un encuentro inesperado

By holiarrozconalioli

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Dos chicas, rivales en un partido de secundaria. El destino las une en el mismo bachiller y... en el mismo cl... More

PRÓLOGO
CAPITULO UNO
CAPITULO DOS
CAPITULO TRES
CAPITULO CUATRO
CAPITULO CINCO
CAPITULO SEIS
CAPÍTULO SIETE
CAPITULO OCHO
CAPÍTULO NUEVE
CAPITULO DIEZ
CAPITULO DOCE
CAPÍTULO TRECE
CAPÍTULO CATORCE

CAPÍTULO ONCE

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By holiarrozconalioli

Agradeceria que fuerais comentando y votando, me ayuda mucho :)))

gracias <3







Lucía.








Hoy es Lunes, hoy por fin nos vamos a la convención.

Son seis horas de viaje que espero poder dormirme.

Son las cuatro de la mañana. No sé si esto es normal o no.

Me levanto de la cama, dirigiéndome al baño para darme una ducha rápida. Antes, me asomo a la habitación de mi madre, y la encuentro dormida. Hago lo mismo con la de Paula, y obtengo el mismo resultado.

Intento no hacer mucho ruido cuando me ducho y me visto.

Me pongo el chándal del equipo, que por cierto, es muy cómodo, y recojo varias cosas que me faltan.

Meto las zapatillas en la mochila, igual que los esparadrapos, las vendas y las rodilleras.

En la maleta termino de meter otras cosas, y cuando ya termino, la cierro definitivamente.

La saco junto a la mochila a la puerta, para que no se me olviden, y me preparo algo de desayuno.

Cojo el móvil, y cuando veo un mensaje de Ale deseandome buenos días, una sonrisa asoma en mi cara.

Dios mío.

El beso del otro día...

Alejandra me gusta, y ya se lo he dicho, y supongo que yo a ella tambien, porque, coño, lo del otro día dice lo mismo.

A mi me gusto.

Te encantó.

Y encima, es que ella... es súper mona... y me trata muy bien.

Está más atenta a mí, a si me incomoda algo a si estoy bien, contenta, triste.

Ella es muy detallista y atenta, no pensaba que fuera así.

Pero... ¿qué somos?

No creo que ambas estemos listas para tener una relación, solo fue un beso... Pero lo nuestro no empezo con ese beso, no, empezó mucho antes, o al menos así lo pienso yo.

Supongo que podemos ser lo que somos, si es que tiene nombre, y ya después... veremos, ¿no?

No se si ella quiere tener un relación.

El sonido del timbre me saca de mis pensamientos.

Voy hacia la puerta rápido, y me encuentro con los ojos en los que estaba pensando.

- Te dije que no tocaras que están mi hermana y mi madre durmiendo, subnormal - le reprocho nada más abrir la puerta.

- Buenos días a ti también, rubia - dice, y entra a mi casa apartándome de la puerta, no sin antes darme un rápido abrazo.

"Rubia" es el apodo que supongo que me ha puesto. Me gusta, es especial.

Ale se sienta en los taburetes altos de la isla, dejando la mochila y la maleta pegadas a mis cosas.

Una cabellera rubia asoma por el pasillo.

- ¡Ale! - dice gritando, y sale corriendo hacia ella, tirándose encima.

- Paula no grites porfavor, esta la mamá durmiendo - le pido, pero no puedo aguantar una sonrisa al ver a las dos.

Ale la ha cogido en el aire y la tiene abrazada a su espalda mientras me mira sonriendo.

Otra cabeza asoma por el pasillo.

- Buenos días niñas - saluda mi madre - ¡Ale, que sorpresa! - dice, y camina hacia Ale para darle un abrazo.

- Buenos días Antonia, ¿que tal? - pregunta ella.

No puedo evitar pensar como se lleva tan bien con mi familia. Siempre he querido eso, una persona que se llevara bien con mis seres queridos, y Alec nunca lo consiguió. No ponía de su parte.

Un capullo integral.

- Yo bien, a llevarme a la niña a dormir, que es muy pronto, vosotras os vais ahora enseguida, ¿no? - pregunta ella.

- En veinte minutos - resopondo y ella asiente.

- Llámame cuando llegues, ¿vale? - me dice ellam y yo asiento.

Coge a paula y mira a Ale.

- Encantada de verte Ale - comenta, y Ale sonríe.

- Lo mismo digo, Antonia - dice, y mi madre y mi hermano se van a las habitaciones.

Me pongo detrás de la isla, enfrente de Ale, y la miro a los ojos.

Ella sonríe y sube y baja las cejas.

Río gracias a su tontería.

- ¿Has desayunado? - le pregunto, y ella niega - ¿Que quieres? - le digo, mientras abro la nevera.

- Mujer, si es lo que yo quiero... - me dice, con una sonrisa pícara.

- Alejandra - río.

- En otro momento será - suelta ella, simulando hacerse la triste.

- ¿Tostadas? - pregunto, y ella asiente.

Le preparo unas tostadas de mantequilla bajo su atenta mirada.

- ¿Y que tal? - pregunta Ale.

- Con emoción de irnos, ¿y tu? - le respondo mientras le entrego el plato y me siento a su lado.

- Gracias - me agradece - tengo ganas de jugar - comenta ella - aunque estoy nerviosa por si os fallo en un partido - dice.

- Seguro que lo haces genial, vas a ser la mejor líbero, te lo digo yo - le sonrío. Ella me mira y se acerca para dejarme un beso en mi mejilla.

Desayunamos en silencio, y cuanto terminamos, Ale recoge los platos mientras yo me lavo los dientes.

Viene el baño, porque ella ya tiene su propio cepillo de dientes en mi casa, y se los lava también.

Mientras yo me peino, ella se deshace las trenzas que llevaba, y el pelo le queda con unas ondas perfectas.

- ¿Y esas ondas? - le pregunto yo sonriendo.

- Quiero llegar bien divina - dice, ríendo, y se coloca su pelo a capas para que caiga bien.

- ¿Lo vas a llevar suelto? - le pregunto.

- A medias, señorita - me responde, y me quita el peine de las manos, yo me quejo, pero ella me calla poniendome un dedo en la boca haciendo la señal de silencio.

Se recoge la parte de arriba del pelo, haciendose un "half-up half-down" que le queda de puta madre.

Se gira para darme el peine, y me encuentra mirándola embobada.

- Vas muy guapa - le digo, y noto que me coloro.

Ella se acerca a mí, sonriendo.

- Tu también, Lu - dice, y se inclina para dejar un corto beso en mis labios.

Salgo de mi paralisis, sorprendida.

- Es un apodo, pero si te molesta lo quito, que tampoco quiero que te sientas incómoda... - empieza a decir de carrerilla, pero la paro poniéndole una mano en el pecho.

