interesarte tanto sobre mi? —Reprobó la profesora, meciendo la cabeza mientras organizaba su bolsa y su portapapeles. Nayeon en cambio, no pretendía perderse ni una sola de sus acciones.

—Usted no se imagina todo lo que deseo saber sobre usted, profesora. —Musitó Nayeon, con aquel tórrido tono en su voz atendiendo a su atuendo más profundamente.

La suave tela de su blanca blusa entallada, su falda color verde inglés que combinaba muy bien con su abrigo color manteca y esas medias oscuras, las cuales pretendían sacar todo el provecho del largo en sus piernas, al igual que sus tacones. Nayeon removió la cabeza como en reiteradas ocasiones en las que presenciaba su clase, debía poder dejar de fantasear de ese modo tan perverso.

—Es lo que pretendo saber en este preciso momento, Nayeon. —Lanzó casi que de inmediato.

—Diablos profesora Yoo, ¿se ha dado cuenta de eso? Estoy siendo muy afortunada hoy. —Festejó la chica, con aquella expresión más animada.

—¿De qué hablas? —Refutó la mayor, ahora fastidiada de reconocer la admiración en el mero tono de su voz.

—Es la primera vez desde que la conozco que me llama por mi nombre.

Jeongyeon se incomodó ante el atractivo e insistente llamado de esa mirada coqueta y ardorosa, y nuevamente se obligó a contener el aliento al hallar esa deliciosa admiración. ¿Qué es lo que quería? ¿Qué era lo que realmente esperaba de ella?

—Dime que quieres. —Irrumpió su voz, en el silencio que se creó ante el debate a sangre fría que iniciaron con sus miradas.

—Conocerla. —Respondió la menor, sin titubear.

—¿Porqué? —Refutó sin poder retener su desaprobación, una vez comenzó a armarse de sus pertenencias, dispuesta a dejar el aula y esa discusión absurda.

—Porque usted me interesa. —Insistió la joven, igual de segura en sus palabras.

—¡Porqué! —Exigió Jeongyeon, tan abrumada por cada una de las respuestas contínuas que salían de esa atractiva boca desvergonzada.

—Está dispuesta a hacerme pensar y analizar, a como de lugar, ¿no es cierto profesora? —Aceptó Nayeon, pronunciando esa linda sonrisa infantil.

Nayeon no lo sabía, pero moriría si supiera que con tan solo esa sonrisa lograba enredar los sentimientos de su profesora con total habilidad.

Yoo regresó la mirada hacia la mesa que se resistía a abandonar por la distancia que la mantenía segura y alejada de esa chiquilla, negada a admitir y negar lo que sea que pudiera ponerla en mínima evidencia.

—¿De verdad es usted tan vanidosa que desea que le repita por milésima vez el motivo de mi interés por usted? —Pronunció la menor, dando unos pasos más dentro de la habitación, pretendiendo estar más cerca.

—¿A qué te refieres? —Ironizó, ante su osadía al insinuar que era una vanidosa con tanta libertad de confianza, y esperando detenerla con su hostilidad.

—Me gusta. —Expresó la menor, después de lanzar un agotado suspiro.

—¿Mi clase? —Comentó de pronto, intentando negar la realidad. Nayeon meció la cabeza con ímpetu y una sonrisa traviesa.

—Usted, me gusta. —Atacó sin piedad.

—Estoy casada. —Contraatacó la mayor, de inmediato.

—¿Y qué? —Desestimó Nayeon, alzando un hombro, despreocupada.

—¿Cómo que "y que"? No seas insolente chica, por Dios. —Masculló Jeongyeon, ahora horrorizada por su descaro.

—¿A poco sí lo ama? —Chilló Nayeon con asombro, como si en verdad acabase de enterarse que estaba casada con el profesor de matemáticas desde hacía dos años.

—¿A quién? —Insistió la mayor, incapaz de asimilar aquella loca conversación.

—A su esposo, claro está. —Respondió la castaña tranquilamente, aunque resguardando los deseos de conocer a ciencia cierta absolutamente todo sobre ese asunto, y que estaba segura que era el motivo por el cual se veía tan irrirable en ese día.

Los hombres siempre representando problemas, Nayeon sabía aquello de sobra.

—Cielos, eres tan entrometida Im, si pusieras todo ese empeño en atender mi clase, serías la mejor. —Masculló Jeongyeon, realmente irritada por su insistencia.

¿Acababa de decirle que podía llegar a ser la mejor?

Silencio.

—¿Aceptará mi invitación a salir esta noche? —No se inmutó en agregar cuando la mayor decidió pasar junto a ella. Jeongyeon veía hacia adelante, muy dispuesta a dejarla atrás.

