Ahora que Percy había sido reclamado por Poseidon... Rhea no podía sentirse más feliz y sola.
Cuando conociera a su padre, le diría que le agradeciera al señor Dionisio por ayudarla, sobre todo ahora que la invitó a jugar Poker junto a Quirón en el despacho de gran casa en lugar de castigarla cuando la vieron vagando sola por el campamento en la noche.
Algo en su mente le decía que prefería vivir sola como niña exploradora o como una chica del barrio en cualquier árbol antes que estar en la cabaña de Hermes.
Confiaba en su instinto.
Sin embargo, ¿Acaso no era su misma mente que la estaba haciendo pasar una mala noche al extrañar a su mejor amigo?
No había pasado ni una sola noche y sentía que se aburría ¿Su mejor amigo también lo hacía solo en esa cabaña?
—A pescar—dijo la niña emocionada antes que. Dionisio, el dios del vino bufara indignado ante la burlesca risa del sabio centauro que jugaba Poker con ellos.
El señor D iba perdiendo por primera vez porque para su sorpresa aquella mestiza era terriblemente buena para las cartas, no era la primera vez que escuchaba que el adorable y talentoso algodón de azúcar se le hacía fácil completo , justo como en captura la bandera donde creyeron que ella sería la primera en irse para intentar motivar a su equipo por medio de las bocinas del campamento.
Sin embargo, después que Percy Jackson fuese reclamado por Poseidon, a los dos adultos en la sala les sorprendió escuchar el relato de la hija de Ares quejándose por la "salvaje" bola de arcoíris de hermoso cabello ondulado, castaño y claro que la lastimó, nuevamente, era terriblemente buena en casi todo... al menos en todo lo que se le había atravesado ahora.
Indudablemente a Dionisio se le atravesó por la cabeza el nombre de su padre, aquél hombre que lo castigó y que se creía superior a a todos los dioses...simplemente porque lo era.
Amarlo, temerle u odiarlo, no importaba nada porque era Zeus, no había nadie aún como él.
Dionisio apartó esa descabellada idea de su cabeza al ver como la niña que ayudó a asesinar al minotauro y que le generó un trauma a una hija de Ares se carcajeo cuando Quirón resopló al buscar más cartas en el mazo.
Imposible.
Solo era una loca e incoherente idea de su posiblemente increíble y tostada cabeza porque en primera, no había más hijos prohibidos además de la anguila Peter, sinceramente apostaba que Rhea fuese hija de Apolo, Ares, Afrodita o incluso a si mismo, tal vez sí era su padre y no lo recuerda.
De todas formas, no le molestaría reclamarla de manera política, estaba seguro que , Pólux, Rhea y Cástor erían grandes personajes en el campamento.
Justo lo que necesitaba para brillar.
—Pero no lo entiendo—Habló Rhea cuando Quirón comenzó a contarle la pequeña charla que le darían a Percy temprano—¿Por qué creerían que mi mejor amigo se robó un rayo? Hace unos días nos enteramos que somos semidioses... ¿Como se llevaría el rayo maestro de Zeus?
Dionisio miró sobre sus cartas para intentar descifrar las cartas de sus oponentes y gimoteo con decepción al tomar el vino que se transformó en agua antes de tocar su boca.
Zeus.
—Su símbolo de autoridad le fue robado—Recordó sr. D con desinteres—En palabras simples... no rayo, no poder... creeme que no hay nada más que ese grandote ame más que el poder
Ojalá no le devolvieran ya su rayo... aunque si él se lo llevaba, no pasaría 100 años en ese castigo.
Dudable.
—¿Por qué simplemente... no hace más rayos? ¿Acaso no es Zeus?—Cuestionó la menor indignada, su mejor amigo era muchas cosas, todas buenas y eso no incluida ser un ladrón del rayo—¿No se ha visto Hercules? ¿En Disney?
El cielo parpadeo amenazando con llover.
Quirón levantó una ceja al notar la luz entrante por el ventanal, luego hablaría con ella sobre las cosas que podría decir, después de todo; no quería que Rhea se convirtiera en barbacoa.
Rostizada por Zeus.
Eso no hablaría bien del campamento.
—Busca un ladrón... un hijo prohibido, Rihanna—Rhea abrio sus ojos emocionada, no le importaba si no decía su nombre bien, la estaban comparando com Riri ¿acaso no era eso un orgullo?— No pinta nada bien para Peter—señala hacia la niña que tomó otra carta del mazo para tirar un As de corazones
La atención de la niña recayó en el Dios.