- Me encanta - digo sonriendo, ella sonríe y el brillo que sus ojos solo tienen cuando está conmigo aparece- Y ahora déjame peinarme que siempre me despistas - le digo, rodando los ojos, graciosa.

Ale sale del baño y yo me termino de peinar.

Cuando salgo me la encuentro ya preparada. Me pongo la sudadera del equipo y cojo las llaves.

Salimos y cierro la puerta.

- ¿Vamos en metro? - le pregunto a Ale, y tras mi pregunta ella se para en seco.

- ¿En metro? - pregunta ella, abriendo los ojos - ¿Te crees que esto son horas para ir en metro?

- Ehhh... - carraspeo yo, confundida por su actitud.

- Sígueme - dice, y empieza a caminar rápidamente por las calles.

La sigo, medio corriendo, mientras en mi cabeza intento encontrar una explicación a cómo puede correr con la maleta.

Cuando llegamos a la puerta de la urbanización nos encontramos con un coche negro que parece estar esperandos.

- ¿Alejandra? - dice, y ella está sonriendo.

- ¿Me das tu maleta y tu mochila, porfavor? - me pregunta, yo siento y se las entrego. Ella abre el maletero y las mete junto con sus cosas.

Cuando cierra el maletero me mira.

- ¿No vas a subir? - me pregunta, yo la miro confundida, pero ella se adelanta y me abre la puerta - Le gustan a usted los modales, señorita - dice, haciendo una reverencia, provocando que me ría y me suba.

Cuando me siento, me fijo en quien es el conductor.

- ¡Álvaro! - exclamo, sorprendida.

- ¡Lucía, ¿qué tal?! - dice arrancando el coche cuando Ale se sienta a mi lado.

- Bien ¿y tu?

- Aquí, parezco el taxista comunitario - dice, mirando a Ale con los ojos abiertos, reclamando.

- No te quejes tanto anda, que es muy pronto para estar enfadado - suelta Ale, provocando que su hermano se ría.

- Siempre tan amable - resopla Álvaro - No sé como la aguantas, Lucía.

Paso el viaje comentando cosas sobre la convención con Álvaro, quien parece estar interesado.

Alejandra se pasa todo el rato callada, bueno, hasta que empiezan a sonar las primeras notas de "mamma mia"

Alejandra se acomoda en el asiento, y Álvaro la mira sonriendo por el espejo. Él sube y baja las cejas mirandola a ella mientras sube el volumen. Alejandra sonríe.

- ¡I've been cheated by you since I don't know when! - canta Álvaro mirando a Ale.

- ¡So I made up my mind, it must come to an end! - canta Ale casi chillando.

Me doy cuenta de que la voz de Ale cuenco canta se escucha genial.

- ¡Look at me now... - sigue Álvaro.

- ... will I ever learn! - canta Ale con mucha más emoción - ¡Lu, va!

- ¡I don't know how... - canta Álvaro.

- ...BUT I SUDDENLY LOSE CONTROL! - chilla esta vez Ale.

- ¡There's a fire within my soul! - canta Álvaro - ¡Just one look!

- ¡and I can hear a bell ring!

- One more look!

- ¡and I forget everything, oh!

- Mamma mia, here I go again, My my, how can I resist you? - cantan los dos a la vez -Mamma mia. does it show again? My my, just how much I've missed you

Alejandra me mira, animándome a cantar.

- Yes, i've been brokenhearted - canto, sorprendiendolos a los dos.

- Blue, since the day we parted - me sigue el rollo Ale, mirándome con una brillante sonrisa.

- Why, why did i ever let you go?

- Mamma mia, now I really know.

- My my, I could never let you go - termino de cantar, mirándole a los ojos, sonriendo.

Realmente esas últimas palabras, aunque sean de la canción, las he dicho de verdad.

- Parejita - suelta Álvaro, ganándose la mirada reprochadora de su hermana - Habéis llegado a vuestro destino - dice sonriendo.

Le agradezco, y me bajo del coche, nos ha dejado al lado del pabellón. Ale tarda unos minutos en bajar, mientras cojo yo nuestras cosas.

Ella baja del coche despidiéndose de su hermana y se dirije a mi.

- Gracias, rubia - dice, sonriendo, y cuando está por inclinarse hacia mí, un grito nos interrumpe.

Es Annie, que viene corriendo hacia Alejandra. La agarra del brazo y se la lleva dentro del pabellón, parece contarle muchas cosas a la vez, ya que Ale tiene cara aún de sorprendida y confundida.

Carlos viene hacia mí tranquila.

- ¿Estás lista? - me pregunta, mientras me pasa un brazo por los hombros.

- ¿Para ganar todo? - le pregunto, riendo - siempre.

Entramos al pabellón y nos encontramos ya con varias personas de los equipos, y poco a poco van llegando más.

Cuando ya estamos todos, Cristina, la entrenadora, se dispone a hablar.

- Quiero control, en el autobus, en el hotel, en todo - dice, mirandonos seria - y lo digo por vosotros dos - dice esta vez, señalando discretamente a Ale y Annie.

- ¡¿Nosotras?! - dicen a la vez, casi chillando.

- Si, vosotras - dice, riendose.

Nos hace una seña para que la sigamos, y, al salir del pabellón, nos encontramos con un autobús de color negro y rojo, como nuestro uniforme, y con el nombre del bachiller en él.

- Subid - dice Andrea, sonriendo.

- Esto es la polla - oigo susurrar a Ale.

- Ya ves - le responde Annie.

Subimos y yo voy corriendo hacia los asientos del final. Cuando me giro veo a Ale apartando gente mientras viene hacia mí. Dejo mi mochila arriba, ya que la maleta la he dejado abajo, en el maletero.

Cuando Alejandra consigue hacerse paso entre toda la gente y llega delante de mí, me pone una mano en el hombro y se agacha.

- Dios mío, empujar... empujar a gente diez veces más alta que tú, no... no es fácil - suelta, entrecartadamente, provocando que yo me ría.

- ¿La pequeñina no puede sola? - digo, riendo, mientras le subo el mentón para que me mire.

Sus ojos me miran a los míos, su sonrisa a desaparecido y sus labios se entreabren. Parece quedarse en trance unos milisegundos, porque enseguida reacciona, irguiéndose. Noto como se le han subido los colores y se ha puesto aparentemente nerviosa. Me río ante su reacción.

- ¿Me puedo sentar contigo? - me pregunta.

- ¿Acaso lo dudabas? - digo, haciendome un lado e indicando que pase, pero no se mueve.

- Puedes... ehm... ¿subirme la mochila? - me pregunto, y yo asiento.