—Ya es bastante tarde para salir a cenar, ¿no crees? —No pudo detener su ironía.

—¿Eso quiere decir que lo está considerando? —Se animó Nayeon, casi que de inmediato.

—No, yo no dije que...

—¡Diablos, ya déjese sorprender un instante! —Se impacientó la menor, para diversión de la mayor, quien río ante sus palabras.

—Olvídalo Im. —Musitó, realmente agradecida por su aparición. De no ser por ella, hubiera llegado hasta su casa dando tumbos de descarga y luego hasta su cama con ese mismo estado de ánimo deplorable.

Esa chica tenía el jodido talento para, de algún modo u otro, cambiarle el ánimo por completo.

—Por favor, solo deme una oportunidad, ¿es demasiado pedir? —Dramatizó, decidiendo quebrantar unos límites más al tomarla de su brazo, para así detener su paso.

Jeongyeon se apresuró a apartarse de su agarre, negada al contacto.

—¿Tu recuerdas el rol de cada quien en este recinto y el motivo de nuestra relación social, alumna? —Se obligó a recordarle, viéndole sobre eso lentes con demasiado aumento que enloquecían a la menor. Se veía deliciosamente atractiva siendo una jodida necia, obstinada por completo.

—¿Acaba de decir relación? —Se emocionó la joven, cómicamente.

—Social. —Agregó la profesional, insistiendo en contribuir con su descontento.

—Ahg. Vamos, solo será una copa nada más, lo prometo. —Intentó persuadir, la joven antes de que dejara la habitación.

Jeongyeon se detuvo abruptamente y regresó en sus pasos para enfrentarla con demasiado ímpetu.

—No beberé ni una, ni dos, ni ninguna copa contigo Im, ya supéralo. —Habló pretendiendo verse irritable como era habitual, cuando su mirada se perdió ante sus labios fugazmente.

—Es muy aguafiestas, profesora Yoo. —Se desánimo Nayeon infantilmente, intentando no adelantar el solo paso que la apartaba de esa dulce boca atractiva, para que no huyera de esa evidente atracción que las enredaba promiscuamente en el aire.

—No me digas. —Ironizó, regresándose del impulso para dejar la habitación de una vez.

—¿No se atreve? —Se interpuso Nayeon en su camino con todo su cuerpo.

—No salgo con mis alumnos, entiéndelo de una vez. —Jeongyeon intentó esquivarla.

—¿Y porqué no? —Replicó fallando en verse indignada, cuando se tomó la cadera con las manos.

—Apártate de la puerta, Nayeon. —Ordenó de inmediato, ahora desafiante. La insoportable sensación de resistencia comenzaba a ser algo difícil con lo cual lidiar.

—¿Y porqué no? —Insistió la castaña, ahora tomando la puerta entre sus manos. Jeongyeon comenzó a entrar en pánico, o en éxtasis —Deme una buena excusa de porque no puedo ser la excepción a esa regla, y solo entonces la dejaré ir. —Musitó Nayeon, cerrándola detrás de su espalda.

Jeongyeon se lo pensó dos veces, intentando mantener la compostura para no evidenciar los nervios que le provocaron la sola idea de quedar a solas con la alumna con la que fantaseaba por las noches. La secuencia surcó en su mente con la fuerza de un río desbocado. ¿Y porque no? Se preguntó de igual modo, mientras se dejaba invadir por esa oscura mirada que intentaba doblegarla y malinfluenciarla con su avidez desde la primera maldita clase.

—Háblame, profesora Yoo, estoy esperando una respuesta suya. —Se animó a agregar aquella desvergonzada mocosa, apoyando la espalda contra la puerta para cerrarla por completo y se tomaba la punta de la lengua entre los dientes, provocando que su corazón brincara con tanta prisa como si se le fuera a escapar por la boca.

Diablos no debería estar deseando que ella la mordiera con esos dientes, no.

Tenía que detenerse, tenía que hacer algo y salir de esa prisión antes de que se convierta en algo irreversible de lo cual no pudiera escapar fácilmente.

Esa tensión... denme esa tensión para siempre♡

Si, ya sé que quieres el siguiente, de hecho intento terminar esta historia lo antes posible, pretendo que todos puedan leerla ya terminada jajsjs No es cierto, en realidad pretendo terminarla por pura satisfacción propia que decirte Tu jajsjs

Espero que te guste la idea de que esté terminando este libro, antes de seguir con mi programación habitual.

Tqm, gracias por apoyar todos mis libros, te beso, ven ^*^

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~Warm~(YM) Shommy♡ द्वारा

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