Frontera de caza

Von katiealone

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Cumplir dieciocho años en la tradicional y poderosa familia Bautista-Montagny es todo un acontecimiento. Y Da... Mehr

Sinopsis
📜 Epígrafe 📜
🩸 Introducción 🩸
1. Los barrios altos
2. Preparativos
3. La caja
4. Sangre
5. En aprietos
6. Culpable
7. Pagar el precio
8. Frente a frente
9. Sangre nueva
10. Primera vez
11. Matamos a un Edevane
12. Bebe
13. S.O.S
14. Primero, las balas
15. Momentos de debilidad
16. La historia según Arabella
17. Nos preparamos
18. Dulce escape
19. Verdades sobre la mesa
20. Tuya
21. Tenemos visita
22. Enemigos
23. En nuestras venas
24. La escena de Jack
25. Sin esperanza
26. Sin lugar en el cielo
27. La cazadora
28. Lo que perdimos
29. Tal vez es tarde
30. Poder ancestral
31. Relish
32. Fugitivos
34. Sombras
35. No me sigas
36. Sangre de mi sangre [Final]
🧛 Nota de la autora 🧛
🩸 Epílogo 🩸
Extra 1: Lover
Extra 2: Aquella niña perdida
Extra 3: Ternura
Especial de Halloween 2023 [Parte 1]
Especial de Halloween 2023 [Parte 2]
🎨 Ilustraciones para FDC 🎨
😜 Memes 😜
📚 Otras historias de la autora 📚

33. Sin culpa

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Von katiealone

Viajar en micro no fue tan traumático como Danielle pensó, y porque José Alonso acertó en la parte en que a esa hora la gente normal no andaba por allí. Así que, apenas llegaron a la avenida, un desconfiado chófer de bus se detuvo a recogerlos en un paradero. Arqueó la ceja, y mientras el vampiro le pagaba, los pocos que estaban más o menos sobrios dentro del micro se rieron por lo bajo, o tomaron fotos con disimulo.

Los tres se sentaron en los asientos de al fondo, al menos ella y su primo se mantuvieron en silencio, llenos de vergüenza. Solo Alonso andaba tranquilo, y cuando un borracho se acercó  a preguntarles por qué rayos estaban vestidos así, este respondió que iban a una fiesta de disfraces.

—Y ella va de Carrie —le dijo al tipo, que de pronto la miró fijo.

—Pues le falta sangre, no va a ganar. ¿Es concurso? No importa, no va a ganar.

—Lo de la sangre lo podemos arreglar al rato, gracias por el consejo —bromeó José Alonso, lo que acabó haciendo reír al borracho, y a los otros curiosos del bus.

Mientras, el micro siguió avanzando sin problemas, ni tráfico que esquivar. Y conforme se acercaban a La Planicie, quedaron ellos al último. Por supuesto, nadie que viviera en ese lugar tan exclusivo andaba en micro.

Cuando al fin bajaron, Dani calculó que eran más de las tres de la madrugada. Había un largo camino por seguir para llegar a la mansión, y ella ya estaba harta de caminar descalza. Se había lastimado la planta de los pies en el bosque, y ni hablar de los otros golpes que se dio y no percibió hasta estar en calma en el bus.

Se escondieron en las sombras, evitando las cámaras de seguridad que podían delatar su presencia. Y cuando entraron a la zona del lago, esquivando a los guardias y demás oficiales, tuvieron que moverse a la velocidad que habían ganado como cazadores, una que de a ratos superaba a la de José Alonso. Cuando al fin vio la mansión Bautista, supo de inmediato que algo andaba mal. De hecho, llevaba pensando en eso desde que entraron a La Planicie. Más luces, más seguridad, incluso una patrulla de policía. Eso no era frecuente en un lugar donde los ricos pagaban por protección sin recurrir al inútil gobierno.

—Creo que ya lo saben —comentó Lanslet conforme se acercaban—. Las luces están encendidas.

—Ya me di cuenta —dijo ella. Lo confirmaron poco después, cuando al cruzar las rejas de la mansión, vieron varios autos y furgonetas estacionados. Eran de sus dos familias.