Antes de entregarmelo, Ale saca sus cascos y se los pone alrededor del cuello.

No. Me. Jodas.

Se ve demasiado atractiva así.

Lucía, reacciona.

Cojo la mochila rápidamente cuando me la tiende y la subo arriba junto a la mía.

Me siento a su lado justo cuando el autobús arranca.

- ¿No se os olvida nada? - pregunta Cristina.

- ¡Joder, el cargador! - suelta Pascual, un punta.

- Me da lo mismo ahora no vamos a parar - responde de vuelta Cristina, con cierto toque de humor, provocando que todos nos riamos.

Me acomodo en el asiento. Nos esperan seis horas de viaje.

El autobús es bastante grande, y el pasillo muy ancho, lo que me sorprende es que tengamos uno propio, la verdad.

Me coloco mis cascos y empieza a sonar "Love of my life" de Harry Styles.

Apoyo el codo en el reposabrazos que comparte con Ale, y me giro para verla a ella.

Está apoyada en la ventana, mirando a través de ella.

Solo soy capaz de verla de perfil. Tiene sus cascos colocados en sus orejas, son de estos grandes de cabeza, los cuales le quedan muuuuy bien. No sabía que unos cascos podían quedar bien.

Su pelo, marrón, que ya lo lleva bastante largo, por debajo de sus tetas.

¿Te fijas en sus tetas?

shh...

Su nariz, que resalta sobre su perfil, y su mandíbula, marcada, lo que le da un toque aún más atractivo.

Ale es muy guapa. Aunque sea bajita, tenga granos, y, según ella, por lo que le he escuchado decir con Dani en clases, no esté desarrollada.

Entonces, me surge una duda.

Le toco el hombro, y ella, quitándose los cascos, se gira hacia mí.

- ¿Cuándo es tu cumpleaños? - le pregunto. Una sonrisa aparece en su cara.

¿Cómo no se me había ocurrido preguntárselo antes?

- El veinticuatro de Enero - dice, con una sonrisa de superioridad.

¿¡ALEJANDRA ES MAYOR QUE YO!?

- ¿¡ERES MAYOR QUE YO!? - pregunto, sorprendida y exaltada - ¿¡Y MÁS BAJITA!?

- ¿Cuando cumples? - pregunta.

- El veintidós de diciembre - le respondo yo.

- ¿¡EN TRES SEMANAS!?,¡Y NO ME LO HABÍAS DICHO! - dice, mientras agarra los cascos - ya verás, ya... - suelta en plan amenazante, riendose, mientras se pone los cascos.

Río, e imito su acción.

Mientras sigue sonando la música, cierro los ojos.

Pasan unos minutos en los que siento que ya me estoy durmiendo, cuando noto que alguien sube el reposabrazos y coloca sus manos en mi cintura para atraerme hacia ella suavemente.

Si, ella.

Es Ale.

Noto su usual y suave perfume de flores primaverales.

Me coloca la cabeza en su pecho, con una mano me hace cariñitos en el pelo y la otra se queda en mi cintura.

Me relajo totalmente con ella a mi lado, y rápidamente me duermo.

Cuando me despierto, por culpa de Andrea, me encuentro a Ale detrás de mí, apoyada en la pared del autobús, durmiendo, aunque no dura mucho, porque Annie la despierta dándole un balonazo en la cabeza.

Alejandra se sobresalta, yo, que ya estoy en mi asiento acomodada, la miro riéndome.

Las chicas se están pasando un balón, y, cuando viene hacia mí, le doy una volea suave a Alejandra, quien remata suavemente hacia Andrea.

Seguimos pasándonos el balón, hasta que Ale se la pasa a Annie, y ella le da tan fuerte que se le escapa hacia la parte delantera y la entrenadora nos lo quita porque "Annie y Ale tienen mucho peligro".

Cuando menos lo espero, me vuelvo a dormir en los brazos de Ale.

Hemos llegado.

Bajamos del autobús frente al hotel en el que nos vamos a alojar durante toda la semana, y solo tengo una palabra.

Es enorme.

Impresionante.

Esto no lo tenemos en nuestra ciudad.

Cogemos nuestras maletas, y entre murmullos y susurros de asombro, entramos al hotel dirigidas por Cristina, la entrenadora.

Ella camina hacia recepción después de decirnos que la esperemos en los sillones de la sala de espera.

Caminamos (corremos) hacia dicha sala.

Tiene muchos sillones repartidos por toda la sala, televisiones y estanterías con todo tipo de libros.

Ale, Andrea, Annie y yo nos acomodamos en un sofá de tipo "L".

- Dios mío esto es impresionante - suelta Ale.

- Que semana que vamos a pasar - murmuro yo.

- Imaginaos el hotel de los interescolares - dice Andrea.

- Y el de los nacionales - complemente Noa, y todos suspiramos.

Empezamos a hablar, pero nos callamos en cuanto Cristina entra por la puerta, nos reacomodamos en los sofás y ella se sienta enfrente de todos nosotros.

- Vale, tengo todas las listas de las habitaciones - dice, y empieza a numerar a la gente que va a ir an cada habitación, en total, 4 personas.

Cuando llega a la habitación número 105, me nombra a mí.

- Lucía, Annie, Alejandra y Andrea, habitación ciento cinco - nombra, y Alejandra y yo nos miramos, emocionadas.

Annie intercambia miradas con Alejandra, y me doy cuenta del follón que van a montar esas dos.

Cuando Cristina termina de decir las personas que van en cada habitación, procede a explicarnos.

- Porfavor, cuando ahora vayáis a vuestras habitaciones, ordenar todas vuestras cosas, todo lo que necesitéis - explica, mirándonos - No montéis follón, comportaos, porfavor - nos pide, y nosotras asentimos - Y bueno, hoy es día libre, ¿vale?, Mañana ya empiezan todos los partidos y todo, la cena la tenemos incluida aquí en el hotel, el desayuno también, pero la comida no. Quedamos aquí a las nueve de la noche, en recepción, para cenar, ¿vale? - dice, de un tirón, y nosotras asentimos.

Cogemos nuestras maletas cuando Cristina nos lo indica, después de que ella nos haya entregado una llave de nuestra habitación a cada una.

Caminamos hacia los ascensores, y esperamos a que llegue uno.

- ¿Habéis oído chicas? - dice Andrea, mirando a Annie y Ale - Sin tonterías - ríe, y las dos mencionada también.

- Sí, si, lo que tu digas - contestan ellas, riendo.

Cuando el ascensor llega y abre sus puertas, todas nos miramos.

- Aquí no cabemos todas - suelta Alejandra.

- Entonces... - responde Annie, dejando la frase, mientras hecha a correr para meterse dentr, acción que imitamos todas, excepto ella.

