La noche cayó en la ciudad de Los Ángeles, Amelia estaba llegando del centro, fue a controlar que todo estuviera en orden, cuando entro a la oficina se encontró con una sorpresa.
—Pedí comida, me imaginé que no has podido cenar. —Menciono Dante.
—¿De verdad? —Amelia sonrió ante ese gesto.
Dante asintió y la invito a sentarse.
La chica, por primera vez, estaba sintiendo que alguien se preocupaba por ella, y eso la hacía sentir bien.
—¿Por que haces esto? —Inquirio Amy.
—Simplemente quería cuidarte. Pienso que lo mereces. —Susurro Dante.
El hombre intentaba ponerle una pizca de romanticismo, pues era verdad que estaba enamorado de la chica.
—Gracias, supongo. —Comento Amy.
Amelia tragó saliva, estaba sintiendose incómoda, ella veía a Dante como algo parecido a un amigo, no más de eso.
—Me gusta pasar tiempo contigo. —Dijo Dante.
—Yo, debo irme. —Amelia se levanto. —Lo siento.
La mujer se fue del lugar, sin dejar a Dante pronunciar otra palabra.
—Ey, Amy. —Jessica se acerco. —¿Que sucede?
Más allá de ser compañeras, compartían una amistad de años, y una confianza inigualable.
—Dante me invitó a cenar y me sentí incómoda. —Conto Amelia.
—¿Te hizo algo? —Pregunto su amiga.
—No, es solo que me sentí incómoda. —Menciono.
—Te entiendo. —Jess tomo asiento. —De todos modos, quédate tranquila, el es buena persona y respetuoso.
Las horas pasaron, eran las 08:30 am, momento donde Andrew se encontraba durmiendo en el sofa de la sala, en casa de Harry.
—¿Que es esto? —Harry le lanzo un cojín. —¡Esta es mi casa, no un refugió para vagabundos!
—Dejame dormir. —Pidió Andrew.
—Bueno cariño. ¿Quieres un café o una tostada? —Menciono Harry sarcásticamente.
—¿De verdad? —Inquirio Andrew.
—Por supuesto que no. —Harry le tiro otro cojín. —¡Sal de mi maldito sofa!
Andrew se levanto de mala gana, miro a Harry.
—Voy a desayunar. —Comento Andrew. —¿Que tienes?
—Seguro de que privacidad no. —Harry se cruzó de brazos.
—Podemos desayunar juntos y compartir tiempo de calidad. —Propuso Andrew.
—¿Acaso somos un matrimonio de cuarenta años? —Respondió el contrario. —Pero bien, vamos a desayunar si.
Ambos se sentaron a desayunar, donde Andrew no pudo evitar preguntar, que sería lo siguiente que harían.
—¿Que haremos ahora? —Cuestiono el hombre. —Lo que hicimos no los movilizó.
—Quiero desayunar en absoluto silencio. ¿Puedo? —Inquirio Harry, tomando la taza de café en sus manos.
Andrew tomo un sorbo de café, dando a entender que se callaria.
A diferencia de Andrew, a Harry le gustaba desayunar en absoluto silencio, era cuando se concentraba más en sus planes.
Pasaron las horas y se encontraban reunidos en la oficina.
—Quiero que alguien se acerque a Amelia. —Ordeno Harry.
Andrew levanto la mano.
—No estamos en la escuela Andrew. —Demando Harry. —¿Que quieres?
—¿Puedo ser yo quien se acerque a Amelia? —Pregunto.
—No, vas a terminar con una orden de alejamiento, porque sos capaz de que ella te encuentre durmiendo en su casa. —Harry se dio vuelta, dando la espalda. —Alex, seras tú.
—Entendido. —Respondió Alex.
—Voy a pedirte algo. Nada de sexo, ni besos, nada. —Pidió.
—¿Por que? —Inquirio el chico.
—Porque no quiero que ella luego se sienta culpable o se arrepienta, cuando logremos sacarle información. —Explico Harry. —Le tocas un pelo y anda a buscar trabajo al polo norte.