Caminaron apenas un poco más antes de que los guardias le salieran al encuentro. Aunque se mostraron sorprendidos por su apariencia, los reconocieron sin problemas, e incluso quisieron detener al vampiro.

—Tranquilos —dijo ella, levantando la mano en un gesto autoritario como el que solía hacer su padre—. Está con nosotros y bajo control, es asunto mío ahora.

—Si, ya lo escucharon. Nada de encerrar al vampiro en la jaula —continuó Alonso, imitando su tono de voz. Lanslet le dio un empujón, del tipo que se daban para dejar claro quien manda, y el vampiro trastabilló un poco—. Si, mi amor. Ya entendí, no seas violento...

—Andando —ordenó ella, adelantándose unos pasos. No solo necesitaba conseguir ropa y quitarse toda la suciedad de encima, también tenía que lograr que se pusieran en marcha para buscar a los rehenes.

Cuando cruzaron la puerta principal de la mansión, otros guardias les condujeron de inmediato a la amplia sala de juntas que usaba papá, allí estaba la familia. Se sintió aliviada a verlos, pero se detuvo apenas se cruzó con la mirada de su madre.

Todos se giraron, y se pusieron de pie. Florence, la madre de Lanslet y hermana de mamá, fue directo a abrazar a su hijo. Los Montagny no eran muy expresivos pero, por su gesto y la forma en que apretó los ojos al tenerlo en sus brazos, entendió que todos en esa sala pensaron que estaba muerto.

—¡Dani! —La que gritó fue Katrina, su otra prima. Antes de que pudiera responder, la joven la estaba abrazando fuerte, y eso la confortó. Ya que su madre no se iba a dignar ni a saludarla, que al menos a alguien allí pareciera importarle que estaba viva—. ¿Qué pasó? ¿Cómo sobrevivieron? ¿Y los demás? ¿Arabella...?

—Tranquila, les voy a contar todo —contestó, apretando las manos de su prima.

—¿Acaso están...? —Tío Baltazar, el único hermano Bautista sobreviviente, también se acercó—. Por favor, Danielle. Dime que Arabella está viva. Hace un rato pensé que perdí a dos sobrinas, pero ahora tengo esperanzas. Por favor... —rogó. "Pobre", se dijo ella sintiendo un nudo en la garganta. Apenas perdió a un hermano, todo eso era demasiado para soportar.

—Se llevaron a Arabella y a Almeric. También a... A Aliz Drak —añadió. Si, ya todos sabían lo que pasaba entre ellas dos, así que no pensaba ocultarlo. Aunque, bajo la mirada inquisidora de su madre, fue más difícil nombrarla.

—¿Jack? ¿Se los llevó Jack? —insistió Katrina, y ella negó con la cabeza.

—No. Hay brujos Relish en El Sirada. —El murmullo de sorpresa fue general, otros maldijeron por lo bajo.

—Eso lo cambia todo —dijo tío Baltazar—. Vaya, justo cuando teníamos un plan...

—Ahora necesitamos saber los detalles. —La que levantó su voz en medio de tantas voces fue su madre—. Lanslet, toma asiento. El vampiro no tiene que estar aquí, es asunto de cazadores.

—El vampiro es parte de esto —aclaró Dani.

—No, tranquila, yo me voy a la sala —dijo José Alonso, algo inquieto, mientras retrocedía hacia la puerta—. No hace falta que me quede donde todos me quieren para agrandar sus marcas, así que adiós —tomó el pomo de la puerta, y dio un paso afuera. Justo cuando creyó que iba a irse, el vampiro la llamó—. Angelito, no te olvides de mi madre. Es importante.

—Sí, ya lo sé. —"Lo es para los dos", se dijo muy a su pesar. Ella seguía intranquila, la sensación de que Aliz estaba en peligro no la abandonó ni un instante.

Cuando José Alonso al fin se retiró, Lanslet ya estaba sentado, justo al lado de su madre. Todos habían vuelto a sus sitios. Solo ella estaba parada allí, hecha un desastre. Maldita sea, no pensó que tan pronto se pondrían serios, y ella aún en bata.

—Siéntate, Danielle —le pidió su madre. El único lugar libre era el de su padre.

—Pero...