Alejandra se queda fuera, pasmada.

- ¡Reina, los reflejos! - exclamo, y a ella le aparece una sonrisa traviesa en su cara.

- ¿Piso? - pregunta ella.

- Seis - responde Andrea, dándole al botón, para que las puertas se cierren, pero antes de eso Alejandra reacciona, lanzando su maleta, que se cuela en el ascensor justo antes de que cierre, y la veo empezar a correr hacia las escaleras.

- ¿Va a subir corriendo? - pregunta Andrea, que parece que también lo ha visto.

- Está loca - le responde Annie.

- No va a llegar - niego yo.

EL trayecto subiendo parece que se hace eterno, pero, cuendo llegamos a nuestro piso, se abren las puertas, sacamos las maletas y caminamos por el pasillo, no sorprendemos cuando, al girar la esquina, vemos a Alejandra insertar la tarjeta en la puerta, abriéndola.

Parece oírnos, ya que gira la cabeza, y, al vernos, sonríe.

Va toda roja.

- La velocidad, rubia - suelta, antes de entrar a la habitación, dejando la puerta abierta para nosotras.

Cuando entramos a la habitación, lo primero es un pasillo de unos 4 o 5 metros que lleva al "salón", donde hay un sofá tipo L y una televisión. Al final desemboca en un balcón.

A los dos lados del pasillo hay dos habitaciones y un baño.

- Dios - exclamo susurrar a Andrea.

- ¡PRIMERA PARA DUCHARSE! - chilla Annie.

- ¡SEGUNDA!

- ¡TERCERA! - grito yo.

- ¡No vale estaba en el balcón! - exclama Alejandra - Supongo que cuarta - susurra, y todas nos reímos, ella incluida.

Entro al baño, seguida de Ale, mientras las otras entran a una habitación.

- Joder - dice Ale, mirando a la ducha - Mi fantasía sexual - dice, y yo me río mirándola. Ella me mira, riendo.

- Ostia, es que sí, eh - le contesto yo de vuelt

El baño tiene unos azulejos que parecen pizarra en un color marrón clarito, un lavabo de mármol blanco y una WC normalito. La bomba es la ducha.

Es de cristal, muy amplia, con la alcachofa gigante, de esta que cae tipo lluvia.

Tengo que admitir que si es un poco fantasía sexual.

Salgo del baño y entro a la habitación.

Me. Cago. En. Mi. Estampa.

- Si este hotel es así, no me quiero imaginar en de los nacionales - digo yo.

- Dicen que es de 3 estrellas - suelta Andrea a mi lado.

- ¡QUE GUAPO! - dice Alejandra en cuanto entra a la habitación.

Tiene una cama queen size, que es más grande que la de matrimonio.

Un armario doble, con cajones y todo. Y unos luces led por las paredes que salen de un saliente. Está eso en vez de luz arriba.

Pero, solo hay una cama.

- Andrea - llama Annie - ¿tu y yo compartimos? - le pregunta a ella. Andrea asiente y salen juntas de la habbitación.

Ale y yo nos miramos, ella se está poniendo roja. Como si no hubieramos nunca dormido juntas.

- Supongo que tendré que compartir cama contigo, rubia - suelta ella.

- Tendrá que compartir con la pesada.

- Yo con la tonta - dice Ale

- Yo con la que no se calla nunca - digo, en tono de humor.

- Cállame - dice, y una sonrisa pícara aparece en su rostro.

Creo que no se refiere a que la calle de un puñetazo, ¿no?

Salgo de mi ensimismamiento y doy un paso hacia Ale. Y otro. Y otro, hasta que estoy en frente de ella, que está apoyada en el marco de la puerta.

Le agarro la camiseta y la atraigo hacía mí, para después pegarla a la pared mientras cierro la puerta con el pie.

- ¿Cómo quieres que te calle? - susurro, posicionando una mano en su cintura, apretando un poco.

- Cómo quieras - susurra, se le ha ido la sonrisa y tiene la respiración entrecortada. No sabía yo que le ponía de esa manera.

- ¿Quieres que te pegue? - le pregunto, y su sonrisa vuelve a aparecer.

- ¿Cómo? - dice, y esta vez soy yo la que ríe, separándome de ella y dandole la espalda mientras me dirijo al armario.

- Pervertida - río mientras camino, pero un agarre me impide hacerlo.

Su mano agarra la mía con fuerza, me gira, y para evitar que me caiga sobre ella, pone un mano suya en mi cintura antes de juntar nuestros labios.

Se siente como en el paraíso.

Ella los mueve un poco, por lo que le sigo el ritmo, lentamente.

Ella se separa.

- No me puedes dejar así, Lucía - dice, entre seria y divertida, antes de salir de la habitación.

Cojo mi maleta y empieza a deshacer la ropa mientras empiezan los turnos de ducha.

Ale imita mi acción, a mi lado, en su armario.

- ¿Cómo que no te puedo dejar así? - le pregunto, confundida por su comentario de hace un rato, y ella ríe mientras me mira, antes de volver a ordenar su ropa.

- ¡LUCÍA YA TE PUEDES METER! - chilla Annie desde su habitación.

Recojo mi ropa y me meto al baño.

Me desnudo, y miro mi cuerpo en el espejo.

Me han crecido las tetas.

JAJAJAJA.

Cuando salgo del baño, ya vestida, aviso a Ale, quien aún sigue en la habitación, diciendole que ya se puede meter.

- Lucía - me llama - ¿Me puedo vestir aqui? - dice, señalando nuestra habitación - es que tengo la costumbre, en el baño me agobio - me explica.

- Claro, claro, tranqui que no entro - le contesto, y salgo de la habitación para caminar hacia el balcón.

Es normal, tiene una pequeña mesa y dos sillas.

Me apoyo en la baranda, mirando al frente.

El complejo hace forma de U, y en el medio hay una piscina, que, siendo Diciembre, está cerrada.

Miro al frente, y en un balcón de nuestro mismo piso, me encuentro a Carlos asomado.

- ¡CARLOS! - grito, y el, que se percata, sube la mirada para encontrarme a mí, sacudiendo los brazos exageradamente.

Él corresponde a mi saludo con la misma energía.

Reímos los dos antes de que él se meta a la habitación.

Paso unos diez minutos en el balcón, hasta que el móvil me da la alerta de que la batería está muy baja.

Camino hacia la habitación, y me encuentro la puerta cerrada.

No se escuchan ruidos dentro, por lo que supongo que Ale estará aún en el baño metida.

Abro la puerta, y no, no estaba en el baño.

Me encuentro a Ale de espaldas a mí.

La recorro rápidamente de arriba a abajo. Lleva los pantalones puestos, unos de chándal negro.