—Entonces quiere ¿Guerra? ¿Va a lastimar a mi PJ?—Cuestionó indignada, no era tonta, entendía lo que estaba pasando con lo que le explicaban solo que jo entendía el por qué
—Y Destruir el Olimpo—agregó Dionisio encogiéndose de hombres—Y el mundo
—Depende de Percy—Declaró Quirón por fin confesándole el pequeño secreto—Zeus le ha dado un ultimátum a su padre... debe devolver el rayo antes del soltico de verano
—¡¿Qué?!—Exclamo Rhea levantándose de la silla preocupada para soltar sus cartas en la mesa y Dionisio bufa indignado al ver el juego, otra vez aquella niña les había ganado, a dos adultos ambiciosos al poker ¿Como era posible?—Oh si creo que ya gané—Dijo emocionada antes de mirar a Quirón con preocupación, otra vez—¡Pero es en una semana! ¡Se suponía que Percy se prepararía para Hamilton! ¡Los hijos de Apolo lo aprobaron!
—¿Hamilton?—Cuestionó Dionisio, bueno, seguramente a Hermes le encantaría ver eso, le subirían el ego al Dios del ego mismo—¿No podemos hacer un Dionisio?
—Habrá guerra—ignoró el centauro mirando a la niña que lo observaba fijamente—Sabemos como es Percy,
Rhea...si se niega... solo hay una persona que puede convencerlo de hacer algo
Rhea entrecaló su mirada entre los adultos confundida.
—¿Por eso estoy aquí?—Preguntó decepcionada ¿Acaso la estaban usando para convencer a su amigo de jacer algo que posiblemente no quería hacer? Nunca le haría eso a Percy—¿Para obligarlo a entregar un rayo que no tiene?—Claro, ¿de donde conseguiría un rayo?—Debe haber otra forma de evitar la guerra
Dionisio negó.
—El destino del mundo depende de ti, Rhea...Rihanna—Corrige de inmediato, por su puesto que sabía como se llamaba, era imposible no saberlo, pero le gustaba más ese—y de Peter... quien lo diría...niños de 12 años salvando el mundo—Soltó una carcajada para acabarla en segundos—Era más gracioso cuando lo dije en mi mente
O no.
—Lo que el señor D trata de decir es...—trata de tranquilizar cuando la castaña comienza a abanicarse con dramatismo—con una guerra entre los olimpicos...el mundo dejará de ser como lo conocemos...
Eso no era tranquilizante, piensa la niña.
—Percy debe aceptar su misión
—Si, de lo contrario ¿Como salvaran a sus madres del inframundo?—Habló el dios del vino sin pensar antes de abrir sus ojos y negar cuando los conflictivos ojos claros de la niña se toparon con los de él
Quirón se golpeó la frente con la palma de su mano.
Oh, Dionisio, ¿En que problema los había metido?
Ira.
Dolor.
Conflicto.
Rhea había salido de la cabaña de completamente sola y enojada después de prácticamente intentar destruir el lugar en cuando Quirón no tuvo más remedio que explicarle las inmensas probabilidades que sus madres estuviesen en el inframundo con Hades.
¿Su madre y la señora Jackson estaban vivas?
No podía explicar la sensación que recorría por su piel y pecho de solo pensarlo, esa probabilidad era real porque elegía creer que así era.
Era así.
No pensaría en otra opción.
Percy.
Había protemetido no decirlo hasta mañana pero ¿Esperaría ella hasta mañana?
No.
¿Como hacerlo?
Su mejor amigo salvaría el mundo y ella iría por sus madres, era lo único que elegía,le daría una gran sorpresa a Percy cuando regresase de su misión.
No quería estar allí.
De todas las cosas que tenía en el campamento, aquella castaña solo decidio dejar el paquete de pegatinas de estrellas para su mejor amigo en la cama que le habían otorgado en la cabaña de Hermes donde ahora todos yacían placientemente dormidos.
Quirón y Dionisio también pensarían que ella lo estaba.
Se había asegurado de convencerlos con falsa tranquilidad y manipulación diciendo que no haría nada hasta mañana... definitivamente le creyeron porque ellos no la conocían y mucho menos a Percy.
No como creyeron.
—Iré por ellas, Perseus—Susurró la niña con melancolía cuando pasó detrás de la gran y majestuosa cabaña azul marino, ¿Su amigo lo entendería? ¿La odiaría al principio?