—Siéntate —ordenó. Sin decir nada, fue directo hacia allá, y se sentó a la cabecera. Era extraño, y no podía creer que le cedieran ese lugar. Desde que papá murió, nadie se hizo cargo. Y ella, que ni siquiera sabía qué demonios hacer, no se creía preparada para algo así.

Antes de que los nervios se apoderaran de ella, Danielle empezó a contarles todo, incluso lo que pasó en casa de Milla. Cuando llegó a la parte de la explosión y el ataque, Lanslet le ayudó a completar otros puntos, y así armaron la imagen de la tragedia: Sus cazadores más fuertes e importantes estaban en garras de brujos enemigos, y no tenían idea de lo que podían hacerles.

—Es obvio que si quisieran matarlos, lo hubieran hecho sin problemas delante de ustedes —concluyó su madre—. Sí, los tendrán prisioneros, quizá quieran sacarlos de El Sirada.

—O quizá los usen para algo que desconocemos —agregó tío Baltazar—. La sangre de cazadores, nuestra sangre. Todo tiene la magia de la maldición de la reina escarlata. Pueden usarlos para algún experimento, es posible.

—Por eso tenemos que rescatarlos hoy, no puede pasar de este día —les dijo su madre, a lo que todos asintieron, incluso ella.

—Dijeron que había un plan, ¿qué tenían en mente? —preguntó Lanslet.

—Tenemos las grabaciones de las cámaras de seguridad de los alrededores del bosque de los olivos, hemos rastreado todo el camino que recorrieron —empezó a explicar tía Florence—. Los perdemos hacia el puerto, así que tenemos varios puntos posibles donde los pueden tener.

—¿Y si escaparon por barco? —dijo ella, pero la mujer negó con la cabeza.

—Hemos pedido que cierren el puerto aduciendo "Anomalías en el litoral", nadie saldrá hasta que demos la señal. —Vaya. A esas alturas ya no debería sorprenderle la influencia de su familia.

—El plan era cercar los lugares sospechosos, sabemos qué sitios están deshabitados —explicó tío Baltazar—. Si se trataba solo de vampiros, hubiera sido más fácil. Pero ahora que hay brujos de por medio, todo se ha complicado.

—¿De verdad no podemos hacer nada? —preguntó ella—. Son tres, nosotros somos muchos. No pueden hacernos daño a todos, ¿no? Tenemos ventaja.

—Si, pero igual hay que irnos con cuidado. No sabemos lo que traman, cualquier paso en falso puede matar a Arabella y Almeric. —"Y a Aliz", pensó. Algo le dijo que hacer esa aclaración no sería bien tomado.

—¿Qué vamos a hacer entonces?

—Vamos a volver a distribuir los equipos de ataque, los lugares y los tiempos. Antes era un plan de ataque sin sobrevivientes, ahora es un plan de rescate, y los tenemos a ustedes dos —continuó su tío—. Así que no tardaremos, tenemos que salir de aquí antes del amanecer.

Danielle asintió. Ni siquiera tenía sueño, no le importaba. Estaba convencida de que no lograría pegar los ojos hasta rescatarlos a todos, y en eso no pesaba rendirse. Se acomodó en el asiento, y escuchó. Tenía que aprenderse cada parte del plan.


*************


Quedaba media hora para salir. Tuvo suficiente tiempo para sacarse esa bata que ya estaba inmunda, con sudor y sangre. Hizo un gesto de dolor al calzarse las botas, a pesar de haberse vendado los pies, seguía siendo incómodo. Esta vez no se puso guantes, pero sí llevó los anillos de garra que le regaló Lanslet. Su daga la esperaba en la mesa de noche, y aún llevaba la sangre del último vampiro que mató. Cogió un paño y limpió la hoja con cuidado, no se detuvo hasta verla brillar. Se preguntó, sin querer, a cuántos acabaría matando esa noche. Y si alguno de ellos le haría ganar la fuerza suficiente para poder enfrentar lo que se venía.

Danielle iría con Lanslet, Katrina, y José Alonso. Si, hasta a él lo habían incluido en el plan. Tal vez pensaban usarlo como carne de cañón, pues sabían que se arriesgaría por Aliz aunque le costara la vida, y eso les ahorraba el trabajo. La prioridad era rescatar a Arabella y Almeric, tampoco había orden de capturar a nadie. Si tenían que matar a todos, lo harían.