Subo la mirada y me encuentro con su torso desnudo, que, aunque está de espaldas, se puede apreciar su forma. No lleva sujetador. Su estómago se estrecha en la parte de la cintura.

Me quedo tiesa por un instante, sin saber como reaccionar.

- ¿No sabéis lo que es la privacidad? - exclama, girándose mientras se pone el top, pero se queda parada en cuanto me ve - Te he avisado, Lucía.

- Lo siento, lo siento, lo siento, pensaba que no estabas - me disculpo, dándome la vuelta, dispuesta a marcharme, pero sus palabras me detienen.

- Ya puedes pasar, no importa - dice, está vez mas cerca de mí, mientras abre el armario - Es más, necesito ayuda.

La miro, ahora que ella también me está mirando, y mi mirada desciende inconsciente a su abdomen, que está marcado, casi con un six-pack. Nunca pensé que Ale estaría tan definida.

Ella se da cuenta de que la estoy mirando fijamente, y ríe.

- Me traje varias sudaderas, pero... ¿cual me pongo? - dice, enseñándome una negra y una blanca, pero me resulta complicado prestarle atención cuando está sin camiseta delante de mí.

- Ehh.... - carraspeo - ¿La blanca? - pregunto - ¿Te has venido con las converse blancas, verdad? - vuelvo a pregunta, y esta vez ella asiente - Perfecto, pues pone esa, te quedará bien.

- Perdona, señorita, que a mí todo me queda bien, eh - suelta, y yo río.

Se coloca una camiseta azul clara, que se ciñe un poco a su cuerpo. Me quedo embobada mirándola, hasta que ella se da cuenta.

- ¿Tú a que entrabas? - pregunta, con una sonrisa.

- Ah... eh... sí - respondo, moviendome hacia mi armario - A poner a cargar el móvil - digo mientras agarro rápidamente el cargador y lo enchufo a la corriente - Te espero fuera - me despido y salgo de la habitación casi corriendo, noto el sonrojo que llevo encima. Escucho a Ale riendo en la habitación.

Me siento en el sofá, y Annie y Andrea entran al salón, avisando de que se bajan al hall del hotel con las demás. Me piden que no tardemos mucho, que hemos quedado.

Cuando Ale sale de la habitación, lleva el conjunto de ropa que le he sugerido, lo que me hace sonreír.

- ¿Nos vamos? - me pregunta, yo asiento, yendo a ponerme las zapatillas.

Salimos de la habitación y caminamos por el pasillo.

En silencio.

- Vas muy guapa - le digo, mirándola de arriba a abajo mientras esperamos al ascensor. Ella sonríe, pero no dice nada.

Entramos al ascensor, yo pulso el botón, y en cuanto se cierran las puertas, Ale se pone enfrente de mí.

Poner una de sus manos en mi cuello y otra en mi cintura, mientras junta nuestros labios en un suave y dulce beso.

Sentir las caricias de sus labios sobre los míos me relaja.

Noto como sonríe en medio del beso, y cuando se separa, está colorada.

- Guapa tú, reina - dice, separándose justo cuando las puertas se abren.

Salgo del ascensor siguiéndola, y nos dirigimos hacia las chicas.

Annie corre al lado de Ale y enseguida se ponen a hablar.

Yo me junto con las demás Charlie y Marta.

- Cristina nos ha dado el día libre - empieza a decir Andrea - ¿que tal si vamos a ver el pabellón? - pregunto, y todas asentimos, emocionadas - Cristina me ha dado esto, son los pases para poner entrar - dice, y nos los entrega. Son los que se cuelgan del cuello y tienen una foto nuestra, nuestro nombre y apellidos y el equipo.

Salimos todas juntas del hotel dirigiéndonos al pabellón que han alquilado para la convención.

- ¿Es esto? - pregunta Annie, boquiabierta, y Andrea asiente.

Caminamos hacia la puerta, y enseñamos nuestros pases para poner entrar.

El gimnasio es un centro que desde fuera se ve gigante, es de más deportes, no solo de baloncesto.

Parece una cúpula enorme desde fuera, y no nos equivocamos, porque cuando llegamos a la zona de voleibol, no encontramos con un pabellón enorme.

Tiene por lo menos 3 pistas enormes reglamentarias, que después se vuelven más pequeñas para poner mas redes.

Ahora solo hay dos equipos visitandolo, ya que la convención aun no ha comenzado.

- ¿Vamos a jugar aquí? - pregunto.

- Joder, que miedo - suelta Ale.

- ¡HAY BALONES! - chilla Marta, que sale corriendo escaleras hacia abajo. Annie la sigue, y, detrás de ella, Charlie.

Mientras las demás bajan, Andrea nos llama.

- Ale, Lucía, os pido que os esforcéis, que básicamente nos han invitado por vosotras - nos pide - teneís un talento increíble, contamos con vosotras - dice, y asentimos, bajando las escaleras.

- Que cursed, si aquí la famosa eres tú - suelta Ale.

- ¿Yo? - pregunto, confusa.

- "La reina de la secundaria" - dice, imitando los titulares de la prensa - Eres pedazo colocadora, no me extrañaría que fueras profesional algún día - dice, cabizbaja, se le nota que está triste, pero no digo nada, me callo.

Nos reunimos con las chicas que ya estaban abajo, quienes están hablando con otro equipo que hay.

- ¡Hola! - saluda Ale, sonriendo - ¿Que tal? - pregunta.

Las del otro equipo la saludan con la misma energía, y nos comentan que tienen muchas ganas de jugar.

- ¿Nos presentamos? - dice la que parece ser la capitana del otro equipo - podemos ser amigas, y ni sabemos nuestros nombres - ríe.

Andrea se presenta, y despus nos introduce a nosotras, nuestro nombre y posición.

- Yo soy Leia, colocadora - dice, la capitana del otro equipo.

- Yo Marcela, central.

- Ana, central.

- Belén, opuesto - dice una tía enorme.

- Cristina, punta.

- Alba, líbero - dice una chica pequeñita.

Terminan de presentarse todas, pero se despiden después diciendo que nos veremos por el hotel, y se marchan con su entrenador.

Cojo un balón de la cesta que hay y me posiciono en la línea para hacer un saque.

Ale parece leer mis movimientos ya que se posiciona en el otro campo, esperando. Annie le sigue el rollo y se coloca con ella.

Andrea se mete conmigo.

Río ante la sincronización que acabamos de tener, y me preparo para sacar.

Hago mi servicio con salto, pero esta vez me va mucho más fuerte de lo normal, y desviado ligeramente a la izquierda, por lo que Ale tiene que moverse rápidamente para poder recibirlo.

Lo levanta perfectamente, dirigiendolo a Annie, quien le coloca a ella.

