Youngblood.

Autorstwa cincoP0L1S3XUAL3S

846 128 162

Yeonjun creía que tenía seguro a Beomgyu cada vez que le escuchaba decírle te amo. Él estaba olvidando tanto... Więcej

Sinopsis.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Parte 2.
Capítulo 17.

Capítulo 1.

90 13 2
Autorstwa cincoP0L1S3XUAL3S

—Gyunnie, saluda…

Yeonjun miró al pequeño niño que se escondía tras su madre, mirándola en busca de compasión, como si saludarlo fuera lo peor.

A Yeonjun, su madre le había dicho que nadie que ignorara su presencia merecía ser llamado amigo, pero entonces ahí estaba ella, dándole pequeños empujoncitos en la espalda y animándolo.

—Corre, cariño, ve a verlo tú.

Estaban en una nueva casa, con nuevas personas y en un ambiente similar pero al mismo tiempo muy diferente al que estaba acostumbrado en su hogar.

Su padre se había ido hacía poco, su madre había llorado demasiado y había dormido todas las noches siguientes invadiendo la pequeña cama de Yeonjun y abrazándolo contra su pecho sin darse cuenta de lo mucho que a él le molestaba tanto calor y poco espacio, pero que no se atrevía a decírselo porque no quería herir sus sentimientos.

Frunciendo el ceño y con los labios abultados de disgusto le dió una mirada molesta a su madre y comenzó con pasos seguros y firmes hacia donde el ojito redondo de Beomgyu se asomaba con curiosidad y vergüenza al mismo tiempo.

Sus rostros se encontraron desde muy cerca y pudo ver las tonalidades de rojo subiendo una tras otra sin parar hasta que el niño estuvo rojo como un tomate maduro, sus mejillas brillando por el color, como si estuviesen a punto de estallar.

Sin cambiar la expresión de su rostro, aunque un poco sonrojado también, extendió la mano para saludar al niño.

—Hola, Gyunnie, soy Yeonjun… —Pero si creyó que el rostro pequeño y nuevo ya estaba demasiado rojo, la forma en que pareció intensificarse lo puso asustado, hasta que las risas de sus madres llamaron la atención de ambos, quitándoles un poco de su incómodo momento sobre socializar.

—¡Oh, bebé! —Fue la madre de Beomgyu quien habló, llevando la mano que no acariciaba el cabello de su propio hijo al cabello de Yeonjun, peinándolo cuidadosamente. —Gyunnie es sólo un apodo cariñoso, pero mi bebé en realidad se llama Beomgyu. Aunque parece que le gustó que lo llamaras así, mira lo tímido que está…

Yeonjun apartó la mirada del rostro bonito de la mujer y volvió a encontrarse con Beomgyu, que ya estaba con la cara escondida en el abrigo largo de su madre.

—¿Quieres jugar, Bumgyu?

—¡Beomgyu! —Gritó el niño, sin apartarse de su escondite, aunque poco a poco, al entender la pregunta, fue saliendo para mirarlo. Finalmente, le tendió la mano para moverse juntos mientras asentía.

Tomados de las manos, Yeonjun miró a sus madres y sacudió su mano libre para cada una antes de que Beomgyu comenzara a arrastrarlo con más fuerza de la que parecía tener, directamente hacia su habitación para buscar sus juguetes y quedarse ahí.

Las cosas cambiaron rápidamente.

Se acostumbraron a verse. Fueron amigos, estrechamente cercanos.

Se acompañaban a todos lados, se apoyaban y se cuidaban mutuamente mientras crecían.

Ninguno era tímido ya, al menos entre sí, porque Beomgyu tenía algún tipo de personalidad extrovertida–introvertida que le arruinaba muchas cosas y lo ponía ansioso, pero Yeonjun siempre estaba ahí para mostrarle que estaba bien.

Tres años después de conocerse, con nueve y siete de edad, Yeonjun y su madre se habían mudado frente a la casa de Beomgyu, cuando su padre había comenzado a buscarlos y decía cosas sin sentido, mientras que se veía y olía raro, por lo que la mujer había decidido que lo mejor era evitar que los encontrara nuevamente.