"Y tal vez puedo morir aquí", pensó. Eso también se dejó claro durante la discusión del plan. No sabían cuantos vampiros Edevane llegaron junto con Jack, o si había más brujos. O tal vez aparecieran más vampiros de los que podían enfrentar, tal como pasó en la hacienda. Y aunque era un riesgo, igual tenía que hacerlo. Por Arabella, y por Aliz. No iba a estar tranquila hasta que estuvieran a salvo. Tal vez no volverían a estar juntas, y no importaba. Con tal de sacarla de su encierro y dejar de sentir esa angustia en el pecho, valdría la pena.

La chica terminó de alistarse, tal vez bajaría a buscar a José Alonso. La mansión estaba silenciosa, el resto aun se preparaba. Así que, caminando por uno de los pasillos, su mirada se desvió primero al lago. El cielo empezaba a aclarar, después de todo, no saldrían antes del amanecer. Y así, mirando distraída, sus ojos se posaron en casa de Milla, que no estaba a mucha distancia de allí. Cuando vio lo que vio, se le cortó el aire.

La casa estaba rodeada de furgonetas de televisoras, periodistas, patrullas, y más curiosos. Habían delimitado la zona, pero eso no importaba. Almeric no cumplió su palabra, su familia no se encargó de cubrir nada, al contrario, de pronto parecía que cada persona en el país sabía lo que sucedió aquella noche en casa de los De Castro. Que vieron el cuerpo de Milla. Que la vieron en el piso, como si fuera una muñeca rota.

Nerviosa, Danielle corrió hacia otra estancia buscando un televisor. Las manos le temblaron cuando tomó el control remoto, porque no sabía si quería ver. A esa hora los noticieros mañaneros habían empezado, y a juzgar por el alboroto, diría que todos transmitían lo mismo. No se equivocó. La chica pasó por varios canales donde explicaban de una masacre en la casa de una de las familias más ricas de El Sirada. ¿Ajuste de cuentas? ¿Un asesino serial? ¿Terrorismo? ¿Venganza política? Todavía no se sabía, pero se habían difundido imágenes del baño de sangre dentro de esa casa, y de cómo quedaron los cadáveres.

Muchos noticieros tuvieron la decencia de no pasar las fotos, otros lo hicieron distorsionando la imagen. Eso poco importaba, Danielle sabía que todo eso ya andaba dando vueltas en todos los grupos de WhatsApp de la ciudad. Que todos vieron a su Milla tirada, ensangrentada, muerta. Que algunos la miraron con pena, otros con asco. Y fue justo cuando una de los noticieros mostró las imágenes de los cuerpos de Diego y Milla en el suelo, aunque algo borrosas, que no soportó más.

Gritó, cogió el televisor y lo echó a un lado con fuerza. Lo que en verdad quería era detener todo, ir a casa de su amiga y echar a todos esos buitres, romper sus malditas cámaras, gritarse que se largaran y dejaran de hacer de esa desgracia un circo. Pero sabia que no había ninguna solución, que ya era tarde, que su amiga se convirtió en el objeto que los morbosos miraban para saciar su curiosidad.

—¿Qué es lo que te sucede? —Se giró de inmediato al escuchar la voz de su madre, quien le hablaba desde la puerta. Estaba furiosa, pero eso no nubló del todo su juicio. Solo verla iluminó su mente.

—Tú sabías de esto, ¿verdad? ¡Lo sabías!

—¿A qué te refieres?

—¡A esto! —caminó hacia la ventana, y arrancó las cortinas. A lo lejos se veía la casa de Milla rodeada de los buitres del periodismo—. ¡Claro que sabías! ¡Almeric informó a todos! ¿Por qué me mintieron? ¡Él dijo que iban a manejarlo!

—Y lo hicimos, Danielle. Estamos viviendo una crisis, la casa de la explosión está a nuestro nombre, ya ha sido muy complicado cubrir ante tanta gente lo que pasó, y sabíamos que la noticia se iba a expandir rápido.

—Entonces...

—Entonces desviamos la atención. Un incendió en una casa solitaria en el bosque de los olivos no puede ser tan importante como el brutal asesinato de gente rica. Piensa, ¿qué es lo que da más morbo? ¿Lo que vende? Hicimos lo necesario.