Vamos a ver, Ale mide 1.67 y la red está a 2.20, ¿llegará?

Annie le coloca un tercer tiempo que va un poco desviado, pero Ale corre hacia el balón, y antes de dar con la red pega un salto que nos deja a todas temblando. Andrea trata de bloquearla, pero Ale hace un cruzado, que, al lanzarme, no llego a recibir.

Cuando Ale toca el suelo no pilla equilibrio y se cae de culo, provocando risas.

Annie le ayuda a levantarse y Ale ríe.

- No estoy preparada para estos trotes - suelta, haciéndonos reír aún más.

- ¿Cómo haces eso? - le pregunto.

- ¿El que? - pregunta, confusa.

- El saltar tanto, eres un enana - digo yo.

- Genética, supongo - dice riendo e ignorando mi comentario.

Entonces Noa, de quien me había olvidado de su existencia, da un paso adelante.

- Carrera de líberos - dice, mirando a Ale, y ella ríe.

- ¿Ahora? - pregunta Ale - ¿sin rodilleras ni nada?

- Sí, ¿quieres?

- Vale.

Doy yo un paso adelante.

- ¿Que es eso? - pregunto, y Ale me mira como si hubiera dicho una barbaridad.

- Las dos nos ponemos mirando a la persona que va a lanzar el balón con los ojos cerrados, entonces lanzan el balón, nos damos la vuelta y la primera que lo salve gana - me explica, y yo asiento.

Se giran hacia Andrea, quien sujeta un balón, y cierran los ojos.

Andrea lanza el balón, que va rápido y recto.

Las dos se giran y Ale enseguida hecha a correr, pero Noa la alcanza.

Al ver que el balón esta a punto de caer, Ale se tira de pinguino, deslizándose por todo el suelo, y llega al balón, salvandolo.

Se pone de pie, sacudiendo la sudadera, y le guiña el ojo a Noa, para después mirarnos a todas las demás y hacer una reverencia, lo que provoca risas.

- ¿Ya puedo irme? - le pregunta Ale a Noa, y esta asiente de mala gana por haber perdido.

Ale camina hacia nosotras, y me guiña el ojo.

- Más te vale defender así de bien - le amenaza Andrea en tono burlón, y Ale le saca burla.

Nos quedamos hablando unos minutos, pero cuando entra un nuevo equipo entra al pabellón vestidos con sus uniformes, que indican su número de jugadora y que son la de la escuela privada "Montessori".

Las mejores de toda la liga.

Chicas que parecen armarios caminan por una de las canchas libremente, sin entrenador o entrenadora.

Bromean y van riendo mientras una coge un balón.

Se lo pasan mutuamente hasta que la que parece ser la colocadora hace un primer tiempo espectacular con una jugadora.

- Bah, no son para tanto - suelta Andrea.

- Andrea, eso te revienta la cabeza - le rebate Annie.

- Cómo nos toque con ellas... - reza Charlie.

- Dan miedo - comenta Marta.

- Las podemos estudiar si jugamos contra ellas - digo, mientras miro a las armarios vivientes. Noto las miradas expectantes de mis jugadores sobre mi cabeza - Son las mejores, sí, pero si te fijas, son muy previsibles - comento.

- ¿A qué te refieres? - pregunta Andrea, colocándose a mi lado, curiosa.

- Que lo esconden y disimulan todo bien, pero fijate bien, se nota cuando la colocadora va a colocar para atrás o para delante. Gira o levanta los brazos más o menos depende de lo que vaya a hacer, y también junta un poco más las manos si es que va a hacer una finta normal. Sus pies también la delatan, si coloca para atrás tiene uno un poco mas atrasado que otro... - suelto de carrerilla, pero Andrea me para.

- ¿Te has dado cuenta de todo eso en tres colocaciones? - suelta ella, incrédula, y yo asiento sonriendo nerviosamente.

- Esta tía no es normal - suelta Annie.

En cuanto paramos de hablar me doy cuenta de que Ale parece que no esté en este mundo. Las está mirando fijamente, con el ceño fruncido. Estoy acostumbrada a que haga eso, es símbolo de concentración, pero esta vez noto algo diferente.

Me sobresalto cuando escucho el golpe del balón al chocar contra el suelo y volar hacia nosotras. Mejor dicho, hacia Ale.

Ella reacciona a tiempo y lo coge en el aire antes de que se le estampe contra la cara.

La colocadora del otro equipo se le queda mirando fijamente, entrecerrando los ojos.

Pasan los segundos y ninguna de las dos reacciona. Nosotras estamos extrañadas mirando a Ale, y una jugadora del otro equipo se acerca a la colocadora, y le susurra algo, señalando a Ale.

Entonces la colocadora sonríe y asiente, y se acerca a Ale caminando junto a su compañera.

Entonces todas miramos a Ale, quien ha dado varios pasos hacia atrás, casi chocando con Noa, quien se había apartado a tiempo.

Todas nos miramos entre nosotras, intentando descifrar su extraño comportamiento, pero ella solo sigue con la mirada en la número cinco, quien está ya enfrente de ella.

- Ale... - dice la número cinco, sonriendo... ¿burlonamente? - cuanto tiempo... - observo a Ale, a quien ahora le ha cambiado la cara a una de asco.

- ¿Qué haces aquí? - pregunta ella, seria.

- Jugar, ¿no lo ves? - contesta la colocadora, riendo entonces - ¿Aún te afecta la miopía?

- Sofía, no estoy para vaciles - suelta Ale, adelantadose un paso, frunciendo el ceño.

- Joder tía, ¿aún estamos con esas? - pregunta la tal Sofía, atacándola.

- ¿Con esas? - pregunta entonces Ale, apretando la mandíbula - ¿Con esas de qué? - dice, adelantando otro paso, cada vez más cerca de Sofía.

Andrea reacciona y coge a Ale de los hombros, echándola para atrás. Camino ya lentamente hasta el lado de Ale, queriendo protegerla.

La miro a los ojos y noto como se van poniendo llorosos poco a poco.

La noto tensa, y con mucha rabia.

Nunca la había visto así.

El otro equipo se acerca a nosotras y se posiciona al lado de Sofía.

Sofía, al verme colocarme al lado de Ale, muy cerca, sonríe.

- Parece que... no has entrado al bachiller que querías - suelta ella, picándola.

- Parece que tu sí, pero que no han arreglado la estupidez que te cargas encima - le contesta Ale, desafiante.

- Anda que tu equipo, que entre todas no hacéis ni una, inútiles - suelta entonces Sofía, y Andrea tiene que sujetar aún más fuerte a Ale.

Miro a todas y están muy tensas. Parecen ignorar el comentario.