Ya no le importaba demasiado, se había acostumbrado a que sólo fueran los dos. Sin embargo, estaba feliz porque viviría tan cerca de su amigo y su madre lo estaba porque lo haría de la suya.

No había día que no estuvieran en la casa del otro, iban y volvían juntos de la escuela, salían al mismo parque a divertirse, hacían pijamadas y se reunían siempre en las comidas y cenas. El padre de Beomgyu era amable con la nueva familia que se adueñaba de la atención de los integrantes de la suya, porque era simplemente agradable notar un buen ambiente.

El padre de Beomgyu estaba constantemente cansado, así que una vez, Yeonjun le preguntó:

—¿Tu padre es muy dormilón?

Y Beomgyu le había dado un golpe en el hombro antes de responder, casi indignado.

—Mi papá sólo respira lento, él siempre despierta primero que todos y duerme mucho después con sus cosas de trabajo, pero siempre ha sido así, aunque a veces realmente no respira casi nada y se pone raro.

—¿Raro cómo? —Yeonjun insistió con curiosidad, y no quitó el dedo del renglón aunque Beomgyu le dió una dura mirada.

Finalmente, un suspiro salió de los labios del chico.

—Él de repente se cae y se queda en el suelo mucho tiempo. A veces tienen que venir doctores por él, y cuando vuelve ya está mejor. A mamá no le gusta, llora mucho pero siempre dice que sólo es porque se asusta.

—¿Tú le crees?

Beomgyu se encogió en sus hombros, quitándole peso a sus palabras.

—Ella llora cuando yo me caigo y me lastimo las rodillas. Siempre llora.

Pero Yeonjun todavía pudo ver por sus propios ojos algunas de esas situaciones que Beomgyu describía y realmente había sido algo que le puso los pelos de punta, sin saber qué hacer para ayudar, sin saber a dónde llamar, pero poco a poco ambos comenzaron a entender que era mucho más que lo que la madre de Beomgyu decía.

El hombre todavía era un gran tipo y Yeonjun comenzó a tomarle cariño. A veces, sentía un poco de envidia porque Beomgyu tenía un papá así, tan agradable y tranquilo pero sin dejar de ser divertido. Siempre había helado. Siempre había confianza. Yeonjun quería tener un papá como el de Beomgyu.

Una tarde, cuando habían vuelto de la escuela, Yeonjun no había tenido oportunidad de comer en casa de Beomgyu porque su madre no estaba ahí. Volvió a su propio lugar y hubo un silencio enorme por demasiado tiempo, hasta que lentamente las voces comenzaron a escucharse cada vez más fuertes y alarmadas, hasta convertirse en una discusión a gritos, aunque el único que parecía ser el atacante era Yeonjun.

El azote de la puerta principal hizo que los padres de Beomgyu y él se alarmaran, y luego Yeonjun estaba cruzando entrada en su casa con las manos en puños con los nudillos blancos y la expresión más enojada que nunca le habían visto antes.

—¿Yeonjun? —Jeonghan, el padre de Beomgyu, preguntó. —¿Está todo bien?

Cuando el trasero de Yeonjun cayó con fuerza al lado de Beomgyu en el sofá, miró al hombre y refunfuñó.

—¡Mamá tiene un novio!

El problema fue grande y denso. Para Yeonjun fue difícil entender que el hombre que comenzaría a estar cerca de su madre y de él a partir de entonces no le quitaría mi la atención ni el amor que siempre había tenido.

Era sólo un chico de doce años, aferrado a su madre e inconcientemente asustado de que ella se fuera también, como lo había hecho su padre cuando había dejado de quererlos.

Él había descubierto que su padre había encontrado una mujer con la que creía ser más feliz que con su madre, una mujer más jóven y con menos exigencias, a la que no tendría que decírle si llegaría a dormir o no, a la que no tendría que darle dinero para las cosas que un hijo necesitaba, a la que no tenía que convencer para ir a la cama. Yeonjun lo había entendido. Y después había entendido que su padre no había tenido lo que necesitaba, aunque sí lo que quería, y había vuelto a buscarlos cuando el alcohol y las drogas eran parte de su vida, como si sólo con sustancias pudiese verlos a su altura, pero su madre no lo había aceptado de vuelta.