—¡Cómo pudiste! —gritó, furiosa. Avanzó hacia ella apretando los puños, haciendo lo posible por controlarse y no llorar delante de ella—. ¡Era mi amiga! ¡Mi única amiga! Y su familia, ellos... ¡Ellos no merecen esto!

—¿Sugieres que hubiera sido mejor que dejemos que la prensa sepa que hay cadáveres de vampiros en una de nuestras casas? No seas ridícula, Danielle, hazme el favor...

No se controló, no esperó reaccionar de esa manera. Le dio una cachetada, una de verdad. Fue tan fuerte que la vio girar el rostro, y hasta retroceder como si fuera a caerse. Danielle se quedó con la mano en alto, sin creérselo del todo. Aún sentía rabia, aun quería golpearla. Pero no pudo, esa no era la forma de enfrentarla. Quería acabar con todo, quería la verdad.

—¿Por qué? ¿Lo hiciste porque sabías lo importante que era para mí? ¿Por lastimarme?

—No creas que el mundo gira a tu alrededor, niñita —respondió su madre entre dientes, llevándose una mano a la zona golpeada.

—¡Pues para ti es así! ¡Disfrutas haciéndome sentir mal! ¡Siempre ha sido así, y ahora es peor! Me odias, me odiaste siempre, ¿y por qué? ¡¿Qué mierda te hice yo, mamá?!

—Será mejor que te calles...

—¡No! ¡Responde! —la empujó, acorralándola—. ¡Habla! ¡Dime tu verdad! ¿Por qué me odias? ¿Qué te hice? ¡¿Qué hice?!

—¡Nacer! ¡Eso hiciste! —pronto, Nanette salió de sus casillas, y respondió. Apenas la escuchó, se quedó paralizada—. Desde que supe que estaba embaraza me hiciste infeliz. Todo el embarazo fue una maldita tortura, el parto casi me mata. ¿Y sabes qué? ¡Ni siquiera podía decir nada! ¡Ni oponerme! Era mi maldito deber, ¿y acaso sirvió de algo? Eres una maldita inútil que no sirve para cazadora, ¿eso es lo que querías saber? ¿O quieres que te cuente más?

—Yo no tengo la culpa de que no quisieras ser mamá... —murmuró. No podía negarlo, las palabras la golpearon. Ella nunca fue cariñosa, algo considerada de vez en cuando, pero no imaginó que fuera así. ¿Qué culpa tenía ella? Si hubiera podido escoger, tampoco la hubiera querido de madre.

—¿Entonces quién la tiene? ¿Tu familia? ¿La mía? ¿Tu lindo padre? ¡Ah! ¡Él sí te quería! Ese imbécil sí que te quiso...

—¡No te metas con mi papá! —le gritó—. ¡La que aceptó casarse fuiste tú! ¿Acaso te obligaron? ¿Acaso te pusieron un arma en la cabeza? ¡Tú elegiste esto!

—¿Qué sabes tú, niña inútil? ¡No tienes idea de nada! —respondió Nanette. 

A ese punto, las dos estaban frente a frente, gritándose a la cara. Y lo que más le sorprendió, fue que los ojos de su madre se humedecían. Ella era la que quería llorar, la que de pronto no podía controlar más sus emociones.

—¡No tengo la culpa de tu vida de mierda! ¡Ya no eres una maldita adolescente! ¡Hazte cargo y deja de joderme! Si tanto nos odiabas a papá y a mí, ¿por qué te quedaste? ¡La única cobarde aquí eres tú!

—¿Por qué me quedé? ¡¿Por qué me quedé?! ¿Crees que esta alianza de Bautista y Montagny se hizo por las buenas? ¿Qué ha sido fácil todos estos años?

—¡No lo sé ni me importa! Vete a llorar a otra parte que a mí no me das lástima, ¡no te hagas la víctima porque no lo eres! ¿Desquitarte con tu hija por tu vida de frustrada? No me jodas, en serio, ¡no me jodas!

—¡Yo también era inocente!