Los ojos de Ale se van acuando.

Sofía se mueve y habla mientras de una vuelta alrededor nuestra, caminando lentamente.

- Y tú, que ni siquiera sabes recibir un saque flotante... - susurra, aunque la podemos oír perfectamente bien. Vuelve a llegar a su sitio - Lo que decía, inútil en particular - dice, dirigiéndose a su equipo, quien se ríe.

Noto como Ale apreta los puños más y sus ojos se van poniendo más y más llorosos, pero aún sin derramar ninguna lágrima.

Le paso un brazo por el hombro, atrayéndola hacia mí. Sofía sonríe a este acto.

- Parece que... - dice, acercándose a mí - ahora te gustan las rubias - me toca el pelo.

Entonces Ale se separa de Andrea y de mí y separa a Sofía de mi pelo.

- No la toques - suelta Ale, tensando cada vez más la mandíbula.

- ¿Tu me lo vas a prohibir? - le contesta entonces Sofía, seria, mientras empuja levemente a Ale - ¿Que pasa si ahora la cojo y te la robo? - contesta sonriendo - ¿Te joderia eh?, ¿Te recuerda a algo?

- ¡¿Vas a repetir tus acciones, Sofía?!

- ¿Aún no lo superas Alejandra? - le pregunta Sofía, empujandola otra vez - ¿Aún te duele? - vuelve a empujarla - ¿Aún te duele no ser como las demás?, ¿Aún te duele que te cambiara por alguien mucho mejor que tú?, ¿Aún te duele que no te prefiera? - vuelve a empujarla - Que no eres nadie, Alejandra, y nunca lo serás, que te piensas que eres guapa y que estás buena y todo lo que quieras, pero alguien te cambiaría en menos de lo que tardo en contar un segundo. Que te piensas que has venido aquí a ganar, y la que va a ganar aquí soy yo. Porque yo me voy a quedar aquí, y tú te irás, porque no te lo mereces - suelta Sofía de carrerilla, empujando a Ale otra vez, pero más fuerte entonces, haciendo que ella pierda le equilibrio, cayendose de culo.

Nosotras nos miramos, impactadas, mirando a Ale sin saber qué hacer.

Ella tiene las mejillas rojas y los ojos llenos de lágrimas.

Se levanta del suelo pegando un salto, y camina tán rápido hacia Sofía que no nos da tiempo a pararla.

Le pega una patada en el estómago y después la empuja con una fuerza descomunal, tirándola al suelo.

Sofía resbala en el suelo, pero su sonrisa burlona no se borra. Se levanta, y antes de que Ale pueda reaccionar, un puñetazo impacta en su mejilla. Cuando vuelve la cara, tiene la nariz reventada.

Ale avanza, metiendole una patada en el costado a Sofía y esquivando un puñetazo, pero sin darse cuenta, otro impacta en su estomago.

Ale sigue como si nada, y vuelve a empujar a Sofía, que vuelve a acabar en el suelo.

Ella se queda de pie, mirando a Sofía repulsivamente, con la nariz aún sangrando.

Las chicas nos miramos sin saber que hacer, pero cuando Sofía y ella quieren volver a juntarse, nosotras agarramos a Ale de los hombros, error nuestro, porque le facilito una patada en el brazo a Sofía.

Ale estira hasta separarse de nosotras y vuelve a empujar a Sofía, que termina otra vez en suelo, antes de salir caminando rápidamente hacia las escaleras, y mientras las sube, Sofía grita.

- ¡VOY A HACER QUE TE EXPULSEN DE LA CONVENCIÓN! - chilla ella.

- ¡NO VAS A HACER NADA PORQUE TODAVÍA NO HA EMPEZADO! - grita de vuelta Ale, girándose. La voz se le rompe, y vuelve a subir las escaleras de dos en dos.

Nosotras nos quedamos paralizadas, sin saber que hacer, pero segundos después salimos por las escaleras, esperando encontrar a Ale en la salido, pero no.

No se le ve por ningún lado.

- Habrá vuelto corriendo al hotel - suelta Annie.

- No he entendido nada - dice Andrea.

- Nunca la he visto así - dice Noa.

- Nunca pierde sus casillas - añado yo antes de comenzar a andar rápido hacia el hotel mientras las chicas me siguen.

Al cabo de diez minutos llegamos a la puerta del hotel, donde nos encontramos en los chicos en los sofás.

- Hola - les saludamos en cuanto llegamos.

- Vagos - escucho susurrar a Annie.

- ¿Alguien nos puede explicar porque hemos visto a Alejandra entrar casi llorando y pareciendo que quiere pegarle una hostia a todo el mundo? - pregunta entonces Carlos, lo que nos hace mirarnos entre nosotras.

- Ehhhh.... - empieza Andrea, pero la corto.

- ¿Ha subido para arriba? - pregunto rápidamente.

- Eh... si, ¿por? - contesta Adrián, el líbero.

- Voy para arriba - aclaro, antes de coger un ascensor y subir mientras las chicas se quedan abajo, supongo que contándoles lo que ha pasado.

Camino rápido por los pasillos de nuestro piso hasta llegar a nuestra puerta.

Paso la tarjeta y entro delicadamente.

No se escucha nada.

Cierro la puerta y entro finalmente.

- ¿Alejandra? - pregunto, sin obtener respuesta - ¿Ale? - paso al salón y no está

Vuelvo a las habitaciones y entro a la nuestra, encontrándome a Ale tumbada en la cama y tapada hasta el pecho.

- Ale... - digo, acercándome, para darme cuenta de lo que está pasando.

Ale tiene los ojos cerrados y lágrimas se cuelan, saliendo.

Está hecha una bolita y tiene la cara medio escondida entre sus brazos.

Me quedo paralizada al verla en ese estado, pero segundos después reacciono, sentándome a su lado y cogiendola lentamente para situarle la cabeza en mi pecho y que esté cómoda.

- Lucía... - susurra - lo siento... - dice antes de que su voz se entrecorte.

Le acaricio el pelo suavemente.

Noto sus leves espasmos y como le caen las lágrimas por toda la cara.

Me rompo al verla así. Me quedo sorprendida, ya que siempre había pensado que Ale no lloraba, y ahora la tengo así y no se como reaccionar.

Intento limpiarle las lágrimas con el puño de mi sudadera, y ella se deja.

Esconde la cara en mi pecho mientras sigue sollozando, y se agarra más fuerte a mi cuerpo.

Dejo que llore y se deshago todo lo que quiera mientras esté a mi lado.

La intento relajar con leves caricias en el pelo y en la cabeza, y parezco lograrlo.

Minutos después se va relajando, los espasmos y los sollozos cesan para convertirse en una respiración tranquila, por lo que intuyo que se ha dormido.

