Los aldeanos se reunieron y esperaron a los caballeros. Cuando vieron que el arroyo que fluía del río del pueblo estaba purificado, se juntaron en un solo lugar y derramaron lágrimas de alegría.
La gente reunida en el terreno baldío del pueblo hablaba y reprimía la somnolencia.
—¿La Princesa no crees que es completamente diferente a los rumores?
—Así es. ¿Quién diablos difundió rumores tan malos? ¡Nunca había visto a nadie tan angelical!
—Lo mismo ocurre con los caballeros de los Caballeros Negros. Pensé que vendría gente realmente aterradora.
—¿Cómo diablos surgieron tales rumores?
Los aldeanos oraron por el regreso sano y salvo de los caballeros con una perspectiva completamente diferente a la anterior.
Cuando salió el sol, cuatro personas vestidas con el uniforme de los Caballeros Negros regresaron al refugio y fueron recibidas con una gran bienvenida por parte de la gente del pueblo.
Las personas en el refugio regresaron sanas y salvas a sus hogares ahora seguros.
Cuando regresaron a sus casas, lloraron de emoción y se abrazaron entre sí.
Aunque los horrores de la guerra todavía persistían en su tierra natal, a diferencia de antes, todavía había esperanzas de superarlos.
La gente se unió con el deseo de construir un pueblo más hermoso y cálido que antes.
Tras eso, los Caballeros Negros y los soldados partieron de regreso a la capital.
Después de recibir un lujoso trato y el agradecimiento de la gente del pueblo, sus rostros se llenaron de orgullo.
Hasta que cruzaron la puerta de regreso a la capital, todos estaban de perfecto humor.
Al igual que cuando partieron, atravesaron la puerta después de dos días de campamento. De la misma manera, tal vez en su camino de regreso de una misión, vieron personas con uniformes blancos saliendo por otra puerta que conducía en una dirección diferente.
Aunque los lugares que visitaron fueron completamente diferentes, las puertas que les permitieron viajar a varias partes del Imperio estaban reunidas en las afueras de la capital. Entonces era posible tal coincidencia.
Lo primero que llamó la atención de Agnes fue Raymond Spencer a caballo y la Santa Liliana bajándose del carruaje.
«¿Qué? ¿Viajas en un carruaje?»
La procesión de los Caballeros Blancos era verdaderamente enorme.
Los soldados y el equipaje que llevaban eran incomparablemente más lujosos que los de los Caballeros Negros.
Agnes los miró con ojos llenos de desaprobación.
Las expresiones de Kaylo y los demás que la siguieron a través de la puerta tampoco fueron buenas. De hecho, aunque los miembros de los Caballeros Negros no sintieran agrado por los Caballeros Blancos, los soldados no tenían motivos para albergar malos sentimientos hacia ellos.
Sin embargo, no pudieron evitar sentir desaprobación cuando vieron la procesión de los caballeros vestidos de blanco, que era mucho más lujosa que la suya.
Quizás fue porque habían estado en una misión con los Caballeros Negros, pero incluso la hostilidad de los soldados hacia los Caballeros Blancos parecía ser enorme.
—¡Dios mío, es Sir Kaylo Gray!
Agnes estaba oculta a la vista de la Santa cuando salió del carruaje, por lo que Kaylo fue saludado primero.
La Santa habló como si estuviera feliz, pero luego se cubrió la boca con sorpresa cuando hizo contacto visual con Kaylo, quien tenía una expresión aterradora.
La expresión de la Santa se convirtió inmediatamente en una llorosa.
—Estoy asustada...
—¿Está bien, Santa?
Hugo Lothian de inmediato se acercó a Liliana, quien estaba aterrada, y luego miró a Kaylo con resentimiento.
Fue un enfrentamiento significativo entre dos caballeros.
—Sí, estoy bien. Supongo que me sorprendió la expresión tan hostil...
—No hay por qué asustarse. Él es así por naturaleza.
—Sí... Me asusté porque estuve rodeada de caballeros amables... —dijo la Santa.
Esas palabras se escucharon claramente en los oídos de Kaylo, quien se encontraba a un poco de distancia.
Kaylo se echó a reír ante la irrazonable acusación.
Tenía mucho que decir, pero no pensó en señalarlo. En cualquier caso, no serviría de nada disgustarse por el desprecio recibido porque la oponente era la Santa del Imperio.
La única persona que sería acusado de ser grosero con la Santa sería Kaylo. Como siempre, lo único que podía hacer era soportarlo.
Sin embargo, aquí había una persona que nunca toleraría nada. Para ser precisos, se trataba de la Princesa Agnes.
*Tacatá. Tacatá*
El caballo que montaba Agnes se puso frente a la procesión de los Caballeros Blancos.
La apariencia de Agnes, con la espalda erguida, desbordaba la majestuosidad de la Familia Imperial.
Los miembros y soldados de los Caballeros Blancos inclinaron la cabeza con los puños apretados contra el pecho. Era la etiqueta para tratar a la Familia Imperial.