—¿Ah, si? ¿Y eso fue antes o después de ser la puta del vampiro que te marcó? —le devolvió el golpe, hablando con toda intención de lastimarla como tantas veces ella lo hizo. Y esta vez fue su madre la que no soportó las palabras, pues pronto Danielle sintió la cachetada en el rostro.

—¡Yo lo amaba! —le gritó, y la joven se recompuso rápido para mirarla.

Estaba atónita. Las lágrimas resbalaban por las mejillas de su madre, estaba roja de la rabia, de la frustración. Respiraba agitada, y más que mirarla con odio, parecía dolida. No se lo podía creer, ¡si ella misma le dijo que mató al vampiro que la marcó! ¿Y de pronto eso?

—Lo amaba... —repitió.

—Lo entiendo —murmuró, viéndose reflejada de alguna forma. ¿Acaso no sentía por Aliz algo como eso?

—¡No! ¡Tú no entiendes nada! A ti nadie te obligó a matar a esa vampira, a mí sí. A mí sí... —dijo, pero hablaba más como para sí misma—. Tuve que convencerme de que era falso, que no sentí nada, que solo fue la marca, pero él y yo... ¡Lo maté! ¡Lo amaba, y lo maté! ¿Y acaso sirvió de algo? ¿Acaso lo he olvidado? ¡Si siento que soy suya hasta en la muerte!

—Mamá...

—¿Y qué pasó después? La única hija soltera, el mayor de los Bautista. ¿Para qué servía si no era para cerrar una alianza? Y después de amar tanto a alguien maravilloso, tuve que venir aquí... A esta poza de mierda —decía con asco, arrugando el rostro de la rabia—. A entregarme al ordinario asqueroso de Raimundo, a darle una mierda de hija... Eso es mi vida, mi maldita vida...

—Ya... Basta... —No sabía qué más decir, quería largarse de allí.

La cabeza le daba vueltas. No quería entenderla, pero podía. La pasión, el deseo desenfrenado, esos sentimientos tan intensos que parecían consumirla por dentro. Eso lo sentía, lo comprendía a la perfección. Pero no podía perdonarla, no iba a justificarla nada. Porque Danielle nunca fue culpable, ya lo sabía. No se trataba de ella, ni de nada de lo que hizo. Era Nanette la que estaba dañada, la que nunca fue capaz de amar a nadie ni tener compasión por su hija. Al punto que ella misma empezó a llamarla puta de la vampira, a intentar convencerla de que la matara, de que no amaba a Aliz. Su madre sabía lo que sentiría si mataba a la vampira Draj, y quiso empujarla a eso, al mismo dolor. No podría perdonarla jamás.

—¿Ya estás contenta? ¿Eso es lo que quería escuchar? —le dijo su madre, secándose las lágrimas con fuerza.

—Pues te felicito, fuiste sincera una vez en tu vida —contestó. Ella también estaba temblando, todo era demasiado para asimilar.

—Lárgate de aquí, no quiero verte.

—No, vete tú. Esta es mi casa, papá ya murió. Al fin eres libre para largarte a llora por tu vampiro sin que nadie te moleste. Y ya no voy a dejar que me lastimes nunca más.

Nanette Montagny la miró de soslayo, incapaz de enfrentarla. Después de todo, se había expuesto delante de ella, y estaba segura de que llevaba años guardándose eso. No dijo nada más, le dio la espalda y la dejó a solas. Danielle suspiró, y se sentó en silencio. Muchas cosas pasaban por su mente en ese momento, no solo lo que ella le dijo. También Aliz, la verdad sobre lo que sentían. Ya tenía claro que matarla no era la solución, que no se acabaría con la muerte. Ni eso podría separarlas. 



***************

BUENAS BUENASSSSSSSSSSSSSSSSSSS

El dramón quedó más largo de lo esperado, pero era justo y necesario, porque la doña Nanette ya nos tenía HASHTAG HARTAS y al fin nos reveló el motivo de su odio al angelito :(

Yo sigo llorando por Milla y Diego, ni siquiera los dejarán descansar en paz (hablacomosiellanohubieraredactadosusmuertes)

Y AHORA SE TIENE EL REAL RESCATE OMG

Recuerden la introducción, no digo más 👀👀👀👀👀👀👀



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Adaptacion de The Stripper (Traducción) Escrita por @SheWantsFlorencia traducida por by camilipstick