Más allá de todo, es verdad lo que decía, usarla sexualmente, para sacarle información, no era el estilo de Harry, y en definitiva tampoco era algo que compartía, pues le parecía repugnante, y asqueroso.
—Se va a sentir culpable de igual manera. —Opino Andrew. —Haya sexo de por medio o no.
—Prefiero que se sienta culpable porque hablo de más, a que lo haga porque tuvo sexo con alguien que solo quería usarla. —Manifestó Harry.
Alex se retiró del lugar, ya con todas las instrucciones recibidas, sabían que en este momento, estaría dando un vistazo a las tiendas, anteriormente destruidas.
—Bien, esperen una semana más y podrán volver a funcionar con normalidad. —Declaro Amelia.
—Entendido. —El hombre se retiro.
Amelia saco su celular, para responder algunos mensajes, fue en el momento que Alex tomo valor y decidió acercarse.
—Hola, ¿Eres Amelia? —Inquirio el chico, deseando que todo salga como lo tiene planeado.
—Hola. —Amelia apago su celular y sonrió. —Si, soy yo.
—Quería decirte que te admiro, digo, lo que haces es admirable. —Sostuvo Alex.
—Te agradezco. —Dijo Amelia. —Yo solo ayudo a las personas y a que su vida no sea afectada por todo lo que esta pasando.
—Digno de admiración. —Menciono nuevamente Alex. —Oye, ¿Quieres ir por un café? Podríamos ser amigos o algo.
Amy aceptó el cafe, aunque manteniendo cierta distancia, para su sorpresa, el hombre comenzo a hablar de libros, películas y lugares donde le gustaría viajar.
—¿Tienes un escritor favorito? —Interrogo Alex, tomando un sorbo de cafe.
—Si, Edgar Allan Poe. —Respondió Amelia, con una sonrisa. —¿Y tú?
—Agatha Christie, tengo todos sus libros en fisico. —Expuso Alex, riendo.
—Yo no tengo ninguno de Edgar Allan Poe, aunque me gustaría. —Conto Amy, con un cierto tono de tristeza en su voz.
—¿No tienes libros de el, en físico? —Inquirio Alex.
—No es que yo no los quiera. —Aclaro la mujer. —Era lo único que pedía para navidad, pero mis padres dijeron que debería ponerme a trabajar para conseguirlos.
—¿Y conseguiste empleo? —Inquirio con una risa en el rostro.
—Aquí me vez. —Expreso Amelia.
—¿Y por que no los compras ahora? —Pregunto el hombre.
—Creo que sigo fantaseando con que mi padre lo haga. —Amelia intento sonreír, para aligerar el ambiente, pero no pudo.
—Oye, si este tema de conversación te pone triste, podemos parar de hablar de esto. —Manifestó Alex.
La mujer aceptó, y comenzaron a hablar de muchos otros temas, hasta que llegaron al que a Alex, realmente le interesaba.
—Oye, ¿Y hay algo que haras para contraatacar? —Cuestiono Alex.
—No puedo hablar de eso, perdóname. —Amelia tomo un sorbo de café.
—Esta bien, entiendo. —Alex la miro. —De todas maneras, podemos seguir viéndonos, podríamos ser buenos amigos.
Amelia acepto esa propuesta, intercambiaron números de celular, y Alex volvió a la oficina, donde le contó a Harry, todo lo que paso, sin omitir ningún detalle.
Más tarde, Harry hizo algo, que no estaba en sus planes.
Fue a su biblioteca, donde guardaba un montón de libros, pues también era un apasionado de la literatura.
Tomo un libro, de Edgar Allan Poe, que guardaba hace mucho, le puso una envoltura, y escribió una carta, para luego enviarla a donde Amelia se encontraba.
—Amy, llego esto para vos. —Aviso Jess.
—Gracias. —Amelia tomo el paquete en sus manos.
—Tiene una carta. —Observo Jess.
—Se que sabrás aprovecharlo más que yo. —Leyó Amelia y abrió el envoltorio. —Es un libro, de mi escritor favorito.
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Sepan disculpar si al momento de leer, son guiones cortos, wattpad los cambia.
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