La Santa, que vio tardíamente a la Princesa, se sobresaltó e inclinó la cabeza junto con los demás. Pero luego levantó la cabeza y habló como si estuviera desconcertada.
—¿La Princesa también regresa de una misión?
Dicho esto, la Santa se acercó a Raymond.
La Santa acababa de regresar de ser tratada como una verdadera diosa en el pueblo que había visitado hace poco tiempo. Como resultado, el puente de la nariz y los hombros estaban apuntados hacia el cielo*.
*Ambrosia: Se refiere a que está orgullosa y actúa con arrogancia.*
Por lo general, la Princesa era tan aterradora que era difícil incluso mirarla a la cara, pero ahora era diferente.
La Santa era capaz de realizar milagros para salvar a las personas, y también era alguien que podía estar al lado de Raymond Spencer. Por otro lado, la Princesa solo era una mujer miserable que había sido expulsada a los Caballeros Negros y recibía comentarios negativos por parte de Raymond.
Lo que escuchó del hombre que tanto amaba no fueron más que comentarios abusivos y llenos de desprecio.
«¡Qué triste y lamentable es la Princesa!»
La Santa, que estaba completamente embriagada por los elogios hacia ella misma, miró a la Princesa con burla.
Sin embargo, pasó brevemente por alto el hecho de que el apodo de la Princesa era "bomba de tiempo andante".
La Princesa Agnes miró a los Caballeros Blancos con ojos fríos, como si mirara cosas inferiores.
—¿Te he dado permiso para hablar? —preguntó Agnes.
—... ¿Qué?
Liliana estaba confundida.
Mientras miraba a su alrededor, vio a un Hugo confundido y cubriéndola con su cuerpo. Sin embargo, Liliana lo apartó y miró con arrogancia a la Princesa.
«Es absurdo.»
Liliana sabía lo que la Princesa estaba señalando.
Según la Ley Imperial, una persona de bajo rango no podía hablar con alguien de alto estatus hasta que esa persona le dirigiera la palabra. Sin embargo, el Emperador claramente dio una orden.
Se suponía que cuando la Princesa vistiera uniforme, ya no era una princesa sino simplemente un miembro de los Caballeros Negros.
—Lo siento, pero, ¿no hubo una orden de Su Majestad el Emperador? Cuando la Princesa use uniforme, debe ser tratada solo como un mago de los Caballeros Negros y no como una princes- —dijo la Santa llena de confianza.
Agnes la interrumpió y preguntó.
—¿El Emperador te dio esa orden?
—¿Eh? ¿Qué?
—Su Majestad el Emperador le dio esa orden a una persona, Sir Kaylo Gray.
—...
La Santa miró a su alrededor confundida. Hizo contacto visual con Hugo Lothian, pero éste solo mordió su labio inferior y negó con la cabeza.
Finalmente, Liliana se dio cuenta de que había cometido un error.
Había escuchado ese rumor, así que creyó que, si se encontraba con la Princesa usando uniforme, podría tratarla como a una simple maga.
—¿Acaso planeas dañar el honor de la Familia Imperial distorsionando la orden de Su Majestad?
Una voz tan clara como un rayo atravesó la cabeza de la aterrorizada de Liliana.
—¿Q-Qué?
Agnes miró a la Santa con frialdad, luego sus ojos se deslizaron hacia Raymond Spencer, que estaba al lado de la Santa.
Raymond miró a la Princesa con ojos indiferentes de principio a fin.
—Qué tan ineficiente debe ser el Líder para que alguien que ni siquiera conoce las Leyes Imperiales esté desempeñando deberes como parte de los Caballeros —dijo Agnes con voz helada.
Era claramente una acusación dirigida a Raymond Spencer. Fue tan irrazonable como las críticas de la Santa a Kaylo.
Los miembros de los Caballeros Blancos miraron a la Princesa con expresiones de enojo cuando criticó al Líder que respetaban. Sin embargo, nadie pudo contradecirla.
Desde la antigüedad, había una razón por la cual la gente del imperio comparaba a la Familia Imperial con el sol.
La Princesa, de pie de espaldas al sol, irradiaba una energía indescriptiblemente abrumadora y majestuosa.
Todos mantuvieron la boca cerrada y se limitaron a ver cómo se insultaba injustamente a su Líder.
El rostro de Liliana se puso pálido y miró de un lado a otro entre Raymond y Hugo. Sus ojos pedían ayuda, pero ambos tenían la mirada baja, por lo que no hicieron contacto visual con ella.
—Y...
La Princesa Agnes abrió la boca como si quedara algo más para decir.
Los Caballeros Blancos y los soldados contuvieron la respiración, esperando el siguiente ataque de palabras.
—Escuché que hablas sobre mí a mis espaldas —dijo Agnes, mirando fijamente a la Santa.
La tez de Liliana se puso aún más pálida, como si estuviera a punto de colapsar y morir.
¿Chimes? ¡¿Qué clase de acusación tan ridícula era esa?!