Pensaría que estaba loca.
—Iré por nuestras madres y nadie volvera a hacerles daño—Afirmó sintiendo como sus ojos comenzaban a llenarse de lagrimas, no solía pensar bien las cosas y generalmente sus decisiones eran impulsivas pero, en ese momento lo único que le importaba era rescatar a las madres y la felicidad de su mejor amigo.
Solo eso.
Ni si quiera le preocupaba no saber como saldría de allí , como llegaría al inframundo o si ahora el cielo comenzaba a tornarse más gris al ser reflejado con rayos azules.
¿Zeus estaba enojado por su rayito? Pues ella estaba enojada con los dioses porque por primera vez comprendio que si sus madres estaban allí... era su culpa porque ninguno hizo nada para impedirlo.
Ni Poseídon y mucho menos su padre, sea quien fuese hicieron algo
Ella no lo necesitaba
Tenía a su madre, Anastasia Deschamps, es y siempre será la unica figura paterna que necesitó.
Zeus podría lanzarle un relámpago por insultarlo si quería pero ella se aseguraría de fastidiarlo cuando muriera.
A nadie le importaba su estúpido rayo.
Inexplicablemente antes alejarse por completo, Rhea necesitó pasar por la frontera del árbol de Thalia para despedirse del campamento, después que Grover le contara su historia, se interesó en saber más al saber como todos los campistas se encomendaban a la perfecta, heroica y valiente hija de Zeus antes de salir del campamento.
Al parecer Thalia era lo único bueno que Rhea podía reconocerle al señor de los cielos.
—No se lo que hago... y ahora estoy hablando con un arbol a mitad de una tormenta—Habló la niña completamente mojada con la lluvia de la fuerte tormenta con relampagos que tronaba en el oscuro y pausamente iluninado cielo.
Se encomendaría a Thalia para buscar valor para no buscar y luego subir al Olimpo e incendiar todo.
—Es posible que me caiga un rayo pero... seré valiente, prometo que si ha de morir... primero me aseguraré de sacar a mi madre y la de mi mejor amigo de allí, no me inporta si Zeus, Hades, cualquier dios o un monstruo trata de detenerme—Habló con voz firme, por primera vez hablaba tan seria y segura—Se defenderme... eso creo... al menos eso...
Silencio.
Un fuerte relámpago se escuchó en el sendero.
—No, si se defenderme—Aseguró firme extendiendo su mano hacia la coraza del pino—Lo haré como usted... se que hacer, incluso si este broche no me ayuda... yo lo haré—afirmó otra vez mirando el pin dorado de su padre en su chaleco—De todas formas haré esto sola... después de todo lo estamos casi todos aqui ¿no?
Si.
Rhea soltó un sollozó al sentir como una mala sensación atravesaba por su pecho cuando la lluvia se hizo más fuerte, se sentía vulnerable pero impotente.
Su padre podría rechazarla ha ella y lo soportaría pero ¿hacer lo mismo con su madre?
Jamas.
Se encargaría que lo pagara.
—Mi padre no me ha reclamado y no me importa porque no espero que lo haga—Confesó firme dejando de llorar para que las gotas de agua limpiaran sus lagrimas, en un impulso arrancó el broche de su camisa para lanzarlo a la hierba con rencor, estaba fuera de si, otra vez estaba sacando esa personalidad que desconocía.
El campamento estaba mostrando lo peor de ella... ¿Solo era por el momento o... siempre estuvo dentro de ella?
Rhea tomó el mango de la pequeña daga que uno de los hijos de Hefesto le regaló, se las arreglaría sola—No deseo nada de alguien que dejó a mi madre... no se quién pero es un cobarde...—Confirmó tragándose las ganas de llorar allí mismo bajo la lluvia y los truenos—Pero yo no porque soy hija de mi madre...y si hace falta bajar alla para recuperarlas, lo haré
Hace unos días había pasado una de las peores tormentas en el campamento mestizo y los lugares aledaños a este pero ¿ahora?
Esta tormenta no se comparaba con nada.
Si alguien dijera que los dioses pueden sufrir más de lo que demuestran...nadie le creería pero ¿Que sufrían ellos?
¿Que dificultad o eminente pena atravesarían las entidades divinas en el cielo?
Pero... ¿acaso no era suficiente con ver como el cielo parecía caerse ante las palabras de la dulce y enojada Rhea?