Pienso en las palabras de Sofía.

"Que no eres nadie, Alejandra"

"que te piensas que eres guapa y que estás buena y todo lo que quieras, pero alguien te cambiaría en menos de lo que tardo en contar un segundo"

No tengo ni idea de que se conocen ni de lo que han pasado, pero está claro que han tenido una relación.

Esa tía no va a acabar bien, no va a hablarle así a Alejandra, como si fuera un trozo de mierda.

Desde que la conocí supe que era una persona maravillosa, y no me equivoqué.

Alejandra es querida por todos, y más por mi. Es la persona más amable, comprensiva y graciosa que he conocido.

¿Y eso de que no está buena?, A ver, no me gusta hablar así de las personas porque siento que no está bien, pero, ¿Alejandra?, porfavor, es la mujer más guapa que he visto en mi vida, con sus ojos y su cuerpo le gustaría a cualquiera.

Sigo con las caricias un rato.

Yo no me duermo, no puedo, no tengo sueño, asi que sigo haciéndole mimitos a Ale.

Media hora después, noto como Ale se remueve y se coloca mirando hacia arriba, al techo.

Abre los ojos y se queda mirándome antes de sentarse en la cama y frotarse los ojos.

- Lucía... - dice, teniendo la intención de darme explicaciones.

- No tienes que darme explicaciones si no quieres Ale, no es necesario - le digo yo, con una dulce sonrisa.

- Gracias - dice Ale sonriendo - Te lo prometo que te lo explicaré.

- No te preocupes, Ale - le digo, sonriendo, y ella se abalanza a mis abrazos, apretando contra su cuerpo.

- Lucía... - susurra en mi oído, provocando que me estremezca - te quiero... - dice.

HA DICHO LAS PALABRAS MÁGICAS.

CENTRAL LLAMANDO A LUCÍA, REACCIONA PORFAVOR.

LA HEMOS PERDIDO, LA HEMOS PERDIDO.

LUCÍA REACCIONA.

- Yo... - susurro, mientras aparece una sonrisa en mi cara y noto que se me suben los colores - Yo más, Alejan - digo, y Ale se separa de mí.

- ¿Alejan? - pregunta ella.

- Es un... apodo - le explico - Todos te llaman Ale, lo nuestro es un poco más... especial - digo, mirando al colchón mientras sonrío porque no soy capaz de mirarla a los ojos - Espero que no te moleste.

Alejandra coloca su mano en mi barbilla, para subirme la cabeza y que la mire a los ojos.

- Me encanta - dice, con una sonrisa y ese característico brillo en sus ojos, antes de posicionar su mano en mi nuca y acercarme a ella para juntar nuestros labios en un dulce beso.

Nos encontramos en la puerta del restaurante, es la hora de la cena.

- ¿Alguien sabe como funciona esto? - pregunta Carlos, confuso.

- Es buffet libre, coges lo que te dé la gana y ya está - aclara Ale, quien ya le ha explicado a los demás el altercado, y ahora los chicos la tienen jurada con Sofía y su equipo.

- ¿Y Cristina? - pregunta Andea, refiriendose a la entrenadora.

- Ni idea.

- Seguro que ha encontrado a algún tío... - deja caer Adrián.

- Y va a pasar una noche loca... - complemente Carlos. Los dos se ríen, provocando risas en todo el grupo.

- Coño, vamos a pasar que me muero de hambre - aclama Annie, y todos pasamos, buscando una mesa para quince personas.

Al final resulta que los del hotel habían preparado mesas especiales para cada equipo, y nos indican la nuestra.

- Nos encontramos en buena zona - suelta Sebas, el central del equipo masculino.

- Carne - dice Carlos señalando la zona de carne - bollería, pan, dulce, pescado - dice señalando las respectivas zonas de cada comida, provocando risas en toda la mesa.

Rápido todos nos movilizamos en busca de comida.

Vuelvo a llegar la primera a la mesa con un plato de patatas y arroz con pollo, los chicos llegan con dos platos cada uno, y las chicas todas con comidas variadas.

Faltan Carlos y Ale por llegar, que se encuentran juntos esperando a coger milanesas.

Carlos se gira y ve a Sofía dirigirse a su lado. él le toca el hombro a Ale, señalando si esa es la tipa que la había molestado, Ale asiente pero se le ven que los labios los mueve muy rápido, pareciendo que está adviertiendo a Carlos de que como haga algo...

Tarde.

Sofía, que pasaba por detras de ellos, ha sido víctima de un "tropiezo" y se cae al suelo con toda la comida.

Varias risas resuenan por nuestra mesa, ganandonos miradas cargadas de rabia de la mesa "Montessori"

Ale y Carlos llegan riendo y se sientan cada uno en sus sitios, ella al lado de mí.

Cenamos todos hablando y riendo, sin pensar lo que no esperaba la convención.

Cuando llegamos a la habitación, Ale y yo nos desnudamos y nos cambiamos de ropa por turnos.

Cuando termino de ponerme el pijama salgo al balcón, donde están Andrea y Ale hablando de una rotación.

- Chicas, me voy a dormir - les comento, y Andrea me da un abrazo rápido deseándome una buena noche.

- ¿No me das un abrazo? - replica Ale, con los brazos cruzados simulando enfado. Provoca risas en Andrea y Annie, que se encuentra dentro.

- ¡Ale, pide el divorcio! - grita Annie, provocando más risas.

Ya se huelen lo nuestro.

- A ti te veo ahora, tonta - le digo, con tono burlón, a Ale, que pone la mano en su pecho, abriendo la boca mientras finge indignación.

- Vale, vale... - dice, girándose y dándome la espalda.

Me despide de Andrea y Annie y entro a mi habitación tumbandome mientras cierro los ojos.

Estoy derrotada.

Lo último que escucho es a Ale entrar a la habitación, meterse en la cama y ponerse a mi lado.

Pasa su brazo por mi cintura atrayéndome hacia ella hasta juntar nuestros cuerpos, lo que ya se ha convertido en nuestra usual posición cuando dormimos juntas.

- Buenas noches, princesa - susurra en mi oído. Me estremezco y siento una sonrisa aparecer en mi cara cuando escucho el "princesa".

Me relajo completamente en sus brazos y me duermo rápidamente, preparandome para lo que me espera en estos tres próximos días que dura la convención.









HOLA REINAAAAAS.

He tardado en actualizar lo se, y lo siento.

Por eso para recompensaros os traigo un cap muy largo. Y MAS Q LARGO DIOS.

agradeceria que compartierais esta historia con gente que creeis que le pueda interesar.

espero que os guste y dejadme por aqui vuestras sugerencias y opiniones ;)

os quierooo

nos leemos reinas










<3

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