Fueron los padres de Beomgyu quienes le ayudaron a entender el cómo su madre podía sentirse con una nueva compañía, con un tipo de amor diferente al que él sentía, y le ayudaron a sentirse seguro.

Sin embargo, fue Beomgyu quien le hizo creer que sin importar lo que sucediera en el futuro, nunca estaría sólo ni sin amor.

Ellos estaban en el tejado frente al ventanal de la habitación de Yeonjun, desde donde la luz naranja los hacía sentir cálidos con sus pequeños destellos, mientras que era la luz de la luna la que los iluminaba ahí, recostados uno al lado del otro.

Beomgyu no lo miró cuando le preguntó:

—¿Algún día tendrás a tu propia familia, Yeonjun? ¿Tú serás padre de alguien?

—No lo creo. —Admitió, moviendo su cabeza de lado a lado pero sin mirar tampoco a Beomgyu. —No creo que pudiera entender a los niños. No entiendo a los adultos ahora.

—Sí. Yo tampoco lo creo…

Entonces estaba mirándolo, alzando las cejas en su dirección.

—¿El qué? ¿Tampoco quieres hijos?

—No. —Sus ojos se encontraron. Beomgyu le sonrió y giró su cuerpo para mirarlo correctamente, lo que Yeonjun imitó como reflejo. —No creo que tú tengas hijos. Eres demasiado torpe, ya imagino lo mucho que te enojarás cuando ellos tengan parejas.

—Torpe…

Yeonjun le sonrió.

Todavía no tenía la mejor convivencia con el novio de su madre, pero ya no hacía de todo por correrlo de su casa cuando visitaba a la mujer. Ella se veía enormemente feliz y emocionada cuando estaban los tres en la mesa, cuando salían juntos o jugaban algún estúpido juego de mesa.

Yeonjun jamás se atrevería a quitarle la sonrisa de la cara a su madre.

Beomgyu y él se miraron por largos segundos sin nada que decir, sólo en un cómodo y curioso silencio, hasta que Beomgyu tomó una respiración y volvió a hablar.

—¿Yeonjun?

—¿Mhm?

Y de pronto, él estaba inclinándose por encima de Yeonjun, con sus rostros muy cerca y una sonrisa dulce.

—Si tu madre se fuera… —Propuso hipotéticamente. —O si nunca tuvieras una familia, novia o lo que sea, no tienes que tener miedo.

—No teng–…

Antes de poder terminar, Beomgyu estaba apoyándose hacia el frente y callándolo con un beso corto en los labios, demasiado suave y demasiado picante.

A Yeonjun le hormiegueaban los labios con la sensación final del beso, y estuvo sonrojado antes de darse cuenta.

—Yo siempre voy a estar cerca de tí y voy a quererte todo lo que haga falta para que tú corazón se sienta lleno a reventar.

Pero se había quedado sin palabras y, lo único que le quedó por decir después de un momento, fue un murmullo.

—Gracias, Beomgyunnie.

Czytaj Dalej

To Też Polubisz

119K 2.4K 20
- Tom Riddle - Mattheo Riddle - Theodore Nott - Lorenzo Berkshire - Regulus black - Draco Malfoy ¿Cuál es su favorito? Espero les agraden los one s...
881K 104K 120
Después de que esa persona se fuera de su vida estaba sola. Pasó toda su adolescencia con ese hecho, y es que su condición la obligaba a no entablar...
192K 24.6K 119
𝐅𝐀𝐊𝐄 𝐂𝐇𝐀𝐑𝐌 || 𝙴𝚕 𝚎𝚗𝚌𝚊𝚗𝚝𝚘 𝚎𝚜 𝚎𝚗𝚐𝚊ñ𝚘𝚜𝚘, 𝚢 𝚌𝚘𝚗 𝚜𝚞 𝚋𝚎𝚕𝚕𝚎𝚣𝚊 𝚑𝚊𝚛á 𝚚𝚞𝚎 𝚝𝚎 𝚊𝚛𝚛𝚎𝚙𝚒𝚎𝚗𝚝𝚊𝚜. Teen Wolf...
341K 25.4K 53
Historias del guapo piloto monegasco, Charles Leclerc.